Relato: Confesiones (8)





Relato: Confesiones (8)


Confesiones, Cap. VIII





Octava entrega de las confesiones de mis novias o amantes.





Ana "G". o a veces el tama�o no es suficiente




--"Se llamaba Pedro. Me llevaba a su casa por las tardes, nos
met�amos en la rec�mara de su mam� y me desnudaba parcialmente, o sea, me bajaba
el pantal�n y desbrochaba mi blusa, sacaba mis tetas del sost�n y empez�bamos a
fajar, primero nos bes�bamos mucho, con mucha pasi�n, los dos excitados, pero
aunque insist�a mucho yo no me dejaba penetrar, lo hac�amos, si, pero sin
penetraci�n. Nos acost�bamos en la cama, los dos de lado, y mientras me besaba
los pechos colocaba su miembro en mi sexo, yo trataba de mantener cerradas las
piernas, pero lograba colocar su palo entre ellas, junto a mi sexo, sobre los
labios de mi pucha, junt�bamos los cuerpos y nos mov�amos, yo apretaba los
m�sculos de mi pelvis para evitar que me la fuera a meter, pero nuestra
excitaci�n nos llevaba a m�s, pero a�n as� no le dejaba meterlo, s�lo que su
pinga resbalara entre los labios de mi sexo hasta que nos ven�amos, me echaba el
semen en mi sexo pero afuera. Otras veces me montaba, yo lo dejaba poner su
verga en mi sexo luego cerraba las piernas y apretaba la vagina para evitar que
lo fuera a meter, pero as� era m�s dif�cil resistirme, pues como estaba arriba
de mi, metiendo y sacando el pene, me excitaba mucho, demasiado, a veces pon�a
el glande en la entrada y se contentaba con venirse as�, era muy caliente, pues
montado encima de mi Pedro me suplicaba que lo dejara meter aunque fuera la
punta de la pija, yo me hac�a la dif�cil pero acced�a a que metiera s�lo la
punta del miembro y cuando estaba por venirse que quitaba para evitar que me
echara los mocos adentro. Lo hac�amos seguido, pues su madre trabajaba y
regresaba por las noches, as� pod�amos aprovechar las tardes para fajar y tener
sexo sin penetraci�n. Desde la primera vez que me llev� a su casa no entend�
porque me met�a al cuarto de su mam�, fue despu�s que comprend� esa forma de
ser.


"Poco fui haci�ndome m�s caliente, en ocasiones luego de
hacerlo en la cama de su mam� me llevaba a mi casa en el carro de su madre y se
deten�a en las cercan�as, donde hab�a un r�o y muchos �rboles y ah� me ped�a que
le hiciera sexo oral. Al principio no aceptaba, le acariciaba la verga hasta que
se ven�a, le encontr� gust� a acariciar esa cosa dura, pero a la vez suave, me
encantaba sentir entre mis dedos la humedad de sus jugos, jugar con mis dedos
con la piel del prepucio, le pelaba la cabecita y sobre el glande acariciaba con
mis dedos, contagi�ndome de sus l�quidos, as� unos minutos, luego le agarraba
todo el palote con la mano y suavemente, primero, se la frotaba de arriba abajo,
incrementando poco a poco la velocidad de la mano al hacerle "la chaqueta", que
as� supe se llamaba a acariciar el miembro, as� segu�a hasta que terminaba y
dejaba su semen embarrado en mi mano, d�as despu�s acced� a besarle el miembro,
pero le suplicaba que no terminara en mi boca, eso funcion� al principio, pues
luego ya me gustaba mamarle el pene, me encantaba sentir como se ven�a en mi
boca, me gustaba sentir los chorros de semen y chupaba m�s para sacarle toda la
lechita, y me la tragaba, me encantaba el sabor de su leche. Tambi�n me gustaba
que me chupara la pepita, eso lo hac�amos en casa de su mam�, Pedro chupaba
divino, as� me sacaba dos venidas, luego lo hac�amos como siempre, sin
penetraci�n.


"Pero no creas que era yo una chica calentona o lujuriosa.
Ten�a casi 18 a�os y mi primer trabajo, un t�o me consigui� una plaza de
secretaria en la Instituto Mexicano del Seguro Social, y como no soy fea y ten�a
�tengo a�n� buen cuerpo, pronto tuve pretendientes, pero yo era una chica
decente, recatada y seria. Cuando me invitaban a salir a comer o al cine nunca
permit�a que mi pretendiente fuera m�s all� de lo correcto, pensaba que si ya
ten�a un empleo el siguiente paso era conseguir marido y para ello ten�a que ser
seria y correcta. Yo ten�a que comportarme como una novia decente; uno de mis
primeros novios en el IMSS ven�a a mi casa a platicar conmigo en la sala de la
casa y a la vista de mi madre, pero a los pocos d�as ya en confianza me dejaron
salir a platicar con �l afuera de la casa, fue cuando empec� a fajar con �l,
pero siempre con recato, haci�ndome la inocente. Cierta vez en que ya est�bamos
muy excitados me forz� a que le agarrara el miembro, le dije que yo nunca hab�a
hecho algo as� y que no sab�a que ten�a que hacer, no me contest� y durante
minutos me entretuve masajeando el duro miembro, rodeando con mi mano todo el
miembro mientras �l me besaba y con su mano acariciaba mi seno izquierdo, aunque
con torpeza; momentos despu�s sent� que suspir� y en mi mano sent� las
palpitaciones de su pene al eyacular. Luego de esa experiencia por algunos d�as
me negu� a volver a salir con ese chico, no era feo, por el contrario era
atractivo, y por lo que pude tocar muy bien dotado por la naturaleza, pero como
dije antes ten�a que hacerme la "dif�cil".


"Con Pedro fue diferente. El era empleado en la tienda de mi
padre, era un chico de constituci�n fuerte aunque un poco bajo de estatura, no
era feo, m�s bien moreno de piel, pero tampoco guapo, s�lo que ten�a una mirada
muy tierna, la expresi�n de su rostro era casi de inocencia; como era trabajador
y callado mi padre le ten�a confianza. Me fij� en �l desde que entr� a trabajar
ah� y me gust� mucho, un s�bado mi padre me pidi� que me quedara en la tienda
hasta cerrar, pues la familia ten�a un compromiso, de esa forma que qued� a
solas con Pedro, �l estaba acomodando cajas de material en la bodega y yo estaba
cuidando la tienda, mientras llegaba la hora de cerrar empec� a meditar sobre
ese chico, cuando por fin lleg� la hora de irnos le habl� a Pedro para que me
ayudara a cerrar la tienda, fue cuando v� los m�sculos macizos en la espalda y
sus brazos fuertes, eso me produjo una inesperada palpitaci�n entre las piernas;
cuando terminamos me propuso que si quer�a �l me llevaba a mi casa en el cami�n
de la tienda, pero que antes ten�a que cerrar la bodega, acept� y lo segu�. Al
verlo caminar entre cajas de materiales aquella punzada en el bajo vientre de
increment� y cuando Pedro estaba por cerrar la cortina de la bodega nos miramos,
yo estaba junto a unas pilas de tejas de barro, eso fue todo, se acerc� a mi,
que conten�a la respiraci�n, cerr� los ojos y al momento sent� en los labios su
boca; nos besamos, primero torpemente pero excitados, luego con un poco m�s de
ternura; esa vez dej� que me acariciara la pepita sobre el calz�n, mientras yo
le frotaba el bulto de su sexo escondido bajo el pantal�n, no se si termin� pero
sus deditos hicieron maravillas sobre mi puchita, claro siempre frotando encima
de mi pantaleta; ya desfallecida por el orgasmo le ped� que me llevara a mi
casa, Pedrito me pregunt� si volver�amos a vernos, no le contest�. A ese "faje"
siguieron otros, as� nos hicimos novios, siempre a escondidas de mi familia,
pues nunca hubieran aceptado que yo anduviera con uno de los empleados, pero en
ese tiempo nunca pasamos de los besos excitados, calientes, y de algunas
caricias atrevidas, hasta que me propuso verme fuera de horas de trabajo, �l
sal�a a las tres de la tarde y podr�a pasar por mi al IMSS para salir por "ah�"
a buscar un lugar apropiado donde besarnos. Fue cuando se le ocurri� llevarme a
su casa e iniciamos una larga temporada de amores escondidos, de sexo
incompleto, pues nunca le permit� que lo metiera.


--Cierta vez, ya de noche, me llev� a la casa en el carro de
su madre; como hac�amos otras veces nos detuvimos cerca del r�o para echarnos el
�ltimo faje, fue cuando me pidi� que le besara el miembro, me resist� pero lo
deseaba, en fin que cuando le estaba chupando el pito, en el momento cumbre, o
casi, cuando sent�a esa carne llegar hasta la garganta y acrecentar mi
excitaci�n �y la de Pedro--, de pronto, un estruendo de sirenas de patrulla
detuvo todo, la luz cegadora de una l�mpara intrusa lleg� hasta nosotros y
fuimos sorprendidos por la "autoridad", nos bajaron del auto, mi novio todav�a
con los pantalones a media pierna y yo con rastros de semen en los labios; luego
de alegatos los polic�as le quitaron a Pedro la cartera con cien pesos, m�s su
reloj; a mi me despojaron de mi medalla de oro de mis 15 a�os y tambi�n mi
reloj, como "multa" para dejarnos ir. De esa forma suspendimos los "fajes" cerca
del r�o. Luego de esa desagradable experiencia descubr� que alguien m�s sab�a de
mis amores con Pedro, pues ocurri� que cuando entre a la casa mi hermano Hugo
hizo un comentario fuera de lugar, aparentemente: "yo se de alguien a quien
agarraron con los chones en los talones, all� por el r�o, jejejeje"; me hice la
desentendida, pero cuando llegu� al cuarto mi hermana Edna casi me grit�: "�Oye,
siquiera te hubieras lavado, hueles a puro sexo!, vienes de ver a Pedro,
�verdad?", eso me hizo entrar en raz�n: ten�a que dejar a Pedro, ya la familia
estaba enterada de nuestro amor. En la primera oportunidad se lo comuniqu�, �l
se neg�, intent� ser firme, pero al final Pedrito me pidi� una �ltima sesi�n de
sexo en su casa, y fui con �l hasta la rec�mara de su madre, como siempre,
fajamos e hicimos el amor, siempre sin penetraci�n; esa vez insisti� en hacerme
poner mis piernas alrededor de su cintura para que �l hiciera sus juegos con su
pinga sobre mi pucha; nos venimos dos o tres ves, mi pubis qued� empapado de
semen y desfalleciente escuch� su �ltima confesi�n: "�sabes por qu� siempre te
traigo a este cuarto?... porque aqu� mismo tu padre se coge a mi madre,
�sab�as?, �no?, pues ahora lo sabes, o �no se te hace extra�o que alguien como
yo hubiera sido aceptado como empleado en la tienda de tu papy?", no supe que
contestarle, s�lo me entraron unas ganas inmensas de llorar y mientras nos
bes�bamos le abr� las piernas, y entre l�grimas me meti� su verga, erecta, dura,
toda, entera y estuvimos cogiendo largo rato, mucho, un orgasmo tras otro, tanto
que llegu� a mi casa casi de madrugada, llena de incertidumbre pero gozosa,
satisfecha, aunque temerosa por las consecuencias, pues mi novio por fin hab�a
logrado que le entregara mi virginidad. Lo cierto es que Pedro no termin� la
semana en el empleo, mi padre lo corri�.


--"Semanas despu�s, todav�a a�orando la pinga que por fin
hab�a conocido, mi hermano Ren� llev� a un amigo a la casa; se hicieron amigos
estudiando "t�cnicas del mar" en un tecnol�gico, desde el principio intent�
acercarse a mi pero yo estaba dolida por mi rompimiento con Pedro. Gregorio, que
as� se llamaba, era m�s feo a�n que Pedrito, muy moreno y de rasgos ind�genas,
hab�a nacido en Chiapas. Desde que me conoci� me buscaba para platicar, pero yo
no estaba de �nimos para buscar novio, pero �l sigui� insistiendo y como ven�a
seguido a la casa mi familia ve�a normal que tratara de ligarme, as� empezamos a
salir, primero como amigos luego ya como novios, por supuesto que luego de lo
ocurrido con Pedro no iba a permitir que nuestras relaciones llegaran lejos.
Meses despu�s me invit� a pasear a La Marquesa, acept� aunque sab�a de sus
intenciones, pero no le permit� gran cosa, s�lo apasionados besos y algunas
caricias un tanto atrevidas con su mano bajo mi vestido; me toc� las piernas con
cierta ternura, luego m�s arriba hasta llegar a mi calz�n y ah� estuvo frotando
sus dedos sobre mi panty, sin permitirle m�s, pues manten�a cerradas las
piernas, �l se conform� con eso y para compensarme llev� su mano hasta su
erecci�n y as� hice un grandioso descubrimiento: lo que tocaba sobre su pantal�n
era enorme, sent�a aquello del doble de tama�o que el miembro de Pedro, me sent�
confundida pero excitada, minutos despu�s se sac� el pene, muy erecto y lo que
agarr� no cab�a en mi mano, ten�a un miembro muy grande. Al principio no lograba
comprender que un chico tuviera un miembro de tales proporciones, aunque mi
experiencia se limitaba a lo ocurrido con Pedro. Total que le estuve frotando el
pito mucho rato, se vino dos veces, para mi goce y el de �l. Luego de esa
experiencia el chico insisti� en que repiti�ramos lo ocurrido durante aquel
paseo pero me negu� de forma terminante. Semanas despu�s, una noche en que me
sent�a particularmente rom�ntica, Goyo me pidi� que me casara con �l, no se por
qu� acept�, a�n ahora no lo comprendo, puesto que no lo amaba, pero entre
cerrando los ojos le di el ansiado "si". Cuando lo coment� en mi casa, las
reacciones de mi familia fueron encontradas, mis hermanas me preguntaban porque
hab�a aceptado, ellas sab�an que no lo quer�a; en cambio mi madre se puso feliz
y me anim�, mi padre por su parte guard� silencio. Como Goyo era muy pobre, no
ten�a dinero para la boda, as� las cosas acept� un trabajo en una empacadora de
mariscos, en el norte del pa�s, con el fin de ahorrar para que nos cas�ramos; la
noche antes de su partida me pidi� que hici�ramos el amor, yo me hice la dif�cil
aceptando que faj�ramos en el r�o, ah�, en la oscuridad y entre los �rboles
frondosos volv� a tocarle su enorme pinga y me excit�, pero hice lo mismo que
con pedro: de pie recargada en un �rbol le permit� que pusiera su miembro entre
mis piernas, haciendo a un lado mi calz�n, para que se viniera, se estuvo
moviendo pegado a mi, que sent�a resbalar el enorme tronco sobre mi pepa hasta
que se vino, no una, sino tres veces, estaba muy caliente por mi el pobrecito.


Mi futuro marido estuvo lejos m�s de seis meses, en ese
tiempo no lo volv� a ver hasta que regres�, ya con algo de dinero para casarnos,
el resto lo aportar�a mi familia. Durante ese tiempo estuve meditando mi
decisi�n y estaba convencida en que estaba cometiendo un error, pero no sab�a
como corregirlo, Gregorio estaba entusiasmado, muy enamorado, pero yo me sent�a
terriblemente confundida. Una tarde, al salir del trabajo, me encontr� con
Pedro, hab�a ido a buscarme porque se hab�a enterado que me iba a casar, y en
cuanto lo v�, de pie frente a mi, con la mirada triste y tierna de siempre,
comprend� que a quien de verdad amaba era a �l y no a Goyo, m�s cuando ya en el
hotel, los dos nerviosos y excitados, le permit� que me desnudara para hacerme
suya; Pedro era tierno, delicado al hacer las cosas, besaba muy rico y sus
caricias me enardec�an desatando toda mi lujuria contenida durante meses, esa
vez le permit� que me poseyera de varias formas, desconocidas para mi: primero
me chup� la pucha haci�ndome gritar de placer, luego me mont� colocando mis
piernas sobre sus hombros, as� me volv� a venir, al terminar me coloc� de
rodillas en la cama d�ndole la espalda y me estuvo cogiendo desde atr�s por la
pepa, al final hizo que yo me acostara sobre �l con las piernas abiertas y su
miembro, de tama�o mediano pero muy duro, metido en mi sexo, hasta que ya no
pude venirme m�s y qued� desfallecida sobre �l, que a�n manten�a su pinga erecta
dentro de mi maltrecha vagina. Ya cuando nos �bamos del hotel me suplic� que no
me casara con Gregorio, que �l pod�a hacerme feliz, eso ya lo sab�a pero no
quer�a defraudar a Goyo, por �ltimo intent� convencerme que volvi�ramos a
vernos, pese a mis deseos no acept�. Semanas despu�s me cas� con el que fue mi
marido. Sobre mi virginidad perdida mis hermanas ya me hab�an instruido, escog�
como fecha de la boda un d�a cercano al t�rmino de mi regla y como era yo muy
exacta no me cost� trabajo llegar a la noche de bodas con algo se sangre en la
puchita, as� Gregorio qued� contento cuando luego de poseerme su pinga de burro
qued� embarrada de un poco de sangre mientras yo lloraba desconsolada por la
ausencia de placer y el enorme dolor que me caus� al hacerme suya. Yo pens� que
mi esposo ser�a tierno y cari�oso al hacerme el amor, pero no fue as�, se port�
rudo y ego�sta, lo que quer�a era meter su tronco en mi y eyacular, eso fue
todo, sin ternura, sin delicadeza para excitarme, sin pensar en mi, en pocas
palabras, s�lo tratando de alcanzar su placer. Desde mi noche de bodas a�or� a
Pedro y su forma tan rica de hacerme el amor, y al paso del tiempo comprend� que
en cuanto al sexo un miembro enorme no es suficiente para garantizar el placer
de la mujer. No digo que durante mis a�os de casada no conoc� el placer,
mentir�a porque en ocasiones Goyo aguantaba lo suficiente para permitirme un
orgasmo en silencio sintiendo como entraba en mi todo su tronco inmenso, pero
era un placer parcial, porque nunca hubo cari�o ni amor en el acto sexual.
Tiempo despu�s empec� a descubrir que mi marido me enga�aba y el poco amor que
le ten�a se fue muriendo, hasta que a�os despu�s, y luego de m�ltiples
conflictos, decid� dejarlo y nos divorciamos.



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