Relato: La hija del viudo



Relato: La hija del viudo

Con dieciocho a�os soy una adolescente vulgar, muy guapa y
sensual�seg�n dicen de m� los hombres y una zorrita desvergonzada a juicio de
las mujeres. Me llamo Angelines y estoy enamorada y soy la amante de Fernando,
un hombre que tiene cuarenta a�os, y que adem�s de doblarme la edad, es mi
padre.


Soy rubia, muy guapa �aunque me est� muy mal el decirlo,
tengo los ojos verdes y luzco el cabello muy corto, a estilo chico. De mediana
estatura, tirando a alta con los tacones de aguja de mis zapatos, mis pechos son
redondos y bonitos, no excesivamente grandes, aunque abundantes. Tengo el
vientre abombado, pues estoy embarazada de seis meses, y me encuentro esperando
una ni�a de mi padre y amante.


Cuando muri� mam� yo era una chica de diecis�is a�os,
inexperta e ingenua en todo lo referente al amor; porque al no salir con amigas
liberales, conservaba mi inocencia sobre todo lo referente al sexo, aunque al
ser muy mujer, a veces cuando me pretaban los ardores, me met�a los dedos en la
concha� Bueno, y al acostarme o cuando iba al ba�o, me acariciaba el cl�toris,
me pellizcaba los labios del chocho, la cresta roja y dejaba en la puerta de mi
vagina, ese dedito que quer�a meterse dentro de mi co�ito, simulando que era el
pene de unmuchacho que deseaba joderme. Solamente el miedo a romper mi mebrana
de la pureza, me impidi� disfrutar de lo que tanto necesitaba.


Recuerdo que al ir casi siempre sin sot�n, me miraba las
tetas en el espejo, me las recorr�a con mimo, me subaba o titilaba los pezones,
e incluso como una burra me los pretaba hasta hacerme da�o. Lo mejor era cuando
al mismo tiempo que gozaba con mis pechos, me acariciaba la rajita. Era tal el
placer que me sacud�a mi cuerpo, que me meaba de gusto como una guarra y llenaba
mis braguitas de melaza, sin poder evitarlo.


La vida con pap� despu�s de quedarnos solos en el piso, fue
muy triste. El se pasaba las noches llorando hasta el amanecer y de vez en
cuando se iba de putas y me quedaba yo sola en la casa, masturb�ndome con mis
dedos o con unos consoladores, que hered� de mi difunta madre, pero que
lamentablemente no me los pod�a meter como deseaba hasta la empu�adora en mi
chichi, para evitar que me pudieran desflorar, esos enormes suced�neos de polla,
sin la grata compa��a de un hombre.


Una noche en que mi pap� se acost� temprano y que hac�a mucho
fr�o, decic� visitarlo en su habitaci�n, alegando que necesitaba de su calor y
compa��a. El dorm�a siempre desnudo y al verme a su lado de improviso, me pidi�
que no entrara en la cama hasta que se pusiera el calzoncillo. Yo le dije que no
se molestara por m�, ya que prefer�a el calor natural de su cuerpo, al de un
slip o pijama.


Para que no sufriera por mi culpa, ni se sintiera inc�modo,
tom� la decisi�n de quitarme el camis�n y me qued� tambi�n delante de sus ojos
asombrados, en bolas. Mis pechos erguidos tensaron del deseo que me embargaba,
el verlo tan excitado por mi desnudez, los pezones que se irguieron desafiantes.
Entonces mi nido del amor, sin vello porque soy muy poco peluda, qued� expuesto
ante mi padre, que no le quitaba la vista de encima.


Abr� las piernas para que mi progenitor, comprobara con su
mirada el recorrido completo de arriba abajo o viceversa, de la hendidura de mi
co�o, disfrutando de la admiraci�n de mis peque�os labios prietos y de mi
virgnidad intacta y no precisamente por la falta de oportunidades, ya que estaba
bastante buena y me consta que hab�a un mont�n de chicos de mi colegio y amigos
m�os, que deseaban joderme y convertirme entre sus brazos en una mujer
desvirgada y experta en las artes del follar.


Me atrev� a abrir la cama y vi a mi padre con su enorme pijo,
que me lo ofrec�a sin palabras, alzado hacia el cielo; con las bolas grandes y
peludas de sus test�culos, agit�ndose esperando a la hembra en celo, que osaba
provocarle, sin pensar en las consecuencias que esa acci�n incestuoso tendr�a
para mi virginidad.


�Tengo fr�o, papa. Abr�zame- le rogu� implorante.


��Claro que s�! Quiero que te sientas muy peque�a y te
refugies en mis brazos fuertes. Ver�s como protegida por pap�, no te pasar� nada
malo.


Me sent� en sus piernas, poni�ndole el culo sobre sus
rodillas, acostada de espaldas a �l y Fernando mi padre, me abraz� por la
cintura pret�ndose mucho a m�, para que pudiera entrar en calor. Sus manos
fuertes acariciaron mi ombligo y mi bajo vientre redondo y suave, que ahora por
la pre�ez, se encuentra muy voluminoso y pesado el pobre.


El me toc� de repente el culo y pret� mis nalgas, alab�ndolas
porque eran redondas y muy suaves �seg�n me dijo el muy zalamero. Luego me pidi�
que me echara boca abajo coloc�ndome agachada sobre mis rodillas y mis manos;
para despu�s sujetarme sobre los codos. Pap� me hizo levantar el trasero y me
oblig� con sus manos fuertes a abrir mis rodillas, por lo que mi ano se le
ofreci� expuesto a sus exploraciones dactilares, ocasi�n que por cierto no
desaprovech�.


Yo no hab�a sido porculizada nunca y me aterraba el pesar en
que algo tan grueso como la picha de pap� pudiera intentar meterse por mi
rendija posterior. el quiso colarme el glande, por el culo, pero mi orificio era
tan chiquit�n y tan virginal que no logr� satisfacer su deseo, aunque al
intentarlo con decisi�n y en forma un poco ego�asta, como la vida me ha
demostrado que suelen hacer los hombre, me lastim� el ojete, por lo que gem� de
dolor, olvid�ndome de ese placer que ansiaba disfrutar, para ver si era tan
agradable como dec�an mis amigas.


El cogi� de la mesilla de noche un tarro de crema y se unt�
con parsimonia su aparato. Luego me frot� mi agujerito por fuera y metiendo un
dedo dentro tambi�n lubric� el canal que iba a recibir su ariete. Poco a poco
fue suavizando la ruta, este tunel que ya deseqaba penetrar sin demora, y tembl�
de miedo al sentir que su irracionalidad en esos momentos venc�a a sus
prejuicios, a juzgar por su erecci�n salvaje y por los jadeos que emit�a.


Sent� un hormigueo en mi vagia y comenc� a acariciarme de
gusto mi chocho, mientras esa cosa tan grande y dura se intentaba meter dentro
de mi culo, produci�ndome un dolor agudo que me asust�. El se apiad� de m� y con
su experiencia de hombre adulto, que al parecer hab�a practicado mucho el
griego, me anim� a relajarme, abrir las piernas y el ano para que el intruso me
poseyera. Con un �ltimo empuj�n, algo violento, pap� me meti� su verga hasta los
test�culos y sus caricias a mis tetas y a mi co�o, me proporcionaron un placer
tan grande, que fue capaz de eclipsar los dolores que sufr� por la enculada.


Pap� me sujet� por las caderas con vigor y me embisti� con
una furia incre�ble, foll�ndome por el culito a buen ritmo. Yo no quise quedarme
pasiva y decid� colaborar activamente con �l, moviendo el trasero y de repente
tras unas buenas emboladas, el grit� mi nombre y me lanz� chorros de semen,
llen�ndome hasta los intestinos con sus caldos viriles.


Recuerdo que me dorm� abrazada a �l. Al despertar me sent�
con el trasero relleno de su leche y le cog� su verga despert�ndole. El me mir�
y sonri�. Yo sent� deseos de besar su boca y pap� respondi� a mis caricias, por
lo que nos dimos el pico como dos enamorados.


Cuando en un momento de lucidez, mientras gozaba agitando
convulsivamente su pene erecte, comenc� a pensar en lo que estaba sucediendo, me
di cuenta que yo era una mujer joven, una adolescente que gracias a �l hab�a
logrado encontrar el sexo y disfrutar con un hombre experto en las artes del
amor.


��Quieres Angelines que hagamos el sesenta y nueve?- me
pregunt� mi padre, mir�ndome con esa exprensi�n ingenua y p�cara a la vez, que
tanto me gustaba.


-Si papi. Ser� juguete de tus deseos, tu mu�eca hinchable, mi
amor. �Qu� quieres que te haga?


- Mira cari�o, tu madre no era muy partidaria de hacer este
jueguecito sexual, que yo te propongo. Si lo haces bien y disfrutas mam�ndomela
tanto como yo comi�ndome tu chochito y culo, esto convencido de que con estas
pr�cticas nos sentiremos muy unidos y nos querremos m�s, si eso es posible, pues
yo te adoro Angelines. Adem�s por ser el juguetito de pap�, tendr�s muchas
compensaciones. Ya lo ver�s hija m�a


Me aconsej� que me diera la vuelta y que me tendiera sobre su
cuerpo desnudo. Lo hice y mi boca tropez� con su pito erguido y enorme. Mientras
tanto mi co�o y culo se qued� al alcance de sus labios, dedos y lengua.


Institivamente abr� las mand�bulas al m�ximo y permit� que su
picha hermosa entrar adentro de mi cavidad bucal, hasta tropezar con mi
campanilla. Mi padre por su parte meti� su lengua en mi raja empapada de mis
jugos y de repente �seg�n me dijo m�s tarde� cuando sinti� en sus labios el roce
grato de mi botoncito, lo succion� y luego excitad�simo y perdiendo el control,
olvid�ndose de que era su ni�a, me lami� con avidez toda la raja, desde la
vagina hasta alcanzar el mdall�n de las infas. Fernando no conforme con eso, me
pedi�a que moviera el bajo vientre, que frotase mi chochito virginal contra su
boca sedienta, que no cesaba de beberse mi melaza.


Fue tan grande el placer que me proporcion� mi padre, que
decid� sober m�s desprisa a�n ese bast�n de carne que me llenaba la boca y que
por sus dimensiones casi me asfixiaba. Poco despu�s pap� abandon� el barrido
lingual de mi co�ito que estaba rebosante de humedad y me lami� el ano, guiando
vicioso la lengua, por el orificio fruncido de mi esfinter anal.


Pap� me dec�a que yo ten�a unos lindos rodetes y una cresta
roja que le excitaba much�simo, por lo que se atrevi� a separar mis labios
unidos, para disfrutar contemplando las muchosas h�medas que estaban pidiendo a
gritos �seg�n me dijo el muy picar�n� el contacto �ntimo con su polla.


Por las caricias linguales de pap� en mi sexo, me corr�
mediante un superorgasmo y por ello moj� su cara y su ment�n. Pero esto no le
afecto para nada a pap�, ya que me ech� de improviso un chorro de semen en mi
boca, que me beb� sin rechistar, hasta que m�s calmado me rog� que me levantasey
me sentase a caballo en sus muslos cara a �l y con los muslos abiertos.


Obedec� y al sentarme en sus muslos, not� como la barra
dur�sima de su verga se aproximaba peligrosamente a la entrada de mi chochita
virginal. Me pidi� que se sentase sobre la porra y al seguir sus instrucciones,
esa cosa tan gorda y larga se incrust� como una bala, sin que pudiera evitarlo,
en mi vagina produci�ndome un gran dolor.


Despu�s de la penetraci�n cuandosus test�culos rozaban mis
nalgas, me cercior� de que estaba empalada por su picha y que mi co�ito estaba
por su culpa empapado de la sangre, que me produjo la violente desfloraci�n por
mi padre.


Cuando le dije a Fernando que me hab�a hecho mucho da�o con
su costia, �l me consol� dici�ndome con muy buenas palabras, pues no en vano
pap� siempre ha tenido mucho palique, que pod�a estar orgullosa de haber dejado
de ser una cr�a, para convertirme en una mujer. Adem�s el haber sido desvirgada
por el hombre que m�s me amaba en la vida, era algo que deb�a de llenarme de
orgullo, aunque yo al sentir como me follaba y notando que se me inundaba la
galer�a de mi intimidad femenina tras su monumental corrida, pens� demasiado
tarde que me hab�a llenado de semen y que al c�liz de mi matriz, muy pronto
llegar�an sus espermatozoides, corriendo el riesgo de quedarme pre�ada por �l,
como con el paso del tiempo ha sucedido.


A veces pienso que he sido una guarra, una degenerada al
aceptar como padre de mi hija, al hombre de cuyos espermatozoides debo la
existencia. El era viudo y yo soltera sin compromiso y no le he puesto los
cuernos a ninguna para llev�rmelo a la cama, porque estaba libre.


Ahora juntos vamos a crear un futuro en com�n y cuando de a
luz, nos iremos a vivir a otra ciudad; porque aunque paso de ellos, me duelen
los comentarios de quienes si volviera la Inquisici�n, nos condenar�an a la
hoguera.


Estoy segura de que �l est� a mi lado, porque yo le provoqu�.
Puedo poner las manos en el fuego, sin riesgo a quemarme, cuando establezco la
hip�tesis, de que si no hubiera sido por mi decisi�n, Fernando se conformar�a
con ser un padre del mont�n, como los millones que existen y que jam�s se
interesan sexualmente por sus hijas. Eso es lo que se pierden por tontos y por
castos. Afirmar� sin duda, que ninguna mujer ha sido capaz de darle a mi padre,
el placer que yo le regalo en abundancia. Ni tan siquiera mi pobre madre, que en
paz descanse.



Escribame para comentarios, sobre todo si son chicas. ;-P
jejeje




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Relato: La hija del viudo
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