�C�mo he llegado aqu�?. Cosas del destino, burlas de mi
suerte.
Pareciera tan t�pica mi historia... la puerta entreabierta de
la habitaci�n de una bella mujer sentada en el borde de su cama, la tenue luz de
la luna atravesando a las finas cortinas de una ventana, los contornos de su
cuerpo desnudo enmarc�ndose en la penumbra y su amante, su maldito amante.
T�pica historia, es verdad, pero debo confesar que mi vida
tambi�n lo ha sido en todo su recorrido. Mis treinta y diez a�os no han tenido
ni un solo d�a luminoso en cuestiones del coraz�n, la primavera siempre ha sido
solo una estaci�n mas, ajena a m�. Jam�s me han dicho te amo, ni siquiera por
error o cortes�a. Y no es que mi apariencia sea horrenda ni mucho menos, solo
que quiz� sea el resultado de mi bohemia y mis excesos.
No soy ni ser� un tipo confiable. Dicen que las drogas te
pierden entre la gente hasta convertirte en un ente invisible que deambula en
pena por los senderos de la vida... un fantasma ausente, un maldito sancionado.
Ese soy yo.
Paola es mi contracara, el otro lado de la moneda, aquello
que jam�s tuve ni ser�. Con sus 22 a�os, su salvaje inocencia a cuestas y una
belleza digna de las revistas de moda, logr� quitarme el primer suspiro, el
segundo y el tercero. Bah, del primero al ultimo, todos le deben la vida a sus
ojos de gata.
�Si me enamor� de ella?. No me gusta hablar de mis
sentimientos ni explicar lo obvio. No creo en cupido ni en el catorce de febrero
ni en los anillos ni en los veintiuno de setiembre ni en las eternidades de los
enamorados. Pero... creo en Paola, en su nariz respingada, en su sonrisa de mil
dientes, en sus caderas, en sus pechos insinu�ndose bajo su ropa, en aquellos
besos que desconocen mis labios y... nada, sigo. Dec�a que no me gusta hablar de
lo que siento, tampoco viene al caso.
Vuelvo a la historia por la cual estoy aqu�. Como ver�n, nada
anormal, nada con aristas de otro mundo, nada que haga de este relato a uno de
la talla del gran Carletto, o de mi amigo elpintor2, o de Sociedad, Hierobula,
Horny, Trazada30, Any Lorac, x360 o ElEscribidor... nada de eso. Ni por cerca,
ni por error, ni siquiera queriendo.
Aquella noche arranc� at�pica, y es que Paola me llam� a mi
celular para invitarme a su cumplea�os n�mero veintitr�s... una fiesta
espectacular en la quinta de sus padres, con piscina, fuegos artificiales y una
torta inmensa para unos 200 invitados de toda clase. Si, leyeron bien, me llam�
para invitarme a ese importante evento en su vida y juro que nuestros
encuentros, fugaces por cierto, se dieron las pocas veces en las que fui a la
casa de su hermano, mi dealer amigo. Jam�s entablamos una conversaci�n, solo un
par de �hola, �c�mo estas?- y miradas furtivas, muchas miradas furtivas... solo
eso.
Yo estaba colocad�simo con alguna deliciosa sustancia
prohibida en mi torrente sangu�neo y humo dulce en mi cabeza, pero no lo pens�
ni un jodido segundo. Me puse la mejor ropa, saco negro, camisa blanca, pantal�n
de vestir, zapatos de moda y cinco gramos de coca en la nariz. No tard� mucho en
llegar al destino pues al subirme a un taxi, le ofrec� al conductor pagarle tres
veces m�s si lleg�bamos tres veces mas temprano. Y no descubro nada si digo que
el dinero mueve al mundo, porque tuve que pagar mi apuesta, que perd�
escandalosamente.
Gran error ir a una fiesta en donde el �nico que me conoc�a
estaba tirado sobre una mesa, abrazado a una botella de vino fino, entre varias
botellas vac�as de diferentes brebajes alcoh�licos. ��Y tu hermana?-, le
pregunt�. � En su habitaci�n, primer piso, puerta azul.- A la mierda, pens�, las
coordenadas hacia mi felicidad. Quiz� estaba todo preparado, quien sabe. Era
cuesti�n de averiguar. Tom� una botella de licor, la llev� a mi boca para beber
un largo sorbo y emprend� viaje al primer piso.
Me abr� paso entre la gente, sub� las escaleras con pasamanos
de nogal y en el final de esta, un largo pasillo con una decena de puertas,
todas las puertas blancas estaban cerradas, no as� la azul, que se encontraba
entreabierta. Y ah� empiezo nuevamente. Historia t�pica.
Me acerqu� sigilosamente hasta quedar frente a la puerta,
pasillo oscuro, habitaci�n en penumbras pues la luna se colaba por la ventana. Y
Paola, sentada en el borde de la cama junto a su amante, novio, marido, o lo que
mierda fuere.
Ella sonriendo con esa dulce boca de mil dientes, lo abraz� y
cerr� sus ojos, hundiendo el rostro en el amplio pecho del tipo que, ni lerdo ni
perezoso comenz� a acariciar aquella espalda desnuda que tantas noches so�� con
rasgu�ar bajo mis s�banas.
Paola acerc� la boca al o�do de su amante y le susurr� las
palabras m�gicas, pude escucharlo y aseguro que hubiese sido mejor que as� no
fuera. �Te amo- le dijo. Te amo respondi� el suertudo aqu�l.
Con los p�rpados a media asta lo mir� a los ojos y lo bes� en
los labios. Cuanto amor en ese beso y cuanto dolor en mi pecho. Mierda, �porque
doler�a as�?... jam�s me hab�a pasado. �Porqu� ahora?. Sent�a que mil pu�ales se
clavaban en mi carne logrando atravesarme el alma, y por si fuera poco, mil
dedos se hund�an en la profunda herida que me propinaba aquella dura imagen, mil
dedos movi�ndose de un lado a otro dentro de ella. Le ech� la culpa a la droga,
a qui�n m�s. - Este cabr�n me est� vendiendo mierda melanc�lica... ya me va a
escuchar.- Pero contin�e observando, apretando con fuerza la botella de licor en
mi mano.
El beso se torn� salvaje, endemoniado, y las manos
impacientes comenzaron a perder la raz�n a pasos agigantados. La envidia me
abraz� los huesos y la lujuria se encendi� entre mis piernas. As� es, esos
indecorosos amantes me estaban excitando mas de la cuenta y cuando o� el primer
gemido de Paola, mis dos manos estaban ocupadas ya... en una, la botella de
licor, como en el comienzo, en la otra, mi pene duro y caliente.
Las caricias del tipo se desparramaban desesperadas por sobre
la tela del vestido, en la entrepierna de esa doncella en llamas, y ella,
volando de placer, le baj� la cremallera, sac� la verga del maldito y dirigi�
sus dulces labios, aquellos con los que tanto hab�a so�ado besar, al frondoso
tronco.
Jam�s hubiese imaginado la devoci�n con la que Paola mamaba
penes. Su cabeza sub�a y bajaba con la velocidad de la locura mientras aquella
pija dura y larga se hund�a entera dentro de su boquita que tanta inocente
sensualidad me inspiraba. Que zorrita resultaba ser... y saber eso no hacia mas
que potenciar mis sentimientos para con ella. �Si estaba enamorado?... no viene
al caso, dej�monos de sandeces.
Cuando la tanguita de Pao fue arrancada por las h�biles manos
de su amante, y aquella preciada pieza cay� a cent�metros de mis pies, la
imaginaci�n me llev� a la desesperada tierra de la m�s grande de mis calenturas.
Y es que yo me ve�a en ese lugar, mis caricias yac�an en esas manos, pod�a
sentir su humedad entre mis dedos, su aliento sobre mi pene... mmm, era
realmente ins�lito... jam�s me hab�a pasado algo similar.
Tom�ndola de los pelos fieramente, la alej� de su grueso
tronco de carne y la recost� sobre la cama, separ�ndole las piernas lo m�s
distante posible, una de la otra... casi rasg�ndole el coraz�n. � Mmm mi amor,
�ya me la vas a meter?-. Que estaban escuchando mis o�dos... lujuria en su
m�ximo esplendor. Ese susurro que no llegaba a ser voz, me abr�a la cabeza y me
arrancaba mis m�s s�rdidas fantas�as.
- Si negri, agarrala... llevala a tu jugosa conchita.- y se
puso el cabr�n en cuatro sobre mi princesita del coraz�n, con la pija apuntando
hacia abajo como si de una lanza se tratase. Ella la tom� entre sus manos con
extremada pasi�n, la masaje� un instante y acat� al pie de la letra la orden, el
pedido de su amante, llev�ndola hacia los labiecitos de su conchita, que yo
apenas pod�a ver, producto de la penumbra, pero si pod�a oler, pues el aroma a
sexo hab�a invadido la habitaci�n.
Con desenfreno y excitaci�n, mi mano sub�a y bajaba a trav�s
de mi duro sexo ya h�medo... que inmenso placer, que perversa imagen... una
puerta entreabierta dejando ver en el interior de un cuarto a dos j�venes
amantes cogiendo como locos, mientras alguien observa y se masturba. Una
historia t�pica.
Paola dio un poderoso grito de placer que atraves� mis
sentidos cuando el pene del tipo se clav� entero en su vagina. Comenzaron a
moverse con la velocidad de que mi mano sub�a y bajaba alrededor de mi tieso
tronco. Que delicia de paja me estaba dando.
El golpeteo de sus sudorosas y calientes carnes se dejaban
o�r n�tidamente... tac tac tac, mientras los gemidos de Pao se entreveraban con
los del adonis de pacotilla. Eso ayudaba a que mis jadeos pasen totalmente
inadvertidos, y es que no pod�a evitarlos.
De pronto esa maldita droga melanc�lica... mierda.
Imaginariamente acarici� la bella carita de ese demonio con alas, ese �ngel
pervertido, con las yemas de mis dedos... la suave ruta de sus cejas, la blanca
palidez de sus p�mulos, los tres lunarcitos que le daban ese toque tan personal,
su peque�a nariz, su delicada barbilla, la h�meda curvatura de sus labios, esos
labios que con tanto desd�n deseo desde que la conoc�.
Vuelvo en s�, regreso a mi excitado cuerpo. Aprieto la
botella en mi mano mientras la otra continua con su ardiente tarea de
masturbarme. Ese desconocido hijo de puta est� cogi�ndose al amor de mi vida, a
la �nica mujer que me hizo sentir como entre nubes. Podr�a conocer la felicidad
junto a ella. Me llegar�a a amar, claro que s�... nada es imposible. Y solo as�
estar�a en el lugar de ese idiota... solo as�. Pero que mierda... el esta ah� y
yo aqu�.
Pateo la puerta, agarro con fuerza a la botella y la llevo
por sobre mi cabeza, para luego bajarla velozmente hacia la frente del puto ese,
que ya hab�a clavado su mirada en mis desencajados ojos negros.
El golpe fue certero. El tipo cay� muerto sobre mi chica. Lo
agarr� de los hombros y lo hice a un costado. Ese lugar es m�o, me dije mientras
me acomodaba sobre ella, abri�ndole las piernas hasta rasgarle el coraz�n. Jamas
o� a sus desconsolados gritos, solo ve�a en la penumbra, como su rostro,
salpicado de sangre, se desfiguraba de dolor.
La penetr�... que apretadita se sent�a esa vagina palpitante,
y que empapada. Lo disfrut�... mi sue�o era una realidad.
De pronto, me sent� en la cima del mundo, rozando con mis
dedos al inmenso cielo, y mi amor se derram� dentro de su conchita, mi cueva, mi
refugio. Se encendieron las luces, sent� un golpe en la cabeza, despu�s... todo
negro.
Me despert� en el suelo, con la cabeza abierta y sangrando
con exageraci�n. Un tumulto de personas a los gritos, puteandome... y un par de
tipos teni�ndome de las manos y los pies. Sobre la cama, el fiambre, ese hijo de
mil putas... y una mina en pelotas, �qui�n mierda es esa mina?.
Paola estaba asomada a la puerta, con sus ojos empapados de
lagrimas. �Como pudiste hacerme esto. Yo que cre� que sent�a cosas por vos. Que
equivocada... que equivocada.- me dijo.
�C�mo he llegado aqu� Se�or Juez?. Cosas del destino, burlas
de mi suerte.