Relato: Mi hermana (1)





Relato: Mi hermana (1)

Antes de que empec�is a leerlo, os quiero decir, que todo lo
que cuento me paso al pie de la letra, nada me he inventado.


A�n me hago pajas cuando recuerdo todas las cosas que me
ocurrieron durante aquel mes de Agosto, cuando ten�a doce a�os. En realidad todo
empez� el verano anterior. Mis t�os me hab�an invitado a pasar un d�a en su casa
de campo. Despu�s de comer se fueron a dar un paseo y me qued� s�lo con mi
prima, que entonces ten�a 17 a�os y mi primo de 16. Al poco de salir sus padres,
mis primos se fueron a una de las dos habitaciones que ten�a la casa y cerraron
la puerta con cerrojo.


Yo llam� con los nudillos y les ped� que me dejaran pasar,
pero ellos me dijeron que fuera a ver la televisi�n. Al cabo de un rato, muerto
de curiosidad, sal� fuera de la casa (que s�lo ten�a planta baja), la rode� y
fui a la ventana de la habitaci�n donde ellos estaban. Las ventanas de la casa
no ten�an persianas y aunque ellos hab�an cerrado las cortinas, hab�an dejado
las ventanas abiertas por el calor que hac�a. Con mucho cuidado apart� un poco
la cortina por un lado y lo que vi me aceler� el pulso. La cabecera de la cama
estaba justo debajo de la ventana. Mi primo estaba tumbado boca arriba mirando
una revista porno. Ten�a los pantalones y los calzoncillos bajados hasta las
rodillas. Su hermana, sentada en la cama a su lado, le estaba haciendo una paja.


Al cabo de un rato de mene�rsela mi primo dej� a un lado la
revista y dijo "�me ense�as las tetas?". Ella respondi� quit�ndose la camiseta y
el sujetador. (Aqu� hay que decir que mi prima estaba y est� buen�sima y tiene
un par de tetas de ensue�o). �l alarg� un brazo y se puso a sobarle las tetas
mientras ella continuaba subiendo y bajando la mano fren�ticamente sobre su
polla, sacando y metiendo el brillante y morado capullo en casa sacudida. Yo no
estaba ni a un metro de distancia de ellos, as� que vi con toda claridad c�mo se
hab�a formado una gotita blanca en la punta de la polla. Mi primo suplic� "�me
dejas que te toque el culo mientras me corro?", a lo que ella respondi� "est�
bien, pero no te acostumbres". (No hace falta decir qui�n llevaba las riendas en
este juego). Ella se puso de rodillas sobre la cama, se recogi� la falda hasta
la cintura y tirando un poco de los el�sticos de las bragas le mir� a la cara
con una sonrisa p�cara y le pregunt� con voz lasciva "�no hace falta que me baje
las bragas, verdad?". �l respondi� inmediatamente "�s� por favor! �b�jatelas!".


Ella se gir� poniendo el culo en direcci�n a la cabecera de
la cama para que �l lo viera bien (yo, por supuesto, compart� aquel regalo) e
inclin�ndose un poco se baj� las bragas lentamente. Despu�s volvi� a cogerle la
polla y continu� mene�ndosela. �l, al principio con mano temblorosa, se puso a
sobarle el culo. Un par de minutos despu�s mi primo empez� a gemir y su polla
empez� a soltar chorros de leche que mi prima recog�a en un trapo que sujetaba
en la otra mano y que hab�a preparado para tal fin. Despu�s mi prima se levant�
y se coloc� la ropa. Yo adivin� que la funci�n hab�a acabado y volv� corriendo a
entrar en la casa y a sentarme frente al televisor. Esa misma noche, de vuelta
en mi casa, me hice mi primera paja recordando las im�genes que hab�a visto por
aquella ventana e imaginando que era mi prima quien me masturbaba. Aunque desde
aquella primera paja ya ten�a orgasmos, los primeros meses no eyaculaba nada.
Despu�s me empez� a salir una espumilla blanca y para el invierno ya echaba
abundantes chorros de lefa. Llegu� a la barbaridad de hacerme tres pajas
diarias, aunque en la �ltima s�lo eyaculaba unas pocas gotitas. Esto lo hac�a
siempre leyendo revistas porno que me dejaban mis compa�eros, de las que
extraje, adem�s de est�mulo sexual, gran cantidad de informaci�n.


No exagero ni bromeo al decir que cuando comenzaba a hacerme
una paja sent�a agujetas en la polla. �sta, por lo dem�s, empez� a crecer a un
ritmo muy acelerado llegando en pocos meses a ser grande incluso para un adulto.
Por suerte no me ha crecido m�s desde entonces, pero en aquel momento, para un
ni�o de doce a�os, era un tama�o casi antinatural.


Por otro lado, habiendo sido testigo de que mi prima le hac�a
pajas a su hermano, yo empec� a albergar fantas�as en torno a mi hermana. Pero
yo era muy t�mido y mis acercamientos fueron muy lentos. Desde aquel d�a de
verano en que descubr� a mis primos, hasta bien entrado el mes de Noviembre, no
me atrev�a intentar nada. Entonces surgi� la oportunidad sin que yo la buscara.
Mi hermana sol�a tumbarse a ver la tele en el sof� de tres plazas que hab�a en
el sal�n de mi casa.


El aparato de TV estaba frente al sof� y ella se tumbaba de
lado con la cabeza apoyada en el reposabrazos y las piernas recogidas en
posici�n casi fetal, dejando la mitad del sof� libre. Se cubr�a adem�s con una
larga manta de cintura para abajo. Un d�a que no estaban mis padres entr� en el
sal�n y la encontr� como he descrito. Yo me sent� en el otro extremo del sof� y
me puse a ver la TV. Al rato ella se levant� un momento para ir al servicio y
comprob� que llevaba puesto lo que usaba casi siempre para estar en casa en
invierno: un jersey grande que le llegaba casi hasta medio muslo y debajo unos
pantys. No llevaba falda ni otra prenda inferior porque el jersey cubr�a lo
suficiente.


Poco despu�s regres� al sal�n y volvi� a tumbarse y a
arroparse como estaba antes. Entonces yo me descalc� y me tumb� en mi lado en la
misma postura que ella y le pregunt� si pod�a cubrirme yo tambi�n con la manta.
Ella dijo que s�. Entonces levant� la manta para cubrirme y lo que vi me puso la
polla tiesa. Al tumbarse, se le hab�a subido el jersey hasta la cintura y debajo
de los pantys que eran blancos y casi transparentes, no llevaba bragas.


Era como si estuviese desnuda de cintura para abajo. Mejor
a�n, pues los pantys son una prenda que siempre me han dado mucho morbo. Se le
ve�a perfectamente la raja del culo, donde el panty se hab�a encajado como un
guante, y la negrea pelambrera del co�o. Esa visi�n beat�fica dur� solo unos
pocos segundos pues hubiese sido sospechoso que me quedara sujetando as� la
manta, como quien alza un capote. As� que me cubr� y me tumb�. Entonces se me
ocurri� una idea loca. Lentamente estir� una pierna hasta que los dedos de mi
pie rozaron la sedosa textura del panty a la altura de la maravillosa redondez
de una nalga.


Muy poco a poco, convirtiendo los dedos de mis pies en
delicados instrumentos de tacto comenc� un disimulado tanteo exploratorio.
Palpando de esta manera recorr� una nalga, luego la otra y cada vez m�s confiado
me atrev� a encajar el dedo gordo entre las nalgas y a moverlo primero en una
direcci�n y luego en la otra, todo a lo largo de la raja del culo. Para entonces
mi hermana ya deb�a haber notado hac�a rato este delicado magreo, pero al
principio debi� pensar que mis movimientos no eran premeditados y m�s adelante
que eran demasiado inocentes para que peligrara su virtud. Adem�s deb�an estarle
gustando aquellas caricias por lo que se dej� hacer sin decir nada (adem�s
posiblemente aquella era la primera vez que le acariciaban el culo, pues a pesar
de sus dieciocho a�os y de lo buena que estaba, siempre hab�a sido muy t�mida y
reprimida).


Llegu� as� con mis magreos hasta un sitio m�s blando, h�medo
y caliente. De inmediato supe d�nde hab�a apoyado el dedo gordo porque mi
hermana solt� un peque�o jadeo. Con toda mi malicia all� me puse a restregar el
dedo frotando cada vez con m�s fuerza alentado por la pasividad de mi hermana.
Al mismo tiempo cambi� lentamente de posici�n coloc�ndome boca arriba y tensando
la manta met� mi cabeza debajo para poder ver lo que antes s�lo experimentaba
mediante el tacto. Al poco rato vi que mi hermana encog�a los dedos de los pies
(con el tiempo aprend� que hac�a esto siempre que estaba a punto de correrse)
tras lo cual jade� unas cuantas veces seguidas. Tras relajarse un momento se
levant� con la cara roja como un tomate y se fue a su habitaci�n sin decir
palabras. Yo por mi parte me fui a la m�a a hacerme una paja antes de que me
estallara la polla.


A los pocos d�as volv� a encontrarla en aquella postura y
decid� tentar la suerte. Pero en esta ocasi�n tom� precauciones. Si todo iba
bien no iba a esperar a volver a mi habitaci�n para hacerme una paja. Por lo
tanto antes de tumbarme en el sof� fui a ponerme el pantal�n del pijama y cog�
un par de servilletas de papel. Todo se repiti� como la vez anterior pero en
esta ocasi�n cuando la cosa estaba bastante avanzada y mi pie se afanaba en su
culo, oculto como estaba bajo la manta, saqu� mi polla del pantal�n y me puse a
hacerme una paja. Decid� apurar aquella copa y no correrme hasta notar que lo
iba a hacer ella. Al terminar ella hac�a como si no hubiese pasado nada d�ndome
a entender que no se hab�a enterado. La tercera y �ltima vez que disfrut� de
este modo fue una semana m�s tarde.


Esta vez era yo quien la esperaba tumbado en el sof�. Ella
lleg� de la calle y al verme all� colocado debi� apetecerle una sesi�n de
t�rrido magreo. As� que despu�s de dejar unas bolsas en su cuarto volvi� al
sal�n y se tumb� a mi lado como las otras veces. Pero como ven�a de la calle,
llevaba puesta una falda y debajo, como poco despu�s pude comprobar, no llevaba
pantys, sino unas bragas. Al momento comenc� mi lento acercamiento. Apart� la
falda con el pie y al ver aquel diferente panorama me excit� much�simo. Despu�s
de palpar un rato sobre sus bragas fui tirando de los el�sticos para encajarlas
en la raja del culo, dejando sus nalgas al aire. Sentir el contacto de la piel
de sus nalgas desnudas era fant�stico. Me excit� tanto que perd� la prudencia.
Introduje los dedos del pie bajo el el�stico de la braga a la altura del chocho
y me puse a acariciarlo.


Sent�a perfectamente los pelos y la humedad de la raja.
Presionando un poco llegu� a sentir con el dedo gordo la viscosa carnosidad de
los labios menores. Al notar que mi hermana no pod�a contener los jadeos y sin
medir las consecuencias, le hund� el dedo gordo en la vagina. Ella dio un gemido
y tras pensarlo un momento debi� considerar que las cosas hab�an llegado
demasiado lejos, as� que se levant� y se fue a su habitaci�n. Nunca volv� a
encontrarla en aquella postura. Hasta el mes de Agosto mis intentos con ella se
redujeron a preparar una cuantas ocasiones para dejarme pillar in fraganti
haci�ndome una paja en el cuarto de ba�o (lo cual a mi me excitaba much�simo).
Pero ella siempre reaccionaba cerrando r�pidamente la puerta y m�s tarde
haciendo como si no hubiese visto nada.


Entretanto me ocurri� algo que desvi� mi atenci�n hacia otra
mujer. Debido a mi casi exclusiva dedicaci�n a la masturbaci�n y a las revistas
pornogr�ficas, el curso acad�mico empez� a irme mal. Tuve que asistir a clases
de recuperaci�n. Entre otras deb�a ir dos veces por semana a clases de
recuperaci�n de sociales. Las impart�a una profesora de unos treinta y cinco
a�os que era la admiraci�n de todos los chicos del colegio (era un colegio s�lo
de chicos que s�lo impart�a EGB y yo asist�a al pen�ltimo curso).


Cuando entr� el primer d�a la se�orita a�n no hab�a llegado.
Me enter� de que s�lo ser�amos seis alumnos en total y que los otros cinco eran
habituales de aquella clase. Al principio, estos me miraron mal, pero luego ante
lo inevitable de mi incorporaci�n, me dieron un turno a suertes. Yo pregunt�
para qu� era el turno y entonces me explicaron de qu� iba el tema. Por lo visto
la se�orita era una calientapollas que aprovechaba aquellas clases con aquel
grupo reducido de alumnos para practicar un sutil y disimulado exhibicionismo.
La mesa de los profesores se encontraba sobre una tarima a la que se sub�a
mediante un par de escalones. Las rodillas del profesor, cuando �ste estaba
sentado, quedaban a la altura de las cabezas de los alumnos. En estas clases,
este peque�o grupo se turnaba para ocupar el pupitre de la primera fila que se
encontraba frente a la mesa del profesor.


Cuando entraba la se�orita se sentaba en su silla y empezaba
a cruzar y a separar las piernas las veces necesarias para que la falda se le
remangara hasta bien arriba de sus muslos. Entonces se recostaba un poco hacia
atr�s y se abr�a de piernas ofreciendo al alumno que ten�a en frente una
perfecta visi�n de sus bragas. Eleg�a entonces un alumno para que leyera el
libro en voz alta y cada diez minutos nombraba a otro distinto para que
sustituyera al anterior. Pero nunca nombraba al que ten�a en frente pues sab�a
que �ste estaba ocupado en otra tarea m�s amena. Nosotros, antes de ir a esa
clase, �bamos a los vestuarios del gimnasio y quit�ndonos pantalones y
calzoncillos, nos pon�amos el pantal�n del ch�ndal, que permite, tirando del
el�stico, sacar y meter la polla f�cilmente. En cuanto la se�orita se sentaba en
su silla, aquel de nosotros que ten�a el turno de sentarse frente a ella, oculto
de cintura para abajo por su propio pupitre, se sacaba la polla del pantal�n y
se pon�a a hacerse una paja mirando las bragas de la se�orita.


Ella evidentemente sab�a en qu� andaba �ste afanado, tanto
por la evidente direcci�n de la mirada del alumno, como por el r�tmico
movimiento de su brazo. Cuando nos corr�amos, dej�bamos caer la lefa
directamente al suelo, pues sab�amos que m�s tarde las de la limpieza borrar�an
con sus fregonas la prueba del delito. Cuando el que ten�a el turno se hab�a
corrido, hac�a una peque�a se�al y el que iba a continuaci�n ped�a permiso a la
se�orita para cambiar el puesto con aquel. Ella le daba permiso y siempre
comentaba con una disimulada sonrisa que no sab�a qu� ten�a aquel pupitre en
especial para que siempre le estuvi�ramos pidiendo permiso para sentarnos en �l.
Entre nosotros nos hab�amos puesto de acuerdo para no meternos prisa y a lo
largo de una clase de una hora pas�bamos dos o tres de nosotros por aquel
privilegiado observatorio. A veces ella variaba el numerito. Nos dimos cuenta de
que antes de entrar en clase se iba al servicio de profesores a quitarse el
sujetador.


Luego a los pocos minutos de empezar la clase, alegando que
la calefacci�n estaba demasiado fuerte, se desabrochaba varios botones de la
blusa. M�s tarde, r�pida e inesperadamente se levantaba y se acercaba al pupitre
de enfrente sin dar tiempo al afanado masturbador para guardarse la polla.
Entonces pidi�ndole que le ense�ara el cuaderno se inclinaba a su lado apoyando
un codo en la mesa y la otra mano en su cadera. En esa postura, as� inclinada,
la blusa se ahuecaba hacia abajo dejando ver por la abertura una teta hasta el
mismo pez�n.


Ella sab�a que bajo el pupitre, el alumno que ten�a a escasos
cent�metros, tendr�a la polla fuera y a punto de estallar. Adem�s pon�a el culo
en pompa a un palmo de la cara del alumno del pupitre de al lado y lo mov�a
lentamente a un lado y a otro para darle m�s morbo. As� se tiraba fingiendo leer
el cuaderno unos diez minutos, tiempo que ella deb�a estimar suficiente para que
el alumno que ten�a detr�s se hiciera una paja a la salud de su culo. Entonces
fing�a que se le ca�a un l�piz y se pon�a un momento de cuclillas para mirar
bajo el pupitre la erecci�n del alumno al que hab�a estado ense�ando las tetas
antes de volver a su mesa.


Por supuesto, cuando ella se levantaba de su silla y se
inclinaba sobre nosotros para "leer nuestro cuaderno", interrump�amos la
masturbaci�n y hac�amos lo posible para ocultar la polla bajo el pupitre. Pero
un d�a, un compa�ero especialmente atrevido, al tener a la se�orita inclinada
sobre �l con su teta desnuda al alcance de la mano no pudo aguantar m�s y
metiendo la mano bajo el pupitre continu� haci�ndose la paja que hac�a un
momento hab�a interrumpido. Al notarlo, turbada, la se�orita se enderez�
r�pidamente, pero luego debi� pensarlo mejor y volvi� a inclinarse sobre �l como
si nada estuviese ocurriendo.


El alumno de detr�s de la se�orita, al ver el �xito del
atrevimiento de mi compa�ero, levant� su falda con cuidado remang�ndola sobre
las caderas y dejando al descubierto un maravilloso culo cubierto por unas
bragas casi transparentes. Al d�a siguiente cuando me toc� el turno, al
inclinarse sobre m�, yo en lugar de intentar ocultar mi polla bajo el pupitre,
empuj� despacio hacia atr�s retirando mi silla unos palmos de la mesa y dejando
mi polla completamente al alcance de su vista continu� haci�ndome la paja. Ella
apart� inmediatamente la vista del cuaderno y con el rabillo del ojo se puso a
mirar donde yo quer�a. Me estaba haciendo una paja a medio metro de su cara y
entonces lo fastidi� todo. Alargando la otra mano le cog� una teta. Aquello era
demasiado directo y ella se enderez� r�pidamente y volvi� a su sitio.


Poco despu�s el juego cambi�. Un d�a ella estaba andando por
la clase y cuando lleg� al pupitre de la esquina del fondo, donde estaba sentado
un compa�ero, se sent� repentinamente sobre la mesa sin darle tiempo de retirar
los brazos de encima. Aquello no fue premeditado, pero su culo qued� sentado
justo sobre una mano de mi compa�ero. A pesar de ello no se retir�.


A partir de entonces aquel fue el pupitre que nos sorteamos
porque la se�orita no volvi� a sentarse en su propia mesa. Cuando ella entraba
en clase andaba un poco alrededor de las mesas y cuando llegaba a aquel pupitre
preguntaba al que lo ocupaba "�Puedo sentarme en tu mesa?", tras lo cual se daba
la vuelta y esperaba el tiempo justo para que pusieras la mano sobre la mesa con
la palma hacia arriba. Entonces ella, justo antes de sentarse sobre tu mano daba
un tir�n a su falda hacia arriba para no sentarse sobre ella. As� lo �nico que
separaba la mano de su culo era el suave y fino tejido de sus braguitas.


Es m�s, si al sentarse no acertaba a la primera, se mov�a
hasta que sent�a la mano bajo su culo. As� con la se�orita sentada casi de
espaldas a �l, pod�as utilizar la otra mano para hacerte una paja o para
levantarle la falda y ver su espl�ndido culo sobre tu mano. Cuando me toc� a m�,
al rato comenc� a mover los dedos. Magreaba su culo con ganas mientras me hac�a
una paja. Luego, con un dedo coraz�n, me puse a frotarle el co�o. Ella dio un
respingo, se levant� y se fue a su mesa. Comprend� que ning�n compa�ero hac�a
llegado tan lejos y que con mi avaricia hab�a vuelto a romper el saco. De todas
formas era el pen�ltimo d�a de la evaluaci�n y comet� la estupidez de aprobar
aquella asignatura con lo que mis padres me sacaron de las clases de
recuperaci�n.


Nos acercamos al momento �lgido de mi historia, el mes de
Agosto de ese a�o. Acab� el curso con varios suspensos y tuve que pasar los
meses de Junio y Julio yendo a las clases de verano (esta vez con profesores de
los de siempre). Mis padres hab�an planeado que fu�ramos todos el mes de Agosto
con mis t�os a la playa, pero mi hermana quer�a quedarse en casa estudiando.


A mis padres no les pareci� bien, pero al saber que mi prima
iba a pasar el mes con una amiga en la casa de campo de mis t�os, decidieron
mandarnos a los dos all� con ellas. A m� como castigo por mis suspensos y para
que estudiara. As� que llegado el d�a uno, temprano, mis padres, mis t�os y mi
primo salieron hacia la playa en el coche de mi t�o. Por nuestra parte mi
hermana, mi prima, su amiga y yo nos pusimos en camino hacia la casa de campo de
mis t�os.


Pero eso sera otra historia, que seguro que os gustara.


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Relato: Mi hermana (1)
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