En el fin del mundo (2 Parte )
El invierno lleg� a esas lejan�as y realmente fue crudo. Todo
se cubri� de nieve y pas�bamos la mayor parte del d�a dentro de la caba�a.
Ahora entiendo porque era la obsesi�n de la Sra. Eulalia de
recolectar tanta le�a en la �poca de calor manteni�ndola en el establo a la
espera de la llegada de las bajas temperaturas.
El amigo de mi padre hab�a venido a verme. Me hab�a tra�do
ropa de invierno, mas v�veres, unas botellas de co�ag, bater�as para mi radio,
las que ya se hab�an acabado hace tiempo y varios cartones de cigarros, unas
cartas de mi novia y de mi madre. Me coment� que la situaci�n aun estaba muy
mala para volver, por lo que tendr�a que esperar unos meses mas.
Estuvo un d�a con nosotros y luego se march�, llevando mis
cartas a mi familia y a mi novia. Lo acompa�� hasta dejarlo en su auto y me
prometi� volver dentro de tres semanas con una nueva raci�n de v�veres
No pude contener mis lagrimas al verlo alejarse por el
estrecho camino, pero nada pod�a hacer y volv� a la caba�a.
La lluvia nos mantuvo dentro de la casa por tres d�as
completos. Nos levant�bamos tarde a preparar algo de comer, y las salidas solo
se reduc�an a ir a buscar le�a al establo.
En las noches escuch�bamos noticias en mi radio, bebiendo
co�ag, siempre al lado de la estufa, y nos acost�bamos temprano.
La lluvia se alej� dando la entrada a un fri� que era
insoportable, al menos para mi. Sin embargo fue un gran acierto de Don Rub�n,
las botellas de co�ag que lograban en parte quitarnos el frio de la noche.
Atr�s hab�an quedado mis aventuras zoof�licas, ya que con el
fr�o que hac�a y la cercan�a del establo a la casa, no me atrev�a a volver a ese
tipo de andanzas.
Una noche en que, luego de comer un rico guisado de Cabra ,
no pusimos a conversar con Do�a Eulalia , a fumar y a beber co�ag, sentados a la
mesa alumbrados por la luz de la chimenea y unas velas, comenzamos a hablar de
su juventud.
Como su padre la hab�a entregado al que fu� su marido, con el
cual nunca se caso, solo se vino a vivir a esos parajes cuando solo ten�a 13
a�os. Como en esos lugares supo lo que era dar a luz sola, solo con la ayuda de
su marido, como sus hijos se fueron de ese lugar en busca de nuevos horizontes y
como ella misma tubo que enterrar a su marido cuando muri� hace 10 a�os.
Continuamos charlando y la verdad es que la conversaci�n se
hab�a puesto muy amena y simp�tica. Como coment� en el relato anterior, Do�a
Eulalia, aun con sus 70 a�os, era una mujer muy jovial y muy amena.
Me atrev� a preguntarle si , al irse a vivir con su marido a
eso lugares, a su tan temprana edad, supon�a que el hab�a sido el �nico hombre
en su vida. Sin embargo la respuesta me dej� mas que anonadado. Me dijo que su
marido, muchas veces la compart�a o la canjeaba con los huasos que sub�an a la
monta�a, por vino o por comestible o simplemente como se�al de buena amistad.
Pens� que ella sufr�a, pero se mat� de la risa y me dijo que al contrario, que
ella lo disfrutaba mucho y que siempre estaba atenta a las visitas del lugar.
Le pregunte que desde cuando no ten�a sexo con alg�n hombre.
Me dijo que , despu�s que muri� su marido, siempre pasaba un huaso viejo por
esos lados y se quedaba con ella dos o tres d�as y que ah� aprovechaba de
sacarse todas las ganas hasta la pr�xima subida. Sin embargo me dijo que hace
como dos a�os que no ven�a por esos lados, lo que la hac�a suponer que ese huaso
se abr�a muerto.
Le dije que me comentara como se sacaba el gusto con los
machos del reba�o y ella sin ning�n tipo de verg�enza me confes� todas sus
t�cticas, pero que las �ltimas veces hab�a terminado con un dolor de espaldas
que le duro como tres semanas y desde ah� no hab�a seguido.
El co�ag ya me estaba haciendo efecto, el frio se me hab�a
quitado, la conversaci�n me puso muy caliente, y me empec� a imaginar como ser�a
tener sexo con la viejita. Me estaba imaginando como llevar a la viejita a
saciar mis necesidades, pero no fue necesario
A si que ya sabes ni�o, si necesitas descargarte alg�n d�a,
y si te interesa, puedes contar con esta vieja caliente
Ja ja ja
De verdad te lo digo, estos recuerdos me han puesto tan
caliente � dijo la viejita bebiendo un sorbo de Co�ag, que no me vendr�a mal
un poco de sexo
La verdad que a mi tambien
�De verdad? Entonces por que no nos pegamos una buena
culiada para sacarnos las ganas
�En serio?
Si po� ni�o,
Ehhhhhh
�Quer�? , a si aprovechamos de quitarnos el fr�o tambi�n
Ya po�
Ven
Se levant� y se sent� en su cama. Me acerqu� a ella y me dijo
que me bajara los pantalones. Como un resorte qued� mi verga antes sus ojos. Me
tomo mi verga con sus manos
Mmmm ten� un buen pedazo cabro !!!!!!.... dejame chupartela
un poco para que se te ponga bien dura
La vieja se meti� mi verga en su boca, ya con escasos dientes
y comenz� a darme una chupada de campeonato, introduci�ndosela hasta el fondo de
su garganta , escupi�ndomela en la punta para lubricarla. Yo solo me dejaba
llevar.
Luego de un rato , me dice que ya quer�a que se la metiera.
Se levant� y se saco la parte de debajo de sus ropas, aparecieron sus delgadas
piernas y solo un poncho qued� cubriendo sus nalgas. Se coloco de pie,
apoy�ndose con sus manos en la cama. Me coloque tras ella y sub� su ponch�. Su
culo blanco y un poco huesudo, en ese momento, me parec�a el mejor culo de mi
vida.
Le apunt� mi verga a la entrada de su concha, ya cubierta con
pelos blancos. Fui considerado y lentamente se la fui metiendo hasta que mi
pelvis se apoy� sobre sus nalgas como clara muestra de que se la ten�a metida
hasta el fondo. Comenc� a moverme y ella me alentaba a que se la metiera mas y
mas fuerte. Me daba miedo de desarmar a la viejita, pero ella era insaciable. Al
poco rato ya ten�a calo, al igual que ella. Terminamos de desnudarnos
completamente y me recost� en su cama. Ella colocando una pierna a cada lado, se
sent� sobre mi y comenz� a cabalgarme. Pod�a ver como sus fl�cidas tetas, con
pesones negros y alargados, se mov�an al comp�s de nuestros movimientos. Sin
pensarlo dos veces, me sent� y comenc� a chup�rselas. Ella me ped�a que se las
chupara m�s y mas fuertes, al final termine tir�ndole los pezones con mis dedos
fuertemente, d�ndole placer a la viejecita.
En esa posici�n la viejita comenz� a acabar, dando unos
gritos incre�bles. Me pregunt� como quer�a acabar yo, y le dije sin pensarlo dos
veces, en su boca.
Ella se desconect� de mi verga y bajando comenz� a chup�rmela
tan fuerte que a los pocos minutos, comenc� a acabar en su boca litros y litros
de leche caliente, acumulada por meses de abstinencia.
Esa noche lo hicimos como 4 veces m�s, en todas las
posiciones imaginables. Incluso cuando la ten�a en cuatro patas y quise
met�rsela por el culo, ella misma se moj� sus dedos con saliva, luego se meti�
un dedo, y cuando qued� un poco mas dilatada, me dej� penetrarla por ese
estrecho agujero.
Desde ese d�a, mi cautiverio tubo un cambio rotundo. Ella
estaba siempre disponible a mis necesidades, a tal punto, que comenz� a andar
sin calzones, solo con su vestido, por lo que yo cuando de me paraba la verga,
le levantaba su falda y sin previo aviso, se la met�a en cualquier lugar.
Terminando casi siempre en su boca, ya que la leche de macho, seg�n dec�a ella,
estaba llena de vitaminas, y s�..... quedo muy vitaminada.
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