Relato: La l�mpara m�gica (05: el cura)





Relato: La l�mpara m�gica (05: el cura)

-Chasss-(la tostada sale echa del aparato)



El jueves sigue amaneciendo mientras yo almuerzo en la cocina. Con la tostada en
mi mano me regalo un poco recordando lo bien que me lo hizo pasar ayer, un
pobre, al que romp� el coraz�n con una simple tostada. La unto un poco con
margarina y mermelada y me la como golosa. Hay que recuperar fuerzas despu�s de
los dos polvos que me peg� ayer ese malviviente. Porque claro, hoy tambi�n voy a
salir a jugar. Pues me quedan menos de 4 d�as para perder este cuerpo de
chavita, que me concedi� ese genio de la l�mpara m�gica que encontr� mi perro
enterrada en el bosque.


Pues bien �donde me van a coger hoy? �en el bosque? �tumbada entre las hojas
mientras soy cogida por un hombre? Mmmm suena bien, de chavo fui boy-scout y me
lo pas� muy bien haciendo excursiones a la monta�a, subiendo a los �rboles y
jugando con mis compa�eros por el bosque. �Pero a quien voy a encontrar en pleno
bosque? Digamos que como no me encuentre un cazador...y ahora que lo pienso
estamos en verano y hay veda. A ning�n cazador le est� permitido pegar
trabucazos en �l. �Pues a quien? Me paso otro ratito/tostadas pensando en la
posibilidad pero lo acabo desechando, porque como no ponga un anuncio en el
peri�dico diciendo que quiero que alguien me coja en el bosque, no voy a
encontrar a nadie. Y no voy a poner ese anuncio porque no soy ninguna ninf�mana,
sino que se supone que soy una santita, o eso intento...je je.



�Entonces qu� otra idea se me ocurre? Mmm, �con un cura! s���, ser�a
supermorboso que me la metiera un santo padre. Pero eso no va a ser f�cil, los
curas (o la mayor�a) est�n eternamente luchando contra la tentaci�n de la carne.
Mmmm podr�a buscar a un cura pervertido, seg�n las �ltimas noticias eso no debe
ser dif�cil. Aunque tampoco es que los curas guarros pongan anuncios en el
peri�dico revel�ndolo. Entonces tendr� que valerme de mi buen ojo para descubrir
a mi presa. �Vamos all�! Despu�s de sacar un ratito al perro para que haga sus
actos imp�dicos en sus esquinas y ruedas de coche, me visto como pide la ocasi�n
con un vestido m�s bien largo. Que d� una primera impresi�n de mi de sometida
mojigata, y no la tigresa que aparentaba por ejemplo el martes en topless en la
playa.


Me miro al espejo un poco y digo "s�, estas al punto" parezco una dulce ni�a que
tiene aprendida de memoria la santa b�blia y que quiere dedicar su vida al bien
com�n, ja ja. Ya puestos cojo tambi�n un grueso libro para llevarlo pegado al
pecho, y parecer m�s santita. Bueno pues "al ataque" primero de todo ir� a la
iglesia del barrio, de santa Catarina. Echar� una ojeada por all� y si me parece
bueno el cura, entregar� mi devoci�n a dios all�. Salgo a la calle y empiezo a
comprovar que mi aspecto es el que he preparado. La gente... s� lo que pasa por
la mente de la gente cuando me mira; "una mojigata" "una beata" "una santurrona"
el largo y castizo vestido que llevo, junto al grueso libro que llevo pegado al
pecho, da la impresi�n de que soy una casta adolescente que a�n va a catequesis.



En unas cuantas cuadras lleg� a la peque�a iglesia. Ahora mismo no hay misa y el
cura encargado debe estar en sus quehaceres. Busco la puerta peque�a, y una vez
delante y antes de llamar, pongo mi atenci�n a la m�xima alerta pues tengo que
apreciar de un vistazo si es lo que busco.


-toc-toc- (llamo)


Al cabo de un instante me abre la puerta el cura encargado. Es, como todos los
curas, un hombre viejo, pero a diferencia de otros, a este no se le ve la chispa
de la vida. Se lo ve que ha entregado su cuerpo, su alma, su cerebro, su
poronga, sus pulmones, su est�mago, h�gado, manos, pies, �en fin! todo, a dios.
"Este no es el que me conviene" pienso.


-Sombrera: disculpe, es que estoy esperando a que haya misa, �a qu� hora
empieza?


-cura: a las 11 hija, a las 11 en punto impartir� la segunda misa del d�a.



-Sombrera: oh gracias, entonces voy a hacer un par de recados y a las 11 estar�
aqu�.


-cura: bien pues hasta luego, la paz sea contigo.


-Sombrera: buenos dias tenga usted.


Me doy la vuelta y me encamino hacia esos supuestos recados, pero en verdad me
largo del todo hacia otra iglesia. Mmm la iglesia de san Eduardo, est� un poco
m�s lejos pero tambi�n es peque�a, y por consiguiente asignada a un solo cura.
Me lleva un rato m�s caminando pero al final llego a ella. A�n no son ni las
diez por lo que no estar� a�n en misa en sacerdote. Me planto en la puerta
peque�a y llamo a ella directamente, esta vez no me hace falta poner mi atenci�n
alerta pues llevo meditando en ello todo el camino; como saber lo que hay dentro
de la mente de un cura mir�ndole solo la cara.


M�s r�pido que antes la puerta se abre y aparece el boss de la iglesia, se lo ve
grande, gordo, la cara curtida por el trabajo, y con la chispa de la fuerza en
su rostro. "�Este es!" pienso.


-Sombrera: buenos d�as, mi nombre es Sombrera, tengo 14 a�os y vengo aqu� porque
he visto la brillante luz de nuestro se�or y quiero entregar mi vida a la
extensi�n de nuestra fe en el mundo.


-Cura: bien hija, tu llamada ha sido o�da. Si as� lo quieres, te ayudar� a
entrar en la misi�n que dios nos ha encomendado en la tierra para entrar m�s
tarde en el cielo.


-Sombrera: gracias santo padre, gracias por concederme lo que m�s deseo en el
mundo.


-Cura: entonces, �como te gustaria incorporarte a la comunidad? �quieres
entregar tus votos en un convento de monjas? �junto a dozenas de mujeres que han
sentido la misma llamada que t�?


-Sombrera: pues a�n no estoy muy segura, de echo no estoy segura de nada. Si
usted me lo permitiera yo me gustar�a antes pasar un par de semanas en la misi�n
que tiene usted encomendada, esta iglesia. Y si en este poco tiempo, como
auguro, mi fe ha aumentado cada d�a m�s, ser� capaz de incorporarme al convento
de monjas de la regi�n.


-Cura: bien pues, vamos all�, pasa dentro que te entregar� los h�bitos de una
compa�era que nos dej� hace tiempo para ir al lado de nuestro se�or.





Entramos en la vivienda y es all� que el sacerdote extrae de un ba�l un largo
h�bito. Me dispone tambi�n la que ser� mi habitaci�n y me abandona inform�ndome
de que a las 11 hay misa, y que a esa hora tendr�a que estar ya lista para
ayudarlo a impartir misa.


-Sombrera: as� ser� padre.


Una vez estoy sola en mi habitaci�n/celda, me saco el largo vestido y me arreglo
con el h�bito de monja que me ha sido entregado. Es como todos, color oscuro con
una capucha que ocultar� mi bello pelo y rostro a la tentaci�n que pueda
suscitar en los fieles. Vestida con ello, me siento en la cama y me voy
conscienciando con mi nuevo papel de monja, como si fuera una actriz. Voy
pensado en situaciones en que me pueda encontrar y la reacci�n que ser�a
apropiada en una novicia como yo. Finalmente la campana toca sus 11 campanadas,
me dirijo a nave central y all� encuentro a todo el mundo ya dispuesto. El padre
Bernardo (que as� me ha dicho que se llama) esta en su puesto oratorio central y
al verme hace un peque�o comentario para todos.


-Bernardo: buenos d�as hermana Sombrera, disculpen ustedes pero la hermana
Sombrera es nueva y a�n no sab�a que la ceremonia comienza al justo toque de la
campana.


Yo pido perd�n y me quedo derecha donde me indica el padre Bernardo, a la
derecha del altar. El sacerdote discursa durante un rato viejos pasajes de la
sante b�blia y al rato se detiene. Disimuladamente me pellizca el trasero y me
da un plato para que vaya recogiendo las donaciones de la parroquia. As� lo hago
yo, pasando por el lado de los bancos y pescando las pocas monedas que me
alargan los fieles. Una vez he recogido toda la donaci�n de la comunidad, vuelvo
a la derecha del altar y entrego el plato a padre Bernardo.



-Bernardo: gracias hermanos por vuestra infinita amabilidad, id a vuestras casas
y amad vuestra familia y amad a vuestros amigos y amad a quien sea que necesite
de vuestro amor, que son muchos.


La iglesia se va vaciando de todos los viejos y viejas que la ocupaban y
volvemos a quedarnos solos padre Bernardo y yo.


-Bernardo: bien hija, esp�rame un momento que cierro la puerta que voy a
contarte una cosa.


-Bernardo: veras hermana, todas las monjas que han empezado su misi�n en esta
iglesia, han tenido que recibir una bendici�n de nuestro se�or. Se trata de una
vieja ceremonia que quiz� en alg�n momento te pueda parecer rara o sacr�lega,
pero llega haci�ndose desde que el profeta de dios, Jesus, baj� a la tierra para
entregarnos el secreto del cielo.


-Sombrera: d�game padre, estoy dispuesta a recibir cualquier mandato que venga
de sus manos.


-Bernardo: pues se trata de lo siguiente, ven aqu� hija, ponte ante el altar
pero mirando hacia la b�veda acristalada de la ala principal.



Yo me pongo donde me dice, ya sospechando que un poco de sacr�lego s� tendr� la
ceremonia que se dispone a impartirme el padre. Este se pone tras de mi y
mientras recita unos cuantos pasajes sueltos de la b�blia, me va tanteando el
trasero.


-Bernardo: regla de oro, Mateo 7,4-19, as�, todo ello que quer�is que os hagan
los otros, hac�dselo igualmente tambi�n vosotros. As� es la ley y los profetas.



Mientras dice estas capulladas, me levanta el h�bito por detr�s y empieza a
acariciarme el culo. Pasa su mano suavemente como haciendo una redonda en mi
tambi�n redondo pompis.




-Bernardo: una vez, Jesus se encontraba con sus ap�stoles en Galilea...



Ahora me tiene cogido los dos mofletes traseros con fuerza, mete su mano
entrepiernas y bastante rudamente me mete el dedo en la raja.



-Sombrera: aaaaah.


-Bernardo: �has sentido hermana Sombrera la llamada de nuestro se�or?



-Sombrera: oh, esto, no s�, cre�a que esto era pecado.


-Bernardo: y es pecado hermana, pero Jesus nos entreg� a los mensajeros de dios,
la misi�n de expandir la tarea a la que entreg� su vida. Es por esto que me
dispongo a hacerte vivir tu misi�n en este mundo como mujer, y ser amada por un
hombre y dar fruto maternal para que en el mundo exista otro santo profeta que
seguir� extendiendo la fe por todo el mundo.


Mientras tanto va preparando la zona para la sagrada misi�n, es decir, me excita
vigorosamente con el dedo palante y patr�s.


-Sombrera: ooooh, oooooh, ooooooh, padre, voy a entregar mi vida a esta sagrada
misi�n cada d�a de mi vida.


Padre Bernardo ya se ha sacado el ciruelo. Con una mano en mi trasero y otra
sustentando el ciruelo apuntando a mi raja, se dispone a penetrarme, pero lo
hace de una manera bastante particular.


-Bernardo: dime hija, cual ha sido el primer pecado de tu vida.



-Sombrera: mmm, mangar un paquete de donuts en un super.


Padre Bernardo, al oir mi primer pecado, me la mete de golpe, entera y del
tir�n.




-Sombrera: ooooooooooooh.


Inmediatamente la saca y vuelve a decirme.


-Bernardo: �perdonado! dime cual fue tu segundo pecado.


-Sombrera: mm, pues, le hize una broma a un amigo, estaba hablando con la
profesora, y yo me le acerqu� por detr�s, llevava el chandal puesto y yo le baj�
los pantalones y calzoncillos de un tir�n.


Fuuuuu, y del tir�n tambi�n me la vuelve a meter toda entera padre Bernardo.



-Sombrera: oooooooooooooooh, padreeeee.


-Bernardo: �perdonada! pues dime hija, �cometiste alg�n otro pecado?



-Sombrera: este pues, s�, alguno.


-Bernardo: bien pues, conf�samelo y perdon�ndote este quedar�s perdonada de
todos y alcanzar�s la gracia de nuestro se�or.


-Sombrera: bueno pues, es que es un pecado que he hecho unas cuantas veces, y
adem�s a�n, alguna que otra noche vuelvo a salir con mi perro y cazo gatos con
�l.


-Bernardo: bien pues, prep�rate a recibir el perd�n eterno y podr�s ver al
mism�simo se�or en carne y hueso que te da la mano.


Acto seguido me la mete otra vez de golpe hasta el fondo.


-Sombrera: aaaaaaaaah.


Me la vuelve a sacar entera y me la vuelve a meter entera y repite esta
operaci�n unas cuantas veces. Cuando ve que estoy libre de culpa, me la mete y
inicia un follar un poco m�s normal.




-Sombrera: oh, oh, oh, oh, oh, oh, la bondad de nuestro se�or es grande padre
Bernardo.


-Bernardo: s� claro, tiene la misi�n de extenderse entre todos nuestros
creyentes, y tiene que estar dotada de gran versatilidad y resistencia.



Fuuuu, y gran versatilidad y resistencia que tiene el capullo(anatomico) de
nuesto se�or. Padre Bernardo me folla durante unas cuantas horas.



Primero en la posici�n conmigo apollada en el altar y �l meti�ndomela por
atr�s(vagina). Despu�s me cambia y me estira en dicho altar mirando hacia
arriba. Y con �l derecho ante mi me folla.




Llega un momento que yo me siento golosa y me arrodillo ante �l para com�rsela.
Sabe riqu�sima una polla que parece haber tenido poco trabajo durante la vida.





Pero no consigo que se corra. Me vuelve a levantar y tom�ndome de la cintura,
sin apoyarme en ning�n sitio, me la vuelve a meter y me folla otro largo rato.
Mis gritos resuenan en la amplia boveda de la iglesia, y parece que vengan de
todos lados como si estuvi�semos en una de esas org�as que se montaban los
romanos.




De vez en cuando noto que padre Bernardo va mirando su reloj de pulsera. En una
de estas ocasiones el sacerdote dice.


-Bernardo: uy, �las 3! la parroquia estar� esperando fuera porque he cerrado la
puerta.


Me descarga y despu�s de arreglarnos los dos un poco, abre la puerta. Entran
todos los fieles y representamos otra misa igual que la de las 11, con mi pasada
de plato por los bancos y recogida de limosna. En acabado y cuando todos han
marchado, yo me retiro a mi celda excusando que quiero descansar. All� me saco
el h�bito y me vuelvo a poner mi vestido de mojigata. El libro lo dejo porque no
lo necesito para nada. Caminando de puntillas para que no se me oiga, salgo por
la puerta peque�a por la que entr� esta ma�ana. Camino a�n un trecho con la
atenci�n al m�ximo porque padre Bernardo no me haya o�do marchar. Pero cuando me
veo lejos se descarga mi tensi�n y vuelvo a caminar comodamente.



Durante el trayecto hacia mi casa me abro el escote para provocar un poco. Los
hombres me miran con lujuria pero mi mirada est� fija al frente, pues sigo
siendo una buena chica. Hay uno que al pasar por su lado incluso se atreve a
darme una palmada en el culo. "Je je, este se cree que soy tonta" yo me vuelvo
hacia �l y lo cojo con el pu�o del paquete. Con sus ojos abiertos como platos se
la manoseo un par de pu�aos. Se la suelto y le digo.


-Sombrera: adi�s guapo, ten fe.


-Chico: ups, esto, qu� �quien eres?


Cuando oigo esto ya estoy caminando hacia mi casa y apenas le presto atenci�n.


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