Relato: El musculoso del barrio



Relato: El musculoso del barrio

Nicanor tenia 48 a�os, 1.82 metros de estatura y desde la
�poca del colegio era considerado el m�s macho, bello, musculoso y deseado
hombre de mi barrio. Desde hace cinco meses �l y su familia compraron una casa a
escasos 25 metros de la m�a. Todos los d�as asist�a al gimnasio del barrio a
entrenarse y a eso de las 6:30 de la tarde yo me asomaba al balc�n de mi casa
para verlo pasar hacia su residencia.


Cuando llegaba frente a las puertas de su casa retiraba los
tirantes de su diminuto y apretado vestido de gimnasta dejando al descubierto
hasta el ombligo su enorme y bien proporcionada espalda que estaba dorada por el
sol pues trabajaba en una compa��a de construcci�n. Siempre hab�a tenido la
esperanza de que un d�a �l retirase esos tirantes al pasar frente a mi balc�n.
Cada vez que lo ve�a provocaba en mi tal excitaci�n que mi pene duplicaba
r�pidamente su tama�o y palpitaba fuertemente.


Cuando �l entraba en su casa yo permanec�a en mi balc�n con
la esperanza de verlo salir y observar aquel hermoso pecho velludo y musculoso
frente a m�.


Un d�a menos pensado estaba yo en mi balc�n como siempre para
verlo pasar y �sorpresa! Nicanor baj� los tirantes de su apretado vestido frente
a m� dejando ver un enorme t�rax musculoso y perfecto, dorado por el sol, unos
carnosos pectorales tan enormes que parecian m�s bien dos globos de carne
pegados sobre su hermoso pecho, tenia vellos negros y grises lo que le daba un
tono muy suave y delicado, sus piernas eran fuertes y poderosas, sus muslos s�lo
se mostraban hasta la mitad pero se percib�a su enorme fortaleza, entre ambas
piernas surg�a una gigantesca monta�a que su diminuto y apretado vestido de
lycra no pod�a ocultar, se ve�a perfectamente la silueta formada por sus enormes
testiculos y un poderoso pene que terminaba en una gigantesca cabeza que muchas
veces, cuando �l pasaba frente a mi balc�n, not� quer�a escapar de aquel
apretado vestido, d�ndome a demostrar que �l tambi�n se interesaba por m�. Aquel
d�a �l se detuvo frente a mi balc�n, me mir� con cari�o regal�ndome una dulce
sonrisa y yo pude observar claramente su enorme pene dibujado en su apretado
uniforme de gimnasta.


El de seguro not� que mi pene estaba dando fuertes
pulsaciones provocada por la poderosa erecci�n y excitaci�n que yo sent�a al ver
semejante imagen de macho provocativo frente a m�. Aquella noche casi no dorm�
de la emoci�n, ya estaba a un paso de conseguir al hombre que siempre hab�a
deseado! , ya casi pod�a sentir su pecho entre mis brazos, el rico olor a macho
en mi nariz, podr�a tocar aquellos inmensos pectorales musculosas, acariciar sus
poderosos muslos y lamer con todas mis ganas aquel hermoso pene que todos los
d�as ve�a dibujada en su pantal�n. Era el sue�o de mi vida y lo iba a realizar.
La siguiente tarde, a la misma hora, al pasar frente a mi balc�n Nicanor se sac�
sus tirantes dej�ndolos caer hasta la altura de su ombligo. All� estaba en todo
su esplendor ese bello torso musculoso y dorado, Nicanor me mostr� su pene
erecto debajo del uniforme y agarrando sus testiculos con su mano derecha me los
ofreci�, con un leve movimiento de su cabeza me indic� que bajara y con el dedo
�ndice de su mano izquierda me dijo que me esperaba en la vieja casa abandonada
al final de la calle.


Presuroso y lleno de emoci�n salt� las gradas y me dirig� al
encuentro con el hombre m�s deseado de mi barrio, el muchacho que desde que
estabamos en el quinto a�o del colegio hab�a sido elegido como el chico mejor
desarrollado y el m�s famoso de la escuela, era perfecto y yo lo deseaba.
Corriendo me dirig� a la vieja casona abandonada de la esquina de la calle y
all� estaba �l sentado en la varanda. Estaba hermoso, perfecto, con todo su
espl�ndido t�rax al descubierto.


Al verme sonri� y cruzando sus poderosas piernas por detr�s
de mi ano, me atrap� y me atrajo desesperadamente hacia �l. Coloqu� mis manos
sobre sus hermosos muslos velludos y estaba tan cerca de la enorme protuberancia
entre sus piernas que casi pod�a morder aquel inmenso pene que estaba luchando
por salir de aquel peque�o pantal�n que le apresaba. Met� mi rostro entre sus
enormes pectorales carnosos y sabore� el sudor que aun quedaba en su pecho de
pelo gris y negro, tenia un sabor �cido y un olor muy suave y dulce. Acarici�
aquellos pectorales con placer, mientras con el pulgar de mi mano derecha tocaba
y masajeaba sus tetillas ya puntudas. Nicanor gem�a de placer, mientras yo
besaba aquellas tetillas y pasaba mi lengua repetidas veces, luego las mord� y
pasando mi bigote por ellas, provoqu� que �l soltara un ardoroso quejido.
Nicanor me levant� el rostro y me beso apasionadamente, acarici� mis mejillas y
mordisque� mi cuello.


M�s abajo nuestros penes se rozaban uno con otro a trav�s del
movimiento de nuestros cuerpos enlazados, al fin hab�a llegado el momento, el
hombre m�s macho y deseado del barrio era s�lo m�o, estaba entre mis brazos. Con
ansias de tocar aquel monstruo que crec�a ante mis ojos, met� mi mano por debajo
de su estrecho pantal�n de lycra y me tope con una monumental masa, eran sus
testiculos que permanec�an apresados por un diminuto suspensorio el cual ya casi
no resist�a su poderoso contenido.


Hacia rato ya, hab�a escapado de �l como serpiente que quiere
salir de su guarida, un largo y grueso tronco que hasta se pod�a pensar que los
ejercicios que Nicanor hacia para ejercitar su cuerpo, hab�an contribuido a
engrosar y creado m�sculos en su pene. Era enorme, terminaba coronada por un
inmenso hongo rojo p�rpura que ya casi se pod�a observar desde fuera de su
pantal�n. Pas� mi mano por toda esa belleza para sentirla en todo su esplendor,
con mi pulgar masaje� el borde de su enorme glande mientras que con mi dedo
�ndice acariciaba suavemente el frenillo de este. Pude sentir en mi mano por
primera vez el precum de mi macho deseado. Nicanor gozaba y agarraba mis huevos
con emoci�n. Desesperado y sintiendo mi pene golpeando en su barriga, me la sac�
del pantal�n y lami� con gran ternura toda su cabeza hasta sentir el l�quido que
ya se derramaba de ella. Lo recogi� con su lengua, la cual pas� por todo el
glande y con su hermosa barba bien recortada, me acarici� el borde de este,
permiti�ndome sentir un momento glorioso.


Continuamos sob�ndonos y bes�ndonos por largo rato, mientras
nuestros penes se zurraban m�s abajo. Nicanor me dijo que todos los s�bados su
esposa sal�a a trabajar como voluntaria en el Hospital del Ni�o y que no
regresaba a casa hasta el medio d�a del domingo. Por lo tanto me advirti� que me
esperaba a las 7 en punto de la noche en su residencia. Pasaron varios d�as y
Nicanor continu� bajando sus tirantes frente a m� y mostr�ndome su enorme
instrumento erecto, mientras yo contaba las horas para nuestro gran encuentro
sabatino.


Llegado el d�a, Nicanor me llam� por tel�fono a las 6:30 de
la tarde avis�ndome que su mujer ya hab�a salido para el hospital, como
complemento me avis� que me dejar�a la puerta abierta, que era s�lo empujarla y
entrar y que �l estar�a esper�ndome en su rec�mara. Y as� fue, llegu� a su casa
a las 7 en punto como pactado. Empuj� la puerta y tranqu�, me dirig� presuroso
hacia su habitaci�n y all� estaba tendido en su cama cual largo es todo ese
bello cuerpo musculoso. Me estaba esperando con sus fuertes piernas abiertas y
en medio de ellas surg�a la m�s hermosa torre de marfil que me halla podido
imaginar. Era gigantesca y muy gruesa, estaba erecta, perfecta y muy recta.


Culminaba en un bello y gigantesco sombrero napole�nico color
p�rpura que parec�a m�s bien una enorme manzana mordida hasta la mitad.
R�pidamente me quit� mi camiseta y mis bermudas, mientras Nicanor moviendo su
enorme pene en direcci�n a su velludo pecho me invitaba a acercarme a �l
r�pidamente. Cuando me zaf� mi calzoncillo, Nicanor mostr� una enorme sonrisa de
satisfacci�n por lo que estaba observando. Me met� entre medio de sus velludas
piernas y acarici� suavemente sus robustos muslos para sentir todo el poder de
mi macho deseado, coloqu� mis manos debajo de su inmensa masa de huevos que
colgaban debajo de la torre, a manera de campanas que llamaban a todos los
creyentes al culto. Sent� el calor de su prepucio y met� mi cara en aquella
selva de pelos negra y gris de donde nac�a la enorme torre. Pas� mi lengua por
el borde de su glande mientras acariciaba sus testiculos.


Nicanor me masajeaba suavemente el prepucio y acariciaba la
parte baja de mi ano. Me tom� con sus fuertes brazos y me sent� en sus bellos
muslos, coloqu� mis manos sobre sus enormes pectorales musculosos y bes� aquel
enorme pecho velludo. Lam� sus tetillas y pas� mi pene en medio de los dos
pectorales. Nicanor grit� de la emoci�n, mientras su pene me golpeaba por debajo
de mis test�culos y me acariciaba la parte baja del ano, era un movimiento
placentero.


Met� su enorme glande en mi boca y no cupo m�s, era inmenso,
su pene comenz� a derramar el primer l�quido delicioso avisando que estaba
disfrutando aquel momento. Lo lam� y luego lo restregu� con mis manos en la cara
de Nicanor. Lam� su cara barbuda y luego Nicanor me bes� y sabore� mis labios
disfrutando del sabor de su propio precum. Con ambas manos agarr� su hermoso
pene y lo pas� por mis tetillas, lo bes� y acarici� con ansias y placer y lo
met� hasta donde diera dentro de mi boca. Su leche empezaba a brotar y ten�a un
sabor dulce y agradable, estaba probando el verdadero gusto de mi macho querido.
Mientras tanto Nicanor tom� con sus enormes manos mi pene y lo pas� por sus
enormes pectorales y con su bella barba plateada acarici� todo el borde del
glande de este haci�ndome gemir de placer. Coloc� mi pene en su rica boca y
sorbi� el precum que ya estaba soltando.


Me dio una intensa chupada que me hizo venirme del gusto que
sent�a, lami� mi leche y me bes� dajandome sentir el gusto de ella. Acostado en
su hermoso pecho y con su pene debajo de m�, le embarr� todo el cuerpo con ambas
leches que se hab�an mezclado y luego sentado en sus muslos jugamos con ambos
penes que se zurraban y resbalaban lanzando ca�os de leche uno contra otro como
grandes amigos que ya eran. Me acost� y me qued� dormido sobre sus enormes
pectorales que me sirvieron de almohada.


�l durmi� con una mano agarrando mi ano y la otra sobre mi
pene. Cada s�bado repetimos la ceremonia. �l me llama cuando su esposa sale y me
espera en su cuarto con sus hermosas piernas abiertas y su enorme pene surgiendo
en medio de ellas, en una erecci�n perfecta. Nicanor tiene una hermosa familia
de la cual soy el mejor amigo. Me invitan a paseos y disfrutamos juntos los d�as
de campo y paseos al parque. Somos felices pero sobre todo sabemos que nos
tenemos el uno al otro, para siempre..




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Relato: El musculoso del barrio
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