AUTOR: Salvador
DIRECCION: POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
Sal� al jard�n y me tumb� en la hierba a disfrutar de la
sombra que nos daban los �rboles nos proporcionaban frescor en los t�rridos d�as
de ese verano.
La tarde era particularmente calurosa y ten�a un sopor tan
grande que no lograba reunir fuerzas para hundirme en el agua tibia de la
piscina y prefer� dejarme llevar por la modorra e intentar una siesta al fresco.
En el portal de la casa estaba sentada Teresa, mi hermana
mayor, leyendo una revista de espect�culos. Andaba con una polera que dejaba al
descubierto su ombligo y una falda ce�ida que le llegaba a la mitad de sus bien
torneados muslos. Debido a la posici�n en que se encontraba, casi de frente a
m�, sentada sobre la escala de acceso a la casa, con las piernas ligeramente
separadas y levantadas, alcanzaba a vislumbrar parte de sus muslos que se
insinuaban entre la semi oscuridad del interior de su falda.
Me acomod� para ver algo m�s, para lo cual me mov� con mucho
cuidado hasta lograr quedar frente a frente con mi hermana, que segu�a
entretenida con su lectura, por lo que supuse que no se percat� de mis
movimientos, aunque en un momento mir� hacia el lugar en que yo estaba. Ahora mi
visi�n alcanzaba gran parte de lo que hab�a bajo su falda, alcanzando con mi
vista hasta la parte superior de las medias que cubr�an los gruesos y al parecer
suaves muslos de mi hermana que se mov�an de tanto en tanto, aumentando por
momentos mis posibilidades de ver m�s adentro.
Afortunadamente estaba tras unas plantas y no me era dif�cil
disimular mi presencia, la que no percibi� Claudia, mi ardiente compa�era de mis
tardes de sexo filial, que lleg� a sentarse junto a su hermana y empez� a
charlar con ella animadamente. Aunque Claudia vest�a falda tambi�n, se sent� con
las piernas recogidas, por lo que no era posible obtener de ella ninguna vista
de sus intimidades, que por lo dem�s conoc�a muy bien.
Al acomodarse para charlar con Claudia, Teresa abri� sus
piernas un poco m�s y ello me permiti� verle todo el resto del interior de sus
piernas, hasta sus bragas transparentes. Pero la visi�n dur� poco y nuevamente
la abertura entre sus piernas se estrech�, impidi�ndome el espect�culo que me
hab�a dado involuntariamente por unos fugaces instantes.
Teresa dirigi� una mirada hacia los arbustos donde me
encontraba escondido. Aunque sus ojos se posaron brevemente en el lugar en que
estaba, sent� en m� la intensidad de su mirada, lo que me dio la impresi�n de
que me hab�a sorprendido espi�ndola. Pero volvi� a la charla con Claudia y
pareci� no prestar atenci�n al arbusto en que estaba escondido, lo que me
devolvi� la confianza y continu� en el mismo lugar, sin hacer ning�n movimiento
que me delatara, a la espera de alg�n descuido de mi hermana que me permitiera
continuar con mi espionaje sexual.
Al cabo de un rato, mientras las hermanas continuaban
charlando, me fij� que las piernas de Teresa estaban nuevamente abiertas,
mostrando parte de sus piernas hasta casi el final de sus medias. No pod�a creer
en mi suerte: no s�lo no me hab�a visto sino que volv�a a regalarme el
espect�culo de sus muslos blancos enfundados en esas medias blancas que los
hac�an ver m�s seductores de lo que eran.
Estaba viendo arrobado el interior de sus piernas cuando me
percato que estas contin�an abri�ndose, poco a poco, sin pausa, mostrando a cada
instante nuevos rincones entre los grandes muslos de mi hermana, hasta que
quedan completamente abiertas, casi en posici�n de entrega. Con el esfuerzo por
abrir sus piernas la falda de Teresa se le subi� a la altura de su cintura,
mostrando sus bragas y parte de las nalgas desnudas que su prenda �ntima no
alcanzaba a cubrir.
�Mi hermana me estaba regalando la visi�n de sus piernas, sus
muslos, sus nalgas y su sexo cubierto por su braguita!
Repuesto de la impresi�n, me fijo en el rostro de mi hermana
y alcanzo a vislumbrar en ellos una ligera sonrisa y miradas furtivas hacia el
lugar en que me encuentro escondido, mientras escucha los comentarios de su
hermana, limit�ndose a asentir de tanto en tanto mientras mueve sus piernas como
si estuviera acomod�ndose, pero con la clara intensi�n de excitarme.
Presuroso saco mi verga y empiezo a masturbarme lentamente,
mientras mi vista devora cada pedazo de los muslos de Teresa, hasta quedarse en
sus bragas transparentes que tapan un gran manch�n negro que se vislumbra bajo
la tela.
La visi�n del bulto entre las piernas de mi hermana, rodeado
por sus medias es m�s de lo que puedo resistir y apresuro las caricias sobre mi
trozo de carne para conseguir el orgasmo que preciso.
El di�logo entre mis hermanas contin�a, sin que al parecer
Claudia se percate del jueguito de Teresa. Se conversan al o�do entre risitas
como compartiendo un secreto.
Claudia se levanta, apoyando su mano en el muslo de teresa
para afirmarse, le da un largo beso en la mejilla y entra a la casa, al parecer
sin percatarse de los movimientos de su hermana, dejando a Teresa sola, con sus
piernas completamente abiertas, mientras retoma su revista como si quisiera
continuar la lectura. Al cabo de un rato una de sus manos se dirige al bulto que
hay al final de sus piernas y empieza a acariciarlo lentamente.
No puedo creer mi fortuna.
Siento que estoy por acabar ante la vista de la mano de
Teresa acariciando su sexo y acelero el movimiento de mi mano. Y en ese
instante, cuando estoy por eyacular, me doy cuenta que mi hermana me est�
mirando directamente, con una sonrisa en los labios, mientras contin�a el masaje
del bulto que oculta su diminuta braguita transparente . Esto es demasiado para
mi ardiente car�cter y termino de masturbarme sin control, con la vista fija en
el rostro de mi hermana, que contin�a sonriendo.
El semen salta a borbotones, sin recato. Me levanto a medias
para que Teresa pueda ver el resultado de su juego y dejo a su vista mi verga
latiendo y expeliendo los �ltimos jugos. Con este gesto doy por superada
cualquier traba que pudiera dificultar un acercamiento entre ambos y aprovecho
de mostrar mis atributos a mi hermanita por si se interesa en usar de mis
servicios sexuales.
Ella cierra las piernas, se levanta y entra a la casa, no sin
antes mirar con una gran sonrisa hacia donde estoy vaciando mi herramienta que
contin�a con sus �ltimos estertores.
Despu�s de algunos minutos entro a la casa y me encuentro a
Teresa saliendo del ba�o, con el pelo a�n mojado y enfundada en una toalla que
la cubre desde el pecho hasta la parte superior de sus muslos.
La empujo al interior del ba�o pidi�ndole que guarde
silencio, a lo que ella accede sin replicar. Ya dentro, cierro la puerta tras
m�o, la abrazo y le prodigo un beso apasionado hundiendo mi lengua en su boca
mientras tomo la toalla que la cubre y la tiro al suelo.
Y ah� est� mi hermana, completamente desnuda frente a m�,
mir�ndome en silencio y esperando lo que haga a continuaci�n.
No la hago esperar y me hundo entre sus senos, que beso
alternadamente, pasando mi lengua por sus pezones que se ponen duros por la
excitaci�n que su due�a tiene. Y mientras beso y chupo sus grandes senos, una de
mis manos se pone sobre su vulva, aprisionando su mata de pelo con mi palma que
se curva sobre el monte de venus.
Teresa se deja hacer y hecha su cabeza atr�s entre suspiros
mientras toma mi cabeza y la aprieta a su pecho.
"Mmmhmm, huuuy"
Me desnudo r�pidamente y me siento en la taza del ba�o
previamente tapada, con mi verga orgullosamente al aire. Le hago se�as y ella se
acerca y se sienta sobre mi herramienta mientras me abraza y me cubre de besos.
El pedazo de carne se hunde en su interior hasta desaparecer
entre los pelos de su sexo, mientras sus senos se apegan a mi pecho y su pelo
cubre mi rostro entre suspiros y besos con lengua.
Tomo sus nalgas entre mis manos y las subo y bajo mientras mi
instrumento entra y sale del interior de mi hermana, que empieza a acelerar el
ritmo hasta convertirse en un vertiginoso sube y baja que termina de pronto con
mi hermana dando apagados gritos en mi o�do mientras se hunde mi instrumento
totalmente en su vulva, sin que queda nada fuera de esta.
"M�s, dame m�s. M�s, m�s"
Acaba en silencio, en medio de apasionados besos y con
nuestros pechos sudorosos unidos en un fuerte abrazo.
Viendo que yo a�n no tengo mi orgasmo, se levanta y se hecha
hacia atr�s de manera de quedar de rodilla frente a m� y con mi verga a la
altura de su rostro, la toma y se la traga completamente, para despu�s empezar
un sube y baja sobre mi instrumento que en pocos segundos logra el ansiado
cl�max, en medio de un borbot�n de semen que la pilla sorprendida y le cae en el
rostro y entre los senos.
Mientras me visto, ella vuelve a cubrirse con la toalla y
despu�s de verificar que nadie la pueda ver, sale en silencio y me lanza una
sonrisa de complicidad antes de cerrar la puerta, similar a aquella que me diera
en la puerta de la casa.
A estas alturas me he enredado con las tres mujeres de la
casa y no s� que cosa me depara el destino. Lo mejor ser� dejar que las cosas
sucedan naturalmente. Total, ma�ana es otro d�a.
Salvador
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