Relato: La vida te da sorpresas - 10 (Rescat� este relato de una p�gina web que agoniza. Espero que su autor original, Santi35, sepa disculpar mi atrevimiento. Pero no puedo permitir que semejante joya desaparezca. Ir� publicando los dem�s conforme los vaya encontrando.)
Como recordar�n, la carita de Juancito hab�a quedado pr�cticamente tapada por los huevos del Abuelo. La redonda y gorda cabeza de la verga descansaba casi en la boca del chico. Al sentirla tan cercana, Juancito la tom� con ambas manos, porque solo as� pod�a abarcar todo su grosor. Abriendo la boca todo lo que pod�a, se meti� el glande �ntegro y comenz� a lamer y chupar. Esto hizo que el Abuelo comenzara a gemir de una forma que, estoy seguro, se oy� hasta el comedor, donde creo que hab�a algunos integrantes de la familia.
Muy a pesar de Miriam, Josefina la tom� de la cintura y levant�ndola le hizo una se�a a Mercedes para que viniera a ocupar su lugar. La peque�a pero paradita verga de Juancito estaba totalmente mojada por los jugos que hab�a segregado la conchita de Miriam. Incluso la pelvis del ni�o estaba mojada.
Mercedes se acerc� y, agach�ndose, tom� el pito de su hermano y comenz� a chuparla.
-L�mela todo lo que quieras �le dijo su madre�, pero hazlo lento, porque de lo contrario lo har�s acabar antes de que te penetre.
Al o�r esto Mercedes dejo de mamar y, entreabri�ndose la concha con sus dedos, se fue sentando sobre la verga de Juancito. Sus ojos se habr�an como platos ya que era la primera vez que se met�a algo m�s grueso que sus propios deditos en su raja. Cuando la tuvo toda metida dentro, un suspiro de goce sali� de su boca. Cerrando los ojos pero con una sonrisa de satisfacci�n, comenz� a moverse.
A todo esto, Juancito solo lam�a y chupaba la verga endurecida del Abuelo. Se notaba que tenia pr�ctica en esto ya que de vez en cuando se la sacaba de la boca y lam�a el tronco, incluso pasaba tambi�n la lengua por los huevos. Esto me hizo pensar que Miriam no ser�a la �nica bisexual en la familia. Era evidente que no era la primera vez que Juancito pon�a un pene en su boca. Lo disfrutaba, se ve�a el placer en su carita al chuparla.
Josefina, por su parte, besaba la boca del Abuelo y lo acariciaba con infinita ternura en el cuello. Las manos del viejo no estaban inm�viles, ya que sus dedos entraban y sal�an de la concha peluda de su nuera.
-Mam� �le dijo Mercedes�, ay�dame a acabar.
Josefina se separ� del Abuelo y aproxim�ndose al lugar en que sus dos hijitos estaban unidos por sus sexos, se agach� y comenz� a masajear el cl�toris de Mercedes, que se ve�a perfectamente sobre la entrepierna de Juancito.
-�No, no! As� no �protest� Mercedes�. Hazlo con la lengua.
Sonriendo, Josefina comenz� a lamerle el cl�toris a su peque�a hija quien, al sentir la estimulaci�n en su concha y la fricci�n de la verga de su hermano en su interior, no tard� en apretar sus piernas, se�al de que estaba teniendo un orgasmo. Esto lo confirmaron los grititos y suspiros que sal�an de su boca.
Luego de unos segundos, se levant� y se dirigi� al ba�o con las piernas temblorosas a lavarse. Miriam, que se hab�a quedado a mi lado viendo como Clara me acariciaba la verga -bien lentamente para no hacerme acabar antes de tiempo- no perdi� ni un segundo.
Ni bien se levanto Mercedes, mi hija se sent� en la verga de Juancito. Realmente no me explicaba como el ni�o no hubiese acabado ya, quiz�s era porque la mente de Juancito estaba concentrada en lamer la verga del Abuelo, o quiz�s �l tambi�n beb�a la infusi�n �despu�s me enter� de que, en efecto, la segunda suposici�n era la correcta: en d�as posteriores vi que todos los integrantes de la familia la beb�an-.
La verga del chico se manten�a a�n dura y mirando al techo, as� que entro con facilidad dentro de la concha de mi hija.
Miriam comenz� a cabalgarlo con furia, se ve�a claramente que deseaba tener un orgasmo lo m�s r�pido posible.
-Pap� �me llam�. Vamos ay�dame t� ahora, hazme lo mismo que Josefina a le hizo a Mercedes.
Solt� la mano de mi esposa y me acerque a los ni�os. Busqu� con mi dedo el cl�toris de Miriam y comenc� a acariciarlo, mientras mis labios se apoderaban de los peque�os pezones de mi hija que estaban ya totalmente duros. Los lam� unos segundos pero me concentr� en el dilatado y duro cl�toris que ten�a en mis dedos.
En ese momento, el grito que peg� el Abuelo me indic� que estaba acabando un torrente de leche en la peque�a boca de Juancito. �ste trato de tragar todo lo que pudo, pero por lo visto fue demasiado para alguien tan peque�o. Por las comisuras de su boca grandes gotas de leche se deslizaron por sus mejillas.
Los ojos de Miriam se abrieron al ver esto y actu� como detonante para su orgasmo ya que comenz� a gritar de placer como una posesa mientras apretaba las piernas.
Con dificultad, ya que hab�an quedado totalmente agotados, el Abuelo y luego Miriam se levantaron del cuerpo de Juancito y se retiraron unos pasos al costado, as� que quedamos en el suelo Juancito y yo. Su pito a�n estaba parado, lo que me hizo pensar que este ni�o tendr�a un gran futuro en sus encuentros sexuales, ya fueran con hombres o mujeres.
Ten�a su endurecida verga muy cerca de m�.
De pronto, una idea totalmente fuera de mis inclinaciones sexuales pas� por mi mente. Mi coraz�n comenz� a galopar de forma incontrolable. Mir� nuevamente el pene duro, parado y aun h�medo de Juancito. Casi a pesar m�o me inclin� un poco m�s� Mir� a mi esposa y a Josefina. Ellas me miraron sonrientes, adivinando mis intenciones, y asintieron con un peque�o movimiento de cabeza. As� que, sin pensarlo m�s, coloqu� el miembro del ni�o en mi boca. Estaba totalmente mojado por las segregaciones de Mercedes y de mi hija Miriam. Se sent�a duro pero suave en mi boca. Comenc� a chuparlo. Por primera vez en mi vida ten�a un miembro viril en la boca y lo peor era que lo disfrutaba. Esta nueva sensaci�n hizo que mi pito se endureciera m�s, aunque suene imposible. �Mi verga parec�a que le pertenec�a a otra persona, por lo grande y dura que la tenia! Colgaba totalmente endurecida de entre mis piernas. Al verla, Lorena se meti� entre mis piernas y, acost�ndose de espaldas, se la meti� en la boca. Exactamente en ese momento sent� que la peque�a pero dur�sima verga de Juancito palpitaba y sufr�a peque�as contracciones y que mi boca se llenaba con un l�quido de gusto salobre y met�lico, no totalmente desagradable, que tragu� hasta la �ltima gota.
Juancito qued� como desvanecido. Su madre se acerc� y, bes�ndolo con infinito amor, limpi� la leche del Abuelo que a�n ten�a en sus mejillas.
Me concentr� en la chupada que me estaba haciendo Lorena. No tard� mucho en acabar. Cuando comenc� a sentir que una catarata de leche sal�a de mi miembro e inundaba la boca de la peque�a, �sta trat� de tragar la mayor cantidad posible. Cuando saqu� mi pene de su boca, una buena porci�n de semen cay� sobre su cara y sus ojos, incluso parte de su pelo quedo apelmazado por mi leche.
A duras penas me puse de pie. Mis piernas temblaban de agotamiento. Solo qued�bamos Clara, Lorena y Josefina. El Abuelo se hab�a retirado a descansar. Juancito lo sigui� y se reuni� con �l en su cama. Tambi�n Miriam y Mercedes se hab�an ido, as� que yo pens� en irme a mi dormitorio a descansar un rato. Antes de que saliera, mi esposa se acerc� y me dijo:
-Al verte chupar la verga de Juancito sent� que me estremec�a de puro gozo. Mira mis dedos, lo mojados que est�n de tanto met�rmelos en mi concha. �No tengo idea de cu�ntos orgasmos tuve! Quiero que me prometas una cosa.
-Lo que t� digas, mi adorada �contest� yo.
-Quiero verte cuando te metas una verga en tu culo, eso me volver� loca de puro placer. Como cuando se la chupo a nuestro hijo.
�No puedo prometerte eso ahora, estoy muy cansado �respond�. Pero estate segura de que cuando lo haga, estar�s en primera fila. Te aseguro que no pasar� mucho tiempo, pues me encant� chuparle el pito a ese ni�o �conclu�, y me encamin� a la salida del sal�n.
Al salir y cerrar la puerta vi a las tres mujeres abrazarse y comenzar a tocarse entre ellas. En el comedor estaban mi hijo Carlos, que ten�a metida su verga hasta los huevos en la concha de Tina, y tambi�n Hebe y Carla, mi otra hija, que miraban y se masturbaban lentamente. Me fij� que las dos ten�an las conchas dilatadas y los pelos que las rodeaban totalmente llenos de leche, se�al de que Carlos ya las hab�a montado a las dos y ahora era el turno de Tina. Era excitante ver las grandes tetas de la jovencita bambolearse por los golpes que Carlos daba y escuchar los grandes gritos de placer que prefer�a. No era para menos: la gran verga de Carlos entraba y sal�a de ella como si de un ariete se tratase.
Llegu� a mi cuarto, me ba�e y me recost� un rato en la cama. A los pocos minutos dorm�a profundamente.
Cuando llegu� al rancho del Abuelo (y m�o claro), ten�a yo cuarenta a�os. Al terminar este relato tengo ya sesenta y cinco a�os. Es decir, pasaron treinta y cinco a�os desde ese momento. Muchas cosas pasaron en ese largo lapso de tiempo, no todas buenas -la muerte del Abuelo y de su esposa y algunos apuros econ�micos, por ejemplo-.
De las buenas cosas rescato por ejemplo, el casamiento de Carlos y Hebe, que termin� en una extraordinaria org�a y el esperado debut de Miriam en manos del Abuelo y por m�.
Ustedes recordar�n a Luc�a, que estaba embarazada cuando llegu� con mi familia. Bien, cuatro meses despu�s tuvo una hermosa bebita. Cuando cumpli� los catorce a�os, su madre me la ofreci� para que yo fuese el primer hombre que la follase� Y en esa primera vez la dej� embarazada.
Era una delicia verla correr desnuda por el arroyo con su pancita. Realmente era bell�sima, con su cabello dorado, sus ojos celestes como el cielo y su excitante pancita de embarazada. Tan hermosa era que todos los hombres de la familia quer�an darle su raci�n de verga, raciones que ella aceptaba con much�simo gusto.
Tambi�n, como habr�n previsto ya por las �ltimas cosas que sucedieron, tuve mi primera experiencia sexual con un hombre, que casualmente fue mi hijo Carlos.
Todas estas cosas y muchas m�s quisiera relatarles, pero como son muchos a�os tengo que ordenarlas en mi mente, para sintetizarlas y que la lectura sea amena, excitante y no cansar al amable lector. As� que si ustedes me perdonan, tienen paciencia y esperan un tiempo hasta que ordene todos esos a�os, les seguir� contando todo lo que sucedi� m�s adelante.
Me despido ahora, hasta muy pronto, y si quieren que siga con esta saga solo h�ganmelo saber.
Un gran abrazo a todos los lectores de Mart�n Irisar y su familia.
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Relato: La vida te da sorpresas - 10
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