Las aventuras de Sara (1� parte)
Ella, Sara, mi mujer, es una esplendida y hermosa hembra de
38 a�os, de pelos casta�o claro que le bajan hasta un poco mas debajo de los
hombros, tiene ojos azules muy lindos y profundos, una cara redonda con p�mulos
marcados, una nariz hermosa, recta, boca de finos labios, cejas bien marcadas.
Lindos hombros, sus pechos son peque�os en tama�o, pero los tiene muy bien
formados, redonditos, firmes y coronados con un par de pezones que no he visto
en muchas mujeres, con una aureola rosadita con el di�metro justo y los pezones
de buen tama�o, sobresaliendo de las tetas no menos de 5 mil�metros.
Flaca, con una buena cintura, su culo no es perfecto pero
igual esta bastante bien, sobre todo cuando se lo ves estando ella en 4 patas;
es con forma de perita y bastante firme. Sus piernas tal vez sea su punto mas
flojo, no son gordas, est�n bien, pero simplemente tendr�an que ser mas largas;
es decir, si se las ves en el conjunto con el resto de su cuerpo podes decir que
son un poco gruesas, pero si ella fuera unos cent�metros mas alta estar�an
perfectas; y por ultimo, su concha.
Me encanta, esta enmarcada por un peque�o bosque de pelos
casi rubios, enruladitos, marcando un triangulo perfecto que indica el lugar a
donde esta su hermosa vagina de labios carnosos, h�medos y rosaditos, con un
cl�toris igual de rosado y h�medo, y todo con un sabroso gusto para el paladar
de quien se la chupe. Y si seguimos buscando entre su entrepierna encontramos
otro orificio, su ano, que es tan lindo como el resto de lo que tiene entre sus
piernas, bien marcado pero no dilatado.
La convenc� de que nos fu�ramos de vacaciones los dos por
15/20 d�as al campo de un amigo mio, pero le aclare que eran unas vacaciones muy
especiales, no �bamos a descansar y tomar aire puro, y tampoco �bamos a estar
solos. Ella sab�a que si aceptaba, durante esos d�as deb�a obedecer
absolutamente todo lo que se le ordenara, no importa lo que fuera, y que deb�a
aceptar que le hicieran lo que fuera, sea lo que sea. Sab�a que seria una
esclava sexual durante 15/20 d�as, que seria violada, atada y humillada; no
sabia en que formas, pero si ten�a claro que durante su estad�a seria el objeto
sexual de juego mio y el de algunos amigos m�os invitados especialmente para la
ocasi�n.
Ella tampoco sab�a quienes ni cuantos iban a estar en el
campo para gozar de ella y con ella. Obviamente iba a tener algunos momentos
para descansar y tomar aire puro, pero iban a ser lo menos, la mayor parte del
tiempo iba a ser nuestro objeto de juego; y ella acepto las condiciones y as�
nos dirigimos hacia el campo, con todas las cosas que necesit�bamos,
principalmente ella.
Ibamos los dos tranquilos en el auto, charlando de varias
cosas, incluso obviamente de lo bien que lo �bamos a pasar en el campo. Ella
estaba feliz, nerviosa l�gicamente porque sabia que lo que le esperaba iba a ser
duro para ella, pero feliz de poder tener semejante experiencia consensuada con
su marido y alguno de sus amigos. Cuando salimos de la ruta y tomamos el camino
lateral de tierra que iba al campo, cuando ya estaba lejos de las miradas de
quien pudiera pasar por la ruta, me detuve, apague el motor del auto y espere
unos minutos.
Cuando vi por el retrovisor que una camioneta se deten�a
atr�s nuestro a unos 10 metros y me hacia luces, nos bajamos del auto Sara y yo,
la lleve atr�s del auto, abr� el ba�l y le dije a mi mujer que comenzaban sus
vacaciones, y le ordene que se desnudara. Entendi� enseguida, no me contradijo
ni me dijo nada, simplemente se empez� a sacar la ropa y tirando lo que se
quitaba dentro del ba�l, sabiendo que se estaba poniendo en bolas en medio del
camino y que en la camioneta detenida unos metros atr�s hab�a gente viendo como
ella se desvest�a. Una vez que quedo completamente desnuda, le di un par de
sandalias de taco alto para que se ponga y una tanga, luego la ate de pies y
manos, la amordaze y vende los ojos, la met� dentro del ba�l del auto, cerr� el
ba�l, me sub� al auto y seguimos los dos veh�culos con destino al campo.
Ya estamos en el campo, abro la caja del ba�l, y mis
invitados tienen ahora una vista de primer plano de mi mujer desnuda, atada y
amordazada en el ba�l del auto. La miramos entre todos un rato, algunos la tocan
un poco para sentir en sus manos la firmeza de sus gl�teos o tetas, y luego
entramos a la casa los bolsos y dem�s cosas que tra�amos, mientras Sara segu�a
dentro del ba�l.
Luego la sacamos del ba�l, la llevamos hasta debajo de la
rama de uno de los �rboles mas cercanos a la casa, le colocamos una soga al
cuello que estiramos desde la rama del �rbol, dej�ndola casi colgada, tenia que
quedarse bien derechita y casi en puntas de pie para no ahorcarse, le quitamos
la venda y la mordaza, y ah�, y en esa situaci�n ella vio finalmente cuantos y
quienes iban a estar jugando con ella durante algunos d�as, y creo que lo que
mas le llamo la atenci�n fue ver a una mujer en el grupo de cuatro, incluy�ndome
a mi. Es decir, �ramos yo, dos amigos m�os y una amiga los que �bamos a jugar
con mi mujer. La dejamos ah� colgada de la rama, y nos fuimos a sentar a tomar
algo mientras la mir�bamos de lejos y charl�bamos. Era lindo estar charlando en
la galer�a con mis amigos mientras ve�amos a mi mujer desnuda, atada de pies y
manos y con una soga al cuello colgada de la rama, y viendo como los perros del
campo se acercaban a ella para olfatearla.
Luego mi amiga Maria se levanta, va hasta donde esta mi
mujer, y vemos como la acaricia y toquetea un rato, le pega chirlos en la cola
con la palma de su mano, mete su mano entre las piernas de mi mujer, meti�ndole
un par de dedos dentro de su concha y masturb�ndola un poco, luego le agarra las
tetas con las manos y se las aprieta con fuerza; finalmente la besa en la boca y
luego la descuelga de la rama, le desata de pies y manos, le coloca una mordaza
en la boca, la obliga a ponerse en cuatro patas y luego con una ramita le da
algunos golpes en la cola haci�ndola caminar as� en cuatro patas hasta donde
est�bamos nosotros sentados tomando un refrigerio.
Una vez ah� es ordenada a ponerse de rodillas, pero luego
Maria decide quitarle la mordaza y dejarla que participe de la conversaci�n, al
principio sin dejar de estar de rodillas, pero luego la dejamos sentarse en una
silla y conversar con todos quit�ndole un rato el cautiverio. La �nica
diferencia entre mis dos amigos, Maria y mi mujer Sara, es que de todos los que
est�bamos sentados y conversando en la galer�a Sara era la �nica que estaba
desnuda, y con sandalias de taco alto. En un momento dos de los perros del campo
se acercaron a donde est�bamos, uno se le acerco a Sara para olfatearla ya que
tenia su sexo expuesto, y uno de mis amigos le ordeno a mi mujer que se dejara
olfatear por el perro, y que abriera sus piernas para dejar que el perro metiera
su hocico libremente entre sus piernas. No solo meti� el hocico para olfatearle
la concha a mi mujer, sino que adem�s se la empez� a lamer, e incluso el otro
perro decidi� ver que hab�a entre esas piernas; y entonces ve�amos como los dos
perros se met�an entre las piernas de Sara para olfatear y lamerle la concha.
Desde luego, para facilitarle la labor a los perros, entre
Gonzalo (uno de mis amigos) y yo le tomamos una pierna cada uno a Sara y se las
elev�bamos para dejar a mi mujer sentada al borde del sill�n y con las piernas
hacia arriba dej�ndole una gran abertura de piernas para que los perros tuvieran
un f�cil acceso a esa concha que tanto les agradaba lamer. Era incre�ble ver las
largas lenguas de los perros lamiendo la concha de mi mujer, incluso meti�ndolas
bien dentro de la misma, viendo solo un hocico clavado directamente en esa
concha de mujer y sabiendo que la lengua estaba toda adentro. En un momento uno
de los perros se le quiso subir para montarla, pero lo bajamos. Es que no nos
parec�a correcto, toda la diversi�n de golpe no nos parec�a lo m�s adecuado.
Luego de esto la mandamos a que nos preparara la comida, que desde luego tenia
que cocinar desnuda, solo vestida con las sandalias de taco alto y un delantal
de cocinera.