Relato: Secretos inconfesables de una madre: violada en e



Relato: Secretos inconfesables de una madre: violada en e

SECRETOS INCONFESABLES DE UNA MADRE : VIOLADA EN EL TREN


Todos los hijos tenemos una imagen idealizada, por el cari�o
y el respeto, de nuestras madres. Nos imaginamos que nada de lo malo, nada de lo
sucio; de lo que nosotros englobamos en esos conceptos, puede tener algo que ver
con nuestra madre. Puede que pase mucho tiempo o toda la vida sin que
descubramos nada reprochable en la mujer que nos dio el ser. A veces sin embargo
descubrimos el lado oscuro y puede que eso nos da�e, nos haga sufrir
debati�ndonos entre el rechazo y el cari�o que est� enraizado en nuestro
interior.


A mis once a�os adoraba a mi madre, exist�a un v�nculo de
afecto incrementado por el hecho de ser hijo �nico. Inconscientemente sent�a
hac�a ella una especie de amor posesivo comparable al que sent�a por ella mi
padre. Me encantaba cuando iba a buscarme al colegio y notaba la admiraci�n de
mis compa�eros y profesores, muchas veces expresada en silbidos o palabras
inconvenientes; otras con miradas llenas de lujuria malamente contenida. Y lo
mismo cuando me llevaba al cine o de compras con ella. Si por una parte me
enfadaba por las groser�as y las miradas, por otra gozaba de satisfacci�n
pensado: -" Es mia babosos, m�a."


En el fondo yo sab�a que todos aquellos silbidos, comentarios
groseros, miradas lujuriosas estaban m�s que justificadas: Mi madre era
hermosa, ten�a una figura de locura, voluptuosa, sensual. Unas hemosas piernas
siempre enfundadas en finas medias, que sujetaba con liguero. Era muy coqueta y
distinguida en el vestir y en el arreglo de sus u�as, cejas, pesta�as, labios.
Sab�a ser atractiva, un poco provocativa sin caer ni una pizca en la vulgaridad.
Por eso siempre su ropa insinuaba sus hermosos pechos, sus morbosas nalgas y sus
bien torneados muslos. Su media melena rubia, su esbelto cuello y sus ojazos
verde esmeralda culminaban esa obra maestra de la naturaleza.


Mi padre fue el afortunado que se atrajo la atenci�n y el
cari�o de aquella muchacha, a veces un poco arrogante y suficiente en el trato
con los chicos. Cuando me miraba desde sus 170 cms con ese gesto severo, que
realzaba su fina nariz, despu�s de alguna faena m�a, entend�a que sentir�an sus
pretendientes cuando con un solo gesto los despachaba.


Ahora era la se�ora de un medico de prestigio, cuya consulta
adem�s de ser muy cara era dif�cil de conseguir.


Mi Padre hab�a sido invitado a un congreso cient�fico y mi
madre qued� conmigo hasta la llegada del fin de semana. Ir�amos el viernes a
pasarlo con mi padre, volviendo juntos el domingo. Pero el viaje se complic�
porque acababan los pilotos de Iberia de iniciar su en�sima huelga. Mi madre
busc� la otra alternativa, el tren, consiguiendo en un intercity un cuarto con
dos literas. Si cog�amos bien el sue�o llegar�amos bastante descansados a la
ma�ana siguiente.


Subimos al coche de literas y despu�s de haber colocado
nuestras cosas, nos dirigimos al vag�n restaurante para cenar algo. Las miradas
de los varones convergieron sobre mi madre que, como siempre, estaba preciosa.
Apenas nos sentamos comenz� a molestarme las miradas que un grupo de moros y
negros le dirig�an casi de forma obsesiva haciendo comentarios que sin duda
ten�an que ver con lo que les gustar�a hacerle a aquella se�ora tan sensual e
inalcanzable para ellos. Pese a estar muy bien vestidos y aseados hab�a lago que
resultaba raro. Luego supe que se trataba de inmigrantes marroqu�es y
nigerianos. Hab�an pagado una fortuna por documentaci�n falsa y as� en el tren
atravesar�an casi toda Espa�a sin que les molestase la polic�a. En la ropa y los
billetes del tren hab�an gastado casi todo lo que hab�an ahorrado en los meses
que llevaban trabajando, generalmente en cosas no muy legales.


Mi madre al principio se hab�a sentido incluso molesta,
haciendo alg�n comentario de tipo racista; luego ocurri� que del grupo se
levant� un moro, pas� al lado de nuestra mesa y salt� dentro de mi madre ese
resorte que toda hembra lleva dentro y que en algunas ocasiones se dispara por
la presencia de un macho. Supongo que era guapo y que algo de su f�sico atrajo a
mi madre; cuando volvi� a pasar se sonrieron mutuamente.


Recuerdo que al salir de vag�n restaurante mi madre mir�
sonriendo hac�a la mesa donde se encontraba el moro y sus otros seis compa�eros.
Fuimos a nuestro camarote y antes de dormirme mi madre sali� como veinte
minutos. Supongo que volvi� donde ellos y qued� para m�s tarde. Despu�s de
dormirme ella sali�, se encontr� con �l y decidi� entregarse.


Algo me despert�, tal vez fuera la luz de la litera de mi
madre, que aunque tenue daba un resplandor al que yo no estaba acostumbrado.
Escuch� como una respiraci�n agitada y estaba a punto de llamar a mi madre
cuando al girarme pude ver, en el espejo que cubr�a gran parte del lateral del
camarote, un espect�culo que me dej� paralizado: Mi madre y el moro se besaban
apasionadamente, ella estaba desnuda con la excepci�n de sus medias, el liguero
y sus zapatos de tac�n de aguja; el conservaba a�n su boxer.


Recorr�a con sus manos la blanca y suave piel de los muslos
de mi madre mientras ella se estremec�a, luego masajeaba sus pechos y mord�a
subvente el cuello de mi madre que con sus delicadas manos acariciaba su torso y
atra�a su cabeza hac�a s� buscando sus gruesos labios.


El cabr�n se deten�a un momento a mirarla como si a�n no se
creyera que aquella hembra, se�ora distinguida, pudiera ser suya. Iba sintiendo
la perversa excitaci�n de poder poseer a una mujer de las que tantas veces le
hab�an mirado con desprecio, como dici�ndole : -" Que co�o haces en mi pais moro
de mierda".


Ahora todas ellas era en mi madre y las iba ha montar hasta
caerse rendido.


Se despoj� de su boxer y llev� hasta su miembro la mano de mi
madre que ci�� con sus elegantes dedos la oscura polla del moro. Comenz� a
deslizarla de arriba abajo disfrutando del pedazo de carne que aprisionaba a la
vez que disfrutaba extasiada del tremendo aspecto que la verga iba tomando.


Excitado por el placer que mi madre le daba, comenz� a
estrujarle con fuerza los pechos, haciendo gemir a madre:


- Suave por favor.


El moro amain� y mientras mi madre segu�a paje�ndolo comenz�
a frotarle la concha y meterle los dedos. Mi madre, la muy puta, abri� las
piernas para que el jodido moro trabajara m�s a gusto. La ve�a entregada y
quer�a verla a�n m�s; se arrodill� y meti� su cabeza entre las piernas de mi
madre y comenz� a comerle el chocho mientras se aferraba a sus piernas. Mi madre
comenz� a mover su pelvis a la vez que se mord�a el labio inferior. Sus manos
acariciaban la cabeza del moro y la atra�a contra su concha.


Los dos estaban tremendamente excitados y el moro colocando a
mi madre en la litera se puso en cima de ella entre sus piernas y le clavo la
polla comenzando a bombearla. Se peg� con fuerza a su cuerpo aferrando sus
nalgas como si en cada embestida quisiera atravesarla. Aquellas "im�genes" iban
quedando en mi mente grabadas de tal forma que hoy cierro los ojos y all� la
veo, abierta, espatarrada, recorriendo con frenes� el torso oscuro del moro que,
por sus movimientos deb�a estremecerse al sentir en su piel las finas manos de
mi madre. Aquel brutal contraste entre la blanqu�sima piel de la se�ora y la
oscura piel del inmigrante era algo que nunca podr� olvidar.


Conforme se aproximaba el fin los cuerpos se mov�an con mas
rapidez, embistiendo fren�ticamente el moro y sali�ndole al encuentro con un
movimiento de caderas mi madre.


Ella se corri� primero, mordiendo en el cuello al joven para
evitar gritar y despertarme. Luego el agit�ndose violentamente descarg� toda su
leche en su interior:


- Toma puta, t�malo todo.


Luego se qued� como adormecido sobre ella con su polla dentro
decreciendo poco a poco su volumen.


Entonces se oyeron unos golpes suaves en la puerta del
camarote; el moro se levant� y mi madre hizo adem�n de taparse mientras
interrogaba al moro con la mirada. El joven le dijo :


- Estate quieta y sigue echada que lo vas a pasar muy bien.


Al abrir la puerta entr� con rapidez un nigeriano, que al ver
a mi madre desnuda abri� su tremenda bocaza :




C�mo est� la zorra. Y comenz� a desvestirse. El moro dej�
las cosas claras:


Me la voy a tirar otra vez y luego te la dejo para ti.




Mi madre con los ojos abiertos como platos intent� que el
marroqu� echara al nigeriano o pedir�a ayuda.


- Claro y ma�ana tu hijito le cuenta a su padre los apuros
que pasa su madre por ser tan puta.


- Por favor no me trates as� despu�s de lo que hemos hecho
juntos.


- Despu�s de lo que hemos hecho juntos se que eres un perra
salida y te vamos a calmar.


El moro se coloc� a caballo sobre el pecho de mi madre,
coloc� su polla entre sus tetas y comenz� a foll�rselas con violencia. Le
apasionaba amasar y estrujar aquellos hermosos pechos. Cuando la tuvo bien dura
le dijo a mi madre que se pusiera boca abajo y comenz� a hurgarle el agujero del
culo con el dedo. MI madre musitaba con desesperaci�n:


- Eso no, por dios, no me hagas eso.


- Eso es lo que m�s me gusta daros por culo a todas las putas
europeas.


Apoy� la punta de su verga y comenz� a empujar. MI madre se
aferraba al colch�n clavando sus u�as y mordiendo la s�bana para que no se le
escapara ning�n grito, mientras contemplaba al negro desnudo en pie al lado que
la miraba mientras acariciaba su tremenda verga negra esperando el momento de
montarla.


Cuando su polla hab�a entrado totalmente comenz� a moverse y
para sujetar a mi madre, una vez m�s el pervertido moro busc� su tetas y se las
apret� con furia:


- Si no te est�s quieta te rompo el culo y las tetas, perra.


A medida que el culo de mi madre dilataba el moro la bombeaba
hasta agitarse como un poseso. Balbuceba palabras ininteligibles para mi, sin
duda llevado por el gran placer que sent�a al disfrutar del culo y las tetas de
mi madre a la que tambi�n le devoraba el cuello.


Finalmente se vino dej�ndole el culo llenito de su leche.


Y sin apenas volver a mirarla se visti� y sali� del camarote.


Sin darle tiempo a descansar el nigeriano sent� a mi madre y
le coloc� su verga en la boca, ella no hizo ni intenci�n de resistir, pero como
se mostraba totalmente pasiva, el negro le dio un tremendo pellizco en un pez�n
, no grit� pero yo sent� su sollozo ahogado.


- Mamamela bien zorra europea


Le cog�o la verga con su delicada mano y comenz� a acariciar
la cabezota negra del miembro con sus carnosos labios. Luego con la otra mano
masajeaba sus gordas pelotas. La vista de aquellos tremendos huevos la calent� y
desde ese momento se debat�o entre la humillaci�n que sent�a y las reacciones
inevitables de su cuerpo.


Fue engullendo el miembro negro hasta casi ahogarse, mientras
el nigeriano sonre�a lleno de satisfacci�n. Le follaba la boca disfrutando de
sentir a lo largo de su verga la caricia suave de los carnosos labios de mi
madre. Luego la puso a cuatro patas y comenz� a clavarla el co�o y ah� yo pude
ver como mi madre moviendo su hermoso culo colaboraba a que las embestidas
tuvieran la m�xima profundidad.


Sus blancas nalgas eran amasadas con deleite por aquellas
negras manazas.


Volvi� a sentirse el golpecito en la puerta y el negro
ech�ndose un poco hac�a atr�s la abri� la puerta y entro otro moro. Antes que mi
madre pudiera decir nada el negro se la estaba metiendo de nuevo . Permiti� que
el moro se sentara delante de mi madre y que la obligar a chup�rsela ; incluso
creo que se excitaba m�s a ver a mi madre tan ocupada. Y as� al poco rato se
corr�o. Enseguida cambi� su posici�n con la del moro y este empez� a follarse a
mi madre mientras esta le limpiaba la verga al negro, que pronto volvi� a
empalmarse con la mamada de mi madre. Cuando apenas hab�a entrado en su
santuario la verga mora, not� como el cuerpo de mi madre se estremec�a en un
nuevo orgasmo. Al moro le encantaba azotar sus nalgas mientras la penetraba y al
negro cabr�n pellizcarle y estrujarle las tetas. Cuando el moro se vino
volvieron a cambiar posici�n pero esta vez el nigeriano se la meti� por el culo.
La bombeaba con furia y ella gru��a con su boca mascando polla mora. Hasta que
sinti� el calor de la lefa que volv�a a inundar sus entra�as. El marroqu� segu�a
tumbado y oblig� a mi agotada madre a montar sobre su polla mientras el
contemplaba como sus pechos rebotaban, sub�an y bajaban, a la vez que magreaba
sus muslos.


El negro se visti� y sali� sin cerrar del todo la puerta; al
momento entr� otro moro m�s viejo que los otros de casi 50 a�os, sac� su polla y
comenz� a masturbase hasta que su miembro se puso bien duro. Eran tremendamente
grueso, cuando mi madre se lo cogi� con su mano no lo pod�a abarcar. Hablaron en
su lengua y el moro que se la estaba follando la atrajo hacia s� para que el
otro se colocara detr�s y se la metiera por el culo. Mi madre estaba punto de
desvanecerse y para mi resultaba terrible ver como aquellos dos degenerados
simultaneaban sus embestidas haciendo temblar el cuerpo de mi madre. Los dos se
aferraban con ansia a sus carnes magre�ndola con avaricia como si supieran que
en su puta vida volver�an a disfrutar de una hembra como aquella.


Mi madre volvi� a correrse mientras los dos se sonre�an de
satisfacci�n al ver tan entregada a su puta. Luego ellos. Cuando vinieron los
otros nigerianos mi madre chorreaba semen por todos sus agujeros. La montaron
como les apeteci� y ya siempre de dos en dos . Luego la dejaron como una mu�eca
rota. Vi como se encog�a y tapaba con la ropa de cama sollozando en silencio. Yo
tambi�n lloraba, pero sintiendo l�stima de mi. Mi madre ya no era "m�a" era una
maldita puta que cualquier d�a se volver�a a entregar sabe Dios a que
degenerado.


No le dije nada a mi padre, ni sali� de mi boca un reproche
para mi madre, pero ella not� que algo hab�a cambiado en m� . Poco tiempo
despu�s se dar�a cuenta de cuanto.


Dedicado a Ludo Mentis, esperando nos acabe de contar que
pas� con aquella madre aquella noche en el tren.




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