MI SOBRINA SARA (1� PARTE)
Hab�a visto crecer a Sara hasta cumplir, hace unos d�as, los
dieciocho a�os. Su cuerpo era libidinoso como s�lo a esa edad puede serlo.
Morena, no muy alta, con unos pechos que asemejan aut�nticas manzanitas que cada
vez que se mostraban bajo su ba�ador o su camiseta parec�an querer ser
devorados. Bajo su desparpajo encerraba cierta timidez y, sin embargo, sus
miradas, a veces, parec�an encerrar alg�n pensamiento oculto, alg�n encerrado
deseo.
Era dif�cil ocultar que me hab�a obsesionado con ella. Me
masturb� en multitud de ocasiones pensando en aquel excitante cuerpo
adolescente. S�lo verla de entrar en el cuarto de ba�o, imagin�ndola all� dentro
desnuda, ..., me volv�a realmente loco.
Ella deb�a haberlo notado porque un d�a que coincidimos en el
pasillo, junto a la puerta del cuarto de ba�o, me dijo que entr�ramos un
momento. Cerr� la puerta y me dijo a la cara que hab�a notado mis miradas. Creo
que incluso me ruboric� pero no s� porqu� le dije que s�, que la miraba porque
me gustaba mucho. Me mir� con cara de traviesa y me dijo que lo sab�a.
-Adem�s,-dijo-, s� cu�les son las cosas que te gustan
de m� porque he le�do en tu ordenador cu�les son las guarrer�as que hac�is en tu
club.
-Pero c�mo puedes ser tan mala �le dije-.
Entonces, con todo el descaro del mundo, sin dejar aquella
sonrisilla picaruela, se vino hacia m�, me cogi� la polla y, poni�ndose de
puntillas, me bes� los labios.
-Quiero que todas esas cosas las prob�is conmigo �dijo
por fin-.
El mi�rcoles nos reunimos todos los chicos en el club. Cuando
dieron las seis les dije a todos que se prepararan porque les ten�a reservada
una sorpresa. Cuando vieron entrar a Sara se quedaron pasmados.
-Os presento a Sara, mi sobrina �les dije-
Me fui hacia ella y, tras susurrarle palabras inconfesables
al o�do, la gui� de la mano hacia el sorprendido grupo que se qued� extasiado
ante el bomboncito que le ten�a preparado. Con una ajustada camiseta blanca que
dejaba uno de sus hombros al aire y que entornaba admirablemente sus prominentes
pechos y con un pantal�n vaquero claro que de igual forma ce��a sus piernas
adolescentes y hac�a honor a su fascinador culito, se par� ante nosotros. A su
alrededor fuimos tomando posici�n ante aquel inocente cuerpo, dispuesto a ser
iniciado en los placeres m�s fuertes que cualquier mente pudiera imaginar. Por
turno la fuimos besando; uno a uno y varios a la vez; bes�bamos su cuello, su
rostro, su pelo, sus p�rpados...y su fresca boca. �Es que sus juveniles e
inexpertos besos ten�an un calor pasional como s�lo con esa edad se puede
tener!. Ella, vi�ndonos y sinti�ndonos, temblaba de los nervios y del deseo que
nuestras caricias y besos le provocaban. A�n de pie, nuestras lenguas empezaron
a recorrer su suave piel temblorosa. Sus preciosos pechos parec�an dos
manzanitas enhiestas con los pezones erguidos como dos botones, erectos de deseo
y deseando ser devorados por las lenguas de sus iniciadores. Me puse de
rodillas, le alc� levemente la camiseta y con mi lengua fui recorriendo su
vientre, recre�ndome en su ombligo. Le baj� los pantalones y ante mi quedaron
sus braguitas blancas. Continu� lamiendo su vientre y siguiendo hacia abajo
llegu� a la ligera prominencia que formaba su co�ito negro, levemente
transparentado tras sus braguitas. Su cl�toris chorreante y virginal, bajo
�stas, se presentaba ante m� como una fruta paradis�aca que invitaba a devorarla
y tras apartar ligeramente la sensual prenda as� lo hice, recre�ndome en sus
labios, jugueteando con mis dedos, introduciendo mi lengua por aquel h�medo y
estrecho lugar. Ella entornaba sus labios en un �oh ! de incredulidad mientras
que los dem�s t�os empezaban a hacer de las suyas con aquel tierno y joven
cuerpo. Mientras yo devoraba aquel chorreante co�ito, dos de mis compa�eros le
quitaron definitivamente la camiseta y le bajaron un poco el sujetador blanco
para dejar al aire aquellos dos exquisitos pechos, temblorosos por la emoci�n.
Sin m�s empezaron a devorarlos con extrema suavidad, mordisqueando, apenas, los
empinados pezones y recorriendo con sus lenguas aquellas dos hermosas
prominencias. Ella, entretanto, cog�a sus cabezas mientras se mord�a los labios
concentr�ndose en lo que le est�bamos haciendo.
-Sentaros- nos dijo- que antes de empezar quiero
hacer una cosa.
De pie y con las piernas separadas, en el centro del grupo y
con la cabeza inclinada a un lado, ligeramente sonriente, queriendo ver lo que
iba a hacer, se llev� las manos al vientre y apret� ligeramente. De repente un
peque�o c�rculo h�medo empez� a crecer en el tejido, justo entre sus piernas,
mientras que, seguidamente, unas gotas ligeramente doradas, empezaron a resbalar
entre sus piernas.
-Tito, ven y disfruta de esto �dijo.
Dominado por la pasi�n me lanc� hacia ella, agarr� sus
piernas y llev� mi lengua a sus nalgas donde empec� a recoger aquellas primeras
gotas antes que se perdieran. Cuando las hube lamido todas llev� mis labios a
sus bragas y ella, que hab�a aguantado un poco, empez� a soltar toda su meada en
mi boca mientras me acariciaba la cabeza y miraba a los dem�s con su sonrisa
traviesa. As�, directamente de aquel co�ito que tan loco me ten�a, pude engullir
aquel torrente que parec�a no tener fin. Como un poseso tragaba y tragaba aquel
virginal y dorado l�quido que saciaba moment�neamente el deseo que sent�a por mi
sobrina.
Mientras me relam�a disfrutando las �ltimas gotas de su gran
meada, mis compa�eros la pusieron de rodillas pero erguida y uno de ellos llev�
su enorme poll�n hasta los labios entornados de deseo de mi joven aprendiz de
zorra y empez� a recorrerle el semblante con su miembro mientras ella, ansiosa,
intentaba atrapar aquel enorme falo con su lengua inexperta pero deseosa. El
macho le recorri� toda la cara con su gran falo mojado, dej�ndole en aquel
rostro de peque�as pecas, puro y excitante un brillante y resbaladizo reguero de
las secreciones de su polla. De repente, aquel macho excitado le cogi� la cabeza
con violencia y le meti� toda la polla en la boca de un golpe, comenzando a
joderla como si de un co�o fuera. Aquello era tremendo para nuestra iniciada que
apenas s� pod�a respirar. Acerc�ndome a ella le acarici� el pelo mientras le
susurraba al o�do que aguantara la embestida porque los frutos no se har�an
esperar. Efectivamente, aquel poll�n enorme que tan salvajemente estaba
profan�ndola con sa�a no pudo aguantar la emoci�n y sin apenas salirse de la
boca asisti� al estallido de sus test�culos que hicieron que su polla reventara
de lefa en aquella boquita delicada. El primer latigazo de espeso semen se
estrell� contra su mism�sima garganta, atestando aquel conducto hasta el m�ximo.
Despu�s se sucedieron un segundo y un tercer vertido del viscoso l�quido que
empezaron a dejar repleto todo el espacio bucal. Una cuarta y una quinta
eyaculaciones m�s y ah� perdi� la cuenta y el sentido aquella putita. El denso
l�quido mezclado con la espuma de su saliva abundante empez� a derramarse a
borbotones fuera de sus labios porque su garganta estaba m�s que repleta y
tragar m�s le era casi imposible. Tal hab�a sido la emoci�n del propio macho que
los latigazos de leche se sucedieron una y otra vez como si no tuviesen fin.
Mientras, yo, sabedor de lo que suceder�a ten�a preparado un
recipiente de cristal que coloqu� bajo su barbilla y en el que recoger�a toda
aquella leche viscosa sin consentir que se perdiera ni una sola gota. S�lo con
aquella corrida el fondo del cuenco se hallaba colmado. Ella, al verme tan
dispuesto a recoger aquel fruto, qued� un poco extra�ada, aunque la expresi�n
posterior de sorpresa y excitaci�n me hizo saber que ella se imaginaba el motivo
de la presencia del recipiente.
Pero no acab� ah� la cosa porque otros dos machos
tremendamente excitados llegaron con sus pollas enhiestas hacia donde se estaba
celebrando aquella bacanal de semen y sin apenas permitir que nuestra joven
mamona se repusiese y pudiera engullir toda aquella inmensa cantidad de caldo
pegajoso, llevaron sus descomunales cipotes a sus labios, cada uno por un lado.
All�, primero el de la izquierda empez� a golpearle con la dura polla en el
rostro vertiendo un latigazo de lefa por cada golpe lo que hizo que la gris�cea
sustancia se impregnara en regueros por todo el rostro y llegara hasta el pelo.
El de la derecha pudo atrapar los labios y, con el glande dentro, sin que su
compa�ero hubiera descargado por completo sus test�culos, empez� a derramar
dentro de la boca toda la carga que le ten�a preparada, mezcl�ndose en el
interior con la lefa ya existente y que, por la rapidez con que todo hab�a
sucedido, no hab�a podido terminar de engullir. La expresi�n de aquella putita
deseosa era suficientemente explicativa de lo que le pasaba por la cabeza y de
lo que estaba disfrutando. Su rostro, su pelo negro, su cuello y sus hombros
aparec�an desbordantes de una lefa que le resbalaba hasta el recipiente donde yo
la iba recogiendo.
Mientras la cara y la boca de mi querida sobrina era
brutalmente flagelada y empapada por las vergas de mis compa�eros otro de los
t�os, adelant�ndose a los dem�s, hab�a conseguido meter su cabeza bajo las
piernas de nuestra ni�a, por supuesto encantada de ello, y se hab�a hecho due�o
moment�neo de su co�ito que aun se encontraba chorreante de la meada que hab�a
vertido en mi boca instantes antes y es que, adem�s, all� segu�an sus braguitas,
totalmente empapadas y embriagadoras. All� se ufanaba en lamer, chupar y
degustar las �ltimas gotas de tan sabroso brebaje que yo no hab�a sabido
aprovechar en su integridad. A ello se un�a el delicioso jugo que de su vagina
flu�a como consecuencia de la inmensa excitaci�n de nuestra fogosa putita, con
lo que el caldo que all� se formaba era digno de degustarse y bien que lo estaba
siendo.
Sin concedernos un instante de tregua baj� sus manos al suelo
y deliberadamente empez� a mover su grupa, envuelta en sus mojadas bragas,
mientras nos sonre�a a todos:
-Mi culito est� deseando que jugu�is con �l, �nadie quiere
darle ese gusto?- dec�a a todos pero mir�ndome, en especial, a m�.
-Venga tito, �no quieres ser el primero?
-�Dios m�o!, pens�, nunca hubiera imaginado que pudiera ser
tan maravillosa.
Mientras ella me segu�a con la vista (con aquella sonrisilla
excitante), me coloqu� tras ella, a la altura de su grupa. Me puse de rodillas y
cogiendo sus muslos me detuve un momento mientras miraba aquel trasero tan
sensual con el que tantas veces hab�a so�ado y con el que tantas veces me hab�a
masturbado.
Alzando ligeramente la mirada pude observar c�mo mi sobrina,
con aquella cara embadurnada y brillante por sus tres primeras corridas, me iba
mirando con una expresi�n diferente, ansiosa, expresando el inmenso deseo que la
embargaba, deseosa de que procediera a devorar lo que sab�a uno de mis festines
predilectos. Mir�ndola fijamente a los ojos fui descendiendo lentamente la
cabeza y le bes� el h�medo trasero en las braguitas. Sin dejar de mirarla saqu�
la lengua de la que casi imperceptiblemente colgaba un fino hilo de saliva y fu�
recorriendo con suma lentitud aquella prenda de sabor y olor delicioso e intenso
que cubr�a el fruto de su lujuriosa grupa.
Ella, desesperada por mi parsimonia, se llev� una mano a las
bragas y tir� violentamente de ellas rompiendo un trozo y dejando al aire su
sensual agujero.
�Oh, dios, all� estaba uno de los tesoros m�s preciados del
mundo!
Pero por mi parte no ten�a prisa (si quer�a juego lo iba a
tener) y empec� a restregar por aquel contorno toda mi cara, impregn�ndome del
sugestivo olor que aquel lugar desprend�a. Mis dedos se deslizaban por los
alrededores del delicioso agujero mientras inhalaba profundamente el embriagador
aroma. Volv� a mirarla a los ojos y, sin poder contenerme m�s, saqu� mi lengua
de la que se desprendi� un fino reguero de viscosa saliva que fue a verterse
directamente en el mismo centro del agujero anal de mi amada sobrina.
�sta, con la sensibilidad a flor de piel, not� como aquel
jugo caliente que desprend�a mi boca encharcaba aquel lugar y sinti� un
escalofr�o de emoci�n y placer pues sab�a lo que vendr�a detr�s de aquello. No
se equivoc� porque de inmediato hund� mi lengua en el charco que la saliva hab�a
formado. El sabor de aquella mezcolanza que formaban sus jugos anales y la
mezcla de mi saliva con los restos que aun quedaban en ella de su orina, me
extasiaron por completo y, sin parar, comenc� a remover la lengua en torno a la
arrugada piel que formaba el comienzo del agujero. A la par, mis labios se
refregaban con pasi�n por el lugar haciendo de funda de los dientes que se
empe�aban en querer mordisquear la apetecible carne. Me concentr�
progresivamente en hundir una y otra mi lengua todo lo adentro que aquel
orificio daba de si por el momento (que aun era muy poco). Ella trat� de
ayudarme, desesperadamente, separ�ndose los muslos todo lo que pod�a en un
intento de que aflorase hacia fuera el borde exterior del esf�nter.
Mis compa�eros, como era de suponer y aunque estaban
disfrutando una barbaridad de aquel espect�culo, decidieron no mirar m�s y pasar
a la acci�n y cuatro grandes vergas se plantaron ante mi virginal Sara,
dispuestas a ser enteramente saciadas en ella. Completamente extasiado en mi
degustaci�n anal not� como mi sobrina retiraba las manos de las nalgas mientras
levantaba ligeramente el torso. Ello me sorprendi� un poco por lo que alc� la
cabeza para observar lo que pasaba y comprender por qu� necesitaba sus manos.
Sus finas manos de adolescente hab�an aferrado, cada una, una de las pollas de
mis compa�eros y, acompasadas, las masturbaban con una innata destreza.
Entretanto su boca se hab�a apoderado de la polla m�s grande de todas y como si
fuera lo �nico que hab�a hecho en la vida la tragaba vivazmente hasta un extremo
incre�ble en el fondo de su garganta, s�lo para soltarla a continuaci�n con
lentitud y recre�ndose, enteramente embadurnada en la mezcla que formaban los
flujos del miembro con su saliva. Volvi� a repetir la operaci�n unas cuantas
veces hasta que comprendi� que el due�o de tan descomunal miembro pod�a estallar
de un momento a otro. Entonces par�, pero s�lo para que su chorreante boca
cogiera la otra verga libre con la que comenz� a repetir la misma operaci�n, sin
descuidar, por supuesto, la brutal paja que estaba dedicando a los otros dos
sorprendidos colegas.
Con total excitaci�n decid� proseguir con mi tarea y
dedicarme de pleno a su culito tal como merec�a ... y tal como ella me hab�a
insinuado. Le separ� sus prietas nalgas y de inmediato not� como su excitaci�n
hab�a crecido considerablemente porque sus secreciones sexuales hab�an sido
abundantes y el esf�nter, con su vello negro, aparec�an muy viscosos y mojados
(le deb�a estar estimulando mucho la tarea en la que estaba ocupada).
Inmediatamente me puse a saborear e ingerir todo aquel l�quido espeso que sab�a
a gloria. Mientras, mi lengua empez� a segregar su babeante saliva entre los
pliegues exquisitos del agujero para, casi inmediatamente, volverla a recoger
impregnada en los jugos anales y vaginales de mi putita. Sus agujeros no paraban
de verter aquel espeso caldo que se mezclaban en el exterior de su orifico anal
de donde iban a parar a mi excitada lengua. Aquella angosta abertura empez� a
ceder ligeramente y muy poco a poco a mis envites linguales cuya ansia le hac�a
desbordar m�s saliva all� dentro, prueba evidente del inmenso deseo de recorrer
a todo lo profundo aquel apetitoso lugar. Pero ello no era tarea f�cil y aquel
tierno agujero se hac�a desear m�s aun mientras m�s trabajo costaba horadarlo.
No s� si es que ella comprendi� mis dificultades de penetraci�n o bien se debi�
al ritmo que profer�a a las mamadas y masturbaciones pero el caso es que comenc�
a notar como su culo se acompasaba armoniosamente con mi lengua consiguiendo que
�sta fuera venciendo poco a poco las estrecheces de sus paredes anales hasta
penetrarla un buen tramo
La sensaci�n de profanaci�n de su virgen orificio anal hac�a
enloquecer poco a poco a aquella tierna aprendiz de los placeres oscuros.
Empezaba a hacerse a la idea de las cosas que hab�a le�do en mi ordenador
aunque, ni mucho menos, pod�a imaginar lo que le quedaba por gozar. La tarde era
joven y, por delante, le quedaban largas horas de experiencias inenarrables.
Pensando en ello estaba cuando la verga que en aquel momento
se hab�a adue�ado de su boca y que casi le rozaba el es�fago empez� a agitarse
all� dentro de una forma atroz mientras el macho la aferraba por la cabeza. Era
como si la estuviera jodiendo pero por la boca. Las sacudidas se tornaron
brutales hasta que la polla le estall� ferozmente all� dentro cort�ndole la
respiraci�n por completo y haciendo que dos l�grimas se derramasen por entre sus
ojos. La leche de aquella r�gida manguera desbord� por todos lados y los
borbotones no paraban de salir por entre las comisuras de sus labios. Los
envites del eyaculador se encargaron de impregnarle la lefa por toda su
angelical rostro: las mejillas, la nariz, la barbilla, todo aparec�a pringoso y
blanquecino yendo a rebosar lentamente al recipiente que previsoramente alguien
le hab�a puesto bajo la barbilla. Su aguante era digno de la m�s experimentada
puta.
Apenas le dio tiempo a tomar aire cuando el gusto del semen
que aun invad�a su boca fue reemplazado con la dureza carnal de otra de las
inmensas pollas que empez�, de nuevo, a joder su taladrada boquita. Ahora no se
mostrar�a en absoluto pasiva porque sab�a algo mejor como tratar aquel trozo de
carne vibrante y caliente que, de la inmensa excitaci�n, vert�a abundante
l�quido lubricante y viscoso. Pudo atraparla con los labios y gui�ndose de su
instinto empez� a mover su lengua codiciosa a todo lo largo y ancho del glande
mientras sus labios ejerc�an toda la presi�n de que eran capaz. La mamada estaba
siendo de tal intensidad que la mezcla de los jugos del macho con su saliva y
con la lefa de los otros machos rezumaban fuera de la boca d�ndole un brillo
excitante a su rostro �vido y pasional. S�lo unas cuantas succiones m�s fueron
suficientes para que la nueva polla no pudiera resistir m�s aquel ritmo y
escupiera todo su abundante cargamento en cuatro o cinco latigazos que volvieron
a atestar la garganta y la boca de mi querida Sara y manara al recipiente que
conten�a los restos de las otras cuatro mamadas y que en esos momentos casi
llegaba a la cuarta parte de su capacidad.
Mientras tanto yo continuaba mi particular batalla para
atravesar con mi lengua su angosto pero enloquecedor esf�nter. A cada envite
consegu�a adentrarme m�s mil�metros y para ayudarme en mi tarea, a veces sacaba
la lengua (con la desaprobaci�n de mi sobrinita), pero s�lo para recoger el
viscoso caldo de su co�ito que, untado en mi lengua, me ayudaba a lubricar un
poco m�s el orificio anal. No se me borra de la cabeza la sensaci�n de la mezcla
de tan sabrosos sabores; sus flujos anales y vaginales y su orina hac�an un
cocktail inenarrable para cualquier avezado paladar.
Pero aunque yo sab�a que Sara estaba disfrutando
aut�nticamente con aquello, tambi�n era consciente de una misi�n que deb�amos
cumplir aquella tarde, que no era otra que satisfacer completamente sus deseos
orgi�sticos. Hab�a que introducirla, como iniciada, en la mayor bacanal que
nadie pudiera imaginar.
Una mirada a los ojos de un determinado compa�ero, hizo saber
a �ste el prop�sito pretendido. Por supuesto no se lo pens� ni medio segundo y
mientras mi sobrina segu�a degustando, cada vez con m�s destreza, de dos de las
multitudinarias pollas, �l se introdujo bajo las tiernas piernas y dej� su
enorme cipote de veinticinco cent�metros justo a la entrada del co�ito de Sara.
Ella, que se dio cuenta de la inminencia de uno de los principales momentos de
su vida, no pudo sobreponer un estremecimiento de excitaci�n. Al notarlo me alc�
y acariciando su pelo negro recogido le susurr� al o�do un "te quiero" que le
hizo devolverme una mirada de aut�ntico amor. Luego me cogi� la polla y sin
dejar de mirarme dulcemente a los ojos, la introdujo en su boca.
Pendiente estaba de ello cuando fueron, precisamente, sus
ojos, totalmente abiertos primero y cerrados con fuerza a continuaci�n, los que
me deletaron que el enorme poll�n estaba comenzando su simpar faena. A�n as�, mi
querida ni�a se sobrepuso y empez� a hacerme una mamada muy impropia de alguien
como ella y que demostraba un instinto sexual �nico. Pude contemplar como
aquellos veinticinco cent�metros de falo iban abri�ndose camino entre las
prietas carnes de su co�ito tierno.
Apenas hubo entrado un poco cuando Sara fue alzada por su
penetrador que sin sacar su miembro puso a mi sobrina de espaldas en una mesa.
Cogi� sus tobillos con las manos y empez� a bombear el delicado conejito
mientras Sara, que al principio hab�a sentido un cierto dolor, fue tornando la
expresi�n del rostro hacia un gesto significativamente placentero. En su
grandeza, por cierto, le falto tiempo para con sus manos agarrar dos pollas como
si para nada deseara que sus dos machos se aburrieran. Me mir� y supe que quer�a
seguir dando placer a mi miembro, cosa que pudo hacer inmediatamente porque
coloqu� mi polla a la altura de sus labios que, raudos, empezaron a mamar con
deleite.
A medida que su ya desflorado co�o iba cediendo, Sara iba
gemiendo de placer de forma progresivamente ostentosa hasta que con todo el falo
dentro, entrando y saliendo endiabladamente, comenz� a soltar peque�os grititos
que nos pusieron a mil.
-�Ay, dios! �me meo, me meooo!- nos dijo
Ya se puede imaginar c�mo nos dej� aquella expresi�n. Por mi
parte me arrodill� junto a su co�o, previendo lo que iba a suceder. El compa�ero
not� el preciso instante del orgasmo de la ni�a y apartando su polla, me dej�
v�a libre para que yo pudiera saciarme con el ansiado premio de su segundo
estallido urinal que sali� hacia mi rostro con inusitada fuerza moj�ndome toda
la cara y colmando todo el interior de mi �vida boca, en tanto ella emit�a
grititos entrecortados y se convulsionaba como una loca, a la vez que me as�a la
cabeza y me empujaba a su chorreante y enrojecido co�o que asemejaba una
aut�ntica fuente.
-�Tr�gatelo todo, tito! me gritaba con los dientes
apretados.
Ante una invitaci�n as�, pocos t�os se podr�an contener ya
que degustar, saborear aquel exquisito n�ctar, ligeramente dorado y amargo, y
proveniente de aquel fresco co�ito, era una sensaci�n que por pocas cosas se
pod�an cambiar.
Durante unos instantes me deleit� con aquella maravillosa
meada, hasta que el compa�ero que la hab�a provocado me apart� protestando. �l,
por supuesto, tambi�n ten�a derecho a su parte.
Guard� una �ltima porci�n de aquel sabroso l�quido en mi boca
porque se me acababa de ocurrir todo un premio para mi querida Sara.
Mientras ella, absorta, segu�a soltando chorritos en la
garganta de su jodedor, en agradecimiento a lo que le hab�a hecho disfrutar, yo
me fui hacia su boca y se la abr� ligeramente. Ella abri� los cerrados ojos y se
imagin� lo que ven�a. No lo dud� un segundo y tom�ndome de la nuca uni� su boca
a la m�a. Y as�, dosificando peque�os sorbos, le fui soltando todo el contenido
en su interior. Notaba como disfrutaba sabore�ndolo porque una sonrisilla
imperceptible asomaba en su rostro, hermosamente brillante por efecto de las
anteriores corridas y las gotas de orina que se le hab�an escapado entre los
labios.
-�Gracias!�Muchas Gracias!. Todo esto est� siendo como
tantas veces hab�a so�ado.
La contempl� all�, tendida en la mesa y con las piernas
flexionadas, con su co�o empapado, mostrado y expuesto para el disfrute de
cuantos all� est�bamos, con sus tetitas enhiestas y duras y con una sonrisa en
el rostro de total satisfacci�n mientras se relam�a los labios una y otra vez
para aprovechar las �ltimas gotitas de su propia orina. Sus ojos negros me
miraban agradecidos. Yo le estaba m�s agradecido a�n y no pude evitar besarla de
nuevo, con todo el calor y la pasi�n del mundo. Aquello no hab�a hecho m�s que
empezar...