Pero para no alejarnos de lo que interesa, y como dec�a
antes, la confianza entre mam� y yo era cada vez mayor. Habl�bamos de todo, y
ella siempre me aconsejaba seg�n su criterio, aunque para ciertas cosas se le
notaba algo novata, sobre todo en lo que se refer�a en cuestiones referentes al
sexo. Actualmente, vivimos en una ciudad espa�ola del este. Adriana tiene 37
a�os, tiene el pelo casta�o y unos ojos que coronan una delas caras m�s dulces
que haya visto nunca. A pesar de sus a�os, se cuida, va al gimnasio y su cuerpo
a�n le permite vestirse de manera provocativa de vez en cuando. Sus pechos,
aunque no muy grandes, son firmes, y su culo tan resping�n har�a dudar hasta al
cura m�s casto. Vivimos en un piso que no est� mal, c�ntrico, nos basta para los
dos. Debido a la confianza con la que cont�bamos, no sent�amos ning�n pudor en
ir ligeros de ropa por casa, o incluso desnudos.
Desde hac�a tiempo, y debido a mi edad, mis hormonas estaban
a mil. Cosa normal, por otra parte, ya que cuando cuentas con 16 a�os te
follar�as a cualquier cosa que se menee, y m�s teniendo en cuenta si una mujer
que est� tan buena como mi madre va pase�ndose en pa�os menores por la casa. En
ocasiones, verla con una camiseta ancha que le llegaba a la mitad de los muslos
y unas braguitas ajustadas me provocaban tremendas erecciones que deb�a aliviar
yendo al ba�o. Algunas veces, mi madre se percataba de ello, pero nunca me dijo
nada. Incluso podr�a decir que, con algo de perspectiva, parec�a alegrarse de
ser la causa de mis pajas.
Esta situaci�n lleg� a convertirse en una obsesi�n. No
pensaba en otra cosa en todo el d�a que en llegar a casa y ver a mi madre
lucirse para m�. La espiaba cuando cocinaba o cuando ve�a la tele en el sal�n.
Cuando ya no pod�a m�s, iba al ba�o y "descargaba" mi amor. Mi madre lo sab�a, y
no s� si por malicia o por pura ignorancia, cada vez llevaba menos ropa y
forzaba situaciones que me enloquec�an.
El d�a que empez� todo me levant� pronto. Hab�a quedado con
mis amigos para ir a jugar al baloncesto, y quer�a desayunar bien. Cuando llegu�
a la cocina, mi madre estaba calentando la leche, y s�lo llevaba puesto el
sujetador y un peque�o tanga. El efecto inmediato fue que se me empalm� la polla
de una manera autom�tica. Me qued� mir�ndola como un tonto. Llevaba puestos unos
calcetines muy cortos, de esos que se pone para ir al gimnasio, y el hilo del
tanga se le perd�a en la raja del culo, parec�a desnuda de cintura para abajo.
Me sent� r�pidamente para esconder mi erecci�n.
Pas� todo ese d�a en casa con mi madre. Llev� el mismo
conjunto de ropa interior todo el d�a. Ya no aguant� m�s, le responder�a con las
mismas armas. Fui a mi cuarto y me desnude, s�lo me qued� con unos pantalones
anchos de deporte con los que juego al baloncesto. Despu�s de comer, nos
sentamos a ver la tele. En el comedor tenemos dos sof�s, uno queda justo
enfrente del televisor y el otro forma un �ngulo recto con el primero. Yo me
tumb� en el que quedaba frente a la tele, y mi madre se recost� en el otro. La
pod�a observar mientras ella no se daba cuenta.
De repente, abri� las piernas y se qued� por un rato as�, sin
hacer nada. A los diez minutos, comenz� a acariciarse la parte interior de los
muslos de una forma inocente, o eso es lo que me parec�a a m� en ese momento.
Cada vez iba subiendo m�s, llegando a un punto en que casi tocaba la tela de su
tanga con los dedos. Yo me estaba poniendo realmente enfermo. Ella no paraba, y
lleg� a deslizar un dedo por debajo de la tela, acariciando sus ingles de una
forma muy sensual. En ese instante, un chasquido en mi cabeza hizo que me bajara
la parte de delante del pantal�n y me sacara la verga, que para entonces
apuntaba al techo de una forma espectacular. Comenc� a masturbarme muy despacio,
para que ella no lo notara.
Y dudo mucho que se hubiera dado cuenta de algo, porque
cuando volv� a mirar, hab�a metido toda su mano bajo el tanga y ella tambi�n se
estaba dando placer, ni siquiera intentaba ahogar sus gemidos. Cada vez se
frotaba con m�s fuerza, y la mano que le quedaba libre iba acariciando sus
pechos, que para entonces ya estaban fuera del sujetador. Llegados a esa
situaci�n, y visto que acab�bamos de romper un tab�, me quit� los pantalones y
me situ� al lado de ella. Al verme, no s�lo no par�, sino que adem�s me mir� con
una cara de lascivia que me hizo comprender que mi madre era una guarra, una
mujer de esas mujeres en las que el sexo ocupa un lugar primordial en su vida,
que estaba dispuesta a todo con tal de follar. Volv� a masturbarme, pero esta
vez ya m�s intensamente, sin dejar de observar c�mo mi madre se auto penetraba
con sus dedos.
- Vamos H�ctor, hazte una buena paja para tu madre. Quiero
que te corras sobre m�, quiero ver c�mo es tu leche.
Era lo poco que me faltaba por o�r. Al instante comenc� a
eyacular, y lo hice como nunca antes. Chorros de semen cayeron sobre el vientre
y los pechos de mi madre, que no paraba de masturbarse. Una vez hube acabado, mi
madre empez� a esparcirse mi leche por todo su cuerpo, llev�ndose las manos de
su boca a su empapado co�o y hundi�ndose dos y tres dedos a la vez, hasta que
tuvo su orgasmo. Pero esto no la calm�, pues segu�a esparci�ndose mi leche como
si de una de sus cremas se tratara. Cuando ya no qued� nada por restregar, yo
volv� a sentarme en el sof�, mientras mi madre se quitaba el tanga y se
recostaba junto a m�.
- Ha sido algo maravilloso hijo. No sabes cu�nto tiempo he
deseado esto. A partir de ahora quiero que sepas que me vas a tener siempre que
quieras.
No supe qu� decir. Estuve toda la tarde callado. Pero cuando
ya nos dispon�amos a cenar, entr� en la cocina y vi a mi madre poniendo la mesa.
S�lo llevaba unas bragas. Me acerqu� por detr�s y me acopl� a su culo.
Mientras le masajeaba los pechos le dije: de acuerdo, a
partir de ahora s�lo vas a ser m�a. Har�s lo que yo te diga, �de acuerdo? Mi
madre se volvi� y me mir� con una cara llena de felicidad. A partir de ese
momento, todo cambi�.
Continuar�.