Relato: Infieles (2)





Relato: Infieles (2)

INFIELES


(Segunda parte: Luna de miel y de hiel)


Result� que la due�a de la voz era una prima de ella que
estaba qued�ndose a dormir en casa de Rebeca. Ella no era de nuestra ciudad,
sino que estaba s�lo de paso. A mi me pareci� una situaci�n bastante vulgar.
Rebeca baj� el cristal y con ella se despej� la cortina de vaho que obnubilaba
la vista hacia el interior de nuestro coche. Se sent� adecuadamente y conforme
el vidrio bajaba parec�a que ella y yo estuvi�ramos viendo la ciudad desde el
mirador. El olor de mi verga y el del co�o de Rebeca hab�an dado a mi auto una
fragancia de hotel de paso. En vano era fingir.



Todo estaba exacto para abochornar a Rebeca. Por principio la
susodicha prima estaba toda despeinada, con la blusa mal abrochada y podr�a
jurar que debajo de la minifalda no tra�a nada. En segundo lugar, en el auto en
el que ella hab�a llegado hab�a un par de hombres igualmente despeinados, y con
rostros muy felices. No s�lo nosotros los vimos, e incluso me pareci� reconocer
a uno de ellos como compa�ero de la compa��a en que trabajo, aunque lejano, sino
que ellos nos reconocieron. As�, en un abrir y cerrar de ojos la reputaci�n de
mi Rebeca se fue al suelo. De la m�a no hab�a por qu� preocuparse, pues nunca la
tuve. Los chicos miraron con lascivia a Rebeca, como sugiriendo que entre cinco
podr�amos hacer una bacanal muy interesante. Rebeca se apresur� a terminar con
aquella situaci�n.



"�Qu� haces?" Le pregunt� Rebeca a su prima.


"Nada, aqu� puteando un poquito. �Y tu?" dijo ir�nica.


"Viendo la ciudad"


"Pero vamos, �no vas a abrazar a tu prima?"


"Ya nos �bamos"


"Eso no es lo que yo ped�. Abr�zame y ser� yo quien regresar�
al auto con mis amigos, �Sale?" Dijo la prima poniendo cara de cachorrita
tierna. Rebeca accedi� s�lo para marcharnos. Caray, qu� buena estaba Rebeca.
Baj� del auto y abraz� a su prima, que en su abrazo la alz� un poquito y la
volte�, como para mostrarles el culo de su parienta a sus amigotes. Estos
expandieron sus globos oculares, asombrados de las nalgas de mi vieja, y uno de
ellos, el de la compa��a, hasta se pas� la lengua por los labios. La prima baj�
a Rebeca y le plant� un beso en la mejilla.


"�Qu� rico sabes!" le dijo descarada.


"Adi�s" Le dijo Rebeca, quien se meti� al coche de prisa, y
me orden� "V�monos".


Nos fuimos. A lo largo del camino ella fingi� sue�o, tal vez
para no platicar. Yo no discut� eso. Regres� a mi casa y me ech� a re�r. La
hab�a disfrutado tanto. Esperar me ser�a f�cil ahora.



A partir de ese d�a la not� muy rara, como deseosa de que la
fecha de la boda llegara cuanto antes, pero m�s por desesperaci�n de que esos
d�as terminaran que por una prisa de llegar a la boda y lo que ello significaba.
Por fin se lleg� el d�a so�ado. Durante todas aquellas semanas la prima Carolina
no hab�a sido tema. Ella me contaba de vez en cuanto que su prima segu�a en su
casa, que sus pap�s se estaban hartando de lo indisciplinada que pod�a llegar a
ser, y todo eso; sin embargo, las pl�ticas siempre eran en el sentido de lo que
los padres de Rebeca pensaban de Carolina, pero nunca de lo que la propia Rebeca
pensaba de ella. Hab�a cierta complicidad de Rebeca con ella, surgida de la
simpat�a de primas, pens� yo. A Carolina no la volv� a ver, sino hasta el d�a de
la boda.



El d�a de la boda la tal Carolina llevaba puesto un vestido
muy escotado que dejaba ver con toda claridad un par de lindas tetas. Su vestido
ce�ido de abajo dejaba patente que no s�lo hab�a buenas tetas, sino que adem�s
hab�a un par de nalgas muy ricas, y adem�s, bastante ultrajadas. Esa mezcla de
hermosura y accesibilidad me provoc� una erecci�n en plena catedral. Ten�a
adem�s una cara de puta la primita que ech� de menos no haberla conocido antes
de haber comenzado a andar con Rebeca, sin duda que era un muy buen acost�n.
Durante la misa todo fue como m�gico, y Rebeca estaba m�s feliz que nunca. Yo me
sent�a algo extra�o de provocar tanta alegr�a, pues en el fondo me sab�a un
simple hombre suertudo capaz de decir sus l�neas en el momento adecuado, y a
cambio de ello le estaba robando a la vida a una mujer como Rebeca. Luego vino
la fiesta. Para mi ese d�a era insoportable, pues lo �nico que poblaba mi mente
era la noche de bodas. No cabe duda que uno puede ser muy est�pido y vender el
momento actual a cambio de la expectativa del momento futuro y seguramente
incierto.



Estaba tan embriagado por la fiesta que me escabull� para
poder llegar al ba�o, tan distra�do y tan excitado que sin querer me met� por la
portezuela del ba�o de mujeres. Entr� y el perfume floral no me dijo nada,
busqu� los mingitorios, no los encontr�, eso tampoco me dijo nada, me abr� paso
a uno de los privados, en el muro hab�a el dibujo de un perfil femenino mamando
una verga muy mal dibujada, y debajo de ese dibujillo procaz estaba la leyenda
"Soy reputa"; y eso tampoco me dijo nada. Yo comenc� a orinar. Al terminar me
limpi� el pene con papel sanitario, pues es una costumbre que tengo desde joven,
nunca me la sacud� as� nom�s con la manita. Estaba terminando cuando escuch� la
voz ronca de Carolina, dici�ndome casi al o�do: "Pero si te limpias como una de
nosotras. �No ser�s una chica?"



Yo de inicio pens� en no contestarle, y lo que es m�s, era
tan obvio que me hab�a equivocado de puerta que hasta ocioso me parec�a
explicarle cualquier cosa. Me abr� paso del privadillo, pero ella me ataj� el
paso con su par de tetas, y empuj�ndome con mi miedo de tocarlas me regres� al
cub�culo, a la vez que cerraba la puertilla tras de s� y me dec�a "�Ya te vas
tan pronto?". Su presencia era tan cachonda que me provoc� una erecci�n
inmediata, pero por vez primera en mi vida me arrepent�a de que mi verga
funcionara tan bien, no porque me entristeciera que lo hiciera, sino porque lo
hac�a a mis espaldas.



Por alguna inercia masculina de sentirse infiel y traicionero
me llen� de p�nico. Lo �nico que quer�a era salir de aquel ba�o, y cruc� los
dedos implorando al cielo que no entrara nadie al ba�o, que nadie nos viera, que
no naciera el chisme de que estaba en el ba�o de damas junto a esta mujer que
por s� misma era prueba de infidelidad aunque uno no le hubiera hecho nada en
absoluto.



Ella fue al grano: "�C�mo ves si te doy una mamada? Siempre
quise robarle un novio a mi prima. Pero no se dej� porque nunca tuvo novios
mientras yo viv�a aqu�. Si te cont� que �ramos muy amigas en nuestra pubertad,
�Cierto?"



Yo no contest�. Sudaba fr�o.



"Ya veo. No te cont�. Pues lo dicho, tal vez no le robe un
novio, pero puedo robarle parte de la leche nupcial que has estado cargando para
ella. �C�mo ves? Lo mama rico, �verdad?, �No te dijo quien le ense��? Fui yo
mera. �No te intriga saber c�mo la mama la maestra de tan buen aprendizaje? La
supero, cr�eme." Me meti� mano en el pantal�n y pareci� violentarse m�s cuando
sinti� tener ganada la batalla al descubrir mi verga m�s enhiesta que nunca.
Cuando lo not�, emiti� su dictamen: "Pero si eres un cerdo, tal como lo pens�.
�ndale, d�jate."



Se escucharon unos tacones entrar al ba�o. Yo por instinto
furtivo sub� mis zapatos al retrete. Eran los tacones de Rebeca. La sangre se me
fue a los pies. S� que podr�a explicarle, pero vaya, no quer�a pasarme mi luna
de miel explicando cosas, yo s�lo quer�a una boda normal. Se oy� su voz "�Est�s
ah� amor?" Nunca me hab�a dicho amor. En un impulso idiota iba yo a contestar
que no. Carolina me puso la mano en la boca y habl� ella, bromeando con Rebeca
"Aqu� estoy coraz�n". Rebeca, que desde luego reconoce la voz de su prima,
volvi� al tema pregunt�ndole por mi: "�No has visto a Cornelio?". Carolina, con
una sagacidad de ladrona, dej� de cubrirme la boca, segura de que yo ni siquiera
respirar�a, y con las dos manos comenz� a bajarme el cierre del pantal�n y a
sacar mi verga, que quedaba ya muy cerca de su cara. Una vez que me sac� el falo
del pantal�n, me la comenz� a menear. Me tuve que morder los labios para no
hacer ning�n tipo de ruido. Ella comenz� como que a dialogar con mi Rebeca,
siendo ir�nica le dijo: "No, no he visto a tu amorcito".



"No te burles, necesito encontrarlo, ya va a ser tiempo de
partir el pastel y no lo encuentro por ning�n sitio." Mientras Rebeca hablaba,
Carolina ya se hab�a metido hasta la garganta mi excitada rama. Yo casi grito de
gozo, pero no pod�a hacer ruido alguna. La muy cerda de Carolina se sac� de la
boca mi duro palo, con el cual permaneci� unida por un hilillo de saliva, y se
apresur� a contestar: "Para qu� lo quieres, si aqu� estoy yo".



"No te burles. Oye Caro, �Crees que me qued� bien el
vestido?"


"Uy, s�. Se te ven unos pechos parad�simos. No s� c�mo el
resto de invitados no encierran a Cornelio en una caja y te violan. El culo
tambi�n se te ve divino".


"�Verdad que s�?"


"Mhjju" dijo Carolina como afirmando, pues ten�a la punta de
mi verga tocando su campanilla como si fuese un cuasimodo drogado. Estaba
disfrutando tanto aquella mamada que ya no me estaba importando mi noche de
bodas, luego recapacit� en la idiotez que acababa de pensar. Por otra parte, me
estaba poniendo a cien la platica tan de putas que estaban teniendo Carolina y
Rebeca, y sobre todo, me sorprend�a de ver el grado de confianza que se ten�an,
pues Rebeca siempre que hablaba de Carolina lo hac�a como chisme�ndome que otros
la odiaban, que otros la censuraban, que estaba muy loca, o cualquier cosa que
me hac�a entender que ella y Carolina eran las mujeres m�s diferentes en este
universo, y al parecer se entend�an muy bien.


"�Crees que Cornelio termine pronto?"


"Creo que est�s ansiosa"


"Es cierto"


"Si no te aguantas t�cate como te ense��"


"No quiero llegar exhausta a mi noche de bodas"


"Algo que no te ense�� es que siempre que te creas muerta,
exang�e, sin energ�a alguna para disfrutar m�s, sepas que siempre hay espacio
para m�s y m�s placer. Una mujer que implora por m�s nunca es una mujer d�bil,
porque tiene el poder de elegir."


"No es tan mala tu idea de tocarme un poco. Total, nadie me
va a echar de menos"


"Sobre todo tu Cornelio"



Rebeca se meti� en el cub�culo de a lado, se ve�a entre muro
y muro el reborde de su vestido blanco. Comenz� a escucharse un gemidito. Mi
Rebeca se hab�a comenzado a masturbar.


"Esto tenemos que disfrutarlo los tres" Dijo Carolina. Yo
abr� mis ojos como nunca.


"�Los tres?" Pregunt� Rebeca, baj�ndose de manera violenta el
vestido, seg�n pudo escucharse.


"Si, los tres. No me vas a creer pero tengo aqu� a uno de tus
invitados, y le estoy comiendo la verga... como te ense��"


"Eso no te lo creo"


"Mira al suelo, ver�s su sombra"


"Yo me marcho"


"Qu�date. Escucha c�mo lo mamo mientras te masturbas. Los
tres nos pondremos muy calientes escuch�ndonos. Aunque me parece que tu invitado
es mudo. Yo se la mamo, �l se deja mamar, tu te metes tus deditos como te ense��
y piensas en quien tu quieras."


"Bueno"


"�En quien pensar�s?"


"En mi amorcito"



Comenz� a oler como ol�a el coche, era el olor particular de
la vulva de Rebeca. Eso me puso nervioso de nuevo, m�s de lo que ya estaba, pues
no s�lo Rebeca desped�a un olor particular, sino que yo tambi�n, y podr�a ella
descubrir que era yo el invitado mudo. Escuchaba el jadeo de Rebeca, era una
loba en celo. La intensidad con que ella se met�a los dedos era una informaci�n
muy valiosa para mi, que estaba ya planeando c�mo le har�a el amor. Carolina
estaba meti�ndose mi verga en la boca llen�ndola de saliva. La mamaba con gran
maestr�a, exagerando quiz� un poco el sonido que su actividad produc�a, pero era
muy buena, mucho mejor que cualquiera que me hubiera felado, incluso,
obviamente, mi inexperta Rebeca.



De vez en vez, Carolina se sacaba la verga de la boca y dec�a
cosas acerca de mi verga, como para cachondear a Rebeca.



"Est� tan dura"


"Tan venosa"


"Sabe tan bien"


"Ya quiero que me ba�e de leche"


"Me encanta comer vergas en tu boda"


"Me dejar�a coger por todos"



Rebeca replic� esto �ltimo: "No a mi Cornelio"


"Est� bien. A tu Cornelio ni quien lo quiera"


"Yo lo quiero"


"Bueno, no est� mal"



Se escuch� que otra persona entr� al ba�o. "Ya salgan del
ba�o parecito" Era mi suegra. "Ya vamos �dijo Rebeca- Es que tengo un problema".


"�Cu�l problema?" Pregunt� mi suegra.


"�Cu�l problema?" Me pregunt� en la mente.


"�Cu�l problema?" Pregunt� Carolina a la vez que daba una
bocanada de aire luego de casi auto asfixiarse con mi miembro.


"Me est� bajando la regla" Contest� Rebeca. En ese instante
eyacul� en la boca de Carolina.



Mi suegra se fue. Carolina pregunt� a Rebeca si era verdad o
una simple ocurrencia. Rebeca contest� que era real. No me calentaba ni el sol.
Rebeca se fue del ba�o llorando. Detr�s de ella se fue Carolina. Yo sal� luego,
pero por una ventana del ba�o.



El resto de la fiesta fue de lo m�s extra�o. Rebeca, supongo
que para no entristecerme, no estaba dispuesta a contarme su predicamento; como
en esos casos en que las mujeres hacen equipo para solucionar un problema,
primero hicieron corrillo alrededor de ella las mujeres m�s cercanas de la
familia. Las t�as, madre, amigas, comadres y primas �excepto Carolina-, la
rodeaban y pon�an cara como si les estuviera bajando la peor regla a ellas
mismas, mientras Rebeca estaba triste pero guardando la compostura. Sin duda
alguien, posiblemente la que sali� con cara de h�roe, fue a traer un paquete de
toallas sanitarias. Rebeca no me dijo nada, pues no deseaba echarme a perder mi
fiesta de boda, aprecio eso aunque no s� si era lo m�s adecuado. La fiesta
sigui�.



En nuestra sociedad todav�a se estila que los novios la hagan
un poco de fichera o puta de burdel, bailando un momento con los invitados,
quienes pagan la pieza de baile colocando con un alfiler un billete de la
denominaci�n que quieran, y s�lo los m�s finos y pudientes, colocando cheques
con cantidades importantes, o por qu� no, colocando con un segurito unas llaves
de autom�vil. La idea es que los novios no se preocupen por la econom�a durante
la luna de miel y se den a la tarea de gastar irresponsablemente el dinero que
nada les ha costado ganar. Muchos bailaron con Rebeca y le colocaban billetes de
las m�s diversas denominaciones. A mi me asecharon todas sus amigas, t�as, la
abuela, la madre. Yo me divert�a oliendo los perfumes de cada una de ellas y
adivinando la marca, y juzgando si el aroma elegido les quedaba o no. En cuanto
a Carolina, �sta hab�a puesto los ojos en el amigo de un primo de Rebeca, un
sujeto con cuerpo de fisicoculturista, aunque de mirada algo gay. No s� que le
dijera Carolina, probablemente le vendi� la idea de que si la besaba en la boca
podr�a disfrutar el sabor a verga y semen sin despertar sospechas de su
homosexualidad, en fin, el caso es que bailaban y se besaban en la boca sin
mucho pudor.



Carolina era algo as� como la nieta puta, ya todos la hab�an
aceptado as� y descansaban de saber que la oveja negra era ella y todos se
sent�an libres en consecuencia; sin duda era utilizada como ejemplo para
disciplinar a las dem�s primas, amenazadas de que, de portarse mal, acabar�an
como su prima Carolina. Por eso Carolina pod�a hacer todo tipo de desplantes, es
m�s, estos desplantes ya eran esperados por la familia como parte del folclor.
Mi familia, por su parte, no miraba con buenos ojos a Carolina. Aunque mi
hermano Roberto si que la ve�a con buenos ojos, de hecho le gustar�a est�rsela
cojiendo ahora mismo.



Luego toc� el turno de que bailara conmigo Carolina. Para
darle gusto al p�blico y alimentar aun m�s su mito personal, me coloc� un
billete de quinientos pesos en la bragueta. Cuando lo colocaba con el alfiler
ella sonri� y mascull� "No te crezcas. Te estoy pagando mucho por lo que te
dejaste hacer en el ba�o. Por esta cantidad m�nimo deb�as haberme cojido como
Dios manda. Qu� le voy a hacer, ser buena puta no se te da." Cuando me puso el
billete en la bragueta alcanc� a escuchar a la abuela de Rebeca decir, "Esta
b�rbara".



Bailamos la pieza. Pareciera que ella, como todo el mundo,
aprovechara la canci�n para darme consejos acerca de la vida matrimonial, o
desearme felicidades, cosas de las cuales ya estaba completamente harto, pues
habr�a que escuchar las mamadas que me dec�an las que bailaban conmigo. Sugiero
que este baile lo hicieran los hombres invitados con el novio y las mujeres
invitadas con la novia, pues m�s all� de lo maric�n que pueda resultar, s�lo los
maridos le podr�a pasar consejos de valor al novio y las esposas a la novia.
Como est�, la tradici�n obliga a que uno como novio escuche la arenga de una
bola de viejas que no saben nada del hombre y sus intereses. Seg�n mi cuenta,
unas siete ya me hab�an dicho que el secreto estaba en la comunicaci�n. Era un
consejo cuerdo, pero a cada una ten�a que ponerle cara de asombro y de ser un
tipo afortunado por que, en mi ignorancia, no era yo, tonto, capaz de conocer
tan elevada conclusi�n. Carolina, como he dicho, aprovech� su tiempo de manera
distinta, y de una forma que se agradece. Dijo:



"A que primito. No te deprimas. �No te da curiosidad saber
todo lo que le ense�� a tu mujercita en estas �ltimas semanas? Ya que la empines
bien rico y te est�s fumando el cigarro de despu�s del orgasmo, t�mate un
segundo para agradecerme, a m�, parte de tu dicha. Soy tu amiga m�s que tu
enemiga, aunque opines lo contrario. �Quieres saber qu� terreno pisas con ella?
Te contar�a si me prometes guardar el secreto de esta pl�tica." �Yo dije que s�
con la cabeza- "�Sabes? Ella quiso conocer un poco del sexo antes de esta fecha,
as� que me pidi� que le mostrara una pel�cula porno. Es asombroso que mi primita
no hubiera visto alguna a su edad. No s�lo le mostr� una, sino muchas. Cr�eme,
te llevas a una de las m�s perras de la familia, aunque no me conviene que se
desarrolle mucho, pues me quitar�a el puesto. Voltea a la mesa de mi t�a, todas
son unas perras, pero no lo admiten. Adem�s, en mi rec�mara tengo un juguetito
que nos permiti� muchas horas de adiestramiento. No te enfades, �O hubieras
preferido que aprendiera con mis amigotes? Te llevas a mi prima m�s querida, y
pobre de ti que la hagas sufrir. Te las ver�s conmigo. Veo que tu verga se ha
vuelto a emocionar. Y si te platico que la clase de mamada de verga dur� dos
horas, �C�mo se te pone? Y si te digo que ella espera que te la claves por el
culo desde hoy mismo, �C�mo se te pone?. Su esf�nter se dilata rapidito, cr�eme.
Y es calientito. No hay tab� para ella, �Lo habr� para ti?. Si me pides mi
opini�n. Tu no eres para ella. Todos te creen un buen partido pero yo s� la
verdad, que eres un cabr�n que no se explica c�mo consigui� el mujer�n que es
Rebeca. Pero ah� arr�glense. No creas que porque le est� bajando has perdido tu
noche de bodas, todo est� en c�mo la convenzas. No me odies. Esta informaci�n es
el parte aguas de esta noche. Nos vemos suertudo."



Mi tensi�n se aliger� y volv� a mi olvidada idea de tener una
noche de bodas genial. La fiesta termin�, gracias al cielo, y nos fuimos al
hotel.



Ya en la alcoba nupcial me fui a lavar la verga en el lavabo.
Alguna vez le� que , entre una gran cantidad de ingredientes, el semen tiene
cloro, de ah� que si te huele a lavander�a quiere decir que tuviste sexo o al
menos eyaculaste en los pantalones. Llegamos a la cama y ella me confes� que le
estaba bajando la regla. Yo, conocedor del secreto desde hac�a muchas horas,
pude estructurar una respuesta amorosa aunque nada improvisada, le dije que
estar a su lado abraz�ndola me hac�a ya de por s� el hombre m�s feliz, que me
mor�a de ganas, pero me un�a a su condici�n, incluso me ofrec�a atraerle algunas
toallas sanitarias �pese a que sab�a que ya ten�a una caja- fue un buen detalle.
Ella se enterneci� mucho de mi proceder tan adecuado y tan tierno que me
susurr�: "Podemos disfrutarnos de otras maneras. Aunque s� deseo esperar a que
no tenga sangrado para hacerlo por la vagina. Lo har�a si me lo pidieras, pero
ese canal quisiera dejarlo para el momento m�s �ptimo." Yo no respond�, sino que
comenc� a besarla. Ella sac� de su bolso de novia un tubito de lubricante y me
coloc� un poco en los dedos �ndice y el que sigue �que nunca me acuerdo de su
nombre- y me llev� la mano a su ano. Pude sentir que se hab�a lavado ella misma
su vagina, supongo que para no asustarme con su sangre. "Hazme a tu modo" me
dijo. Yo continu� bes�ndola en la boca, primero con besos algo tiernos, luego
incluimos la lengua y comenzamos a comernos. Por alguna causa todo lo hicimos
por largo tiempo, pues no hab�a prisas de nada. Ya el triunfo estaba logrado y
todo era disfrutar de �l. Yo met� los dedos en su ano, con gran cuidado,
sintiendo el apret�n de su hermoso arillo. Jugu� con su agujero por un rato y
verificaba la reacci�n de ciertas metidas con la diferencia de pasi�n en sus
besos, o identificando qu� caricia le provocaba qu� gemido. Comprobaba algo que
sospech� desde el primer instante que la vi, que era una caliente.



Ella se fue bajando de mi boca a mi cuello, d�ndome mordidas
sin el menor cuidado de marcarme, por el contrario, parec�a dispuesta a tatuarme
de mordidas todo el cuello, luego pas� a los hombros. Yo sent�a impulsos
el�ctricos muy fuertes a cada mordisco que ella me daba. Luego de pas� a mis
tetillas y yo no perd� detalle de c�mo las chupaba, pues imagino que le gustar�a
una chupada igual. Ella no se hab�a quitado el vestido de novia, pero me hab�a
ya desnudado a mi casi por completo. En un detalle inexplicable, me hab�a
quitado todo menos un calcet�n. Luego se perfil� a mamarme la verga. La meti�
hasta su garganta y comenz� a hacer todo su juego que ya conoc�a. Puede uno
acostumbrarse a las mamadas, pero la sensaci�n de voracidad de quien la da, que
es un rasgo personal�simo, ese siempre resulta nuevo. Con este cambio de
posici�n, de estarme mamando la verga y alzar sus nalgas a la altura de mis
hombros, a un lado de mi brazo derecho, fue una invitaci�n a mi para elevar mi
torso y comenzar a trabajar aun m�s su ano. Con mi mano derecha comenc� a meter
y sacar mis dedos, primero en l�nea recta, como un supositorio que entra y sale
sin la menor gracia, como para dilatar la parte de adentro. Luego el juego
cambi� para dejar mi dedo medianamente dentro y girarlo en forma circular, como
si mi dedo fuese un cochecito girando en una autopista circular, cuyo aperaltado
de curva fuesen las comisuras del ano rosado de mi Rebeca. Esta maniobra del
cochecito no s�lo dilat� muy bien el culo de ella, sino que le gustaba mucho,
luego us� una variante de girar para un lado, luego para otro, metiendo luego
los dos dedos y tocar las paredes interiores de su cuerpo. Ella me mamaba a un
ritmo id�ntico a lo que yo le hiciera en su ano, como si fuese un aparato de
realidad virtual en el que uno da una instrucci�n y un artefacto replica las
sensaciones en el �rgano sexual. Luego arremet� con mi mano en su culo que ella
se abandon� a esta sensaci�n y dej� de chup�rmela, descansando su cabeza en mi
pierna derecha, us�ndola de almohada, desde donde muy eventualmente sacaba la
lengua para lamerme los test�culos. Con su cabeza recargada ah�, su vestido de
novia alzado, sus medias sujetadas por un par de ligueros blancos que apretaban
sus nalgas , y su culo bien parado, me hicieron saber que era el momento de
penetrarla. Le quit� la almohada �mi pierna- y me par�, ella s�lo pas� a
recargar su mejilla derecha sobre la cama, pero manten�a el culo tan parado como
antes. Me coloqu� detr�s de ella y me alc�. Mi experiencia, escasa por cierto,
en sexo anal, me permit�a saber que la penetraci�n de este tipo debe ir de
arriba hacia abajo, como un avi�n que aterriza y desaterriza constantemente, as�
la verga estimula la parte interna de la vagina, y no la cara interior de la
columna, o lo que sea que est� ah�, no soy m�dico para saberlo. Me acomod� para
penetrarla de la forma que me pareci� mejor y en ese �ngulo arremet�. Primero la
introduje muy despacio, con delicadeza, sintiendo cada mil�metro de fuego cubrir
el cilindro de mi miembro. No me encaj� de un golpe, primero la trabaj� un rato,
lo hac�a tan lento y jugaba con los el�sticos de su liguero, luego tomaba las
nalgas con mis manos y las separaba o juntaba, seg�n yo quisiera que ella
sintiera en ellas. Luego comenc� a mover la cadera como en c�rculos, dilatando
m�s su esf�nter. Ella se hab�a ya entregado a sus gritos, como si la estuviese
matando, pero de gozo. Su vagina estaba tan hinchada como prohibida. Repegu� mis
caderas a sus nalgas y comenc� a hacer puro juego con la distancia que daba la
blandura de sus nalgas y mi pelvis, eso me hac�a sentir que la ten�a toda
adentro pero que, sin salirme, continuaba metiendo y sacando a muy buen ritmo.
Esta posici�n me permiti� agacharme, sujetarla del cabello y encontrar mi boca
con la suya, ella de inmediato comenz� a succionar mis labios y lengua, y era
como si, as� empalada, su boca hubiese crecido en tama�o y saliva. Mis caderas
comenzaron a perfilarse en pos de un orgasmo. La met� hasta el fondo, me mov�a,
pero no sacaba ni un mil�metro de verga. Comenc� a regarme y mi semen se sent�a
fr�o comparado con el interior de ella. Me puls� violentamente durante casi yn
minuto, tiempo en el que empujaba m�s y m�s la cadera, ignorante que no podr�a
meterme m�s. Iluso lo supon�a.



Rebeca y yo tuvimos una noche sin descanso, y as� fueron las
que siguieron. Nos fuimos a la playa y fueron d�as de puro disfrutar. �Qu�
convencido estaba de querer que esto fuera para siempre! Por fin la penetr� por
la vagina. Todo estuvo excelente, por un tiempo. Algo que not� era que con
frecuencia, en el momento de m�s pasi�n, Rebeca me preguntaba si era buena para
eso, para el sexo, como si quisiera a toda costa estar segura de ser buena
amante, de tenerme satisfecho. En realidad era yo quien dudaba si yo era
demasiado bueno para ella, si la satisfac�a. Ella eso nunca lo trataba, siempre
que alud�a a su placer hablaba en plural, lo que me parec�a una forma m�s de
ratificar que ella era buena, pero s�lo porque yo lo cre�a as�, pero que no
estaba segura.



Me d� a la tarea de darle esa seguridad, que supiera lo
dichoso que yo era con ella como mujer, con ella como amante. Cuando lo logr�,
las cosas comenzaron a cambiar. Ella dej� de competir consigo misma, y de rato
no se mor�a por hacer el amor conmigo. Luego fui yo el inseguro. Luego las cosas
cambiaron. Ella me dio todo lo mejor de s�, su pasi�n, sus primeras veces, su
aprendizaje, su frescura. La mujer que era pareci� estancarse, pareci� olvidar
sus pretensiones vitales, elimin� sus objetivos, su objetivo pas� a ser
demostrarse a s� misma que era una buena chica y una buena esposa. Nada de esto
se lo puedo decir sin herirla. Por eso, creo que ahora lo m�s conveniente es que
busque alguien que si la haga reaccionar, alguien que la obligue a crecer,
alguien con quien ella si tenga planes, pero que lo haga sin creer que ella no
vale la pena. No la deseo igual porque creo que soy su obst�culo vital, pero
ella cree lo contrario, que soy su catapulta vital. Vaya, si yo no me catapulto
ni a mi mismo. Y ella, sin pretensiones propias, no puede apoyarme a crecer en
las m�as.



Con el tiempo advert� que a pesar de que ella ten�a un
excelente cuerpo, el sexo se estaba poniendo un tanto trillado. Ah� es donde
todo se desbarata, donde todo se va al ca�o. Pese a que ya no quiero vivir a su
lado, situaci�n que puede resultar incre�ble para cualquier hombre que la vea a
ella (Sucede lo mismo que uno piensa respecto del pendejo de Hugo Grant cuando
se reflexiona que cambi� a Liz Hurley por la pinche negra fea que se la mam� en
una avenida), "se necesita estar muy pendejo para dejar una hembra como Rebeca"
dir�an mis amigos si les contara que ya no la quiero.



Tanto le insist� de casarnos, dos a�os rog�ndole, quit�ndole
su virginidad, para luego salir con esta necedad de que no quiero verla m�s, as�
nada m�s porque s�. Ella no entender�a las razones de por qu� ya no la quiero,
porque adem�s parece no haberlas. No he querido ir a un psic�logo porque es
in�til que se me quiera hacer entrar en cordura, pues mi problema de no quererla
no tiene qu� ver nada con lo racional, no hay explicaci�n posible y por lo tanto
no hay forma de que pueda comprenderlo. Sin embargo, repito, la fidelidad de
ella, su integridad, no se merece una trastada como esa que pretendo darle al
abandonarla, por eso no se me ocurre una mejor salida que serle infiel para
luego ser atrapado, acusado, descalificado, que sea ella la que me mande a
volar, teniendo toda la raz�n, convenci�ndose que el problema de no ser amada no
tiene nada que ver con ella, que seguir�a igual de encantadora, que la idiotez
es s�lo m�a. Que ella salga limpia de esto y yo enlodado y sucio� pero fuera,
libre.




Mi plan era este: El s�bado alegar�a insomnio, le dir�a que
ver�a un poco de televisi�n y cuidar�a de tomarle la mano para que no se marche
de la habitaci�n para dormir en la contigua. Sintonizar� "Infieles" y
fingir� que duermo. Si mi plan no falla, ella no podr� dejar de ver el programa,
pues la v�ctima del cap�tulo en cuesti�n -recuerden que ser�a retransmisi�n y yo
sab�a exactamente qu� caso saldr�a en la pantalla- era muy semejante a ella, por
lo que Rebeca no podr�a apagar el aparato hasta ver qu� suerte le deparar�a el
destino a esa mujer con la cual sin duda ella se sentir�a identificada.



As� pas�. El s�bado nos fuimos a acostar y yo fing� que no
pod�a dormir. Encend� la tele y sintonic� "Infieles". Ella nunca cuestiona los
programas que yo decido ver. Permanec� despierto por un tiempo, registrando en
mi mente el di�logo que hab�a entre el Inspector y una tal Jane. Sujetando la
mano de Rebeca pod�a advertir sus emociones, un ligero apret�n me hac�a entender
cu�les partes de la historia eran las que m�s le impactaban. El di�logo era el
siguiente:



Inspector: "Nadie obliga a otra persona a seguir viviendo con
alguien que le enga�a. Tal vez nosotros no tengamos el derecho de meternos en
las vidas ajenas, pero este derecho es menor a aquel que tiene toda persona de
conocer la verdad. Nosotros ayudamos a la gente a que conozca esa verdad y
decida por s� misma su destino. Enseguida, el caso de Jane, quien sospech� que
su esposo la enga�aba y llam� a "Infieles". Su marido, un agente de ventas, no
valor� su amor. Veamos lo que dice Jane en nuestra entrevista inicial."



Jane: "Nos casamos hace cinco a�os. Tenemos dos hijos y,
bueno, admito haber aumentado de peso�"


Inspector: "�Cu�ntos kilos has aumentado?"


Jane: "Tengo 25 kilos arriba"


Inspector: "Pero luces muy bien no obstante" �El inspector
siempre busca la manera de darle alas a las v�ctimas para que se sientan bellas,
dignas de amor; supongo que lo hace porque una persona con amor propio sufre a�n
m�s con el enga�o. Casi parece que el Inspector quiere darle a entender a su
v�ctima que si �l no fuese tan integro se la tirar�a ah� mismo, pero que no lo
hace por respeto.


Jane: "Si. Bueno, yo me cas� siendo virgen y he respetado mis
votos, creo que la vida es buena y amo a mi esposo�"


Inspector: "Sin embargo has llamado a "Infieles", �Qu� te
hace pensar que Mart�n te ha fallado" �Aqu� la cara que se ve no es la del
Inspector formulando la pregunta, sino la de Jane recibi�ndola, seguramente
porque el p�blico quiere ver c�mo aquella mujer regordeta de mejillas sonrosadas
cambia de aquella expresi�n fantasiosa en que hablaba de su hogar ideal para
pasar a hablar de c�mo �ste se desquebraja. Sus labios tiemblan un poco y sus
ojos se humedecen, como presintiendo lo peor. El Inspector ha dado en el blanco
al decir que Mart�n le ha fallado.


Jane: "Mart�n, mi esposo, ha cambiado. Antes sent�a deseo por
m�, ahora casi ni me toca. Es cierto que he aumentado de peso, pero puedo
adelgazar, puedo hacerlo. Nuestros hijos absorben mucho de nuestro tiempo,
siempre hablamos de ellos �nicamente. Una lo siente, ve c�mo �l se arregla la
camisa, se pone perfume, se esmera en su peinado, en su afeitada, veo dentro de
la casa el proceso que sin duda ocurr�a antes de que sali�ramos juntos cuando
�ramos novios, todo ese proceso de embellecimiento que daba como resultado aquel
Mart�n que uno deseaba besar. Lo veo seguido arregl�ndose, visti�ndose, s� que
est� visti�ndose para enamorar, y me da miedo porque temo que esa mujer que �l
desea seducir ya no soy yo."


Inspector: "Aparte de eso, que es grav�simo�" �N�tese que el
cabr�n del Inspector siempre tiene comentarios muy atinados que tienden siempre
a desmoralizar a la probable v�ctima. El marido aun no ha sido encontrado
culpable y el hijo de puta del Inspector ya lo da por hecho- "�Qu� m�s has
notado?".


Jane: Pues, cada ves es m�s frecuente que mi marido tenga
reuniones de negocio en la noche, de manera que durante el mes no viene a dormir
en tres o cuatro noches. Yo no entiendo, con tanto trabajo deber�amos estar
mejor econ�micamente, pero en vez de crecer siento que d�a con d�a vivimos con
m�s limitaciones. A veces no hay dinero ni siquiera para los pa�ales del beb�, y
yo tengo que ponerle pa�ales de tela, usted sabe, de esos que una como madre
luego debe tallar a mano.


Inspector: "Te entiendo Jane" �En ese simple "te entiendo" el
Inspector da a entender que entiende todo aquello que Jane calla, que el marido
es un culero y que cada d�a la trata peor, pero como �l s�lo quiere ayudar, no
profundiza, simplemente intervendr� para que aquella mujer, como �l dice,
conozca la verdad.



Aqu� es donde yo me hago el dormido, para que Rebeca crea que
nada de lo que ocurre en el caso de "Infieles" me interesa, pero no lo hago s�lo
por eso, sino que voy m�s all�. Al fingir que duermo le estoy dando a mi mujer
el mensaje de que el programa no me llama la atenci�n, pero sobre todo, le dejo
en claro que no me doy cuenta de lo peligroso que es el equipo de "Infieles" as�
que llegado su momento, y puesto que "ignoro" los riesgos, ella podr� valerse de
tal equipo para atraparme, sin que pueda yo hacer nada al respecto, pues yo
pendejo me dorm� mientras mi futuro enemigo develaba su t�cnica de cacer�a. A
partir de ah�, s�lo escuch� lo que el programa dec�a, y palpaba en la mano de
Rebeca sus reacciones.



Inspector: "Luego de la entrevista decidimos seguir al
marido. No pas� mucho tiempo para que advirti�ramos que Mart�n estaba en malos
pasos, que no le era del todo fiel a su esposa. El viernes 20 sali� en su
autom�vil y se encontr� con una mujer en un conocido hotel. Al principio ella se
muestra renuente a los avances de Mart�n, pero conforme van avanzando las copas,
la mujer toma confianza. Mart�n le toma de la nuca un par de veces y ella le
besa en la mejilla. Ambos ignoran que son filmados por las c�maras de
"Infieles". A pesar de los arrumacos, las escenas filmadas no son concluyentes
de un enga�o. Acaso son acercamientos de gente que se tiene estima y que est�
tomada."



Inspector: "El Jueves 26 corrimos con mejor suerte. En otro
bar de un conocido hotel se encuentra Mart�n con la dama desconocida. Jane
espera en casa a que su marido regrese de trabajar, pero ignora que �l no
llegar�. Esta vez Mart�n est� de mejor semblante, r�e mucho e irradia esa
energ�a que s�lo se ve en los muchachos que enamoran a una chica, pero �l ya no
es un muchacho, sino un esposo y padre de dos lindos ni�os, mientras que la
mujer ya no es ninguna chiquilla. Salen del bar y est� lloviendo, una lluvia muy
copiosa. Mart�n se alza el saco para cubrir el cuerpo de la mujer, como si fuese
un p�jaro protector. Esta maniobra le permite acercarse al cuerpo de la mujer,
ella se voltea y por fin accede a la seducci�n del ad�ltero. Entre los besos,
Mart�n se distrae un poco para vigilar, cauteloso, en todas direcciones,
cercior�ndose si hay alguien que los vea. Sinti�ndose seguro prosigue con sus
besos. No les importa mojarse. Se besan con pasi�n. �l le toca los pechos y ella
no parece negarse. Pese a que estas im�genes ya son concluyentes, decidimos
seguirlos. Entran en un Motel. Lo tenemos."



Cuando el Inspector dice "se besan con pasi�n" sin duda es
honesto. Yo, que ya hab�a visto el programa, recuerdo que tuve una mediana
erecci�n con s�lo ver c�mo se besaban. La mujer ya estaba abierta de piernas,
aunque ante las c�maras s�lo se mirase una pareja bes�ndose bajo una lluvia
torrencial. La mano de Rebeca me hizo saber que esta escena le incomodaba, pero
era incapaz de apagar el televisor. Faltan dos partes del programa, muy
importantes, aquella en que el personal de "Infieles" le muestra a la esposa la
verdad, y por �ltimo la escena de confrontaci�n en que luego de mostrarle las
escenas al c�nyuge enga�ado le dicen que justo en ese momento su marido est� en
compa��a para luego llevarla hasta el sitio mismo del enga�o para que discutan
ante las c�maras.



Inspector: Estamos con Jane. Queremos mostrarle el resultado
del trabajo del equipo de "Infieles". Quiero aclarar que creemos que lo que
ver�s no ser� agradable, pero sin duda coincidir�s que es mejor que juzgues por
ti misma si lo que ver�s es algo grave o no dentro de la relaci�n con tu esposo.
"Infieles" siente el deber de preguntarte si lo deseas ver o no. �Qu� dices
Jane?"



Jane recibe estas palabras como balde de agua fr�a. Las u�as
de Rebeca se encajan en mi mano. Jane sabe que est� haciendo el idiota ante unas
c�maras y finge entereza. Admite que desea ver las im�genes, pero est� abatida,
destrozada, su coraz�n est� hecho a�icos sin haber recibido aun el martillazo.
El Inspector se pone a un lado suyo y le muestra la pantallita l�quida de la
c�mara de video. El espectador ve lo que Jane est� viendo porque lo ponen en un
recuadro, pero como ya hemos visto las fechor�as de Mart�n, parece ser m�s
interesante ver la cara de Jane al ver lo que su maridito est� haciendo. Uno
come ansias por ver qu� cara pone cuando la pareja del video se magrea y come la
lengua bajo la lluvia. En ese instante ella se quiebra en llanto y dice "Qu�
est�pida he sido". Es ir�nico c�mo aquella escena que cachondea al mundo entero
resulta tan letal para un coraz�n de mujer. El Inspector, experto en tratar este
tipo de situaciones parece hablar en voz alta pero utilizando las palabras que
seguramente pasan por la mente de Jane, dice: "Sin duda una esposa como tu no
merece esto. No s� c�mo llamar a esto, pues traici�n es decir poco. Podr�amos
ignorarlo pero es mejor saberlo. Lo que haremos enseguida puede ser definitivo".
En realidad el Inspector le est� calentando la cabeza a Jane para que esta act�e
en consecuencia. No ser�a igual si el enga�ado decide irse a casa, por eso le
calienta la cabeza a Jane, para que cuando ella est� bastante furiosa, decirle
que en ese momento su marido se divierte con esa mujer y preguntarle si desea ir
a su encuentro.



Inspector: "S� que esto no es c�modo, pero Mart�n est� en
estos momentos en el bar de este hotel que est� enfrente, y est� acompa�ado.
�Querr�as ir ah� para preguntarle si te ama? �La sugerencia no puede llevar m�s
veneno y m�s cinismo.


Jane: "Vamos".



La escena final da para mucho morbo. Jane llega d�ndole de
golpes a Mart�n, quien se muestra muy asombrado y pregunta si se trata de una
broma. El Inspector de "Infieles" se saca un diez con la siguiente frase muy
estudiada, "El jugar con el coraz�n de una esposa nunca es una broma". Otros
golpes caen sobre Mart�n. Jane mira de arriba abajo a la competencia y saca a
relucir los defectos de ella a la vez que oculta los propios, es decir, saca
partido de que la acompa�ante de Mart�n est� madurita y ella est� joven, pero
parece ignorar que aunque madurita est� buen�sima en comparaci�n con el bulto de
harina que es la pobre de Jane. "�Qui�n es esta zorra?. Pero si podr�a ser tu
madre, c�mo puedes enga�arme con esta. El ni�o sin pa�ales y tu gast�ndote tu
dinero con esta perra. S�pase se�ora que este hombre es casado y tiene dos
hijos." , "No sab�a que era casado" Dice la otra mujer. Mart�n sigue jodiendo
con que aquello es una broma, incapaz de reconocer que ha sido tomado por el
culo y sin lubricante. M�s chingazos en la cabeza de Mart�n, quien cambia de
postura amenazando con que va a demandar a Jane por lesiones, El Inspector se da
a la tarea de darle a entender al tal Mart�n que Infieles tambi�n tiene una
barra de abogados buen�simos y que si demanda ser� �l quien pague a Jane el da�o
que su cabeza hizo en los nudillos de la chica. Al ver que no funcion� lo de la
demanda, manda pedir una polic�a. La treta de la polic�a funciona y Jane y el
equipo de "Infieles" deciden huir. El cabr�n del Inspector hace una �ltima
entrevista en el auto.



Inspector: �Qu� har�s ahora Jane? �Qu� har�s con tu futuro y
el de los ni�os? �El hijo de puta parece no saber que en ese instante no hay
respuestas cuerdas a esa pregunta tan filos�fica.


Jane: "No lo s�. Me divorciar�, eso es seguro. Si tan s�lo me
hubiera dicho que lo sent�a. Pero no, en cambio amenaza con demandarme el muy
pendejo. Me siento como una imb�cil, yo que siempre tom� muy en serio mis votos,
que siempre jugu� limpio mi papel."


Inspector: "La dignidad es algo por lo que vale la pena
vivir".



Pese a que iba a haber m�s y nuevos casos, Rebeca apag� la
televisi�n en�rgicamente. Mi plan hab�a comenzado.


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