Sabiendo que las hijas de Carlos en la tarde
no están, un día subí a su
apartamento, pero me llevé una sorpresa, ese día Carlos le estaba
dando
clase particular a un alumno que tenía que dar un examen, según
mis cálculos
no podía pasar de los 17 años, pedí disculpas por la interrupción
he intenté
marcharme, pero Carlos me dijo
-Por favor quédate, ya pronto terminamos.
Me senté con ellos a la mesa donde estaban, la parte superior de la misma
era de vidrio templado y grueso eso me permitía ver a través de
ella, mis
ojos iban de un lado al otro contemplando el hermoso panorama que formaban
las piernas apenas cubiertas por diminutos shorts que en ese momento vestían
los dos, a su vez me permitían apreciar los bultos que trataban de ocultar
entre ellas.
De Carlos ya sabía lo que esa protuberancia ocultaba, la del muchacho
no se
quedaba atrás, era también enorme, comencé a pensar en
como sería la pija
que se ocultaba detrás de ese shorts, la verdad que me fui calentando
de
solo pensar en ella, me levanté y me coloqué detrás de
Carlos, pasé mi mano
por sobre su hombro aprovechando que el muchacho estaba en ese momento
leyendo, fui bajando mi mano hasta llegar a una de sus tetillas las que
comencé a acariciar, pronto sentí la dureza de su pezón
y un respirar
profundo de Carlos, por lo que pasó el muchacho no estaba leyendo, de
alguna
manera vio o imaginó lo que sucedía, a través del vidrio
de la mesa noté
como se iba agrandando su bulto, no pude con mi curiosidad, di vuelta a la
mesa y sin querer queriendo dejé caer un libro que sobre ella había,
me
agaché a recogerlo, en esa posición mi cara estaba casi sobre
la falda del
muchacho, lo que vi es para no creer, algo terriblemente grande trataba de
salir en libertad del apretado shorts, como soy un buen samaritano, no pude
permitir que esa pija sufriera de esa manera, estiré la mano y de un
tirón
le bajé el shorts, una verga hermosa, dura y caliente recobró
su
independencia de la cárcel en la que estaba, rápidamente me la
llevé a la
boca y se la comencé a mamar, Carlos se paró se quitó el
shorts y se paró
junto al muchacho, su verga era un sable candente y se lo comenzó a refregar
por los labios del chico, tímidamente éste comenzó a darle
unos lengüetazos
en el glande, mientras yo le lamía todo a lo largo de su joven verga
y le
chupaba los huevos.
Me desvestí y me puse de rodillas sobre un sillón, Carlos enseguida
entendió
lo que yo quería, llevó al muchacho hasta mi lado y le dijo que
me metiera
la lengua en el culo, con reticencia me lo comenzó a lamer, pero se ve
que
le gustó porque pronto tuve su lengua dentro de mi agujero, cuando la
sacaba, Carlos me metía los dedos, así con la saliva del muchacho
y los
dedos de Carlos mi culo estaba ya pronto para recibir una buena verga
dentro, hizo parar al muchacho detrás de mi y con su propia mano guiándole
la verga me la comenzó a meter, sentí como el caliente glande
trataba de
traspasar la puerta, el muchacho no sabía bien que hacer, no se podía
dudar
que era totalmente virgen y no tenía experiencia ninguna.
Carlos comenzó a sobarle el culo al muchacho, se salivó los dedos
y se los
metió dentro, éste al sentirlos empujó hacia delante y
ahí sentí como su
pija me la enterraba, luego de tenerle el virgen culo del joven listo,
Carlos sin miramientos le enterró su sable, se hoyo un
-Ayyy
pero junto a su grito me la enterró toda, sentí como sus huevos
chocaron con
mis nalgas, Carlos le comenzó a darle una tremenda cogida al muchacho
que
luego del primer dolor comenzó a jadear como loco, con cada arremetida
de
Carlos el muchacho hacía lo mismo conmigo.
Los tres estábamos como locos nuestras exclamaciones se confundían
unos
-Ahhhhhhh, - Ayyyy, se mezclaban al unísono.
Pronto el inexperimentado muchacho estaba llegando a acabar, Carlos al darse
cuenta comenzó a trabajarlo más y juntos acabaron.
El joven estaba loco de contento, no paraba de decir que por fin había
aprendido algo de filosofía, que la vida era coger y ser cogido, mamar
y ser
mamado.
Llenos de sudor nos metimos los tres en la ducha, allí comenzó
otra vez todo
nuestro juego de a tres, al chico le vinieron ganas de orinar, le tomé
la
pija con mis manos y dirigí su lluvia dorada sobre mi cuerpo, quedó
enloquecido y ya sintiéndose en maestro me metió la verga en la
boca y me
hizo tragarle el último chorro de su acre y caliente líquido.
En los días siguientes, todas las tardes subía al apartamento
de Carlos,
éste estaba siempre con su alumno, los dos en bolas, por sus caras no
creo
que estudiasen mucho, pero que cogiesen y cogiesen no había duda.
El Muchacho salvó el examen no solo el que dio en el colegio, sino que
también salvó y pasó con sobresaliente el examen del éxtasis
amatorio entre
hombres.
Veteranos no desesperéis la vida comienza
a los 50 años, si queréis
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Cayetano