Escribo esto con una extra�a mezcla de lujuria y culpa. Ya lo
entender�n al leer completamente mi relato. Soy un madrile�o cuyo nombre es
Andr�s y tiene 25 a�os reci�n cumplidos. Tengo varias primas, pero con la que
comenz� todo fue con Rosa, de 16.
El caso es que mi vida, a finales de mayo de 2001, era
bastante mon�tona. Estudiaba por las ma�anas en la Universidad y por las tardes
hac�a pr�cticas de veterinaria en una peque�a cl�nica de Legan�s (muy mal
pagadas, por cierto).
Un d�a le escrib� un mail a mi novia Rosa para decirle que
"lo de la otra noche estuvo francamente bien y que deb�amos repetirlo." Por
error, el mensaje lleg� a mi prima, que tiene un mail muy parecido. La verdad es
que me sent� abochornado al darme cuenta de ello, pero prefer� callar para
evitar posibles suspicacias.
A mi prima, la verdad, la ve�a de uvas a peras a pesar de que
viv�a muy cerca de mi casa. Nunca he tenido demasiado trato con ella y mi
relaci�n era, pr�cticamente, inexistente. Pero lleg� la t�pica comida familiar
por el cumplea�os de mis abuelos. La verdad es que cuando vi a mis primas, me di
cuenta de que hab�an crecido mucho en apenas unos meses, aunque las mir� con
ojos familiares y sin ninguna maldad.
Lo que ocurre es que con el calor, las mujeres se destapan y
Rosa llevaba un escote m�s que generoso. Se puso enfrente m�o y yo no pude dejar
de contemplar esos dos enormes pechos que parec�an pugnar por salir de su
encierro. Eso s�, lo hice con bastante disimulo, pues no era cuesti�n de armarla
en la celebraci�n familiar si alguien me ve�a com�rmela con la mirada. Segu�
hablando con su hermano y disimulando, aunque la semilla de la lujuria se hab�a
instalado en su mente.
En realidad, mis primas siguen comport�ndose como ni�as, as�
que en el postre, empezaron a lanzarse comida. Una de las migas de pan fue
directa a su canalillo y se col� hasta lo m�s profundo. Rosa se incorpor� y se
estir� el top, inclinada ligeramente hacia delante, con lo que la obertura de su
canalillo descubri� unos pechos realmente apetecibles. Dur� el intento de
sacarse la miga pocos segundos, pero por m�s que lo intent�, mis ojos se com�an
sus senos. Inmediatamente not� una erecci�n, cosa bastante problem�tica por los
pantalones chinos que llevaba y los calzoncillos holgados, lo que hac�a bastante
notorio mi estado.
L�gicamente, yo intentaba disimular y ni se me ocurri�
recoger los trastos de la mesa, para no descubrir mi comprometida situaci�n. As�
que segu� hablando de cosas banales con mi primo, pero mi erecci�n persist�a, ya
que no pod�a apartar de mi mente la imagen de los redondos y apetecibles senos
de Rosa. A esta se le cay� un tenedor al suelo y se agacho bajo la mesa para
recogerlo. Yo rezaba para que no se diese cuenta de mi estado. Cuando la
erecci�n disminuy�, puse una tonta excusa y me fui para mi casa. Me acost� para
dormir la siesta intentando no acordarme de los pechos de mi prima, pero un
sue�o er�tico en el que ella, debajo de la mesa, lam�a sus carnosos labios
lascivamente al descubrir mi erecci�n, me hizo despertar con m�s deseo del que
hubiese querido por mi prima. Sin poder evitarlo, me vi masturb�ndome como un
poseso pensando en ella, y aunque me sent�a muy culpable, el cl�max fue brutal.
Pasaron los d�as y a fuerza de hacer el amor con mi novia y
de no ver a mi prima, la fui olvidando. Pens� que hab�a controlado mi lujuria,
pero me equivocaba. A las dos semanas, llamaron a mi puerta y me vi a dos de mis
primas: Rosa y Yolanda. En la segunda ni me fij�, pero en la primera clav� mis
ojos en su escote, aun m�s notorio que el de el d�a del cumplea�os de mi abuelo.
Buscaban a mi hermana, que estaba en clase de aer�bic y
tardar�a una hora m�s o menos. Me preguntaron si pod�an esperarla all� y yo,
como buen caballero, no me opuse. Me tumb� en un sof� a ver la tele, pues era
s�bado y no ten�a pr�cticas, y la somnolencia me hizo caer en los brazos del
sue�o. Me despert� sintiendo unas placenteras caricias en mi pelo muy sensuales,
aunque me hice el dormido para que no se acabase aquello. Entreabr� mis ojos y
pude ver a mi prima Yoli en el sof� de enfrente, por lo que deduje que quien me
prodigaba las caricias era Rosa. Mi mente se dispar�, volv� a imaginarla con su
escote y sus labios carnosos y una erecci�n, bastante notoria abult� mis
bermudas. Yo no sab�a que hacer, as� que me qued� quieto, simulando que
continuaba durmiendo. Las caricias continuaron hasta que, algunos minutos
despu�s, escuch� entrar en la casa a mi hermana. Mi prima Rosa se levant� y fue
a recibirla a su cuarto (que estaba antes de llegar al comedor) y yo aprovech�
para darme la vuelta y disimular mi excitaci�n. Cuando llegaron, despertaron a
Yoli y se pusieron a hablar de tonter�as de ropa y dem�s. Cuando estuve m�s o
menos "sereno", hice como si me acabase de despertar, me desped� de ellas y me
fui a mi cuarto, en donde inmediatamente despu�s me masturb� recordando sus
caricias en mi cabello. Me sent�a culpable, pero la lujuria me cegaba...
Necesitaba tir�rmela, aunque no sab�a como.
Hasta un mes despu�s, no la volv� a ver. Era ya julio y yo
estaba disfrutando unas merecidas vacaciones. Hab�a aprobado todo y quer�a
tranquilidad. Mi novia se hab�a marchado una semana antes a Alicante a veranear,
como la mayor�a de mis amigos, por lo que julio se me presentaba como un largo
mes de apat�a y descanso. Desterrar mis lujuriosas ideas acerca de mi prima no
fue cosa f�cil, pero lo logr� con fuertes dosis de autocontrol, descartando
totalmente la loca idea de acostarme con mi prima Rosa.
El caso es que un d�a me enter� de que �bamos a cenar a casa
de mis t�os. Al llegar all�, a eso de las seis de la tarde, todos los miembros
de mi familia se lanzaron a la piscina, pero yo, consciente de mis impulsos
ind�mitos, alegu� que no me encontraba demasiado bien y me puse a jugar en el
ordenador de mi primo.
Al cabo de un rato, todos hab�an salido y yo todav�a
continuaba jugando al Civilization II sin acordarme ya de mi prima. Pero esta me
llam� desde su cuarto. Cuando la vi, me cre� morir. Llevaba puesta una fina
camiseta blanca de la que sus pechos exig�an escaparte y sus pezones, sin el
sometimiento de un sujetador que no estaba, parec�an se�alarme desafiantes.
�Qu� quieres?- Espet�
Estoy haciendo un trabajo para aprobar Literatura, pero
el ordenador me da problemas. �Me lo puedes arreglar?
El caso es que me sent� inmediatamente en la silla para
disimular, una vez m�s, mi estado de excitaci�n. Me coment� que le sal�an
errores varios y pantallazos azules por doquier y yo, bastante dotado en asuntos
de inform�tica, me puse manos a la obra para arreglar aquel desaguisado. Cuando
llevaba unos minutos, vi en la pantalla del ordenador el reflejo de mi prima
quit�ndose la camiseta y con sus senos al aire. Estuve a punto de eyacular s�lo
de verla as�. Pero dur� solo un instante, porque enseguida se puso un sujetador
y volvi� a cubrirse con la camiseta. En teor�a, yo no deb�a darme cuenta, pero
todo mi cuerpo, en especial mi miembro, dec�an lo contrario. Se acerc� a mi,
inocente como siempre y me pregunt� algo. Yo en esos momentos estaba de viaje en
el mundo los deseos y ni o� lo que dijo.
Digo que si te queda mucho....
No, no, ya est�- Balbuc� a duras penas.
Ella me abraz� por detr�s y not� sus pechos clavados en mi
espalda. Me dio un beso en la mejilla y me acarici� el pelo.
Gracias, Andr�s.- Y se fue.
Yo, en el estado en el que estaba, no pude menos que ir
corriendo al ba�o para desfogarme. All� encontr� su bikini mojadito y me
masturb� desenfrenadamente con �l. Lo limpi� cuidadosamente y sal� con el resto
de la familia. No pude quitarle ojo en toda la noche, en especial como mov�a
sensualmente los labios y la lengua al comerse un cucurucho de helado. Mi cuerpo
reaccion�, evidentemente, pero al poco rato, volvi� a la normalidad.
Cuando llegu� a mi casa no pod�a quit�rmela de la cabeza.
Esos labios carnosos mis mejillas... esa lengua jugueteando inocentemente con el
helado... esos senos majestuosos vistos reflejados en la pantalla del
ordenador... Esos intensos ojos verdes que parec�an los de un angelical demonio
mir�ndome... No pod�a ser. No deb�a ser. Era mi prima y, adem�s, yo le sacaba 9
a�os.
As� que volv� a tratar de olvidarla, pero sin mi novia para
desfogarme, s�lo me quedaba el recurso del onanismo, en el que Rosa siempre
aparec�a, por m�s que luchaba por impedirlo, en mis imaginaciones m�s
calenturientas.
Pero el destino sigue sus designios, y mi hermana me dijo que
la semana siguiente, todos os primos �bamos a celebrar el cumplea�os de mi Yoli.
Yo intent� escaquearme, pero me dijeron que si yo y Miguel no �bamos (el hermano
de Rosa), no habr�a coches suficientes, y que, adem�s, al ir con nosotros, les
dar�an nuestros padres mayor libertad. As� que nmo me qued� m�s remedio que ir.
Mis primas estaban muy guapas. Todas vest�an bastante sexi,
pero con el encanto de su juventud a flor de piel. Pero sobre todo, Rosa,
vestida con un top blanco, una mini falza corta corta que hac�a desear sus
largas piernas y que me dejaron ver su culo, grande y bien formado, y unas botas
por las rodillas que realzaban su figura. En total �ramos 7: Miguel, mi hermana,
Rosa, otras tres primas (de 13, 17 y 18) y yo. Cenamos en un bareto cutre las
t�picas patatas bravas, bocata y calamares y bebimos en abundancia sangr�a.
La sangr�a comenz� a hacer su efecto y las bromas y batallas
de migas de pan comenzaron. Mi primo y yo nos miramos bastante violentados por
la situaci�n, pero al final nos unimos a la fiesta. Yo no dejaba de pensar que
parec�amos pederastas con tanta cr�a y no pude dejar de sentirme culpable por
mis pecaminosos pensamientos con Rosa. La guerra continu� y pas� de migas a
trozos de pan de considerables dimensiones. Uno de ellos, derrib� una copa de
sangr�a que se derram� sobre mis pantalones. Despu�s de acordarme de la madre de
Ros, pues ella hab�a lanzado el pan, dije que me iba a cambiar a casa, que
estaba a 10 minutos en coche. Miguel me dijo que iban para la discoteca, pues
hab�a quedado con un amigo suyo que trabajaba all� a las doce y media para que
nos dejase pasar con el regimiento de ni�er�a, como las llam�bamos con sorna
Miguel y yo. El caso es que alguna se tendr�a que venir conmigo, pero ninguna
parec�a estar dispuesta a acompa�arme y perderse un minuto de fiesta, pues,
adem�s, iban a conseguir unos cubatillas gratis a la salud del tipo de la
puerta. Al final, Rosa, quien hab�a derramado a fin de cuentas la copa, me dijo
que me acompa�aba "con la condici�n de que la invitase a dos cubatas", a lo que
no me qued� m�s remedio que acceder.
Por el efecto de la sangr�a, yo bastante ten�a con permanecer
atento a la carretera, as� que mucho caso no le hice. Al llegar a casa, ella se
qued� esper�ndome en el comedor y yo me cambi� raudo y veloz de
pantalones...Tanto, que entre el alcohol y las prisas, perd� el equilibrio y me
ca� en medio de mi cuarto, en calzoncillos y con una pierna en un camal. Romp� a
re�r como un poseso y lleg� mi prima del comedor, asustada. Al verme se puso a
partirse de risa delante mio y, entre las risas y el cachondeo, me levant� y la
tir� de broma contra la cama y yo me puse encima de ella. All�, vestida tan
sexi, con su cara a pocos cent�metros de la m�a y mi cuerpo rozando el suyo, no
pude controlar una erecci�n tan brutal que mi miembro, que parec�a pose�do,
encontr� el camino para escapar por un camal del encierro en sus boxers.
Me qued� mir�ndola unos segundos y ella a mi. Sent� deseo en
ella, pero la raz�n se impuso al deseo y me levant� y me puse el pantal�n tan
r�pido como pude para evitar que se me viese mi pene fuera del calzoncillo. Cosa
que no logr�, porque mi prima me mir� sonriente y solt� un "est�s bien dotado,
primo" entre risas, cosa bochornosa para mi por lo pat�tico de la situaci�n. De
todos modos, me pareci� que su mirada me com�a vivo, lo que, evidentemente, no
hac�a m�s que agravar mi impuro deseo por ella. As� que le dije que nos di�semos
prisa, que nos esperaban desde hac�a un rato.
El camino hacia la discoteca, de casi media hora, se me hizo
un infierno. No pod�a parar de pensar en ella y mi pene segu�a en su m�xima
expresi�n. La miraba de reojo cada dos por tres y ella me sonre�a p�caramente.
Al final, a punto de llegar a la discoteca, me dice:
Andr�s, no te averg�ences, que no ha pasado nada. Ha sido
un accidente... y con lo salido que debes de estar porque hace bastantes
d�as que no est�s con tu novia, se entiende lo ocurrido...
La verdad es que me hizo bien ese comentario, pues rompi� el
hielo y me ech� a re�r.
Pues, Rosa, muy normal no es la situaci�n, ni la leche,
que tengo un morado en el culo.- Me puse a re�rme y ella tambi�n, por lo que
parec�a que la situaci�n estaba salvada.- Lo que pasa es que a veces pasan
cosas sin que se puedan controlar.
Lo que no me esperaba era lo que me dijo ella en el mismo
tono de broma. Sujet�ndose sus enormes pechos sobre el top con las manos y
alz�ndolos un poco me mir� con picard�a y me dijo:
Adem�s, con esto, pocos hombres se controlan.
Me qued� mudo y sin saber que decir, excepto una est�pida
sonrisa que le dediqu� para aliviar mi tenso silencio.
- As� que utilizas tus armas de mujer, �eh, primita?- Puse mi
voz de chiste, pues imito bastante bien a Florentino Fern�ndez, un c�mico
espa�ol muy conocido.
M�s de lo que puedas imaginarte... � Y tras decir esto
(mientras terminaba de aparcar en un sitio perfecto a menos de 20 metros de
la discoteca), me volvi� a mirar p�caramente.
Yo me fui por la tangente y me puse a hacer el cabra nada m�s
salir del coche (aparcado al lado de un almac�n de neum�ticos usados), para
evitar molestos silencios. As� llegamos a la discoteca, a la que entramos sin
problemas (de hecho, a Rosa no le pidieron el carn�, pues nadie puede imaginarse
que tiene s�lo a�os).
Una vez dentro localic� a mi la ni�er�a bailando salsa al
lado de la barra del amigo de Miguel, un tal Roberto, a quien conoc�a yo de
vista. Despu�s de la reprimenda en broma por los retrasos, cont� lo de los
pantalones ri�ndome de ello, pero, por supuesto, sin comentar el incidente del
"periscopio sobre los boxer". Todos beb�an y bailaban y yo, como el mayor que
soy, y por ello, el que menos miedo al rid�culo tiene, las sacaba a todas a la
pista, pese a lo estrepitosamente mal que lo hago.
Al final lleg� el turno de sacar a Rosa, y en ese momento
pusieron una de esas canciones de bailar pegados y con mucho roce. Rosa se tom�
con empe�o el bailecito de marras y mi pantal�n parec�a, al final de la
cancioncita, una tienda de campa�a. Con disimulo, me acerqu� a la barra y me
ped� un "destructor" tequila, vodka y kivi. La verdad es que es bastante fuerte,
pero me encanta, asi que me tom� un tercio del primer trago. Cuando fui a
arremeter de nuevo, vi que lo ten�a en la mano Rosa y que se lo bebi� de un
trago. La cara que puso me hizo mucha gracia, pues parec�a el Fary comiendo
limones.
-Esto no es para ni�as.. Le dije de broma, aunque se mosque�
bastante.
�No soy una ni�a! Y te lo voy a demostrar.- a
continuaci�n llam� al camarero y le pidi� dos cubatas de "esto" (dijo
se�alando el vaso). En dos minutos, dos de esas bebidas azules estaban en su
poder.
Para adentro de un trago. Ver�s como no soy una ni�a.
Vale, fiera, vale. Pero ten cuida...
Antes de acabar la frase, ya se lo hab�a bebido todo, a lo
que yo me resign� y me dispuse a hacer lo propio. Pero Rosa me mir� y me dijo...
Ni�o t�.
Cogi� mi vaso y lo engull� de golpe tambi�n. La verdad es que
se notaba que iba muy borracha ya, por lo que con los dos lingotazos de alcohol
que acababa de ingerir, la cogorza completa estaba garantizada.
Al cabo de un rato, Miguel me dijo que Yolanda no se
encontraba muy bien y que se iba a su apartamento con mis primas, que iban ya
muy borrachas y era plan de salir de all�. Dem�s, como no pod�a llevarlas a sus
casas en ese estado, dijo que se iban a quedar en su casa.
Ya me paso despu�s por all�, que voy bastante cargado
para coger el coche.
Vale, como quieras. �A tu hermana te la llevas tu o no?
Yo la mir� y la vi bastante borrachilla, por lo que le ped� a
Miguel que tambi�n se encargase de ella y que durmiese tambi�n en su
apartamento, pues dejarla sola no era plan. La verdad es que en ese momento no
pens� en llevarlas a mi casa, porque no estaban mis padres y hubi�semos cabido
todos, pero el alcohol no me dejaba pensar con fluidez.
Ayud� a Miguel a sacar a mis primas. Yoli y mi hermana apenas
se aguantaban, pero ana y Sof�a (que as� se llamaban las otras dos), iban
bastante bien.
-Enc�rgate tu de Rosa, que aqu� no cabe. La verdad es que
pens� que nos hab�ia seguido, pero no. Estaba dentro. Por suerte me hab�a cu�ado
la mano a la salda, as� que despu�s de ver como se iban en la carraca de Miguel
(un peugeot 505), volv� a entrar en la discoteca, para sacar de all� a Rosa y
llev�rmela al coche, esperar a que los efectos del alcohol se me pasaran e irnos
a casa. Ya eran las cinco y media y, aunque me apetec�a marcha, no quer�a
quedarme all� para ver como le daba el baj�n a Rosa (pues con lo que se hab�a
tomado, estaba claro que le dar�a pronto).
Me cost� mucho encontrarla, pero al fin, pues Roberto, que
guardaba su bolso, me indic� donde estar�a. Estaba ella bailando en el podio con
un tiparraco detr�s suya restregando cebolleta y sob�ndola por todos lados. La
verdad es que sent� celos y, a gritos, le ped� que se bajase, que era hora de
irnos.
En eso que vi a una amiga m� que hac�a a�os que no ve�a
(desde COU) y empezamos a hablar. Al rato me di cuenta de que no estaba, me
desped� de In�s (as� se llamaba la amiga en cuesti�n) y le pregunt� a Roberto si
hab�a visto a Rosa. Me dijo que se hab�a ido unos minutos antes y que hab�a
recogido su bolso. Yo me acord� de la madre que pari� al tiparraco, pues era
evidente lo que pasaba y sal� corriendo de la discoteca. Detr�s hay un almac�n
de neum�ticos usados, un picadero bastante com�n para las parejitas reci�n
formadas con ganas de marcha a la salida de la disco.
Corr� hacia all� y, tras interrumpir a varias parejitas en
plena faena, la vi. El tiparraco ese le estaba comiendo las tetas en plan bruto
y su mano izquierda trataba de excavar en busca del tesoro escondido entre las
piernas de Rosa, mientras esta gem�a. Yo le grit� que ya bastaba que nos �bamos
para casa. Al parecer a tiparraco no le hizo mucha gracia y se encar� hacia a mi
con cara de mala hostia. C�mo sab�a en el plan que iba de buscar pelea, pues
bastantes ganas tirarse a mi prima, pese a lo que yo dijera, zanj� de in zurdazo
en su nariz el asunto. El tipo, con la nariz sangrando, se desplom� lloriqueando
en el suelo y yo cog� la mano de Rosa y, visto que no se mov�a, la cargu� a
brazos (hay que ver la fuerza que se sacar de la adrenalina, pues ella es tan
alta como yo y bastante fornida, pese a sus bien delimitadas curvas). As� la
llev� hasta el coche (aparcado cerca del picadero, por fortuna) y nos fuimos
pitando de all�, como alma perseguida por el diablo.
Cuando sal� a la carretera, ella me miraba con cara de
inocente ni�a que no ha roto jam�s un plato. Me sonre�a con sus endemoniadamente
penetrantes ojos verdes, aunque velados por la neblina del alcohol, y me sonre�a
tontamente. La verdad es que la borrachera que llevaba se hab�a disipado y s�lo
me sent�a como un est�pido, pues me hab�a librado por los pelos de una buena
tunda.
Durante el trayecto apenas hablamos Rosa y yo, pues a mi no
me apetec�a mantener una est�pida conversaci�n sobre lo que ella deb�a o no
hacer, y Rosa, con los ojos entrecerrados, no parec�a dispuesto a soltar
palabra. As�, en silencio, llegamos a mi casa. Sacarla del coche y llevarla al
ascensor del garaje me cost� carros y carretas, pues le dio la neura de no
querer moverse. As� que la tuve que cargar como pude (el cansancio y yo �ramos
uno) y la termin� arrastrando pas�ndole las manos por debajo de sus pechos. La
verdad es que la situaci�n se me hac�a morbosa y mi cuerpo despert� de
improviso. Al llegar a la puerta de la casa, la ni�a decidi� andar por su cuenta
y se fue directa a la cama de mis padres (quienes afortunadamente no estaban
all� pues se hab�an ido una semanita al monte).
Cuando llegu�, me vi en el dilema de que deb�a desvestirla.
Tumbada semi inconsciente sobre la cama de mis padres, el deseo se apoder� de
mi. Le quit� el top primero y despu�s la minifalda. Se encontraba delante de di,
con un sujetador de encaje blanco que parec�a reventar y un peque�o tanga que me
permiti� deleitarme con su maravilloso y bien formado culo. Yo apenas pod�a
moverme de la excitaci�n. Al quitarle las botas, sus piernas entreabiertas me
dejaron vislumbrar un monte de venus perfecto que se clareaba debajo de las
bragas y, al parecer, perfectamente depilado. Ya no pod�a m�s. Con precauci�n,
pues ella ya se hab�a quedado dormida, pas� mi mano sobre ese tesoro y lo pude
sentir palpitante. Ella gimi�, pero segu�a dormida. Entonces entr� en raz�n y me
fui de all� como alma perseguida.
En mi cuarto, me puse el pijama y me comenc� a masturbar
fren�ticamente recordando lo que hab�a visto y tocado. No pod�a contenerme. Sus
pechos, su monte de venus, su culo, su piel. En ese momento ella me llam�
dulcemente desde el cuarto de mis padres y yo me qued� helado sin saber que
hacer.
Continuar�