Despu�s de pasar un fin de semana de sexo y lujuria en compa��a de mis amigos Esther y El pintor 2, y tal como hab�a programado de antemano me qued� en Isla Margarita durante una semana.
Se levant� y le dijo te tengo una sorpresa�. Abri� la puerta del closet y all� estaba yo, desnudo, sudado, con l�grimas en los ojos y mis manos llenas de semen.
A unos metros de la casa, un hombre cortaba le�a. Su f�sico era impresionante. No pod�a creerlo, ese hombre tan recio y varonil, no era m�s que aquel ni�o con el que sol�a jugar a escondidas de mi padre.
Hab�a sido una tonter�a, una est�pida apuesta de s�bado por la noche, de las que se hacen cuando se lleva encima alguna copa de m�s. Me jugu� con mis amigas Tona y Marta que si que era capaz de acostarme con un t�o de los anuncios de relax, con un profesional del sexo, ellas me pagaban el polvo y, si no lo hac�a, deb�a invitarlas a cenar a un restaurante de la ciudad (m�nimo 60 euros por cabeza).