En primer lugar deseo expresar que
todo cuanto voy a narrar es verdad, aunque a veces he deseado que no lo
fuera, pero he cambiado nombres para que los inocentes no se perjudiquen
y para que los culpables puedan disfrutarlo plenamente. Como yo lo he hecho
al escribirlo.
Hasta hace dos años mi vida
de mujer podría haberse presentado como un ejemplo de las aspiraciones
de muchas de mis congéneres y en cierta medida he sido y aun soy,
para quienes no conocen mi verdadera historia reciente, una mujer envidiable.
Y ello con razones aparentemente bien sobradas.
No soy especialmente agraciada físicamente,
ni de cuerpo ni de cara, ni soy del tipo por el cual los hombres pudieran
enloquecer, es decir soy una mujer común, como la mayoría
de las que leen estos relatos que no han de ser sin duda todas enloquecedoramente
bellas. Pero sí soy una mujer real. Lo puedo demostrar, puedo enviar
a quien me lo solicite a la dirección que daré al final,
fotografías mías en diferentes lugares, en eso no tengo problemas,
De mi físico rescato mis pechos. Mis senos son bien formados, jóvenes,
resistentes, firmes de pezones " hermosos y seductores" como
me lo dice Julio que los ha disfrutado a voluntad. Psicológicamente
soy una mujer de carácter más bien duro, que trata de ser
amable, creo que soy inteligente, pero no brillante.
Escribo a esta sección porque
creo que aquí existe un grupo, no todo, que podría entender
lo que me pasa. Eso me dará la sensación de compartir con
alguien lo que estoy viviendo, porque así de cara a cara no me atrevo
a compartirlo con nadie. En mi familia se morirían y en mi trabajo
daría por tierra con todo mi prestigio. Soy jefa de un departamento
de personal en una empresa importante de la capital de un país latinoamericano.
Bien.-
Todo comenzó una tarde de
diciembre de 1998. Estaba en mi oficina luego de un día arduo de
trabajo y por vez primera me atreví a entrar con mi PC en uno de
esos correos donde se ofrece amistad y oportunidades para interactuar.
Así fue que hice contacto con Julio, un hombre de aproximadamente
cincuenta años, de un país vecino que me pareció confiable.
Todos nuestros primeros mensajes
eran muy formales y muy simpáticos y la verdad es que yo me hice
en cierta medida dependiente de esos mensajes.
Así transcurrieron algunas
semanas y la comunicación se tornó cada vez más comprometida,
más bien íntima, con detalles que ya no eran simplemente
simpáticos sino francamente audaces.
La comunicación con Julio
me había sacado drásticamente de mis esquemas y yo me desconocía
a mí misma porque hablábamos como si fuéramos más
que amigos, como si fuéramos amantes, nos besábamos, nos
acariciábamos y nos decíamos cosas de alcoba, hasta que llegó
un momento en que decidimos conocernos. Julio me había dicho que
él era casado, pero a mí ya no me importaba nada.
Quedamos de juntarnos en un lugar
neutral y ambos debimos viajar cada uno tres horas en avión para
encontrarnos en la capital de otro país. No estaríamos en
el mismo hotel sino que nos juntaríamos en un bar para conocernos
y saber si en realidad nos gustábamos físicamente. Habíamos
intercambiado fotografías pero esto era diferente. Yo estaba quebrando
todos mis esquemas familiares y culturales para mi medio. Yo era virgen
y estaba dispuesta a entregar eso, pero luchando hasta el final aunque
no más fuese como un saludo a la bandera.
Nos encontramos en el loby de mi
hotel, me gustó desde que lo vi, bebimos un par de cócteles
en el bar y mientras hablábamos yo sabía que había
perdido la pelea, pues no escuchaba lo que él me decía, solamente
quería arrastrarlo hasta mi pieza y besarlo por todas partes. Yo
me estremecía bajo mi ropa y sentía húmedo todo lo
que era posible que se me humedeciera. Entonces él me dijo que estaba
registrado en el mismo hotel en el piso superior al mío pero igual
fuimos a mi cuarto.
Me desnudé yo misma y lo
desnudé a él y me entregué de la forma más
desenvuelta que puedan imaginarse. Hice todo lo que había escuchado,
pensado y leído durante años y no supe en que momento me
penetró porque me estaba quemando entera como una bestia, como una
yegua como una puta, pónganle Uds. el adjetivo que más les
guste, porque ese será el adecuado, y no hacía ni dos horas
que lo había conocido de cuerpo presente cuando me revolcaba en
la cama con él como una amante consumada y yo estaba feliz de hacerlo.
El sexo llegó a mí
como un torrente y se apoderó de mi cuerpo y de mi mente en forma
absoluta. Yo no quería salir de esa cama por ningún motivo
y quería que ese hombre real, de carne y huesos que latía
junto conmigo, me enseñara todo lo que él sabia y que se
diese cuenta que yo sería una hembra suya, sin ningún tipo
de renunciamientos, ni pudores, porque se me habían terminado todos
en ese mismo momento.
Pasamos tres días y tres
noche maravillosos. Solamente salíamos de la cama para cenar y para
recomponernos un poco y empezar de nuevo. De vuelta a mi país, en
el avión, dormí el vuelo completo y las huellas de la pasión
en mis intimidades de mujer me ocasionaban dolores rítmicos que
recibía con placer inusitado porque me parecía volver a sentir
a Julio dentro de mí.
A los diez días, ya reincorporada
de nuevo a mi mundo, a mi familia y a mi trabajo, de pronto me sentí
como una mujer indigna y sucia, amante de un hombre casado y sin respeto
por ninguno de los principios que habían orientado mi vida. Fiel
a este pensamiento y renegando de todo lo vivido con Julio, le escribí
diciéndole que todo terminaba.
Julio no me contestó, pero
ese fin de semana para mí fue un infierno. Mi mente parecía
estar tranquila con mi decisión, pero mi cuerpo durante las noches
no hacia sino desearlo y un insomnio quemante me mantenía latiendo
hasta el amanecer. El lunes en la mañana a primera hora le envié
un e mail pidiéndole que me perdonara y que quería verlo
cuanto antes.
Tres semanas después, Julio
voló a mi ciudad a verme. Lo esperé en el aeropuerto invadida
por un deseo incontrolable y me abracé a él con mi cuerpo
pegado al suyo, como para permitirle que sintiera mi pasión a través
de mi ropa. En el bar del aeropuerto bebimos un par de cócteles
y yo lo abrazaba y lo besaba con impudicia, sin importarme nada.
Yo no podía pasar la noche
con él, porque no habría sabido que decir a mis padres en
mi casa, pero el día prácticamente completo lo pasaba yo
en su hotel, más bien dicho en su cama, haciendo el amor en todas
las formas que él deseara, entregándole todos mis conductos
y bebiendo con mi boca todos su jugos, así como él bebió
los míos, de modo que luego de esos días ya el sexo en todas
su formas no tenía secretos para mí y yo estaba fascinada
y endemoniada. Me gustaba emplear palabras soeces en los momentos culminantes,
y hasta le pedí que me golpeara en la cara porque eso me producía
un placer sumo y orgasmos repetitivos y me sentía más suya
como nunca pensé que me sentiría de alguien.
Cuando lo despedí en el aeropuerto
por primera vez lloré, sin que él se diera cuenta, porque
yo quería seguir unida a ese hombre al que pensaba que amaba con
toda el alma, el dueño de mi cuerpo y de mis deseos, por el cual
yo todo dejaría, para entregarme solamente a los placeres que él
me daba.
Después de esos días
nuestros mensajes solamente tenían un tema, nuestra intimidad, nos
dedicábamos a contarnos lo que estábamos sintiendo, como
nos deseábamos y él me instó a masturbarme pensando
en él, hablando con él, para que yo no acumulara tanta tensión
física en mi cuerpo y pudiera hacer mi trabajo con tranquilidad.
Él me decía que también lo hacía y tuvimos
algunas sesiones maravillosas esperando el tiempo en que pudiéramos
volver a vernos.
Pero otra vez, una tarde en que
él me envió un mensaje particularmente íntimo, mi
antigua forma de ser me traicionó y de pronto me sentí terriblemente
"sucia". Sucia de escribirme con él de la forma que nos
escribíamos y se lo dije y dejé de escribirle durante diez
días.
Ya a los cuatro estaba arrepentida,
porque el deseo era superior a todas mis convicciones, sin embargo no me
atrevía a pedirle perdón otra vez porque él me había
dicho que no tenía paciencia con mis famosas fugas.
Estaba sufriendo realmente, cuando
recibí un amoroso mensaje de él y todo el amor y la pasión
me volvió de nuevo con más fuerzas que antes. Julio me contó
entonces cosas de su infancia y de su adolescencia y de sus inicios en
el sexo y todo eso me encendía mucho y todo llegó a su culminación
cuando él me dijo que me contaría un secreto y el secreto
era que el había tenido sexo con una hermana suya.
A mí la confesión,
en lugar de espantarme, me excitó más aún.
Encontré que eso era como
de novela prohibida y le pedí que por favor me contara con detalles
y él me fue contando en reiterados mensajes, que yo leía
acariciándome por todas partes y ardiendo de pasión, como
fue que esos amores con su hermana se habían realizado.
Semanas después de eso, en
que mis noches transcurrían imaginando esos amores súper
prohibidos recibí un e mail en el cual me decía que su hermana,
que se llamada Celia, estaba ocasionalmente en su casa y que si yo quería
me podría comunicar con ella vía a mail
A mí la situación
de poder escribirme unas frases con ella me excitó sobremanera porque
eso me demostraba que Julio decía la verdad y que al parecer nada
tenia que ocultar al respecto y no temía de modo alguno una reacción
negativa de mi parte.
Nos comunicamos sin problemas con
Celia y ella me confirmó todo lo que Julio me había contado
y ambas mujeres nos entendimos muy bien por cuanto Celia parecía
descansar de su secreto al contarme sus amores con su hermano que era mi
amante.
Celia era una mujer seductora, alegre,
sin problemas y hasta divertida. Era unos años mayor que yo pero
físicamente se conservaba muy bien, de acuerdo a las fotografías
que ella me envió. Julio facilitó nuestra comunicación
porque, al parecer, también parecía aliviado de que alguien
compartiera su secreto.
La verdad es, que nuestra comunicación
con Celia, fue adquiriendo un carácter muy íntimo, sobre
todo cuando hablábamos de la relación mía y de ella
con Julio e intercambiamos secretos de mujer acerca de como Julio le había
hecho el amor a ella y a mí. En estas confesiones no había
celos, porque de todas maneras Celia era su hermana y estaba claro que
ella aceptaba que yo era quien tenia la preferencia en el corazón
de Julio.
Sin embargo mi relación con
ella tomó un giro inesperado. De pronto yo me vi pensando noche
a noche en las relaciones de Julio y su hermana y en mis imágenes
era el cuerpo de Celia el que más me excitaba, hasta que una noche,
en un mensaje, le dije que yo estaba excitada sexualmente con ella a lo
que me contestó que a ella le pasaba lo mismo. Esa noche nos dijimos
que nos deseábamos, que nos amábamos y queríamos ser
amantes.
Conocedoras las dos de las artes
del amor, enseñadas por el mismo hombre, fue fácil intercambiar
los mensajes eróticos mas encendidos, que si alguno o alguna de
Uds. quieren conocer yo se los puedo enviar si me lo piden en forma personal
a la dirección que daré al final
Noche a noche, durante más
de un mes, realizamos con Celia, un intercambio de mensajes ardientes en
que las dos nos masturbamos intensamente. Durante el día yo mantenía
mi comunicación habitual con Julio. La relación con Celia
llegó a tal punto de tensión erótica que un día
nos dijimos francamente que queríamos encontrarnos físicamente
y fue así como nos pusimos de acuerdo para encontrarnos en un pueblo
fronterizo entre ambos países y yo viajé cuatro horas en
bus para encontrarme con ella, que a su vez había viajado tres horas
en avión Durante ese viaje mi excitación sexual por una mujer
fue tan intensa que como pude debí cambiar mi ropa intima porque
estaba demasiado mojada.
Ella era en realidad una mujer,
hermosa de un físico muy atractivo y debo confesar que me cautivó
desde el primer momento.
Nos registramos como hermanas en
una habitación doble de la elegante Hostería y apenas llegamos
a la habitación nos arrojamos una en los brazos de la otra y nos
besamos con pasión mientras nos reíamos casi sin hablar.
No hubo ningún tipo de preámbulos,
ni siquiera pasamos el pestillo de la habitación, cuando yo buscaba
bajo su blusa sus pechos pronunciados y ella levantaba mi falda para recorrer
mis nalgas bajo mis bragas. A los pocos momentos estábamos abrazadas
desnudas sobre la cama y nos buscábamos de todas las formas, pues
queríamos que ni un centímetro de nuestra piel quedara sin
ser reconocida y tratábamos de comprobar ahora sobre nuestros respectivos
cuerpos, que era una verdad maravillosa todo lo que nos habíamos
escrito por mail.
Tengo que confesar que jamás
imaginé que una relación física con una mujer resultara
tan embriagadora y agradable Su cuerpo me parecía de una suavidad
cautivadora, sus curvas sus vellos, sus humedades. Sus pezones me enloquecían
y ella experimentaba conmigo las mismas sensaciones arrebatadoras. Nos
dijimos que nos amábamos, que jamás nos separaríamos,
que iríamos juntas a todas partes, que seríamos únicamente
la una de la otra.
Tuvimos repetidos orgasmos que nos
describíamos la una a la otra con lujo de detalles, lo que nos encendía
aún más de lo ya estábamos y de ese modo volvíamos
a caer en el vértigo del deseo que nos mantuvo unidas lo que quedaba
de la noche.
Al día siguiente, ya un poco
mas serenas, salimos a recorrer el centro comercial de la ciudad y nos
detuvimos para almorzar en un restaurante de lujo. Nos mirábamos
en los espejos y nos encontrábamos mutuamente hermosas, nos tomábamos
de la mano, nos tocábamos bajo la mesa y en el tocador nos besamos
como locas y debimos contenernos para no hacernos el amor en ese lugar.
Ya en la Hostería a medianoche
y en medio de risas que llenaban la habitación nos hicimos mutuas
demostraciones de masturbación, intercambiamos secretos acerca de
como nos producíamos placeres especiales en diversas zonas, para
luego buscarnos la una a la otra. Cuando el cansancio nos rendía
nos abrazábamos y en voz baja nos contábamos cosas y establecíamos
diferencias acerca de como ambas habíamos hecho el amor con Julio,
sin que se produjera entre nosotras la menor situación de celos
porque a ambas lo único que nos importaba era la relación
entre nosotras dos. Fueron días maravillosos y cuando tuvimos que
separarnos, para regresar a cada una de nuestras ciudades nos despedimos
llorando y jurando que haríamos lo imposible para volver a estar
juntas cuanto antes.
De vuelta a mi mundo y a mi trabajo
me sentí que estaba engañando a Julio sin haber dejado de
quererlo. La verdad era que mi situación resultaba ser algo que
nunca había imaginado pues estaba enamorada y era amante de un hombre
y de una mujer, los cuales además de eso eran hermanos y ellos amantes
entre si. Yo no sé como podría llamarse esto y el nombre
era lo que menos me interesaba, únicamente me importaba lo que yo
estaba viviendo y eso me parecía maravilloso.
Solamente que yo quería que
Julio lo supiera, quería ponerlo al tanto de nuestros amores con
su hermana, porque me sentía mal ocultándole lo que pasaba
entre nosotras.
Al final acordamos con Celia que
seria ella quien lo pondría al corriente de nuestros amores encendidos
y enseguida yo únicamente se lo confirmaría. Acordamos además
que Celia lo plantearía desde el punto de vista de que ambas nos
sentíamos amantes suyas y que lo nuestro no era sino una proyección
erótica de nuestro amor por él. Yo lo encontré genial
y se lo confirmé a Julio en un mail posterior- Julio no me contestó
de inmediato ni tampoco se había comunicado con Celia hasta que
un día nos planteó directamente la posibilidad de que nos
encontráramos los tres .
Celia y yo estábamos algo
temerosas de este encuentro por cuanto ambas temíamos que el encanto
de nuestra relación pudiera de algún modo romperse, con la
intervención del macho posesivo y que pudiera establecerse una relación
de celos en cualquiera dirección. No obstante lo anterior conversamos
vía e mail con Celia que al mismo tiempo un encuentro entre los
tres podría ser una experiencia extraordinaria, que podríamos
disfrutar al máximo y con esta idea nos fuimos motivando noche a
noche en nuestros mensajes hasta que llegó un momento en que ajustamos
una fecha para el encuentro el que se realizo hace unas semanas en la capital
del país donde ellos viven.
Cuando llegué al aeropuerto
ellos me estaban esperando y al verlos a los dos juntos una sensación
muy particular me invadió. Me sentí de inmediato en un ambiente
en que me parecía ser mutuamente requerida por un hombre y una mujer,
lo que me producía una sensación extraña en ciertas
partes de mi cuerpo.
Habíamos reservado dos habitaciones
contiguas y yo y Julio aparecimos como un matrimonio, sin embargo nunca
ocupamos la otra habitación los dos días y las dos noches
que allí estuvimos.
Julio se desenvolvía con
una naturalidad extraordinaria acariciándonos tiernamente a una
y a otra sin privarse de ningún tipo de caricias y durante la cena
nuestra conversación fue francamente erótica referida a la
experiencia de Julio con cada una de nosotras y en ningún momento
se habló de las experiencias sexuales entre nosotras las dos mujeres.
Julio nunca tocó el tema y nosotras tampoco.
Cuando llegamos a la habitación
las dos mujeres nos desnudamos con prisa y nos metimos a la cama mientras
Julio se desnudaba. En rápidas caricias pudimos darnos cuenta que
tanto Celia como yo estábamos totalmente lubricadas y nuestros pezones
dilatados y duros. Julio entró en la cama y de inmediato me penetró
con una facilidad extraordinaria mientras besaba apasionadamente a Celia.
Luego cambiaba para penetrar a Celia mientras me besaba a mí. Esta
práctica nos encendió mucho a las dos mujeres que comenzamos
a acariciarnos mutuamente mientras Julio nos penetraba. Estas caricias
se fueron haciendo más intensas hasta que en un momento de elevada
pasión Celia le dijo a Julio que nos dejara solas.
En un comienzo Julio pareció
sorprenderse, pero en seguida se levantó de la cama y pudo contemplar
como nosotras dos nos hacíamos el amor con las diversas variantes
que habíamos descubierto en nuestras sesiones previas. Yo percibía
que el hecho que Julio nos observara me producía un efecto agregado
de excitación y de esa manera me entregaba a Celia con ardor y me
daba cuenta que ella me requería con pasión inusitada. Luego
creo, que ambas dejamos de preocuparnos de Julio y nos entregamos la una
a la otra como no lo habíamos hecho, buscándonos orgasmos
prolongados y violentos. Cuando llegó el cansancio vimos que Julio
estada de pie junto a la cama y nos apuntaba con su miembro dilatado en
su mano bañándolo con su semen de modo que lucía reluciente
al masaje que se proporcionaba...
Fueron dos noches inolvidables durante
las cuales viví algo que jamás había imaginado posible
en la realidad, sino únicamente en el cine erótico, y de
alguna forma sentí que ahora era una mujer definitivamente diferente
Cuando regresé a mi ciudad,
de esto hace solamente dos semanas, me sentí francamente diferente,
más mujer, más hembra, más segura y más hermosa.
Estaba dispuesta a conservar lo que tenia y así se lo hice saber
a Celia y a Julio por medio del correo electrónico. Julio me contó
que se había separado de su mujer y esa noticia nos llenó
de alegría a Celia y a mí porque vislumbramos algo que nos
parecía maravilloso, pero ninguna de las dos se atrevió a
decirlo
Hace una semana, el sábado
en la mañana, de pronto, me asaltó la duda en el sentido
de sí Julio y Celia estarían juntos haciendo el amor sin
que yo lo supiera. De inmediato me puse en contacto con Celia y se lo pregunté
directamente. Ella me contestó que hacía meses que no tenia
contacto con Julio y que los dos días que pasamos juntos era la
única vez que sé había acostado con él en los
últimos cinco años. Eso me tranquilizó pero sólo
temporalmente.
En las noches me he torturado con
unos celos que racionalmente entiendo que son totalmente ridículos
puesto que todo lo estamos compartiendo, sin embargo no he podido luchar
contra eso y le he manifestado a Julio que no deseo seguir la relación
con él al mismo tiempo que he enfriado a propósito mi relación
con Celia.
Esto me ha traído como consecuencia
que en las noches duermo muy poco, que despierto empapada en sudor con
una excitación plena de las imágenes de lo vivido y me masturbo
casi hasta producirme daño. No me atrevo a plantear mi problema
a nadie porque nadie lo entendería. La verdad es que estoy asustada
de vivir lo que he vivido, pero nadie me obligó a eso y realmente
he sido feliz. Hace diez días que no me he escrito con ninguno de
los dos, ni contesto sus mensajes, pero aunque mi mente apunta a alejarme
de ellos mi cuerpo reclama a Celia con una intensidad que no puedo gobernar
y de alguna manera percibo que Julio controla mi conducta a la distancia.
Por favor si alguien quiere ayudarme
escríbame a la dirección
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
Creo que solamente las personas
que de algún modo han penetrado o están interesadas en este
mundo extraño y cautivante del erotismo, pueden con conocimiento
y experiencia darme una opinión que pueda serme útil. Les
doy las gracias por escucharme y estoy dispuesta a contestar todas las
preguntas que deseen hacerme. Gracias.
Mercedes.