Relato: Helena, naturalmente infiel y un cornudo complaciente. Cap. 2



Relato: Helena, naturalmente infiel y un cornudo complaciente. Cap. 2

Helena, naturalmente infiel y un cornudo complaciente. Cap. 2
Autor: Lobo Feroz
H�tero infidelidad, cornudo, tr�o con dos machos, sexo en la oficina, goce y desenfreno, voyeur y bisex.

�Hay historias que revelan la naturaleza humana, algunas son un espejo demasiado cercano en el que se ve el aliento del que se mira. En el ser humano cohabitan una doble personalidad o doble moral, esas cosas que sabemos no son correctas, pero �ntimamente sentimos el impulso irrefrenable de hacerlo. La mujer para ser infiel necesita justificarse, el hombre, tan solo necesita una mujer.
Esta es la ecuaci�n de una mujer necesitada de atenciones y su compa�ero de oficina dispuesto para atenderla, dos necesidades, un solo deseo: sexo. Es la parte 1 de una rica y sabrosa historia de sexo e infidelidad, en la parte 2 se incorpora la tercera pata de este tr�o, el marido corneado, y todo comienza a girar al comp�s del deseo, con el morbo como invitado principal�

En el cap 1 nos hab�amos quedado en que Helena regresa a su casa luego de nuestra primera vez, en la oficina y esa misma tarde repetimos en un hotel para parejas.
Hasta ese momento la infidelidad solo era un �mbito reservado a la intimidad de los dos, compa�eros de oficina que de pronto se sienten atra�dos y se involucran en esta aventura de cuernos. Dentro nuestro sabemos que ya nada ser� lo mismo.
El tri�ngulo amoroso se completa con su marido, Iv�n, el corneado que ha comenzado a sospechar. De ah� en m�s el se�or monitorea el devenir de la historia, desde la sospecha primero y desde las evidencias por inevitables errores de una relaci�n que se extiende en tiempo.

Esta es el cap 2.
Nuestra imaginaci�n nunca es inocente, desde el momento que imaginamos una historia, �sta comienza a existir. Siempre corremos el riesgo de escribir una realidad, de estar creando una realidad, creando un mundo que de momento solo vive en nuestra imaginaci�n, pero cuando deja de ser solo una imagen mental para ser otra cosa? Por otra parte Iv�n sabe que hay dos cosas en la vida que son inevitables: los cuernos y la muerte.
Algo as� debe de haber pasado por la mente de Iv�n, y que siempre los cuernos llegan antes. Durante su convalecencia de una afecci�n card�aca debi� adaptarse al reposo y descanso obligado, obviamente tambi�n la atenci�n de los deberes conyugales y en asistencia econ�mica.
Ambos condimentos alteran el desarrollo de cualquier pareja, cuanto m�s si los efectos se suman para un mismo prop�sito y un solo efecto. Helena, una madura mujer joven transita esa edad ideal de la mujer, plena en cuerpo y esp�ritu, conociendo casi todo de la vida y con todo lo prohibido por experimentar. Helena, la hero�na de esta historia, yo soy H�ctor y juego de tercero en este tri�ngulo, Iv�n el marido que est� por jugar sus cartas en este tr�o.
El esposo no la cela, m�s a�n asegura ser �un celoso de baja intensidad�, tampoco un encendido machista, quiere saber qu� tan cerca est� de la verdad acerca que entre nosotros existe un contacto afectivo y sexual. Para hacerle solar la lengua comenta de algunos excesos, sobre todo con mujeres casadas, no tiene rollos con la infidelidad, totalmente justificable, que llegado el caso, �l �no tendr�a ning�n problema en aceptarlo�.
Que puede entender cualquier desliz, m�s a�n ahora que se encuentra eventualmente limitado en las atenciones sexuales, entender las necesidades de una mujer tan vital como ella. Que no le molestar�a ser cornudo, lo que realmente importa es �que lo dejen de amar�, lo importante en el sentimiento, que los �cuernos� solo son un hecho inevitable y aleatorio, lo esencial es el amor.
Conoce bien esa faceta bastante morbosa, es el motor que lo impulsa a querer saber como es su vida fuera de casa, sabe que cuando toca el tema siempre act�a como excitador. El tipo disfruta esa esgrima de seducci�n dial�ctica para seducir la confesi�n. Amantes desde hace cinco a�os, creativos en la forma de mantener esta relaci�n con la igual intensidad de los primeros momentos.
A poco de comenzada esta relaci�n, Iv�n pierde su trabajo y los beneficios de un cargo importante, de un sueldo de excelencia a quedarse sin ingresos, con el estr�s al m�ximo y por si fuera poco, a sus cuarenta y pico de a�os internado con un problema en las coronarias que exigen una cirug�a arterial de las que zafa de milagro.
Luego del alta m�dica, la recuperaci�n, las discusiones y los problemas de pareja, inevitable pasaje al desgaste de la relaci�n marital. Trabajos temporales no cubren los gastos familiares, la esposa se hace sost�n indispensable.
Es sabido que cuando el hombre deja de ser el proveedor de ingresos, tambi�n hace mella en la provisi�n de sexo, en su caso �sta provisi�n est� en suspenso hasta nuevo aviso por el problema card�aco. La situaci�n familiar hace agua por todos lados, la pareja transita el pozo depresivo, actividad marital de m�nimo a casi cero. La terapia hab�a conseguido superar los miedos a la muerte y a enfrentar la vida, el esposo consigue salir del pozo.
Todo ese tiempo de �hacer nada y pensar mucho� le sirvi� para descifrar el enigma que representaba el comportamiento inmaculado de su esposa, fiel por donde se la mire.
El se�or ten�a asumido que entre su esposa y yo hab�a �algo�. Disfruta del secreto encanto de sentirse corneado, motivador sexual de muchos maridos, pero �l quiere m�s, la confesi�n, grado de excitaci�n m�xima.
En ocasi�n de pasar todo un d�a, en casa de una compa�era en com�n. Todo un d�a de disfrute, comer sabroso asado a la parrilla, buen vino y retozar en la piscina. Las dos familias en pleno, momento de presentaciones y conocimiento en vivo.
En un momento de la tarde, ronda de bocadillos y cerveza, justo en el momento que Helena me alcanza la bandeja para que tome un canap� el marido nos �pesca� mir�ndonos de manera �distinta de dos compa�eros� de trabajo�, reparamos en esa mirada controladora, cuando la mir� a los ojos, bajo la mirada. Detalle sutil pero revelador que el se�or hab�a descifrado el c�digo secreto que tienen los amantes.
Al d�a siguiente me cont�: �Esa misma noche cuando llegamos a casa, despu�s que durmieran los hijos, me pregunt� por �esas miradas� que hab�a interceptado. Respond� que delira, viendo fantasmas donde no los hay, que deje de tontear� Estoy segura que nada le har� creer otra cosa�.
Otras dos o tres veces nos reunirnos en ese verano, en todo momento trat� de confraternizar con Iv�n, ofrec� darle una mano en conseguir un trabajo estable.
Seg�n me contaba, el tipo segu�a d�ndole vueltas al morbo, siempre con la misma respuesta: �nada pasa� solo consegu�a despertar el mal humor de Helena.
Antes de terminar el verano hubo un fin de semana, solos. El marido aprovech� para hablar del pasado reciente, del momento complicado que hab�an vivido, ella para recordarle la soledad que le hab�a impuesto su pozo depresivo y ese aislamiento impuesto sin motivos.
La pausa de ella sirvi� para que el se�or tomara el uso de la palabra y pedir que se sincerara:
- �Has tenido �algo� con tu compa�ero de trabajo?
Sorprendida, confusa por la precisi�n objetiva y la mirada directa.
- S� pero� no te hagas �la pel�cula�, no hubo sexo ni en esos momentos cr�ticos
que me sent� tan sola. Estuve confundida, es cierto, sola y desprotegida, pero ni a�n as� lo hubo. Fueron momentos de mucha fragilidad y angustia, desprotecci�n hasta que un buen d�a� �l, ese compa�ero que conoces, se me acerc�, contenedor y fraternal, tratando de seducirla con todos los modos posibles y tambi�n con el usual argumento de que �su mujer tambi�n le mezquina sexo�. Esto se mantuvo durante bastante tiempo, como un insistente galanteo de un hombre que se siente atra�do por una mujer sin contenci�n como yo en esos momentos. Nada pas� m�s all� de un abrazo afectuoso y alg�n beso robado, pero� nada m�s.
El marido se qued� convencido que s�, que lo hubo, m�s a�n, que lo hay:
- Helena, todo esto que me contaste te lo creo, pero� hasta ah� nada m�s. No te cuestiono ni recrimino, solo que me �digas la posta� (la verdad). S�, estoy seguro que hay algo o m�s que algo, he visto por accidente algunos mensajes de texto, tambi�n s� que la carne es d�bil y el amor es fuerte. Nos queremos eso solo cuenta, lo �otro� no importa. Te digo m�s quiero que lo invites� en verdad tengo que agradecerle su ayuda en tema laboral, y el haberte �atendido� mientras no pod�a.
Se estremece al contarme esa parte del relato: - De pronto sent� temor, pero su actitud franca y el vino sirven para aflojar la lengua y abrir el sentimiento. Le cont� sin mayores detalles que desde un tiempo ven�amos teniendo una relaci�n contigo. Solo sexo y nada m�s que sexo. No se enfad�, por el contrario, quer�a detalles de c�mo, de cu�nto� y percib� como se excitaba con los detalles. Esa noche me hizo el amor como nunca despu�s de tanto tiempo.
- Bueno, bueno, al menos hemos zafado.
- S�, bueno� maso� Iv�n�Quiere� los tres juntos. �acced� por ti.
El d�a y hora acordado me present� en casa de ella:
- �Adelante! El amigo de mi esposa, es mi amigo. Te est�bamos esperando para
compartir unas cervezas� y a Helena. No fue sorpresa, se ca�a de maduro que hab�a �algo� no tan dif�cil deducir. Soy un tipo celoso de baja intensidad, el morbo de imaginarlos juntos y teniendo relaciones es algo que me excita en grado superlativo. De mi parte, todo bien, s�lo una condici�n: �que no sea m�s a escondidas, quiero saber cu�ndo y sobre todo c�mo�. No lo sab�a pero estoy disfrutando ser cornudo, me gusta y me excita, ese morbo me puede. Mi �nica condici�n, digamos� como marido enga�ado� y como desagravio pido, bueno� m�s bien exijo que por esta vez� lo hagan� lo hagamos� �aqu� y ahora?
- Bueno� no s� qu� decir� si ella� quiere� - obvio, asiente con la cabeza.
Sentados en el sof�, ella frente nuestro, accede a la orden del marido. Arrodilla delante nuestro, y comienza a desprendernos el pantal�n, dejando a la vista los miembros y as� poder tomar uno en cada mano para ponerlos en acci�n.
Nos hace juntar para masturbarnos y facilitar la mamada alternativa, primero a su marido, luego a m�. Saltar de verga en verga, notaba que pon�a mayor �nfasis en mi turno. Mientras nos pajea bajamos los breteles del vestido, uno cada uno, las tetas quedan a pleno para el toqueteo urgente.
Nos deshicimos de ropas, perdimos el pudor y ganamos en lujuria, los tragos previos y la calentura exacerban y excitan, el deseo es el emergente del descontrol que arrasa pudores, los gemidos contagian, la desnudez obnubila, la voluntad subordina al morbo de ver y sentir como se est� gestando una fantas�a vivida en tiempo real y en carne viva.
El marido incita al desenfreno, parece marcar el ritmo, director de escena, gusta m�s de mirar que actuar, se masturba mientra ordena que su mujer me la mame mientras el hace lo propio con el sexo de ella. La hace tenderse de espaldas y se arrodilla sobre su cabeza, tomado de la verga para mamarlo, que sea yo quien entre en su vagina.
- Vamos mete ese pedazo gruesote en mi chica, dale duro.
Al mismo tiempo le da su pija para mamarlo, inclina el torso sobre Helena y toma sus piernas debajo de las rodillas para franquear mi acceso a su sexo. Quiere ver, se nota en su mirada lasciva que est� gozando de los gemidos que le produce mi entrada en su sexo, con su mano frota el cl�toris mientras bombeo, casual o causal aprovecha para rozarme la verga en el metisaca, el morbo de la escena nos puede a los tres, sobre todo a el que no para de acomodarla y acariciar a su esposa para que sea penetrada m�s y mejor.
En un momento se queda junto a ella paje�ndose, viendo como se la estoy cojiendo, vive cada gemido de ella con un goce especial. Vuelve a frotar el cl�toris, le dice obscenidades y groser�as para excitar el morbo, su boca se derrite en la dureza de los pezones enhiestos. Vuelve a gemir la mujer acosada en todas sus zonas sensibles.
Helena comienza a ver la luz en el fondo del t�nel, los primeros atisbos de que se est� en la g�nesis del orgasmo impulsan a Iv�n a dejar de lamer los pechos y dejarse rodar por el vientre de la hembra hasta llegarse con su boca h�meda y ardiente a lamer el cl�toris. Lame con intensidad y fruici�n, justamente donde mi verga se desplaza en el bombeo constante.
La calentura nos puede a todos, el desmadre se generaliza, nada tiene sentido, todo est� alterado y confundido. La verga es un pist�n que penetra en la carne h�meda, la boca del hombre est� lamiendo esa humedad compartida. Vagina y pija son una entidad, la boca del hombre se reparte por igual sobre ambos.
Los gemidos del orgasmo siembran la alcoba de lujuria, repetidos brotan y germinan hasta florecer varias y repetidas veces forzados por el bombeo intenso y las lamidas de su marido. Varios minutos dura la seguidilla de estertores de la hembra, uno intenso y los otros decreciendo levemente hasta que mis movimientos se hacen urgentes, profundos y agitados al ritmo inequ�voco de una inevitable eyaculaci�n.
Todos sab�amos que significa ese c�digo de movimientos en el lenguaje del goce masculino, la proximidad de una acabada que estoy gozando a pleno. Siento la venida inminente, tambi�n el hombre, que vuelve a incitar a que lo haga ya mismo.
- Vamos, vamos, dale su leche, ac�bale dentro,
Un par de enviones profundos, agarrado con fuerza a su cintura me impulso en ella, el hombre eleva mas las piernas para abrir el camino y ver como me voy dentro de su mujer. � Ahhhh,
Fue lo m�s que puede decir, la boca seca y palpitando como una locomotora, me vine dentro de Helena. El latigazo del primer chorro me estremece, el segundo y el otro y el otro m�s se dejan llevan por las remezones del primero. El chorro primero la estremece, sacude con el golpe de verga estallando en el fondo de sus entra�as.
La vagina se contrae sobre el miembro sacando hasta la �ltima gota de semen, es una boa constrictor sorbiendo el jugo masculino, robando toda mi leche.
Despacio, muy despacio, como para no despertar al deseo, voy saliendo de ella, mientras el se�or solicito toma el miembro como ayudando a desenvainar la vara de carne que se vaci� en su esposa, llena su mano con los restos de la acabada, agradecido acaricia el glande.
El acto de contrici�n por el pecado de la carne tendido junto a la mujer, mientras el eficiente marido se pone el sayo de cornudo lamiendo de su esposa la abundante enlechada. Cada tanto levanta la vista mientras lame la acabada, hasta dejarla sin rastros de mi descarga seminal.
Un descanso, m�s cerveza, m�s sexo.
� La se�ora necesita m�s pija y m�s leche! Sentenci� Iv�n. �Vamos a darle, es mi
turno!
Visiblemente excitado, con el miembro duro como nunca dijo, el morbo de vernos despert� su lado bisex, exultante la mont� con deseo casi salvaje. La volteo, a cuatro patas y se la mand� de una, de un golpe la clav�, mientras bufa como un pose�do. Se �agarra� de los cabellos de su mujer y la monta como un vaquero doma una potra, nalgueando y gritando mientras empuja en la mujer, sin medida ni prudencia.
- �Vamos, vamos yegua! Anda macho, dale a mamar esa pija gorda, coje su boca.
Ella accede, sus ojos dicen estar ante un tipo desconocido, acciones y modos sin registro, el tipo se pas� de la raya, exige, impone, ordena y manda. Disfruta el juego de roles, goza de someterla, de hacerla coger por nosotros, deleite por someterla.
Sonido gutural, m�s parecido a sollozo que gemido, estremecido sobre la grupa de la hembra sometida, movimientos p�lvicos profundos indican que est� eyaculando. Sacude la �ltima descarga, quieto se deja estar sobre la espalda de la mujer totalmente ensartada por la verga que se vaci� dentro de la vagina.
Casi sin darle tiempo a recomponer la situaci�n, se coloca por debajo, busca recoger su propia esperma, nuevamente lame a su mujer, esta vez su propio semen, lujuriosamente enajenado limpia la vagina de su esposa.
Ordena y manda, ahora es momento de festejar, el champ�n vertido en las copas y el brindis coronan un momento �nico. Para la segunda ronda propone:
- Ahora bebamos �a la catarata�,
Helena est� de pie, me hacer verter el espumante entre las tetas para que se escurra por el vientre y lo pueda recoger entre los labios vaginales, a su turno repetimos para que �l pueda beber del conejito. Cada uno le cede en la boca de Helena un poco del champ�n recibido en la catarata, de ese modo compartimos toda la botella.
Los juegos se suceden, caricias y lamidas nos ponen nuevamente en sinton�a con el momento de lujuria, el desmadre y exceso contagia, el todo vale impera y manda.
En cierto momento del �franeleo� (frotamiento de sexos) Iv�n toma mi verga, juega entre los labios, para apoyarla luego en el centro del ano. Abre las nalgas para llevarla justo en el centro del aro, me impulsa a forzar la entrada.
� Vamos hombre, empuja. Dame el gusto, quiero ver como se la metes en el culo.
Quiero ver como esta pijota le abri� el culo a esta �trola� (putona) se pudo comer esta
carne gorda. La muy puta no me deja ni apoyarla y mira cuanto m�s delgada y contigo se dej� romper el culo. �Vamos, m�tela!
�l mismo la acomoda, a cuatro patas, la ofrenda para que me coma ese culito delicioso. Un poco de saliva del marido frotada en el esf�nter y una sorpresiva mamada de mi verga sirven para que apoye justo en el centro del ano, gu�a con su mano el controlado disfrute de ver como su mujer ser� ensartada.
Sobre las ancas, asida de los cabellos, es momento de comenzar el juego de la doma, jinetearla delante del cornudo, mostrar como es sodomizada en su presencia. La monta comienza, las rodillas apretadas fuertemente contra las nalgas, comienza el acto de sodomizarla. Cojerla es un placer, mostrarle al cornudo como le abro el culito es delirante.
- Anda, muestra como le rompes el culo. Hazla gritar, vamos puta�
- Mira cornudo como le doy a tu mujer, mira como la ensarto toda. Chupa su conchita, vamos cornudo, lame esa vagina, mientras le rompo el culo. Galopa, putita, galopa�
El desenfreno nos hace perder el sentido de la prudencia, desmadre y lujuria son sin�nimos de la tr�ada alienada, ahogados en deseo, el ariete de carne dilata el ano, el embate vibrante sacude a la hembra en una cojida salvaje.
- Deja de joderme, me duele, quiero mi leche, �Por favor mi leche!
- Aguanta mujer, te mereces que te empale bien fuerte, por negarme ese placer,
ahora te comes una mas gorda, �Dale, dale duro macho!
Me dej� ir, el shock del primer chorro lo sent� como un latigazo en los ri�ones, luego un segundo y otro m�s suave terminaron de vaciar mis test�culos dentro del intestino de la hembra que sufre la m�s fuerte y salvaje cojida que le di por el culo.
Pidi� que siga montado, sin salirme de ella, quer�a sentirme derrumbado sobre su espalda, que afloje la erecci�n para no sentir el efecto �descorche� cuando se la retiro de un golpe. Ya tuvo suficiente sexo, suculentas acabadas y deliciosos orgasmos.
Una ducha colectiva completo coronaron una tarde a toda lujuria.
- Gracias chicos, excita verlos coger. Est�s invitado para la pr�xima� en la previa
veremos el video de esta tarde loca.
Nos miramos con ella, comprendimos el mensaje del cornudo, entrampados, a buen entendedor� el mensaje era sutil y efectivo, nos ten�a �enganchados� con esas im�genes robadas.
Un final abierto� abierto a las desconocidas intenciones de este hombre voyeur y cornudo.
Mientras tanto disfrutar�a recibir las experiencias de otras muchas mujeres que transitaron por situaciones de infidelidad y de cuernos, estar� esperando en para compartir experiencias y consecuencias.
Lobo Feroz



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