La imagen del sueño no lo
abandonaba a pesar que había hecho cuanto estaba de su parte para
despertar. No se sentía bien con esa imagen centrada en su memoria
y trató de encontrar en lo vivido ese día una explicación
para el sueño, pero no la encontró.
Volvió a escuchar la voz
de su mujer llamándolo para el desayuno pero no se movió
de la cama.
Debió reconocer que estaba
perturbado y ni siquiera la ducha logro sacarlo de esa perturbación,
que ahora en el almuerzo dominical habitual en casa de sus padres la tenía
frente a él sonriente y fresca como siempre.
Tenia diez años mas que él
y pudo ver unas ligeras arrugas bajo los párpados y pensó
que esa prematura madurez que mostraba sus rostro nada tenia que ver con
su cuerpo que se mantenía lozano y firme, al menos así la
había visto en el sueño.
Se miraron y sonrieron como siempre
y él estaba evocando desde la noche, ese domingo en la tarde en
que por equivocación entro en su cuarto cuando el tenia diez años
y ella veinte.
Tenía estrictamente prohibido
entrar al cuarto de su hermana mayor y esa prohibición, no bien
entendida por él, era cumplida en forma rigurosa porque el respeto
por la intimidad era el supremo valor en su grupo.
Pero esa tarde de domingo de hacia
veinte años, corriendo locamente por el pasillo se vio de pronto
en el cuarto de su hermana que completamente desnuda lo miraba de pie al
lado de su cama sonriendo.
Había quedado petrificado,
pero no por temor , sino que deslumbrado por la visión de ese cuerpo
moreno monumental que se aparecía ante él como la más
brutal de las revelaciones.
Jamás podría haber
imaginado, ni entonces ni después, que su hermana mayor ocultase
bajo sus vestimentas grises, lo que él estaba viendo en ese instante.
Ella le apuntaba con sus dos pechos
lanzados hacia él como dos pistolas diabólicas en cuyo extremo
los pezones insolentes rodeados de aureolas oscuras le incomodaban tan
solamente de puro hermosos. Ni tampoco cuadraban para nada con la idea
que tenía de ella, esas caderas redondeadas y relucientes y ese
triángulo denso poblado y negro entre sus piernas que tampoco había
imaginado nunca.
Él quería arrancar
porque temía que mientras más tiempo permanecía allí,
más grande seria el castigo posterior, pero en ese momento vio la
sonrisa de su hermana, y sus hermosos dientes blancos que asomaban entre
los labios de su boca grande y sensual. Ella se acercó y él
quiso retroceder, pero ella lo tomó de la mano y lo abrazó,
de modo que sus mejillas quedaron tocando su vientre que él sintió
muy tibio y entonces percibió un perfume extraño que luego
lo acompañara por varios días y entonces sin poder contenerse,
se atrevió a decirle casi en un susurro si podía tocarle
uno de sus pechos y ella le dijo lo único que habló.
Si tu quieres... y él se
quedó con esa caricia guardada durante veinte años.
Era esa la imagen que había
evocado en el sueño y ahora se daba cuenta mirando a su hermana
frente a él, al otro lado de la mesa, que nunca en esos años
ni ella ni él, ni en serio ni en broma, hicieron jamas referencia
a eso y se sintió incomodo mirándola, sobre todo que su esposa
estaba ahí a su lado junto a su hijo pequeño y que él
había formado un matrimonio feliz en todo sentido.
Esa noche fue particularmente activo
en la intimidad con su mujer, e hicieron el amor varias veces y luego cuando
llegó la calma se sintió incómodo cuando ella como
pensando en voz alta le comentó que era una pena que Seni no se
hubiese casado. Seni era su hermana mayor.
A pesar de todas las recriminaciones
mentales que se estaba haciendo por lo de la imagen, no logró apartar
de su mente ese impacto. Ya no veía la imagen como la vio cuando
niño, sino que la veía como un hombre maduro aunque desde
el punto de vista de la impresión que el cuerpo de Seni pudiera
ocasionar en otros hombres.
La mañana del miércoles,
mientras el agua de la ducha corría por su cuerpo se dio cuenta
que la evocación de la imagen le ocasionaba una ligera, aunque persistente
erección y se sintió perseguido por esa imagen incestuosa
durante todo el día y ya caída la tarde se encontró
conduciendo su automóvil hacia la casa de sus padres, sin saber
cuál confesaría como el motivo de su visita, porque en realidad
no tenía ninguno. Cuando llegó a la casa se encontró
con que no estaba sino la criada y le dijo que quería sacar un libro
desde el cuarto de su hermana.
Subiendo por la escalera se dio
cuenta que el corazón le latía aceleradamente y cuando entró
en el lugar, en que no había estado desde esa tarde de domingo,
se volvió a quedar petrificado en el mismo lugar sintiendo lo mismo
solamente que ahora Seni no estaba, pero el cuarto entero estaba invadido
por el mismo perfume.
Guiándose casi como un ciego,
porque el cuarto ya estaba oscuro trató de seguir la intensidad
de olor acercándose a la cama y pasando la mano por el cobertor,
en seguida levantó suavemente la almohada y por ultimo se apoyó
en el borde de la cómoda junto al lecho y fue en ese instante que
sintió la intensidad casi embriagadora de su perfume. Miró
hacia el cajón abierto y obedeciendo a un impulso, metió
la mano dentro de él . Acaricio las prendas que allí se guardaban
deleitándose con la suavidad acariciante de ellas y buscando como
un ladrón atrapó entre sus manos la que le pareció
mas excitante.
Su erección había
alcanzado tal intensidad que debió liberar ese monstruo doloroso
y caliente mientras en la suave penumbra reconocía la pequeña
braga blanca desde la cual emanaba ese perfume perturbador. Hundió
su rostro en ella para aspirarla y sintió que la descarga brutal
se aproximaba , entonces se envolvió el miembro a punto de estallar
con la braga de Seni y comenzó a descargarse en ella y sintió
cada derrame como la más prohibida de las caricias, hasta dejar
la prenda completamente empapada. La guardó en su bolsillo y abandonó
el cuarto con su pecado.
Ahora ya estaba prisionero de su
deseo y durante el jueves y el viernes llamó por teléfono
varias veces a Seni simplemente para oír su voz, porque oírla
le producía un placer prohibido e intenso, sobre todo porque ella
era muy alegre y siempre le hacia bromas que ahora él contestaba
con gusto. Ella no se había dado cuenta de la visita al cuarto y
esto lo alentaba a tener ideas más audaces.
La noche del viernes su tensión
había llegado a tal extremo que fue a casa de su padres solamente
para verla, para verla moverse, para verla caminar y para imaginársela
desnuda y para excitarse hasta el infinito sin que ella tuviese ni la mas
minina sospecha de lo que le estaba pasando. Cuando ella lo despidió
en la puerta y él sintió de nuevo su perfume estuvo a punto
de tener un orgasmo. Esa noche francamente no durmió absolutamente
nada. Ese sábado seria el cumpleaños numero cuarenta de Seni
y habría una gran cena en su casa.
Se levantó muy de madrugada
y salió a trotar como lo hacia todos los fines de semana, con el
cuerpo sudoroso y agotado se metió en la ducha
Como cada cumpleaños sería
el primero en saludarla en su oficina de la empresa en la que ella ocupaba
un cargo importante.
Entró en la oficina con el
ramo de rosas rojas y ella se puso de pie sonriendo. Recibió las
flores, las dejó sobre el amplio escritorio y le echó los
brazos al cuello para recibir el abrazo de cumpleaños. Se apretó
contra él con la confianza absoluta de quien abraza a un hermano
y él sintió todo su cuerpo pegado al suyo, sintió
sus pechos duros presionando contra su camisa, y sus muslos apegados a
sus piernas y él podía reconocer los contornos de su liguero,
y adivinaba sus bragas pequeñas ciñendo sus nalgas y aplastando
sus vellos frondosos y la retuvo con él y la acercó y la
levanto del suelo unos centímetros y sintió su aliento caliente
en su rostro y cuando la bajó le puso ambas manos en sus nalgas
y la acercó a su vientre y en ese momento ella debe haber sentido
las dimensiones del miembro del hombre apretado contra su piel.
En ese instante ella se asustó
y trató de retirarse, aunque no había dejado de sonreír,
pero él no la soltó, sino que volvió a abrazarla con
más fuerza y levantándola nuevamente del suelo la condujo
como a una niña para dejarla sentada sobre el escritorio, le subió
la falda y puso sus piernas entre las suyas. La mujer estaba ahora totalmente
sorprendida y trato de juntar sus piernas, pero él ya estaba enardecido
y sabía que no se detendría dé modo que extendió
su cuerpo sobre el de Seni mientras trataba de bajarle las bragas con su
mano derecha.
Como la mujer tenia las piernas
juntas no logró hacerlo y entonces las desgarro con violencia y
le puso su miembro en medio de los muslos. La mujer luchaba en silencio,
en ningún momento gritó, simplemente se defendía,
pero el peso del cuerpo de hombre le impedía tener éxito.
Sentía entre sus muslos el cilindro candente de su hermano y como
los mantenía juntos el roce resultaba doblemente intenso, La mujer
esta sudorosa y respiraba ahora en forma anhelante. Él había
logrado bajarse sus pantalones y ahora sus muslos desnudos separaban los
de ella. Él tomó su miembro con la mano y se lo puso entre
los labios mayores que notó muy mojados. Con la lucha quizás
Seni se había excitado.
Cuando ella sintió la gruesa
cabeza en su vulva, pareció dejar de luchar, él le había
desgarrado la blusa y ahora sus pechos lo apuntaban, como ese domingo,
entonces la miró a los ojos, unos ojos grandes, negros brillantes
y ese brillo era el mismo de esa tarde de veinte años atrás
y entonces ella lo miró con ternura y sintiendo que todo su cuerpo
se relajaba le dijo.
Bien... si tu quieres...
Y en ese mismo momento separó
los muslos, y sintió que algo inaudito se desgarraba entre sus piernas
y que un tronco de piel quemante se habría paso en su virginidad
y que iba siendo penetrada como jamás lo imaginó y percibió
que se abría como nunca lo había creído posible en
ninguna de sus fantasías de mujer sola y lo recibió ahora
con placer y dolor, que era según ella la mejor forma de placer
y supo lo profunda que era y quiso ser más profunda para él
para que la conociera entera y para que supiera para siempre que lo había
estado esperando en cada rincón de sus tardes y su noches y cuando
sintió que la inundaba se volvió también liquido para
amarlo en todos los estados.
JOTATE