Pens�ndolo bien, lo que sigue es el recuerdo de otra de mis
escenas inolvidables en las duchas.
Ese delicioso clima de los vestuarios, el sutil erotismo de
machos desnudos, los olores a distintos sudores y los sonidos de las duchas, el
vapor, �Porqu� eso despierta tanta sensualidad en m�?
Ahora que escribo estas l�neas, creo encontrar la respuesta a
eso.
Pero tambi�n encuentro... algo m�s. El recuerdo de una
vivencia particularmente significativa.
Ten�a a�n la edad en que, los fines de semana, a�n me gustaba
ir al campo de deportes con mis padres. Pap� era entonces visitador m�dico. La
asociaci�n que nucleaba a estos trabajadores, dispon�a de un soberbio club
deportivo en la localidad de Moreno, unas cuantas hect�reas en pleno campo que
otrora fuera una quinta de alguna familia muy rica. Las instalaciones del lugar
eran realmente muy buenas. Todav�a recuerdo esas siglas: A.A.P.M. "Asociaci�n de
Agentes de Propaganda M�dica". Cu�ntos a�os pasaron desde entonces...
En mis diecis�is a�os, estaba en la etapa en que todav�a me
perd�a en algunas cosas de la vida. A�n confuso en mi sexualidad, sobrellevaba
adem�s como pod�a las dudas, los interrogantes y las inquietudes que avivaban la
deficiente educaci�n sexual, pobre y temerosa, que mis padres me hab�an dado.
Era un joven introspectivo, t�mido, pero con miles de cosas dentro de mi ser. Y
era por eso que no sab�a muy bien si yo disfrutaba o me aburr�a en esas salidas
familiares. Creo que eran las dos cosas, altern�ndose continuamente. Mi hermana,
cinco a�os menor que yo, encontraba siempre amigas para inventar diversos
juegos. Y yo... bueno, no me era f�cil hacerme de amigos. De vez en cuando
jugaba al tenis con alguno de los adolescentes que frecuentaban el campo, que no
eran muchos. Pero no encontraba mi lugar entre ellos, y tampoco entre mis
mayores.
Despu�s del asado de rigor, ven�an las actividades
deportivas. Pod�amos elegir entre la piscina, b�squet, tenis. Mi padre era un
buen jugador de tenis. Y siempre se organizaban mini torneos, con compa�eros de
trabajo. El ambiente era siempre muy familiar. Y ese d�a, est�bamos todos
mirando el juego que se hab�a formado en la cancha.
Mi madre, al sol, hablando siempre con las otras esposas que
se contentaban con participar como espectadoras. Yo estaba con un aburrimiento
enorme. Lam�a �vidamente un helado de lim�n, mirando cada tanto alg�n saque que
otro. El partido estaba en su momento central, y mi pap� formaba pareja con un
tipo que era visitador de un importante laboratorio de entonces y se hab�a hecho
bastante amigo de �l.
Era Pepe. Un asiduo contrincante que esta vez, formaba equipo
con �l.
Empez� a hacer calor y, cuando termin� mi helado, rumbe� para
la piscina. No hab�a gente ese d�a. El club, generalmente, no era muy
frecuentado, tal vez, a causa de que se encontraba alejado de la capital. Nad� a
desgano, con casi toda la pileta para mi solo. Pas� un largo rato mirando a
veces al apuesto ba�ero que de tanto en tanto me lanzaba una mirada. Era
completamente calvo. Es decir: rapado totalmente. Ojazos verdes. Ten�a un cuerpo
impresionante y a pesar de tener el cuerpo lampi�o, ten�a las piernas y brazos
extremadamente velludos.
Recuerdo que me llamaba mucho la atenci�n. Y muchas noches,
hab�a fantaseado con encontr�rmelo en el vestuario desnudo, cosa que hasta ese
momento no hab�a pasado jam�s. Yo, mientras flotaba en la parte m�s honda, le
dirig�a unas miradas furtivas, imaginando su verga oculta debajo de su ba�ador.
En mi etapa de erecciones casi cr�nicas, esas visiones, munidas de fantasiosos
pensamientos, eran un ejercicio constante a toda hora.
Estuve un tiempo as�, sintiendo que mi pija casi se sal�a de
mi traje de ba�o por su erecci�n. Pero el ba�ero no pod�a imaginarse que yo me
estaba haciendo la pel�cula con su bulto. A veces abr�a las piernas, y yo pod�a
ver esa tenue y oscura sombra de pelos asomar por su entrepierna.
En un momento que mi erecci�n disminuy� un poco, pude salir
del agua. Me qued� un rato al sol, advirtiendo que no hab�a ya m�s nadie en el
natatorio. Fue cuando vi entrar al ba�ero en el vestuario.
Mir� para todos lados.
Desierto.
�Dios! �Y si....? �No ser�a esa una se�al para hacer realidad
mi fantas�a masturbatoria? Seguirlo era un poco obvio. Yo era tan t�mido. Y tan
poco experto. Era virgen a�n. Nunca hab�a tenido una experiencia sexual con
nadie. Tampoco habr�a sabido c�mo hacer para producirla. Yo era terriblemente
paranoico, y mi pobre noci�n sobre roles sexuales no permit�a asumirme como
homosexual sin sentir culpas apocal�pticas.
As� que no sab�a que hacer. Pero, juntando todo el coraje del
mundo, y haciendo caso a mi deseo incontrolable, me acerqu� a la puerta de los
vestuarios.
Cuando entr�, no vi a nadie. Era un recinto muy amplio. La
zona de los ba�os y duchas, estaba al final de un corredor a la derecha de los
bancos para cambiarse. Aguc� mis o�dos. Tampoco percib� ninguna se�al. Sent� una
mezcla de inhibici�n, miedo y verg�enza. Pero as� y todo, me encamin� para los
ba�os. Nadie hab�a all�. Pero, sent� el ruido de un dep�sito de agua que se
descargaba en uno de los toilettes.
All� estaba. Me sent� como un tarado por no saber como actuar
y volv� sobre mis pasos. Con mis o�dos alerta, tom� mi bolso del locker y me
sent� en un banco. Me quit� el traje de ba�o y, con una toalla envuelta a la
cintura me encamin� hacia las duchas.
Justo en ese momento, veo salir al ba�ero. Estaba
esplendoroso. Su bronceado se acentu� en esos interiores. Ten�a el ba�ador algo
flojo, un poco bajo, y pude verle el comienzo del vello pubiano. Eso hizo que mi
miembro tuviera como una descarga el�ctrica.
Al cruzarnos en sentido contrario, por un momento nuestros
ojos se cruzaron. Pero nada m�s. Ni una sola insinuaci�n. Yo pensaba que algo
pasar�a entonces. Me fui a duchar con la expectante convicci�n de que el tipo
intentar�a algo conmigo. �Cielos!, �C�mo deseaba eso!.
Dej� mi toalla colgada y entr� a una de las duchas.
El agua caliente reanim� mi circulaci�n y mi pija ya hab�a
perdido su flexibilidad nuevamente.
Esper� un tiempo.
La ca�da del agua, a duras penas me permit�a escuchar si �l
se acercaba. Ten�a unas ganas locas de que se metiera en la ducha que estaba
frente a mi, que dejara abierta la cortina y que me diera el espect�culo de mi
vida. Quer�a tocarlo, chuparle todo el cuerpo, cada m�sculo, cada curva de sus
perfectos muslos. Ten�a una curiosidad irresistible de verlo en bolas.
Por fin escuch� algo. Alguien se aproximaba. Mi coraz�n
empez� a latir fuertemente. Si, era �l. �Era �l?
De la emoci�n, propia de una adolescente que no sabe que
hacer son su calentura, me di vuelta, y me puse cara contra la pared. Pens� en
cerrar la cortina, pero, no, era demasiado cobarde eso. Ten�a que dar alg�n paso
para evidenciar alguna se�al de mi parte. Escuch� entonces que la ducha de
enfrente se abr�a. El ruido del agua fue contundente. Yo estaba feliz. Tambi�n
recuerdo que sent� que el tipo silbaba. Era un silbido fuerte, muy masculino,
propio de los t�os que entran a la ducha en esos vestuarios llenos de hombres
desnudos y sudorosos.
Casi ten�a una sonrisa en mis labios. Pero no me animaba a
darme vuelta.
Estuve dudando que hacer. �Y si el tipo me daba bola? �Qu�
har�a? No ten�a idea de cuales ser�an los pasos adecuados estando con un hombre.
La melod�a silbada era un tango. Segu�a escuch�ndola.
Y de pronto pens� que un tango no encajaba muy bien con la
imagen que el tipo me hab�a transmitido. No era un tango lo que un atl�tico
monumento silbar�a. No s� porqu� pens� aquello, pero lo pens�.
Una duda atroz me hizo temblar. Entonces sin pensar me di
vuelta y mir� abiertamente hacia la ducha de enfrente.
�Era Pepe!
�Qu� cruel decepci�n!. Ni rastros del ba�ero. En su lugar
estaba Pepe, bajo la ducha, silbando un tango, detr�s de la cortina a medio
cerrar. Se enjabonaba en�rgicamente y al verme, me hizo un gui�o a manera de
saludo. Mi cara debi� haber sido tan particular, que Pepe par� de silbar por un
segundo, algo asombrado. Pero enseguida retom� su actividad limpiadora.
Yo, ya empezaba a fastidiarme y a volver a ese l�nguido
aburrimiento juvenil. Mi enojo atin� a cerrar mi cortina. Pero..."Un momento",
me dije. "Veamos que tenemos aqu�."
Volv� a mirar a Pepe, por entre la cortina y lo vi de
espaldas. Mi mirada se pos� en su culo. Era verdaderamente hermoso.
�Cu�ntos a�os tendr�a Pepe en ese momento? Unos treinta y
cinco, calcul� a groso modo.Un cuerpo bien proporcionado, signo de una vida
donde el deporte era importante, se mostraba ante mi avidez calenturienta. Hab�a
dejado de silbar.
Su blanco culo, mostraba la marca de la malla y el bello
contraste de la piel tostada por el sol. Me empec� a interesar por aquella
visi�n formidable. Pero... a�n ten�a una frustraci�n terrible por mi ba�ero que
est�pidamente se hab�a esfumado de mi vida. As� que me distraje, pensando en que
mis futuras pajas tendr�an que seguir imaginando como ser�a ese cuerpo desnudo.
En eso estaba, cuando de pronto me di cuenta de que Pepe se
hab�a dado vuelta. Por entre la cortina me hab�a echado una furtiva mirada. Fue
un peque�o destello que aviv� mi expectativa dormida.
�l volvi� a concentrarse en sus automasajes y en enjabonarse
bien el cuerpo. Todo lo hac�a con movimientos r�pidos y contundentes. Al ver que
yo hab�a percibido su mirada, enseguida mir� para arriba. �Entonces...? No.
Imposible. Pepe era casado. Ten�a tres hijos casi de mi edad. Era amigo de mi
pap�.
Bueno, yo era un pendejo. �Todav�a pensaba que los hombres
casados eran invariablemente heterosexuales!.
Volv� a concentrarme en mi ducha y en el contacto con el
agua, que empezaba a disfrutar m�s calmamente. Fue cuando sent� un ruido. Y era
que Pepe, hab�a abierto la cortina de su ducha completamente. Estaba medio de
perfil. Disimuladamente, empec� a fijarme m�s detenidamente en �l.
Pepe ten�a una cara muy masculina. Era muy simp�tico, cosa
que hab�a tenido oportunidad de comprobar en alg�n asado compartido.
Incipientemente pelado, ten�a un cuerpo no muy grande pero muy armonioso. Entre
sus dos pectorales, un mech�n de pelos ca�a peinado por la lluvia de la ducha.
Los pelos se acentuaban en su pubis. De ah� colgaba un miembro de tama�o
mediano, que se ensanchaba un poco en la punta. Sus piernas eran esbeltas y muy
bien torneadas.
Me mir� de reojo, como constatando que mi mirada estaba sobre
�l. Y yo miraba, s�.
Me hab�a excitado porque hab�a abierto as� su cortina,
invit�ndome a verlo en toda su desnudez. �Pero, ser�a posible que ese hombre,
que pod�a ser mi padre, pretendiera algo sexual conmigo?. Yo era muy joven, casi
un ni�o, apenas me hab�an salido algunos pelos all� abajo, y entre nosotros,
nunca hab�amos hablado m�s que lo indispensable a la hora de los saludos de
rigor.
�l se puso de espaldas nuevamente. Ahora sus movimientos eran
m�s lentos. Yo, a esas alturas, ya ni pensaba en mi ba�ero. Ahora estaba pasando
algo que era verdaderamente interesante. Muy interesante.
Mi pija se levant� un poco, ante su culo perfecto. Era un
hombre verdaderamente masculino. Pero, cosa rara, hasta el momento nunca me
hab�a fijado en �l.
Despu�s de un cierto tiempo, Pepe dio una media vuelta sobre
sus talones, muy despacio y lo tuve bien frontalmente ante m�. No pude evitar
bajar la vista medio avergonzado. Sent� que nuevamente era presa de mis
paranoias de chiquillo inexperto. Y no lo quise mirar de frente. Pero pod�a
verlo gracias a mirada perif�rica. Me daba cuenta de que sus manos estaban
toc�ndose la entrepierna. No pude contenerme m�s y levant� la vista.
Pepe se acariciaba las bolas suavemente. Se miraba la pija de
una manera tan sensual que ya no pude despegar mis ojos sobre �l. Su miembro
hab�a crecido y se manten�a levantado por encima de sus bolas, que no dejaba de
masajear. Tom� el jab�n en su mano, y se lo pas� por toda la pija.
Qued� cubierta de espuma blanca. Y pude ver que empezaba a
quedarse parada. Tambi�n pasaba sus manos por todo su cuerpo. Yo, loco de
excitaci�n, ten�a una fuerte erecci�n, pero no atinaba a nada. Pepe me estaba
dando el espect�culo que tendr�a que haber protagonizado el ba�ero. Pero ahora,
s�lo me importaba Pepe, estaba pendiente de cada uno de sus movimientos.
"Pepe, Pepe �D�nde estuviste toda mi vida...?", pensaba.
Dio unos pasos hacia atr�s, y el agua cay� de lleno sobre su
pija. Pronto se desintegr� la espuma y ante mi apareci� la pija m�s hermosa que
hab�a visto hasta entonces. Era la primera vez que ve�a la pija erecta de un
hombre adulto. Y estaba frente a m�. Para m�. En la intimidad del solitario
lugar. �l me mir�. Pero no lo hizo directamente a mis ojos. Sab�a que mi timidez
no soportar�a ese contacto. Sus ojos cayeron sobre mi erecci�n, y percib� un
gesto de complicidad en su rostro.
En ese momento sent�a que dejaba de ser un adolescente para
ser un hombre, como �l, excitado frente a la visi�n de otro hombre.
Tom� su miembro entre ambas manos y comenz� a masajearlo
lentamente. La piel de su prepucio sub�a y bajaba. Cubr�a y descubr�a ese glande
redondo, inmenso, que me pareci� de un rojo incre�ble. Por momentos dejaba su
pene, para tocarse los pezones. Su cara era el reflejo del placer m�s exquisito.
En esos instantes, su verga quedaba suspendida apuntando hacia el techo,
balance�ndose lentamente. Me emocionaba casi, pensar que ese juego delicioso
estaba siendo montado para mi regocijo. Y notaba que �l disfrutaba enormemente
de eso. Yo tom� mi pija y comenc� a masturbarme. Ya no sent�a ning�n pudor
frente a �l. Pepe, con una mano en sus test�culos, y la otra bombeando su pija,
aceler� los movimientos, abriendo extremadamente sus piernas. Era una delicia
ver a ese hombre paje�ndose frente a m�. Por momentos me miraba y a veces se
reconcentraba en su cuerpo, como gozando tambi�n de su propio erotismo.
De pronto se detuvo.
Dej� sus brazos a ambos lados de su torso agitado. Contempl�
su escultural cuerpo en toda su descarada desnudez. Su verga hinchada y gruesa
apuntaba hacia m�. Vi las peque�as venas que recubr�an aquel tronco de acero,
saliendo de esa mata de ensortijados y mojados pelos. Levant� levemente su pi�
izquierdo, y atraves� el umbral de su ducha.
Yo comenc� a palpitar fuertemente.
Sali� de su recept�culo, y avanz� unos cent�metros. Las
duchas estaban a una distancia de un metro y medio aproximadamente. �l camin�
unos pasos y se me acerc�. Yo, instintivamente, retroced� un poco. Y �l, notando
que no deb�a pasarse de cierta l�nea, atento a no atemorizarme, avanz� s�lo lo
necesario para verme mejor. All� se qued� y retom� su masturbaci�n, desnudo y
mojado. Su pecho, sub�a y bajaba. Los pezones, estaban bien duros. Cubiertos de
pelos, eran de un rojo intens�simo. Con ambas miradas sobre nuestras pijas,
fuimos acelerando el movimiento de nuestras manos y por un momento, sublime por
cierto, nuestras miradas se cruzaron.
Un gui�o, �un adorable gui�o! me volvi� a saludar.
Era demasiado...
Entonces sent� que el final estaba pr�ximo. Jadeando,
gimiendo pesadamente, sent� que la leche sal�a de mi, en medio de espasmos
incre�bles. Entonces vi como Pepe, en una convulsi�n violenta, descarg� su semen
en un chorro espeso y abundante. Un gemido de voz gruesa retumb� en todo el
lugar. La leche le hab�a salido con tanta fuerza, que fue a dar en uno de mis
muslos. Sentir eso, me dio un placer inexplicable, a tal punto que sent� otro
orgasmo enseguida del que hab�a tenido. Yo, bajo la ducha a�n, vi como Pepe
hab�a quedado exhausto, agitado frente a mi.
Su pija, a�n dura y palpitante, estaba radiante. De ella
sal�an a�n gotas de espeso semen, que se resbalaban hasta caer al piso.
Con pasos lentos, retrocedi�, entr� nuevamente a la ducha, se
enjuag� r�pidamente.
Despu�s cerr� el agua, tom� su toalla y envolvi�ndose en ella
avanz� nuevamente hasta m�. Me mir�, con una dulce sonrisa y me dijo con voz muy
baja:
-Franco.
Sin contestar lo mir�, un poco asustado y serio.
-�Te gust� verme en desnudo?
Yo asent� t�midamente.
-�Te gust� verme excitado?
Nuevo asentimiento.
-�Te gust� que me masturbara frente a vos?
Por fin, pude hablar y le dije que s� con un hilo de voz. �l
sonri� y me susurr�:
-A m� tambi�n me gust� mucho verte. Porque sos muy lindo, y
la belleza natural de la gente es algo que siempre se debe disfrutar, no importa
el sexo, no importa la edad, no importa nada.
Me qued� mir�ndolo. Asombrado y emocionado.
�l, alarg� una mano hacia m�. Y yo ya no retroced� ni un
cent�metro.
S�lo roz� tenuemente uno de mis todav�a lampi�os pezones.
-Chau, Franquito... � tom� dulcemente mi ment�n entre sus
dedos y me volvi� a dirigir la palabra:
-Y no lo olvides: �ste ser� nuestro secreto...
Y desapareci�.
Cuando sal�, entre destellos de nubosidades, Pepe ya se hab�a
ido.
Advert� que en un banco cercano al que yo me desplom�, estaba
el ba�ero. Se encontraba desnudo.
Incre�blemente, horas despu�s me di cuenta de ese detalle,
cuando por fin hab�a descendido a la realidad; pues entonces, aquello no me
hab�a llamado la atenci�n en absoluto.
Franco