TARDE DE VICIO
por Angel Gil D�az
La casa de mi prima estaba frente a la m�a, por eso y porque
daba la casualidad de que nuestro pueblo estaba algo alejado de donde viv�an
nuestros amigos del colegio est�bamos casi todo el rato juntos y ten�amos mucha
confianza entre nosotros. Cuando me preguntaban qui�n era mi mejor amigo, yo
siempre respond�a "la prima Vero", que as� era como la llamaba. Nuestro
pasatiempo favorito era tan sencillo como divertido (al menos, para nosotros):
salir con nuestras bicicletas y pedalear como locos por los senderos menos
concurridos de nuestro pueblo. A pesar de que mi prima era tres a�os mayor que
yo, siempre le ganaba. Luego nos deten�amos en "nuestro sitio", que era una zona
del bosque por donde no sol�a pasar nadie y que nos gustaba porque all� hab�a
una roca enorme donde una vez escribimos nuestros nombres, aunque no tardaron en
borrarse. Era el lugar id�neo para jugar al escondite ya que hab�a muchos
�rboles y arbustos tras los cuales esconderse. Fue aqu� donde perd� mi
virginidad, y de qu� modo.
La historia que quiero contar ocurri� cuando yo ten�a doce
a�os y mi prima, quince. Por aquel entonces no est�bamos demasiado tiempo juntos
porque ella estaba en el instituto de la ciudad mientras que yo segu�a en el
colegio del municipio. De todas formas, esto no imped�a que muchas tardes de
ocio sigui�semos con nuestra costumbre de echar carreras con las bicis y
acab�ramos en "nuestro sitio". Fue aqu� donde mi prima me habl� por primera vez
de Sabela, una chica que conoci� en el instituto y que, al parecer, se hab�a
convertido en su mejor amiga, lo cual me pon�a un poco celoso. Lo que m�s me
fastidiaba era que cuando hablaba de ella, no paraba de elogiarla, que si Sabela
era muy divertida, que si era incre�ble, que si esto, que si lo otro... Y lo
gracioso era que s�lo me dec�a eso, sin explicar por qu� era tan incre�ble y
divertida. Tambi�n me dijo que era albina, y cuando me explic� que era eso, yo
no pod�a evitar imaginarme a la tal Sabela como una vieja, por eso del pelo
blanco, a pesar de que mi prima no parase de decir que era guap�sima y que ojal�
ella fuese igual de hermosa. No s� de qu� se quejaba, la verdad. Mi prima era (y
es) una belleza. Ten�a el pelo casta�o rojizo, liso y sedoso, que le llegaba por
los hombros, unos ojos marrones de expresi�n inocente que cautivaban a
cualquiera, y un cuerpazo incre�ble, lleno de curvas, con un culito precioso y
unos pechos que ya entonces eran grandes, pero bien proporcionados. De aquella
yo la ve�a s�lo como una buena amiga y nada m�s, pero era consciente de su
belleza que incluso a m� me impactaba, sobre todo cuando vest�a ropas de verano.
En las escasas ocasiones en que mis amigos la vieron me dec�an que menuda suerte
que yo ten�a por estar tan cerca de una chica as� de maciza, pero yo pasaba de
estos comentarios puesto que se trataba de mi prima, no de una cualquiera.
Aunque he de confesar que en un par de ocasiones me hab�a preguntado c�mo ser�a
poner mis manos en aquellos suculentos pechos, pero pronto abandonaba tal idea y
me dedicaba a fantasear con las modelos de las Penthouse que me prestaba alguno
de mis amigos.
Un d�a que mi prima volv�a a cubrir de elogios a su querida
amiga, yo le dije:
�Pues a ver si un d�a me presentas a esa chica tan especial.
�Ella tambi�n tiene ganas de conocerte �me dijo�. Ya le habl�
de ti y dijo que deb�as de ser muy mono.
Me sonroj� ante este comentario y ella se ri�.
�No te hagas ilusiones, que tiene diecisiete a�os. No le
gustan los ni�os.
Yo le saqu� la lengua y cambi� de tema, olvid�ndome del
asunto. Sin embargo, mi prima no se olvid� porque unos d�as despu�s me dijo que
nos encontrar�amos con Sabela en "nuestro sitio". Lo cierto es que recib� la
noticia con desinter�s; no me apetec�a gran cosa ver a una chica con aspecto de
vieja. Pero tambi�n sent�a cierta curiosidad, y adem�s, a mi prima se la ve�a
muy ilusionada y no me pude negar.
Era una calurosa tarde de primavera y mi prima iba vestida de
un modo muy sugerente. Un top naranja aprisionaba sus exuberantes pechos,
perfilando la forma de los pezones y dejando al aire su plano y bronceado
vientre; y unos pantalones cortos de deporte, negros, la cubr�an un poco m�s de
lo que lo har�a unas bragas y se ce��a deliciosamente a su culito. Cuando la vi
as�, me puse rojo como un tomate; le daba cien vueltas a cualquier t�a que yo
hubiese visto nunca, ya fuese en pel�culas, en revistas o por la calle. Me cost�
un gran esfuerzo apartar la mirada de aquellos maravillosos senos y tuve que
recordarme que era mi prima, la hija del hermano de mi padre, casi una hermana,
joder. Cuando salimos en las bicis, ella iba delante de m� y yo no pod�a dejar
de mirar su provocador culo, como el pantaloncito se le met�a entre las nalgas
al estar sentada en el sill�n. Sufr� una erecci�n de caballo y me apresur� a
adelantarla. Por el camino consegu� calmarme, pero no dur� mucho.
Mi prima hab�a acompa�ado a Sabela hasta "nuestro sitio" el
d�a anterior (yo me puse celoso cuando me enter�) para que supiese el lugar
exacto y no se perdiese cuando viniese sola. Sabela ten�a buena memoria; estaba
all�, junto a la roca, cuando mi prima y yo llegamos. Yo casi me hab�a olvidado
de ella, ocupado en no fijarme en los encantos de mi prima, sin mucho �xito,
pero cuando la vi, su imagen se me qued� grabada para siempre. Su pelo blanco,
ligeramente ondulado y abundante, le llegaba casi hasta la cintura; su p�lido
rostro de l�neas elegantes era extremadamente bello, el m�s hermoso que hab�a
visto nunca (con perd�n de mi prima), y sus ojos grises, ligeramente rasgados,
eran penetrantes y seductores. Llevaba un vestido de verano negro que
contrastaba con su blanca piel, le llegaba por encima de las rodillas y era
escotado, lo suficiente como para apreciar unos senos redondos, grandes y
esbeltos, de un tama�o similar a los de mi prima; el vestido se ajustaba
suavemente a su delgada cintura, y se pod�a admirar la curva de sus voluptuosas
caderas; sus piernas de modelo no se quedaban atr�s, eran magn�ficas. Aquella
chica exhalaba sensualidad por todos sus poros. Me qued� mir�ndola, sin
parpadear, embobado. Me la imaginaba como una vieja, y result� ser una diosa.
�Parece que le has impresionado �brome� mi prima.
Sabela mostr� una sonrisa radiante y se acerc� a m�.
�As� que �ste es el famoso primo de Ver�nica �dijo�. Mucho
m�s guapo de lo que pensaba.
Se inclin� hacia m� y yo no pude dejar de mirar su generoso
escote. No llevaba sujetador. Volv�a a estar empalmado. Sabela me dio un beso en
la mejilla con los labios entreabiertos y sent� la punta de su lengua. Solt� un
jadeo. Tuve que resistir el impulso de posar mis manos en sus caderas.
Sabela ri�, enderez�ndose.
�Tu primo parece un poco acalorado.
Mi prima tambi�n ri�. Afortunadamente yo llevaba una camiseta
algo larga y no se me ve�a el bulto entre las piernas. Sabela llevaba un peque�o
bolso y de �l sac� un caramelo de menta y me lo dio.
�Para que te refresques un poco, guapet�n.
Lo acept� y me lo met� en la boca. Nos sentamos sobre la
hierba, junto a la roca, con las piernas cruzadas tipo indio. Ellas dos estaban
una al lado de la otra y yo enfrente. Mis ojos no paraban; me fij� en que a mi
prima se le hab�a subido un poco el ce�ido pantal�n y se le ve�a el borde de las
bragas blancas por la ingle; luego me fij� en que Sabela se hab�a subido un poco
el vestido, exhibiendo sus muslos carnosos, perfectamente moldeados, blancos
como el marfil. Mi polla estaba m�s tiesa que nunca. Sabela coment� que hac�a
bastante calor y se desabroch� un bot�n del vestido, ampliando m�s el escote. Me
puse a morderme las u�as. Al poco decidieron descalzarse, para refrescar los
pies. Mi prima se acuclill� para sacarse los deportivos, el culo se le marc� de
un modo incre�ble y el pantal�n se le baj� un poco, dejando ver otro poco de las
braguitas. Me sent�a culpable por ponerme tan cachondo mirando a mi propia prima
carnal, pero no pod�a evitarlo. Ya descalzas, volvieron a sentarse y me
preguntaron cosas como si ya ten�a novia o si me gustaba alguna chica del cole.
En un momento, Sabela se tumb� en la hierba, alz� las piernas y las separ� como
una gimnasta. El vestido se le subi� y pude ver claramente su tanga de color
rojo. Me qued� con la boca abierta. Mi polla iba a explotar si las cosas segu�an
as�.
��Sabela! �exclam� mi prima, entre sorprendida y divertida�.
�Quieres que a mi primo le d� un infarto?
Sabela volvi� a quedarse sentada, cubri�ndose las bragas y
poco m�s, sonriendo.
�Los ni�os tambi�n tienen derecho a mirar, �no? �dijo�.
Adem�s, t� tampoco eres muy considerada con �l. Mira como vas vestida, poco
menos que desnuda.
�Es distinto. Soy su prima �replic� Ver�nica, aunque no
parec�a enfadada.
��Pero mira qu� tetas tienes! �Qui�n aguanta algo as�? �Y de
pronto, Sabela puso las manos sobre los pechos de mi prima y se los apretuj�,
sorprendi�ndonos a los dos.
��Para! �grit� mi prima, riendo y apart�ndose, pero Sabela
a�n se las sob� un poco m�s antes de soltarla.
Aquello era demasiado para m�. Estaba jadeando, sudando, mi
cuerpo ard�a. Sabela me gui�� un ojo.
��Verdad que tengo raz�n, cari�o? �me pregunt�.
Me limit� a sonre�r, pero estaba claro que ten�a raz�n.
Deseaba sobarlas a las dos, manosearlas, lamerlas..., follarlas. Sab�a que era
imposible, claro. Mi prima, adem�s de ser de la familia, me llevaba tres a�os, y
Sabela cinco; yo s�lo era un ni�o para ellas, pero so�ar es gratis.
Sabela propuso jugar a los chinos y que el que perdiera
recibiese un castigo impuesto por los otros dos. Me alegr� de que fu�ramos a
hacer algo entretenido, as� me relajar�a un poco y mi polla se calmar�a. Adem�s,
yo sol�a tener suerte a ese juego en el colegio. Empezamos a jugar, usando
piedritas. Perd� el primero en perder. Sabela y mi prima me sonrieron.
�Vaya, vaya �dijo Sabela�. �Qu� castigo te podr�amos imponer?
Se me ocurri� que podr�an hacerme cosquillas; la idea de
aquellas dos macizonas toc�ndome y peg�ndose a m� me pon�a a cien.
�Ya s� �dijo Sabela, y se puso en pie�. Lev�ntate.
Yo lo hice, y ellas me miraron con sorpresa. Me di cuenta
demasiado tarde de que la camiseta se me hab�a subido un poco y como el pantal�n
que llevaba era de ch�ndal y me quedaba un poco suelto, mi polla erecta alzaba
la tela de un modo muy llamativo.
��Vaya con el ni�o! �exclam� Sabela, y mir� a mi prima�. �Ves
como ten�a yo raz�n? Eres una tentaci�n para cualquiera.
Mi prima me miraba asombrada, pero no dijo nada. Dese� que me
tragara la tierra, y el bulto de mi erecci�n fue menguando.
�Oooh �se quej� Sabela�. Est� bajando. Bueno, eso no impedir�
que te castiguemos. No te hagas ilusiones.
Me cogi� de la mu�eca con una mano y con la otra agarr� su
bolso, me llev� hasta un �rbol y puso mi espalda contra el tronco; a
continuaci�n, se puso detr�s, sin soltar mi mu�eca, abri� el bolso y sent� que
algo met�lico se cerraba en torno a mi mu�eca, me cogi� la otra mano e hizo lo
mismo. Me hab�a esposado al tronco del �rbol. �Qu� clase de chica lleva esposas
en el bolso? Empec� a protestar. Aquello no me parec�a gracioso. Mir� a mi
prima, en busca de apoyo, pero ella s�lo sonre�a, divertida.
��se es tu castigo �sentenci� Sabela�. Te dejaremos ah� hasta
que creamos conveniente. �Y fue a junto de mi prima, contoneando sus caderas�.
V�monos �dijo.
�Hasta luego, primo �se despidi� mi prima, y ambas se
alejaron, desapareciendo tras la enorme roca.
Empec� a llamarlas, alarmado. Razon� que no pod�an estar
lejos dado que hab�an dejado all� su calzado. Pero el tiempo pas� y yo no o�a
nada. Despu�s de todo, yo s�lo era un ni�o y empec� a asustarme y a imaginar
cosas, como que alg�n psic�pata aparecer�a y me matar�a. Las llam� a gritos,
desesperado. �C�mo pod�an hacerme esto? A veces me parec�a o�r pisadas, miraba a
los lados pero no ve�a nada. No tard� mucho en ponerme a llorar. Volv� a
escuchar pasos, esta vez a mi espalda, y apareci� Sabela, seguida de mi prima.
�No llores, guapo �dijo Sabela, con dulzura�. �C�mo �bamos a
dejar a un chico guapet�n como t� aqu� solo.
Yo estaba a punto de sufrir un berrinche, pero entonces
Sabela peg� su cuerpo al m�o, presionando su pubis contra mi entrepierna, los
pechos quedaron a la altura de mi cara. Me qued� sin respiraci�n, olvid�ndome
por completo de mi enfado.
�Perd�nanos por haberte hecho pasar miedo �dijo Sabela�. Creo
que te debemos una compensaci�n.
Y movi� las caderas hacia delante, haciendo m�s presi�n
contra mi empalmada polla. No me pod�a creer que me estuviese pasando aquello.
Los ojos grises de Sabela estaban fijos en los m�os, y se pas� la lengua por los
labios.
�Vamos a hacer algo por ti, para que no nos guardes rencor,
�vale? �dijo, y seguidamente me dio un beso en los labios, su lengua se abri�
paso hasta mi boca y recorri� todo su interior. Al poco reaccion� y tambi�n mov�
mi lengua, torpe y excitadamente. Me sent� frustrado por no poder usar las manos
para sobarla mientras tanto.
Sabela se separ� de m� y dijo:
�Y ahora... prep�rate para el espect�culo.
Fue hasta donde estaba mi prima, que me miraba con un extra�o
brillo en los ojos. Se situaron a un metro de m� y empezaron a besarse en la
boca mientras se abrazaban. Ve�a c�mo se lam�an las lenguas mutuamente, como se
mordisqueaban los labios, escuchaba sus respiraciones agitadas, el sonido de sus
besos. Mi excitaci�n super� la sorpresa de ver a mi dulce prima, la que parec�a
tan modosita, haciendo aquello. Sabela sobaba a conciencia el culo de mi prima,
y �sta desliz� las manos bajo el vestido de su amiga y tambi�n se puso a
manosear su culo. Separaron los labios y Sabela lami� el cuello de mi prima, al
tiempo que apretujaba sus pechos, y acab� por quitarle el top, descubriendo sus
grandes y perfectos senos. Era la primera vez que le ve�a las tetas a mi prima y
eran mejores de lo que yo hab�a imaginado. Sabela empez� a chup�rselos y
sob�rselos con �nfasis mientras mi prima acariciaba su cabello sin dejar de
gemir. Aquello era insoportable, necesitaba desahogar mi gigantesca excitaci�n,
y lo �nico que pod�a hacer era mover las piernas como si tuviese ganas de mear.
Sabela pas� a acariciar con la lengua todo el vientre de mi prima y luego le
baj� los pantaloncitos hasta quit�rselos. Las braguitas de mi prima, blancas,
con un lacito rosa por delante, me parecieron preciosas y le quedaban genial. Yo
estaba jadeando, mis ojos se sal�an de las �rbitas mirando el cuerpazo de mi
prima; la deseaba, s�lo pensaba en foll�rmela, foll�rmela, foll�rmela... Sabela
le baj� las bragas y tambi�n se las quit�; empez� a acariciarle las piernas, a
manosearle los esculturales muslos, a lam�rselos, luego se puso a chuparle el
co�ito a mi prima y fue cuando �sta comenz� a gemir en serio; sus gemidos de
puro gusto penetraban en mi cerebro y estimulaban todav�a m�s mi lascivia. Al
cabo de un rato, Sabela dej� de saborear el co�o de mi prima y se puso en pie
para darle otro morreo. Entonces mi prima desabroch� el vestido de Sabela y se
lo quit�. �Madre m�a, qu� buen�sima estaba! Aquello era un castigo mayor que
dejarme all� esposado, mucho peor. Iba a morirme de deseo. Ver a mi prima
lamiendo los irresistibles pechos de Sabela al tiempo que manoseaba sus nalgas
me hizo perder la cabeza. Les grit�, desesperado:
��Os quiero, os quiero, oh, s�, os quiero follaaar! �Jam�s
cre� que ser�a capaz de decir algo as� a mi propia prima, pero era la pura
verdad.
Ellas me miraron sorprendidas, y luego sonrieron. Aquellas
dos bellezas avanzaron hacia m�, contone�ndose, cadera con cadera. Mi prima,
cuyos ojos estaban h�medos de excitaci�n, me murmur� "cari�o" antes de besarme
en la boca, chupeteando mis labios; yo busqu� su lengua con la m�a y la
encontr�, y la sabore�. Mientras, Sabela me descalz� y me quit� el pantal�n y
los calzoncillos, y acarici� mi empalmado pene.
�Qu� hermoso �dijo, y comenz� a lamerlo desde los test�culos
hasta el glande. Sentir su lengua h�meda y caliente en mi polla me hizo gemir de
gozo.
Mi prima se arrodill� ante m�, al lado de su amiga, y se
meti� mi polla en la boca, trag�ndosela toda, apret�ndola suavemente con los
dientes; Sabela se puso a lamer mis test�culos, a chuparlos. El placer que
sent�a era infinito, innombrable, y no tard� en correrme en la boca de mi prima,
y ella se trag� toda mi leche, que no era poca, hasta la �ltima gota. Sin
embargo, mi polla s�lo se hab�a calmado a medias, a�n segu�a medio erecta; mi
deseo era demasiado grande.
Sabela cogi� del bolso las llaves de las esposas y me liber�
por fin. Mi prima me sac� la camiseta sin p�rdida de tiempo y me lami� el
vientre y el pecho. Yo volv�a a estar empalmado con todas las de la ley. Mi
prima se tumb� sobre la hierba, abierta de piernas.
�F�llame, primito �gimi�.
Yo observ� aquel co�ito h�medo, el vello p�bico del mismo
casta�o rojizo que su pelo; era precioso, y era m�o, todo m�o (bueno, y quiz�
tambi�n de Sabela). Me puse sobre ella, Sabela se encarg� de dirigir mi pene al
interior del co�o de mi prima y entonces la penetr� con fuerza, y ella solt� un
gemido agudo y clav� las u�as en mis brazos; yo segu� penetr�ndola,
embisti�ndola casi con furia, al tiempo que lam�a los espl�ndidos pechos.
Mientras, Sabela se hab�a quitado el tanga y se masturbaba, meti�ndose tres
dedos en la vagina y chup�ndoselos de cuando en cuando sin dejar de observarnos.
Por fin me corr� dentro de mi prima, y me qued� extenuado, con la cabeza
reposando sobre sus pechos, bes�ndolos de vez en cuando.
Cuando me apart� de encima de ella, rodando hacia un lado, mi
prima se levant� y Sabela se puso a su lado.
�Esto a�n no se ha acabado �dijo Sabela�. Vas a demostrarle a
tu primita lo mucho que la quieres.
Y volvieron a chup�rmela entre las dos, consiguiendo que me
excitase de nuevo. Mi prima se puso sobre m� a horcajadas, introduciendo mi
polla en su co�o, y la hice gemir de nuevo mientras yo sobaba sus muslos. Esta
vez Sabela no se limit� a mirar y pos� su co�ito albino sobre mi boca, y yo
empec� a degustarlo con apetito mientras ella hac�a lo mismo con los pechos de
mi prima. Volv� a eyacular. Ellas lamieron los restos de semen que quedaban en
mi polla. Ya no pod�a m�s, estaba agotado; sin embargo, a ellas dos todav�a les
quedaba energ�a y se pusieron a hacer el sesenta y nueve, Sabela debajo de mi
prima. Me puse a mirar c�mo se devoraban el co�o mutuamente y no tard� demasiado
en volver a excitarme. Era incre�ble. Cuando mi prima lo advirti�, se incorpor�
sin apartar su co�o de la boca de Sabela, separ� los labios vaginales de su
amiga y me dijo:
�Ahora f�llatela a ella. Se lo merece por habernos animado a
disfrutar de este maravilloso placer.
Yo estaba de acuerdo, de modo que penetr� a Sabela mientras
ella segu�a comi�ndole el co�o a mi prima. Para cuando me corr�, ya est�bamos
los tres muy cansados. Nos abrazamos, tumbados en la hierba; para m� estar entre
aquel par de cuerpazos era el para�so. Nos besamos y nos acariciamos durante
largo tiempo. Sabela me cont� que yo le gustaba a mi prima desde hac�a m�s de un
a�o y que se sent�a culpable por ello, porque yo s�lo era un ni�o y era su
primo, y pensaba que yo la despreciar�a si me enteraba (qu� equivocada estaba).
Fue Sabela qui�n la convenci� de que lo que ella sent�a no era nada malo y de
que yo estar�a encantado de foll�rmela. Mi prima no las ten�a todas consigo
hasta que me vio excitado, antes de que Sabela me esposase; fue entonces cuando
acab� por decidirse. Despu�s de saber esto no pude evitar excitarme de nuevo.
Ella se rieron y procedieron a chup�rmela hasta que me corr� en la boca de
Sabela, que comparti� mi semen con mi prima en un impresionante morreo. As� fue
c�mo perd� la virginidad, a la maravillosa edad de doce a�os.
Por supuesto, no fue la �nica vez que me foll� a mi prima. De
hecho, esa misma noche me qued� a dormir en su casa y me hizo una mamada
excelente. Foll�bamos a la m�nima oportunidad. El deseo que sent�amos el uno por
el otro era algo fuera de lo com�n. Lo mejor fue el verano del a�o siguiente,
cuando nuestros padres se fueron a un viaje y estuvimos solos una semana:
b�sicamente no par�bamos de follar excepto para comer y dormir. Fue esa vez
cuando me la foll� por el culo por primera vez; yo no paraba de decirle que su
culo me volv�a loco y quer�a penetrarlo al menos una vez; ella no estaba segura
de querer porque cre�a que le iba a doler, pero al final nos gust� tanto que lo
hac�amos casi todos los d�as. Por aquel entonces Sabela ya se hab�a trasladado
con sus padres a Madrid, lo cual nos entristeci�. Como despedida, hicimos un
tr�o en "nuestro sitio", que no fue tan incre�ble como la primera vez, pero
tampoco estuvo nada mal.
En la actualidad tengo diecis�is a�os, y mi prima diecinueve.
Como ella est� en la universidad, no podemos vernos muy a menudo, pero nuestra
pasi�n sigue intacta. Seguimos dese�ndonos con locura y estamos decididos a
decirles a nuestros padres que queremos vivir juntos como pareja en cuanto yo
cumpla la mayor�a de edad. Hasta entonces, s�lo podemos esperar y seguir
escondiendo nuestra desenfrenada pasi�n a ojos de los dem�s, todo por culpa de
unos est�pidos prejuicios.
En fin, aqu� se termina mi relato. Ahora tengo que ir a
complacer a mi insaciable primita, que esta noche se ha quedado en mi casa a
dormir, y m�s concretamente, en mi cuarto, puesto que tengo camas gemelas. Un
abrazo a todos, amigos.