Relato: 1991





Relato: 1991


1991




Cuando evoco esa noche me lleno de nostalgia. No s� si por el
recuerdo de haber alcanzado por unos instantes el cielo, o por haber llegado a
creer con fervor que todo era posible. Todav�a permanece en mi mente como si
hubiese acontecido ayer; quiz�, sin saberlo, qued� capturado para siempre en ese
momento.



Las luces resplandec�an en la primer fiesta del tercer a�o
universitario. Anette Graham aprovech� el viaje de sus padres (intento
desesperado por rescatar veinte a�os de relaci�n ante la amenaza de un posible
divorcio) para realizar una celebraci�n que se volver�a leyenda y a�n hoy se
sigue comentando entre los estudiantes de la Universidad del Sureste. Todo el
mundo estaba all�, flu�an como agua de r�o el alcohol, la m�sica, las drogas,
las caricias y los besos. Una bendita bacanal que me permiti� beber la pureza
del amor escondida entre el fango de excesos.



Perdido por primera vez bajo los influjos del alcohol, riendo
como un desquiciado, bailando, demostrando con alegr�a que la m�quina productora
de notas perfectas ten�a bastante de humano, se encontraba el tipo que solo me
hab�a aceptado como amigo y se hab�a apoderado de mis pensamientos. Yo observaba
desde lejos, un tanto con sorpresa y otro poco entretenido, el cuerpo de Edson
que se mov�a al comp�s de la melod�a mientras sonre�a lleno de vida. Pens� que
deb�a sentirse m�s libre que nunca, quiz�s por el efecto de las copas que hab�a
bebido r�pidamente; o tal vez por la sensaci�n de ser an�nimo entre una turba
entregada a sus delirios personales.



Existen ocasiones en que peque�as coincidencias son piezas de
un juego m�stico que se confabula para formar un plan infinito. De momento no
sabes hacia d�nde camina, pero intuyes que te diriges a un punto irreversible. A
pesar de acontecer la �poca en la cual todav�a no vislumbraba la utilidad del
autocontrol (y era bien sabido que gozaba perder la cordura en esa clase de
reuniones), la noche de la fiesta en casa de los Graham no consum� nada. A veces
se torna m�s placentero ser un participante silencioso y contemplativo; prefer�
unirme al desenfreno en calidad de simple espectador y disfrutar del espect�culo
ofrecido por mis compa�eros al dejar sus recatos en la entrada y colocar en sus
rostros la m�scara del cinismo.



Algo sucedi�, Edson en un segundo cambi� de un ritmo algo
inocente y c�mico, a uno bastante turbador. Qued� pasmado cuando empez� a
moverse seductor, bastante sensual y provocativo, en solitario, como si un
demonio se hubiese posesionado de su cuerpo e hiciera emerger de �l todo ese
magnetismo animal contenido durante a�os. No pude evitar acercarme como atra�do
por un im�n, colocarme cerca de �l y sentir un calor que escapaba de su piel
enrojecida para abofetearme.



Edson sinti� mi presencia. Gir� despacio y su rostro qued�
cerca del m�o. Observ� sus ojos, profundos, abismales, hipn�ticos, llamando a la
cercan�a para arrojarme al fuego mismo del infierno. Sus labios estaban h�medos,
brillaban. Lo bes� con toda mi alma, con un a�o acumulado de deseo y amor que
gritaban por expandirse m�s all� de mi mente e invadirlo como un veneno lento
pero efectivo. Me entregu� en ese beso, abandon�ndome al pensar que pod�a ser un
sue�o que en unos instantes se borrar�a con el sonido de mi despertador. Pero
no, no estaba so�ando, sus labios respondi�ndome, su lengua invadiendo mi boca,
sus caricias a veces tiernas a veces violentas, todo era real y me llevaba
consigo hacia la hoguera; fuego donde estaba dispuesto a consumirme aunque en
ello se me destrozara la vida. Su boca se alej� de mi cuerpo para dirigirse a mi
cuello, su lengua toc� ese punto donde la piel es m�s suave y se detona la
explosi�n de sangre que llega hasta las sienes entre jadeos. Sent� su mano pasar
la barrera de mi camisa enlazando su piel con la m�a y no pude m�s, me aferr� a
�l con todas mis ganas, como buscando hacer que se fundiese conmigo para
siempre.





Te amo, Edson, te amo.


Yo tambi�n, aunque se que vas a lastimarme.





Volv� a besarlo, sumergido en mis propias ansias de
satisfacer todo lo que alguna vez pude materializar en el mundo de mis
fantas�as. Y el se me brind� sin reservas, sin trabas, sin condiciones, con la
libertad que esa noche inundaba la atm�sfera.





Largu�monos de aqu�- orden�.


Si.





En mi habitaci�n todo estaba oscuro. La luz de un anuncio se
colaba entre las persianas que proteg�an mi vida privada de quienes habitaban
los condominios del frente y matizaba el ambiente de claroscuros azules. No
hab�amos hablado durante el camino. Mientras conduc�a Edson segu�a acarici�ndome
y yo me concentraba para no estrellarme contra un �rbol. En ese momento tampoco
dijimos nada, yo lo ten�a frente a m�, de pie, observ�ndome con una presunci�n
tan enorme que me atemorizaba. Se acerc�, tom� mi camisa y la fue desabrochando
lentamente; puso sus labios en la l�nea del estern�n, pase� su lengua con
lentitud, mojando levemente el �rea con su saliva y exhalando un viento c�lido
que me eriz� completamente la piel. Descubri� mi torso recorri�ndolo cent�metro
a cent�metro con sus labios, cuando lleg� a la zona que cubr�a la pretina de mis
jeans la hizo descender un poco con su dedo �ndice y succion� la zona que une a
la cintura con las caderas. Lanc� un quejido, bajando la mirada para verlo.
Estaba de rodillas, con sus manos en mis caderas. Levant� la vista para
comprobar el estado en que me hallaba, luego volvi� a su ataque. Supe lo que
deseaba hacer, el solo hecho de anticipar el movimiento que seguir�a hizo que
una chispa recorriera mi m�dula y agitara mi respiraci�n. Edson separ� el bot�n
de mis jeans e hizo descender el cierre de mi cremallera, liber� el terreno y
uni� su rostro a la costura de mi ropa interior. Tom� el el�stico que la
sujetaba con los dientes, descubri� la parte inicial de mi pubis y volvi� a
besar mi piel. Por reflejo levant� los brazos, tom� su cabeza entre mis manos y
acarici� su cabello, lo sent� muy suave, c�lido, me mord� los labios al ver que
su mano estaba liberando mis sentidos. Mi miembro qued� libre, erguido, pidiendo
que su boca le protegiese de la soledad y degustara su firmeza.





C�metelo � musit� mas a manera de s�plica que de orden.





El desliz� su lengua por mi ingle derecha serpenteando y
probando el sabor de las comisuras. Los ojos se me cristalizaron, la sangre
comenz� a recorrerme a velocidades vertiginosas y mi cuerpo entero se volvi�
brazas por la fuerza del deseo. Una centella me nubl� los ojos, un calor h�medo
cubriendo mi miembro y una succi�n inesperada separaron mi alma fuera del cuerpo
por segundos. Entrecerr� los ojos, contuve la respiraci�n. Edson se estaba
alimentando de m�. Su manos recorr�an mis piernas, caderas, gl�teos y espalda a
placer. Era suyo, le pertenec�a mas de lo que nunca le hab�a pertenecido a
nadie.



Los rayos de la ma�ana iluminaron el desorden de la oscuridad
anterior. Fui despertando al sentir el calor del sol que cruzaba lentamente las
persianas y acariciaba mi piel, percat�ndome que un cuerpo desnudo segu�a
revuelto entre mis s�banas. Hab�a restos de erotismo en el aire, un ambiente
enrarecido, una sal ficticia, los aromas de su aliento y el m�o continuaban
mezcl�ndose.



Mire hacia la ventana. El cielo de las siete, entre magenta y
naranja, me devolvi� por un segundo al mundo raro que a veces se me presentaba
en sue�os. Record� sus besos, mi cuerpo incrustado en el suyo, su mirada fija en
mis pupilas en el preciso instante de estallar al un�sono; fusi�n de deseo
impetuoso y ternura.



Ahora yac�a dormido, cubierto por una s�bana que se
transparentaba con la luz de la alborada. Observ� su silueta detenidamente,
compar�ndola con la divisada entre claroscuros unas horas antes. Lo record�
revestido con la pasi�n acumulada de un a�o mientras me dejaba tocar por el aura
de tranquilidad que hoy le cubr�a. Realmente un cuerpo es mas que un cuerpo, es
una efigie aparente que en segundos se transforma en otro ser; con otro aroma,
otro sabor y otra textura. Dicen que los �tomos que integran nuestro organismo
cambian en un noventa por ciento cada a�o. Somos el ejemplo vivo de la
mutabilidad. Es parte de nuestra vida y me sorprende que pase desapercibido la
mayor parte del tiempo que avanza. Mucho de lo que se da por hecho adquiere
distinto sentido cuando lo atiendes con serenidad. Como su cuerpo junto al
m�o...como el amor que le estaba entregando desde hac�a mas de un a�o.



Un leve ruido me hizo regresar al mundo real. Edson hab�a
estornudado. Tal vez en peque�os detalles como �se radicaba lo fundamental de
mis sentimientos: �l trastornaba mi mundo con inocencia y yo respiraba un
peligro que se vislumbraba a corta distancia. Un sorpresivo efecto ca�tico que
hac�a dif�cil calcular la intensidad de sus secuelas pero seduc�a a mi esp�ritu
aventurero. Val�a la pena arriesgarse, me repet�.



-Buenos d�as dormil�n- salud� al contemplar sus ojos oscuros
que arrojaban se�ales de conciencia.


-�Qu� hora es?- pregunt� somnoliento.


-Es temprano, casi las ocho.



Mi voz le devolvi� la lucidez; no estaba en la habitaci�n,
s�banas y compa��a habituales. Guard� silencio. Yo tambi�n. Me prepar� para una
especie de reproche y una huida, el pulso se me aceler� ante la llegada de un
final desagradable. Se levant� sin pena dejando al descubierto su espalda
desnuda. Camin� rumbo al ba�o y abri� el grifo del lavamanos. Me tranquilic�. Lo
segu�. Limpi� su rostro, adecent� el aspecto de su cabello, levant� la vista y
se qued� mirando fijamente hacia el espejo que reflejaba mi imagen, tambi�n
desnuda.



-�Y ahora que?- pregunt� en voz baja. No se si a m�, a s�
mismo, o a ambos. Quise responder pero no pude articular ninguna palabra. Hay
preguntas que tienen millones de respuestas, no es f�cil escoger la m�s
adecuada. Me aproxim� lentamente y le abrac� por la espalda. �l qued� pensativo.



Todo hab�a sucedido de manera muy r�pida. Hoy que lo medito
sigo inseguro respecto al porcentaje de reminiscencias concernientes a lo vivido
y el perteneciente a la interpretaci�n del placer que experiment� en esas horas
perfectas. Cuestiones que se confunden en la incertidumbre de si es mas grande
la belleza de un momento cuando la memoria agrega detalles o s�lo es una l�vida
reproducci�n comparada con el fragmento original de vida; que solo regresar� en
im�genes cada vez m�s difusas.



Se recarg� en mi y autom�ticamente pas� mi brazo por su
cintura. No dijimos nada, una corriente el�ctrica me recorri� la columna y el
calor del deseo volvi� a invadirme lentamente. Lo aferr� mas a mi cuerpo,
levant� la mirada y la sostuvo frente a mis ojos. Aproxim� mi rostro al suyo, lo
bes� y un hurac�n se desat�. Nos arrastramos nuevamente hacia mi cuarto. La
cabeza estaba a punto de estallarme, no sab�a si so�aba o realmente mi boca
recorr�a su piel con esa mezcla de adoraci�n y gula que provocaba debilidad en
sus rodillas. Comenz� a gemir, conten�a la respiraci�n que se convert�a en
estertores al advertir que las fantas�as cobraban vida propia. Un a�o de deseo,
un a�o de represi�n y sue�os solitarios se estaban materializando en mi cama;
como si el pasado, presente y futuro se aglutinaran en un mismo espacio separado
de la realidad, discontinuo y convocador de horas sin tiempo. Sus labios, sus
labios suaves que recorr�an mis cuerpo de acero con suavidad capturando
part�cula por part�cula la esencia de su gusto, sus labios no pertenec�an a esa
ola de paroxismo emparentado con el abandono bestial del mundo que nos envolv�a.
Sus labios, su lengua, mis caderas, su rostro, mi cuerpo, todo formaba una
muralla invisible que nos apartaba del fuego vulgar y ordinario que afuera
invad�a. Nuestro propio mundo se estaba erigiendo con muros cristalinos y
protectores. Mas all� de la puerta hab�a un universo sin identidad, plagado de
entes sin rostro que se invad�an, mancill�ndose y destroz�ndose en acometidas
sin ritmo. Ah�, en el refugio, estaban dos seres con el alma expuesta,
abandonando toda coraza que les imped�a realizar lo que trescientos sesenta y
cinco d�as atr�s hab�a exacerbado su deseo: el lenguaje mas puro del amor.



No se por qu�, no hab�a nada especial y distinto entre esa
ocasi�n y otras tantas sucedidas en el tiempo que �l y yo ten�amos de ser
amigos. Hubo otras que provocaban mas al romanticismo, la decisi�n e, inclusive,
la lujuria; pero ah�, en la tenue iluminaci�n de la ma�ana, acompa�ados por el
sonido lejano de una vida urbana que despertaba a otra rutina, ah� Edson se
permiti� entregarse a m� y yo me brind� a �l. Sin promesas. Solo con la fe
impl�cita de que algo hermoso surgir�a del impacto entre ambos.





Para.


�No te gusta?


B�same.


�Qu�?


B�same, con todas las ganas y de la forma que quieras.





Y me bes�, y el tiempo que qued� detenido desde aquella vez
en que fui rechazado comenz� a correr de nuevo a marchas forzadas, buscando
emparejarse con este momento vivido miles de horas posteriores a esa en que
llor� de frustraci�n, felicidad e incertidumbre. Y mi cuerpo exigi� mas, exigi�
a gritos febriles su compensaci�n por ese enga�o de repulsi�n del moreno delgado
de ideas brillantes y terquedad abominable, pidi� autoritario los intereses del
cari�o negado en el rid�culo intento de disimulo de un amor que se le escapaba
por cada poro del cuerpo; que alimentaba cada c�lula integrante de su
estructura.



Es mentira que la pasi�n se lleve en la estirpe de un pueblo.
Soy mezcla de generaciones consideradas pr�cticas, fr�as, sensibles...pero no
pasionales. Mi plasma destinado a la l�rica herv�a como lava volc�nica,
expandiendo mi deseo en cada cent�metro de las paredes. Su cuerpo se adaptaba
perfectamente al m�o. Sus manos apretaban mis brazos y sus ojos expresaban la
decisi�n y el arrojo de soportar mi entrada hasta lo mas profundo de sus
entra�as. Ah� era donde quer�a estar, en los puntos mas ocultos, en las zonas
nunca exploradas, en los terrenos de su alma que estaban reservados para el
�nico y verdadero amor. Ese que persiste hasta tu muerte, marcando sus huellas
con sangre y �xtasis, elev�ndote hasta donde no cre�as posible o hundi�ndote m�s
all� del dolor. Aquel que funde vida y muerte en una sola entidad,
desconoci�ndolas por separado. As� pasaron la tarde, la noche y muchos d�as m�s.


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