Relato: Locura de Carnaval





Relato: Locura de Carnaval

Locura de Carnaval


Una
peque�a familia de turistas se sumerge en el placer sin l�mites en una noche del
carnaval m�s pecaminoso del planeta �



El samba corr�a suelto. Los batuques
comenzaron a ser calentados a puro brazo desde las tres de la tarde, regados a
r�os de cerveza y cachaza. A puras dos de la madrugada, la multitud que llenaba
el viejo barrac�n de la Escola, completamente enloquecida de
alcohol y lujuria, danzaba sin importarse con nada, empuj�ndose los unos a los
otros, en una confusa mezcla de cuerpos sudorosos.


La delegaci�n de extranjeros,
presidida por los gu�as, -que tentaban demostrar su eficiencia a toda costa-,
se abri� paso a duras penas entre la gente, unidos por el estupor ante el
espect�culo �nico del Carnaval de Rio.


-Esto aqu� est� una locura-,
dijo el padre de familia, tentando reunir a su peque�o reba�o� -lo importante es
no perdernos de vista, y andar lo m�s pr�ximo posibles unos de otros,�-


--e a� coroa, t� gostando ein? �
interrumpi� su coloquio de repente una espectacular mulata semidesnuda, de
sonrisa desigual, que se mov�a sinuosamente al ritmo contagioso de la m�sica�


Uno de los gu�as, veloz, se interpuso
en el grupo, interceptando el brazo de la mulata que avanzaba tentando agarrarse
del brazo del perplejo padre de familia�


-Vai embora por favor, estas
pessoas est�o sob prote��o policial, assim que n�o tente estabelecer contato com
elas �
dijo el gu�a articulando cada palabra
despacio, en su perfecto portugu�s aprendido en manuales y escuelas.


La cabocla le lanz� una mirada
desafiante, y haciendo del peque�o grupo familiar su platea, comenz� a sambar
fren�ticamente, moviendo sus senos y sus caderas acompasadamente, la piel
brillando tersa, de una apetitosa textura de aceitunas y melocot�n, salvaje�


-Isso a� menina, vai, mexe,
chega mais!!!-
, gritos de aliento vinieron
de la multitud, que hizo un alto para ver la danza de la bella muchacha.


-Eh, deixa de ser chato rapaz!,
deixa os gringos curtir samba de qualidade!!!-
,
gritaron.


La madre de familia, atemorizada por
la cantidad de gente en torno, mirando para ellos, s�lo pensaba en mantenerse
cerca de su hija, una muchachita adolescente, de cuerpo largo, con la falta de
coordinaci�n de movimientos que el crecimiento r�pido imprime a esa edad,


El resto del grupo de turistas se
hab�a ido alejando, disemin�ndose poco a poco entre la multitud hambrienta, que
los devoraba implacable. Los gu�as, desesperados, tentaban en vano controlar al
grupo. Pocos minutos despu�s, los tres estaban solitarios en medio del tumulto.


El padre, fascinado por el
espect�culo, tentaba registrar todo con su c�mara, la madre se manten�a cercana
unida por el brazo a la hija.


La hija no quitaba los ojos de un
escultural mulato, de rasgos fuertes y m�sculos bien definidos, parado a posos
metros de ellos, que ven�a siguiendo discretamente al grupo desde que salieron
del hotel.


La cabocla, rondaba al padre, posando
para la c�mara, y hablando su lengua sensual, incomprensible para �l.


-Vem c� meu rei, si voc� me da
uma chance, vou te mostrar coisas que voc� nem imagina que podem ser feitas com
teu corpo�-
, la mulata sonre�a tentando
seducir al padre de familia, -t� gostando, n�o � verdade?...� claro!, t�
adorando, daqu� a pouco te saco de pau duro!-
,


Efectivamente, el hombre, europeo,
gerente de empresa, estaba notando su excitaci�n que le iba levantando poco a
poco el pene, indisciplinado bajo el calz�n, el baile de la mulata lo ten�a
fascinado y lo estaba calentando m�s de lo que pod�a darse el lujo de
permitirse. Por la primera vez en muchos a�os estaba disfrutando a plenitud un
verdadero momento de placer en esas, sus primeras vacaciones reales con su
peque�a familia. Met�dico, puritano, su vida parec�a sacada de un clich�. Casado
con la primera y �nica novia que tuvo, y ac�rrimo creyente en el �hasta que la
muerte nos separe�, se hab�a concentrado en subir en la vida, trabajando noches
y madrugadas en una empresa corporativa que lo acogi� reci�n graduado, y que
s�lo ahora, al borde de los cincuenta a�os, le devolv�a una mil�sima parte del
tiempo invertido en su ambici�n, con el regalo de esas vacaciones de ensue�o al
Brasil, uno de los pocos lugares con los cu�les hab�a fantaseado durante a�os,
mientras se masturbaba en las noches en que no consegu�a m�s realizar la
lastimosa parodia de sexo que escenificaba con su mujer desde hac�a d�cadas.


La madre de familia, simplemente no
pod�a creer que todo aquello fuera verdad. Ni en sus fantas�as m�s galopantes
podr�a imaginar el ambiente de lujuria y de pecado que se respiraba en las
calles de esa ciudad, irreal, con aquellas playas fascinantes, extendidas a lo
largo de la faja del litoral, y sus millares y millares de cuerpos semidesnudos,
perfectos, ofreci�ndose a sol y sereno. Desde hac�a d�cadas que ya ni se tomaba
el trabajo de fingir placer con su marido, aquella triste caricatura de hombre�
Y no era que no hubiera amado a su marido nunca. Era un hombre viril, bien
formado, de miembros bien proporcionados � que simplemente nunca aprendi� a
usar. Criada en una familia religiosa al extremo, se consider� bendecida cuando
aquel bello ejemplar masculino la escogi� para enamorar, vigilada celosamente
por sus padres y hermanos. El t�rmino de su vida de colegial marc� el inicio de
su tediosa vida de casada. Nunca le gust� leer mucho, ni entrar a meterse en
raciocinios complicados. Su inteligencia la ejercitaba en las cosas pr�cticas de
la vida. Hac�a maravillas con la econom�a dom�stica, y ten�a una asombrosa
habilidad manual, pod�a hacer cualquier cosa, si le dejaban tiempo para observar
c�mo se hac�a. As� que mientras el primer beb� no llegaba, cataliz� su
decepcionante vida sexual, llenando su casa de peque�os detalles, un poco
kitsch, de burgues�a provinciana. El nacimiento de su hija vino a llenar un
enorme vac�o en su vida, vac�o que llenaba con la secreta satisfacci�n de
amamantarla hasta la incre�ble edad de trece a�os, bajo el pretexto de la
fragilidad al�rgica de la muchachita.


La realidad es que tuvo su primer
orgasmo sintiendo los peque�os labios de su hija succion�ndole el pez�n. Por ese
motivo, prolong� todo lo que pudo el ritual de la amamantaci�n, y la suave
reacci�n al�rgica de su hijita al contacto con algunos materiales le proporcion�
el pretexto perfecto para continuar esta intimidad. Despu�s, el trabajo obsesivo
del marido, los hab�a forzado a mudar de ciudad, lo que termin� por alejarla de
su opresiva familia, y concentrarse en aquella extra�a relaci�n a tres.


La madre de familia observaba con
deleite aquellos cuerpos sudorosos y semidesnudos, el contoneo de la gente que
se amontonaba sin importarse con el contacto piel a piel. La excitaban tanto la
visi�n de los hombres, -sobre todo aquellos bell�simos negros y mulatos-,
cuanto la visi�n de los cuerpos femeninos, de pezones turgentes y nalgas firmes
bajo ropa sensual.


El mulato comenz� a avanzar decidido
hacia el peque�o grupo familiar, tentando completar su asedio a la jovencita.
Lo excitaba la idea de meter su enorme verga en un cl�toris virgen de ni�a
blanca, de gringa, desgarrar el himen estrecho que apretar�a su miembro sacando
toda su abundante leche.


S�lo de pensar en la escena, su pene
se endureci� bajo la cueca . Busc� los ojos de la ni�a que lo
miraba fascinada con sus grandes ojos azules.


Sus experiencias sexuales no iban m�s
all� de las caricias trocadas con su madre antes de caer en el sue�o. Adoraba
que ella entrara en su cuarto, y fingirse de dormida para sentir como se safaba
el sost�n y le colocaba uno de sus enormes pezones en la boca, de hecho todav�a
recordaba las advertencias de su madre de no comentar sus inocentes sesiones de
amamantaci�n con nadie, y much�simo menos con su padre.


Pero cuando se acariciaba su peque�o
monte de Venus ,en las tinieblas de la noche pensaba en Dylan, su vecino, y su
calz�n incre�blemente abultado.


El mulato fuera del hotel era como un
animal ex�tico, sus ojos verdes, su pelo con aquel peinado sexy estilo
jamaicano, los dreads, que le descend�an por la espalda, y el peque�o piercing
en el labio superior, en forma de min�scula argolla. Inmediatamente que lo vio,
sinti� que su peque�o sexo le dio un leve latigazo� Dios, si sus amigas del
pacato colegio lo vieran!!!. Alentada por la excitaci�n, le pidi� t�midamente
al padre la c�mara con el pretexto de filmar la bell�sima puesta del sol en
Copacabana, el padre accedi� distra�do, demasiado ocupado en devorar aquellas
espectaculares hembras con los ojos.


La ni�a, todav�a en el interior del
vest�bulo, enfoc� el objetivo de su c�mara para el grupo de j�venes que
conversaban frente al hotel, y coloc� el zoom para filmar aquel cuerpo de
hombre, los m�sculos tersos que se marcaban bajo la amplia camisa, abierta
completamente, el pecho con el cuello grueso, los labios sensuales, y aquellos
ojos verdes, intensos que, � La ni�a con la respiraci�n entrecortada percibi�
que el mulato la hab�a descubierto� -Ay!, creo que se dio cuenta que lo
estaba filmando�-
pens� ella helada de pavor. El grupo de gu�as que los
llevar�a a conocer el magn�fico espect�culo del carnaval de R�o, ya estaba
reunido frente al hotel, y convocaba a los turistas y repet�an sus instrucciones
en varios idiomas:


-No se separen por favor,
nuestro grupo est� completamente protegido. No lleven joyas, ni ning�n
admin�culo ostentoso, si alguno de ustedes quiere separarse del grupo les
recomendamos que lo comuniquen inmediatamente a cualquiera de los gu�as-,

los turistas conversaban animadamente entre ellos, rotas las barreras de
idiomas, todos excitad�simos por el pr�ximo acontecimiento.


Todos salieron del hotel, como un
enjambre p�lido entre todos aquellos cuerpos bronceados


-e a� cara p�lida, vai sambar
muito, vai n�o?-,
Solt� uno de los
cargadores del hotel en tono de chacota sin poderse contener, �


Los gu�as tentaban controlar la subida
a los �mnibus, y la agitaci�n de los turistas. En esa s�bita confusi�n, el
mulato se acerc� con paso felino, y se coloc� tras la ni�a. �Do you speak
english?, Vous parlais fran�ais?, Parla italiano?, Fala portugu�s menina?-
,
ella lo mir� con ojos de terciopelo sin responderle nada, �l se acerc� al o�do y
le susurr� �Voc� � muito bonita, viu?-� Ella se qued� paralizada,
una oleada caliente le recorri� el cuerpo.


Sus padres la llamaban ya instalados
en el bus, y ella subi� con prisa, ya sentada, desde la ventana alcanz� a ver
al mulato pilotando una moto poderosa, esquivando �gil el tr�nsito de la orla
mar�tima.


No se equivoc�, el mulato los sigui�
durante todo el largo trayecto que hicieron, por la visita al Samb�dromo,
a distancia, y sin quitar un segundo los ojos de ella. Ahora estaba all�, en el
barrac�n de la Escola de samba, dispuesto a entrar en contacto con
ella.


De repente se sinti� agarrada, un
hombre de baja estatura, completamente drogado, y con un terrible mal aliento,
la halaba insistente por el brazo, -Vem brotinho, vem com o papai aqu�
gostosinha!-
, s�bitamente el mulato se coloc� al lado de ella en dos
zancadas largas, y encarando al borracho le espet� �Sai de aqu� �
infeliz!, Arrebento tua cara a porrada!,-
, El hombre se tambale�
sorprendido ante la muralla de m�sculos que se levant� ante �l�-Vai, vai
bater punheta sozinho, vai!-
, El borracho se minimiz� al instante, y se
perdi� entre la multitud. Madre e hija se derritieron ante el h�roe s�bito.


El padre de familia, absorto en la
contemplaci�n de la cabocla, ni cuenta se hab�a dado de la agresi�n a su hija.
El mulato inici� una animada conversaci�n con las mujeres que lo contemplaban
arrobadas.


Haciendo despliegue de su conocimiento
de lenguas, les hizo la historia del lugar en que estaban, les cont� sobre la
Escuela de Samba, les cont� sobre el Samba, les cont�, con su voz grave y
modulada, historias sobre el Carnaval, Su carnaval.


Poco a poco se apoder� de los brazos
de ambas. El padre de familia ya hab�a entablado una animada conversaci�n por
medio de gestos con la cabocla.


Cabocla y Mulato se miraron,
midi�ndose con la vista y establecieron un r�pido di�logo �Qu�l � a tua
cara?-
dijo la cabocla, -Esse gringo � gostoso e ainda da para
ver que est� podre de grana, T� trabalhando ele h� um temp�o, assim que n�o v�m
n�o!!!-,
dijo ella desafiante, y s tentando disimular la agresividad de
su actitud con una sonrisa dulce dirigida al grupo�. El mulato, clav�ndole los
ojos, y tambi�n con una sonrisa, le respondi� �T� tranquilo!, C� pode vir
com a gente, eu vou tirar elles daqu� que assim n�o d� para nada. Mais, �!, Eu
estou de olho em voc� viu?, se voc� quer transar com o coroa � problema seu!, se
vire!, mais eu n�o vou permitir que assaltem este pessoal aqu�!-


-Ent�o t� tranquilo mesmo, meu
rapaz!-, dijo la Cabocla, -J� te saqu�i, t� t� querendo � bimbar com a garotinha
n� n�o?- dijo ella sonriendo maliciosa, -Mais tira a coroa do meu p�, e de
repente a gente d� uma boa transada em grupo� -A coroa est� boazuda tamb�m!!!-


El di�logo corri� r�pido, y la
estrategia general de ambos ya estaba trazada.


Ambos se presentaron a la familia.,
dijeron sus nombres


�Eu sou a Maria de F�tima-
dijo la Cabocla.


El mulato sonri� con sus labios
sensuales.


-Yo soy Thor-


La familia reaccion� con sorpresa ante
el nombre inusual para un brasilero


-mi padre tiene ascendencia
n�rdica-
.


La Noche con may�scula hab�a comenzadp
para todos.


Cabocla y Mulato guiaron a la familia
para los Arcos da Lapa. All� se fueron todos los cinco, apretujados en un taxi.
La ni�a pregunt� al mulato por su moto. �La dej� guardada en casa de unos
amigos que viven al lado de la Escuela de Samba. Por aqu� conozco a casi todo el
mundo y casi todo el mundo me conoce-
Dijo �l con una sonrisa.


La ni�a t�mida, caliente al contacto
del cuerpo duro y viril de aquel macho espectacular, coment� �Y tambi�n, todo el
mundo te respeta-, El mulato sonri� en silencio.


El padre se sent� en el asiento
delantero, al lado del chofer. La Cabocla se sent� entre la madre de familia y
la ni�a. El mulato, peg� su cuerpo a la ni�a. La proximidad de aquel cuerpecito
fr�gil lo estaba dejando muy excitado. Hab�a reconocido con ojos experientes,
todas las se�ales de la virginidad. Y tambi�n hab�a percibido la excitaci�n de
la peque�a, que se dejaba apretar. Poco a poco maniobr� hasta colocar la enorme
verga, mal contenida por los pantalones, pegada a los muslos de la chiquita, sus
manos se deslizaron por la espalda de ella y le rozaron los peque�os y excitados
pezones.


La ni�a exhal� un tenue suspiro
entrecortado. Sinti� sus pantaletas completamente mojadas de la excitaci�n,
luego sinti� los enormes dedos explorando su pubis, acariciando los cerraditos
labios vaginales , con un leve movimiento del cuerpo acomod� la mano del Mulato,
para que este pudiera alcanzar toda la superficie de su pubis, delicadamente,
comenz� cosquillear la vagina, provocando oleadas de placer en la ni�a.


Los otros pasajeros del taxi tampoco
estaban muy quietos. El padre, totalmente excitado por la visi�n de la mulata,
se romp�a la cabeza pensando en como hacer para llevarse a la mulata y
penetrarla por todos los orificios de su cuerpo lujurioso. El s�lo pensamiento
de esto lo dejaba excitad�simo, tanto que tuvo que colocar su mano sobre la
verga, temeroso de tener un orgasmo all� mismo.


Mientras tanto, el chofer del taxi
ten�a un largo historial de vida doble en su curr�culo. Obligado a ganarse la
vida en la selva urbana, hacia musculaci�n en una academia donde disimuladamente
tambi�n conquistaba sus amantes., y viv�a con una horrorosa ex prostituta que
le permit�a traer a sus hombres a la casa, con la condici�n de que ella tambi�n
fuera penetrada.


El taxista, completamente excitado,
ve�a el enorme m�stil de su pasajero crecer, y aprovechaba todas las
oportunidades que le daban los sem�foros para observarla de reojo, mientras
sent�a que su propio animal se despertaba lujurioso.


Mientras tanto, la madre aprovechaba
para pegar su cuerpo al de la Cabocla. El olor de sudor de aquella mujer estaba
dej�ndola loca de deseos., y as�, fingi�ndose de distra�da, pas� la mano por los
duros muslos de la mulata.


La mulata era un animal salvaje, hecha
para el placer. En su corta vida ya hab�a sido prostituta, �garota de
programa�, operadora telef�nica, manicure, y actriz porno, en la actualidad se
ganaba la vida como stripper en un cabaretucho de mala muerte, pero paraba todo
en febrero. El carnaval era su vida, desfilaba en varias escuelas de samba, y
despu�s, se� acababa� sambando hasta el amanecer en el barrac�n de la escuela de
su coraz�n.


Ya hab�a tenido varias amantes
mujeres, e incontables hombres, y todav�a estaba decidiendo qu� cosa le gustaba
m�s en el amor a tres.


Hab�a percibido las manos de la madre
sobre sus muslos, y su calentura por el padre de familia, estaba dejando lugar a
un profundo inter�s por explorar el cuerpo voluptuoso de aquella mujer madura
sentada a su lado.


Llegaron a los Arcos da Lapa, uno de
los barrios m�s s�rdidos y pervertidos de Rio de Janeiro, el taxista excitado
mir� al padre de familia y se toc� su verga ostensiblemente. El padre no pudo
dejar de notar el respetable bulto de aquel hombre, y una extra�a sensaci�n de
`placer vino a reforzar su excitaci�n, la cabeza de su glande, completamente
mojada, se insinuaba poderosamente bajo la tela.


El taxista troc� r�pidamente unas
palabras con la cabocla y con el Mulato �E a� qu� Voc�s pensam fazer com
estes gringos?, Eu estou a fim de dar uma boa mamada na verga deste cara, ele
tem um pau gostoso que me vai fazer ejacular como uma mula-
�


El mulato le respondi�
�Eeeiiii!, vai com calma �, meu irm�o! , primeiro vamos ver onde a gente se
enfia,� n�o sei se vai dar pra voc� n�o, viu?. Acho que o gringo n�o � viado
n�o, O coroa t� a fim da cabocla aqu�-


La Cabocla se�al� �Calma meu
rapaz, Oc� vai poder comer sua garotinha, que est� quente pra caralho, Eu vou
poder ser comida pelo coroa, e tamb�m Quero que oc� me d� uma comidinha, Voc� �
gostoso!!!-,
En ese momento, acarici� los muslos y los senos de la
madre, que exhal� un leve quejido de placer, - mais essa coroa tamb�m j�
me deixou quente, e primeiro eu vou querer fazer amor com ela!!!-.


El taxista loco de contento dijo,
-Pronto, t� combinado, vamos todos pra minha casa, eu moro aqu� pr�ximo e n�o
vou cobrar nadinha, vai sair de gra�a, s� para este gringo comer meu c� bem
gostoso-


El taxista, ofreci� su casa como
escenario de la fiesta �ntima donde todos ir�an a disfrutar.


Llegaron a una callejuela tranquila.
Las casas alineadas databan de principios del siglo XIX, Una de ellas se
destacaba de las otras, primorosamente pintada de amarillo, con amplias ventanas
blancas.


La familia descendi� del taxi, sin
comprender donde estaban.


La Cabocla y el Mulato los
tranquilizaron, explicando que el taxista hab�a simpatizado con ellos, y quer�a
mostrarles la casa t�pica de un carioca trabajador, adem�s ya eran casi las
cuatro de la ma�ana y era m�s seguro comer algo en la casa de �l, para luego
seguir camino.


Hambrientos, los miembros de la
peque�a familia asintieron efusivos y agradecidos. El taxista los gui� hasta la
casa, mientras abr�a el gran port�n.


La casa amplia, c�moda, estaba
pulcramente arreglada.


El sal�n principal hac�a las veces de
sala y comedor, estaba arreglado al estilo �rabe, morisco, con c�modas poltronas
y sof�s acolchados de varios colores, y pesadas cortinas, que aislaban la
estancia de las miradas y o�dos de los vecinos. Un fuerte aire acondicionado
proporcionaba un agradable frescor que contrastaba con el asfixiante calor
exterior. Su anfitriona, una mujer de unos treinta a�os vino a recibirlos, de
complexi�n extremadamente delgada, y de rasgos faciales totalmente inarm�nicos,
quijada larga, pareciendo un equino, mand�bula sobresaliente, y ojos peque�itos
y extraviados.


Sin embargo, ten�a un cuerpo gracioso,
senos peque�os, y caderas redondas y bien formadas.


La mujer, esposa del taxista, hab�a
trabajado en varios burdeles cariocas, y hab�a aprendido idiomas con sus
clientes. Era inteligente y espirituosa, y sab�a rastrear el olor a aventura
sexual en cualquier ambiente. As� que r�pidamente percibi� toda la calentura
ambiental, y, en vistas de que ella tambi�n podr�a tener la recompensa de una �o
m�s de una � verga caliente penetrando su vagina, se dispuso a ayudar a su
marido a crear las condiciones ideales para el sexo grupal que estaba a punto de
acontecer all�.


Primero mientras la vieja empleada que
viv�a con ellos, se dedicaba a prepararles algo de comer �en R�o siempre hay una
buena feijoada a punto, Les ofreci� bebidas y saladitos.


Colocaron m�sica, una m�sica suave,
baladas de amor, que inundaron el ambiente.


La comida estaba ya caliente, pero
todos estaban absortos cada uno en lo suyo. El efecto de las bebidas (mezcladas
con substancias alucin�genas, pronto comenz� a hacerse notar.


Sentados en un peque�o sof� rojo vino,
sumidos en la penumbra, el Mulato acariciaba el pubis de la ni�a, le habia
bajado las braguitas, y aprisionaba el peque�o cl�toris con los dedos, mientras
introduc�a su lengua en la boca ansiosa de la muchachita, que, torpemente,
acariciaba el enorme mastro del mulato, completamente desnudo..


La mulata, con movimientos sinuosos.,
balanceaba su cuerpo enfrente del padre de familia, que, arrodillado frente a
ella sosten�a su pene, acariciando la cabeza protuberante con los dedos, la
mulata era acariciada por la madre de familia, que le desnud� uno de los senos,
mientras agarraba firmemente una de sus rotundas y voluptuosas nalgas.


El taxista, arrodillado al lado del
padre de familia, se masturbaba toc�ndose locamente, delirando, devorando con
los ojos la gigantesca polla de su hu�sped, mientras su mujer, acariciaba las
nalgas y los pechos de la madre de familia, y le acariciaba todo el co�o peludo,
paje�ndola con ambas manos..


El padre de familia se abalanz� sobre
la mulata, y con un movimiento brusco la derrib� sobre una de las poltronas, le
separ� las piernas y hundi� su boca sedienta en la vulva palpitante y mojada de
aquella mujer. El taxista, desliz�ndose por el piso de la habitaci�n, finalmente
coloc� sus manos ansiosas en el pene formidable, acarici� el glande en un
movimiento firme de vaiv�n, sintiendo toda la textura deliciosa de la piel y
las venas, luego con un h�bil movimiento, se coloc� debajo de su hu�sped, y
comenz� a besar aquella verga, humedeci�ndola con sus labios, y luego mam�ndola,
chupando toda la extensi�n del enorme miembro.


El Mulato, completamente enloquecido
de deso, hab�a colocado a la muchachita sobre sus piernas, y le estaba
introduciendo muy despacio el pene a la ni�ita, que excitada ve�a a su madre
mamarle los senos a la anfitriona, los senos de su madre, estaban completamente
al aire.


La ni�a abri� las piernas, y girando
el pubis, recibi� completamente el enorme pene del mulato con un quejido de
dolor y de placer.


El padre se ven�a abundantemente en la
boca del taxista que se masturbaba enloquecido. El padre, s�bitamente, se vir� y
coloc� sus manos en la verga excitada del taxista, acariciando el glande y el
cuerpo del pene.


La madre, percibiendo que su hija
estaba siendo penetrada salvajemente por el mulato, se arrastr� hacia ella y le
coloc� un pez�n en la boca.


La mulata y la anfitriona frotaban sus
cl�toris en un fren�tico tribadismo, buscando juntas el cl�max, El padre de
familia, comenz� a acariciar a ambas mujeres, bes�ndoles los cuerpos desnudos.


El mulato, incapaz de eyacular, por
la cantidad de excitaci�n acumulada, sac� su miembro ensangrentado del vientre
exhausto de placer de la ni�a, y penetr� profundamente a la mulata, mientras le
mamaba el co�o a la anfitriona.


El padre contempl� at�nito como su
verga se empinaba de nuevo ante el inusitado est�mulo de su mujer desnuda
movi�ndose fren�tica y r�tmicamente sobre el pubis de su hija.


Finalmente, el padre, tom� su verga
entre las manos, y penetr� una y otra vez en la vagina h�meda de sangre, saliva
y leche de su hija, mientras el Mulato eyaculaba en el culo profano del
taxista.




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Relato: Locura de Carnaval
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