Relato: Gabriel el Vengativo





Relato: Gabriel el Vengativo

PLANTEAMIENTO- As� resumir� mi entrevista con Gabriel, con planteamiento,
nudo y desenlace, como una obra de teatro, porque eso me pareci� cuando me la
cont�. Nunca me pareci� que fuese un tipo mentiroso, por eso su historia la he
de creer y de contar. Una tarde, hace dos semanas se decidi� a explic�rmelo
todo, as� que encend� la grabadora y le escuch� atentamente, reconozco que el
tema me sedujo desde el principio.


A �l lo conoc� hace 5 a�os en el instituto. Era un chaval muy normalito, de
esos que apenas hablan y que nunca llama la atenci�n. Moreno de pelo muy corto,
lechoso, menudo, con un horrible aparato en los dientes y un sinf�n de granos
repartidos por la cara. Siempre andaba trapicheando con revistas y v�deos
pornogr�ficos. Afirmaba sin rubor que era virgen y las chicas de la clase le
hu�an por tan variados motivos. �l no respond�a a los insultos y a m�, que era
su compa�ero de mesa, solo me hablaba de una cosa. Silvia.


Estaba locamente enamorado de aquella muchacha, bueno, lo cierto es que todos
lo est�bamos. Hace unos meses vi una foto suya en una revista de moda y suspir�
por ella. Era una chica repetidora y endiabladamente guapa. La recuerdo
perfectamente porque nos tra�a locos a todos los chavales. Era de muy buena
familia, siempre arreglada e inabordable. Con un lustroso pelo casta�o, cortado
justo sobre los hombros, unos ojos pardos deslumbrantes y unos labios
fant�sticos. El cuerpo ... bueno, tantas veces he pensado en �l que no me
costar� describirlo. Silvia es bastante alta, esbelta mejor dicho, calculo que 1
metro 75 cent�metros. Con un pecho magn�fico, tan hermoso, con un tama�o justo,
muy erguido y apetecible. Comparado con el de mi novia calculo que tendr� una
talla 100. Su cintura es muy estrecha, el vientre plano como una tabla y el
culo, bueno, el culo es el m�s perfecto que he visto en mi vida. Ni grande, ni
peque�o, es el CULO, as�, con may�sculas. Pod�a pasar perfectamente por una de
esas playmates que adornaban nuestras carpetas. Desgraciadamente no era todo lo
simp�tica que nos hubiera gustado. Ten�a la costumbre de mirar por encima del
hombro, y las pocas veces que habl� era para llamarnos ni�atos. Por eso la
historia de Gabriel, su venganza, me excit� enormemente.


Como era de esperar Silvia ten�a su guardaespaldas. Carlos, un chico dos
cursos mayor. Un maromo de pel�cula bastante m�s formado y alto que los dem�s,
cerca del 1,85. Como no pod�a ser menos las ni�itas de mi clase estaban locas
por �l y nuestra envidia, he de reconocerlo, se pesaba en toneladas.


Gabriel se obsesion� por ella. Escrib�a su nombre en los libros, no dejaba
nunca de mirarla, la segu�a hasta su casa desde lejos e incluso guardaba como un
tesoro el palo de un chupa chups que ella hab�a dejado en la papelera. Lleg�
hasta tal punto su obsesi�n que compr� su colonia para echarla en la almohada
mientras se masturbaba.


Pronto descubri� que la feliz pareja iba en coche a un paraje cercano y
solitario a darle una alegr�a al cuerpo. Apenas pod�a ver nada desde los
matorrales pero se excitaba imagin�ndola desnuda con ese desgraciado haci�ndola
gemir. �l pensaba que nunca podr�a ocupar ese lugar y suspiraba por ello.


Lleg� el verano, las clases se acabaron y Gabriel sigui� detr�s de ellos. Una
noche la pareja cambi� el asiento de atr�s del coche por una toalla entre unos
pinos y bajo las estrellas. Estaban en plena faena cuando oyeron un ruido en
unos matorrales a pocos metros. Carlos se levant� corriendo y descubri� a
Gabriel con los pantalones bajados y la mano en la entrepierna. De la paliza que
le dio a�n le quedan secuelas, una nariz partida, dos dientes rotos y una
costilla que sold� mal. All� en el suelo, con los ojos llenos de l�grimas y la
sangre saliendo a borbotones vio como Silvia se acercaba y le propinaba la
�ltima patada, justo all� donde menos gracia hace.



Mira quien es, el mierda de Gabriel. Vaya hijo de puta pervertido, te dije
que me miraba demasiado en clase - Silvia le despreciaba y no ahorro crueldad
al encontrarlo tendido y sangrante.



Tanta verg�enza sent�a el pobre Gabriel que no denunci� la agresi�n y puedo
jurar que no fue peque�a. El clase dijo que hab�an sido unos vecinos suyos.
Despu�s de aquello pasaron varios meses y seg�n me cont�, fueron los peores.


NUDO- Los padres de Carlos se marcharon de vacaciones y dejaron un estupendo
chalet para que �ste y Silvia


disfrutasen. Hab�a un jacuzzi, piscina y varias habitaciones para disfrutar
de la vida. Gabriel segu�a espiando a Silvia pero esta vez ese deseo se hab�a
vuelto odio, el m�s pavoroso y s�dico que he conocido. Supo que estaban solos y
tram� una terrible venganza.


Un s�bado, a mediados de agosto Silvia lleg� al chalet de Carlos. La puerta
estaba abierta. No hab�a luces, pero nada m�s entrar vio como un camino de velas
la conduc�a por los pasillos de la casa. Ella y su novio hab�a planeado una
noche rom�ntica, con buena pitanza, algo de vino, m�sica y sexo tierno hasta
bien entrada la noche. Ella se hab�a vestido con sus mejores galas. Un vestido
de terciopelo negro y suntuoso. Con la espalda descubierta hasta donde se
empiezan a adivinar las curvas del trasero. Por delante un escote m�s que
generoso que dejaba ver un par de formas estupendas, apetecibles. El vestido era
largo y con dos aberturas a los lados que mostraban unas piernas estupendas, muy
bronceadas y firmes. El pelo recogido y los labios pintados de rojo fuego.
Vamos, que Silvia era aquella noche y m�s que nunca, un pastel.


Muy nerviosa sigui� las velas, sonri�ndose por la gran ocurrencia de su
rom�ntico enamorado. Pero lleg� al sal�n y se lo encontr� desnudo y atado sobre
un enorme sill�n de tres cuerpos. Sangraba escandalosamente y parec�a estar
inconsciente. Silvia se asust� y corri� hacia la puerta pero una enorme figura
se interpuso en su camino, empuj�ndola bruscamente al suelo. Despu�s se arrastr�
hasta el centro del sal�n asustada. All� la esperaba Gabriel que sonre�a
malicioso.


-El pervertido est� de vuelta- En su rostro a�n permanec�an las secuelas de
la paliza. Iba totalmente cubierto de negro, con una brillante capa hasta el
suelo. Parec�a dispuesto para un aquelarre. Sus ojos brillaban como los del
Diablo. Silvia no pod�a articular palabra. Detr�s suya apareci� Santiago, el m�s
grande y inepto de nuestro curso. Un aut�ntico palurdo de esos que se r�en a
destiempo en clase. Lleno de pelos por todo el cuerpo, con unas manos inmensas y
la espalda m�s grande que recuerdo.



Hola Silvia, soy Santiago, o mejor dicho, Bartolo, como tu y tus amigas me
llam�is, ver�s que bien no lo vamos a pasar- Santiago, alias Bartolo, sonri�.
Era la firma de la casa, una estupidez que no presagiaba nada bueno. Gabriel
le hab�a ayudado a pasar de curso y sus pel�culas porno le hab�an hecho m�s
llevadera su vacua existencia. Ese s�bado ten�a la promesa de poder hacer
realidad lo que hab�a visto en aquellas cintas y con una mujer mil veces mejor
que aquellas actrices tan dispuestas.


Est�is locos, vais a ir a la c�rcel- Silvia segu�a en el suelo y su voz se
quebraba.


Eso no me preocupa demasiado. Lev�ntate- Gabriel se puso serio. Una faceta
suya que no acabo de encajar, tampoco su posterior crueldad. Silvia no le
hac�a caso, as� que se acerc�, la agarr� del pelo y la levant�. Ella intent�
darle un rodillazo en sus test�culos, parece que le hab�a cogido gusto al
gesto, pero fall�. Gabriel enfurecido le arre� un espl�ndido bofet�n que la
volvi� a tumbar en el suelo. Silvia no se lo pod�a creer. La cara le dol�a y
empez� a lloriquear. Pronto las l�grimas se mezclaron con la sangre que sal�a
de su nariz.



Santiago no quer�a ser comparsa en esta fiesta as� que la levant� bruscamente
y se qued� a su espalda sujet�ndole las dos manos con una sola de las suyas y
arrim�ndose peligrosamente. En esa postura estaba a�n m�s bella. As�, llorando,
fr�gil, con los pechos erguidos, suspirando y temblando de miedo.



D�j�monos de tonter�as. Yo me la quiero tirar ya, estoy que reviento- Dicho
esto empez� a besarla por el cuello. La manten�a paralizada con una sola mano
mientras con la otra avanzaba por la cintura subiendo y d�ndole un terrible
restreg�n.



Esa mano inmensa no tard� en entrar en la calidez de su escote y en magrear
con descaro uno de aquellos estupendos pechos. Lo estrujaba con violencia, con
avidez, mientras pasaba la lengua por el cuello. Silvia pudo comprobar como su
aliento desped�a un desagradable olor a vino medio fermentado y se asust�. Si
Santiago estaba borracho no sabr�a muy bien distinguir y dar�a rienda suelta a
su violencia, el panorama no pod�a ser m�s negro. Mientras Gabriel observaba
atento como su compa�ero saboreaba tan suculento manjar. Pero estaba muy
excitado as� que se acerc� con una copa de vino en la mano.



Su�ltala un momento, que beba- Silvia permanec�a en silencio, a�n le dol�a
el bofet�n. Ella vio el ofrecimiento como una forma de rebajar tensi�n, as�
que bebi� nerviosa todo el n�ctar que se le ofrec�a. Naturalmente la copa
ten�a algo m�s que vino. De hecho y seg�n me cont� el barman ten�a m�s
afrodis�aco que alcohol.


Bien no pasa nada Silvia. �Sabes cu�ntos puntos me dieron?. A�n me duelen
los huevos de la patada que me arreaste. Claro que hoy los vas a tratar muy,
pero que muy bien.- Gabriel volvi� a sonre�r.- Suj�tala- Santiago la volvi� a
atenazar las manos detr�s, dejando ese incre�ble escotadura al alcance de la
mano. Tan apetecible resultaba que Gabriel decidi� meter una de sus manos y
palpar esa carne caliente, tersa. Asegurarse que era tal y como la hab�a
imaginado tantas veces en cada una de sus pajas. Lo cierto es que no le
decepcion�. Silvia segu�a en silencio intentando no bajar la mirada, como no
queriendo ver que dos extra�os abusaban de ella sin contemplaciones. El acerc�
su rostro y le dio un largo beso. Seg�n me cont� fue el mejor de su vida.
Aquellos labios eran y son soberbios.


Abre la boca, quiero que me beses con lengua, como se lo haces a �l.- Dicho
y hecho, Silvia la abri�, ofreci�ndole su lengua y un sabor que no olvidar�a
en su vida. Gabriel se entusiasmaba con esos juegos mientras sus manos se
pasaban de un pecho al otro, estruj�ndolos, ara��ndolos y pellizcando los
pezones tal y como hab�a visto en las pel�culas. Pronto perdi� la paciencia y
le arranc� la parte superior del vestido, dejando los pechos al aire. �Que
gran visi�n, all�, con la luz de las velas le parec�a lo m�s bello del mundo.
Tan duros, tan perfectos, con unos pezones peque�os y oscuros que no tard� en
morder con total deleite. Llevaba a�os deseando disfrutar de aquellos manjares
y lo hizo a conciencia. El brebaje del vino empezaba a hacer efecto o eso
cre�a �l. Silvia gem�a y se retorc�a sintiendo esa boca y esas manos en su
pecho y un enorme bulto y un aliento impaciente por detr�s. Sus dos amantes se
estremec�an disfrut�ndola a placer. Santiago no tard� en soltarle las manos y
estrujarle el culo. Un movimiento poco sensible ... muy en su l�nea. Meti� la
mano bajo el vestido y not� un tanga min�sculo.


Que te dije, que te dije, esta buen�sima. - Gabriel hab�a perdido los
papeles, le faltaban manos para disfrutar de aquella hembra incre�ble.
Chupaba, mord�a, ara�aba .... todo era poco con tanta hambre atrasada. Pero
Silvia no estaba del todo convencida, as� que aprovechando que hab�an bajado
la guardia le propin� una buena patada y el objetivo, ya lo podr�n imaginar,
no pod�a estar peor situaci�n. Mientras Gabriel se doblaba de dolor ella
intent� zafarse y escapar, l�stima que Santiago no estuviese tan aturdido como
parec�a. Se movi� r�pido, la agarr� del pelo y de otro tremendo bofet�n la
tir� al suelo.



Cuando Gabriel se incorpor�, despu�s de un buen rato retorci�ndose de dolor,
se la encontr� boca arriba, desnuda e inconsciente. Entre sus piernas y sobre su
pelo p�bico pudo ver restos de un l�quido viscoso. Santiago hab�a cumplido su
promesa, se la hab�a tirado. De lo �nico que se arrepent�a Gabriel era de no
haberlo visto. Ahora su compa�ero, tras descargar en el interior de la muchacha,
descansaba apoyado junto a la pared, desnudo y m�s tranquilo.



Joder Santiago, lo has hecho, te la has follado. Dijimos que eso lo
har�amos lo �ltimo- Se mostraba ofuscado pero sab�a que hab�a mucha noche por
delante.


No pod�a m�s, est� tan buena, cuando descanse un poco se lo voy a hacer
otra ver y esta vez por el culo y luego quiero que me la chupe.... �aprovecha
ahora!-



Gabriel se puso de pi� junto al cuerpo tendido de Silvia. La iluminaban las
velas, un cuerpo de pecado, totalmente desnudo y a sus pies. Gabriel estaba
congestionado por la excitaci�n, as� que la movi� un poco con el pie para que
despertarla, pero nada de nada, respiraba mansamente. La sangre hab�a dejado de
manar de su nariz y del labio inferior. As� que no se lo pens� dos veces, cogi�
un cirio bastante gordo y derram� la cera por su cuerpo, desde el cuello hasta
los muslos. Silvia grit� de dolor al sentir la cera caliente quemando su piel y
sobre todo en lugares tan sensibles como aquellos. Despu�s se sinti� desnuda
ante ojos extra�os y se tap� instintivamente, una timidez que la hac�a a�n m�s
deseable. Despu�s alarg� la mano y cogi� el trapo negro en que se hab�a
convertido su vestido. Segu�a asustada y adem�s empez� a notar dolor y humedad
entre sus piernas.



Levanta, �no querr�s que te haga m�s da�o?. Te dije que esta noche ibas a
tratar mi rabo muy bien y le has dado una patada. Si vuelves a hacer algo as�
se la cortar� a tu novio o te rajar� a ti. No voy en broma ... �no me crees?-
Silvia rompi� a llorar.


Ponte de rodillas pero ya mismo - Era una orden casi un rugido. Silvia
obedeci� tap�ndose el sexo con el trapo negro. Desde atr�s Santiago disfrutaba
con la vista de su magn�fico culo y su espalda.


Me duele mucho, dale un beso delicado en la punta - Gabriel era bastante
s�dico y muy aplicado en estas cosas. Se retir� la toga y le mostr� el pene.
Nuca se hab�a empalmado de aquella manera, parec�a que iba a reventar. No
sent�a verg�enza de que ella lo viera. Sab�a que no era uno de aquellos
cacharros de las pel�culas, pero no estaba mal, quiz�s 16 o 17 cent�metros.
Ella se qued� mirando fijamente y le dio un sonoro beso en la punta. Poco le
import� que ya la tuviese algo h�meda. Silvia empezaba a entrar en el juego de
buena gana, a�n as�, no hab�a que fiarse.


Bien, ahora uno m�s largo - Ella bes� con los labios m�s abiertos,
cogi�ndole el glande y mir�ndo a los ojos. Seg�n me cont� despu�s, aquella
mirada y la sensaci�n que disfrutaba en aquel momento le llevaron a su primer
orgasmo. All� en su cara, sin esperar. No es que Gabriel fuese eyaculador
precoz, es que llevaba varios a�os so�ando con aquel momento, nunca hab�a
estado con una mujer y aquello era demasiado para un chico virgen e
impaciente. Silvia se sorprendi�, pero lejos de apartarse permaneci� all�
quieta, recibiendo la descarga. El manantial ca�a por el rostro, perlando su
precioso pelo casta�o. Curiosamente la "fogosidad" de Gabriel no pareci�
desagradarle y no dijo nada. Permanec�a quieta y en silencio mientras las
gotas corr�an por el cuello y el pecho, donde empezaban a aparecer las llagas
coloradas de la cera.


Co�o Gabriel, pareces tonto, c�rrete dentro hombre, en su boca o en el
co�o, es mejor. Ni�a ven para ac� que vas a ver lo que es bueno- Santiago se
hab�a acomodado en el sof�, junto al novio inconsciente y su trasto ya ped�a
guerra. Silvia abri� mucho los ojos cuando vio aquello. Era enorme, digno de
aquel mastodonte. Un pene grueso, brutal que la esperaba palpitante. As� que
se levant� como pudo, tap�ndose con el pa�o las verg�enzas y se arrodill�
frente a �l, sin dejar de mirar su aparato y sin decir nada. Gabriel se qued�
observando. Ella se puso a cuatro patas frente a Santiago, sentado en el sof�,
y se meti� aquello en la boca. Parec�a que no iba a caberle ese enorme glande
en aquella boquita, pero pronto demostr� que querer es poder. Se mov�a
r�tmicamente ayud�ndose con una mano y dejando frente a los ojos de Gabriel y
a su espalda un estupendo culo, todo abierto y receptivo.



Gabriel era y es un tipo bastante s�dico, as� que en ese momento, en el que
cualquier otro se lo hubiera hecho por detr�s, �l busc� en una bolsa de deporte
y saco una vara de bamb�. Pese a la excitaci�n y a lo bien que le hab�a tratado
Silvia, no pensaba olvidar su venganza. El primer latigazo son� con fuerza en la
habitaci�n y ella grit� de dolor.



No seas cabr�n, que me la est� chupando. Si me la llega a morder te mato -
Santiago se hab�a asustado. Pero lo olvid� cuando vio que ella no solo no
interrump�a la labor, all� entre sus piernas, sino que encima levantaba el
culo para seguir recibiendo su castigo y mamaba con m�s pasi�n. Gabriel abri�
mucho los ojos, estaba impresionado. Por una parte le dol�a machacar aquel
precioso trasero, tan duro, tan perfecto, pero por otra estaba su venganza �y
que cojones! el estaba disfrutando y ella mucho m�s. Vio como levantaba el
culo y entre sus muslos empezaban a brillar la humedad.


Co�o, si le gusta y todo. Pues dale ca�a. - Santiago estaba congestionado,
agarr� con las dos manos la cabeza de la muchacha y acompa�� el incesante
movimiento.



Poco hab�a que discutir. Gabriel cogi� bien la fusta y sigui� arreando con
fuerza, haci�ndola sonar en aquella carne que meses antes hubiera matado por
besar. Cada latigazo dejaba una marca roja en sus gl�teos, la carne vibraba y
por raro que parezca la humedad no dejaba de manar.


Tan impresionado estaba ante esta visi�n que no tardo en reponerse, dejar el
l�tigo a un lado tras unos minutos de castigo, pegar su pelvis y met�rsela por
detr�s lenta y profundamente. Aquello estaba caliente y perfectamente lubricado.
Estaba perdiendo su virginidad con la mujer que m�s deseaba en el mundo. Un
momento precioso que recordar�a siempre y que no iba a empa�ar el que ella
estuviese medio drogada, magullada y chup�ndosela apasionadamente a otro
desconocido.


Ahora Gabriel tardar�a algo m�s en correrse, pero pudo darse cuenta que ella,
en silencio, ya llevaba un rato haci�ndolo y no sab�a si era por el dolor, por
la humillaci�n o simplemente por los afrodis�acos. Pero no paraba de gemir y
ten�a multitud de orgasmos mientras se la mamaba a Santiago. �ste no tardo en
soltar su descarga y junto a ella un grito de placer, casi un bufido. Silvia no
dej� escapar ni una gota y a�n sigui� chupando un rato despu�s.


Gabriel, vi�ndola como mamaba y mov�a el culo para recibirle mejor no tardo
en seguir el camino de su amigo y soltarlo todo all� dentro. Ella volvi� a gemir
e hizo adem�n de querer echarse a un lado.



Ni�a tu sigue hasta que yo te diga. Oye Gabi, quiero estrenarle el culo,
as� que ponte las pilas y �chate sobre la tarima.- Mientras, Silvia segu�a
succionando con avidez, as� que el grandull�n no tard� en correrse de nuevo.


Bien ahora ponte encima de Gabi y cabalga- Silvia obedec�a sin rechistar y
se traslad� desde el sof�, a gatas, hasta donde estaba Gabriel tumbado.


Espera l�mpiate la cara y las tetas. A ti te gustar� mucho el semen, pero a
mi no- Gabriel le alcanz� un trozo de su vestido.



El ya hab�a perdido la virginidad, as� que empezaba a ver m�s claro, sin esos
romanticismos de adolescente que le hab�an tra�do loco tantos meses. Despu�s de
haberla visto perdiendo los papeles mientras se la chupaba a su compa�ero la
hab�a bajado del pedestal. Pero Silvia ard�a. Se subi� encima y ayud�ndose con
las manos se la meti� dentro. No parec�a ella, ten�a cara de ida. Gimi� cuando
se la meti� dentro y empez� a subir y bajar con ganas y hasta el fondo. Moviendo
el culo como una profesional y haciendo botar las tetas de forma espectacular.


Santiago quer�a formar parte de aquello, as� que se levant�, se la cogi�, le
dio dos meneos y enfil� para aquel magn�fico culo. Entonces Carlos, el novio,
que hab�a permanecido inconsciente, despert� y encontr� a su novia limpi�ndose
de la cara y de las tetas, cabalgando sobre un desconocido y mostrando su culo a
otro que avanzaba con malas intenciones .... o buenas seg�n se mire. �l nunca la
hab�a imaginado as�. No pod�a gritar porque estaba amordazado, pero quer�a
morirse. Le doli� m�s verla as� que las heridas y seg�n supe despu�s nunca
volvi� a dirigirle la palabra.



Mira Gabi, el imb�cil �ste se ha despertado- Mientras hablaba Santiago puso
la punta de su aparato en el ano de Silvia y lo empuj� lentamente.


Mejor, has llegado en el mejor momento, tu novia se est� dando un atrac�n-
Silvia permanec�a concentrada, absorta y cabalgando como una posesa.


Te has perdido tres mamadas estupendas Carlos. A tu novia le encanta la
leche y ya veo que tambi�n le gusta que le den por culo. No est� tan estrecho
como me esperaba. Hay que joderse, con lo fina y chulita que va por la vida-
Santiago disfrutaba siendo cruel.



Mientras el pobre chaval, en el sof�, gritaba en silencio. Ella recib�a las
embestidas en su culo y saltaba sobre Gabriel, que no paraba de magrearle los
pechos. Seg�n me reconoci� se corri� varias veces vi�ndola as�. A�n hoy se
masturba recordando aquello. Santiago tambi�n lo hizo indistintamente en los dos
orificios y hasta que se cans�. Cuando acabaron Silvia que ya hab�a tenido
numerosos orgasmos, se fue arrastrando desnuda hasta los pies del sof�, donde
permanec�a Carlos que ya se hab�a cansado de gritar y que ten�a los ojos rojos
de odio. Ella se encontraba cansada, hab�a disfrutado mucho y eso le hac�a
sentirse confundida. Abominaba de aquellos dos que la hab�an hecho gozar tanto.
La hab�an quemado, abofeteado, fustigado, humillado .... el sexo ya no volver�a
a ser como antes y su relaci�n con Carlos estaba viviendo sus �ltimos instantes.
Los efectos del afrodis�aco empezaban a disiparse y en su lugar lleg� un fuerte
sentimiento de culpa.


La mayor�a de las velas se hab�an consumido y fuera empezaban a despuntar los
primeros rayos del sol. Gabriel y Santiago se vistieron. Este �ltimo se acerc� a
una de las estanter�as llenas de libros y cogi� una c�mara de v�deo. Todo estaba
grabado.



Ahora ni�a, si dices algo, todo el mundo te ver� follando como una loca.
Vas a ser la actriz porno m�s famosa del mundo ... y la m�s guapa- Santiago
sonri� satisfecho tras pronunciar su amenaza. Gabriel se acerc� a ella y le
dio un �ltimo beso en la frente.


�



DESENLACE. Cuando me entrevist� con Gabriel no pude evitar dec�rselo.



Hab�is visto demasiadas pel�culas. Es una amenaza est�pida. Estabas
enamorado de esa mujer, �c�mo ibas a hacerle esa jugarreta despu�s de
aprovecharte de ella de semejante manera?-


Tienes raz�n. Ni a�n cuando la polic�a apareci� en mi casa me atrev� a
hacerlo. �quien me denunci�, ella o �l?....�sabes algo de Santiago?



Aquella entrevista, hace unas semanas y en la c�rcel de Soto del Real, no la
olvidar� nunca. Se public� en mi peri�dico, aunque en otros t�rminos y dos d�as
m�s tarde. El juicio saldr� en enero y esa cinta, que yo pagar�a por ver, sigue
oculta en alg�n lugar del instituto.


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