Relato: El obrero





Relato: El obrero

Las fantas�as er�ticas homosexuales suelen estar pobladas de
encuentros con machotes libidinosos, permisivos, generalmente bisexuales,
siempre dispuestos a satisfacer todas las sensibilidades f�sicas y emocionales
de quien las crea.


Bueno, lo que voy a contarles, primero, no es una fantas�a
sino que fue mi cuarto encuentro sexual real cuando ten�a 17 a�os, y segundo,
fue con un hombre heterosexual que supo sin inhibiciones disfrutar de mi cuerpo
para su desahogo f�sico.


Yo sol�a pasar frente a un edificio en construcci�n, cerca de
casa, para comprar, cada tarde, el pan. En uno de estos viajes, por la barda de
la construcci�n, un hombre joven, desnudo de cintura hacia arriba, al verme con
la bolsa colgando, me llam� y me pidi� como favor que le comprara enfrente unos
panes. Se disculp� diciendo que �l no pod�a abandonar la obra y me lo pidi� con
gestos y palabras tan amables que no pude decirle que no, adem�s �por qu� no
hacer un favor que no me costaba nada?.


Se qued� en la barda esperando y cuando le pas� el paquete de
pan me dio las gracias con una linda sonrisa de su boca grande, dientes
perfectos y ojillos vivaces y alegres.


En mis diarios viajes lo ve�a trabajar al sol, en la misma
traza, torso desnudo dorado al sol, sudoroso y unos vaqueros recortados a la
altura del muslo y gruesas botas protegiendo sus pies. En m�s del alguna
oportunidad nos saludamos y con un gesto le preguntaba si necesitaba algo y �l
con otro gesto no menos sonriente me indicaba que no.


Un s�bado por la tarde, al volver de mi compra, lo vi sentado
sobre un mont�n de arena, con expresi�n de aburrimiento, cogiendo y lanzando
frente a �l, piedrecillas.


Le habl� pregunt�ndole si necesitaba algo y cortesmente me
respondi� que aparte de alguna entretenci�n, en realidad no necesitaba nada. Un
poco nervioso, pero arriesgado, le dije que si no le importaba pod�a volver m�s
tarde a hablar un poco con �l. Sonri� y acept�, dici�ndome que le tocaba el fin
de semana de guardia cuidando la obra y que aun cuando eso era aburrido,
aumentaba su sueldo y por eso estaba en la lista de los que hac�an ese trabajo
adicional. Promet� volver a eso de las 8.00 y quedamos, como quien dice.


Por supuesto antes de ir a visitarlo me duch�, cambi�,
perfum� y part�.


Me esperaba cerca de la entrada y me condujo a uno de los
pasillos en construcci�n donde ten�an los trabajadores unas bancas para su
descanso y una mesa para su colaci�n. Encima hab�a unos platos sucios, una
botella de cerveza a medio consumir y un vaso, restos de pan en un papel y algo
de queso.


Tute�ndolo de entrada le dije: veo que ya merendaste.


-�Le sirvo cerveza?, pregunt�, respetuosamente.




-Puedes tutearme, somos j�venes los dos, aunque t� algo
m�s viejo, dije en plan bromista. Sonri� diciendo: -20 no m�s...


Empezamos a hablar chorraditas y me invit� a visitar el
edificio. Lo recorrimos en sus diversas




plantas y al pasar por el entresuelo vi el cuarto que se
hab�an acomodado como dormitorio. Hab�a una cama desordenada pero con s�banas
blancas y ropas colgadas de unos clavos en la pared. La sola vista de ese rinc�n
�ntimo me produjo un estremecimiento de deseo. En realidad el hombre llamaba
profundamente mi atenci�n como tal, es decir, como hombre, como macho. Siempre
me han gustado los hombres, desde que tengo uso de raz�n, y no solo como amigos
o compa�eros de juegos sino como machos, porque desde siempre estuve conciente
de mi condici�n gay. Y como no me va el cuento con otros gay, ni mucho menos con
los afeminados, sino con los hetero, es a estos a los que busco como compa��a.


No estaba muy seguro de si pasar�a algo con �l o no pasar�a
nada, pero la sola compa��a y buena disposici�n de un hombre joven y bien
plantado para mi solo me satisfac�a.



El apur� totalmente la cerveza cuando estuvimos de regreso
del tour y como no sab�amos de qu� hablar ni qu� hacer, no se le ocurri� nada
m�s adecuado (para mis deseos) que invitarme al cuarto del entresuelo para ver
un poco de tele. Sobre un caj�n ten�a un peque�o televisor de escasas pulgadas y
blanco y negro adem�s, de modo que apenas serv�a para esos fines de semana tan
aburridos en que deb�an vigilar la obra.


Me invit� a sentarme en la cama, tal como �l mismo hizo, casi
disculp�ndose por no tener mejor acomodo para recibir visitantes.


Yo golpe� con una mano la cama y le dije maliciosamente: -si
esta cama hablara...


Se rio, me mir� maliciosamente y me contest�: -en realidad no
tendr�a mucho que contar, aparte de los ronquidos porque aqu� no pasa nada...


-�Hace mucho que no pasa nada?, inquir�, llev�ndolo no s�lo
al terreno sexual sino que al �ntimo a la vez.


-Bueno, a veces cae algo..., respondi� algo azorado.


Me di cuenta que era t�mido y entonces, sacando una confianza
y una asertividad que no eran sino movimientos de mis hormonas revolucionadas
con su proximidad, le dije que a m� me gustaba la compa��a de hombres guapos y
simp�ticos como �l, m�s que la compa��a femenina.


-S�, algo se nota... -me dijo-, cuando mueves las manos al
hablar.


Me hab�a tuteado y eso era ya una peque�a victoria de mi
parte.


-�No te molesta?


-�Por qu�? ... Mientras no de te por pedirme el culo... y rio
fuertemente, con una risa no muy agradable, quiz�s porque estimaba que su
respuesta era algo fuera de lugar.


Yo no lo cre�a as� porque esa misma respuesta me daba pie a
continuar con el hilo de la conversaci�n por donde yo quer�a llevarla.


-A m� no me molestar�a si un chico como t�, que est�s
bastante bien, me lo pidiera.


Estaba todo dicho. No hab�a sido necesario recurrir al tema
de las mujeres, de la masturbaci�n, de la necesidad de follaje y todas esas
tonter�as a las que recurrimos los gay cuando queremos llevar las aguas a
nuestro molino.


Como que trag� saliva y no dijo nada. Se qued� pensativo. Yo
no sab�a como reanudar el di�logo ni por donde volver a pescar la hebra.


El fin, �l volvi� a hablar, dici�ndome: -Bueno, nunca me he
acostado con hombres, no se si me gustar�a que me uno me hiciera lo que hace una
t�a...


-Cuesti�n de probar, respond�. No ser�a el primero ni el
�ltimo en probar nuevas experiencias. Adem�s que s�lo un hombre sabe lo que a
otro lo exita m�s y le da m�s gusto.



Yo mismo me sorprend�a de mis respuestas y sobre todo de mi
valent�a y de verme as� tan lanzado, casi invitando a un macho a tomarme como a
su hembra sustituta.


El se rio y ya m�s confiado pregunt�: -�y qu� me har�as?


-Bueno, no s�, algo que te gustara y que nos hiciera a los
dos pasarla rico...


-�C�mo qu�, por ejemplo...?


-No se que te gustar�a a ti... tal vez acostarnos desnudos,
acariciarte el cuerpo, por las partes m�s sensibles, masturbarte, en fin,
intentar que la pasaras ricamente y dejar que t� mismo me hicieras cosas que te
dieran a ti placer.


El plan estaba expuesto. Ahora todas mis cartas estaban sobre
su mesa. Le tocaba a �l hacer la jugada y yo me mor�a, en verdad, por ser el
ganador de la partida. El premio ser�a �l mismo, todo para m�.


Y perdi�.


Mientras yo hablaba not� que se miraba la entrepierna que
crec�a a ojos vistas, quiz�s imaginando placeres y orgasmos que tal vez en d�as
no hab�a experimentado.


Me re�, se�alando con un gesto de mi cabeza su paquete y �l
tambi�n rio.


-Es tu culpa, dijo, y cogiendo mi mano se la llev� sobre su
paquete apret�ndola contra �l, mientras de sus ojos, vueltos hacia m�, se escap�
una mirada libidinosa y caliente a la par que tierna.


Mi mano empez� a delinear la curva de su falo que se
endurec�a y se alargaba en diagonal desde su entrepierna al borde de su vaquero
recortado. Buena dotaci�n. Y mis dedos golosamente acariciaban sus enormes
huevos apretados por el pantal�n, pero por su expresi�n, muy muy sensibles a mi
caricia.


-�Te gusta chuparla?


-�Por qu� no?, �Est�s limpio?


-Obvio, dijo, me ba�o dos veces al d�a.


Y baj�ndose la cremallera, volvi� a cogerme la mano y con
ella se acariciaba el endurecido poll�n por encima de la fina tela de su
calzoncillo. No t� que r�pidamente una mancha de humedad se extend�a casi en el
borde. La pellizqu� y me di cuenta que resumaba un l�quido pegajoso.


-�Te gusta?, c�metelo, dijo.


Baj� mi cabeza su paquete y mi lengua recorri� la mancha de
humedad y luego todo el contorno del falo y el borde del glande que se marcaba
notablemente en la tela del calzoncilo, mientras �l acariciaba mi espalda, de
arriba abajo. Su pelvis se elevaba, en un esfuerzo por apretar su pene contra mi
boca. Lo estaba gozando m�s de lo que �l y yo mismo hab�amos supuesto.


-Qu�tate la ropa, le dije, levant�ndome... sacando autoridad
no se de donde, pero el deseo en m� era cada vez m�s y m�s arriesgado.


Lentamente con la punta de una bota tir� la otra lejos, con
una mano se sac� la otra, e incorpor�ndose, se quit� pantal�n y calzoncillo a la
vez.


Su cuerpo visto por detr�s era hermoso, cintura estrecha,
culo levantado y firme, muy blanco porque no gozaba como el resto de su cuerpo
del sol y el aire de todo el d�a, unos muslos firmes y velludos y una raya entre
las nalgas de profusos vellos oscuros que al agacharse para dejar salir sus
prendas se abrieron dej�ndome ver m�s debajo de los pelos, unos huevos gordos y
tambi�n cubiertos de largos y enrulados pelos y un grueso m�stil que se elevaba
hacia delante.


Se me plant� por delante acarici�ndose los huevos y
cogi�ndose el pene estir� al prepucio hasta su cumbre y luego lo retir�
totalmente hacia atr�s, mostr�ndome un glande rosado, hinchado, brillante y
humedecido que me ofreci� en la boca.


Cogi� mi nuca y acerc�ndome la cabeza me lo fue introduciendo
lentamente hasta que no pudo caber m�s y retir�ndose inici� un mete y saca
foll�ndome la boca, cuyos labios yo cerraba y entreabr�a, a la par que gustaba
su sabor salado y algo amargoso y ol�a sus aromas de macho y sudores.


-D�jame hacer, dije y agach�ndome delante de �l, inici� con
mi lengua un masaje desde su entrepierna velluda, pasando por sus ingles,
pasando y repasando sus huevazos, besando sus muslos y cogiendo nuevamente su
enorme y ya muy dura polla y aloj�ndomela hasta la garganta.


Por la boquilla le resumaba profusamente el l�quido
transparente y pegajoso que me dejaba un sabor y una textura acre en la lengua.


Entonces fue cuando le dije: -Me gusta que me la metan... �me
pongo...?


-�C�mo quieres que te la mande guardar..., acostado, a lo
perrito o patas arriba...?


-Como te de m�s gusto.


-Ponte al borde de la cama.


Me quit� r�pidamente toda mis ropas y me coloqu� en posici�n.


Como el camastro en que est�bamos era m�s bien alto, qued�
recostado all� con medio cuerpo, quedando mi culo a su altura y mis pies
afirmados en el suelo, abriendo lo m�s que pod�a mis piernas. Mi ojete era una
flor que se le ofrec�a y que yo, estirando mis brazos hacia atr�s, me ayudaba a
abrir con ambas manos.


El apoy� con delicadeza su glande en mi entrada, apret� su
pene para que me mojara el ojete y lo lubricara y moj�ndose los dedos con un
escupitajo me lubric� a�n m�s la entrada y fue empujando lentamente, metiendo y
sacando la punta jugosa y haci�ndola entrar casi dir�a yo que con ternura.


Cuando not� que me relajaba y mi esf�nter ced�a a su glande,
sus movimientos se hicieron m�s intensos de modo que la polla enpez� a entrar y
salir y en cada entrada me iba llegando m�s y m�s al interior del recto.


Al sentir que me la ten�a toda inscrustada, apoyando sus
manos en la cama y juntando sus muslos a los m�os inici� sus fren�ticos
movimientos de hombre con deseos guardados por d�as y con resoplidos de una
calentura sin igual.


No dec�a nada, no hablaba. Yo lo imaginaba con los ojos
cerrados, imaginando a quiz�s qu� putilla a la que se follaba mientras era mi
culo el que recib�a sus embates y por el cual sent�a que me llegaba al ombligo
con la punta de su glande mientras sus peludos huevos cosquilleaban mi
entrepierna.


Hasta que , cayendo sobre m�, solo su pelvis se mov�a en
estertores provoc�ndole el orgasmo y una eyaculaci�n que hizo crecer aun m�s su
falo en mi estrecho cilindro y engordando su glande sent� los chorros calientes
de su eyaculaci�n.


El semen empez� a salir y correr por mi escroto primero y
luego incluso por mis muslos, mientras �l jadeaba apoyando todo el peso de su
cuerpo sobre el m�o, con su cabeza entre la m�a y mi hombro.


-Quedaste KO, dije...


Por toda respuesta, sent� que su boca imprim�a un tierno beso
en mi mejilla.


Si hubiera tardado un poco m�s en terminar su extraordinaria
faena, los puntazos de su falo en el fondo de mi recto y el roce de sus huevos
me habr�an provocado un orgasmo por el culo, tales fueron las sensaciones que
sent� mientras �l me pene-traba tan ricamente.


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