Al poco tiempo acompa�amos a mi padre en una visita a la
selva. Habia que adentrarse hasta una zona virgen, para hacer unas
prospecciones, y decidio llevarnos con el porque estaria fuera un mes o asi.

Despu�s de dos dias viajando en avion y todo-terreno llegamos
a un campamento provisional que habian montado. Viviamos diez personas
cont�ndonos a nosotros en unas tiendas de campa�a. Habia tambien cinco obreros,
que se dedicaban a las tareas mas duras.

En la zona no parecia haber mucho peligro, aunque habitaban
algunos animales salvajes y una tribu casi desconocida a alguna distancia. Eran
muy agresivos con los extra�os, asi que disponiamos en el campamento de algunas
armas, mas como medio disuasorio que como otra cosa. El desastre se desato
cuando llev�bamos instalados unos dias. Atacaron nuestro campamento decenas de
salvajes, solamente armados con lanzas, pero tan rapidos que no nos dio tiempo a
responder. En unos instantes el caos se apodero del campamento. Salimos de
nuestra tienda totalmente acojonados, con las manos levantadas. La mitad de
nuestra gente estaba en el suelo, habia hombres atravesados por un monton de
lanzas. Vimos que estabamos vivos nosotros tres, una antrop�loga que nos
acompa�aba y uno de los obreros, un negro enorme. Los hombres que nos habian
atacado eran peque�os de estatura, muy oscuros de piel sin llegar a ser negros,
e iban totalmente desnudos. Los habia de todas las edades, salvo ni�os y viejos.

Nos miraban con extra�eza, sobre todo al negro, por su
estatura, y nos tocaban las ropas con mucho cuidado, con reparo, pensando que
les podiamos atacar. Nos indicaron que nos movi�ramos, y nos hicieron
adentrarnos en la selva, mientras nos iban amenazando con las lanzas.

Tras caminar varias horas llegamos a su campamento. Decenas
de mujeres, ni�os y viejos acudieron a vernos. Nos habiamos convertido en su
centro de atenci�n. La antrop�loga nos dijo que seguramente era la primera vez
que veian a gente como nosotros. Debia de tratarse de la tribu de la que
habiamos oido hablar, o incluso de alguna otra de la que no tuvi�ramos noticias.
Desde luego, parecian peligrosos.

Inmediatamente, la antrop�loga empezo a desnudarse. Nos dijo
que queria probar una cosa. Los abor�genes la miraban con miedo, hasta que quedo
totalmente desnuda, en ese momento cambiaron de actitud hacia ella, y le
ofrecieron agua y alguna fruta. Nos dijo que lo que ocurria era que no les
pareciamos como ello, por la ropa, y que lo mejor para integrarnos parecia lo
que ella habia hecho. Inmediatamente nos empezamos a despelotar los demas. Me
daba corte desnudarme delante de mi padre y de mi hermana, y tambien de un
monton de desconocidos. Mi padre y yo nos habiamos visto desnudos algunas veces,
pero me daba un poco de verg�enza. Mi hermana lo estaba pasando peor todav�a.

En un momento estuvimos todos en bolas. Tanto el negro como
mi padre mostraban buenas pollas, mucho mayores que las de ellos, que eran muy
bajos de estatura. Se fijaron mucho en eso y les hicieron gestos se�al�ndoles
sus pollas. El negro lucia un rabo de mas de un palmo, totalmente flacido, y mi
padre una verga mas normal, pero bastante gorda y con el capullo muy cabezudo.
Mi hermana y yo nos intent�bamos tapar, pero tambien habiamos llamado la
atenci�n de los mas j�venes de la tribu.

El que parecia el jefe se acerco a nosotros y nos hablo. No
entendimos nada, por supuesto, pero parecia querer dejarnos claro quien mandaba
alli. Se situo frente al negro, que debio creer nuestro jefe por su estatura y,
sorprendentemente, se agarro la polla y empezo a mearle encima, en las piernas.
El negro se retiro, con asco, pero la antrop�loga le dijo que se dejara hacer,
que pensaba que era un rito como marcar el territorio, que hacian los animales,
era como una se�al de que alli mandaba el.

El jefe se dirigio despu�s, como complacido, hacia mi
hermana, mir�ndola con descaro. Le retiro las manos con las que intentaba
taparse el pubir. Vio que no tenia ningun pelito ni nada, y sonrio complacido.
Parecia que el rito a seguir con las mujeres era diferente y se meaba encima,
sino que hacia otra cosa diferente.....

Mi padre, viendo el juego, se encaro con el, par�ndole las
manos, pero un par de hombres le agarraron. El jefe llevo entonces su mano al
conejo de mi hermana y se lo sobo durante un momento. Parece que pudo detectar
que era virgen y lanzo un grito. El resto de la tribu empezo a gritar tambien y
a dar alaridos. Aquello no tenia buena pinta...

Nos llevaron hacia una choza enorme, y la fiesta que iba a
tener lugar no dejaba lugar a dudas.. Los hombres se tocaban sus pollas y los
huevos, hablando entre ellos y haciendo gestos inequ�vocos de lo que iba a
ocurrir. Las mujeres tambien se tocaban el co�o y las tetas. Todos los miembros
de la tribu, j�venes y viejos, participaban en la fiesta.

El jefe indico a mi hermana que se tumbara en el suelo, y
comenzo a recitar salmodias. Los demas mir�bamos la escena sin poder hacer nada
al respecto. Un chico trajo lo que en principio me parecio que era una peque�a
vara de madera. Se la dio al jefe y entonces pudimos apreciar lo que era. Tenia
forma de pene, pero el material no parecia madera. La antrop�loga nos dio la
clave y nos dijo que parecia un pene porque lo era, pero no de hombre, pensaba
que era el pene disecado de algun animal de la selva, seguramente de un jaguar o
similar. Nos dijo que las tribus eran muy supersticiosas con los animales, y que
igual ofrec�an la virginidad de las j�venes al jaguar de esta manera para que
les protegiera de sus ataques.

Entre varios hombres colocaron a mi hermana a cuatro patas,
como una perrita, asi ofrecia su culo y su co�o totalmente. El jefe empezo a
pasarle la verga disecada por sus partes, y cada vez hacia mayor hincapi� en la
entrada del co�o. Enseguida vimos como la punta del objeto desaparecia dentro de
mi hermana, que gritaba y lloraba. El hombre no tuvo piedad y metio todo dentro,
unos quince cent�metros del ancho de un dedo. Vimos como le flaqueaban las
piernas y como el hombre iniciaba un furioso mete-saca con la polla disecada.
Despu�s lo saco y lo levanto, todav�a manchado de sangre. La tribu parecio
volverse loca, saltando y entonando canticos. Mi padre lloraba, desconsolado,
pero la antrop�loga y el negro miraban la escena con atenci�n. El negro
presentaba una impresionante erecci�n, que las mujeres de la tribu se�alaban sin
pudo, mientras mi pollita permanecia como muerta.

A continuaci�n vimos como el jefe dirigia su polla al co�o de
mi hermana, la tenia flacida, asi que no era facil que se la metiera. Se quedo
asi un momento, y vimos como empezaba a mearle. Parecia que era costumbre con
todo el mundo. Le meo un poco en el co�o y empezo a pajearse. Al momento ya la
tenia preparada para la clavada. No la tenia grande, mas peque�a que la verga
que ya le habian metido, pero algo mas gorda. Se situo detr�s de mi hermana y la
follo sin contemplaciones, hasta que le hecho la corrida dentro. Cuando se la
saco ya no habia lugar a dudas, mi hermana ya era una mujer en condiciones.

Enseguida dos hombres agarraron a la antrop�loga, para
situarla tambien a cuatro patas. Uno de ellos se situo tras ella y repitio la
operaciones, meandole unos segundos y preparando a continuaci�n la polla para la
follada. Mientras tanto, un chico joven, de unos 10 u 11 a�os, habia ocupado el
lugar del jefe. Vimos como repetia la operaci�n de la meada, asi que la
antrop�loga nos dijo que todos los que follaban marcaban antes el territorio,
aunque pasaran varios tios.

Las folladas se repitieron varias veces, y mi hermana tuvo
dentro el rabo de unos cuatro tios, al igual que la mujer. Cuando una chica se
situo frente al negro, este se quedo helado. Se le puso delante a cuatro patas,
ofreci�ndole la entrada de su co�o. El negro se agarro el rabo y fue a meterselo
inmediatamente. Vio que la tia no se dejaba, y que el resto de la gente
desaprobaba su forma de actuar. La antrop�loga le dio la solucion: tenia que
mearle antes. El negro comprendio y se relajo un poco, al momento unas gotas de
orina le brotaron del rabo y fueron a parar al co�o de la tia. Se pajeo un poco,
para volver a endurecer el rabo, y se dispuso a la monta.

Otra mujer hizo lo mismo con mi padre, y una tercera conmigo.
Mi padre y yo comenzamos a seguir el ritual codo con codo, me llamo la atenci�n
verle mear y pajearse, y tenerle al lado en mi primera follada fue muy
excitante. La chica que me habia tocado a mi era muy joven, de unos 8 o 9 a�os,
y por lo que me costo follarla debia ser virgen. Al momento, toda la tribu
estaba follando entre si, repitiendo la misma postura y las peculiaridades que
habiamos visto.

Pasamos con ellos un par de dias, ya que el ejercito acudio a
rescatarnos. Los cinco pactamos que no hablar�amos nunca con nadie de aquello.
Cuando volvimos ya no eramos los mismos. Todos habiamos aceptado bastante bien
lo ocurrido, y creo que rompimos ciertos tabus que contribuyeron a que
tuvi�ramos mejor relacion familiar.