Relato: Con sabor venezolano





Relato: Con sabor venezolano

Con sabor Venezolano.


Hola a todos, hab�a una vez� no, esto no va a comenzar as�.
Mejor empiezo diciendo que soy cubano y esto ocurri� en una calurosa noche del
mes de agosto, en m� adorado pa�s, todo muy inesperado, corto, pero con mucho
sexo.


Por estos d�as es muy frecuente encontrar en mi pa�s a muchos
venezolanos, debido a la relaci�n que llevan los presidentes de ambos pa�ses,
pero como no me gusta mucho la pol�tica, sino el sexo, vamos a centrarnos en el
asunto. Como les dec�as anteriormente, por estos d�as los venezolanos son parte
de Cuba, y los podemos ver en cualquier lugar, desde oriente hasta el occidente
de la isla.


Es una experiencia agradable conocer sobre culturas
diferentes, y sobre todo, conocer a las venezolanas, son mujeres muy bonitas, de
diferente cultura, manera de comunicarse y sobre todo, la manera con que miran
el sexo. El nombre de ella, la protagonista de esta historia, es Martha, morena,
1.60 de estatura, pelo largo hasta sus amplias caderas, un excelente par de
tetas y una boca que desde que la vi supe que no pod�a parar hasta conseguir que
me la mamara.


Nos conocimos en un centro nocturno, yo estaba con mi mujer
Miriam y ella se encontraba con 2 amigas. Estaba vestida�� Si, a pesar de que su
ropa era corta estaba vestida con una mini excelente, por encima de su blusa se
marcaban sus redondos pezones por la ausencia de sost�n y sus labios gruesos
listos para sustraer todo lo que se le acercase. No pude hace otra cosa mas en
ese centro que observarla.


Mi mujer estaba un poco indispuesta ese d�a y yo no hacia m�s
que mirar a aquella mujer. Su edad aproximada era unos 35 a�os aunque parec�a
m�s joven, aunque la edad nunca me ha importado, desde hace un tiempo hasta la
fecha solo me interesan las mujeres maduras o mayores que yo y ese era el caso,
yo tengo 25 a�os y ella 10 m�s que yo, todo era perfecto. Solo hab�a un
problema, mi mujer.


Miriam, mi esposa, es trigue�a, ojos negros, de mediana
estatura, buen cuerpo, senos peque�os y tiene mi misma edad. No es porque sea mi
mujer, pero puede llegar a atraer a cualquier hombre o mujer sin necesidad de
que se esfuercen mucho, ella es sin dudas apetitosa y adem�s a la hora del sexo
es bastante abierta, puede parecer a veces ingenua pero no lo es a la hora de
hacer el amor, le gusta probar cosas nuevas pero nada de compartirme con otra
mujer.


A mi siempre me ha gustado esa idea no creo que sea nada
raro, no hay hombre o mujer que no tenga dentro de sus fantas�as tener sexo con
2 personas de sexo opuesto.


Mientras tanto yo segu�a desnudando a Martha con la vista,
que maneras de bailar aquella mujer, sus caderas se meneaban como una diosa, y
yo imagin�ndola encima de m�, cabalg�ndome una y otra vez. Coincidimos mirada a
cada rato, y eso le puso m�s morbo al asunto, y mientras ella me miraba se mov�a
mas deprisa como invit�ndome a desafiarla.


Invit� a mi esposa a bailar, y nos colocamos muy cerca de
Martha, y ah� empez� todo. Ella se encontraba detr�s de m� y no perd�a
oportunidad para rozarme con sus nalgas duras. Yo empec� a seguirle el juego y
empec� a arrim�rmele, en varias ocasiones mi desafiante mano tocaba partes del
cuerpo de aquella mujer. En una de esas oportunidades mi mano pudo apreciar que
no ten�a bragas o si las ten�a eran diminutas.


Miriam no se estaba sintiendo muy bien y me dijo.




Sigue t� bailando que yo voy a sentarme un poco. Tengo un
ligero dolor de cabeza.


�Quieres que te acompa�e?


No, sigue disfrutando, mira, creo que esa extranjerita no
tiene con quien bailar. � me dijo se�alando a Martha que hab�a detenido su
baile pero no dejaba de mirarme.


Est� bien, como t� digas, voy a ver si quiere bailar
conmigo y luego te acompa�o en la mesa.




Me dirig� hacia Martha con pensamientos de depredador, esa
mujer ten�a que ser m�a. La invit� a bailar y creo que no hab�a yo terminado de
ped�rselo cuando ya ella me estaba sujetando las manos. Bailaba la salsa como
una cubana, si antes me parec�a maravillosa, ahora m�s, ol�a a lujuria, su
respiraci�n, sus movimientos, su manera de hablar, de tocarse el cabello� todo
era sexy en aquella mujer.


Mientras bail�bamos comenzamos a tener un di�logo un poco
movido, pero interesante, me era necesario saber m�s de ella, de donde era, como
se llamaba, que le gustaba, etc.




�De donde eres? � Romp� el hielo


De Venezuela.


Venezolana, que interesante, nunca hab�a hablado con
ninguna antes, siempre hay una primera vez.


Si, siempre hay una primera vez, pero mi primera vez fue
hace mucho tiempo � hizo una pausa, ten�a cara de picard�a � hace muchos
a�os que llevo hablando con cubanos � a�adi� y sonri�.


�Y que opini�n tienes de ellos?


�Opini�n? Excelente, me gustan los cubanos, son amigables
pero sobre todo, con mucha energ�a.


Te dec�a que nunca hab�a conocido a una venezolana, pero
creo que si todas son como t� el mundo est� en peligro.


�Por qu� en peligro? No somos mala gente.


No, pero son asesinas, son extremadamente hermosas, son
la perdici�n de cualquier hombre � respond� sin pensar lo que dec�a aunque
creo que le gust� la respuesta.




La m�sica concluy� y la invit� a acompa�arnos a la mesa con
mi mujer, las present� y comenzamos a hablas de varios temas, pero al final,
cuando los tragos comienzan a tener efectos, comenzamos a hablar de sexo. Fue
una conversaci�n entre mujeres, Miriam comenz� todo.




�Tienes alg�n novio o amante o compa�ero cubano?


No, por ahora no, me divierto bastante estando sola.


Y venezolano, �tienes novio en tu pa�s?


Si, a mi marido lo dej� all�, no le gusta mucho la isla,
no est� de acuerdo con la pol�tica que llevan pero a mi eso no me importa,
mientras �l no se oponga a mis viajes no hay problemas. Y ustedes, desde
cuando est�n juntos.


Aproximadamente 1 a�o, nos llevamos bastante bien, aunque
creo que pudiera ser mejor si yo no fuese tan celosa.




En ese momento comprend� que el alcohol estaba haciendo un
gran trabajo, o�rle confesar a mi mujer que era celosa eso era un milagro.
Martha continu�.




No se puede ser celosa, el ser humano es inconforme por
naturaleza, hasta las mujeres desean estar con otros hombres, no son solo
ellos los infieles.


Ya vez Miriam � dije yo � las mujeres son iguales, no se
por que te pones conmigo as�.




Miriam nos mir� a ambos y le pregunt� a Martha de una forma
amenazadora.




�Te gusta mi marido?




Martha creo que no se esperaba esa pregunta, para ser sincero
yo tampoco, no sab�a lo que suced�a con Miriam pero algo pasaba por la mente de
mi mujer. Despu�s de tartamudear por un momento Martha se repuso y respondi� un
poco t�mida�




Si, me parece atractivo, creo que tienes un hombre
maravilloso, se ve que te quiere.


�Te gustar�a estar con �l? � Esa pregunta pareci� no
sorprender a Martha que ya estaba perdiendo la timidez que hab�a entre
nosotros y sin pesta�ar respondi�.


Claro, por que no, si te digo otra cosa ser�a enga�arte.


�Y por que no lo haces?


Por ti, eso creo, aunque no se si el quiera acostarse
conmigo.





En ese momento supe que estaba en aprietos, la pregunta se
ve�a venir.




�Quieres follarte a esta venezolanita?




No supe hacia donde mirar, por una parte quer�a follarme a
esa puta hasta que me secara la polla, pero por la otra estaba mi mujer, ella
nunca me hab�a hablado de temas similares, por el contrario, era muy celosa.
Despu�s de estas un par de segundos que parecieron un par de horas sin decir
palabras contest�.




Si, me gustar�a, ella es una mujer muy bonita y con un
excelente cuerpo, pero no quiero que te pongas molesta con estas cosas que
digo � Le dije a Miriam


Eso en estos momentos no me interesa, quiero verlos a los
dos follando como dos perros.




Sin demorar m�s la situaci�n, fuimos hacia m� casa, una vez
dentro y sin perder tiempo Martha agarr� a mi esposa por detr�s y comenz� a
sobarle sus tetas mientras las suyas estaban muy bien apretaditas contra la
espalda de mi mujer, mi mujer fue girando lentamente hasta que estuvo de frente
a ella y comenzaron a darse un beso que parec�a no tener fin. Fue Miriam la que
se separ� de repente.




Esta fiesta no es para m�, es para mi esposo, quiero que
el sea el que la pase bien, aunque siempre habr� algo para nosotras.




Esa situaci�n me puso a mil, mi mujer con otra mujer y yo
ah�, en el lugar perfecto, se iban a cumplir dos de mis fantas�as sexuales m�s
anheladas, tener sexo con dos mujeres, y tener sexo con alguien con m�s
experiencia que yo.


Como encantada por las palabras de Miriam, Martha se me fue
acercando, me empuj� hasta llegar al sof� y me oblig� a sentarme, Miriam se
sent� en frente de nosotros mientras se iba desnudando completamente, sin dudas,
mi mujer es hermosa.


Martha segu�a con la tarea encomendada, cuando estuve sentado
en el sof�, se arrodillo en frente de m� y comenz� a despojarme poco a poco de
mi ropa, mientras me quitaba la camisa me iba besando y lamiendo como una perra
en celos, no par� hasta dejarme como Dios me trajo al mundo.


Al fin llegaba la hora en que iba a tener a esos labios
chup�ndome mi palo como si fuera un caramelo, Martha comenz� con su trabajo, me
lam�a la verga como nadie nunca me lo hab�a hecho, mi verga empapada en su
saliva y cada vez que ella quer�a me daba unos peque�os mordiscos en las cabeza
de mi pene. Eso fue maravilloso. Mientras esto ocurr�a y sin darme cuenta Miriam
se nos fue acercando y comenz� a disputarse con aquella mamadora venezolana mi
palo.


Aquellas dos bocas tratando de tener la mayor porci�n de m�
pene produc�an una excitaci�n descomunal, 2 mujeres para un solo hombre, 2
mujeres para una sola verga. Sus lenguas recorr�an todo pene, se entrelazaban y
se mord�an los labios cada vez que se encontraban.


Yo estaba a punto de estallar, ellas lo notaron y abrieron
las bocas como pidiendo que las inundara con mi espeso l�quido.


No tard� en ocurrir el suceso, me vine dentro de la boca de
Martha, Miriam me mir� como dici�ndome que ella tambi�n quer�a, y sin pensarlo
m�s se dedico a quitarle todo mi semen de la boca a su contrincante.


Estuvieron bes�ndose y lami�ndose por dos minutos y ya mi
verga estaba lista para la segunda batalla.


Comenc� a comerme la concha de Miriam mientras Martha que
todav�a estaba con sus ropas comenz� a desvestirse. No tard� en colaborar
conmigo y juntos empezamos a lamerle el sexo a mi mujer.


La dej� sola en esa tarea y me puse a sus espaldas, era una
vista espectacular, que caderas las de esa mujer. Sin pensarlo m�s comenc� a
lamerle todo su culo, ella se retorc�a de placer mientras mi mujer tambi�n
disfrutaba la mamada de Martha. Recorr�a mi lengua por todo su culo, y parte de
su chocha, de un sabor exquisito. Mi polla no pod�a aguantar m�s esa vista sin
poder penetrar aquella cuca, me la empec� a coger por detr�s, cuando comenc� a
penetrarla empezaron unos peque�os quejidos que poco a poco iban subiendo de
tono hasta convertirse en verdaderos gritos de lujuria, mi mujer se levanto del
sof� y me dijo.




�Te gusta su culo? �Por qu� no se lo rompes?




Martha sac� mi polla de su h�medo agujero y empez� a apuntar
a su culo con aquella arma que estaba lista para entrar en acci�n. Miriam se
encarg� de humedecer aquel agujero con abundante saliva y todo estuvo listo en
pocos minutos.


Miriam sab�a que eso era una de las cosas que me gustaban a
la hora del sexo y lo disfrutaba como si me la estuviera cogiendo a ella aunque
a ella no le gustara mucho ofrecer su culo.


Mi polla muy lentamente comenz� a ganar terreno en aquel
apretado agujero, Martha gritaba esta vez muy alto, pero de dolor, se le notaban
los ojos a punto de soltar una l�grima, pero aguant� todo mi palo, y pronto
comenz� a pedir m�s.


Empec� a cog�rmela con toda mi furia, se la met�a hasta el
fondo y se la sacaba casi completa, todo aquello a un ritmo que yo marcaba pero
que ella con sus gestos ped�a.


Entonces, despu�s de un tiempo d�ndole por su apretado y
caliente culo, sucedi� algo que no pude evitar, mi semen empez� a acumularse en
el interior del culo de esa venezolana, Miriam comenz� a besarse con Martha,
besos apasionados de todos tipos, lentos, r�pidos, con lengua, sin lengua pero
con muchos deseos.


Mientras me corr�a sent�a como Martha tambi�n lograba un
orgasmo, sent�a los latidos de su sexo en mi polla.


Qued� tendido en el suelo por unos minutos mientras que
Miriam segu�a con sus besos a Martha. Como poni�ndose de acuerdo, las dos
comenzaron a limpiarme la polla, recogieron con sus bocas todo l�quido que hab�a
quedado.


Yo hab�a tenido dos buenos combates pero mi mujer nada,
estaba muy caliente, por lo que empec� a mamarle su concha, a ella le gustaba
mucho que yo le comiera su concha. En esa labor me comenz� a ayudar Martha por
poco tiempo, ya que fue dejando poco a poco su tarea y comenz� a mam�rmela para
que estuviera a punto para otra batalla. Mi polla no la defraud�, enseguida
comenz� a reaccionar y no tard� mucho en alcanzar su tama�o adecuado.


Entonces abandon� mi tarea como mamador y comenc� a cogerme a
mi mujer. La penetraba con fuerzas y demostr�ndolo mucho amor, gracias a ella
hab�a tenido la posibilidad de cogerme a Martha, y no pod�a hacer otra cosa que
complacerla, cambi�bamos de posici�n cada vez que ella se corr�a. �Que locura!
Gritaba como nunca en cada orgasmo, todos los vecinos la deb�an estar
escuchando, pero no importa yo segu� sing�ndome a mi hermosa mujer acompa�ado de
Martha. Despu�s de muchas corridas de mi mujer, y notando que ya todos sus
deseos hab�an sido complacidos me sent� sobre una silla e invit� a Martha a
cabalgar en aquella montura especial, donde sobresal�a un potente palo que del
cual seguro no se iba a caer. Ella no lo dud� y con movimientos lentos y
sensuales se introdujo toda mi polla. Sus tetas me quedaban a la altura de mi
boca, unos pezones redondos, grandes y rosados que invitaban a morderlos con
locura.


Mientras yo le com�a sus senos ella cabalgaba con un ritmo
asombroso, sus orgasmos cada vez mas espor�dicos ven�an acompa�ados de enormes
gritos de placer, ya yo estaba a punto de correrme por tercera vez, intent�
sacarle mi polla para correrme afuera pero ella, se aguant� con fuerza y me dijo
que quer�a sentir mi leche caliente dentro de ella, no hab�a terminado ella de
decir esas palabras cuando mi l�quido, esta vez escaso, comenz� a invadir todo
su interior, ella gritaba alcanzando su �ltimo orgasmo de la noche y los tres
nos fundimos en un solo abrazo.


Tomamos una ducha juntos y ca�mos en la cama como piedras
despu�s de tan ardiente jornada.


Al despertar, Martha ya no estaba con nosotros en la cama, se
hab�a marchado, nunca m�s he sabido de ella. Miriam y yo desde ese d�a
comenzamos a tener una mejor vida sexual, nos contamos nuestras fantas�as y nos
complacemos en todo.


Ahora mi mujer quiere probar con otro hombre o una pareja y
para eso estamos esperando candidatos.


Espero que mi historia les haya gustado y no duden en darme
sus comentarios.


Desde Cuba
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