Relato: Novios de otros tiempos





Relato: Novios de otros tiempos

Romeo Dolorosa. Para ser sincero,
el nombre de ella lo he olvidado, en nombre de la caballerosidad; s�
perfectamente qui�n es, y prefiero llamarle de otro modo, puesto
que es seguro que leer� estas palabras...as�, le pondremos
Susana, puesto que no se asemeja a su nombre.



Corr�a el a�o de 199...,
en la ciudad de Santiago, en un barrio de Quinta Normal, y por ese entonces
ten�a diecinueve, ella diecisiete de edad, y �ramos vecinos;
no s� si alguno de ustedes tuvo alguna vez una de esas vecinas con
las que suelen molestar tus padres, como si al ser ni�os pudieras
desarrollar verdaderos sentimientos de pasi�n o amor ante una mujer
que no sea tu madre... el caso es que Susana era eso: mi supuesta novia
infantil. Cuando jug�bamos sol�a defenderla, ya que otros
ni�os no les parec�a compartir con ni�as. Ella ten�a
el pelo pajizo y ondulado, las cejas tupidas m�s no gruesas, y los
ojos de color azul; era p�lida y pecosa en la nariz, adem�s
de tener dientes grandes, ser desgarbada y con la voz algo grave para ser
ni�a. Yo era m�s bien corpulento, con los dientes parejos
de tantos cuidados maternos, de cabello matizado rubio y liso, los ojos
grandes y azules y las manos gruesas, aunque de buen porte para mi edad...
como dije antes, ni�os en crecimiento.



Durante unos a�os ella march�
con su padre al extranjero, puesto que era exiliado pol�tico, mientras
la madre se qued� en casa, as� que no supe de ella al menos
tres a�os, entre los diez y los trece; para cuando volvieron a vivir
al barrio, yo estaba entrando en la adolescencia, tenia otro tipo de amistades
y hace mucho que hab�a dejado de preocuparme de ella, creo haberle
visto un par de veces durante esos cuatro a�os, esencialmente porque
casi no paraba en casa y ella, como supe despu�s, estaba internada.
Durante ese tiempo poco recordaba de la ni�a que comparti�
mis juegos y travesuras de infante; tuve un par de noviazgos con chicas
de mi edad, mas nada serio. En cierta forma pasaba de todos y todo, y mi
�nicos dos intereses reales eran la m�sica y las artes marciales,
adem�s de tener un buen promedio estudiantil, con lo cual pod�a
hacer lo que quisiera, siempre en un margen de respeto a mis padres...
a�n cuando sol�a meterme en l�os, no me castigaban
demasiado. Hasta que un d�a, ocurri� una desgracia.



Una tarde mientras volv�a
a casa temprano de ensayar con la banda, vi un c�mulo de gente fuera
de la casa de los padres de Susana; algunos de ellos estaban llorando y
el resto con marcas de profunda congoja, al ver a mi madre fuera con esta
gente me enter� de lo ocurrido: la abuela de Susana, madre de su
padre y quien viv�a con ellos desde siempre, hab�a fallecido.
Su madre, amiga de la m�a, estaba deshecha al igual que su padre...
dej� las cosas en casa, y volv� donde mi madre, esperando
servir de algo; en esos momentos era cuando pod�a ser de utilidad.
Mi vecina, quien por cierto era bastante bella, me pidi� el favor
de ver a su hija, de preocuparme de que estuviera bien, puesto que hab�a
llegado hace unos momentos antes que yo, y seguramente los parientes adultos
la estar�an ahogando a p�sames. Pens� que era una
estupidez estar consolando a alguien que deb�a sentir su pena, que
era una ni�a igual que antes y que en el fondo no ser�a sano
el molestarla, m�s guarde mis pensamientos y part� en busca
de ella... Mi sorpresa fue mayor al verla, ya que de la ni�a de
mi infancia quedaba poco, estaba ante una muchachita mona, de cabello largo
y ondulado con el mismo tono de anta�o, cuidadosamente peinado en
una cola hasta su cintura; su cuerpo cubierto por un traje ajustado de
raso con chaqueta de negro, unos pantalones del mismo color entallados
en su silueta delgada, de buen porte, algo como 1,65 m., con la cara delgada
y casi sin pecas y los dientes bellos, a�n detr�s de esos
frenos. T�midamente avanc� hasta ella, esperando confuso
que me reconociera, y por suerte no me equivoqu�; as� como
tantas veces en nuestra vida anterior, ella se abalanz� en mis brazos,
tom�ndome del cuello con los suyos y descargando un fuerte lamento
en mi pecho, al tiempo que lagrimas ardientes cayeron copiosamente de sus
ojos.



Un grado est�pido de verg�enza
se posesion� de m�, aunque no dej� de abrazarla. Lo
que sigue es algo confuso y de hecho sin importancia para la narraci�n,
s�lo puedo agregar que durante la noche no me despegu� de
su lado, a la vez que ella no dejaba de aferrarse a mi brazo, cada vez
con m�s fuerza. Mi madre, en su bendita sapiencia, sugiri�
que ella fuera a pernoctar en nuestra casa, ya que en casa de sus padres
el velatorio seguir�a por horas y la gente no estaba dispuesta a
irse tan f�cilmente... el caso es que termin� en mi casa,
mis padres en casa de sus padres y ella en mi habitaci�n, con la
excusa de tener miedo a dormir sola; llegamos pues a eso de las 23:00 h.,
y subimos a mis aposentos con prontitud; mi hermano mayor estaba estudiando
en casa de su novia y no pensaba llegar hasta ma�ana al almuerzo;
mi mente trabajaba en forma febril, estaba a ciento por ciento concentrado
en ella, en c�mo ser�a tener mi primera vez con ella, la
noviecita de mis juegos, que hoy cuando analizo esto, no dejo de sentir
que era despreciable, pero en el fondo todo era algo extra�o y la
vida da oportunidades extra�as siempre.



Una vez en mi habitaci�n,
busqu� el saco de dormir para m�, mientras ella se met�a
bajo las sabanas sin desnudar; charlamos largo y tendido y mentir�a
si dijera que recuerdo bien de qu�, pero me era dif�cil tener
una perspectiva oratoria en esos momentos. Recuerdo que apagamos la luz,
justo al momento de que mis padres nos vinieron a ver; sent� c�mo
ellos marchaban prontamente, y a la vez c�mo no dejaba de pensar
en quien ten�a a un paso... era demasiado y decid� botar
tensiones, as� que abr� el saco y me met� en el ba�o
contiguo a mi habitaci�n. Comenc� r�pidamente a masturbarme,
con algo de brusquedad y rabia, sent�a que la vida se me iba en
ese gesto, imaginando a Susana en poses que una ni�a no podr�a
tener, a�n si era tan deseable. Pensaba en el tama�o y sabor
de sus pechos, en el olor de su pubis y en como ser�a encular ese
dulce trasero. Termin�, me limpi� y lav� mis manos,
di la cadena del ba�o para no levantar sospechas y sal� con
prontitud; cu�l no ser�a mi sorpresa cuando vi que ella estaba
sobre la colcha con las manos perdidas entre las piernas, con la espalda
doblada y un grado de satisfacci�n en su rostro. Hab�a prendido
repentinamente la luz, y con ello le encontr� de esa manera; al
momento tap� su cara, presumiblemente avergonzada, pero el efecto
estaba hecho. Me acerqu� a la cama, levant� las mudas y qued�
frente a sus ojos; tom� con mis fuertes manos de forma delicada
su rostro, busqu� sus labios, aquellos botones regordetes y rosa,
y beb� de su boca el m�s dulce y ardiente beso hasta entonces.
Con el cuerpo cubr� el suyo, sobre ella frot� mi entrepierna,
mientras ella dejaba que las suyas rodearan mi espalda, a la vez que sus
dedos se perd�an en mi largo y espeso cabello. As� nos mantuvimos
por unos momentos, al parecer una eternidad, hasta que en un gesto se puso
sobre m�; sonri� con la tibieza de otros tiempos y se sac�
su camiseta ajustada, dej�ndome ver un brasier de blanco encaje,
probablemente regalo de la madre, el cual solt� sin dejar de mirar
mi rostro. Puso su pecho sobre mi polera corta sin dejarme vislumbrar esos
senos que tanto me estaban obsesionando; susurr� que esto siempre
hab�a pensado que pasar�a, que ella perder�a su virginidad
conmigo, que desde peque�a estaba segura que nuestra relaci�n
se dar�a y s�lo era cuesti�n de tiempo, lo cual me
puso algo nervioso, no sab�a si estar�a a la altura de sus
expectativas.



Busqu� con las manos tocar
sus pezones, a la vez que no dejaba de besarla y proced� a tocarlos,
sent�a c�mo el calor inundaba su cuerpo y un estremecimiento
recorri� su cuerpo. Pude por momentos incorporarme para desnudar
mi torso, a lo cual ella agreg� que le gustaba mi marcaci�n,
comenzando a recorrer mi pecho con los dedos de una mano, a la vez que
trataba de bajar mi pantal�n con la otra. Empez� torpemente
a besar mi cuello, luego mi pecho y baj� hasta mi vientre, al tiempo
de jalar mis jeans con ambas manos, dej�ndome en interiores solamente,
separando los botones con prontitud, dejando escapar mi erecto pene; entonces
dijo algo sobre lo que practicaban sus compa�eras con sus amigos,
que les chupaban el miembro hasta dejarlos eyacular, y en el internado
entre ellas se daban demostraciones con pepinos y otros frutos. Baj�
su boca besando levemente mi capullo, d�ndose tiempo de apreciar
la reacci�n en mi rostro, en mis manos entrecerradas sobre las s�banas,
para luego cubrir mi glande primero y mi pene hasta donde pod�a;
su lengua hac�a milagros movi�ndose en el agujero de su boca,
sus dientes y los frenos rozaban algo mi tronco, lo cual lograba excitarme
m�s, y tuve que prontamente retirarla de esa posici�n, si
no eyacular�a y no sab�a con certeza si recibir�a
bien este regalo en su garganta: la verdad es que no deseaba embarrarla.
Me puse en sus pechos, en ese par de meloncitos duros y bien formados que
pose�a, y proced� a mordisquear con locura; a su vez ella
buscaba mi espalda con sus dientes, mientras sus manos me guiaban entre
sus pantalones, baj�ndolos, quitando su tanguita peque�a
y blanca, h�meda gratamente, para as� posar mis manos en
su sexo, metiendo con rudeza mis dedos entre sus labios vaginales, entrando
y saliendo... la voz se volv�a a ratos incongruente, le escuchaba
gemir: siii, siii ,ohhhh, �ah! �ah! Auuuhh...sigue...



Cuando sus gemidos se hicieron m�s
intensos, comenzaron leves estertores, entonces supe que deb�a penetrarla;
con torpeza le pregunt� si deseaba que la desvirgara, ella s�lo
movi� la cabeza afirmativa, para seguir gimiendo. Me puse sobre
ella, con las caderas en posici�n y con suavidad empec� a
entrar; estaba h�meda, sus piernas, su culo y sexo, y sin embargo,
cost� para que entrara, lo cual me agradaba secretamente. Sus paredes
se estrechaban sobre mi pija, apretaban a cada entrada, al tiempo que sus
dedos se perd�an en mis muslos, enterrando las u�as en mis
carnes, obligando que entrara con mayor rapidez. Comenzamos a movernos
de manera torpe, inconexa, para luego encontrar un ritmo propio, una conjunci�n
sexual que se mec�a al vaiv�n de sus gemidos y los m�os;
su voz, pastosa y sensual, se dejaba arrastrar ante cada embestida, hasta
que la coherencia dej� de tener lugar; comenz� a subir el
tono, a mordisquear con fuerza y a pedir que fuera m�s intenso:
�M�s fuerte!...ahhh,ahhh, que me duela, m�temela hasta
el fondo, r�mpeme, p�rteme en dos, ahhhh, ahhhh, ohhhhh s�....auuhhh...
As� fue como empec� a sentir el orgasmo, sin preocuparme
de si pod�a embarazarla o no, termin� dentro, cayendo sobre
ella, a la vez que disfrutaba de su l�nguido gemido de placer.



Pensaba que con esto bastar�a,
cuando sent� su boca sobre mi pene otra vez, me la estaba chupando,
qued�ndome a mano sus caderas. Lam�a con deleite mis huevos,
y yo busqu� acomodar su vulva sobre mi boca; mordisqueaba con premura
cada punto de sus labios bulbosos, h�medos otra vez, separ�ndolos
y buscando su peque�o cl�toris, para as� comerlo,
devorarlo a chupones y dentadas, hasta que sent� su l�quido
sobre mi boca, bebi�ndolo con premura. Entonces, con pensamientos
torvos me sal� de esa posici�n sin perder de vista sus caderas,
y puse su cabeza contra la cama, levant� sus muslos dej�ndolos
a mi merced, decidido a tomarla por culo. Me incorpor� apoyando
mi glande entre sus nalgas apretadas y de manera feroz entr� en
su peque�o orificio; su esf�nter se contra�a y dilataba
exquisitamente, en tanto de su garganta sus gemidos se hac�an m�s
duros, m�s secos, como si el dolor le encantara... tengo que agregar
que su entrechocar de caderas, dif�cilmente significaba que estuviera
inc�moda. Mi pija entraba con fuerza, sal�a casi hasta la
punta, para entrar otra vez, y sus gemidos terminaron siendo gritos apasionados:
���S����!!!, r�mpeme
el culo, hazme sangrar, quiero que me hagas tuya , ahhhhahhha....ahhhhh...



Al acabar, nos vestimos lentamente,
ordenamos y nos dormimos con un beso, sobre la cama, con la promesa de
volver a repetir; pero eso es otra historia.


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Relato: Novios de otros tiempos
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