Relato: Buena Madre





Relato: Buena Madre

Antes que nada d�jame decirle que este relatos es producto de
mi imaginaci�n, nos es real, pero ante todo espero que les guste y les haga
llegar a limites inigualables as� como me llegan a mi.



Acababa de cumplir los dieciocho a�os cuando todo esto
ocurri�. Pas� sin buscarlo, sin haberlo planeado nunca, pero desde entonces mi
vida tom� otro rumbo, inimaginablemente m�s pleno. Y todo ello pasando por
encima del m�s prohibido de los deseos: el incesto. S�, como fantas�a todos
hemos tenido una alguna vez, pero sin m�s anhelo que el de un pensamiento
caliente, m�s por prohibido que por deseo.


Mi madre es una mujer de lo m�s corriente, una madre tipo de
su edad, con su f�sico de 40 a�os y dos hijos en su haber. Y yo, t�pico
adolescente, me hab�a masturbado infinidad de veces pensando en ella. O incluso
algo m�s, probando el peligro, lo inaccesible: me hab�a hecho m�s de una paja
espi�ndola mientras orinaba con la puerta entornada, o cambi�ndose de ropa, o
mientras dorm�a la siesta. Le levantaba un poco la falda para verle las bragas,
o miraba de cerca por entre su escote sus grandes tetas mientras me la meneaba;
incluso roc� m�s de una vez mi polla tiesa en sus manos o en su cara. Despierta,
s�lo le hab�a arrimado el paquete a su culo con la excusa de llegar al armario
de los vasos mientras ella fragaba los platos, o le daba alg�n cachete inocente
en sus nalgas. Todo esto, claro, de una manera casi inconsciente, sin pensar que
era mi madre y que era una mujer: en mi mente adolescente s�lo era ver unas
tetas, hacerse unas pajas y poco m�s.


Pero todo camb�o un d�a cuando mi hermano peque�o, de quince
a�os, tuvo que ir al m�dico porque su pene ten�a demasiado estrecho el prepucio
y se lo estrangulaba cuando empez� a tener sus primeras erecciones. El m�dico,
para intentar evitar una operaci�n, sencilla pero molesta, le orden� unas
pomadas dilatadoras y unos ejercicios, y advirti� a mis padres para que
siguieran su evoluci�n y le informaran. Mi hermano no ten�a constancia y mi
madre siempre estaba record�ndoselo; mi hermano se quejaba por pereza y no se
aplicaba las pomadas ni hac�a los ejercicios, consistentes en subir y bajar la
piel, una vez erecto el pene, y forzar de vez en cuando un estiramiento que
siempre resultaba doloroso. Mi madre decidi� encargarse ella misma de que
hiciera los ejercicios.


Incluso nos hizo intercambiarnos el cuarto para ver si
d�ndole m�s intimidad consegu�a que cumpliera con la prescripci�n m�dica.


Con el nuevo cuarto vino un descubrimiento mayor: mi madre
dejaba de ser s�lo mi madre para pasar a ser una mujer y deseable. Mi cama se
apoyaba en la pared del cuarto de mis padres, y desde el primer d�a que consegu�
oirlos follar, sus jadeos, los ruidos de su cama, las obscenidades que se dec�an
para calentarse, mis espionajes, tocamientos, y por supuesto, mis pajas,
crecieron en progresi�n geom�trica. Y tambi�n mis atrevimientos: me la sacud�a,
sin correrme, por debajo de la mesa mientras comiamos, mir�ndola; o en sus
siestas, me corr�a a su lado si esperar a hacerlo en el ba�o. Cuando se iba a
casa de mi abuela, me entraba al servicio con una foto suya, la llamaba por
tel�fono y le echaba la leche por la cara al portarretratos mientras o�a su voz.


A todo esto, mi hermano segu�a sin hacer caso de su problema,
y mi madre, harta, decidi� que si no se lo hac�a ella no habr�a manera de evitar
la operaci�n. As�, cada tarde, cuando mi padre sal�a a trabajar, para que no se
enfadara con mi hermano, mi madre iba a su cuarto, le hac�a bajarse los
pantalones y ella misma le aplicaba la pomada y le bajaba la piel a tirones a la
polla de mi hermano. Yo les espiaba sin que me vieran: mi hermano, aunque
empalmado, estaba totalmente avergonzado, y hac�a como que le�a un c�mic para
taparse la cara y no ver lo que le estaban haciendo. Yo no consegu�a entenderlo;
le ten�a la mayor de las envidias: mam� le hac�a una paja cada tarde, sin
corrida, claro, y el muy imb�cil no quer�a ni verlo. �Para morirse! Yo s�lo
alcanzaba a, como buenamente pod�a, pajearme sin que me vieran espiarlos, aunque
tampoco me era dif�cil: mi hermano tap�ndose la cara y mi madre haciendo su
trabajo... Un d�a, y aunque no me pill� con la polla fuera, s� me vi�
espi�ndoles, y, cuando acab� con mi hermano vino a mi cuarto a reconvenirme:


-Juan, � te parece bonito mirar a tu hermano, con la
verg�enza que sabes que tiene?- me dijo. �Si se llega a enterar, ya podemos
acabar el tratamiento.



Yo, confuso, y sabi�ndome culpable no s�lo de eso sino de
hacerme pajas mir�ndola, dije lo primero que se me vino a la cabeza:


-Es que creo que yo tambi�n tengo ese problema aunque no tan
grave, claro, y tengo un poco de miedo, y quer�a ver que le hac�as, y ...- ya no
supe que m�s decir, pero no sab�a que, sin querer hab�a hecho diana en el
centro.


-�Vaya, hombre, voy a tener que tocarle el pene a todos los
hombres de la casa! A ver, ens��amela, no tengas verg�enza.


��Verg�enza?! No sab�a ella las ganas que yo ten�a. Despu�s
del primer segundo, mientras se agolpaban en mi mente todas mis fantas�as, y mi
polla empezaba a pon�rseme morcillona, me hice un poco el remol�n. Mi madre,
sent�ndose en la cama, me hizo poner delante de ella y empez�, impaciente, a
desabrocharme los pantalones. De un tir�n, me baj� pantal�n y calzoncillo hasta
los pies, y cuando levant� la cabeza, mi polla, bastante gorda ya, aunque gacha,
apareci� ante su cara:


-�Caray, Juan, esto no es el pitito de tu hermano! �Jol�n, ya
es como la de pap�!-me dijo, divertida.- A ver como tienes esto...-dec�a,
mientras me cog�a la polla con una mano y se ayudaba con la otra para bajar la
piel. Encima, con un moh�n muy suyo, frotaba la punta de la lengua con su labio
inferior, poni�ndome m�s cachondo, si cabe, de lo que me estaba poniendo
capullando y descapullando mi polla. Al poco, se dio cuenta de que una polla
totalmente tiesa apuntaba a su cara. Sorprendida, pensativa, me mir� sin dejar
de pel�rmela unos segundos m�s, y, de repente, algo azorada, se levant� y me
dijo que cre�a que no ten�a ning�n problema, pero que me la ver�a de vez en
cuando para cerciorarse; me dijo que cenariamos en una hora y sali�. Yo no sal�a
de un estado de embriaguez mental, y no sab�a si gritar de rabia o dar gracias
por parar en aquel momento, poque unas sacudidas m�s y hubiera eyaculado en la
cara de mi madre. Me tumb� en la cama sin temer que entrara mi madre, o d�ndome
igual, y me la mene� con fuerza hasta que me corr� murmurando "mam�, mam�" entre
jadeos de placer.


Durante toda la semana siguiente segu� masturb�ndome espiando
a mi madre, pero sin correrme: quer�a provocarme un recalent�n para que, si
surg�a una nueva ocasi�n, mi madre me sacara la leche a la menor sacudida.


Y la ocasi�n se present� un viernes por la tarde, una semana
y media despu�s, cuando mi hermano se hab�a librado de su raci�n de paja
desaprovechada porque mi padre se lo llevaba a un campamento del colegio a unos
130 kms. de nuestra ciudad. Mi madre entr� en mi habitaci�n y me dijo:


-Venga, Juan, que hoy no tengo al cabezota de tu hermano, y
puedo verte a ti- dijo, sent�ndose de nuevo en la cama. Yo no le quitaba los
ojos de encima: llevaba el camis�n de dormir, sin sostenes, y era como tenerla
desnuda delante de m�. Mi madre se propon�a avergonzarme creyendo que yo me
asustar�a de pensar en que una nueva erecci�n me pusiera en evidencia delante de
ella; as�, vistiendo provocativamente, esperaba que yo apartara la vista y
evitara la excitaci�n. �Qu� equivocada estaba! Yo no pod�a dejar de verle las
tetas, y verla a ella desabrocharme los botones del vaquero con mi paquete a
cent�metros de su cara me volv�a loco de deseo. En aquel momento creo que se dio
cuenta de su error, pero ya no pod�a hacer nada, as� que me baj� de nuevo los
pantalones, asi� mi polla tiesa y empez� a capullar y descapullar como si no
pasara nada. Miraba mi glande aparecer y desaparecer y despu�s me miraba a mi,
para seguir mirando mi polla otra vez, y as� durante alg�n minuto. Despu�s me
mir� otra vez con cierta expresi�n de duda; creo que, la pobre, debi� de pensar
que yo estaba como un burro porque ella misma me hab�a provocado el calent�n con
aquel camis�n; mir� hacia mi polla otra vez, y yo cre� que en aquel momento se
levantar�a y se ir�a, dej�ndome otra vez con la polla a reventar; pero en vez de
eso, me cogi� la polla m�s fuerte con la otra mano, como dej�ndome ver del todo
sus tetas movi�ndose al ritmo de su mano que, ahora s�, decididamente se mov�a a
ritmo de paja. Cuando empec� a suspirar fuertemente, intuyendo la inminente
corrida, acerc� mi polla a sus tetas, y en el momento que el glande toc� su
piel, chorros de leche, hirviendo de cientos de pajas retenidas durante 10 d�as,
saltaron de mi polla para estrellarse en el cuello y las tetas de mi madre,
entre jadeos que la llamaban "mam�aaa, mam�aaa". Ella no dej� de mene�rmela, con
los ojos entornados, la mirada fija en el surtidor de esperma y la boca un tanto
entreabierta, hasta que la �ltima gota de semen resbal� hasta su mano, y,
despu�s, se levant� de la cama y se fue de la habitaci�n.


Yo creo que llor� de gusto cuando me acost� en la cama,
regode�ndome con el recuerdo de lo que hab�a pasado momentos antes, pero una
punzada de preocupaci�n me invadi�, pensando en que me hab�a aprovechado de mi
propia madre, as� que sal� para ver que hac�a o si le iba a decir algo, o ...

Mi madre se hab�a quitado el camis�n, manchado de mi leche, se hab�a limpiado el
pecho y estaba sentada en el retrete desnuda, meando como tantas veces la hab�a
visto mientras me masturbaba con los ojos clavados en el culo de mis sue�os;
pero ten�a la frente apoyada en sus manos, los codos en las rodillas, en una
posici�n que me dio a pensar que estaba preocupada por lo que acababa de hacer:
hab�a masturbado a su propio hijo, primero, creo, sinti�ndose un poco culpable,
y, luego, un poco caliente por la situaci�n, lo que le hac�a sentirse muy
confusa, asustada y preocupada.


-Mam�, �te encuentras bien?- dije yo, sac�ndola bruscamente
de sus pensamientos. Ella, sin moverse, me respondi� en un tono serio, de
disculpa:


-Lo siento, Juan, hijo, no ha sido culpa tuya; no s� que me
ha pasado, ni porqu�... No te preocupes, no volver� a pasar...Vas a pensar que
tu madre es una puta, y yo...


Segu�a hablando, pero yo ya s�lo ve�a a la mujer que me
acababa de hacer la mejor paja de mi vida, mi madre, desnuda, con las tetas
colgando hacia los muslos, con aquel hermoso culazo redondo a pocos cent�metros
de mi verga, que ya estaba dura otra vez, y que solamente quer�a tener m�s sexo
con ella. Me acerque, puse la polla delante de su cara, que ella manten�a
agachada entre sus manos, me arm� de valor y le dije:


-Mam�, tranquila, te quiero mucho. Mucho m�s que antes;
m�rame;... y h�zmelo otra vez.


Mi madre, sobresaltada por mis palabras, alz� la vista y all�
ten�a otra vez delante de ella la polla tiesa de su hijo, la polla que la hab�a
hecho perder la cabeza. Pero ahora, mi madre, en un segundo, eligi� entre su
culpabilidad y rechazo, y su deseo y excitaci�n. Su elecci�n le hizo abalanzarse
hacia mi, y, cogi�ndome de las nalgas, me atrajo hacia ella, meti�ndose la polla
en la boca de un solo golpe, para, entre jadeos de aut�ntica zorra, mamarme la
polla como nunca antes debi� haber hecho: lam�a mi glande, mamaba la polla,
chupaba mis huevos mientras me la pelaba, me apretaba las nalgas y me met�a
alg�n dedo en el culo, y me hablaba como yo ya sab�a que le gustaba despu�s de
mis espionajes en la pared de mi habitaci�n, s�lo que no se las dec�a a mi padre
sino a mi:


-�Te gusta, cari�o? �Te gusta ver como la puta de tu madre te
chupa la polla? D�melo, vamos, d�melo- mi madre se hab�a vuelto hacia el lado
opuesto de su conciencia culpable, herida por el incesto, y con esa lujuria
derramada, superar la culpa con sexo puro... y duro. Mis sue�os m�s ardientes se
ve�an, m�s que cumplidos, superados. Hab�a convertido a mi madre en una
verdadera guarra hambrienta de sexo.


Yo bajaba mis manos hacia sus tetas, estruj�ndoselas, o le
acariciaba el culo, meti�ndole un dedo en el ojete como un gancho o d�ndole
palmadas en las cachas. Me pon�a ciego de vicio cogerla de la barbilla y ver
como se llenaba la boca con mi polla hasta que mis huevos golpeaban en sus
labios, o como �stos abrazaban arriba y abajo todo el rabo desde la punta a la
ra�z en un movimiento continuo que alternaba con caricias de su lengua. Y toda
la calentura iba saliendo por mi boca, como ella quer�a:


-S�, mam�, s�, me gusta; qu� bien lo haces, mam�, eres una
puta chupapollas; y quiero correrme en tu boca y que te bebas mi leche; sigue,
...mam�aa, putaaa...


Ella, sin contestarme m�s, aceler� el movimiento de mamada,
toc�ndome el ojete y apret�ndome los huevos hasta que no pude aguantar m�s y me
corr�...


-��Me corroo, mam�aa,... eres una puta, mam�aa,
putaaaa...!!-grit�, muri�ndome por un par de minutos, mientras mi madre se
tragaba toda la leche que pod�a.


Por fin, acab� mi orgasmo y me abrac� a ella como cuando era
peque�o, rode�ndole el cuello y bes�ndola:


-�Mam�, te quiero, te quiero!


-�Y yo cari�o, y yo a ti!- y as� estuvimos un minuto mientras
mi coraz�n bajaba del cielo para entrar en mi cuerpo de nuevo. Pero mi madre no
lo quer�a all� mucho tiempo, y, levant�ndose y agarr�ndome del nabo, a�n gordo,
me arrastr� fuera del ba�o y me tir� encima de la cama:


-� A�n no has acabado, hijo m�o!�Hay mucho por hacer! Mi
madre, a horcajadas sobre m�, me besaba el cuello, me pasaba las tetas por la
cara, me acariciaba los huevos, y yo no ten�a m�s manos para sobarle el culazo.
Mi polla se encabrit� en un minuto de acci�n maternal. -As� cari�o m�o, y ahora,
mete ese poll�n tuyo en el co�o de tu mamaita. �F�llame, amor m�o, f�llame bien
fuerte! Yo rug�a de deseo con cada palabra que me dec�a. Oir a tu madre decir
todo eso y verla abrirse de piernas cogi�ndose de las rodillas, mientras con
cara de lujuria agita su lengua como una cerda es algo que ning�n hombre podr�a
soportar. Nuevas obscenidades sal�an por mi boca mientras, como un martinete, mi
polla entraba hasta lo m�s profundo de su ser, para salir un segundo y volver a
entrar con m�s fuerza. Sus piernas abrazaron mis ri�ones y sus manos apretaban
mis nalgas haciendo que costara trabajo salir de ella. Su lengua chupaba mi boca
cuando no me llamaba, excit�ndose con la idea de que era su hijo con quien
estaba follando:


-Juan, hijo, f�llame.�F�llame, cabr�n!�R�mpeme el culo, hijo
de puta!- y diciendo esto, estall� su orgasmo en mil llamaradas que sal�an por
cada poro de su piel, mil gritos atronando en mis oidos:


-�Me corrooo, me corroo!�Qu� gustooo! �Ahhhhh!!!! Yo no par�
de bombear hasta que not� que sus miembros aflojaban su presa; entonces saqu� mi
polla ardiendo y me sent� sobre sus tetas. Mi madre me agarr� la polla y me hizo
una paja, sac�ndome la lengua lujuriosa para que golpeara mi glande:


-�Aahh! �Ahhhg!- no pod�a hablar, con la boca abierta y la
lengua movi�ndose como una serpiente viva que quisiera comerme la polla, pero
sus jadeos y su mirada de perra me daban a entender lo cachonda que mi madre
estaba por todo lo que ella y yo, madre e hijo est�bamos haciendo. Un segundo
m�s tarde me dej� ir por �ltima vez aquel d�a, mirando como mi leche llenaba la
cara de mi madre, que entre leng�etazos, segu�a:


-�Dame tu leche, hijo, llena de leche a tu mami! �suplicaba
mientras lam�a mi polla, limpi�ndola de semen, pas�ndosela por toda la cara,
pose�da por un furor incre�ble.


Exhaustos, nos tendimos en la cama, nos estuvimos besando con
las piernas entrelazadas, y acogi�ndonos por el culo nos dormimos hablando sobre
c�mo y cu�ndo har�amos part�cipes de nuestro juego de amor tanto a mi hermano
como a mi padre: mi madre ya so�aba, y yo tambi�n, con verse llena con tres
pollas a la vez, la de su marido y las de sus hijos. Espere que nos cueste tan
poco como lo fue empezar para nosotros.


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Relato: Buena Madre
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