Me llamo Joaqu�n y soy profesor de instituto. La experiencia
que les voy a contar comenz� hace unos tres a�os. Hab�a en clase un alumno mitad
espa�ol y mitad filipino, que al a�o siguiente nos sorprendi� a todos porque
ven�a vestido de mujer. Se sent�a como tal nos dec�a.
Al siguiente a�o yo le di clase a, la voy a llamar a partir
de ahora, esa alumna. Sus pechos se hab�an desarrollado bastante y se hab�a
cambiado el nombre. Ahora se llamaba Alexandra. He de decir que se hab�a
convertido en una chica absolutamente preciosa y confieso que despert� en m� los
deseos m�s voluptuosos. S�. Soy un hombre casado, sin hijos, que lleva el
estigma de la insatisfacci�n de no haber desahogado sus deseos adolescentes. Es
decir no haber tenido contactos sexuales en esas edades en donde es lo
primordial. Por eso Alexandra se convirti� en una fantas�a.
Por razones que no voy a contar puesto que no est�n
relacionadas con este tema, me cesaban como profesor en ese centro docente, es
decir me echaban del trabajo. Esto fue el principio del verano pasado, bueno
cuando ten�a vacaciones.
Decid� quedarme en julio sin salir, cosa que si hizo mi mujer
durante una semana. Luego ya si nos fuimos en agosto. Bueno pues en esa semana
que estuve solo me atrev� a hacer lo que nunca habr�a hecho siendo profesor.
Llam� por tel�fono a Alexandra. Me encontraba en un estado de lujuria exacerbada
a causa del despido y la no aceptaci�n de mis frustraciones. Le ped� que viniera
a mi casa y le habl� de lo del despido. De lo injustos que hab�an sido conmigo.
Me dijo que s�, que aceptaba venir. Pero no apareci� a la hora convenida. Yo me
puse nervioso. "No deb�a haberlo hecho ", pensaba. Sal� a dar una vuelta para
tranquilizarme y cuando volv� me encontr� a Alexandra en el sal�n. Llevaba
puesto un camis�n. No me explicaba como hab�a podido entrar. Ella me dijo que se
hab�a colado por una ventana hace unas dos horas y que se hab�a tra�do este
camis�n para darme una sorpresa. Ven�a bastante maquillada. Era delgadita. Muy
jovencita. Su negra y abundante cabellera le ca�a por los hombros. Me fij� en
sus pechos que abultaban en el camis�n. Eran tiernos y duros.
Hablamos un poco pero en seguida pasamos a la acci�n. Yo me
quite la camisa y Alexandra con sus u�as largas me raspo los pezones y luego me
los chupete�. Eso no me gust� demasiado. Me encontraba cohibido. La cog� y me la
sent� encima. Yo tan s�lo llevaba unos calzoncillos. Entonces saqu� mi pene y se
lo met� por dentro de sus braguitas. Not� tambi�n su pene. Era peque�o, delgado
pero totalmente erecto. Tuve un escalofri� de envidia y a la vez de deseo. Mi
pene era mas grande. Lo frotaba con el suyo mientras apretaba sus pechos tapados
por el camis�n y me com�a su delgadito cuello y sus hombrillos. Se o�an nuestras
respiraciones acaloradas. Empezaba a pasarlo fenomenal, abusando de la chiquilla
y recordando cosas de mi adolescencia, de cosas que hab�a visto hacer pero que
yo no hac�a.
Le met� un dedo en su culito. Todo dentro. Y segu�a
apret�ndome. Ella se dio la vuelta y me cogi� la polla con una mano. Se puso a
pajearme con sus delicadas manos. Vi sus ojos llenos de rimel. Cerr� los ojos.
Delicioso. Con una extraordinaria fuerza me puso de espaldas y mientras me
pajeaba me mordisque� el culo paso su lengua por los gl�teos y luego la
introdujo en el ano volvi�ndome literalmente loco. Jam�s me hab�an hecho esto.
Yo lo que quer�a era ver sus tetas. Le arranqu� el camis�n y
se la vi. Deliciosas. Le met� la picha entre ellas. Que sexy estaba con su larga
melena ondulante y azabache mir�ndome con sus bonitos senos. Era preciosa. Ella
se liber� de mi abrazo y se volvi� a poner el camis�n pero se quit� las
braguitas. Entonces se apretujo contra m�, sent�ndose hacia adelante. Los dos
desnudos, yo completamente y ella de cintura para abajo. Su camis�n ol�a a
rosas. Apretados nuestros genitales que se frotaban. Mi cara contra la suya que
estaba empapad�sima por su saliva. �Como se lo estaba pasando ella!. Le met� de
nuevo el dedo en el culo. Y no pudo aguantar m�s. Not� como me empapaba. Fue
maravilloso. Esa chiquilla no sab�a todav�a controlar sus impulsos. La hab�a
vuelto loca. Entonces se volvi� a levantar el camis�n para que le volviera a ver
los pechos y me volvi� a pajear. Con suavidad y energ�a. Tambi�n me acariciaba
los huevos. Y hasta que me corr�. Ech� toda mi leche que le puso perdidos el
camis�n, su cabello, su bonita cara. Fue buen�simo.
Nada m�s.