Relato: Juicio a un Retrasado Mental (2: Las Mellizas)



Relato: Juicio a un Retrasado Mental (2: Las Mellizas)


Juicio a un Retrasado Mental (parte 2-Las Peque�as Mellizas)


Las ni�as eran id�nticas, rubias, ojos celestes, nariz
respingada, labios sensuales, eran preciosas, Maria Emma 12 a�itos de inocencia,
Maria Laura 12 a�itos diab�licos.



Do�a Luz termin� de contar, hab�an sido 50 cepilladas exactas
para cada una, el rubio pelo de la ni�a brillaba, mir� a su hermana para
compararse pero ya Maria Emma sal�a de la habitaci�n para jugar con el peque�o
gato negro. De pie frente al espejo la peque�a aprob� con una sonrisa el reflejo
de su propia imagen, pese a su corta edad ya era consiente de las miradas de los
chicos y sobretodo de los mayores, sent�a como una enorme fuerza, un inmenso
poder cuando descubr�a las miradas lascivas de los hombres, mientras retocaba su
peinado recordaba aquella tarde, su hermana Emma dorm�a la siesta y ella jugaba
con una mu�equita en la sala de espera del consultorio de su padre, sentada en
el sill�n le hablaba a su mu�eca, de reojo ve�a al viejo Anselmo que la
observaba sentado en el sill�n de 3 cuerpos, lentamente se bajo el bretel del
vestidito y apoyo a la mu�eca sobre su pecho.




Vamos hijita a tomar la leche de la teta de mam�.




Sinti� al hombre removerse inquieto en el sill�n y supo que
hab�a captado toda su atenci�n, cambi� de posici�n a la mu�eca y desnud� sus
peque�os botoncitos rozados, posando uno de ellos sobre la boca de la mu�eca.
Unos segundos despu�s la coloc� dentro del cochecito y le di� unas palmaditas en
la espalda, de un bolsito sac� un cray�n y como al descuido dibuj� peque�as
l�neas a lo largo de sus muslos.


Dirigi� una mirada angelical al anciano, mientras levantaba y
acomodaba su pollerita, era totalmente consiente del estado nervioso del hombre
y disfrutaba siendo la causante, como al descuido abr�a y cerraba las piernas
mientras miraba a la mu�eca y entonaba una canci�n de cuna, de repente se
levant�.




Don Anselmo me podr�a atar mas fuerte la tira de mis
zapatillas?



Claro hija ac�rcate




Levanto su pierna y la apoyo sobre la rodilla del hombre,
cuidando que en el movimiento quede a la vista su bombachita, las manos del
hombre ataban el cord�n pero sus ojos observaban la entrepierna de la ni�a.




Gracias Don Anselmo, mire no puedo sacarme estas marquitas,
me ayuda?




Mir�ndolo fijamente levant� su vestidito y se�al� las l�neas
pintadas en el borde de sus braguitas.


El hombre trag� saliva y mirando a todos lados paso
r�pidamente un dedo grande y tosco alrededor de las manchitas.




No as� no saldr�, yo le mostrar�, primero hay que mojar el
dedo con saliva



Y en un solo movimiento se meti� el dedo en la boquita y lo
chup� delicadamente.


Sin soltarlo se lo apoyo en el muslo y comenz� a guiarlo
lentamente hacia arriba.




As�, tiene que frotar hasta que salga



Con movimientos circulares fue acercando el dedo a su
entrepierna, hasta rozar el el�stico de la bombachita, el viejo sudaba a mares y
su respiraci�n sonaba ronca, la peque�a gozaba con el contacto del dedo pero m�s
aun viendo la reacci�n que ella produc�a en el hombre, apretando aun m�s el dedo
del viejo lo gui� adentro de su pantaletita y recorri� sus peque�os labios
vaginales con el calloso dedo, abri� un poco mas las piernas para sentirlo en
toda su rajita, mientras le sonre�a, sub�a y bajaba el dedo a trav�s de su
conchita mojada.




Basta ya Don Anselmo no me toque m�s que me hago pis, mire
como tengo todo mojado.



No es pis princesita son unos juguitos que le salen a las
ni�as cuando se las acaricia aqu� abajo, que rico olorcito que tiene tu
chuchita, mira como me chupo todos tus juguitos




La voz del anciano se hacia cada vez mas ronca, la peque�a
instintivamente supo que el hombre estaba terriblemente excitado.




Bueno me voy a despertar a mi hermana Laura y a jugar con
ella




Hab�a tomado el lugar de su hermana, como cada vez que hac�a
algo que podr�a traerle problemas.


La bocina del coche de su padre la sorprendi� y sali� de su
habitaci�n corriendo.




Bueno ni�as este joven es Juan y vivir� con nosotros durante
un tiempo.




Juan miraba a una y a otra, frunc�a el se�o como tratando de
entender porque ve�a a las dos ni�as id�nticas, pero lo que m�s lo atra�a era el
pelo rubio, largo y brillante de las peque�as, se acerc� a ellas y acarici� sus
cabellos como embelesado.


Maria Emma re�a nerviosa y busc� la mirada de su hermana,
pero Maria Laura muy seria, imaginaba como ser�a tener apretada entre sus
piernas a esa mano que la acariciaba.




Cuantos a�os tienes Juan?





Me temo que no va a contestarte, todav�a no se si es mudo o
no esta acostumbrado a hablar ni que le hablen. Bueno vamos ni�as al coche que
tenemos que ir a misa, y Do�a Luz por favor ubique a nuestro invitado en la
habitaci�n de servicio.




Sin dejar de mirarlas Juan se dej� conducir mansamente por la
ni�era.



Estaba decidida a volver loco de deseo al joven hu�sped, sin
embargo los primeros d�as hab�an sido decepcionantes, Laura hab�a notado que
Juan segu�a una estricta rutina, luego de desayunar comenzaba a trabajar muy
temprano y solo interrump�a la faena cuando le indicaban que se sentara a
almorzar, luego se dedicaba a limpiar todas las herramientas utilizadas
incluyendo un gran cuchillo de monte, parec�a que era su juguete preferido, lo
afilaba y engrasaba todos los d�as y con mucho cuidado lo guardaba en una vieja
funda de cuero debajo de su camastro. Al caer la tarde desaparec�a entre 20 a 30
minutos, solamente se escuchaba el ruido de la peque�a ducha instalada en el
cuarto que ocupaba el muchacho, finalmente ya limpio se reun�a con Maria Emma y
juntos jugaban sin hablar durante horas, parec�a que ella no existiera, si bien
le molestaba que su propia hermana no la buscara para jugar lo que mas odiaba
era pasar totalmente desapercibida frente al muchacho, hab�a utilizado todos sus
trucos sin resultados.




Juan mira que piernas largas que tengo, te gusta mi nueva
bombachita blanca, toca que suave se siente, pr�stame tu mano que te ense�o como
late de fuerte mi coraz�n, podr�as mirar dentro de mis braguitas creo que se
meti� una hormiga.




Si bien el chico hacia todo lo que le indicaba, su actitud
era indiferente y solo esperaba el momento de terminar con lo que le ped�a para
seguir jugando con su hermana.


Por mas que Laura lo intentaba no pod�a estar jugando con
ellos mas de 5 minutos, se trataba de juegos tontos y aburridos propio de ni�os
chicos, ella estaba para otras cosas, estaban sentados sobre el c�sped cuando su
vista por primera vez se dirigi� al bulto entre las piernas de Juan, s�bitamente
sinti� una deliciosa sensaci�n en el vientre, tenia que tocar eso que hab�a
debajo de los pantalones.




Esperen, vamos a jugar a las escondidas, tu Emma vas a contar
con los ojos tapados y Juan y yo nos esconderemos y debes buscarnos.




Sin esperar respuesta, tom� a Juan de la mano y sali�
corriendo en direcci�n a los �rboles del fondo, mientras su hermana comenzaba la
cuenta, Laura cambio s�bitamente la direcci�n y arrastr� al chico rumbo a su
habitaci�n.




Ven vamos a escondernos, no debes hacer ruido s�gueme
entremos en el ba�o.




En cuanto entraron cerr� con llave la puerta del peque�o
ba�ito y obligo al joven a sentarse en el borde de la ba�era.




Qu�date quieto aqu� Juan y no hagas ruido, debes hacerme caso
en todo lo que te digo porque sino Emma nos encontrar�.




Una sonrisa c�mplice se dibujaba en el hermoso rostro del
muchacho y pacientemente se sent� esperando que le indiquen como segu�a el
juego.




Yo me sentare arriba tuyo para estar mas c�moda, pero que es
esto tan grande que tienes entre las piernas?




Meti� su mano bajo el pantal�n y encontr� un pedazo de carne
grande pero fl�ccido, Juan que pito grande, d�jame verlo, ohhhhh mira como va
creciendo, te gusta que te acaricie?, ven p�rate y b�jate el pantal�n.



Embelesada comenz� a tocarlo con ambas manos, con una lo
agarraba fuertemente sintiendo como se endurec�a y crec�a y con la otra palpaba
los huevos del chico. Sent�a un vac�o delicioso en el estomago, y percib�a como
su vulva chorreaba jugos entre sus piernitas, quer�a sentir esa enorme pija
dentro de su conchita, sin embargo dif�cilmente esa gran cosa podr�a entrar en
su cuquita, sabia adem�s que no era ni el lugar ni el momento propicio, ahora
deb�a terminar el juego y ya planear�a con tiempo como hacer para cojerse al
macho que tenia en su casa y que le pertenec�a.


No pod�a dormir, cerraba los ojos y solo ve�a a Juan desnudo
con el tremendo aparato colgando entre sus piernas, imaginaba que lo tocaba, que
lo besaba, necesitaba sentirlo nuevamente entre sus manos, tan suave, tan
caliente, quer�a olerlo, chuparlo.



Se levant� decidida, la noche era el mejor momento, se
encamin� al cuarto de servicio y abri� la puerta. Le sorprendi� ver la cama
vac�a, en ese momento sinti� un chorro de agua tras la puerta del ba�o, se asom�
y vio al joven orinando copiosamente. El chico pareci� no sorprenderse de
encontrarse de frente con Maria Laura, aunque nadie lo sabia, �l reconoc�a
perfectamente a cada una de las hermanas, pese a que eran dos gotas de agua y a
veces hasta el padre parec�a confundirlas.




Ven Juan acu�state conmigo y d�jame ver la enorme verga que
tienes


Ohhhhh si que dura esta, quiero ver como te crece, te gusta
que te corra esta pielcita?




El muchacho acostado boca arriba con los ojos cerrados se
dejaba hacer y disfrutaba.



La ni�a arrodillada en la cama se inclinaba sobre el enorme
falo y con ambas manos lo manoseaba, se lo llev� a la boca y muy despacio
comenz� a chuparlo, el olor la embriag�, enseguida sinti� un suave sabor salado,
pasaba su lengua por todo el tronco, mientras que lo apretaba sorprendida de su
suavidad y dureza, de repente llevo su mano libre bajo su bombachita y meti� dos
dedos dentro de su vulva, sent�a peque�as convulsiones y baj�ndose la pantaleta
se subi� arriba del muchacho, guiando el pene hasta tocar con �l los h�medos
labios vaginales, con la otra mano los abri� y muy despacio se sent� sobre el
endurecido miembro.


Cuando el capullo penetr�, tuvo que morderse el labio para no
gritar, dolorida permaneci� inm�vil, el muchacho tampoco se mov�a, enseguida la
vulva se adapt� al miembro ayudada por los jugos lubricantes que sal�an de su
vagina, comenz� a invadirla un placer indescriptible, necesitaba sentirlo mas
adentro, poco a poco se fue introduciendo el pene del muchacho, por momentos
deb�a quedarse muy quieta soportando el dolor que le produc�a, pero junto con el
dolor crec�a en ella una oleada de sensaciones desconocidas que la embriagaban,
sinti� el desgarro del himen y comenz� a moverse sobre el muchacho subiendo y
bajando sobre su miembro. Abri� los bellos ojos muy grandes sintiendo una
repentina erupci�n de placer, casi al mismo tiempo sinti� muy dentro suyo un
c�lido liquido que la inundaba.


Se dej� caer sobre el pecho transpirado del joven, extenuada
y feliz como nunca hab�a estado.



Juan te gust�, por favor dime que me quieres, te das cuenta
que ahora soy tuya?



Te quiero Emma, te quiero ...




La voz del chico aunque apenas audible, fue como un golpe
f�sico, no se refer�a a ella, sino a su est�pida hermana, la misma que usaba su
ropa, la que desde siempre hab�a acaparado la atenci�n de su padre, la que le
hab�a robado todo en la vida hasta su propio rostro. Se levant� como aturdida,
gruesas lagrimas rodaban por sus mejillas todav�a coloradas, aunque su cara no
reflejaba dolor, su mirada en cambio tenia una extra�a dureza y determinaci�n,
esos ojos no serian nunca mas los de una ni�a.



El grito fue desgarrador, el m�dico se incorpor� de un salto
y corri� a la habitaci�n de las ni�as.


Sobre una de las camitas, el cuerpo de una de sus hijas
aparec�a atravesado por un enorme cuchillo, la imagen le pareci� obscena e
irreal, a partir de ese momento comenz� a verlo todo en c�mara lenta, como en
una pel�cula, Maria Laura lloraba arrodillada junto a la cama de su hermana,
estaba desnuda. Sin hablar el hombre levant� a su hija y la envolvi� en una
frazada, mir� una vez m�s a la ni�a muerta como tratando de entender y sali� de
la habitaci�n cargando a su hija que se sacud�a con peque�as convulsiones.



El muchacho sentado en el duro banco de nogal, escuchaba sin
entender los numerosos di�logos, a veces se asustaba por el tono grave y fuerte
de algunas voces, otras veces lo sorprend�a alg�n grito desde el fondo de la
sala, rostros severos lo miraban fijamente, sin embargo no pod�a encontrar entre
tanta gente la carita de su amiga, quer�a salir de aquel lugar y jugar, comenz�
a recordar a Maria Emma pero una fuerte puntada en el estomago le informo que
tenia hambre, ahora necesitaba comer ...



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