Relato: Un Espect�culo Dantesco





Relato: Un Espect�culo Dantesco

- Esto es un espect�culo dantesco.- dice Luisina a la salida
de un restaurante cinco estrellas mientras se aferra a mi brazo y observa a una
docena de ni�os menores de diez a�os como se trepan sobre una monta�a de bolsas
negras de basura en busca de su cena. Clava uno de sus finos tacos aguja entre
dos baldosas y repite enardecida... � Esto es un espect�culo dantesco.-


- Ves � le digo resignado y con un nudo en la garganta. � He
all� la profunda noche de Argentina, de futuro saboteado, las esperanzas
deshaci�ndose tal cual suspiro en el viento... que impotencia... que ganas de
llorar.


- Si... que ganas de llorar. Estos zapatos me costaron
trescientos malditos pesos.


- Ellos ser�n hombres, �no te das cuenta?.


- Si si si... malditas calles de Buenos Aires y malditas sus
baldosas.


Hace mas de un a�o que Luisina pretende dejar de ser la
t�pica modelito sin cerebro, y para ello tom� medidas tales como leer a los
grandes autores de la literatura espa�ola, ir a cuanta obra teatral se le
cruzara en el camino y conocer a otro tipo de personas... mas cultas, dice ella.
Se esmera, intenta e intenta, pero nadie puede nadar contra su propia
naturaleza. Interiormente lo sabe.


Por mi parte, trato de apoyarla, me esfuerzo por arrancarle
su arraigado narcisismo idiota y esa frialdad hacia los dem�s, pero Lu es
incorregible... perfecta en cada curva, cada l�nea, cada pliegue... hermosa por
donde se la mire, hasta que habla.


- Amor... olvide decirte que hoy deber�a llegar mas temprano
a mi casa. Es que el cabello reclama con urgencia un necesario y refrescante
ba�o de crema. �No t� molesta?.-


Suerte, me digo, mientras dentro de mi cabeza retumba la
campana que anuncia el final de otro round. Cuatro horas continuadas con esta
dulce mujer han sido suficientes para m�.


- �Molestarme?. Todo sea por tu belleza.- Un beso sobre los
labios, tan fr�o como nevisca ant�rtica, tres o cuatro sonrisas, en demas�a
arrugan, dice. No me toques el cabello, te he dicho que lo tengo hecho un
desastre, mi amor, �qu� no entiendes?. Ok, me voy... nos hablamos, dice mientras
levanta el brazo para detener a un taxi y zambullirse en el oscuro asiento
trasero. Nos hablamos, alcanzo a balbucear, mientras ese rostro perfecto
desaparece entre el feroz trafico de Corrientes y Florida.


Comenc� a caminar hacia la inmensa Avenida 9 de Julio,
pateando papeles, latas de cerveza, filtros de cigarros y observando... esta
noche la calle se encuentra atestada de parejas tomadas de la mano o abrazados,
sonriendo el excedente de sus latidos, perdi�ndose en los ojos del otro... mas
all� de ellos.


�Es que el amor ha decidido esta noche salir a la calle?. �Se
han complotado en mi contra todas las parejas de la maldita ciudad?. Un poco de
razonamiento, claro que no, tan solo esta noche puedo ver claramente que siempre
evit� apreciar las felicidades ajenas para no desnudar la infelicidad propia.


- Che, flaco.- Escucho al pasar por el costado de una monta�a
de bolsas negras ubicadas en una esquina. Ignor� el llamado a pesar de que iba
dirigido a mi persona... solemos convertir en entes invisibles a las personas
que con su sola presencia, nos ponen cara a cara con la miseria, en el ultimo
pelda�o del abandono y el olvido, mostr�ndonos as� lo que ser�amos de haber
nacido en el sitio equivocado. Nos incomoda pensar que podr�amos ser ellos...
lastima la realidad... y evitamos ese "espect�culo dantesco".


- Che, vos flaco. El de la camisa fina.- No me qued� otra
alternativa que voltear hacia ellos, es mejor no mostrarles los dientecillos
blancos de perro pequin�s a una pandilla de leones.


- �S�?.-


- �Tenes un cigarro?.-


Eran dos tipos altos y delgados, de aspecto andrajoso. Ambos
pose�an sendos sobretodos negros que se desparramaban sin complejos por el piso
y grandes gorros oscuros de lana que cubr�an, seguramente, la mugre de sus
cabellos.


Cuando me acerqu� con el paquete de cigarros en una mano,
not� que detr�s de ellos sobresal�an unos ca�os cromados tapados con una manta
de varios colores.


- Uhhh... un Marlboro -, dijo uno de ellos examinando el
largo y la textura del cigarro como si se tratase de un aut�ntico habano cubano
proveniente de las oficinas gubernamentales de mism�simo Fidel Castro. - �Me
dar�as otro, man?.-


- Qu�datelos.- le dije arroj�ndole el paquete para que con su
mugrienta mano ataje en el aire su recorrido. No morir� por un paquete de
cigarros, mi vida no vale un maldito paquete de cigarros, pens�.


Fue en ese momento, cuando el paquete aterrizaba en la oscura
palma, que la manta multicolor detr�s de ellos cay� al piso y descubri� de entre
las sombras a una joven de unos dieciocho a�os sentada sobre una silla de
ruedas.


- Ella es Soledad, mi hermanita -, me dijo el que ten�a el
mot�n en mano. � El puto volantazo de un borracho le tir� un auto encima y ah�
la tenes. Inv�lida, inservible y virgen.-


La chica ten�a la cabeza rapada, un piercing en su ceja
izquierda y otro en su labio inferior, una remera negra grande con la estampa de
Jim Morrison en el frente y sus piernas, delgadas como ramas en pleno oto�o, con
las rodillas pegadas y los tobillos muy separados uno del otro. Una imagen
realmente deprimente, penosa... pero me detuve en la inmensidad de su p�lido
rostro, en esos dos enormes ojos h�medos, resignados, acabados, de brillo
azulado trasluciendo el dolor que en su alma se alojaba.


- Loco, �no tenes un porrito? -, me pregunt� el otro mientras
apoyaba su oloroso culo en uno de los brazos de la silla de ruedas.


- Me ped�s cigarrillos, me ped�s porro... �no quer�s que te
pague un pasaje a Barcelona para ver a Joaqu�n Sabina? -, le respond� ofuscado,
con mi mirada abarcando a ese rostro de �ngel ca�do por la desgracia y la perra
suerte. Que destino cruel el de algunas personas.


- Mas respeto cabr�n, ubicate o acaso crees que estas
hablando con tus compa�eritos de oficina. Ac� mandamos nosotros, pedazo de puto.
-


- Ya lo s�, disculpas si los ofend�, no fue mi intenci�n.
Pues me tengo que ir, que disfruten de los cigarros. Ha sido un placer.- La mano
se estaba poniendo dura y mi orgullo solo logr� embarrar la situaci�n, lo �nico
que deseaba era irme cuanto antes de ese hervidero. Cuando intent� dar media
vuelta una pesada mano se pos� sobre mi hombro.


- No... blanquito, vos te quedas ac�. Not� que miras a mi
hermana mas de lo debido, creo que te gusta. �No es as�?.-


No pod�a decirle que su hermana no me gustaba en lo mas
m�nimo, que su aspecto me daba lastima, el tipo se encabronar�a m�s y realmente
no quer�a eso, claro que no. Permanec� en silencio, ella solo miraba con esos
ojitos tristes a punto de llover. No emit�a palabra alguna, es como si ya no
tuviese mas nada que decir, como si su cuerpo careciera de fuerzas.


- Chicos, no se confundan, es muy bonita pero tengo novia...
solo miraba.- Mi voz temblaba como un junco en medio de una tormenta, y mis
manos acompa�aban a ese temblor interior en conjunto con mis piernas.


- Cabroncito, te gusta... ya lo sab�a, jajaja. Viste Soledad,
ya tenemos quien te rompa la cosita de una vez y para siempre.-


Por unos instantes cre� que se trataba de una broma, pero sus
miradas me dec�an todo lo contrario. Mierda, me dije, no puede ser. Esto no
puede estar sucediendo. No a m�. �Qu� hago?. Pens� en correr pero esa idea se
evapor� cuando uno de los tipos, imaginando mi intenci�n de huir, sac� de su
sobretodo un arma plateada y larga como el mismo Obelisco. Mi rostro palideci� y
mis labios se secaron. Esto no puede estar sucediendo, me repet�a, mientras la
luna se reflejaba en el grueso ca��n dirigido hacia mi frente.


Soledad, la joven, baj� la mirada y continuo sumergida en las
aguas de su gris silencio. La mir�... sent� pena por ella, mucha pena... parec�a
que ya nada le importaba, que le resultaba exactamente lo mismo tener su primera
vez ahora o nunca jam�s. Duele ver el vac�o de la muerte reflejado en los
hombros ca�dos de alguien, duele por dos si ese alguien tiene toda una vida por
delante.


- Bueno flaco, es hora de darle una alegr�a a mi hermanita.-


- �Est�n hablando en serio?. Ustedes est�n totalmente
desquiciados.-


- �Qu� estas esperando cabroncito, que te pegue un tiro en la
cabeza?.-


Jam�s tembl� tanto como en ese momento, mi cuerpo era un
resumen de ondulaciones y cosquilleos, el reflejo de una imagen sobre las aguas
de un charco agitado. Peor cuando el largo del arma apoy� su brillante orificio
de fuego sobre mi frente, entre ceja y ceja... en menos de un segundo mi presi�n
se encontraba en un estado de descompensaci�n tal que las piernas parec�an no
querer sostenerme.


- �Qu� esperas?. No tenemos toda la noche, blanquito.- No
quedaban dudas... realmente estaban desquiciados y peor, hablaban en serio. Ella
permanec�a imp�vida, fuera de este mundo y su mierda, sin un solo gesto que
demuestre que estaba, al menos, viva. Me detuve en su mirada, directo a sus
pupilas, debajo de sus c�rneas... no tengo muchas opciones si es que quiero
seguir vivo, tripa y coraz�n, pens�, mientras m�s r�pido, mejor.


- �Tiene que ser aqu�?.-


- Encima que vas a coger gratis, �pretendes hacerlo en el
Hilton Hotel?. Cabr�n, basta de rodeos o te vuelo la tapa de los sesos.- Sus
altos y harapientos cuerpos se separaron dej�ndome el camino abierto hacia la
peque�a inv�lida que permanec�a entre las sombras... �D�nde m�s?.


Me arrodill� en el piso y mi rostro qued� a la altura del
suyo... pobrecilla, tan joven y sumida en la desgracia. Mir� hacia los tipos y
estos mostraban sus espaldas... quiz� era el momento para huir despavorido, pero
me bajar�an a tiros apenas hiciera tres pasos.


- Soledad, no es mi intenci�n lastimarte, es esto o mi
muerte. Espero que puedas entenderlo y perdonarme si esto no es lo que so�aste
para tu primera vez.-


Su silencio se quebr� cuando aqu�llos p�lidos labios dejaron
caer una voz, casi un susurro, que atraves� las sombras del rinc�n. � �C�mo te
llamas?. Al menos quisiera saber tu nombre.-


- Omar, me llamo Omar.-


- Omar, mis hermanos est�n locos, mucho que ver tiene el
pasado que nos toc� vivir. Por supuesto que no tenes la culpa de ello, pero tus
pasos te trajeron a la calle equivocada en la hora equivocada. Espero que vos
puedas disculparme, s� que desear�as tragarte un litro de or�n antes de
tocarme... lo s�.-


- Ya veo.- Sentada en esa silla de ruedas se encontraba el
sentido com�n que hemos perdido entre cenas y paseos por los c�modos pasajes de
una vida en la que, no tener un televisor ultimo modelo, es sentirse un poco m�s
fracasado.


- �Y cabr�n?. �Que mierda estas esperando, que te matemos
como a un perro?.-


Volv� a mirarla a los ojos y pretend� imaginarme que frente a
m�, se encontraba Lu, mi hermosa y vac�a prometida, pero con el rostro
imperfecto y sucio.


Cayeron mis p�rpados tal cual tel�n de seda mientras mis
labios se dirig�an temblorosos hacia aquellos labios macilentos, desva�dos. Fue
entonces cuando un enorme beso abarc� nuestras bocas y entrelaz� a nuestras
lenguas. No puedo creer que este haciendo esto, pens�. Perd�n Luisina, juro que
no quedaba otra opci�n.


La cara de mi prometida giraba en mi mente en un torbellino
de confusiones, sus sonrisas, sus miradas, sus roces prohibidos, su dulce
vocecita y todo su narcisismo... su maldito narcisismo. El beso se torn� m�s
ardiente cuando Soledad rode� con sus manos mi cuello y me empuj� contra ella.
�Qui�n creer�a que esta ni�a besa de maravilla?, me pregunt� sorprendido. Dud�
por un instante de su virginidad y todo ese rollo, pero rayos... que importaba,
en juego estaba mi vida, un arma de brillo plateado esperaba mi tropiezo para
escupir su fuego, mi muerte.


Confieso que su lengua jugando dentro de mi boca, sus
peque�os mordiscones en mi labio inferior y el c�lido aliento de su respiraci�n,
lograron que aquella harapienta y descolorida joven me excitara en gran manera.
Aumentaron mis pulsaciones, producto de alocados latidos y mi pene comenz� a
endurecerse hasta el dolor.


No tard� en llevar mis manos hacia su espalda para que, con
vehemencia, las yemas de mis dedos naufraguen en su inmensidad. Que hermosa sos
Lu, me repet�a incesantemente dentro de mi cabeza, que hermosa y que deliciosa
manera de besar. Me acerqu� lo que m�s pude al cuerpo que tanto placer me daba,
hasta lograr sentir los latidos de su coraz�n rebotando contra los m�os. Toc
toc... Toc toc... galope coronario, excitaci�n en pleno vuelo. Sus dedos
entrelazados en mi nuca fueron ganando fuerza y perdiendo altura, pues al darme
cuenta, los sent� tom�ndome de la cintura.


Mis suaves caricias se trasladaron a sus hombros de salientes
huesos... que flaca est�s Lu, jam�s estuviste as�... deber�as comer m�s.
Descienden los roces hasta toparse con sus peque�os pechos... peque�os pens� y
abr� los ojos. Para que diablos se elevaron mis p�rpados... la realidad dura
como el asfalto me golpeaba en los ojos y en las pelotas. Esa sucia remera con
la cara de Jim Morrison tra�a en su interior a una joven calva y digna de
desfilar entre las nefastas consecuencias de un capitalismo can�bal. Pero sus
ojos, que hermosos ojos, que dulce brillo.


- �Qu� haces puto?. �Apenas empezaste y ya pretendes bajar el
tel�n?.- vocifer� uno de los t�os mientras me pateaba en el culo.


- �Qui�n dijo que termin�?. Solo tomaba aire.-


- �Est�s insinuando que mi hermana te da asco?. Pedazo de
mierda.-


- No pongas en mi boca palabras que no dije.-


Soledad me abarc� con esos ojos preciosos y pude ver en ellos
la tristeza de mi rechazo. Pobre diabla, estaba apenada al ver que mi intenci�n
era solo la de correr lo mas lejos posible de aqu�l lugar y perderme en el
horizonte. �Qu� me est� pasando?. Hoy me ganar� el cielo, me dije.


Los ojos se cerraron otra vez y mis labios volvieron a
acoplarse a sus labios. Si supieran con que amor y delicadeza besaba esta mujer.
Nunca antes me hab�an besado de esa manera. �Si Luisina besaba bien?. Besaba. Y
no en demas�a, los labios se resecan y pierden su brillo, dec�a.


Pos� sus manos en mis gl�teos, y los apret�. Mi pene se
apretuj� contra sus piernas delgadas y muertas... el ardor de la lujuria contra
mi pantal�n. Sent� como sus dedos atravesaron la cintura de mi pantal�n y se
aferraron a mis nalgas, paso siguiente plantaron sus roces en mis huevos. Que
profundo y enorme placer... Lu, no sab�a que escond�as nuevas formas de hacerme
excitar. Se fusionaron las bocas, las lenguas se entrelazaron y la respiraci�n
fue solo una. Luisina, nunca antes hab�a sentido esto. �Lo ten�as escondido?.
Siempre tan fr�a y esta noche todos los �ngeles negros del deseo se deslizan
bajo estas pieles.


Mis ojos se abrieron, y nuevamente la bizarra realidad ante
m�. Soledad me mir� m�s ya no vio rechazo en m�. Tom� los bordes de su mugrienta
remera y la jal� hacia arriba. Levant� sus brazos mientras la prenda se
deslizaba lentamente hacia la desnudez.


- No miren o esto se termina ac�. �Entendieron?.- Grit�
mientras la remera ca�a sobre una rueda de la silla.


- Si hermanita, no te preocupes. Es que solo quer�amos
corroborar que este tipo no se haga el boludo.-


- Y basta de insultarlo, mamones. No se merece todo lo que le
est�n haciendo. Bastante tiene con hacerlo conmigo, un fen�meno de la
naturaleza.- Se miraron entre ellos sin entender nada. No pod�an creer que su
silenciosa hermana los reprend�a como si fuesen dos infantes. Pensar que minutos
antes era ella, la viva imagen de la muerte sobre ruedas.


Ya no cerrar�a los ojos, tal vez por lastima a que note mi
rechazo, quiz� porque me estaba gustando lo que estaba viendo... quien sabe. Su
chato vientre, sus costillas marcando las huellas del hambre en su t�rax, su
ombligo, sus lunares esparcidos por la inmensidad de esa piel herrumbrosa y
descuidada, el nacimiento de sus pechos peque�os y juveniles, los perfectos
c�rculos de sus pezones en punta, endurecidos por la pasi�n y por el fr�o de la
brisa. Mis manos fueron part�cipes de las primeras caricias incendiadas por
aquellas regiones de belleza oculta, zonas v�rgenes e inc�lumes de roces
prohibidos.


Mis labios retornaron a esos labios, y el beso mas envidiado
por todos mis besos pasados encendieron la luna de la noche m�s rara de todas.
Lenguas friccion�ndose, bocas devor�ndose en deliciosa cena de placeres. Y sus
pechos abarcados por las palmas de mis manos, apret�ndolos, magre�ndolos,
sob�ndolos.


Jadeo una vez, luego otra y luego dej� de contar pues era
imposible lograr n�meros exactos. Alej� mis labios de los suyos y los dirig�
fam�licos hacia esos pechos en punta... mmm, labrados, firmes y algo �speros,
pero no por eso menos suaves.


Arque� su espalda apretando sus p�rpados como reteniendo toda
la pasi�n contenida y me puse de pie ante ella. Baj� la bragueta de mi pantal�n
y este se enred� entre mis tobillos. Desde all� pude observarla detenidamente y
sonre� maliciosamente... las cosas que el destino nos impone en el camino.
Brillaban los ca�os cromados de la silla de rueda, pero jam�s como lo hac�an
esos bellos ojos claros.


Tom� de los desflecados y sucios bordes de su pollera y la
sub� hasta su cintura. Una bombachita diminuta se impon�a a la culminaci�n de la
noche. Soledad permanec�a con sus ojos cerrados. Quiz� le daba verg�enza esa
situaci�n, tal vez la apenaba la manera de c�mo todo se dio, quien sabe.


Mis labios se hicieron susurro en su o�do, - Voy a penetrarte
Sol.- Sonri� y no pudo evitar sonrojarse como una manzana madura, a punto de
caer del �rbol.


Tom� sus marchitas piernas y las abr� lo m�s que pude. No fue
f�cil, tampoco imposible. Con una mano empu�e a mi erecto pene y arrodill�ndome
trat� de ubicarme entre sus piernas. Todo mi cuerpo cay� sobre ella, rechin� la
silla de ruedas y su vagina h�meda y tr�mula se abri� como una nueva flor
comenzada la primavera. Se pos� mi glande entre sus labios y tras empujar varias
veces me met� dentro de ella.


Las paredes de su mojada conchita palpitaban alrededor de mi
apresado y apretujado pene. Nos mov�amos como locos, las caderas, las ingles,
los vientres, los pechos, el insistente crujir de la maldita silla, el
chasqueteo de nuestros sexos, la lujuria entre llamas.


Un profundo jadeo se hundi� en mi pecho mientras sent�a como
acababa con mi pija dentro de ella. Con sus manos en mis nalgas me llev� contra
su hendidura y un chorro de semen le inund� las entra�as de calor.


Permanecimos un largo rato jadeando en nuestros o�dos, con
los cuerpos pegados y los sexos chorreando entre nuestras piernas. Nada exist�a
alrededor... ni siquiera me acordaba de esos dos energ�menos.


- Es la primera vez que so�� desde siempre. Gracias por
hacerme sentir bella y querida. S� que fue duro para vos, espero sepas
perdonarme.-


No dije nada. Sonre� de lado y sub� mi pantal�n. Ella se puso
la remera... Jim me empezaba a caer bien... raro. Sus ojos claros volvieron a
nublarse y decid� quitar mi mirada de ellos. Los tipos se dieron vuelta y me
miraron. � Gracias, te debemos una.-


- Muchachos, - los iba a putear como nunca lo hab�a hecho con
nadie, pero call�... por ella call�, - Espero que no vuelvan a cometer estos
actos de vandalismo. Tienen chances, es cuesti�n de saber mirar.- Saber mirar,
como si lo supiera.


Comenc� a caminar hacia la inmensa Avenida 9 de Julio,
pateando papeles, latas de cerveza, filtros de cigarrillos, observando dentro de
mi mente las im�genes vividas. Llev� mi mano hacia el bolsillo de mi pantal�n
con el af�n de tomar un necesitado cigarro. Mierda, record� que se los hab�a
dado a esos dos apestosos. Sonre� al recordarlo. Y esos ojos poblaron mis
pensamientos... los ojos de Soledad.


Nadie supo que ocurri� aquella noche, jam�s lo sabr�n... es
algo muy m�o.


A los dos meses, me cas� con Luisina. Siete a�os han pasado
de aquella ceremonia en el altar cat�lico y su anillo de uni�n eterna. Tenemos
dos hijos, tres perros, una casa de dos pisos, un auto, una camioneta, dos
amantes y cero pasi�n... es incre�ble como se apagan las llamas del deseo cuando
el amor dice, es hora de sentarnos a la vera del camino. �Si somos felices?. No
creo en esa palabra, en este mundo careta la felicidad es un tesoro que no todos
pueden darse el lujo de disfrutar.


�Soledad?. No la volv� a ver jamas. Pero todos los viernes a
la noche desde aquel extra�o d�a, paso por esa esquina, a veces solo, a veces
con Luisina. Siempre con la esperanza de verla y decirle que nunca la pude
olvidar. Ella fue lo mas real y hermoso que me pas� en la vida, fue el aire
fresco que mi alma necesitaba, el complemento para evitar que mi vida continuara
ins�pida y sin sentidos.


Sue�o con perderme en esos ojos de �ngel, con decirle que
quisiera volver a reflejarme en esos lagos oculares de tranquilidad y amor.


Luisina clava por en�sima vez su maldito taco aguja entre dos
baldosas. � Esto es un espect�culo dantesco.- dice a la salida de un restaurante
cinco estrellas mientras se aferra a mi brazo.


La observo y golpeo la mirada contra el piso. � Aja, "esto"
es un espect�culo dantesco.-


Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 0
Media de votos: 0


Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta






Relato: Un Espect�culo Dantesco
Leida: 431veces
Tiempo de lectura: 13minuto/s





Participa en la web
Envia tu relato







Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Encuestas

Afiliados



























sexo gay con madurosporno playas nudistaRElatos pornos masajista conociendo a shemale mis relatospornorelatp encotre mi hija menor teniemdo sexoViolada Por Mi vecino Cuando Tenia relatos Pornosrelato erotico con mi nuera inocenteporno anal con madurasjugando a caballito relatos pornoRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezIncesto con la abuela relatadosmi hijo y mi sobrino me penetraronRelato porno mi sobrino huele mis tangasporno bixesualRelato porno sobrino y tiarelatos porno zoofilia chica follada por su perro sin quererestrenando a mi hijo relatoechamelos adentro preñame relatosRelatos pornode madurorelatos eroticos putita desde chiquita relatos zoofilia orgiasRelatos de infidelidad todorelatosrelatos liberalesrelatos eroticos gay violacionesMi abuelo pervertido relato eroticoorgasmos femeninos bestialesrelatos mi perro me violorelato erotico una alumna mi esclava sexualrelatos eroticos hijos calientesrelatos gay padre hijo hermanorelatos porno largosPrimer anal con mi entrenador de futbol relatosrelatos eroticos con besinitas pequeñasRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos eroticos de incestorelato erotico casa abandonadarelato porno cogido por mi perro a mi 10relatos eróticos mi prima borracharelatos mi sobrinita y yorelatos.suegro.feo.enbarasa.xxxdesvirgacion anal amateurmi ahijadita me soba la verga en descuido de mis compadres relatosq linda colita tenia el putito relatosRelatos er�ticos le vecinitafotos porno brutalesrelatos eroticos. revente esa cuquita con mi gueboterelatos porno eroticos caseros en venezuela triosbdlol.ru mi inaudita vida incestuosarelatos eroticos de incestorelatopornotiarelatos erotico mujer folla con un enanoRelatos eroticos los supositorios para la virgenrelatos eroticos el vendedorRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos cuentos lesbico madre hijaPorno relato como pedi mi virginidad con un hombre maduro q me follo duro y ricorelato estando mi abuelita dormida me la folleRelatos eroticos la tienda de videosMi sobrina la religiosa relatos eroticosrelatos follando mi primera noviacuentos eroticos besanso el cuellito a mi hijitaRelatos cojiendo con mama en el ranchoPapa me tuvo estando dormida porn relatos eroticosRelatos de sexo anal no consentido con la tiaRelato porno la sobrina buenota que quiere verganovicias xxx relatosRelatosxxx espio a mi hermano pequeño bañandoserelato porno mi hija menor relatos incesto viendo a mi hija cojerRelatos eroticos de negritasIncesto con la abuela relatadosrelatos eroticos de las primasrelatos locos violando monjas ala fuerza por el culo