Mi padre contrat� a una enfermera, Cristina, de alrededor de
25, muy buena moza de pelo negro y ojos verdes para que cuidara de mi abuela
materna que hab�a sufrido una ca�da. Yo me sent�a muy atra�do hacia ella pero
era sumamente t�mido y adem�s virgen. Mientras yo nadaba en la alberca de la
casa, Cristina se me acerc� y me dijo que un muchacho con mi f�sico de
deportista no deb�a ser tan t�mido. Me pregunt� que deportes practicaba a lo que
le contest� que casi todos pero que soccer, tenis y nataci�n eran mis
favoritos. Mi habitaci�n estaba alejada de la casa principal y correspond�a en
realidad a una construcci�n separada con ba�o para huespedes.
Ya eran pasadas las 11 de la noche ese mismo d�a, cuando
sent� la voz de Cristina pidiendome que le abriera la puerta. Una vez adentro
observ� lo confundido que yo estaba enfrente de ella, mas al encontrarme con la
calor del verano con solo los calzoncillos puestos. La not� algo cambiada,
sobre todo cuando me dijo que a muchachos bien parecidos pero t�midos como yo
hab�a que tratarlos con la punta del pie, que me sacara los calzoncillos y me
pusiera en cuatro. Su mirada de ojos verdes penetrante y por mi parte un
principio de erecci�n no me dej� otra alternativa mas que obedecerle.
Ya sin nada encima, en cuatro, con las piernas semi abiertas
y exponiendo mi culo y trasero a aquella Diosa, sent� mi verga dura como roca.
Al voltear la cabeza Cristina sonriendo me dijo en un tono ya suabe "Ya vez te
dije que muchachos guapos como tu no deb�an ser tan t�midos". Entonces comenz� a
lamerme las bolas por detras y luego a pasar su exquisita lengua por toda la
partidura. Al sentirla h�meda y tibia ya en el orificio me vinieron deseos
incontrolables de venirme, sobre todo notando la cabeza de mi verga muy por
encima de mi ombligo.
De un de repente ya arrodillado y viendola succionar con
tantas ganas mi �rgano todo erecto, no pude resistir mas y me vine con todo. Al
venirme solt� tanta leche que parte del chorro llego a manchar la pared
contigua. Cristina pareci� no importarle esta rociada en su hermoso cuello, cara
y pelo negro brillante porque comenz� a lamer la leche derramada mientras se
desvest�a. Ahora yo estaba incado entre sus piernas lamiendo con mi lengua el
interior de sus deliciosos labios. Al acelerar el movimiento de mi lengua
Cristina comenz� a lanzar gritillos suficientemente fuertes que tem� fueran
alcanzar la casa principal, pero con su mano libre frotandome nuevamente la
verga, otra vez dura con tanta excitaci�n, todos mis pensamientos se
concentraron en introducirme entre sus piernas. Para mi deleite momentos mas
tarde ella misma me lo ped�a.
Despu�s de 15 minutos de continuo mete y saca, y con los
cuerpos ba�ados en sudor, perd� mi virginidad vini�ndome nuevamente con todo al
mismo tiempo que ella, esta vez en su interior. A pesar que s�lo pensaba en la
idea de la proxima noche, mi abuela se agrav� al otro d�a y debi� dejar la casa
para ser hospitalizada.
Cristina, a pesar que no nos despedimos, quiero decirte que
hacerme hombre contigo fue sin duda y robandole las palabras a Enrique Iglesias
"casi una experiencia religiosa"
Mucho amor donde quiera que te encuentres
Jose Miguel