Relato: El Placer Familiar �C�mo describirlo? Realmente, fue una experiencia de lo m�s
excitante. Yo ven�a fantaseando con mi t�a desde hace unos 6 a�os y me
masturbaba en las noches pensando en ella. Alguna vez tuve un leve roce sexual,
pero nada en serio, y todo era muy sutil. Por ejemplo, en una ocasi�n la
encontr� en ropa interior y me qued� observ�ndola, no pude evitar abrazarla,
pero ella me devolvi� el abrazo sin ninguna intenci�n (pienso yo). En otra
ocasi�n, nos enrolamos en una pl�tica acerca de los pies de las mujeres, yo le
dije que a m� me excitaban y me gustaban de una manera incre�ble, ella s�lo
call�. En la noche, fue hacia el cuarto en donde yo me hospedaba y me dijo que
si no le daba un masaje en los pies. No contest� nada por miedo a que sucediera
algo y ella, simplemente se march�. (Cr�anme, no es lo mismo tener una fantas�a
que llevarla a la realidad, y menos con un familiar). Bien, despu�s de �ste
breve pr�logo, voy a describirla.
Es una mujer de 40 a�os de edad, a pesar de ser madre de 4
hijos, tiene un cuerpo bastante bien cuidado y formado. Debe medir
aproximadamente 1.69 m. de estatura y es cauc�sica. Su cara es bastante
atractiva, una fina nariz, grandes ojos color miel, una boca carnosa y gruesa, y
la forma de su faz es triangular. Bien, ahora voy a describirles el cuerpo, o,
m�s bien, lo que a todos nos interesa, las bellas formas. Sus senos son de
tama�o mediano con pezones grandes y carnosos, de color marr�n. Las piernas
est�n delgadas pero bien torneadas y largas, para terminar en unos pies
perfectos: blancos y suaves, con unas plantas bastante sensibles. Su trasero es
grande y bien delineado. Los brazos son como m�rmol, blancos y hermosos. Y el
cabello es de color miel. �Ah!, y una cosa que es bastante importante, su olor.
�ste era una mezcla de perfume con sudor. El perfume deb�a de ser un poco acre,
y, al mezclarse con su sudoraci�n, resultaba una esencia bastante provocativa.
Lo que se me hac�a extra�o, es que este olor lo ten�a en todo el cuerpo, en las
plantas de los pies, en el sexo, en las axilas, detr�s de las orejas y en el
cabello. Y, �c�mo supe esto desde hace mucho tiempo? Bueno, cuando visitaba su
casa y entraba al ba�o, el cesto de la ropa sucia estaba ah�, as� que me
dedicaba a sacar sus prendas, tales como calcetas, medias, brassieres, tangas,
pantaletas y dem�s prendas que pod�a encontrar, despu�s, proced�a a acariciar mi
pene lentamente con su ropa interior en una mano y sus calcetas en la otra.
Ella vive en la provincia de la Rep�blica Mexicana, as� que,
cada per�odo vacacional, viene de visita a casa de mis abuelos (sus padres).
Cada vez que nos honra con su visita, me llama por tel�fono para que vaya a
verla, pues nos tenemos un gran cari�o y una gran confianza. La �ltima ocasi�n
en que viaj� hacia ac�, fue en la primavera del 2004, as� que, siguiendo el tan
acostumbrado ritual, me llam� y me dijo que cu�ndo nos ve�amos. Como ella lleg�
un lunes y yo ten�a bastante trabajo, le dije que si quer�a salir el viernes
siguiente a escuchar m�sica en un bar, a lo cual me contest� que s�. Hicimos la
cita, y qued� de recogerla en casa de mis abuelos ese d�a a las 7 de la noche.
La semana transcurri� normalmente, pero debo decir que fue
agotadora. Por fin, el fin de semana lleg�. Era viernes por la ma�ana y tuve que
llamar por tel�fono a mi novia, dici�ndole que no iba a poder verla ya que mi
t�a y yo ir�amos a un bar por la noche. Se molest� y me empez� a reclamar cosas
un poco tontas, que por qu� nunca sal�amos nosotros, que si ya no la quer�a, y
cosas por el estilo. No me molest� y, al contrario, le dije que por qu� no nos
acompa�aba en la noche. Parece que con estas palabras m�gicas, pude aplacar la
creciente marea, ya que se disculp� y me dijo que le encantar�a ir con nosotros,
que estaba bien y que nos ver�a all�. Sal� temprano de mi lugar de trabajo y fui
a mi casa a tomar un ba�o caliente y relajador, ya que sab�a que la noche iba a
ser algo larga. Y no porque estuviera pensando en cuestiones sexuales, sino que
a mi t�a le encantaba quedarse a platicar en esos lugares hasta altas horas.
Despu�s de ba�arme, vestirme y arreglarme, me dirig� hacia el lugar en donde
ten�a que recogerla, hice un breve saludo a los miembros de la familia que se
encontraban ah� y les pregunt� entonces por mi t�a. Me dijeron que estaba en el
piso de arriba arregl�ndose. No me import� esperar, ya que mi abuelo me ofreci�
una copa de vino. As� que me sent� alrededor de media hora, mientras ella estaba
lista.
Cuando por fin baj� a la cocina en donde yo estaba, la salud�
y me qued� estupefacto. Llevaba un vestido muy elegante y hermoso, color verde
esmeralda. Era de una pieza, ten�a tirantes, la espalda desnuda, y era corto de
la parte de las piernas. No llevaba medias y vest�a unos zapatos de tac�n con
correas que se sosten�an en su pantorrilla. Pero, lo m�s impactante de todo, fue
oler esa fragancia que me volv�a loco. Emanaba de ella como una especie de
manantial vivificante, y a la vez da�ino. De todas las partes de su cuerpo, el
olor escapaba como si quisiera entrar en el cerebro de alguien y enfermarlo.
Cuando la abrac�, escalofr�os empezaron a recorrer todo mi cuerpo y ella not�
inmediatamente esto. Me pregunt� si me pasaba algo o si ten�a fr�o. Le dije que
era lo �ltimo y as�, despidi�ndonos de todos, fuimos hacia mi autom�vil. Dentro
de �l, nos pusimos a conversar de cosas importantes para los dos, como la salud
de ambos, nuestros trabajos, mi carrera universitaria, y en fin, de muchas
cosas.
Llegamos al bar aproximadamente a las 8 de la noche, mi novia
todav�a no llegaba, as� que, mientras ella tomaba una mesa, yo decid� esperarla
afuera. No tuve que hacerlo mucho, ya que arrib� al lugar despu�s de 15 minutos.
Entramos, y salud� a mi t�a. Comenzamos a platicar de temas bastante triviales,
que si la m�sica, que si el clima, etc�tera. De pronto, una mesera lleg� a
tomarnos la orden y decidimos consumir ron. El primer grupo del bar comenz� a
tocar y nos animamos bastante, por lo que empezamos a gritar, a cantar y a
aplaudir, y claro, a tomar. Yo estaba consciente de que no ten�a que tomar
mucho, debido a las leyes de tr�nsito de la Ciudad de M�xico. En igual situaci�n
se encontraba mi novia, ya que ten�a que manejar. Cuando ten�amos una hora en el
lugar, mi chica se levant� para ir al ba�o y me qued� solo con mi t�a. Empezamos
a molestarnos con bromas un tanto fuertes. De pronto, ella me solt� una patada
que me doli�, le reclam� (claro, en tono de broma), y me pregunt� que si me
hab�a dolido, le contest� que s� y ella empez� a sobarme con el empeine la
pierna. Empezamos a re�r y le dije que si quer�a seducirme bastante le iba a
costar, por lo tanto, la risa subi� de tono.
En eso est�bamos cuando mi novia regres� del ba�o. As�, entre
el escuchar de la m�sica y el consumo de la botella dieron las 11 de la noche.
Mi novia se disculp� y nos dijo que ten�a que irse. Le propuse que se quedara en
mi casa, pero me dijo que se sent�a mal y que prefer�a irse a dormir a la suya,
pero que no me preocupara y que disfrutara de la velada. As�, nos despedimos de
ella y mi continuamos disfrutando del ambiente.
El tiempo transcurr�a y el ambiente empezaba a ponerse cada
vez m�s aburrido. Al menos yo lo sent�a as�, ya que estaba cansado y bastante
inc�modo por estar sentado tantas horas. De pronto, empec� a bromear con mi t�a,
dici�ndole que no volv�a a salir con ella porque era un total aburrimiento. As�,
las bromas empezaron a subir de tono hasta que llegaron a tener un toque de
erotismo. Me empez� a preguntar que si me hab�a quedado con las ganas de estar
con mi novia aquella noche, a lo que le respond� que s�. Me dijo entonces que no
fuera "caliente" y que ya tendr�a la oportunidad de estar con ella. Me qued�
callado, fingiendo estar enojado y nos miramos a los ojos. De pronto, re�mos de
nuevo y le pregunt� que, para cambiar de tema, de qu� color eran sus pezones.
Risas otra vez. Continuamos platicando y ri�ndonos hasta que el reloj nos
advirti� que era hora de abandonar el lugar, por lo tanto, pagu� la cuenta y
salimos de all� sin mayor pre�mbulo.
Le pregunt� que si la llevaba a casa de mis abuelos o que si
prefer�a quedarse en mi casa, lo cual, me agradaba bastante ya que vivo solo y
me gusta mucho que me hagan compa��a. Me dijo que estaba bien, que ir�amos a mi
casa, pero s�lo si bail�bamos all�, pues, seg�n ella, era lo que le hab�a
faltado a la noche. As� pues, llegamos y serv� dos bebidas un poco cargadas,
pues, ya ah�, no me preocupaba beber de m�s. Est�bamos divirti�ndonos. Saqu� un
disco de m�sica para bailar y empezamos a "mover los pies", el disco era de
m�sica variada, ya que conten�a canciones de m�sica "disco", de m�sica "pop" y
de m�sica rom�ntica. Para cuando este �ltimo g�nero empez� a escucharse por los
altavoces, la tome de la mano y empezamos a bailar abrazados. Ella ten�a la
cabeza en mi hombro, y yo guiaba el baile. De pronto, alz� la mirada, y me dio
las gracias por tan linda velada. Nuestros ojos y bocas quedaron a la misma
altura y, por un instante, me dieron ganas de besarla tiernamente, claro que, me
contuve pues esto me pod�a acarrear problemas, no de tipo familiar, pues, sab�a
que si pasaba algo, no le contar�a a nadie, sino con ella, pues no quer�a que
tan bonita relaci�n se estropease.
Cuando la �ltima pieza termin�, decidimos irnos a dormir.
Tengo una cama de tama�o grande e �bamos a dormir juntos. No nos preocup�bamos
de ello, pues siendo t�a y sobrino, �qu� pod�a pasar? Como ella no llevaba ropa
para dormir, me pidi� prestada una camiseta de algod�n, se la proporcion� y
respetuosamente, sal� del cuarto unos minutos.
Toqu� a la puerta preguntando si pod�a pasar, a lo que ella
respondi� que s�. La imagen de ella sobre la cama era conmovedora y excitante a
la vez. Estaba con el pelo suelto y un poco desordenado, los labios secos, las
piernas desnudas y, se sobaba las plantas de los pies. Me qued� unos instantes
observ�ndola hasta que me despert� del trance en el que me encontraba y me dijo
que si no pensaba acostarme. Le dije que s�, y, tumb�ndome en la cama, empezamos
a charlar de nuevo. Me dijo que sus zapatos eran preciosos pero inc�modos y que
las plantas de los pies le dol�an como nunca. Le contest� que ten�a una crema
que relajaba los m�sculos, que si la quer�a. Entonces, me dijo con una voz un
poco extra�a. �Es que, sobrino m�o, �te vas a negar ahora a darme un peque�o
masaje? Le contest� que no, y, tomando la crema entre mis manos, empec� a darle
una peque�a "sobada" en los pies. Me dijo que esperara y se gir� boca abajo,
d�ndome una preciosa vista de la parte posterior de sus piernas desnudas y del
principio de sus nalgas, as� que, irremediablemente, comenc� a excitarme.
Curiosamente, desde su espalda, axilas y nalgas, el olor que antes ya hab�a
mencionado, se escapaba de modo delirante, por no mencionar sus pies. Al estar
acariciando esas plantas suaves y blanquecinas, tuve el impulso de darles un
peque�o beso, no me contuve y as� lo hice.
Ella s�lo dejo escapar un leve gemido, el cual, fue mi gu�a.
Me llev� el dedo gordo de su pie hasta mi boca y empec� a pasarle la lengua,
mientras que las u�as de mi otra mano, serpenteaban sutil y suavemente por sus
plantas. Ella empez� a respirar agitadamente y se giro sobre si misma para
quedar de frente a m�. S�lo me tom� de las manos y me acerc� hacia ella. A
medida de que iba aproxim�ndome a su cuerpo, la esencia rica y celestial se
hacia m�s profunda, envenenando cada vez m�s mi mente y enterneciendo mi
coraz�n. Quedamos completamente cerca uno del otro y me acerqu� para besarla. No
puedo describir ahora lo hermoso que fue ese beso. Empezamos rozando nuestros
labios, suave, inocente y gentilmente como preludio para lo que entonces se
convertir�a en un beso m�s agresivo y firme. �Ah!, seda pura acariciando las
comisuras de mi boca. Sus dorados cabellos hac�an cosquillas en mis mejillas y
su suave piel hac�a estragos en mis recuerdos. Mor�amos en el fuego de lo
prohibido y dese�bamos sentir la delicadeza y la agresi�n fundidas en un elixir
de erotismo. Fue decisi�n de los dos el ir lentamente, pero, anhel�bamos ya que
sus senos, por una parte, y mi pecho, por la otra, se acariciaran. Nos quitamos
las camisetas y entonces todo fue magia y sudor, amor y sal. Las manos inquietas
de ambos exploraban rec�procamente esa zona de tanto placer que es el cuello,
para que, con las suaves yemas de n�car la atenci�n se centrara en los pezones,
lugar que despu�s ocupar�an nuestras lenguas. Ah� estaban por fin, grandes,
oscuros, y firmes esos botones que desde hace tanto tiempo deseaba chupar y
deleitar. No sent� el momento en que sus manos bajaron mi bikini, pero cuando
pude sentir el fr�o de la habitaci�n en mi pene desnudo, ya hac�a largo rato que
me encontraba en camino hacia su entrepierna. �Qu� sorpresa me esperaba ah�?
Cuando coloqu� mi cabeza entre sus largas y finas extremidades pude notar ese
aroma m�s fuerte que nunca. Era un aroma natural, s�lo que ahora, me embriagaba
y me llevaba a cometer locuras. Empec� a pasar mi lengua por sus finos labios y
ah� me entretuve largo tiempo, m�s que, para darle placer, para morir oliendo la
fragancia antes mencionada.
Con mis yemas, abr� sus labios y ah� se encontraba el punto
m�s delicado de la rosa, el cl�toris. Mis manos fueron seda y comenc� a
acariciarlo, para despu�s saborearlo hasta que la noche o ella me dijeran "no
m�s". Estaba locamente poseso, cuando sus manos jalaron mi cabello de �bano y
supe que el placer m�ximo hab�a llegado al fin para ella. Y, s�, ah� me qued�
como un asesino que acaba de cometer el mayor de los cr�menes, nervioso y
cansado. Una suave voz me llam� desde lejos y me di cuenta que era ella, quien,
me invitaba amablemente a sentir el calor de los Cielos. Rapt� por su cuerpo
hasta llegar de nuevo a su boca, a ese manjar de perlas y frutas.
Entonces, ella abri� sus piernas atenienses para que mi pene,
exaltado y provocado visitara su vagina, cueva de misterios y secretos. Penetr�
lentamente, y entonces un quejido sali� desde el alma. �Era suyo o m�o? No
importaba, ya que mis o�dos estaban totalmente sordos a cualquier sonido que no
fuera la voz de Eros. Lenta, r�tmicamente nos fundimos en un vaiv�n comparado
con el de las olas, una creciente furia que era comparada con aquel famoso
"Bolero", una penetraci�n placentera y candente. As�, estuvimos sin saber cuanto
tiempo pas�, hasta que nos liberamos en un orgasmo por dem�s delirante y del m�s
rico cansancio. Ahora el drag�n duerme; ahora comienza a despuntar el alba y
yacemos uno al lado del otro, desnudos y sudorosos, acariciando yo sus senos y
ella mi cabello. La habitaci�n impregnada de ese olor que es m�s preciado que el
oro. Su aroma y el del sexo, a pene y vagina, a calor y tranquilidad, a deseo y
placer.
No pude evitar pensar: "Espera, cada uno encontrara un camino
y cada uno encontrar� la Luna despu�s de ma�ana, aun hay tiempo".
As� fue y ser�.
M�xico, D.F.
Julio de 2004.
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Relato: El Placer Familiar
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