Relato: Mi mujer busca trabajo







Relato: Mi mujer busca trabajo

Llegu� muy tarde del trabajo. Los ni�os dorm�an. Desde el
pasillo o� el llanto de mi mujer. Estaba en el sal�n, a�n vestida con uno de los
trajes de chaqueta que usaba para ir a trabajar. Ten�a un aspecto horrible, con
el maquillaje arruinado por el llanto. En la mano ten�a el mando del video, y la
televisi�n daba la imagen detenida de un lujoso despacho vac�o. No soport� la
presi�n y, tras minutos de llanto desconsolado en mis brazos, me lo cont� todo.


Ella tiene 35 a�os. No es una belleza espectacular, pero es
guapa, con la belleza explosiva de la inocencia. Y con mucha clase. Rubia,
menuda, melena corta, ojos verdes, cuerpo bien formado y unos pechos peque�os,
pero bonitos y apuntando al cielo. Tiene un car�cter risue�o. Viste y se
maquilla muy bien, discreta y elegantemente. A pesar de haberme dado tres hijos
su cuerpo no hab�a sufrido m�s cambios que un ligero oscurecimiento de sus
peque�os pezones, que disimula d�ndose sesiones de rayos todo el a�o en todo el
cuerpo (su piel se pone tan morena que sus pezones no parecen tan oscuros).


Es dulce y cari�osa. Para algunas cosas sigue siendo la ni�a
que yo conoc� hace casi 20 a�os. Para el sexo era muy cl�sica y poco activa
(hab�amos llegado a una rutina de polvete mensual, promedio que yo mejoraba
fuera de casa). Nada de sexo oral ni anal (nada), nada de posturas raras, pero
sab�a ser tierna y espont�nea. Hasta hace unos d�as yo estaba enamorad�simo de
ella.


4 meses antes yo la hab�a acompa�ado a su primera entrevista
de trabajo. Tras los a�os que dej� de trabajar para criar a nuestros hijos,
ahora llevaba unos a�os en que volver a trabajar se hab�a convertido en una
obsesi�n. Adem�s acab�bamos de comprarnos una casa, por lo que necesit�bamos
dinero con cierta urgencia. Pod�amos vivir, pero est�bamos un poco asfixiados.


No ten�a gran formaci�n, pero unos a�os de secretaria y
alguna experiencia de joven como dependienta, la hac�an apta para determinadas
funciones, y, a pesar de que tiene 35 a�os no los aparenta. Es inteligente y
despierta. Ambos est�bamos seguros de que no le ser�a dif�cil progresar si
consegu�a que la contrataran.


La entrevista era en una conocida cadena de grandes
almacenes, para varios puestos de trabajo, desde secretaria hasta dependienta, y
ambos est�bamos seguros de que esta vez iba a ser la buena.


Se hab�a vestido con un traje de chaqueta, que aunque con
pantal�n le hac�a estar preciosa. Discreta, pero preciosa.


No volvi� muy contenta. Quedaron en llamarla si finalmente la
escog�an, pero no se hac�a ilusiones.


Por mi trabajo viajo mucho al extranjero y una semana despu�s
inici� uno de esos viajes. Estar�a unos meses fuera, as� que dej� este asunto a
medias.


Salvo lo que transcriba de las llamadas telef�nicas, los
detalles que proporcione a partir de aqu� son como yo los imagino despu�s de lo
que ella me cont� (y me ense��). Conozco suficientemente a mi mujer para estar
seguro de que nada fue muy diferente de c�mo lo relato, ni siquiera sus
pensamientos.


Una semana despu�s de marcharme, cuando la llam� por tel�fono
estaba superanimada. La hab�an llamado. No era para el trabajo en los grandes
almacenes. La empresa encargada de la selecci�n se hab�a fijado en ella y quer�a
repetirle la entrevista para secretaria ejecutiva en una empresa de construcci�n
de nivel nacional. El puesto ser�a suyo dependiendo del resultado de la
entrevista, pero solamente estaban tres preseleccionadas para dos puestos.
Sueldo fijo de 300.000 pesetas, m�s gastos (puede que tuviera que viajar).
Trabajar�a solamente por la ma�ana, aunque posiblemente en ocasiones tuviera que
asistir a cenas y reuniones de trabajo. Algo mosqueado, prefer� no desanimarla.
La felicit�, pero le dije que tuviera cuidado.


No me cont� que le hab�an dicho que para ese puesto
consideraban muy importante la imagen, por lo que le hab�an recomendado que se
vistiera bien, y por supuesto con falda, si era corta mejor.


La entrevista era a las 10:00. Se levant� a las 07:00, y,
tras dejar a los ni�os en el autob�s del colegio se prepar� para la entrevista.
Tras ducharse se mir� al espejo. Era una tonter�a, pero en ese momento le
pareci� muy importante ir depilada. Mi mujer es de las que dice que hay que
sentirse guapa por dentro para estar guapa por fuera. Se depil� las piernas
cuidadosamente y, animada como estaba, se decidi� a depilarse tambi�n el pubis.
Empez� recort�ndoselo un poco, luego redujo el tri�ngulo de vello. Cuando
observ� el resultado, aunque le gust�, le pareci� insuficiente as� que al final
se lo depil� completamente (algo que nunca hab�a hecho para m� a pesar de
cuantas veces se lo hab�a pedido). Se sent�a excitada y animada. Se sent�a una
mujer nueva, y los preparativos, sobre todo la depilaci�n (completa de sexo y
pubis), la hac�an sentirse un poco pilla y m�s segura de s� misma.


La ropa la hab�a seleccionado el d�a anterior. Hab�a elegido
un traje ya viejo (lo utiliz� el d�a despu�s de nuestra boda) pero que no se
ve�a gastado ni anticuado, y le segu�a quedando muy bien. Chaqueta escotada, y
falda muy, muy corta, ambas de color beige. Para el interior eligi� un tanga
blanco y un sujetador peque�o y trasparente, tambi�n blanco. Complet� el
conjunto con unas medias y un liguero blancos (otras de las peticiones que jam�s
me atendi� alegando que eran inc�modos), y con unos zapatos beiges con mucho
tac�n. Cuando se mir� al espejo la chaqueta le pareci� demasiado escotada, por
lo que eligi� una blusa blanca, que aunque transparente cubr�a un poco su pecho.


�Perfecta!


Sus piernas parec�an interminables. La falda se le ce��a m�s
que en los viejos tiempos ya que hab�an pasado 15 a�os y hab�a engordado alg�n
kilo, pero eso la hac�a a�n m�s guapa. Un poco por encima de medio muslo, la
falda apenas llegaba a ocultar las bandas de encaje de sus medias. La camisa le
daba un aire discreto al conjunto que sin ella habr�a sido demasiado
provocativo. La melena corta y rubia suelta, maquillada sin excesos.


Llam� a un taxi y baj�. En el ascensor se mir� en el espejo
como siempre hac�a. Estaba radiante, animada, convencida de que esa ma�ana el
mundo entero ser�a suyo. Se desabroch� otro bot�n de la camisa y se sonri�
p�caramente a s� misma en el espejo.


En el taxi se divirti� jugando con sus piernas y controlando
las reacciones del taxista. Al mover las piernas notaba como el raso del tanga
acariciaba su pubis pelado. Era agradable la sensaci�n. Y excitante


Al llegar a la cita la hicieron pasar a una sala de espera
junto con las otras dos aspirantes. Le anim� saber que su falda era la m�s corta
de las tres, pero qued� decepcionada al ver que su pecho era el menos
espectacular de todos. Pens� en ir al ba�o y deshacerse de la camisa, pero
finalmente le dio apuro y no lo hizo. Ya ver�a como compensar.


El delegado de la empresa de selecci�n salud� a las tres
aspirantes, repas�ndolas a las tres de arriba abajo y deshaci�ndose en elogios
para con las tres. Les explic� nuevamente las condiciones del trabajo, y les
dijo que no se preocuparan que todas tendr�an trabajo, pero que este trabajo era
realmente bueno, y solamente hab�a dos puestos.


Mi mujer decidi� en ese momento que el trabajo deb�a ser
suyo.


Qued� para el final, as� que se dedic� a planear una
estrategia para no ponerse m�s nerviosa. Se sab�a m�s guapa que las otras dos,
y, salvo por la cort�sima minifalda, ten�a un aspecto m�s serio (las otras dos
hab�an elegido jers�is escotados y ce�idos que realzaban sus encantos). Aunque
se sab�a bastante mayor que ellas, sab�a tambi�n que no lo parec�a. Jugar�a la
baza de parecer inocente y "descuidada".


Salud� a sus dos contrincantes cuando salieron. Ninguna
coment� nada, seguramente para no dar pistas.


Esper� a que la llamaran y entr� decidida, pisando fuerte,
segura de s� misma.


La recibi� Antonio R..., jefe de personal de la constructora.
Unos 45 a�os, pelo casta�o canoso, bien cortado. Se parec�a a m� (eso lo
confirm� meses despu�s). Un poco menos atl�tico que yo, pero a cambio m�s alto y
con aire m�s distinguido. El despacho era muy amplio y estaba amueblado con
gusto. Pocos muebles, pero funcionales y caros. Una mesa de despacho amplia, con
un sill�n grande para el usuario y con dos sillas enfrente para visitas. Un sof�
y una mesita baja completaban el mobiliario. Las paredes se ve�an con pocos
cuadros, pero M� Jos� pens� que deb�an ser firmas aut�nticas. Le llam� la
atenci�n que hab�a grandes espejos en todos los pa�os de pared excepto el de
detr�s de la mesa, que era un amplio ventanal a la calle desde ese piso 27 en el
que estaban.




  • Buenos d�as M� Jos�. Por favor tome asiento.- ofreci� Antonio una de
    las dos sillas. Le tendi� la mano y luego volvi� al expediente que ten�a sobre
    la mesa (sin duda su curr�culo junto con la ficha de solicitud de mi mujer).

  • Muchas gracias.- contest� ella mientras se sentaba. Le disgust� un
    poco que la silla estuviera tan pr�xima a la mesa de despacho, que ocultaba
    sus piernas. Perd�a una de sus m�s importantes bazas.


La conversaci�n fue un poco lo de siempre. Repaso del
curr�culo deteni�ndose en lo que le parec�a m�s significativo. "Tienes 35 a�os.
�No?". "As� que llevas 11 a�os sin trabajar?".


No iba bien. Aunque ella era la m�s guapa, sus contrincantes
eran m�s j�venes, y aunque su experiencia era mayor, hac�a a�os que no
trabajaba. Miraba el borde de encaje de sus medias asomar por el borde de su
falda lamentando no poder ense�arlas para variar el curso de la conversaci�n.
Mientras as� estaba oy� como Antonio preguntaba por sus tres hijos (eran otro
obst�culo).


Se decidi�. Adelant� el trasero en la silla, haciendo que la
falda se le subiera a�n m�s y dijo:




  • Disculpe don Antonio, tengo un poco de calor, �donde podr�a colgar la
    chaqueta?
    - dijo mientras comenzaba a desabrocharla.

  • Ah, claro. Ah� atr�s tiene un armario.



Se levant� aprovechando para separar un poco la silla de la
mesa y, mientras terminaba de desabotonar la chaqueta, se alej� hacia el ropero
notando como el borde de la falda hab�a superado la banda de encaje de las
medias, dejando ver la piel morena de la parte de arriba de sus muslos. Se
sinti� un poco avergonzada por lo que estaba haciendo, pero se oblig� a no bajar
la falda y a mover el trasero un poco m�s de lo acostumbrado mientras se
alejaba.


Mientras terminaba de quitarse la chaqueta desabroch�
disimuladamente otro bot�n de la camisa, a la vez turbada y decidida.


Dej� el bolso en el suelo y se entretuvo un rato colgando la
chaqueta en una percha. Aunque era totalmente consciente de su imagen, el espejo
de la puerta del ropero confirm� lo que sab�a. Estaba arrebatadora. El rubor de
su cara acentuaba el brillo de sus ojos. La camisa, tan abierta, dejaba ver
perfectamente el nacimiento de sus pechos, y con solo inclinarse un poco dejar�a
ver tambi�n casi toda la tela blanca y transparente de su sost�n. No hac�a
demasiada falta, porque la camisa era tan transparente que apenas velaba un poco
su torso, dejando entrever con toda claridad su delicada figura, y dibujando el
blanco sujetador. La falda, demasiado subida, dejaba ver totalmente sus piernas,
y si bien esto le daba un aire excesivamente provocativo y algo desali�ado, lo
compens� sobradamente con lo "accidentalmente" sensual de sus movimientos y con
la belleza del conjunto.


"El puesto tiene que ser m�o. Voy a hacerle que le duelan los
huevos, y que crea que en la pr�xima me voy a acostar con �l. No hago nada malo.
Solo peleo por el puesto y no voy a hacer nada de lo que luego me arrepienta. Lo
calentar� a tope, me dar� el puesto y ya habr� tiempo de bajarle los humos.
Siempre me quedar� la opci�n de salir corriendo" dec�a para s�. Realmente no
estaba muy segura de que estaba haciendo. Solo sab�a que quer�a ese puesto y que
iba a hacer todo lo posible por conseguirlo.


Se gir� para volver a su asiento y se agach� a recoger el
bolso flexionando las piernas, perfectamente consciente de que esto permitir�a a
su interlocutor un breve vistazo de sus bajos y de que se le subir�a a�n m�s la
falda.


Ya con la falda apenas tap�ndole el pubis camin� despacio
hacia su asiento. La actitud de Antonio hab�a cambiado. Aunque intentaba seguir
pareciendo profesional manteniendo un rictus entre serio y afable, sus ojos, tan
abiertos, delataban que hab�a conseguido lo que quer�a. Ahora, esta entrevista
era nueva. Los reparos de su interlocutor hab�an pasado a un segundo plano.


A pesar de su verg�enza inicial le desconcert� notarse
excitada por el cambio que notaba que hab�a conseguido. Sent�a las mismas
cosquillas en el ombligo que cuando jugaba conmigo a putearme, ense��ndome un
vestido o un conjunto de ropa interior nuevo.


Volvi� a separar la silla un poco de la mesa antes de
sentarse. De este modo si mov�a convenientemente las piernas pod�a ofrecer
vistazos de su entrepierna. A�n sin hacer nada, ofrecer�a a la vista de su
interlocutor sus piernas con solo que este se irguiera un poco en su asiento
para poder verlas. Lo hizo inmediatamente, con disimulo, pero claramente
interesado en las piernas de M� Jos�.




  • Habl�bamos de tus hijos. Te dec�a que este trabajo, aunque normalmente
    solo te ocupar� las ma�anas, requiere disponibilidad para viajar. Adem�s en
    ocasiones tendr�s que asistir a reuniones y cenas de trabajo. �Ser�a esto un
    impedimento?

  • En absoluto, me gusta mucho viajar. Con este sueldo me podr�a permitir una
    interna, y los cr�os ya est�n acostumbrados a eso. Seguro que no ser�n un
    problema.



Antonio medit� unos instantes. Finalmente abri� un caj�n, del
que sac� una carpeta. Comenz� a hablar de nuevo:




  • Voy a serte sincero. Casi hab�a dado por cerrada la entrevista de trabajo
    en vac�o. Tus compa�eras se han ido a medias, sin completarla, no las he visto
    preparadas para el puesto, y de la lectura de tu expediente casi daba por
    hecho que t� tampoco te ajustabas a la descripci�n del puesto. Edad, hijos, 11
    a�os fuera del mercado laboral,� Pero de un lado aparentas menos edad de la
    que tienes, y de otro acabas de hacer una demostraci�n de decisi�n que habla
    por s� sola de cuanto quieres este puesto. Estoy muy gratamente impresionado.

  • Muchas gracias. Realmente quiero el trabajo.- su cara se hab�a
    iluminado por el cumplido.

  • �Necesitas el trabajo?

  • Podr�a seguir viviendo sin �l. Pero acabo de comprarme un piso y me
    vendr�a muy bien un refuerzo que desahogara mi econom�a
    (ambos, de
    manera consciente o no, omit�an cualquier referencia a m�).

  • Bueno, te contar� m�s cosas del puesto. Ya te han hablado de lo b�sico. Es
    un puesto de secretariado, solo te ocupar� las ma�anas, pero en ocasiones
    necesitar�s viajar y asistir a cenas de trabajo y fiestas. La empresa te
    proporcionar� la ropa de trabajo, para asegurar que tu aspecto es el que la
    empresa quiere que tengas. �Algo nuevo hasta aqu�?

  • Solo lo de la ropa es nuevo para m�, pero me parece muy bien. He visto
    como vest�a la secretaria de la entrada y estoy deseando poder usar trajes de
    Givenchy sin tener que pagarlos.

  • Jajaja. Adem�s buen gusto. Bien. El puesto es de secretaria personal del
    director de marketing de la empresa. Eso significa que esas cenas de trabajo
    son bastantes, y la mayor�a de las veces son fiestas que da la empresa a sus
    clientes.- se levant� con la carpeta en la mano y empez� a pasear por la
    habitaci�n mientras hablaba.- Cuando tengas que asistir a ellas, que ser� muy
    a menudo, solo tienes que estar atenta a tu jefe por si necesita algo y ser
    simp�tica con todo el mundo. No se te pide nada m�s. Por lo dem�s solo tienes
    que tratar de pasarlo bien tambi�n t�. A veces esto se hace en alg�n hotel, en
    la piscina. Y a veces nos desplazamos a sitios c�lidos para estas reuniones.
    Esos son la mayor�a de estos viajes. Otros viajes son para reuniones de
    trabajo. Son sobre todo por Espa�a, incluyendo Canarias, pero a veces tambi�n
    tendr�s que viajar a Europa. Tus misiones habituales son las de una secretaria
    personal, filtrado de llamadas, gesti�n de agenda, apoyo cercano, � Para las
    tareas de secretar�a ejecutiva hay otras dos designadas. Por ello t� te
    encargar�s fundamentalmente de ser la ayudante de tu jefe.



Antonio ley� en los ojos de M� Jos� el miedo. �Secretaria
personal? �Fiestas? Sonaba a acompa�ante.




  • Por supuesto todos los gastos est�n pagados, y cada hora fuera de horario
    est� tarifada para ti en 3.000 pesetas si es en la ciudad, 4.000 para el resto
    de Espa�a y 7.000 para el extranjero. Si el d�a es completo multiplica la
    cantidad por cinco por cada d�a completo. Calcula que al fijo de 300.000
    a�adir�s otras 200.000 mensuales de media.



Estas palabras consiguieron que pasaran las dudas. Las
olvid�, puesto que ten�a el cerebro ocupado en calcular cuanto pod�a reducir la
hipoteca cada mes. En pensar la cara que yo pondr�a al saber que iba a cobrar
150.000 pesetas m�s que yo. Mientras hablaba hab�a estado hojeando los
expedientes que hab�a en la carpeta que ten�a en sus manos. Seleccion� uno y
dej� el resto dentro de la carpeta, que dej� en su caj�n.




  • Cuanto m�s me hablas del empleo m�s lo quiero. Me parece que estoy
    so�ando. Estoy segura de que estar� a la altura. Estoy un poco oxidada, pero
    en unos d�as trabajar� a pleno rendimiento.

  • Estoy seguro de ello. De todos modos yo estoy aqu� para comprobarlo. Pero
    la verdadera pregunta es �Cu�l es tu l�mite?
    - a la vez que dec�a esto
    Antonio pas� por detr�s de M� Jos� y se sent� en la silla junto a ella
    mir�ndola fijamente.


Aquello volv�a a tener mala cara. �C�mo que hasta donde?




  • No entiendo. Quiero el trabajo y estoy dispuesta a trabajar y estudiar
    deprisa para merecer el puesto. �No es suficiente?
    - tal como se hab�a
    sentado Antonio, M� Jos� estaba de perfil a �l. Permaneci� as�, dudando si iba
    a ponerse de frente a �l.

  • Jajajaja. Me refiero a que en este trabajo tendr�s que soportar mucha
    presi�n. Nos movemos en esferas muy altas, y muchas veces no es f�cil ser
    simp�tico, eficiente y conservar la dignidad. No se trata de que hagas nada
    m�s que estar dispuesta a aprovechar todos tus evidentes recursos. Finalmente
    t� ser�s la �nica due�a de tus actos. Pero indudablemente no regalamos nuestro
    dinero. Estamos seguros de que este trabajo te requerir� sortear momentos muy
    desagradables, en los que alguno entender� mal tu amabilidad. Queremos estar
    seguros de que las elegidas no se espantar�n y saldr�n corriendo a pesar de la
    inmejorable oferta econ�mica.



Bien. De modo que se trataba de eso. Iba a ser un elemento
decorativo contratado para alegrar la vista a se�orones y llevarle la carpeta a
mi jefe. Ten�a que calentarlos un poco y luego espantarlos sin que quedaran
demasiado contrariados. A cambio de 500.000 pesetas mensuales. Una se�orita de
compa��a. A cambio de 500.000. Le cost� decidir. Fue un segundo de esos que
duran varios a�os. Finalmente gir� sobre su asiento, quedando frente a Antonio:




  • �Tu crees que voy a salir corriendo?- dijo muy despacio con voz grave,
    mirando a los ojos de �l. Al girarse sus piernas hab�an quedado un poco
    separadas, dejando ver su entrepierna. Not� que los ojos de �l se posaban
    all�. Muy despacio, cruz� las piernas y ech� el cuerpo hacia delante dejando
    que se le ahuecara la camisa y ofreciendo una deliciosa vista de sus pechos-
    Ese puesto va a ser m�o.- dicho esto volvi� a echarse para atr�s en el
    asiento. Con las piernas cruzadas como las ten�a, ocultaba su pubis, pero
    estaba segura de que la visi�n que dejaba de la parte posterior del muslo que
    ten�a cruzado compensar�a esto.

  • Buuufffff. Realmente quieres el trabajo. Muy bien. Para que sea tuyo tengo
    que hacerte unas pruebas. Te advierto que alguna de ellas te resultar�
    desagradable, pero puedes dejarlo cuando quieras. No est�s obligada a nada.
    Cuando creas conveniente te levantas, recoges tus cosas y te vas. No habr�s
    perdido nada. �Lo has entendido?



Su cabeza y su coraz�n sosten�an una tremenda pugna. De un
lado ten�a mucho miedo. De otro estaba segura de que jam�s le ofrecer�an la
tercera parte de lo que le ofrec�an aqu�. Dio un paso m�s hacia al abismo, y,
sin moverse, lentamente, asinti� con la cabeza a la vez que dec�a:- Adelante.



  • Estaba seguro de que dir�as eso. Bien, �sabes que es esto que tengo en la
    mano? Es un precontrato, en fase de pruebas de tres meses. El propio
    precontrato nos obliga a prorrog�rtelo si no has fallado a ninguno de los
    t�rminos contenidos en el precontrato, haci�ndote fija en la empresa en tu
    puesto mediante un contrato definitivo. T� puedes rescindir el contrato a
    petici�n en estos tres meses sin contrapartidas, y posteriormente con arreglo
    a la legislaci�n laboral general. Como ves nos obligamos nosotros a mucho m�s
    de lo que te obligamos a ti.



Era estupendo. Le dejaban puertas abiertas en todo momento.
Pod�a huir cuando quisiera. M�s confiada se limit� a asentir sin dejar de
mirarlo fijamente.




  • A lo largo de la entrevista te ir� diciendo las pruebas y t� las ir�s
    pasando. Cuando acabemos yo redactar� un informe y tu futuro jefe confirmar�
    tu contrataci�n para el contrato definitivo despu�s del periodo de pruebas.



No ten�a muy claro que tipo de pruebas iba a tener que pasar,
pero despu�s de c�mo se hab�a preparado, como se hab�a vestido y como lo estaba
haciendo hasta el momento sab�a perfectamente como iba a pasarlas. "Quiero el
puesto. Seguir� ense�ando, seguir� insinu�ndome, y una vez firmado el
precontrato�, veremos. Este se va a acordar de esta entrevista toda su vida, y
yo la olvidar� en cuanto cobre el primer mes."




  • M� Jos�, �Est�s lista para empezar?

  • Estoy dese�ndolo.- minti�.

  • Bien, voy a empezar dict�ndote una carta. Abajo en el ropero hay libretas
    y bol�grafos. Coge lo que necesites y empezaremos.



Se levant� deprisa y se dirigi� al armario. Quer�a disimular
que esto no le conven�a. Tecleaba r�pido a m�quina y al ordenador, para redactar
o pasar un texto, pero jam�s hab�a estudiado taquigraf�a. Este pod�a ser el
final de sus aspiraciones. Supo lo que ten�a que hacer. Abri� el armario y se
agach� sin flexionar las piernas esta vez. Encontr� enseguida bol�grafo y
cuaderno, pero se entretuvo dejando que �l se recreara en la visi�n que estaba
ofreci�ndole. Sab�a perfectamente lo que de le deb�a estar viendo desde la
posici�n de �l. Los altos tacones, las medias blancas pegadas a sus piernas
espectaculares, la piel morena de sus muslos, la falda arrugada y muy subida ya
deb�a dejarle pr�cticamente el culo al aire. Desde la falda descender�a la l�nea
blanca del tanga contrastando con su piel morena. La l�nea se ocultar�a entre
sus nalgas, reapareciendo para ensancharse en su vulva, que en esa postura ten�a
que verse abultada y entera. Cuando se levant� cerr� el armario, y simul�
coquetamente arreglarse descuidadamente la falda, pero teniendo buen cuidado de
que solo ocultaran lo que deb�an. Cuando caminaba lentamente de regreso su falda
segu�a dejando ver la piel por encima de las medias. Miraba fijamente a Antonio,
confirmando que no hab�a perdido detalle del espect�culo. Cuando se sent� frente
a �l, junto las piernas y coloc� el cuaderno abierto sobre ellas.- Estoy
preparada.- dijo. "Te vas a enterar" pens�.




  • De acuerdo. All� vamos: Estimado se�or:��..



No os aburrir� con el texto de la carta. Como mi mujer hab�a
temido, el ritmo era lo bastante r�pido como para que le fuera imposible
seguirlo. Como hab�a planeado, combin� una serie de cambios de postura, ca�das
del bol�grafo, ahuecamiento de camisa, cruces y aperturas de piernas, que no
dej� rinc�n sin entrever y ralentiz� la velocidad de Antonio lo suficiente para
captar una combinaci�n de palabras completas, iniciales, s�labas, que le
permitir�an elaborar el texto cuando se lo pidieran.




  • Punto y final. �Lo tienes?

  • Perfectamente-minti� M� Jos�.

  • Pues vamos con lo siguiente. Ahora�

  • Tendr� que pasarla a m�quina o a ordenador, �no?

  • S�, pero no ahora. Antes vienen otras cosas que dan verdadero valor a la
    prueba.

  • Tu dir�s- se tem�a lo peor.

  • Bien, ahora empieza lo dif�cil. Ya te he dicho que procuramos que nuestras
    fiestas suelen ser en el exterior, terrazas y piscinas de hotel. En ellas lo
    normal es que, al menos las chicas, vayan en traje de ba�o. Adem�s necesito
    ver como respondes a la presi�n. Quiero que te pongas en bikini, para ver que
    no tienes tatuajes ni cosas raras, y que te sientes en mi sill�n para pasar a
    limpio la carta. Yo cronometrar�. En el armario de siempre hay varios bikinis.
    Elige uno.



Se qued� paralizada. Aquello era demasiado. Si hac�a eso
�donde podr�a parar?




  • Comprendo como te sientes. Si te sirve de ayuda a m� me es igual de
    violento que a ti, aunque algo menos embarazoso. Si te dir� que este es mi
    trabajo. Y que tus dos compa�eras s� que han llegado hasta aqu�. Como te dije
    al principio puedes irte cuando quieras. Por supuesto yo lo reflejar� en mi
    informe, pero comprendo que ni siquiera la oferta econ�mica pueda hacer vencer
    determinados miedos.



Aquello fue suficiente. Se levant� y fue hacia el armario.-
Voy a ello. No te des por vencido tan pronto.- fing�a una seguridad que
no sent�a. De hecho temblaban sus manos mientras rebuscaba entre los cajones de
los trajes de ba�o. Hab�a cuerpos enteros y bikinis de varios tipos y colores.
Eligi� un tanga peque��simo negro, con sujetador de cortinilla. Jam�s hab�a
usado uno as�, pero estuvo segura de que le sentar�a de miedo. Se volvi�
mostr�ndolo y sonriendo entre p�cara y orgullosa.- �D�nde me cambio?



  • Muy bien valiente. El sitio m�s cercano est� fuera, al final del corredor,
    los aseos de se�oras. Siento no poder ofrecerte algo m�s cercano.

  • �Y tengo que volver en bikini delante de todo el mundo?

  • No, mujer. Para volver vuelves a vestirte con el bikini debajo y aqu�
    vuelves a quitarte la ropa.



Pens� que todo el mundo en la oficina sabr�a que estaba
pasando. Se mor�a de verg�enza solamente de pensarlo. Su mente sopesaba deprisa
todas las posibilidades.




  • Don Antonio, estoy pensando que me morir� de verg�enza d�ndome ese paseo.
    Mire, casi prefiero quedarme aqu� en ropa interior. Es de corte muy parecido.
    Creo que no tengo nada que temer de usted. Su actitud est� siendo muy
    profesional. �Le parece?

  • Tienes raz�n. Tus compa�eras hicieron lo mismo. Pero no hab�an venido
    tan preparadas. Ten�as que haberlas visto. Voy a estar mir�ndote, pero
    procurar� no molestarte.



Devolvi� el bikini a su caj�n y empez� a desabrocharse la
blusa de espaldas a Don Antonio. Cuando la desabroch� completamente vio en el
espejo por encima de su hombro como el hombre no le quitaba los ojos de encima.
Avergonzada se ruboriz� y sinti� un intenso calor en las mejillas. "Demonios. Me
voy a quedar en ropa interior delante de un desconocido. Y ya estoy decidida.
�Es que no voy a sacar el m�ximo provecho de ello?". Se volvi� y mir� a los ojos
del hombre, dejando caer la camisa por su espalda. El contraste de su piel
morena con el blanco sujetador deb�a ser deslumbrante.


El calor de sus mejillas se hab�a contagi� a su entrepierna.
Estaba excitada, para su mayor verg�enza estaba excitada. Y pod�a ver que el
hombre a pesar del aire profesional tambi�n estaba muy excitado. M� Jos� hablaba
de estupideces para olvidar la verg�enza. Not� fr�o en los costados y la
espalda, pero segu�a hablando de que se alegraba de darse sesiones de rayos, y
hoy m�s que nunca. De aquellas veces que hab�a hecho pases de modelos en el
instituto.


Arqueo la espalda para desabrocharse la falda, mirando a los
ojos del hombre, e imaginando el perfecto contraste que deb�a hacer su piel tan
morena y el inmaculado blanco del sujetador.


Tuvo que empujar fuerte la falda para que bajara. Cuando
finalmente se la sac� por los pies aprovech� para quitarse los zapatos y
poni�ndose de puntillas junt� las piernas y abri� los brazos, esperando opini�n.




  • Tengo que ver toda tu piel. �Puedes quitarte las medias para que vea tus
    piernas tambi�n?



Obediente lo hizo, sin dejar de hablar, ocultando su
verg�enza. Desabroch� los tirantes del liguero. Para quitarse las medias se
adelant�, apoyo un pie en la silla, muy cerca para ello del hombre, y
ofreci�ndole un magn�fico panorama de sus piernas y su entrepierna. Confiaba que
la brillante tela de raso del tanga disimulara la humedad que para su verg�enza
y extra�eza comenzaba a notar en su sexo. Claro, tampoco se hab�a puesto
salvaslip. Se quit� la otra media, variando para ello su posici�n y ofreciendo
su trasero con la mayor naturalidad que pudo, y luego se quit� el ligero.


Se sab�a espectacular y estaba empezando a perder la
verg�enza. Despu�s de todo ya le quedaba poco por ense�ar. Nuevamente se puso de
puntillas y dio la vuelta despacio. Mostr�ndose, inclin�ndose cuando estuvo de
espaldas para volver a ofrecer su culo.




  • Necesito ver todo M� Jos�. No hace falta que te quites nada m�s. Solamente
    ahueca las prendas para que yo mire dentro. Si lo prefieres lo har� yo.



Lo estaba esperando. A pesar de ello dud� unos segundos. Por
lo menos no tendr�a que quedarse desnuda. Cuando meti� sus dedos por debajo de
la goma del tanga y lo levant� supo que se hab�a depilado para eso, a la vez que
ech� de menos algo de vello all� para cubrir su desnudez m�s �ntima y m�s
absoluta. No pudo mirar esta vez. Y tuvo que cerrar los ojos para soportar la
que pensaba que ser�a la mayor humillaci�n. Dio media vuelta, y cuando iba a
levantar la prenda not� que los dedos de Antonio ya lo estaban haciendo. Se
qued� un momento r�gida, esperando algo peor. Nada. Se seren� y volvi� a girarse
despacio. Cuando iba a hacer lo mismo con el sost�n Antonio le dijo:




  • No es necesario. Ya veo tus pechos.



Hasta entonces no hab�a reparado que ese sujetador era tan
bonito porque era como no llevarlo. Y tampoco hab�a reparado en el efecto del
aire acondicionado sobre sus pezones. �Jam�s se los hab�a visto as� de grandes y
duros! La areola, ya de por s� peque�a, hab�a desaparecido.


Cuando Don Antonio la invit� a ocupar el sill�n se alegr�,
porque eso le permitir�a ocultar su rubor. Mientras caminaba hacia el asiento se
sent�a sucia y humillada. Pero no dej� que esto afectara a los movimientos de
gata ni al tono de voz confiado que se hab�a impuesto.


Don Antonio ten�a el cuaderno en sus manos, y espero a que se
sentara. Mientras M� Jos� encend�a el ordenador, �l explic�:




  • Bien, s� que no es c�modo rehacer el escrito as� y con un hombre
    mir�ndote. Yo no te lo voy a poner f�cil. Te tocar� la espalda, las piernas,
    el cuello (tranquila, nada en tus zonas m�s �ntimas), te hablar�, te dir�
    barbaridades,� Pretendemos medir tu capacidad de concentraci�n en situaciones
    de tensi�n.

  • Estoy m�s tranquila de lo que cab�a esperar (�qu� m�s puedo ense�arte?).
    Cuando quieras estoy lista.



Directamente le dio el cuaderno, y empez� a acariciarle el
cuello. M� Jos� not� los contactos, pero se oblig� a apartarlos a un punto muy
lejano de su subconsciente. Eran como recuerdos, a pesar de estar realiz�ndose
en ese momento. �l le ech� el aliento en el cuello, apoy� su pecho sobre la
espalda de M� Jos� mientras acariciaba el exterior de sus muslos. Todo ello sin
dejar de susurrarle cosas al o�do ("�Te das cuenta de lo que est�s
haciendo?", "Si tus hijos te vieran�"
). Ella apenas le o�a. Eran recuerdos.




  • Y ahora, nenita, voy a quitarte el sujetador. Total, no sirve para nada.



M� Jos� lo ignor�, haciendo un esfuerzo de abstracci�n. Ten�a
raz�n. No tapaban nada. Pero a�n as� esto ya no era un recuerdo en su mente.


Not� como se lo desabrochaba, y como sus pechos, firmes,
apenas ca�an al perder apoyo. Tuvo que ayudar facilitando el que se lo sacara
por los brazos sin dejar de escribir. Se oblig� a olvidarlo y se concentr� en el
documento mientras �l segu�a a lo suyo. No hubo ning�n contacto en sus partes
�ntimas, pero no par� de decirle barbaridades cada vez mayores ("Mira que
tetas m�s respingonas tiene la putita." "Tienes que tener el co�o empapado, �no
guarrita?" "Si te viera tu marido�"
). Solo eran ecos lejanos en su
subconsciente, pero sonaban cada vez menos profesionales. Se concentr� en
acabar. Cuando lo hizo levant� los brazos haciendo que sus tetas rebotaran. El
gesto era un poco infantil, pero lo bastante gr�fico como para que dejara de
contar el tiempo y para que pararan los ecos y las caricias.




  • �Magn�fico! Muy buena capacidad de concentraci�n a pesar de lo dif�cil que
    te lo he puesto. Creo que est�s precontratada. Es m�s, por m� firma ya el
    precontrato.
    - Se lo acerc� y le ofreci� un Roller para que lo firmara.
    Parec�a nuevamente no muy profesional, tan excitado. Comenz� a servir unas
    copas. M� Jos� eligi� un g�isqui con coca-cola.

  • �Tan bien lo hice? �Cu�nto he tardado?- dijo recogiendo su copa y
    d�ndole un largo trago mientras se cubr�a los pechos con las manos.

  • �Crees que importa? La empresa hace una fuerte inversi�n en inform�tica
    todos los a�os. Los programas de reconocimiento de voz hacen el trabajo que t�
    has hecho ahora mismo de manera inmediata. Se trataba de ver tu capacidad de
    concentraci�n, tu capacidad de aislarte de lo que te rodea y, sin perder las
    maneras ni desatender los objetivos, no permitir que nada te aparte de tu
    labor. �En a�os de trabajo no hab�a visto una combinaci�n igual de naturalidad
    y frialdad! Felicidades. Lee y firma el precontrato. Si tienes alguna duda yo
    te lo explicar�.

  • �Puedo vestirme?. Me resulta muy inc�modo.

  • No hemos acabado las pruebas, luego te explico. De todos modos t�mate el
    tiempo que necesites. Yo preparo mientras tu ropa para lo siguiente. Si est�s
    muy inc�moda ponte el sujetador o la camisa. Luego lo entender�s.



El sujetador estaba m�s a mano. Iba a pon�rselo cuando pens�
"�Para qu�?". Antonio le ofrec�a la camisa con su gesto. Dio otro largo trago.
Se sent�a desconcertada y mareada, se ve�a a s� misma como una striper medio
drogada por el alcohol y la adrenalina, pero a la vez estaba a punto de firmar
un precontrato de ensue�o. No quiso estropearlo dando imagen de mojigater�a
despu�s de lo que hab�a pasado.


Finalmente no cogi� la camisa, y entreg� el sujetador con el
resto de la ropa. Intent� concentrarse en la lectura del contrato y acabar
cuanto antes. Eran seis folios, arial 10, sin sangr�a y sin apenas m�rgenes.
Desde el apartado 1 hasta el 136. Estaba demasiado nerviosa para concentrarse.
Comenz� a leerlo despacio, pero era incapaz de concentrarse. Estaba cada vez m�s
mareada. Miraba de reojo como Don Antonio preparaba cuidadosamente su ropa,
colgando cada prenda por separado en el armario. Se sent�a cansada. Intent�
concentrarse de nuevo en el contrato. Empez� a comprobar que las condiciones que
le hab�an contado estaban reflejadas. El sueldo, los pluses, la ropa, las
condiciones normales de todo contrato,� Todo parec�a estar all�. Ella quer�a
acabar cuanto antes, vestirse y marcharse cuanto antes. Ley� por encima las tres
�ltimas p�ginas, cogi� el Roller y firm� la �ltima p�gina de las dos copias que
le hab�an proporcionado.




  • Tienes que firmar todas las hojas. En el margen, junto a mi firma.



Lo hizo de manera mec�nica, deprisa. Ya no le�a. Quer�a
acabar cuanto antes para poder vestirse.


Cuando acabo se puso en pi�, sigui� cubri�ndose los pechos
con una mano y entreg� los precontratos a Don Antonio. Este guard� una copia en
el caj�n y lo cerr� con llave, qued�ndose el otro en la mano.




  • Bueno, ya vamos a acabar. Quiero completar mi informe, y para ello quiero
    hacerte una �ltima prueba. Muchas veces, m�s de las que piensas, tendr�s que
    trabajar con la presi�n de un baboso o babosa que intentar� meterte mano,
    pensando que eres parte de su contrapartida por un contrato. Debes ser capaz
    de hacer tu trabajo como si nada estuviera pasando. Tendr�s que aguantar
    esperando el momento de deshacerte de ellos discretamente. Eso es lo que vamos
    a simular ahora.



M� Jos� segu�a perdida. Se tapaba con las manos sus tetas y
su pubis. De un lado se sent�a segura con la firma del precontrato. De otro no
entend�a el porqu� de aquella �ltima humillaci�n.




  • Pero, �Eso no lo he demostrado ya en la �ltima prueba?

  • No M� Jos�. T� sab�as que esas caricias ten�an un l�mite, y aceptaste ese
    l�mite. Esto no va a ser igual. Ahora el l�mite ser� desconocido para ti. Es
    m�s, no hay l�mite. T� lo pondr�s cuando creas que debes hacerlo.

  • �C�mo ser�?- de momento sonaba peor que todo lo anterior. Pero descubri�
    que ten�a curiosidad y que le excitaba pensar en qu� podr�a pasar.

  • Lo primero elegir�s las prendas que te vuelves a poner. Comprobar� as�
    hasta que punto sigues siendo capaz de provocar despu�s de esta intensa ma�ana
    que est�s teniendo. Luego te entregar� tu copia del contrato y llamar� a un
    colaborador y una colaboradora. Tu, de pie, leer�s el contrato. Mientras ellos
    simular�n ser los babosos. Y ya sabes. No hay l�mites. Los pones t�. Cuando
    creas que ya est� bien, te apartas de ellos y dices que ya vale. Ellos no
    seguir�n. No es la 1� vez que lo hacen, as� que no te preocupes. Estoy segura
    de que lo har�s bien, pero como desde el principio, puedes irte cuando
    quieras. El informe dir� todo lo que ya has hecho bien (no te preocupes, no
    detallo como hacemos las entrevistas, tu jefe no lo sabr�), pero no podr�
    decir que has sido la �nica aspirante que ha completado satisfactoriamente
    toda la entrevista. Creo conveniente que te demuestres a ti misma en este
    momento si podr�s con este trabajo. Y que me demuestres a m� y a la empresa
    que no ha sido solo una maniobra para conseguirlo.



Estaba muy cansada, y quiz� por eso no ten�a muy claro si el
trabajo era ya suyo o no. Sent�a mucha verg�enza, pero tambi�n sent�a mucha
curiosidad. Por no hablar de esa extra�a sensaci�n de poder que le daba manejar
la situaci�n con su cuerpo.


Ante la duda decidi� hacer la �ltima prueba. Adem�s pens� que
ahora parar�a en cuanto la cosa fuera demasiado fuerte. La copa, que apur� de un
trago, le hab�a dado alas y le hac�a sentir como fuera de all�, como si no fuera
de ella la piel que se estaba exhibiendo en aquel despacho. Lleg� a pensar que
le apetec�a un desahogo, que intentar�a disfrutar. Nadie iba a saberlo.


Eligi� solamente la camisa, la falda y los zapatos, y dej� en
el armario medias, liguero, sost�n y chaqueta. Recogi� la copia del precontrato
y se coloc� en el centro de la habitaci�n.




  • �Est�s lista?.



Mantuvo la cara hacia el papel y mir� de reojo a los ojos de
Don Antonio, sonriendo p�caramente. Puesta a hacer la prueba ella ser�a la mejor
en esa tambi�n. Estaba excitada, y un poco bebida para haber tomado solamente
una copa. Se sent�a fuerte. Se sent�a mala. Sin dejar de mirar al hombre a los
ojos coloc� el papel sobre la mesa y metiendo las manos por debajo de la
minifalda se quit� el tanga muy despacio. A pesar de intentarlo no pudo evitar
exponer durante unos largos segundos su pubis depilado a la vista de aquel
hombre. Se ri� para dentro al ver como �l se recreaba en ese vistazo. Deb�a
tener un dolor de huevos tremendo. Pues se iba a enterar. Se alis� la falda,
recogi� los papeles y volvi� a su posici�n. Parec�a reci�n vestida, como si
acabara de llegar.




  • Ahora S� estoy preparada.- dijo entregando el tanga a don Antonio.


Not� que la prenda estaba mojada. No se hab�a dado cuenta de
que estaba tan h�meda y se avergonz� un poco. Pero ya hab�a dado el paso. No
pod�a esconderlo, no pod�a volver a pon�rselo sin quitar carga dram�tica a la
escena. Trat� de aprovecharlo para terminar de calentar al fulano. �l, con la
prenda a�n en la mano, llam� al interfono.-Juan ya pod�is venir.- En
medio minuto aparecieron un hombre y una mujer. Vest�an como todo el personal de
la empresa. Indumentaria seria y elegante. Ambos eran j�venes y morenos. Ambos
atl�ticos. Hac�an una magn�fica pareja. Don Antonio no les explic� nada. Se
limit� a decir:- Empieza cuando quieras M� Jos�.



Empez� leer despacio, entonando cuidadosamente el complejo
texto legal. Los dos j�venes empezaron a moverse observ�ndola desde unos metros.
Como hab�a hecho antes, los relego a la categor�a de recuerdos en el
subconsciente.


Llevaba media p�gina y los j�venes a�n no le hab�an tocado.
De momento se limitaban a observarla dando vueltas muy despacio a su alrededor.
Algo mareada segu�a leyendo muy despacio. Casi deseaba que empezaran a tocarla.
Segu�a leyendo muy despacio.


Cuando estaba terminando el 1� folio el joven se sent� en la
silla frente a ella. La joven se coloc� a su lado. Apoy� la cabeza sobre su
hombro y comenz� a acariciarle la espalda por encima de la camisa. Don Antonio
contemplaba todo desde el sof�.


Las caricias de la joven empezaron pronto a llegar a la parte
baja de la espalda de mi esposa. Suavemente empez� a besarle el cuello. �Que
bien ol�a! Sigui� leyendo despacio, como si no pasara nada, conteniendo los
suspiros que empezaban a provocarle las caricias de la mujer. Esta empez� a
chuparle y mordisquearle la oreja, a la vez que le masajeaba el culo ya sin
disimulo. El joven segu�a sin moverse. M� Jos� segu�a leyendo despacio, pero su
respiraci�n era cada vez m�s entrecortada, y empezaba a excitarse m�s de lo que
hab�a previsto.


El joven se levant� por fin, y coloc�ndose al otro lado de M�
Jos� comenz� a hacer lo mismo que la mujer. Esta hab�a levantado ya la falda a
mi mujer y le magreaba el culo despacio. El chico se concentr� en la raja de su
culo, y busc� el ano de mi mujer. Comenz� a acariciarlo, despacio, sin forzar,
pero arrancando los primeros suspiros de mi mujer, que segu�a leyendo dignamente
a pesar de estos tocamientos. Don Antonio segu�a la escena sin moverse. No
perd�a detalle, pero no interven�a.


La chica se separ�. Se quit� la chaqueta y la falda, quedando
en un conjunto de ropa interior rosa de encaje. Sin dejar de leer vio como se le
transparentaba el vello p�bico, recortado en una delgada l�nea vertical. Vio
como su sujetador era de esos que solo es una copa bajo el seno, dejando al aire
los pezones. Vio como se los pellizcaba para luego pasar a acariciarse el co�o
por dentro del tanga rosa.


Mi mujer le�a cada vez m�s despacio, gimiendo cada vez m�s.
El concentrarse en la lectura solo le serv�a para desinhibirse un poco m�s. El
joven se coloc� a su espalda, y segu�a concentrado en su culo. Una mano separaba
con ternura las nalgas, mientras que los dedos de la otra segu�an acariciando y
masajeando su ano, sin forzar la oscura entrada, pero consiguiendo poco a poco
una dilataci�n cada vez mayor.


La falda estaba muy subida y dejaba a Don Antonio y a la
chica que vieran su precioso sexo rasurado. La chica estaba arrodillada a sus
pies, acarici�ndose con una mano mientras con la otra acariciaba el interior de
los muslos de M� Jos�. Jugaba con ella subiendo hasta casi su entrepierna sin
llegar a tocarla.


Los jugos de M� Jos� empezaban a chorrearle por el interior
de los muslos. Ya no entend�a nada de lo que estaba leyendo, ni nadie entend�a
lo que estaba diciendo, mezcla de t�rminos legales, suspiros, gemidos,� El texto
era ya solo la excusa para seguir disfrutando todos del momento. Mi mujer
tambi�n quer�a seguir disfrutando, aunque se enga�aba pensando que era solo para
conseguir el trabajo. El hombre abandon� el culo de mi mujer, acarici�ndole las
tetas desde atr�s por encima de la blusa. Los pezones de mi mujer eran del
tama�o de dos canicas para entonces, y estaban tan duras como si lo fueran. Por
eso grit� de dolor y placer cuando el hombre se los pellizc�.


La chica abandon� lo que estaba haciendo para desabrocharle y
quitarle la falda. Cuando lo hizo continu� con las caricias. Ahora llev� una
mano al chocho de mi mujer, mientras la otra buscaba el ano. Lo acarici� y
consigui� que no se contrajera. A�n consigui� que dilatara un poco m�s, y
aprovech� para introducir un dedo en �l. Mi mujer gimi� de sorpresa, pero no
s�lo se dej� hacer, sino que se decidi� abandonar la lectura, disfrutar y, si
hab�a ocasi�n, terminar despu�s de leer. Reten�a el papel en una mano, pero ya
no se concentraba en �l. Solamente le�a de vez en cuando alguna frase
ininteligible entre sus gemidos. El joven empez� a desabrocharle la camisa,
mientras le restregaba el paquete por el culo a�n virgen de mi mujer. La chica
abandon� el culo de mi mujer. Ella resping� cuando de dolor cuando el dedo sali�
bruscamente de su ano, que se contrajo al instante.


Colabor� con el hombre cuando este le quit� la blusa y
r�pidamente flexion� el tronco, buscando de nuevo un contacto en su ahora
sensible ano. Lo empezaba a descubrir como una herramienta de placer nueva.


El chico lo entendi� r�pidamente, y le abandon� a M� Jos� las
tetas para volver a concentrarse en su ano como hab�a hecho antes. Ahora emple�
las manos solamente para separar las nalgas de M� Jos�, y fue su lengua la que
empez� a masajearle el esf�nter. Empez� con breves chupadas circulares, para
poco a poco empezar a empujar su lengua en el interior del todav�a virgen culo
de mi mujer.


La chica besaba y mord�a los ahora colgantes senos de M�
Jos�, mientras que con sus manos se acariciaba a s� misma pechos y sexo. M� Jos�
se acariciaba con la mano que ten�a libre. Ambas mujeres se miraban a los ojos.
Esto las excitaba a�n m�s. Se besaron en la boca y enlazaron sus lenguas. Cuando
se separaron la chica sigui� el trabajo en los pezones de M� Jos�, mientras esta
le�a una frase y miraba a Don Antonio. Este manten�a las bragas de mi mujer
frente a su nariz, oli�ndolas. No se tocaba. Manten�a su otra mano en el
respaldo del sof�.


Detr�s, la lengua del chico hacia progresos. M� Jos� deseaba
que se convirtiera en un camale�n, para que su lengua pudiera llegar tan adentro
como ella necesitaba ahora. Su ano estaba lleno de la saliva de �l. Ella
contribuy� intuitivamente a lubricarlo, acariciando su esf�nter, cada vez que el
hombre se separaba para tomar aire, con la misma mano con la que se acariciaba
el co�o.


Sin dejar de mirar a la mujer a los ojos, la empuj� hacia
abajo suavemente con la mano en la que ten�a el papel. La chica entendi�
r�pidamente. Abandon� los pechos y empez� a besarle el pubis, oloroso, n�tido.
M� Jos� se separaba los labios mayores ofreciendo el interior de su secreta
gruta. Su cl�toris empez� a crecer ante las sabias caricias de la lengua de la
chica. Cuando estuvo del tama�o de medio pulgar el contacto de una lengua le
hizo llegar a su primer orgasmo, largo, intenso. Casi le hace caer. Desde el
pubis hasta el culo pareci� que las v�sceras le estallaban. El estremecimiento
casi la hace caer, y casi atrapa la lengua del hombre en su ano de tan intensa
que fue la contracci�n que sigui� al cl�max. La chica continu� besando
dulcemente, esperando la siguiente venida. Mientras intentaba leer un p�rrafo el
chico se apart� un momento.




  • La � parte contratan � te � se compromete� ahhhh �vuel ..vee! �vuel ..vee,
    cabr�n!



La respuesta a su s�plica fue el sonido de una cremallera y
crujidos de ropa en movimiento.




  • ahhh � que ssssssi � la par � te contrata � da � mmmmm.



El siguiente contacto que not� en sus nalgas fue m�s h�medo,
y de mucho mayor tama�o.




  • � respon ..de a � los t�rminos �mmmM... de este �- y entonces
    not� aquella tranca apoyada en la entrada de su culo- �Noooo! �Eso noooo!



Por fin entendi� lo que estaba pasando. Se tens�, y cuando
estaba a punto de gritar que se fueran y saltar para huir oy� la voz de Don
Antonio.




  • Tranquila. No pasar� nada que t� no quieras. Lo est�s pasando bien.
    Siempre puedes huir. Sigue leyendo.



El devolverla a su referencia, unido a la r�pida retirada del
hombre y a la ya familiar voz de Don Antonio la tranquilizaron. Continu� leyendo
el precontrato.




  • � de este precontra� to � renovar� de oficio el contrato en suss t�rminos
    � actuales �



Segu�a mareada por la copa (ten�a algo, estuvo segura), y
aunque estaba algo m�s tranquila, al perder concentraci�n en su placer, tom�
conciencia de su situaci�n. �Se la iban a follar dos desconocidos si no paraba
pronto! �Es que se hab�a vuelto loca? Mareada como estaba se olvid� enseguida de
sus pensamientos, y de nuevo se abandon� a sus sensaciones, a no pensar. Volvi�
a dejarse llevar.


Los sabios, dulces lametones de la chica la retuvieron en su
situaci�n, con la promesa de un placer eterno. Su vulva estaba cada vez m�s
abierta, su cl�toris estaba volviendo a hinchar y empez� a notar los dedos del
hombre en su ano, masajeando suavemente. La poya segu�a all�, como el mango de
una raqueta. Notaba sus nalgas empapadas de fluido preseminal, su pubis lleno de
saliva, y su vulva, su ano y sus muslos chorreando de una mezcla de saliva,
presemen y fluidos vaginales. Mientras segu�a leyendo, separ� a�n m�s las
piernas y apret� el culo hacia el hombre. Este ya hab�a introducido dos dedos en
el ano de mi mujer. Los sac� despacio y llev� una mano a los pechos de M� Jos�
mientras con la otra mano encar� su poya al agujero del culo de mi mujer y
apret� suavemente.




  • Nooo.- se hab�a tensado nuevamente.

  • Tranquila.-susurr� el hombre por primera vez.- No empujar�.
    Solamente te acaricio con ella.

  • No me la metas. No me la metas. Eso no.

  • De acuerdo. Tranquila. Sigue leyendo.



Lo hizo.


La chica segu�a comi�ndole el co�o. El cl�toris abultado de
mi mujer era absorbido, chupado, lamido y acariciado. Volv�a a ser como medio
pulgar, grande y tieso como un micro pene. El hombre acariciaba con sus manos
los pezones y el ano de M� Jos�. Las frases que acertaba a leer eran gritos de
placer. Sent�a como el pene del hombre empujaba suavemente en su agujero para
luego retirarse. Cada vez parec�a que iba a colarse, pero, aunque cada vez
estaba m�s dilatado a�n no cab�a, y siempre se retiraba sin forzar. Pero de
manera inconsciente ella hab�a empezado a acompasarse con los empujones de �l,
empujando su culo hacia atr�s al notar la presi�n suave de la poya en su
agujero. El resultado era que cada vez estaba m�s dilatada, que sus aullidos
eran mayores cada vez y que en cualquier momento esa poya terminar�a por entrar
en su culo virgen. Ella sab�a que eso acabar�a pasando si segu�an as�, pero
fingi� no saberlo, sigui� disfrutando. Los quejidos ahogados que emit�a no eran
de dolor, eran los aullidos de la perra en celo en la que estaba transformada.
Sigui� facilitando y propiciando ese contacto, enloquecida de placer.


Mientras segu�a leyendo, nuevamente frases ininteligibles, la
lengua de ella la llev� a un nuevo orgasmo, no tan largo como el anterior, pero
igual de intenso. Un chorro de flujo resbal� por sus muslos. Abri� un poco m�s
las piernas para no caerse, y sigui� leyendo mientras se concentraba en el
intenso placer que segu�a sintiendo en su ano.


La chica se levant� y volvi� a besar a mi M� Jos� en los
labios. Era una postura extra�a. Inc�moda para ambas al estar mi mujer inclinada
para recibir mejor las caricias de la poya en su culo. La joven se irgui�, y
gui� la mano de mi mujer hasta su co�o. M� Jos� empez� enseguida a acariciar,
primero por encima de las bragas rosas. Luego se las baj� y continuo sobre la
piel, mientras la joven le besaba el cuello desde arriba y volv�a a jugar con su
vulva.


Mientras le�a como pod�a, entre las nubes del mareo y la
pasi�n, pens� un momento en Don Antonio y levant� la vista para verlo. Segu�a
igual. Pero vio tambi�n el espejo que estaba sobre el sof� y la imagen que este
le devolv�a.


El espejo estaba un poco inclinado y parec�a puesto para que
ella se viera en esta posici�n: estaba completamente desnuda delante de tres
desconocidos. Estaba dej�ndose besar todo el cuerpo por una desconocida que le
estaba acariciando el co�o. Su mano estaba acarici�ndole a su vez el co�o a esa
mujer, con dos dedos introducidos en su vulva, jugando con su cl�toris y
moj�ndose en sus jugos. Un hombre le magreaba los pechos con una mano, mientras
que con la otra le acariciaba el mismo ano por el que de un momento a otro pod�a
meterle esa poya que notaba tremenda cuando empujaba suave y firmemente. Otro
desconocido miraba la escena. Y adem�s ella llevaba dos orgasmos, y cada vez sus
nalgas empujaban m�s fuertemente sobre la poya que amenazaba con empalarla.
�Estaba esto pasando?


Como para deshacerse de sus pensamientos, cerr� los ojos y se
concentr� en el placer que ven�a de su culo. Un estremecimiento le anunci� que
la chica hab�a llegado ya, pero sigui� acarici�ndola, mientras sus dedos se
empapaban con sus flujos.


Notaba como la punta del glande del joven empezaba a abrirse
un poco m�s de camino en cada suave embestida, asom�ndose dentro cada vez un
poco m�s. Fuera de s�, redobl� la intensidad de sus empujones hac�a atr�s. El
joven gem�a tambi�n, y tambi�n reforz� sus empujones. No pod�a ser de otra
forma. Finalmente el glande se abri� camino. No le doli�, solo le sorprendi�
aqu�l contacto en parte tan rec�ndita de su cuerpo. Por un instante la escena
pareci� congelarse, todos quietos.



-�Nnnooooooooooo!- estall� en un sollozo, a la vez que,
de repente consciente de la situaci�n, sinti� una ola de verg�enza irgui�ndose
de un salto.



-No, no noooo.-la poya sali� de su culo de golpe,
haci�ndole todo el da�o que no le hab�a hecho al entrar.


A pesar del dolor, a�n not� como aquella poya buscaba un
nuevo contacto. El joven confiaba en que volviera a pens�rselo como ya hab�a
hecho antes. Pero no. Aunque se hab�a quedado erguida, sin apartarse, la rigidez
de su cuerpo y su gesto de taparse la cara con las manos pringosas no dejaban
lugar a dudas.


La poya le acert� de lleno en la vulva justo en el momento en
que el hombre no pudo contenerse m�s y eyacul� copiosamente mientras se
retiraba. Le pring� el sexo, el ano y el interior de los muslos de un semen
espeso, abundante y caliente. Al notar el l�quido caliente M� Jos� se apart�
llorando y manoteando est�pidamente las partes de su cuerpo que se hab�a
manchado. Finalmente cay� al suelo sollozando y volviendo a ocultarse el rostro
con las manos llenas de semen y flujos. Se tumb� boca abajo y sigui� manoteando
absurdamente los churretes pringosos que empapaban su culo.


De reojo vio como los j�venes se retiraban y empezaban a
vestirse.

Ella segu�a llorando. Hab�a ca�do ya en la cuenta de en que se hab�a convertido.
Hab�a hecho todo aquello por dinero. En el fondo se hab�a convertido en una
prostituta. Pero lo que m�s le doli� es que se dio perfecta cuenta de que quer�a
sentir aquella poya dentro de ella, de que se la hab�a dejado meter en el culo.
En ese preciso instante segu�a deseando tenerlo dentro.


Entre sollozos, gate� en busca de sus bragas. Cuando record�
donde estaban se puso la falda, se acurruc� en un rinc�n y continu� llorando.


Por fin Don Antonio se levant�, y le tendi� sus bragas, su
sost�n y su camisa.




  • Toma. El trabajo es tuyo. Voy a tomar un caf� y as� te doy tiempo
    arreglarte. Ah� tienes toallitas higi�nicas en el armario. Tardar� en volver.
    Tranquil�zate. Ahora hablamos.



Sigui� llorando hasta un rato despu�s de que se fuera. Luego
se incorpor�, y sin dejar de llorar comenz� a limpiarse. Se sent�a humillada.
Mareada como estaba le costaba pensar. Pero poco a poco se fue tranquilizando y
una sensaci�n de triunfo comenz� a abrirse paso. Lo hab�a logrado. A pesar de
que segu�a sinti�ndose muy avergonzada, pens� en cuanto hab�a ganado a costa de
perderse el respeto a s� misma. Por 1� vez en esa ma�ana pens� en m�. Las
l�grimas volvieron a inundar sus ojos. Jam�s se lo perdonar�a a si misma. Yo
tampoco lo har�a. Mientras limpiaba su vientre record� cuanto me gustaba a m�
apoyar mi cabeza en �l y quedarme dormido.


Limpi� su pubis y su sexo recordando la ilusi�n con que lo
hab�a depilado. Se entretuvo en los pliegues de su vulva y en los muslos,
retrasando la limpieza de su trasero, que le daba cierto reparo. Por fin comenz�
a pasar toallitas por sus nalgas y luego estren� una toallita para empezar con
el ano. Fue un primer contacto breve, pero le doli� terriblemente. M�s que
cuando se la metieron y m�s que cuando se la sacaron. R�pidamente puso la
toallita delante de sus ojos. No hab�a sangre. M�s tranquila se esforz� en
superar el dolor y limpiarlo a conciencia. Estaba hipersensible y abultado, como
fruncido.


Cuando acab� comenz� a vestirse. Estaba mucho m�s serena.
Segu�a mareada, confusa, cansada y humillada, pero se sorprendi� de notar como
tambi�n empezaba a sentirse feliz. Hab�a ganado, hab�a superado la prueba.
Cuando iba a ponerse el tanga record� la imagen de Don Antonio oli�ndolo, y
record� tambi�n el tacto de su dolorido e hinchado ano. Lo meti� en el bolso y
se sigui� vistiendo. Una vez vestida volvi� a sentarse en su silla a esperar.
Estaba completamente serena y se hab�a retocado el maquillaje. Pod�a empezar la
entrevista de nuevo.


Volvi� a pensar en m�, y en lo cl�sicos que hab�amos sido
siempre en el sexo. A pesar de mi insistencia jam�s nos hab�amos alejado
demasiado de la ortodoxia. Contuvo las l�grimas que amenazaban con volver a
estropear el maquillaje.


Sonaron unos golpes a la puerta y se entreabri�.




  • �Has acabado?

  • S�, ya estoy.



Don Antonio entr�. De camino recogi� el precontrato del suelo
y se lo entreg� a M� Jos�. El semen que manchaba la p�gina 3 (no hab�a
conseguido pasar de ah�) a�n no se hab�a secado. Lo dej� a un lado sec�ndose y
procur� ignorarlo. Hab�a vuelto a pegar la silla a la mesa de despacho para
protegerse de miradas, y manten�a muy juntas las piernas.




  • Te noto mucho m�s tranquila. �Otra copa?



Dud� al recordar el mareo que a�n no hab�a desaparecido del
todo.




  • Venga, te har� bien.- dijo mientras serv�a dos vasos de g�isqui solo.-
    No te voy a envenenar.



Recogi� el vaso y lo husme� cuidadosamente antes de beber un
sorbo. No not� nada raro, y bebi� un trago m�s confiada.


Don Antonio sigui� hablando de temas de trabajo. Horario,
cuando empezaba, ... M� Jos� asent�a. Finalmente el hombre se levant� y rode� la
mesa.




  • M� Jos� d�jame felicitarte, el trabajo es tuyo. Creo que hemos acabado la
    entrevista.

  • Gracias.- contest� ella poni�ndose en pie y tendiendo la mano para
    despedirse. �l la recogi�, pero la apret� fuerte y retuvo el contacto ganando
    la atenci�n de mi mujer.

  • La entrevista ha acabado, pero no es necesario que salgas corriendo. Ahora
    es el momento de que lo celebremos. Si�ntate, termina de serenarte, ac�bate la
    copa. No tengas prisa.
    - solt� la mano y se sent� en la silla dejando el
    papel sobre la mesa.

  • Disc�lpeme, pero lo �nico que me apetece es irme a casa a ducharme y a
    descansar. Ha sido una ma�ana muy ... distinta.

  • Jajajajajaa. Ya puedes decirlo. Pero te pido que te sientes un momento y
    descanses.

  • Perdone, pero de verdad que estoy agotada ...

  • Pero bueno, despu�s de conseguir este puesto �No me vas a dejar que te
    conozca un poco m�s �ntimamente?
    (�Ha dicho �ntimamente?).

  • De verdad, en otro momento. Yo...

  • Si�ntate.-ahora hablaba muy despacio, y su voz sonaba sombr�a.-
    �Crees que puedes llegar aqu� como una princesa, conseguir un trabajo de medio
    kilo al mes y largarte como si nada? Lo bueno est� a punto de empezar.

  • �C� c�mo?-hab�a palidecido, y de pi� como estaba not� que empezaba a
    temblar.

  • Lo has o�do y entendido perfectamente, as� que d�jate de bobadas y
    si�ntate, puta.



Hizo acopi� de fuerzas y valor, recogi� el documento de la
mesa (le hab�a costado mucho ganarlo) y comenz� a caminar hacia la puerta.


Cuando empez� a abrir la puerta oy� un ruido mec�nico a sus
espaldas. Al volverse lleg� a ver como los tres grandes espejos acababan de
ocultarse en la pared, dejando ver tres peque�as estancias. Los pilot

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Relato: Mi mujer busca trabajo
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