Relato: Mis inicios con Camila





Relato: Mis inicios con Camila

Con el siguiente relato empieza una serie de cuentos er�ticos
-no pornogr�ficos-, basados en experiencias personales, dedicados exclusivamente
a estas verdaderas diosas del amor que son los travestis, a las cuales amo
profundamente, y muy particularmente a las shemales, aquellas mu�equitas que ya
sea hormon�ndose o recurriendo a cirug�a han logrado desarrollar cuerpos
deliciosamente femeninos -que cualquier mujer real que se precie envidiar�a-
pero que mantienen sus miembros intactos, aquel ap�ndice del amor que las vuelve
tan pero tan especiales. Sexys y muy femeninas. Dulces, cari�osas y apasionadas.
As� son ellas: Mis diosas del amor, a quienes no cambio por ninguna f�mina
natural, quienes a pesar de haber nacido hembras se olvidan muchas veces de lo
que ello representa y entrando a competir con el hombre olvidan toda aquella
femeneidad que deber�a hacerlas especiales. C�mo no entregarme apasionadamente a
mis diosas del amor, cuando viniendo al mundo en un cuerpo que si bien les
pertenece va en completa asincron�a con sus mentes, con sus almas y por supuesto
con sus corazones, y aun a pesar de ello entienden perfectamente lo que es ser
una verdadera mujer y saben dar a sus hombres tanto amor y placer que no amarlas
como ellas se lo merecen divulgar�a total insensibilidad y falta de cordura de
nuestra parte. Esta serie de relatos va dedicado a ustedes, mu�ecas preciosas,
due�as de todos mis sue�os y musas soberanas de mis fantas�as.


Relato # 1: Mis inicios con Camila


-1-


Recuerdo a�n los albores de mi adolescencia, viv�a en un barrio modesto con
mis padres y tres de mis cinco hermanos -dos de ellos hace un par de a�os que
hab�an ya levantado vuelo-. Pues y ya se imaginar�n mi vida de neo-adolescente
aborregado -por el maldito sistema digo-: estudios, chicas, reprimendas, chicas,
peleas entre hermanos, m�s chicas, pues es cierto que en esa edad en lo �nico
que pensamos los chicos pues es en las chicas, �a que no?. Y pues como
adolescente un tanto agraciado por la naturaleza y gracias a mis sofisticadas
t�cnicas en devaneos amorosos aprendidos de pel�culas de segunda, chicas no me
faltaban y fue as� como de empezar dandos tumbos s�lo en el cole -pues mal
estudiante s� era-, empez� tambi�n a dar tumbos de cama en cama. As� se me
escaparon mis 13, mis 14, mis 15 y mis 16 podr�an haber seguido el mismo rumbo
de no ser por Camila: mi primer gran amor.


Aquel d�a, recuerdo haber llegado temprano a casa, pues la noche anterior
hab�a fallecido la madre del director del colegio en donde estudiaba, era d�a de
duelo en el cole y yo feliz, no por la muerte de esta se�ora que Dios la tenga
en su santa gloria, sino porque al menos por ese d�a pod�a zafarme de aquella
tortura diaria que representaban para m� las clases. Fue as�, como llegando a mi
casa dicho d�a, me top� con un cami�n de mudanza: - nuevos vecinos, -pens� en
voz alta-. Hubiese seguido derecho hasta mi casa de no ser por el estupendo culo
que alcanz� a divisar, fenomenal culo que por supuesto pertenec�a a una
fenomenal mu�eca de largo cabello casta�o rizado que gracias a que justo en el
momento que yo pasaba frente a su nueva casa se hallaba en el portal acomodando
unas cajas, arrodillada en una pose tal que me permiti� admirar baboseante su
mejor cara: aquel trasero en pompa, perfectamente redondeado, en unos min�sculos
shorts jeans prelavados, visi�n divina que me volvi� loco y ciego, pues por
estar disfrutando de aquel fascinador espect�culo fui a dar al piso despu�s de
tropezar con un inmenso cart�n, gan�ndome por ello tremenda reprimenda de uno de
los tipos que realizaban la mudanza.


La ca�da fue lo suficientemente brusca, aparatosa y ruidosa como para que mi
nueva hermosa vecina se acercara a ver que era lo que hab�a sucedido.


- �Qu� sucedi�?, �se lastim� alguien? - pregunt� ella en tono preocupado,
mientras asomaba su angelical rostro por detr�s del tipejo que hac�a un rato me
insultara.


- Este mocoso del demonio, que por no fijarse por donde camina se fue de
bruces y lo estrope� todo ac� - se apresur� a responder el tipo en cuesti�n.


- �Ay pero si no es un mocoso! - replic� ella al instante mir�ndome fijamente
con aquellos dos ojazos color miel y yo por supuesto mir�ndola como est�pido,
pues es que estaba azorado por tanta belleza, "�sobrenatural!" me vino a la
cabeza en esos momentos.


- �M�ralo!, pero si es un muchachote grande y buen mozo - contin�o ella con
una voz tan dulce que me desbarataba - Si se ha ca�do ha sido por tu
incompetencia - prosigui� en tono altivo dirigi�ndose a aquel tipo, yo me la
quer�a comer a besos y quien no al ver aquella boquita, enmarcada por aquel par
de deliciosos labios a los cuales a partir de ese momento, a�n si probarlos me
volv� adicto -


- Disculpe se�orita, pero es que...


- No me pida disculpas a m�, p�daselas a �l, �qu� tal si se hubiese roto algo
el pobre? - lo interrumpi� y dirigi�ndose luego a m� me extendi� una mano para
ayudarme a incorporarme. - �Te has lastimado? - me pregunt� amorosamente una vez
que estuve de pie.


- No ha sido nada, pero tranquila ha sido mi culpa es que... - me call� al
instante, al percatarme de lo que iba a decir, al final como pod�a decirle a
ella que era su culo el culpable, pues si no ten�amos tanta confianza a�n �no
que va? -


- Anda, que te invito a tomar algo para que pases el mal rato - me qued�
paralizado, ya se me hizo dije yo - Algo sano me refiero - repar� ella
r�pidamente al verme la expresi�n de tarado dibujada en el rostro. - Y usted,
siga con su trabajo, y con cuidado no vaya a ser que se lastime alguien m�s -
dijo ella, encarando a... al tipo ese ya saben.


Iba ella agarr�ndome la mano, gui�ndome hasta el interior de su nueva casa, y
yo detr�s de ella admirando su figura y m�s que embobado, enamorado, esa es la
verdad. Cuando de repente, se voltea ella hacia m� y tom�ndome la otra mano se
acerc� a m� diciendo: Yo invit�ndote a tomar algo, cuando a�n est� todo en el
cami�n. �Qu� tonta soy!, disc�lpame por favor - Dijo ella en un tono de
inocencia tal que me dej� sin palabras. - Pero �sta te la debo, ok! - prosigui�
decidida.


- Ok! - le respond� yo. �Brillante! �no? Ten�a frente a m� a la mujer m�s
bella que hab�a visto en mi vida invit�ndome a beber algo en su casa - algo sano
cabe recalcar - y lo �nico que se me ocurre responder a su propuesta es: Ok!. Y
ah� no acaba todo.


Yo ya me iba, as� sin hacer ni decir nada - �de Ripley no?-, cuando ella me
detuvo y regal�ndome antes una sonrisa, suavemente me pregunt� mi nombre.


- Alexander, aunque todos me llaman Alex. - le respond�, ya un poco menos
estupidizado -


- Ok! entonces yo te voy a llamar Alexander, pues siempre me ha gustado ser
especial. Adem�s de que Alexander es un bonito nombre, y llamarte Alex le quita
todo el romanticismo. Entonces, mi querido Alexander �nos vemos esta noche,
cuando ya todo esto est� un poco m�s ordenado?.


- Ser� un placer, pero y t� �c�mo te llamas?


- Yo soy Camila, y t� puedes llamarme como quieras, siempre y cuando sean
cositas dulces. Chao! nos vemos esta noche...


- A las 8 en punto - le interrump�, y asintiendo ella con la cabeza se
despidi� de m� d�ndome un gran beso: mitad de amigos, mitad de amantes.


-2-


El d�a se pas� volando, y como no iba a ser, mi excitaci�n era tal que entre
fantas�a y fantas�a en un segundo dieron las 7 de la noche. Me hab�a pasado el
d�a entero fantaseando con lo que ser�a esa noche, sab�a perfectamente que era
solo un trago, un caf� quiero decir, bueno al menos eso supon�a, pero ya en el
ruedo uno nunca sabe.


Al dar las 7, despoj�ndome r�pidamente de mis ropas, me met� a la ducha. Ya
en la ducha, completamente desnudo y gracias al pajareo mental realizado en el
d�a, pronto estaba con mi miembro completamente erecto, a pesar del agua fr�a,
mi cuerpo ard�a. Fue en esos momentos cuando sentir el agua fluyendo por todo mi
cuerpo me provoc� un grado de excitaci�n tal que pronto el flujo incesante de
agua se convirti� en un mar de caricias, las caricias apasionadas de mi amada,
recorriendo mi cuerpo. Y ah� estaba ella, frente a m�, con su divina sonrisa
estampada en sus labios, con su mirada profunda fija en m�, pidi�ndome a gritos
que la amara. Acerc�se a m� y me bes� en silencio, profundamente. Yo respond�
febrilmente. Empec� a acariciarla. Me rode� ella con sus brazos y continu�
bes�ndome primero los labios, luego el cuello, pas� por mi pecho deteni�ndose en
mis tetillas un instante, mordisque�, ara��, lami�, hizo cuanto ella quiso y
todo lo que hac�a me llenaba de placer. Pas� su lengua por todo el trayecto que
conduce a mi ombligo, mientras yo acariciaba sus hermosos rizos, ahora alisados
por efecto del agua. Ya de rodillas ella, llev�se mi bulto a la boca, y
aferr�ndose firmemente a mis nalgas empez� a chup�rmela ferozmente. Es imposible
describir todo el placer que sent�. Se la tragaba toda. Y en cada succi�n de mi
amada se me iba la vida. De cuando en cuando jugueteaba con mis bolas, para
pasar luego a mi pene y deteni�ndose en el glande se divert�a un mundo d�ndome
peque�os mordiscos, luego la lengua, recorriendo el tronco de arriba a abajo,
con la mirada siempre fija en m�, como implor�ndome que explotara sobre su cara.
Yo estaba que reventaba de placer. Jugueteando ella, se llev� un dedo a la boca
y mientras me la meneaba con la otra mano, al verme totalmente entregado, se
decidi� y me meti� uno de sus hermosos dedos en mi ano. El placer fue inmenso.
Empez� a escudri�ar con su dedo en mi agujero, y percat�ndose de que me ven�a
engull� mi polla completamente, al rato, explot�, r�os de semen sal�an por las
comisuras de los labios de mi amada, los que ella recog�a ansiosamente con su
lengua. Terminada la faena, se incorpor� y nos besamos largo rato. Le acariciaba
yo las nalgas cuando...


- �Alex! �a qu� horas sales del ba�o? �Que yo tambi�n tengo que salir! - Era
mi hermana sac�ndome abruptamente de mi ensue�o. Mi mano cubierta de semen
termin� de lanzarme a la dura realidad: �El pajazo de mi vida!.


Sal� de la ducha, sin preocuparme de limpiar nada. Faltaban ya 15 minutos
para las 8.


- �Ya era hora!, �qu� tanto hac�as ah� dentro? - pregunt� mi hermana buscando
una sucia confidencia


- Enc�rgate de ello - le dije a mi hermana p�caramente -


- �No habr�s estado mene�ndotela otra vez en la ducha asqueroso?


- T� tienes la culpa por dejar tus panties tirados en el ba�o - le respond�
altanero, para que dejara de fastidiarme.


Corr� a mi habitaci�n a vestirme presurosamente, me puse lo primero que hall�
planchado en el closet y pas� volando de mi cuarto a las escaleras y de ah�,
dando saltos hasta la sala. Eran las 8 en punto. Afortunadamente Camila, viv�a a
tan s�lo unos pasos de mi casa, as� que estaba a tiempo. En la sala me esperaba
mi madre.


- �A d�nde vas tan de prisa? - me pregunt� con cara de pocos amigos


- Tengo una cita y ya estoy tarde - le respond� firmemente


- Claro, el ni�o tiene una cita, y �con qui�n?. Con "ese perdido" que lleg�
hoy al barrio. - La verdad no supe a quien se refer�a con aquella expresi�n -
�Que ya me he enterado de todo! Y t� no sales de aqu� - continu� - T� eres un
hombre, y no vas a ir a meterte con "ese" - concluy�.


- Mam�, realmente no se a qu� te refieres - expres� - La nueva vecina me
pidi� que la ayudara con algunas cosas en su casa, no veo cu�l es el problema.
Adem�s no s� a qu� tipo te refieres, yo a donde voy es a casa de Camila, nuestra
nueva vecina, como ya te dije.


- �Camila! �Bah! - y lanz� una sonora carcajada, por dem�s burlesca - Camilo
ser�, que no ves que nuestra nueva vecina, como t� le llamas, no es ella sino
�l. Pero, �qu� hijo m�s pendejo me ha salido!


Yo me qued� de una pieza, lo que suced�a era irreal, no era posible, pero si
Camila es un �ngel - pens� -


- Eso no es cierto mam�, que yo la he visto y es una mujer. Que yo s�
reconocer a un hombre de una mujer. No soy tan est�pido.


- Pues hombre o mujer, t� no sales de aqu�, y eso es todo - sentenci� -


Sub� a mi habitaci�n destrozado, no pod�a creer lo que mi madre me hab�a
dicho. Me tumb� en mi cama, pensando. Rememor�, cada detalle de lo ocurrido
aquella ma�ana: Vi a Camila acomodando las cajas nuevamente, y pens�: No puede
ser, con ese culo tan perfecto, luego el tropez�n, la ca�da y los insultos de
ese tipejo y luego la dulce voz de Camila recriminando al tipo de la mudanza por
ser tan est�pido. Y luego d�ndome la mano para incorporarme y aunque en ese
momento no lo percib� ahora pude percatarme de que al levantarme pude percibir
su delicado perfume, ol�a a rosas, y esos ojos y esos labios, y pens�: Es
imposible, mam� enloqueci�, eso lo explica todo. Y cuando me tom� de la mano y
me invit� a tomar algo y luego la expresi�n inocente en su rostro disculp�ndose
por el error que hab�a cometido. Y luego el beso, aquel beso en la mejilla que
me dio al despedirse y que apenas roz� mis labios y sent� desfallecer. No, mi
amor, - pens� - esto no puede ser. Esto lo aclaramos ya.


No pude contenerme m�s, ten�a que disipar mis dudas a como de lugar. As� que
como ten�a prohibido salir, intent� escabullirme por la ventana de mi
habitaci�n. Y ojal� fuese como en aquellas pel�culas en las que adolescentes
atormentados, se escabullen tan f�cilmente y de las m�s variopintas formas por
las ventanas de sus habitaciones y no como en mi caso, donde siquiera pensarlo
hubiese significado un par de huesos rotos. Tuve que idear otra forma.


Eran ya las 10 y media. Tuve que esperar a que mis padres se encerrasen en su
cuarto a ver TV como es costumbre - pues no cre�a que hiciesen algo m�s - para
poder escabullirme como todo un profesional: por la puerta de enfrente, a lo
grande claro que s�. A tientas, baj� hasta la sala lo m�s sigilosamente posible,
para evitar as� cualquier encuentro desagradable. Ya en la puerta, a punto de
salir, siento una luz en mi rostro, las luces de la sala estaban apagadas, la
luz proven�a de una linterna: era mi hermanita, fastidi�ndolo todo una vez m�s.


- �Te vas a ver a "ese" verdad?


- Mira reinita, se llama Camila y es toda una mujer, m�s mujer de lo que t�
llegar�s a ser alg�n d�a - le respond�.


- �Ja! - gesticul� burlona - Al menos yo si soy una mujer de verdad no como
"ese". - expres� ofendida


- Eso es una estupidez que no s� de donde mi mam� sac�, pero yo les voy a
demostrar que ella es toda una mujer. As� que largo de aqu� y no fastidies m�s.


- �Ma... - a punto estuvo de provocarme un infarto, apenas alcanc� a taparle
la boca.


- Esc�chame bien, si dices una sola palabra, yo le cuento a mi mam� que metes
en casa a tu noviecito cuando ella no est�. Y no s�lo eso, tambi�n le cuento de
los jueguitos que sueles tener con �l en tu habitaci�n. As� que quedita y
abriendo paso jovencita.


Abr� la puerta y cerrando cautelosamente sal� rumbo a casa de Camila.


Veintisiete pasos me separaban de mi amada, tuve tiempo de contarlos uno a
uno y en cada paso, tiempo para meditar como abordar�a a Camila sobre este
"delicado" asunto. Cuando me di cuenta, ya estaba parado frente a su casa sin
haber podido hallar a�n el compendio de palabras precisas para encarar a mi
Camila. �Con qu� derecho estoy yo aqu�?, me preguntaba. Las dudas me asaltaban
una tras otra, estaba desesperado. Toqu� la puerta tr�mulamente. Nadie
respondi�. Toqu� nuevamente. S�lo al tercer golpe me fij� en el timbre, cuando a
punto estuve de tocarlo, se abri� la puerta con mi amada, cual �ngel de luz,
semioculta tras de �sta.


- Mi caballero Alexander ha venido despu�s de todo. - susurr�


- Camila, lo siento, no pude venir antes...


- Est� bien, lo importante es que est�s aqu�. Por favor pasa.


No quer�a alargar m�s el asunto, quer�a tener respuestas ya y hubiese
preferido no entrar por si lo que tendr�a que o�r fuese doloroso. Pero ella era
irresistible. El encanto de Camila era arrollador. Me hab�a esclavizado. Y sin
darme cuenta, en un santiam�n, estuve dentro de su casa. Sentado junto a ella,
en la improvisada salita de estar, que me gustaba pensar hab�a preparado para
recibirme aquella noche exclusivamente a m�, me acomod� tratando tambi�n de
acomodar mis ca�ticos pensamientos.


Camila estaba hermosa, con una encantadora pijama rosa, de esas de dos
piezas: un top un tanto holgadito que al reclinarse ella, mostraba
inconscientemente su bell�simo par de tetas turgentes, y un pantaloncillo
ajustado que le moldeaba perfectamente el trasero y me permit�a a mis anchas
gozar de la visi�n de sus largu�simas y torneadas piernas.


- �Qu� ha ocurrido? �Por qu� te has retrasado? - me pregunt� contrariada - Me
has tenido preocupada. Cre� que te hab�a ocurrido algo malo.


- No, no, estoy bien. Al menos en parte. - le respond�, buscando entrar en
tema -


- A ver, y se puede saber �qu� es lo que le sucede a mi querido?


- No s� como empezar, es algo bastante est�pido. Cr�eme que cuando te lo
cuente, te vas a matar de risa.


- Pues, si es tan est�pido como para matarme de risa, pues entonces no veo
raz�n para que est�s con esa cara. Anda dime.


- Si mira...


- Oh! ya s� - me interrumpi�, mientras se levantaba, moviendo cadenciosamente
sus caderas y dirigi�ndose a la cocina - Sabes conozco de un remedio infalible
para esos momentos en los que hablar no es f�cil. Esp�rame un segundo. - Me dijo
animada.


M�s que en las palabras que pronunci�, yo me fij� en su trasero, ese trasero
que me estaba enajenando, pues quer�a com�rmelo bocado a bocado. Me imaginaba
ese culo tan bonito frente a m� y yo haci�ndole trabajo de lengua en ese
agujerito que se hab�a tornado en mi objeto de deseo.


Apenas hab�a entrado ella en la cocina, me levant� maquinalmente, hipnotizado
por aquel bamboleo infernal de sus caderas y me met� en la cocina tras de ella.
Ya ah�, me acerqu� a Camila y apoy�ndome en ella, quien de espaldas a m�
preparaba un caf�, la rode� con mis brazos por la cintura. - �Pero qu�
impaciente! - exclam� - Pude notar como se le sonrojaron las mejillas. Acerqu�
mis labios a su o�do y armado de valor, con tr�mula voz, le dije: - Por favor,
mi amor, angelito m�o, dime por favor que no es cierto - Mientras pronunciaba
cada palabra la abrazaba m�s y m�s fuerte, sintiendo el calor de su vientre
apoder�ndose de cada cent�metro de mi piel. Y fue as�, cercano a ella, con sus
casta�os bucles sobre mi rostro, y ya ahora con sus manos sobre las m�as, tal y
como ocurriera aquella ma�ana, estrechando mi mano derecha suave y amorosamente
y gui�ndome esta vez no a su casa sino a su entrepierna como me hizo saber toda
la verdad.


-3-


Los d�as subsiguientes, se sucedieron l�bregos uno tras otro. No hab�a vuelto
a ver Camila desde aquella noche. Yo particularmente evitaba cualquier tipo de
contacto con ella, digo con �l. Ahora me levantaba mucho m�s temprano que antes
y sal�a al colegio con los primeros rayos de sol. Llegaba bastante temprano y me
tocaba esperar algo m�s de una hora afuera hasta que abriesen la puerta del
cole, pero al menos as� lo evitaba a �l, cuando sal�a muy temprano, a las 7 am
para ser m�s exactos, a comprar el diario y el pan y la leche y bueno pues todo
aquello que quien sabe "ellos" toman por las ma�anas. Por las tardes procuraba
quedarme jugando al f�tbol en el colegio, hasta que se iba a casa el �ltimo de
mis compa�eros. En casa hab�a vendido bien la idea de que estaba entrenando para
jugar con la selecci�n del cole, lo cual estaba bastante lejano a la realidad.
Ni hab�a selecci�n de f�tbol en el colegio, ni yo entrenando mil a�os
conseguir�a ser un gran jugador, lo que realmente deseaba era evitar un
encuentro con �l, cuando se dirig�a a donde quiera que "ellos" salgan por las
tardes. Las ma�anas al menos lo evitaba f�cilmente. Pero por las tardes todo era
m�s dif�cil. Llegaba a mi casa pasadas las 3 de la tarde. Yo ya sab�a que
aquellas horas �l ya no se encontraba en casa. Regresaba pasadas las 6 de la
tarde, siempre en malla deportiva, al parecer hac�a labores de gimnasio, eso
explicaba la estupenda figura que ten�a. Yo me dedicaba a mis tareas. De unos
d�as para ac�, me hab�a convertido en un estudiante modelo, ejemplo digno a
seguir. �Tonter�as!, lo que buscaba era no pensar en ella, all� en la soledad de
mi habitaci�n, abandonado a mis enso�aciones, a mis deseos, a mis fantas�as,
ten�a que quitarme su imagen de la cabeza, ten�a que olvidarme de ella. Pero era
imposible. Ve�a su rostro en los libros, sonri�ndome, llam�ndome. Pero lo peor
ocurr�a durante las noches. Recostado en mi cama, me revolv�a noche tras noche,
sin poder conciliar el sue�o, imagin�ndola a mi lado, am�ndonos. Ya cu�ntos
noches sin dormir. Ya cu�ntos d�as y noches sin tenerla a mi lado.


Estaba completamente enamorado de ella. Pero �c�mo era posible?. La sola
intenci�n de olvidarme de ella, me torturaba y yo cada vez m�s enamorado de
ella. La amaba profunda y apasionadamente. Y la deseaba a�n m�s. Pero no era
normal. Deb�a olvidarla.


-4-


Era domingo. Y mis padres religiosamente salieron aquel domingo en la ma�ana
al mercado a hacer las compras de la semana y no regresar�an hasta pasado el
medio d�a. Mi hermanos, Tulio y Sara, se encontraban en casa de mi abuela
pasando el fin de semana. Y mi otra hermana, Romina, la que odio, se hab�a
quedado en casa de unas amigas la noche anterior. As� que ten�a la casa para m�
solito aquel domingo, al menos hasta la tarde. Esto en otras circunstancias
hubiese sido una bendici�n, pero tal y como estaban las cosas en esos momentos,
aquel domingo iba a resultar fatal.


Sabiendo de antemano lo que me aguardaba: yo y mi soledad, solos en aquel
caser�n solitario, me despert� pasadas las 10 de la ma�ana. Me duch� r�pidamente
y baj� a desayunar. Pan tostado quemado, con un vaso de jugo, que a m� no me
sab�a a nada bueno la verdad. Medio sentado, medio acostado, me encontraba
disfrutando de mi paup�rrimo desayuno cuando o� que tocaban la puerta. �Qui�n
rayos ser�?, me pregunt�. Con el mayor desgano posible, me levant� y me dirig�
hasta la entrada para ver quien fastidiaba a esas horas de la "madrugada". Al
abrir, parada frente a m�, sobrenaturalmente hermosa, como siempre, se hallaba
Camila. Quise lanzarme a sus brazos y besarla por toda la eternidad, pero me
contuve, muy a pesar m�o.


- Hola, s�lo vengo a despedirme - me dijo, yo no daba cr�dito a lo que estaba
escuchando - Supe que estabas solo y quise venir a despedirme. S� que tuviste
problemas con tus padres a causa m�a. Lo siento mucho. No era mi intenci�n -
continuaba ella, con un hilo de voz casi imperceptible, ya no pude contenerme
m�s y la atraje hacia m� abraz�ndola con todas mis fuerzas.


- Disc�lpame a m� - le ped� desesperado - He sido un est�pido. La primera
persona a la que he amado realmente en mi vida y la dejo ir as� sin m�s. S�lo
hasta ahora he podido darme cuenta de lo mucho que te amo. Y ahora me dices que
te vas. Eso no puedo soportarlo - balbuce� oculto en su regazo -


- Mi querido Alexander, - continu� ella -, no sabes lo feliz que me hacen tus
palabras. Pero t� eres un chico a�n, ya encontrar�s a alguien que sepa amarte
como te lo mereces.


- �Y t�? acaso �t� no me amas, �ngel m�o?


- Claro que te amo, pero lo nuestro no puede ser, al menos no por ahora. Lo
siento mucho, mi amor, tengo que irme - se volte� dejando escapar una l�grima


Yo no pod�a dejarla ir as�. La amaba. Finalmente lo hab�a comprendido. Ella
era una mujer. Y no s�lo eso, era ella la mujer que yo amaba. La tom� del brazo,
asi�ndola fuertemente contra m�. Y la bes� con vehemencia, con todo aquel deseo
contenido por tanto tiempo. Ella se entreg� a mis besos nerviosamente primero y
luego con total pasi�n. Nuestras lenguas se entrelazaron en un ritual amoroso
que incluy� mordiscos, profundas succiones y tanteos. Sus labios me ten�an
prisionero, aquellas fuentes primarias de placer, pronto me sometieron. Yo hac�a
lo propio. La arrastr� hasta mi habitaci�n y ya en la cama, me acomet� en la
dulce tarea de recorrer aquel divino cuerpo de pies a cabeza con mis besos, con
mi lengua, con mis dientes, con mis manos, con todo aquello que tuviese a mi
alcance para darle placer a mi amada. Mil�metro a mil�metro me fui perdiendo en
sus sabores, en sus aromas, convirti�ndose cada mil�metro de mi amada en un
punto digno de adoraci�n. Me detuve primero en sus pechos y a punto estuve de
desfallecer. Sus pezones erectos, se tornaron en el centro de mi atenci�n. Con
las yemas de mis dedos empec� a acariciarlos suavemente.


Camila se estremec�a,
exhalando peque�os gemidos de placer. Con la punta de mi lengua comenc� a
tantear sus pezones, d�ndoles golpecitos a uno y otro, mientras Camila me
acariciaba el cabello pidi�ndome que no me detenga. Quer�a comerme esos pechos.
Le chupaba las tetas y empec� a buscar con mis manos sus muslos. Ella me rode�
con sus piernas por la espalda. Pude sentir su pene erecto debajo de m�. Eso me
cre� una nueva obsesi�n: su pene. Yo la amaba. Y as� como deseaba sus tetas y su
trasero, tambi�n deseaba su miembro. Besando y lamiendo, descend� lentamente el
delicioso trayecto que conduc�a a su polla erecta. Primero tom�ndola entre mis
manos, la acarici�, convirti�ndose en mi nuevo objeto de adoraci�n, pas� mi
rostro sobre su miembro, acarici�ndolo con mis mejillas, lo bes� tiernamente.
Completamente depiladas, sus bolas, luc�an apetitosas, comenc� a pasarles la
lengua, todo era perfecto. Me met� sus bolas en la boca y empec� a chuparlas con
fruici�n. Camila, se retorc�a mientras rasgu�aba mis hombros. - Ummm....No pares
mi amor, me est�s volviendo loca - me dec�a jadeante. Con mi lengua recorr� su
miembro erecto hasta el capullo que aparec�a turgente y estuve lami�ndole el
glande quien sabe cuanto tiempo, era una verdadera delicia, lo mordisque�
dulcemente para luego pasar a engullir aquella polla deliciosa que tanto placer
me estaba proporcionando. Nunca lo hubiese imaginado: La polla de Camila era un
verdadero manjar. Sent� que mi mu�equita empezaba a convulsionarse y entonces me
detuve, pues no quer�a que ella se viniese tan pronto, quer�a hacerla gozar
realmente.


Continu� mi exploraci�n, tomando el camino que conduc�a hasta sus delicados
piececitos, tom�ndome por supuesto el tiempo necesario para disfrutar de los
favores de sus deliciosas piernas. Recorri�ndolas de arriba a abajo y viceversa
un millar de veces y en el camino hacia arriba terminando siempre en un breve
leng�eteo en su agujerito h�medo y tibio, me dispuse finalmente a chupar los
dedos de sus pies, uno a uno.


Mi Camila, ya no daba m�s de la excitaci�n me
ped�a a gritos que la follara - Quiero sentirte dentro de m�, papito, ya no me
tortures, te quiero ahora, mi amor. - Sin hacerme m�s de rogar, la coloqu� en
cuatro patas, y asi�ndola fuertemente de las caderas, la atraje hasta m�. Su
agujerito, era una ofrenda de placer descomunal, y aunque me mor�a de ganas por
atravesarla, lo primero era lo primero, con mi lengua empec� a lamer la entrada
a su huequito, haciendo c�rculos, intentando en cada nueva arremetida de mi
lengua penetrar lo que m�s pudiese en ese abismo de placer intentando recoger
sus sabores. - Ummm.... Me est�s matando cari�ito, me dec�a ella con voz
temblorosa - Ella tambi�n me estaba matando a m�. Ten�a que ser completamente
m�a. Me incorpor� en posici�n propicia para penetrarla. Apoyando mi polla en la
entrada a su agujerito comenc� a presionar. Camila aullaba de placer. Poco a
poco se la fue tragando toda. Cuando finalmente la hab�a recibido completa, me
detuve un par de minutos, para saborear aquella nueva maravillosa sensaci�n. El
placer que sent�a desbordaba todo mi ser.


No se imaginan lo bien que sent�a
estar dentro de ella. H�medo y calientito. Trat� de que ella se incorporase.
Deseaba besarla. Ella se levant� cuidando de que mi falo no escapara de su
prisi�n del amor, y me dio un profundo beso. - Te amo - me dijo - C�mo dese� que
ella y yo pudi�semos quedarnos as� eternamente. Empec� a bombear mientras
acariciaba sus senos. Cada vez m�s y m�s fuerte.


Camila gritaba como
enloquecida: - Oh! s�, as� m�s fuerte, quiero que me partas en dos, - estaba
realmente fuera de s�. Hice que retomara su posici�n en cuatro patas y
agarr�ndola por las caderas prosegu� con un mete-saca endiablado. - Ah! s�, s�,
eso me gusta - aullaba - Ya en carrera, quise que se acostara completamente boca
abajo sobre la cama. Y yo recostado sobre ella, sin sacar mi polla de su agujero
ni un solo momento, prosegu� en la faena. Ya en esa posici�n, me resultaba mucho
m�s c�modo acariciar su rostro, su espalda, sus senos, y acerc�ndome as� pod�a
escucharla jadear suavemente, muerta de placer, tom� mi mano llev�ndose mis
dedos a su boca, empez� a chuparlos, mientras yo susurrando le dec�a al o�do
cuanto la amaba y lo mucho que me hac�a feliz. Al fin explotamos,
simult�neamente. Est�bamos agotados. Nos quedamos recostados el uno al lado del
otro. Abraz�ndonos, bes�ndonos y haci�ndonos promesas de que en el futuro
podr�amos estar juntos y ahora s� para siempre.


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Relato: Mis inicios con Camila
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