Relato: Marisa (4)



Relato: Marisa (4)

MARISA 4


ESTABA TAN EMBEBIDO EN LA PELICULA y en la fabulosa
interpretaci�n de Paul Newman que no me di cuenta de que hab�a transcurrido
m�s de hora y media y ella a�n no hab�a regresado de la Catedral. Faltaban
diez minutos para las ocho. Me pregunt� �C�mo es posible que una misa dure
m�s de hora y media? �Es que por la tarde oficiaban misas cantadas?
Cualquiera sabe de lo que son capaces estos frailes cuando se ponen a
sermonear. Yo hab�a asistido a sermones en los jesuitas que duraban cerca de
dos horas, sin contar la media hora larga del oficio.



Por mi parte, ya hab�a tenido bastante con los seis
primeros a�os de jesuitas de Bilbao. Hab�a o�do misas diarias durante seis
a�os para el resto de mi vida. Haciendo c�lculos mentales me sal�an cerca de
dos mil doscientas misas que hab�a tenido que o�r por obligaci�n. Eran misas
m�s que suficientes, ya estaba bien pues de tanta misa y de tanto serm�n. y
no fue eso lo peor. Lo peor fue la aversi�n que adquir� por la inmensa,
descomunal e indigesta hipocres�a de que hac�a gala el negro ej�rcito del
Vaticano sin el .menor pudor hacia la inteligencia de la sociedad cat�lica.
Hipocres�a que hab�an inculcado en todos sus feligreses sin soluci�n de
continuidad.



Porque, sino, �c�mo se explica que una mujer de treinta y
tres a�os, madre de dos hijas, profundamente cat�lica, que se confiesa y
comulga cuando menos una vez por semana, vaya a confesarse y a comulgar
despu�s de follar como una desesperada y hacer una felaci�n de campeonato,
vaya a confesarse, digo, de esos pecados cuando a las pocas horas y con el
cuerpo de Cristo dentro de ella todav�a, vuelva a repetir esos mismos
pecados posiblemente corregidos y aumentados? � A que confesor le pedir� la
absoluci�n despu�s de decirle que ha estado haciendo el amor con un chaval
de diecinueve a�os, que le practica el sexo oral hasta hacerla barritar de
placer, que ella le hace una felaci�n hasta derretirle los huesos, sabiendo
que, una vez perdonados esos pecados, antes de dos horas volver� a
cometerlos? �Por qu� no se confiesa de todas las jodiendas, comidas de co�o
y mamadas calculando un promedio aritm�tico para todo el a�o? Al fin y al
cabo ser�a lo mismo, digo yo, y se evitar�a horas perdidas y dejar�a de
poner cachondo dentro del caj�n al fraile de turno. Si esto no es hipocres�a
mis cojones son claveles -
pens� -
cada vez m�s cabreado ante su tardanza.



En estas y otras disquisiciones estaba cuando o� abrirse
la puerta del piso. Estaba tan cabreado que ni me levant� cuando abri� la
puerta de la salita. Solo lo hice cuando la vi entrar llorando a l�grima
viva y sentarse frente a m� escondiendo el rostro entre las manos.



Se me pas� el cabreo de repente. Me sent� a su lado y se
agarr� a m� como un n�ufrago a una tabla. Me explic� entre sollozos que su
hermano Enrique acababa de tener un accidente de tr�fico y hab�a resultado
malherido. Hab�a ido al hospital a visitarlo, por eso hab�a tardado tanto.
Estaba en la UCI y hasta dentro de cuarenta y ocho horas no se sabr�a si se
recuperar�a del terrible accidente, que hab�a ocurrido aquella tarde en la
carretera general de La Coru�a, cuando nosotros regres�bamos a Santiago
despu�s de comer. Por lo visto iba a demasiada velocidad, patin� en una
curva y se empotr� contra un �rbol despu�s saltar la cuneta.



Ten�a una conmoci�n cerebral muy grave. A ella se lo
comunicaron cuando iba de camino hacia la Iglesia. Su cu�ada Leonor estaba
deshecha, ella ten�a que ir a acompa�arla. Su cu�ada, la pobre, estaba tan
deprimida que no se atrev�a a dejarla sola aquellos dos d�as. Claro que
pod�a llamar por tel�fono a Purita para que me atendiera. Me opuse
rotundamente, yo no necesitaba a nadie, pod�a comer tranquilamente en
cualquier restaurante, lo principal era que su hermano se recuperara cuanto
antes, eso estaba por encima de todo. Si yo pod�a hacer algo no ten�a m�s
que dec�rmelo, ir�a enseguida al Hospital. No, �Por Dios!
- respondi�
asustada -
no faltar�a m�s que eso, que di�ramos p�bulo a
malas interpretaciones al vernos juntos. La gente es muy mal pensada y ella
no podr�a evitar que se le notara su amor por m�. Si la amaba como dec�a,
deb�a soslayar todo aquello que pudiera perjudicarla. Me bes� llorando y me
beb� sus l�grimas a besos. Sent�a de verdad la desgracia que padec�a, yo
sab�a muy bien lo que perder a un ser querido significaba. La vi salir de la
habitaci�n con un peque�o neceser y una maletita, nos besamos
apasionadamente en la puerta del piso, pues no quiso ni que la llevara al
Hospital Universitario, hab�a llamado a un taxi por tel�fono desde su
habitaci�n. O� el claxon cuando ella bajaba las escaleras, se volvi� en el
�ltimo minuto antes de abrir la puerta de la calle y me envi� un beso con
los dedos, beso que le devolv� en la misma forma.



Tambi�n era mala suerte, la de ella y la m�a, aunque bien
mirado yo tendr�a dos d�as para recuperarme de tanto desgaste. Para cuando
regresara pensaba estar sin ponerme los pantalones hasta que empezara el
curso.


A las diez me fui a cenar y lo hice con buen apetito
porque el caldo gallego que me sirvieron estaba de muerte, seg�n
acostumbraba a decir Mabel. A las once estaba de regreso en el piso. No
ten�a ganas de meterme en un cine, de modo que puse otra pel�cula en el
video: Un puente lejano. Ya la hab�a visto, pero como era de guerra y
ten�a un buen reparto, me entretuve hasta que los ojos comenzaron a
cerr�rseme. Apagu� el v�deo y me acost�.



Despert� al d�a siguiente casi a las once de la ma�ana.
Me duch� me vest� y decid� ir hasta la Facultad. Estaba m�s triste y
solitaria que Fonseca en la canci�n. No pude adelantar nada, ni siquiera con
respecto a los libros de texto. Desayun� en una cafeter�a cercana, volv� al
coche y me sent� pensando qu� hacer. Pod�a regresar a Vigo. No, mejor no. Lo
de Sharon ten�a que terminar, no pod�a continuar con aquel incesto que hab�a
estado cometiendo con ella durante todo el verano.



Ahora que estaba lejos era la hora de olvidada. Ten�a muy
claro que no me ser�a f�cil, pues la hab�a recordado incluso haciendo el
amor con Marisa y eso era una se�al peligrosa y fatal. Pero ten�a que acabar
con Sharon para siempre, nueve meses dan mucho de s� y es tiempo suficiente
para olvidarla.



En ese tiempo ella conocer� a alguien, se enamorar� y no
volver� a pensar en mi, y este pensamiento, sin saber por qu�, me puso de
mal humor; quiz� porque, en mi fuero interno, una mal�vola vocecilla
interior me dec�a que m�s dif�cil me ser�a dejar de pensar en ella que
cumplir con mi obligaci�n moral y divina de finalizar aquellas relaciones
incestuosas. Deb�a de ser la voz de Lucifer quien me hablaba de ella
continuamente. No, nada de Vigo, se acab� y punto. �Y por qu� no La Coru�a
que est� a un tiro de piedra? Pues a La Coru�a, o A Coru�a, como gustan de
decir ahora los ceporros auton�micos.



Enfil� hacia la autopista, pero antes de entrar me
pregunt� �Y qu� co�o hago yo en La Coru�a? Hombre, seg�n dicen, es la Ciudad
de Cristal, la ciudad en la que nadie es forastero �bueno, y qu� pasa con
eso? �Acaso conoces a alguien? �No ser� mejor que te vayas a casa, repases
las asignaturas m�s dif�ciles del a�o pasado y le guardes la ausencia a tu
preciosa Marisa? Si, ser� lo mejor. Di la vuelta al coche, y regres� sin
prisas por el camino m�s largo, lo cerr� en el garaje y sub� despacio las
escaleras. Nadie me esperaba.



Hac�a un calor de infierno, me di una ducha fr�a, y
cuando iba a coger el libro de Qu�mica vi de pronto una novela que hab�a
comprado con Sharon en una librer�a de Sanxenxo. El autor, Jos� Mar�a
�lvarez, no me dijo nada, el t�tulo: "La Esclava instruida", tampoco. Para
empezar, el argumento comenzaba en la p�gina quince (no me gustan los
pr�logos), y diez p�ginas despu�s, ten�a una erecci�n hasta el ombligo.
�Joder! Vaya cachondeo de libro. El t�o este se lo ha debido pasar pipa con
la ni�a.



Unas cuantas p�ginas m�s tarde, me estaba acariciando la
erecci�n sin darme cuenta. Por si no tuviera bastante calor con el libro el
sol me daba de lleno en todo el paquete. El sol de septiembre que, cuando
quiere pegar fuerte, te levanta ampollas en la piel.



Estaba a punto de levantarme cuando, al mirar hacia la
ventana abierta, vi en el balc�n de la casa de enfrente a una t�a sentada
cosiendo. Las contraventanas semi entornadas le imped�an verme la cara. De
cuando en cuando, levantaba la mirada de la costura para fijarla en mis
manejos. El balc�n daba a un amplio patio de luces y la distancia no ser�a
mayor de diez metros desde donde ella estaba cosiendo hasta donde yo estaba
leyendo. Decid� no levantarme y ver sus reacciones.



De nuevo comenc� a acariciarme la erecci�n que ya me
llegaba el ombligo. Simulaba leer, mientras la miraba por encima de las
p�ginas vi�ndola cada vez m�s interesada en lo que estaba haciendo con mi
erecci�n. Situada un piso m�s arriba del m�o pude comprobar que era de
medina edad, calcul� que deb�a de tener entre cuarenta y cuarenta y cinco
a�os y, la pobre, no destacaba por su belleza, pero ten�a unos muslos que
val�an la pena.



Pude observar que cada vez prestaba menos atenci�n a su
costura mirando m�s a mi verga, erecta como un poste de tel�fonos.


Volv� a acarici�rmela, dej� de coser esperando sin
pesta�ear que surgiera el chorro que imaginaba saldr�a disparado. Pues te
vas a llevar un buen chasco -
pens� -
no me la he meneado nunca y no voy a
empezar ahora. Pero de todas formas segu� acarici�ndome suavemente con los
dedos, pasando y repasando la gruesa y larga erecci�n de arriba abajo. y as�
estuvimos por lo menos diez minutos, ella mirando fijamente mis manejos, y
yo brind�ndoselos sin montera y, de pronto, el chasco me lo lleve yo, porque
meti� una mano por la cintura de la falda y separ� los muslos dej�ndome ver
todos los rizos de su negro sexo. No llevaba bragas.



Sus dedos se hundieron en la vulva, separando los gruesos
labios para masajearse de arriba abajo con una cadencia que aumentaba por
segundos. La vi morderse los labios, relami�ndose, volver a mord�rselos,
recostarse en el respaldo de la peque�a silla de madera y adelantar las
caderas ense��ndome una vulva tremendamente brillante. El dedo medio frotaba
el cl�toris sin parar y miraba mi verga sin un solo parpadeo. Finalmente la
vi abrir la boca y morderse los labios una y otra vez. Vi como temblaban sus
muslos mientras la mano segu�a cada vez m�s r�pida el frotamiento y, al
final, tembl� toda ella, ech� la cabeza hacia atr�s y se detuvo. Estaba
gozando de su solitario orgasmo. Ve�a sus grandes tetas subir y bajar con la
agitada respiraci�n y pens�, �vaya, se ve que te tienen abandonada! �Pobre
mujer! Me levant�, y mi verga la salud� con dos sacudidas fenomenales
batiendo contra mi vientre. Me mir� a los ojos, sonri� d�bilmente sin sacar
la mano del sexo y abri� la boca� me `pareci� que me dec�a� Gracias.



Me fui a la ducha. No sab�a si hab�a hecho una buena
obra, o s�lo hab�a sido el proceder de un exhibicionista. �Seria lo �nico
que me faltaba ya! Pero yo no me hab�a propuesto, cuando me acost�, realizar
ninguna exhibici�n, si ocurri� as�, fue por casualidad. Por otro lado, si a
ella no le hubiera agradado lo que ve�a, nadie le imped�a largarse a coser a
otra parte. Sin m�, seguramente la pobre mujer no se hubiera dado la
satisfacci�n de tener un orgasmo. Decid� que s�, que era una buena acci�n la
realizada, pero que seria mejor no realizar ninguna m�s por muy buen
samaritano que yo fuera. Hacerle un favor seria echarle un buen polvo, pese
a lo poco agraciada que era la pobre, pero no lo era hacer que se masturbara
satisfaciendo su libido con un remedo de c�pula amorosa, claro que mejor era
algo que nada.



Pese al calor, baj� la persiana dej�ndola abierta a menos
de la mitad. Cuando volv� a mirar al balc�n s�lo quedaba la silla. Mir� la
hora: las doce y media. No ten�a apetito de modo que pod�a estudiar un par
de horas tranquilamente. Volv� a acostarme con el libro de Qu�mica en las
manos, repasando lecci�n por lecci�n, sobre todo aquella que m�s
problem�tica me result� el curso anterior. No s� el tiempo que estuve
leyendo, lo que s� es que me despert� con el libro en el pecho y oyendo
pasos por el pasillo. Me levant� sin darme cuenta de que estaba desnudo y de
que ten�a una erecci�n de caballo. La puerta se abri� de repente y Purita se
qued� parada mir�ndome de arriba abajo, me qued� tan sorprendido como si
hubiera entrado un extraterrestre.



-- Ay, perdone,
se�orito, no sab�a que estaba desnudo - y exclam� mirando mi congesti�n --
�Jes�s que cosa m�s grande!


Y segu�a tan fresca, mir�ndome la erecci�n, mir�ndome a
m�, sin moverse, con una mano en el picaporte y una pierna delante de la
otra.


-- Bueno, acabo de llegar y como no encontr� a nadie en
casa... - contest�


-- Claro, no lo esper�bamos hasta despu�s del quince �no
sabe?



Como yo no me mov�a ni ella parec�a encontrarse inc�moda,
se me ocurri� decirle:



-- Si quieres pasar...
- invit�, pensando, si pasas ya sabes para qu�.


-- Pero �y si se entera la se�ora?



-- Yo no se lo voy a
decir �y t�?



-- Yo menos, ya puede
tenerlo por seguro.


-- Pues pasa mujer, y desn�date, hace mucho calor.



Cerr� la puerta, y antes de darme cuenta estaba delante
de m� en pelota picada, mir�ndome a la cara, mirando la erecci�n, volviendo
a mirarme. Seguro que piensa - me dije regocijado - que va a tirarse a un
actor americano. Ten�a unas tetas en forma de pera, puntiagudas, derechas y
firmes como correspond�an a su edad. Las caderas marcadas, el pubis negro y
abundantemente rizado, abultado y cachondo, las nalgas prominentes y macizas
y la cintura ancha, de campesina, pero en conjunto ten�a un cuerpo
apetitoso.




Alargu� la mano y me la cogi� enseguida esperando que yo tomara de una vez
la iniciativa.


-- Vamos a echar un polvito �s�, guapa?



-- Si, pero tenga
cuidado, no me deje embarazada.


-- No te preocupes, nena, me pondr� un cond�n. Adem�s,
puedes echarle la culpa a tu novio.



-- Si, es verdad, pero mejor el cond�n �no sabe?



Esta chica - pens� divertido - le gusta follar m�s que
comer con los dedos y no tiene el menor reparo en demostrarlo. As� debe ser,
sin complejos.


Se dej� tumbar en la cama, acomod�ndose ella misma con
los muslos bien separados. Me encaj� en ellos, le abr� los abultados labios
de la vulva y presion� la verga a la entrada de su vagina enterrando, no sin
dificultad, la congestionada cabeza.


--�Y luego, no se pone el cond�n, se�orito?
- pregunt�
agarr�ndome por las caderas.


-- Al final, guapita - respond�, aplast�ndole las tetas
de cabra con el pecho.


-- Usted tambi�n es muy guapito, pero no se descuide
-
coment� con su gracioso acento gallego -
caray que grande es... uf.. y que
gordo... caramba...



Y era cierto que me costaba trabajo penetrarla,
seguramente est� demasiado seca -
pens� deteni�ndome.


--�Te hago da�o? -le pregunt� lamiendo una de sus
puntiagudos pezones.


-- �Qu� va! Ni gota.


-- Esta no es la primera vez �verdad?


--�Claro que no! Pero una tan grande no me la hab�an
metido nunca. Uf�mi madre... que grande es... se�orito no se olvide de
ponerse el cond�n... yo me corro muy pronto... Uy, Ay, que gusto... p�ngase
el cond�n se�orito... uy... uuuy... uuuuy... aaaay... uuuuy



Estuve por decirle, no grites tanto, co�o, te van a o�r
en la Catedral.


Cuando acab� de penetrarla ya se hab�a corrido por
primera vez. �Joder! , pens�, esto es una locomotora. �Joder, Joder, Joder!
Al empezar a bombearla, en pocos segundos comenzaron de nuevo los uys y los
ays en un crescendo que me oblig� a taparle la boca con la mano. Sent� sobre
la verga la lluvia de su emisi�n y tuve que retirarme deprisa o la inundo
sin remedio.


--�Qu� pasa, se�orito? - pregunt� abriendo los ojos.


-- Tengo que ponerme el cond�n, Purita.


-- Ah, bueno - y se qued� mirando curiosa como lo sacaba
de la mesilla, romp�a el estuche y comenzaba a pon�rmelo



- Se va a romper
-
coment� de nuevo -
mejor p�ngase dos por si acaso.


-- Quiz� tengas raz�n - respond�, pensando, vete a saber
con quien ha follado esta.


De nuevo se lo met� hasta la cepa y de nuevo se corri�
antes de que comenzara a bombearla. Los uuys y los ays, se suced�an cada
embestida y hasta con dos condones notaba como sus jugos golpeaban como una
fuente intermitente. Acostumbrado a follar sin parapetos, teniendo dos y una
t�a que no paraba de hablar ni un segundo, ten�a la impresi�n de que para
Navidades a�n estar�a intentando eyacular de una pu�etera vez.


Cerca de media hora me cost� el orgasmo, m�s que nada
porque Purita charlaba por los codos y s�lo deten�a su charla para lanzar
uys y ays a destajo. Calcul� que habr�a disfrutado unas quince veces
mientras yo s�lo una. Hubiera podido parar su charla bes�ndola, pero o se
acababa de tomar una perola de sopa de ajo o se hab�a comido los ajos
crudos, por eso prefer� hundir la cara en su hombro, agarrarla por las duras
y potentes nalgas con las dos manos y lamerle de cuando en cuando una de sus
caprinas y firmes tetas.



Durante aquellos veinte o veinticinco minutos de cotorreo
ininterrumpido me enter� de que ten�a los mismitos a�os que el se�orito
(uuy... aayy) que su novio no la ten�a tan grande como la del se�orito (
uuuy...aaay), que va, ni la mitad, (uuuy... aaay) y que por eso el se�orito
la hacia correrse tantas veces seguidas (uuuy... aaaay), que el se�orito le
gustaba m�s que el actor de cine Tom Berenger (uuuuy... aaaay), que hab�a
visto pasar al se�orito con el coche cerca de su casa (uuuy... aaay), que se
acerc� a ver si el se�orito necesitaba algo (uuuy... aaay), que no sab�a
nada del accidente del se�orito Enrique (uuuy... aaaay), que cuando el
se�orito acabara de correrse, ella ir�a al Hospital Universitario a
visitarlo (uuuy... aaaay� aaaay). Una letan�a inacabable de se�ori�tos, uys
y ays que me volv�an loco, me hac�an re�r y me imped�an concentrarme en lo
que estaba haciendo.



Cuando acab� y me levant�, la colcha parec�a haber salido
del fondo del mar, s�lo faltaba escurrida. Joder con la Purita pens� -
menudo ca�o tiene en el co�o.


Vi que retiraba la colcha, inform�ndome de que ten�a que
cambiarla y me fui a la ducha. A los cinco minutos entr� en el ba�o mientras
me duchaba:


--�Qu� pasa, Purita? - pregunt� sin dejar de enjabonarme.


--�Quiere algo m�s, el se�orito? - respondi�, utilizando
la t�pica costumbre gallega de responder con una pregunta a otra pregunta.


-- No, Purita, no necesito nada m�s, gracias.


--�Por la tarde tampoco? - volvi� a preguntar, con mirada
insinuante sobre mi polla.


-- Tampoco, gracias, Purita.


-- Bueno, pues entonces me voy, antes de que venga la
se�ora.


-- Si, ser� lo mejor, adi�s.


__ Hasta ma�ana, se�orito
- respondi�
sin moverse - �A qu� hora quiere que venga ma�ana?
- volvi� a
preguntar.


-- Ma�ana no estar�, Purita, me voy de viaje
- respond�,
esperando que comprendiera de una vez.


-- Bueno, pues hasta luego, se�orito.


-- Adi�s, Purita.



Esta es capaz de volver por la tarde, pens�, al o�rla.
Suspir� aliviado cuando o� cerrarse la puerta del piso. �Vaya ganas de
follar que tiene la criatura! �Y vaya manera de correrse!


Esta chica funciona al rev�s que el resto de las mujeres
-
pens� -
con ella era yo el que ten�a que espabilarme
para tener un orgasmo. Creo que tambi�n padece, como Mabel, de ninfoman�a
aunque la de esta es diferente. Ya ves t�, una se�orita universitaria, que
deb�a tener con su cuerpo el m�ximo de higiene es m�s guarra que esta
campesina en la que se percibe, sin lugar a dudas, que se lava regularmente,
y si la boca le huele a ajo es porque ni la pasta de dientes es capaz de
eliminar dicho olor, pero la dentadura la tiene limp�sima y blanca. Para que
te f�es de la educaci�n. La que sale guarra es guarra aunque se doctore en
filosof�a y la que es limpia por naturaleza los es aunque viva entre vacas.



Se me hab�a abierto el apetito. Los dos. He sido un
imb�cil dici�ndole que no viniera esta tarde � me dije pesaroso. Lo
hubi�ramos podido pasar muy bien. Aunque es mejor que guardes la munici�n
para tu preciosa Marisa.



Y Marisa volvi� a casa al tercer d�a, como Jesucristo y
casi con el aspecto del crucificado. Estaba ojerosa, demacrada y no se ten�a
de pie. Me dijo que estaba tan cansada que iba a ducharse y a meterse en la
cama para dormir, porque llevaba tres noches sin pegar ojo. Ni siquiera me
permiti� que la besara; seg�n ella estaba demasiado sucia. No hab�a podido
ducharse en tres d�as. Su hermano, gracias a Dios, estaba fuera de peligro y
se recuperaba muy bien. Lo hab�an trasladado de la UCI a una habitaci�n.
Hab�a tardado un d�a m�s para que su cu�ada pudiera descansar tranquilamente
antes de regresar al lado de su marido. Ahora descansar�a ella, ten�a tanto
sue�o que seguramente dormir�a dos d�as seguidos.


--�Han llamado las ni�as, Tom?
- me
pregunt�, mientras sacaba del bolso la llave de su habitaci�n.


-- Mientras yo he estado, no ha llamado nadie - respond�,
sin m�s comentarios.


--He enviado recado a Purita para que venga. Alguien
tiene que hacerte la comida, y yo estoy cansad�sima, lo comprendes �verdad,
amor m�o?- coment�, abriendo la puerta.


-- No es necesario que venga nadie, porque me voy de
viaje -
ment�, sin saber muy bien por qu�.


Me dirigi� una larga y cansada mirada que me conmovi�. Le
acarici� las mejillas y sonri� levemente bes�ndome la mano.


--�Por qu� te vas? - pregunt�, sin dejar de mirarme.


-------



- Pensaba salir con un amigo, para que puedas descansar
tranquila -
respond�, sin encontrar otra explicaci�n m�s
plausible.



-- Ya comprendo
- contest�
-
�Hasta cuando? -
volvi� a preguntar pausadamente.


-- No, s�... un par de d�as... �te parece bien? Estar�s
m�s descansada cuando regrese -
y le sonre� sin dejar de acariciarle el rostro.


-- Descansar� mejor si s� que est�s cerca
- musit�,
levantando sus cansados ojos hacia m� con aquella l�nguida mirada que tanto
amaba -
Purita no tardar�
- no dijo
m�s.


Le alis� un rebelde mech�n de pelo que le ca�a sobre la
frente. Segu�a mir�ndome con ojos cansados, pero escrutadores.


-- Vale. No ir�, si es lo que deseas. Llamar� por
tel�fono diciendo que no puedo ir.


Sonri�, me acarici� las mejillas y suspir� profundamente
antes de comentar:



-- Gracias, mi amor.
Quiz� me recupere antes de lo que imagino. Hasta luego, cari�o


Y cerr� la puerta suavemente. Me dirig� al tel�fono del
pasillo, levant� el micro presionando con la otra mano la horquilla y simul�
hablar con alguien al otro extremo de la l�nea.


-- Oiga est� Lalo. D�gale que le llama Tomy, que se ponga
un momento -- una ligera pausa


- Lalo, oye lo siento, no podr� ir
- una pausa
- no,
no, es un asunto personal -
otra pausa _
si, si, ya te explicar�
- otra pausa
-
vale, nos vemos -
y colgu�.


Me gir� en redondo al o�r su voz:


--�Con qui�n hablabas, Tom?
- pregunt�
desde su puerta.


-- Con Lalo, Lalo Randeiro Ese amigo tan simp�tico,
�recuerdas?



-- Ah, si, ya s�...
�era con �l que te ibas de viaje? -
pregunt� suavemente.


-- S�, con �l �por qu�? - pregunt�.


-- No, por nada, cari�o... cre� que ser�a otra persona
-
respondi� sonriendo.



--�Cre�as que era una
mujer?
- pregunt�
malicioso.


--�No podr�a ser? - repregunt� a su vez, sonriendo
ir�nica.


-- Marisa, por favor... - repliqu�, contento por sus
celos.


-- Perdona, amor m�o. Hasta luego - y cerr� nuevamente la
puerta.



Me fui a la habitaci�n a repasar la puta Qu�mica, la
asignatura que me hab�a resultado m�s problem�tica el curso anterior,
bastante m�s que el ingl�s, en la que tampoco hab�a pasado del aprobado.
Ten�a dos horas por delante, pues por lo menos hasta las doce no aparecer�a
Purita para hacer la comida. Me apetec�a m�s comer de restaurante y estuve
tentado a largarme y darme un garbeo de nuevo por la Universidad. No s� por
qu� no lo hice, porque cuando Purita lleg� me miraba con ojos extra�os, como
de cordero degollado que, si Marisa hubiera estado presente, la hubieran
puesto sobre aviso. Hab�a cometido una tonter�a con una campesina ninf�mana
y medio autista, pero como nunca me ha gustado llorar por la leche
derramada, com� en silencio y me largu� a la cafeter�a.



Aunque el dinero que el abuelo me hab�a dado para pagar
los gastos de pensi�n libros y dem�s, era exactamente el mismo del curso
pasado, los quince primeros d�as de septiembre tendr�a que pagarlos de mis
ahorros y ese gasto extra no me gustaba ni un pelo. Tampoco era caso de que
Marisa me mantuviera. Quiz� imagin� que con mi sola presencia ella se dar�a
por contenta. �Co�o! - me pregunt� - �es que piensas vivir a costillas de
una mujer como un macarra? No era ese el caso.



Por otra parte, el viejo zorro no me hab�a preguntado por
mi estancia en Santiago ni una sola vez durante todo el verano. Imagin� que
daba por supuesto que me encontraba a mi gusto. Era un punto en el que nunca
me hab�a detenido a pensar, pero ahora que me tocaban el bolsillo, las
preguntas se me acumulaban una detr�s de otra sin darme tiempo para
analizarlas. Mirando sin ver la pel�cula de la cafeter�a, me dije, veamos:


�Por qu� no me ha preguntado nada, el viejo zorro, en
todo el verano?


Porque yo no me quej� de mi patrona, mis notas fueron
buenas, aprob� el curso desahogadamente, y, por lo tanto, �para qu� iba a
preguntarme si las respuestas estaban a la vista?


Otras cuantas preguntas m�s:


�Por qu� me dio el dinero justo, sin contar todo el mes
de septiembre para la pensi�n?


El viejo es tan pragm�tico como yo y por lo tanto... eres
mayor de edad y puedes irte de casa cuando quieras, siempre que te pagues
los gastos.


�Por qu� no hizo ning�n comentario cuando le dije que
volv�a a Santiago quince d�as antes de comenzar el curso?


Ya me lo hab�a dicho el viejo zorro el curso pasado: Es
hora de que empieces a desenvolverte solo.


�Qu� es lo que sab�a, o imaginaba el abuelo sobre mi vida
en Santiago?


Varias preguntas por respuesta �Sobre qu� ten�a que saber
o imaginar? �Sobre mis relaciones con Marisa? �l la conoci� antes que yo �es
que el viejo zorro era vidente? �Sab�a que nos �bamos a enamorar? Si
imaginaba que pod�a ocurrir �por qu� y para qu� lo hizo? �Ah, aqu� est� la
madre de todas las preguntas! �Era una prueba a la que me somet�a el viejo
zorro? �Eran imaginaciones m�as? No se pueden tener problemas de conciencia.



Dejemos la metaf�sica, macho, cu�nto puedas tu imaginar,
ya lo habr� imaginado �l antes. Recuerda que, durante todo el verano,
estuviste mucho tiempo con �l, pescando, comiendo, hablando y discutiendo, y
no pregunt� ni una sola vez como te iba. S�lo sabe lo que le has contado;
tampoco ha sido mucho, y lo mejor que has hecho, pues preferibles es
callarse que contarle una mentira. Y quiz� prefiera no preguntar a exponerse
a que le expliques un cuento chino. Eso es lo que ha pasado. As� que
olv�date del problema y vive como hasta ahora.



Total, que cog� el coche y me fui hasta Padr�n a tomar
unas copas, pensando, mientras conduc�a, que mi cuenta corriente iba a
recibir un buen palo.


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Relato: Marisa (4)
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Tiempo de lectura: 19minuto/s





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