EL FONTANERO SEDUCIDO
Se llamaba Salvador, pero hac�a poca gala a su nombre, porque
rara vez llegaba a tiempo. Era un hombre m�s bien rudo, aunque bastante
atractivo, con el pelo cano y la piel muy morena, tostada por el sol de justicia
del que gozamos en mi tierra. Trabajaba como alba�il y fontanero, claro, as� se
entiende que, adem�s de lucir aquel moreno de alba�il, tuviera unos m�sculos tan
bien formados. Pero no os llam�is a enga�o. Salvador era mayor. Muy mayor. Al
menos para mi, que acababa de cumplir los 18 a�os. Creo que �l tendr�a unos 55
a�os, por lo menos... �si era m�s mayor que mi propio padre!...
Han pasado ya muchos a�os. Ahora soy una mujer m�s madura y
puedo entender que me dejara llevar por la impaciencia de la edad, por las ganas
tan tremendas de sexo que padecen los adolescentes. Y tambi�n comprendo que la
culpa la tuve yo. En realidad aquel pobre hombre... me trat� demasiado bien. Yo
en su caso...
Resulta que en casa ten�amos que hacer reformas. Vivimos en
un pueblo muy peque�o y aqu� todo el mundo se conoce... adem�s que solo hay un
fontanero en todo el pueblo, con lo cual no hay donde elegir. Yo no hab�a tenido
mucho contacto con �ste hombre, solo le conoc�a de vista, en fin...su hija, que
ten�a mi edad, estaba en mi clase, vaya. Recuerdo que ese a�o est�bamos haciendo
el C.O.U., acab�ndolo ya, porque est�bamos prepar�ndonos los ex�menes de
Selectividad.
Yo por aquellos d�as, hacinada en el territorio comanche de
mi habitaci�n, y agobiada por la extenuante monta�a de libros, estaba muy
nerviosa. Por los ex�menes. Y encima a eso se le a�ad�a el aliciente de las
reformas de casa, todo el santo d�a con el traj�n de los alba�iles, carpinteros,
pintores, fontaneros... El d�a clave era precisamente uno de los m�s cr�ticos
para mi. Solo faltaban 2 d�as para mi primer examen y estaba que me sub�a por
las paredes. Estaba a punto de echarme a llorar de desesperaci�n, cuando mi
padre toc� a la puerta de mi cuarto y me dijo que �l y mi madre ten�an que salir
a elegir unos muebles. El plan era que me quedaba sola, all� encerrada
estudiando y con una pareja de fontaneros en la cocina. Ante mis quejas, mi
padre me espet� que hab�an quedado ese d�a y que no pod�an echarse atr�s, que ya
era mayorcita para saber cuales eran mis obligaciones, etec�, etec�... y se
fueron. Yo me sent�a fatal. Total, ya conoc�a al viejo de Salvador y a su
sobrino, trabajaban juntos, eran buena gente.
Pasaron cerca de 30 minutos y sent� que no pod�a m�s con los
libros. Abr� la puerta de mi cuarto y asom� la cabeza al pasillo. A Salvador y a
su sobrino (creo que se llamaba Mart�n, pero no recuerdo bien) se les o�a
trajinar en la cocina. Mi casa consiste en un largo pasillo a lo largo del cual
se van distribuyendo las habitaciones. La cocina estaba en el extremo m�s
alejado de la puerta de entrada a la casa y mi habitaci�n m�s o menos por la
mitad el pasillo. Y como la puerta de la cocina estaba abierta, desde mi
posici�n pude ver c�mo trabajaban los fontaneros. Salvador estaba inclinado
sobre la mesa, as� que solo pod�a verle las piernas, pero a su sobrino si pod�a
verle bien. Le calcul� unos veintitantos a�os. No es que fuera una belleza, pero
ten�a un cuerpo muy bien formado...bastante apetitoso para una chica de mi edad.
As� que ya que estaba sola, aburrida y harta de estudiar, decid�... divertirme
un poco. Algo, no s�...por entretener a mis hormonas. �Qu� de malo hab�a en
ello?.
Volv� a meterme en mi cuarto y me dirig� al espejo de la
c�moda. Como hac�a calor yo llevaba unos pantaloncitos muy cortos, que me
parecieron bien para mi prop�sito, y una camiseta de tirantes, bastante
escotada, perfecta. Pero hab�a algo que fallaba...el sujetador. Me liber� de �l
y la visi�n que me devolvi� el espejo me gust� mucho m�s. Mi pechos parec�an
querer salirse de la ajustada camiseta (tengo bastante pecho, aunque siempre he
querido tener m�s). Di unos cuantos pasos hacia atr�s y avanc� hacia el espejo,
fijando mi vista en unas bamboleantes tetas que me convencieron de su poder
hipn�tico. Me descalc� y me solt� el pelo, que lo llevaba atado en una cola.
Suspir�. Todo bien. Adelante, pues.
Volv� a salir al pasillo y me dirig� con paso decidido hacia
la cocina, pero justo cuando me quedaba menos de 2 metros de pasillo para
llegar, o� c�mo Salvador le ordenaba a su sobrino ir al almac�n a recoger
no-s�-que-cosa para las tuber�as. Llegu� para ver c�mo el muchacho sal�a de la
cocina y avanzaba por el pasillo sin apenas mirarme. Bueno, si, me mir�...las
tetas, por supuesto. Pero ni siquiera levant� la vista o se par�. Sin embargo no
me desanim�, pensando que como no tardar�a en llegar, pues no pasaba nada si le
esperaba en la cocina, tom�ndome un descafeinado o algo... para hacer tiempo.
Entr� y salud� a Salvador...
" Salvador...hola "
" �Hombre, Tamara! T� por aqu�! �ya saliste del
claustro?"
" Pues si..., voy a tomar algo, �la apetece un
caf�?"
" Bueno, me tomar�a una cerveza bien fresquita".
Mientras sacaba la cerveza del frigor�fico y calentaba la
leche en el microondas le observ�. El caso es que no estaba nada mal aquel
hombre... un poco...bueno, no...BASTANTE mayor para mi, pero mis hormonas al
parecer aquel d�a no atend�an a razones. Me percat� de que �l me miraba de reojo
y le not� nervioso. Normal. Mis pantalones eran tan cortos que me llegaban al
inicio de los muslos y tan pegados que se me notaba bastante la forma de mi
sexo. Y encima sin sost�n. Ech� un par de cucharadas de caf� a la leche y, al
mirar hacia abajo, vi que ten�a los pezones a punto de romper la tela de la
camiseta. Me avergonc� un poco, porque adem�s me not� h�meda. Y eso que llevaba
un salva-slip puesto.
" Y bueno, Tamara...cu�ntame, �ya tienes novio?
Mi sobrino me dijo hace un rato que eras muy guapa, pero el pobre es
muy t�mido. �Ya os conoc�is, no?"
"Si..."
" �Y qu� te parece?"
" Que est� bien.."
" �Bien?" � risas- "�solo bien?"- m�s risas.
Me gir� hacia �l y le tend� la cerveza. Salvador alarg� la
mano para cogerla y vi que le temblaba ligeramente. Me estaba mirando las tetas.
Yo saqu� m�s busto, vamos, que las "ech� p�lante", como se suele decir, en un
movimiento reflejo, porque en seguida me arrepent�, ya que �l levant� la vista y
me mir�. Casi ser� decir que me clav� la vista. Una mirada inquisitiva.
Una mirada que me excit�.
Entonces ya no respond� de mis actos. Me sent�a como una
leona enjaulada, ardiente, con unas ganas terribles de romper las reglas. Me
acerqu� lentamente hac�a �l sosteni�ndole la mirada y alargu� una mano hacia su
pecho. Lo not� duro, fuerte, y comenc� a deslizarla hacia arriba hasta tocarle
el hombro, el brazo... y su tacto me excit� m�s a�n. Salvador segu�a mir�ndome
fijamente, sin moverse, sin apenas atreverse a respirar. Yo volv� a dirigir mi
mano hacia su vientre y la fui bajando hasta tocarle el sexo por encima el
pantal�n vaquero. Ten�a un paquete enorme, su tacto a trav�s de la tela me hizo
estremecer. Entonces Salvador se retir�, dio un paso hacia atr�s y musit� algo
as� como que �l podr�a ser mi padre.
Yo, a mi vez, avanc�, salvando la distancia que �l hab�a
establecido y me apret� contra su pecho, sintiendo la dureza de su miembro a la
altura de mi bajo vientre, respirando el olor a su sudor. Le puse ambas manos a
los lados de las caderas y le apret� m�s contra mi. Y ese fue el resorte.
Reaccion� cogi�ndome de la cintura y tumb�ndome de espaldas en la amplia mesa de
la cocina.
" Ser�s putita... �qu� es lo que quieres,
ni�ata?".
Lo dijo jadeando, tratando de controlar una situaci�n que ya
se le hab�a escapado de las manos. Pero yo, a pesar de ser tan joven, sab�a que
a los hombres les gusta el papel de "machos dominantes" y hice como que me
dejaba hacer. Total, mi objetivo se iba a cumplir, la forma me daba igual,
corr�a de su cuenta, �l era el experimentado... y esa idea me excit� tanto...
Mi respuesta fue cogerle del cuello y atraerle hacia mis
labios, pero �l rehus�. A cambio me agarr� la vieja camiseta por el escote y de
un tir�n la rompi� dejando en plena libertad a mis pechos, que salieron
disparados. Hundi� la cabeza entre mis senos y agarr�ndomelos con las dos manos
comenz� a lamerme, para luego dedicarse a chupar alternativamente mis adoloridos
pezones. Yo estaba tan excitada que cre� que me mor�a. Ten�a ganas de que aquel
placer durara siglos, pero Salvador no parec�a estar por la labor, porque
comenz� a bajarme trabajosamente los pantalones mientras me com�a (literalmente)
los pechos.
Cuando por fin lo pantalones se deslizaron hacia el suelo yo
me abr� de piernas todo lo que pude, gimiendo y maldici�ndole, y no s� de d�nde
me sali� aquella vena tan agresiva, pero lo cierto es que en toda mi vida sexual
posterior jam�s he estado tan excitada como aquella vez. Me meti� los dedos por
la vagina, comprob� satisfecho lo caliente y h�meda que estaba, y celebr�ndolo
con un gru�ido se inclin� y le dio un par de lametones a mi hinchado cl�toris
mientras se bajaba la cremallera y sacaba una enorme polla, dura como una
piedra.
Me penetr� sin miramientos. Al principio solo meti�, casi
apoyando simplemente, la punta de su miembro entre mis labios vaginales, pero
ante mis quejidos decidi� no andarse con ceremonias y comenz� a salir y a entrar
de mi co�o con una facilidad pasmosa. Yo no sab�a ad�nde agarrarme, sent�a unos
irrefrenables deseos de morderle... hasta que me lleg� el primer orgasmo. Y un
segundo y un tercero ... hasta que �l sali� de m�. Sac� su enorme polla de mi
sexo y, con un grito contenido, se corri� sobre m�, roci�ndome de semen los
muslos y el pecho.
Se apoy� con las dos manos en el borde de la mesa, mientras
yo yac�a exhausta. Estaba rendida y lo mejor es que mis nervios hab�an
desaparecido por completo. Cerr� los ojos y ya comenzaba a abandonarme a un
agradable sopor cuando not� c�mo Salvador se sub�a la cremallera y me tiraba los
pantalones a la cara.
" Tamarita, anda, vete vistiendo que mi sobrino
no tardar� en llegar. ��Vaya, ni�a, menudo bicho que est�s
hecha!!... Hace a�os que no follo as�!!...Por cierto, �sigues
interesada en conocer a mi sobrino?".
Le respond� que si, me baj� de la mesa y le di un beso en la
mejilla. Entonces tocaron a la puerta de entrada y sal� corriendo a mi cuarto,
para vestirme. Me lav� un poco, me puse un vaporoso vestido de verano y me
dirig� de nuevo hacia la cocina...
Aliena del Valle.