Relato: Secretos y Memorias de una Madre (01)



Relato: Secretos y Memorias de una Madre (01)

� �Ah� te van so puta !!., t�malos todos para que llegues
cargando otro chamaco la pr�xima vez que veas a tu marido... � Eran las palabras
que en respuesta le daba aquel hombre a voz en cuello, sin importar que alguien
a dem�s de su amigo pudiera escucharlo e imaginarse lo que ocurr�a dentro de la
privacidad de nuestro camarote.



Secretos y Memorias de una Madre �


G�zame M�s mi Macho


(Aquella noche en el Tren Viaje en tren para conocer a mi
Madre�)


Adaptaci�n De Karl Orrs , G.O. Tigers . Jordy Xors �



1� Parte 1� Escena



�Que como llegu� a esta situaci�n?. Realmente no lo s�.,
quiz�s como la mayor�a de nosotros que desde ni�os pasamos por etapas o escenas
similares y �nicamente lo que hacemos es ir a lo largo de la vida tomando de
cada experiencia lo que nos agrada o produce alg�n tipo de excitaci�n, aun sin
comprender motivo alguno de la misma o a donde nos podr� conducir en el futuro
dicha emoci�n o experiencia.



El caso es que recuerdo claramente como iba yo recostado en
la cama superior del pullman que hab�a abordado junto con mi madre aquella
tarde, dirigi�ndonos a trav�s del serpenteante camino trazado por las v�as,
habiendo partido de la Ciudad Capital con rumbo al norte de mi Pa�s. Mi madre,
junto con mi hermano menor de casi dos a�os y yo �bamos a visitar a mi padre a
quien no hab�amos visto por mas de dos o tres meses.



Esto ocurr�a a mediados o finales de los a�os sesentas., en
realidad no logro ubicar el a�o exacto ni el porque de las circunstancias, pero
me parece recordar que mi padre que se encontraba por aquel momento asignado a
uno de los puestos fronterizos que colindaban con una de las naciones m�s ricas
del planeta para supervisar y detectar cualquier tipo de abuso que all� se
cometiera por los aduaneros.



M� hermanito menor con quien compart�a yo el camastro
superior hab�a ca�do mucho antes que yo y aunque no recuerdo claramente si
quiz�s fue por alguna inquietud de �l que me hubiera dado alg�n golpe o si el
movimiento mismo del tren al avanzar meci�ndose sobre las v�as, tal ves me hab�a
ocasionado que me despertara., pero el caso es que al hacerlo, descubr� que la
tenue luz de la lamparita del compartimiento inferior donde mi madre deber�a de
encontrarse durmiendo, aun se encontraba encendida. Y en un af�n infantil de
esos que se tienen espont�neamente cuando se es a�n inocente y pretende de
alguna manera reconfortar a un adulto., ya me dispon�a yo a decirle algo a ella
sobre lo emocionados que deb�amos de estar los tres que en aquel camarote
privado �bamos al encuentro de mi padre, cuando de pronto al escuchar algunos
murmullos y gimoteos proviniendo de la parte baja de mi cama, en vez de hablar,
contuve casi por completo la respiraci�n para que no escapara ni siquiera el
sonido de mi aliento



En verdad que aunque no sab�a a ciencia cierta que podr�an
significar en aquel lugar aquellos gimoteos proviniendo de la garganta de mi
madre, ya anteriormente los hab�a escuchado en casa antes de que transfirieran a
mi padre, cuando insospechadamente para ellos mientras que sin darse cuenta de
mi presencia yo por sed o alg�n mal sue�o me hab�a despertado a mitad de la
noche para solicitar su ayuda o que me reconfortaran de alguna pesadilla.



Lenta y sigilosamente como ya alguna vez lo hab�a hecho al no
querer perturbarlos y saber que era lo que hac�an que parec�a ser m�s importante
que estar al pendiente de mi., al acercarme a mirar por la m�s leve y m�nima
apertura de la puerta que hubiera podido quedar a mi disposici�n y sin dejar que
me descubrieran mientras que en la penumbra yo intentaba distinguir lo que
pudiera ocurrir dentro de su habitaci�n., as� fue como poco a poco en esta
ocasi�n me gir� hasta que dentro de mi campo visual apareci� la imagen del
reflejo de uno de los espejos que con la finalidad de hacer un poco mas amplio
nuestro gabinete, se hab�an colocado en una de sus paredes. Cuando por primera
vez y supongo yo que quiz�s de manera definitiva con mayor intensidad en mi
vida., de pronto todas aquellas pel�culas o aventuras de los santos encapuchados
y con capa, pasaron a segundo termino.



Casi puedo recordar como si fuera ayer aquel s�bito golpe que
recorri� todo mi cuerpo y la sensaci�n de mis ojos a punto de saltar fuera de
sus cuencas oculares al abrirlos por completo ante el shock y la sorpresa de lo
que con aquella luz, alcanc� a observar.



Aquella hermosa mujer, madre de dos criaturas y devota esposa
de mi padre a quien �nicamente hubiera yo podido relacionar de alguna manera con
mi pap� o talvez alguno de mis t�os. Deber�a ella de tener a lo mucho 34 o 36
a�os., no m�s. Aquella casi rubia cabellera que tanto la hac�a notar entre la
gente y mis propios compa�eros del colegio que comentaban lo bella que siempre
luc�a. Con sus ojos color verde claro que resaltaban a�n m�s con aquel intenso
color rojo rub� de su l�piz labial que siempre usaba para cubrir sus
encantadores labios cuando iba a recogerme a la salida de la escuela. Y aquella
imponente figura de mujer de aquella �poca, no de lo que ahora es el estereotipo
de persona saludable, cada vez m�s similar entre hombres y mujeres.



No, por el contrario yo recuerdo a�n su imponente figura de
mujer, digamos jugosa. Piernas firmes, muslos gruesos aunque sin llegar a la
obesidad, gl�teos en forma de elipse, dignos de aquellas contundentes caderas
que siempre parec�an estar a punto de reventar las costuras de sus pulcros
aunque no por ello menos sugerentes vestidos o trajes sastre que a la moda
siempre usaba para cubrir su lindo cuerpo. Aquella inquietante figura de poco
mas del metro sesenta y cinco cent�metros de altura y con la opulencia de sus
pechos que quiz�s hasta un poco m�s grandes de lo debido podr�an haber resultado
para su no muy discreta anatom�a., misma que seg�n pude constatar en m�s de una
sola ocasi�n al ir tomado de su mano al caminar por la calle, ocasionaba que m�s
de un solo hombre al verla volteara la cabeza a su paso, para contemplarla con
aquellas extra�as miradas que hasta poco m�s tarde yo descubr� que eran no otras
si no las del m�s autentico y genuino deseo por ella.



Habiendo ella sido educada por mi abuela, una recia mujer de
Am�rica Latina quien se las vio negras para mantener a flote a sus hijos cuando
falto su marido, no fue si no hasta que conoci� a mi padre y este se le declar�
en matrimonio que, seg�n ella me hab�a dicho, dio su primer beso., pues de otra
manera habr�a sido mal vista y seguramente hasta echada de la casa por su madre.



Ella y mi padre se casaron al poco tiempo despu�s., siendo,
seg�n siempre he entendido, ella a�n virgen cuando lleg� al altar , mientras que
por parte de mi padre, as� como con otros tantos hombres a la usanza latina,
aquello simplemente no les era requisito alguno si no incluso hasta mal visto.
Pues incluso recuerdo como sin animo de ponerme a juzgarlo ahora, como en aquel
entonces para mi padre aquella cuesti�n de la fidelidad era meramente algo para
leerse en los cuentos e historias rom�nticas mientras que para ella serle fiel
simplemente era una raz�n m�s del matrimonio, as� como tener hijos para �l. El
adulterio era pues en si el peor de los pecados que una mujer podr�a cometer en
contra de Dios y mucho m�s inminentemente en contra de su marido.



Y es por todo aquel bagaje de informaci�n que para m�
entonces a�n muy corta edad, que simplemente voltear a descubrir lo que ocurr�a
en la parte inferior del compartimiento, sal�a por completo de lo que yo jam�s
hubiera siquiera pensado posible so�ar o imaginar. Mi Madre yac�a recostada
sobre sus espaldas casi totalmente desnuda de no ser la sola excepci�n de su
ancho y robusto portaligas de color claro que a modo de cintur�n ci��ndose a su
cintura, era la �nica prenda que todav�a permanec�a ajustada alrededor de su
cuerpo, encarg�ndose de mantener en su sitio las medias oscuras que a�n llevaba
puestas aquella noche, junto con sus alt�simos zapatos de tac�n y aquel aderezo
de perlas que rodeando su delicado cuello y brazalete que en juego con el mismo,
mi padre le regalara en su aniversario anterior y que supongo yo que ella quer�a
lucir para �l cuando lo encontr�ramos a la ma�ana siguiente.



Y all� estaba la s�bita visi�n de sus largas piernas
cubiertas de nylon., totalmente abiertas, separadas por completo cual patas de
un comp�s y sin la menor posibilidad de cerrarlas en tanto que el sujeto que se
encontraba acomodado entre las mismas no se apartara de encima del cuerpo de mi
madre.



El reflejo de aquel hombre el espejo, entre aquellos muslos
casados de mi madre y que hasta donde yo sab�a despu�s de ella �nicamente
pertenec�an a mi padre, y no obstante la anterior consideraci�n se encontraba �l
meramente profanando la santidad del matrimonio y nuestra familia, sino que para
colmo al observar un poco m�s , descubr� que no solamente �l hac�a algo
inapropiado de hac�rsele a una mujer casada sino que adem�s de esto, encajaba
hasta el fondo del cuerpo de mi madre el instrumento masculino m�s
descomunalmente grande y regordete que hubiera yo visto hasta ese momento.



Lanz�ndose hasta el fondo y justo al centro debajo de aquella
casi sagrada mata de vellos p�bicos, con sucesivas embestidas que a cada vez
aumentaban en intensidad, el penetraba hacia la intimidad de mi madre, entre sus
estirados labios femeninos que se abr�an cada vez m�s para aceptarlo por
completo y gozar cada cent�metro que �l pon�a a su entera disposici�n.
Empal�ndola por completo alrededor de su enardecida estaca.



Su miembro en verdad era inmenso y f�cilmente hubiera hecho
ver peque�o si no es que casi insuficiente al que yo recordaba haber visto a mi
padre., y yo no pod�a aunque me lo hubiere propuesto, dejar de mirar aquella
escena que inesperadamente se hab�a planteado frente a mis ojos. Simplemente no
pod�a creer lo que estaba yo observando., para mi contrastar aquella imagen
contra las palabras de mi madre y recordarla rezando durante alguna de aquellas
misas dominicales a las que me hac�a asistir para acompa�arla, era tanto como
notar la casi estridente contraposici�n del blanco y tierno cutis de su piel
contra la oscuridad de la oscura carne de aquel mulato que sin m�s tomaba
posesi�n de algo que por derecho no pod�a el jam�s haber so�ado con poseer.



Habiendo escuchado yo tantas veces, tanto a mi padre como a
ella misma respecto a la "gente morena" que viv�a escasamente en algunas
regiones de nuestro pa�s como en los Estados Unidos de Norteam�rica o alguna
isla caribe�a y dirigirse a ellos como simplemente feos y apestosos, vagos
buenos para nada. Llam�ndolos a todos por igual "morenos". Ahora simplemente
aquellas palabras lejos de carecer ya de ning�n significado., todas se volv�an
en contra de ellos y de mi mismo al estar yo en aquel instante en aquel sitio
donde sin mi querida madre suponerlo siquiera, me encontraba yo atento de c�mo
ella , una linda mujer blanca, de buena familia que hab�a asistido a los mejores
colegios, casada y madre de dos ni�os., sin m�s se entregaba por completo al
placer que otro hombre mucho mas joven que mi padre le estaba prodigando.
Llenando por completo aquella feminidad con su enorme, larga y sumamente gruesa
erecci�n.



Copul�ndola ferozmente con aquellas poderosas embestidas que
la hac�an gemir y balbucear de placer, mientras que en su propia agitaci�n entre
beso y beso que le daba a la oscura boca de aquel hombre, le musitaba no querer
que parara nunca de fornicarla, al tiempo que quiz�s dentro de su aturdimiento
sin ya darse cuenta de ello o importarle siquiera, cada vez que �l se replegaba
para tomar un nuevo impulso que clavara su carne contra el centro de mi madre.,
ella hac�a descender su cuerpo hacia el colch�n del camastro, para levantar
nuevamente su pelvis al buscar encontrar junto con �l, el momento preciso en que
con una nueva arremetida, pudiera poseerla hasta el �ltimo cent�metro de su ser.



Cuanto tiempo llevar�a ella entreg�ndose a �l antes de que yo
despertara, simplemente no lo sabr� nunca, pero desde del momento en que los
descubr�, mi madre parec�a encontrarse en un estado de �xtasis sin importar ya
nada de lo que la rodeara, disfrutando aquel oscuro instrumento d�ndole todo
aquel placer que parecer�a ella jam�s haber sentido antes dentro de su ser.
Cuando de pronto de manera casi simultanea al momento en que al escuchar el
ruido que hac�a el inodoro del camarote al ser evacuado, por unos breves aunque
angustiosos segundos tras percibir aquel ruido del agua descarg�ndose, trat� de
volver a simular encontrarme totalmente dormido dejando casi de respirar por
completo dado el extremo temor que sent�a de poder ser pillado despierto y
mirando aquellas cuestiones de adultos mayores., aunque sin poder evitar por
otro lado que mi cuerpo pareciera tremolar inconteniblemente ante aquella
palpitante sensaci�n que me hac�a sentir como s� cada mil�metro de mi piel se
erizar�.



No obstante mis peores temores, nada ocurri� y mi estado de
lucidez no fue descubierto, por lo que en cuanto hube percibido que m�s all� de
mi espacio vital las cosas segu�an su curso, sin que hubieran sido afectadas por
la imprudencia de haberme despertado en aquel inoportuno momento, deduje que lo
peor que para mi en ese momento podr�a haber sucedido simplemente y para mi
propio confort no hab�a ocurrido., me calm� lo suficiente para intentar abrir
apenas ligeramente los p�rpados y mirando entre mis pesta�as, descubrir la
figura de otro hombre a�n vestido. Y cuya piel contrastando contra la tela de su
indumentaria alcanzaba yo a adivinar incluso m�s oscura que el de la del que se
encontraba gozando entre las piernas de mi madre.



Se encontraba todav�a vestido, con lo que parec�a ser un
traje en color gris claro y a rayas que me parec�a ya ser conocido o al menos
haber visto recientemente., pero al parecer comenzaba ya a despojarse de sus
prendas sin prestar la menor atenci�n a la litera en la que yo me encontraba
observ�ndole con el mayor de los sigilos, hasta que tras desabrochar el cintur�n
y bajarse los pantalones sin haber perdido un solo instante de la acci�n que se
desarrollaba en le camastro inferior, ni a�n siquiera cuando al parecer como
todo un experto, agach�ndose hasta el suelo hizo pasar sus negros zapatos a
trav�s de las piernas de los mismos y sus calzoncillos de manga larga, para
despu�s incorporarse nuevamente y mostrar ante m� que se encontraba ya
totalmente preparado para entrar en combate al lado de su compa�ero y en contra
de la hasta ese d�a para mi, distinguida y bien portada esposa de mi padre.



Un enorme pene que al menos en aspecto, para nada sucumb�a en
poder�o ante el de su amigo., se encontraba ya irgui�ndose al frente de su
cuerpo mientras de que su entusiasmado due�o permanec�a en pie parado justo al
lado de la puerta del sanitario, en tanto que este se limitaba �l �nicamente a
ver la escena que se presentaba justo debajo de mi y seguramente esperaba su
turno de estar con aquella angelical se�ora que se hab�a decidido a
entreg�rseles como solamente con mi padre yo la consideraba capaz de estar y
dejarle tener su oportunidad de acomodarse entre sus piernas de mujer casada
para permitirles acoplar a ella su cuerpo como s�lo marido y mujer deber�an de
poder unirse.



Entonces ya cuando not� que �l �nicamente concentraba su
mirada en la acci�n y el cuerpo del que pronto tomar�a posesi�n, pude relajarme
un poco m�s y aventurarme nuevamente a mirar hacia abajo, para descubrir
parcialmente ca�dos sobre la maleta de mi madre, mas bien amontonados en el piso
del compartimiento, la oscura tela del traje del �ltimo sujeto a quien hab�a yo
visto desnudarse ., casi entremezcl�ndose con los blancos pantalones y polainas
de las botas de color oscuro del otro sujeto, y sobre la maleta en cuesti�n un
kep� gris acompa�ada de otra en color blanco., que hab�an sido dejados encima de
una chaqueta del mismo color. Y poco m�s cerca de la litera, casi fuera de mi
alcance visual, aparec�a el vestido que mi madre hab�a estado usando aquella
tarde durante la cena que tuvimos en el vag�n comedor y sus prendas �ntimas de
las cuales hab�a sido despojada por aquellos sujetos antes de que yo me enterara
o pudiera hacer algo para recordarle aquella fidelidad de la que tanto me
hablaba o en ocasiones la hab�a yo escuchado presumir ante sus amistades.



Y fue entonces que volviendo nuevamente la vista hacia donde
se encontraban aventadas casi sobre el piso las vestimentas de aquellos dos
hombres, al observar nuevamente con mayor detenimiento y descubrir algunas
placas que supongo yo que eran condecoraciones debidas a la osad�a demostrada en
alguna batalla o tal vez la disciplina y mansedumbre mostrada ante sus
superiores., cundo ca� en cuenta de cuales podr�an ser la identidad de al menos
uno de aquellos individuos invitados a nuestro camarote por mam�, y que no era
otro si no uno de aquel par de hombres, ante los cuales ella no se hab�a
mostrado especialmente contenta por haber tenido que compartir nuestra mesa
durante la cena dada la falta de espacio y sobre cupo que el tren presentaba.
Teniendo que aceptar sentarnos a comer con aquellos "morenitos" como amablemente
les llamara en ese momento mi madre.



Seg�n las pocas palabras que puedo recordar a mi madre haber
cruzado con �l por cortes�a durante la comida, ambos acababan de completar su
adiestramiento en la Base Central de la Secretar�a de Marina que se encontraba
en la misma ciudad donde viv�amos y hab�an tomado el tren para integrarse a la
zona naval que les hab�a sido asignada y que resultaba encontrase muy cercana al
puesto fronterizo donde mi padre se encontraba prestando sus servicios de
supervisi�n.



Y algo tambi�n hab�an mencionado respecto a haber estado
encerrados durante mas de tres meses sin probar bocado alguno que les calmara el
hambre y no haber tenido siquiera tenido tiempo para poder relajarse y salir a
celebrar el fin del curso en compa��a de sus novias antes de recibir de sus
superiores en el mismo plantel las instrucciones para integrarse a sus unidades
en aquel puerto al norte del pa�s.



Sin embargo, lo que yo que yo no pod�a en aquel ins�lito
momento comprender era como mi querida madre hab�a cambiado tan abruptamente su
parecer, pasando adem�s de todo de distinguida y fina dama que bajo cualquier
circunstancia rechazar�a a unos humildes "nacos" a la mujer que ahora ve�a yo en
aquella situaci�n entregando su exquisito cuerpo a semejante personaje, am�n de
transformarse ante mis propios ojos de adorable y abnegada mujer madre de dos
hijos y respetuosa esposa de mi padre, para simplemente convertirse en una de
esas mujeres de las que tanto la hab�a yo escuchado hablar., una adultera mujer
que enga�aba a su marido con el primero que le sal�a al paso, seg�n recuerdo que
era la frase que empleaba ella al mencionarlas con sus amigas.




1� Parte /Intermezzo


Aunque con el correr de los a�os supongo que pude excusar
aquel u otro desliz que ella pudiera haber tenido con estos o algunos otros
hombres debido a su propia naturaleza y en el caso muy concreto de que se
trataba, a la falta que le hac�a desde hac�a algunos meses atr�s pasar al lado
de mi padre lo que actualmente llamar�amos "tiempo de calidad"., aun cuando no
puedo siquiera imaginar que mi padre no hubiera ya para esas alturas de su
estancia en aquel lugar, haber buscado por su lado alguna emoci�n que le hiciera
menos pesada su estancia alejada de nosotros y de nuestra madre. Mientras que
por el otro lado no siendo ya en aquel entonces tan inocente, bien podr�a yo
imaginar que aquella falta de caricias tanto por su parte como la de aquellos
dos j�venes a quienes se les hab�a negado todo contacto con alguna mujer y mucho
menos una tan agraciada como lo era ella, sin duda convertir�a a aquella noche
en lo que sin duda resultar�a todo un carnaval de ansiedad y placeres.



Al parecer la parte de la acci�n que yo me perd� no se inici�
mientras me hab�a quedado dormido, si no m�s bien cuando terminamos nuestra cena
y que en vez de despedirse, el oficial de la Marina junto con uno de sus
compa�eros nos siguieron a lo largo de los vagones del tren hasta que nos vieron
entrar a nuestro camarote, notando de esa manera el numero que indicaba la
puerta del que usar�amos para pasar la noche y tras despedirse de nosotros y mas
particularmente de mi madre, se excusaron para dirigirse hacia el vag�n fumador,
donde pretend�an fumar alg�n cigarrillo sin molestar al resto del distinguido
pasaje.



Fin/Intermezzo




Que la exquisita presencia de mi madre les hubiera atra�do ,
no era algo que no hubiera notado yo, m�xime si en alg�n momento antes de
encaminarnos hacia nuestro camarote, cuando a�n estaba el sujeto aquel en
compa��a de su amigo a ambos los hab�a yo alcanzado a sorprender ajust�ndose los
pantalones como en alguna ocasi�n hab�a yo visto a algunos compa�eros del
colegi� hacer cuando por accidente o falta de cuidado a nuestra maestra de
literatura se le alcanzaba a notar un poco m�s de lo habitual al sentarse o
subirse sobre su silla del sal�n para bajar cosas de alguno de los estantes. O
entre ellos mismos compart�an el momento de ver a escondidas de casi todo el
mundo, las im�genes que dentro de las revista para caballeros que hab�an
encontrado hasta el fondo del bur� de sus padres o hermanos mayores, aparec�an
de bellas mujeres en distintas fases de desnudez o vestimentas provocativas.



Sin embargo todos los dem�s incidentes o motivos que
orillaron a que mi madre despu�s de haberme quedado dormido y ganaran ellos su
confianza a tal extremo de convencerla para que los recibiera en nuestro
gabinete no los conozco del todo, aunque aparentemente seg�n ella me comentara
al d�a siguiente sobre el Marinero. Este regres� poco m�s tarde despu�s de
terminar su cigarrillo para charlar un poco con ella, dici�ndole que despu�s de
aquellos tres meses pasados en la instrucci�n Naval, muy a su pesar esa ser�a la
�nica noche que pasar�a franco antes de alistarse para zarpar a patrullar las
costas de nuestro teritorio y no hab�a tenido tiempo para celebrar. Por lo que
si a ella no le molestaba, le gustar�a al menos brindar con alguien por los
grados obtenidos, para lo cual ten�an un licor que hab�a conseguido en la
ciudad.



Petici�n a la que seg�n ella me dijo, accedi� m�s que otra
cosa para evitar que alguien m�s adem�s del Portero de nuestro Vag�n o alguno
otro de los pasajeros la pudiera llegar a sorprender platicando a esas horas en
la puerta del camarote con un sujeto que pese a la honorabilidad que su uniforme
le conced�a, era de otra clase tan distinta a la nuestra y pudiera haber pensado
algo malo de ella o de nosotros., y no tanto por la cortes�a de invitarlo a
pasar para continuar conversando con �l o antoj�rsele el licor que amablemente
le ofrec�a compartir con ella.



La verdad es que al paso del tiempo, poco a poco fui
descubriendo que a partir de esa noche, a�n cuando originalmente estaba un poco
mal visto por nuestra religi�n que una dama bebiera en compa��a de extra�os., mi
querida madre que no sab�a mucho de bebidas alcoholicas, se aficiono mucho a una
bebida en especial que no era otra que la misma que esta persona le hab�an dado
a probar y aunque a veces cuando la tomaba en compa��a de mi padre no le
ocasionaba efectos semejantes a los conseguidos por aquel hombre o algunos otros
de sus amigos que llegaron a frecuentar nuestra casa durante las largas
ausencias y viajes que este ten�a que hacer por motivos de su trabajo.
Resultando que a la fecha, al menos en mi pa�s aquella bebida, aunque es de
f�cil consumo y venta, no goza de muy buena reputaci�n dado que frecuentemente
es asociado su uso entre otras cosas adem�s de recetas de cocina, para la
elaboraci�n de un cocktail que llega a producir cierto grado de sopor o digamos
m�s bien que se podr�a considerar como un potente afrodis�aco, de efectos
similares aunque no tan tremendos como los del rophinol.



1� Parte /Parte 2




El caso es que mi madre acept� que ellos entraran y le
sirvieran de aquella bebida que trajeron para celebrar sin saber a ciencia
cierta lo que le hubieran podido haber vertido antes de servirle., y de
cualquier manera aun cuando ellos no le hubieran puesto nada extra a la
botella., la mera agitaci�n que deb�a de estar ella experimentando ante la
emoci�n de volver a reunirse con mi padre tras aquel tiempo de espera, podr�a
bien haber hecho la diferencia de que el simple licor que ella ingiriera le
facilitara las cosas., pues seg�n he podido comprender, despu�s de haber tenido
a mi hermano, ella parec�a permanecer en la b�squeda de algo de la pasi�n
perdida y falta de afecto durante las muchas ausencias que mi padre hab�a tenido
desde su nacimiento, teniendo al igual que muchas otras mujeres de su edad,
anhelos y necesidad de sentirse amada y atra�da por el sexo opuesto. Y es por
eso, creo yo que quiz�s estos "morenos" simplemente llegaron en el momento
preciso en el cual ella se encontraba mas susceptible y con ganas de sentir lo
que la vida adem�s de la familia le pod�a ofrecer.



Simplemente era en ese momento la quintaesencia de la mujer
casada., codiciada presea para cuanto hombre hubiere propuesto a tentarla y
gui�ndola, llevarla hasta el lecho sobre el cual le arrancar�a por completo
aquella integra imagen de casta madurez, belleza, fidelidad y decencia femenina.
En suma, era ella el mas preciado bocado para un aventurero como aquel ser casi
inferior a nosotros., y que tan s�lo buscaban saciar sus bajos instintos con
quien primero se les entregara.



Una mujer madura, lista para ser tomada sin reparar en las
consecuencias que aquella inesperada escena pudiera traer y que ahora suspiraba
al mismo tiempo que su respiraci�n se volv�a cada vez m�s agitada con forme
avanzaba la intensidad de las embestidas que su cuerpo candente recib�a de aquel
hombre.



Mientras que �l anunciando la victoria sobre la indefensa
presa que esta noche el destino le hab�a ofrecido para su deleite, adem�s de
levantar con su fren�tico vaiv�n la temperatura de nuestro reducido espacio.,
pronto comenz� a agitarse m�s de lo que hab�a venido haciendo al golpetear con
toda la ferocidad de su bragadura, hasta que m�s bien parec�an ya golpes secos
que arremet�a incesantemente contra el delicado objetivo situado entre las
piernas de mi madre. Proclamando claramente ante ella y a quien adem�s de su
compa�ero pudiera haber estado presente en nuestro compartimiento o
circunstancialmente haber estado pasando en ese momento por el pasillo o
escuchando desde los camarotes contiguos o de alguna otra manera saber que
aquella espera de m�s de tres meses para su cuerpo pronto llegar�an a su fin,
dando lugar al momento en que toda la juventud y reciedumbre de su preciada
simiente estallar�a dentro de aquella dedicada mujer ama de hogar, a quien
apenas un par de horas atr�s se hab�a topado en su camino.



Aun cuando �l y su otro acompa�ante sab�an bien que aquella
mujer a la que estaban por seguir fornicando mientras durara la noche, en el
mismo compartimiento que hab�an escogido para su carnaval de placer, iba en
compa��a de sus dos hijos., no ten�a prisa alguna m�s all� que la paciencia de
su compa�ero que parec�a mas bien estar disfrutando el espect�culo y tomarse las
cosas con calma para esperar su turno. Sin embargo por lo que se ve�a dicha
tranquilidad y exceso de tiempo para deleitarse en el cuerpo de mi madre a �l no
le importaban, sino que m�s bien parec�a en vez de preferir hacerle el amor
lentamente, tener mas prisa por dejar que toda aquella ansiedad acumulada dentro
de su ser, se derramara cuanto antes y su oscura semilla la inundara por
completo.



Hasta que de pronto con un par de profundas estocadas
finales, ya no tan violentas aunque si intensas, el moreno aquel encajo la
entera extensi�n de su miembro dentro de la c�lida abertura de mi madre que
entre sollozos y gimoteos, lo acept� por completo, al mismo tiempo en que
colg�ndose de su cuello con sus delicadas manos se atenaz� firmemente de �l para
acercar a los gruesos labios del hombre su boca y buscar con los suyos
propinarle un ardoroso beso que en ese momento mas que de pura pasi�n, parec�a
un vano intento por ahogar sus cada vez mas escandalosos y pla�ideros gemidos
que sin poder controlar sus propias reacciones ante la inexorable proximidad del
m�s atronador orgasmo que a la fecha yo recuerde haber presenciado a ella o
alguna otra mujer.



Al sujetarse a su cuello en esa manera, a�n entre la
agitaci�n del momento, pronto capt� mi atenci�n en el espejo un discreto
resplandor que como si tuviera luz propia y no por deberse en s� su titilante
fulgor a la incandescencia de la �nica l�mpara que a�n permanec�a encendida
dentro del gabinete., s� produc�a ocasionalmente alrededor de una de las
falanges de sus fin�simos dedos, alrededor de la cual, silente de forma similar
a la misma en que intentaba casi volverme invisible por completo para no acusar
m�s mi presencia en aquel sitio., aunque sin poderlo lograr tambi�n como yo lo
hacia, al mover ella sus manos como si en vez de dedos, garras tuviera
afianz�ndose sobre la piel del sujeto, dejaba una y otra vez reflejarse ante el
cristal y mi disimulada mirada, la orgullosa y poco modesta luminiscencia
producida por el dorado metal y fiel solitario brillante que lo coronaba como
s�mbolo de aquellos votos de amor, pureza y lealtad que en alg�n momento de sus
vidas jurara ante mi padre y sus dem�s conocidos al decidir unir sus vidas ante
el altar. Y que sin embargo a partir de ese momento ya solamente ver�a como un
simple ornato alrededor de uno de los dedos de mi mam�.



Y en eso estaba yo, absorto en mi buc�lica contemplaci�n de
la puesta en escena gratuita que mi madre se encontraba protagonizando, casi por
completo siendo cubierta su encantadora figura bajo el peso de aquel vigoroso
hombre cuando de pronto alcanc� a percibir su cuerpo tensando cada m�sculo de su
anatom�a, al mismo tiempo que por primera vez ,comenzaba a gru�ir o quiz�s mas
bien bramar como un miura embravecido que aun pese a su poderoso trap�o hubiera
sido herido de muerte.



Mientras tanto que mi madre con las piernas todav�a en el
aire, sin haberse atrevido siquiera por un momento a bajarlas nunca de la
posici�n en que aquel se las acomodara con los elegantes y afilados tacones
apuntando hacia la cubierta inferior del camastro desde donde yo justo al lado
de mi hermano menor los espiaba., por fin prob� a dejarlas caer sobre la oscura
cintura del joven marino, aprisionando con todas sus fuerzas aquella figura que
tanto placer le hab�a estado prodigando, hincando incluso en mas de una ocasi�n
en �l sus tacones, como si en vez de un hombre lo que tuviera ella entre las
piernas., mas bien se tratara de una amazona a la que no importando dejar por
completo extenuada a su briosa montura, buscara exprimir de una sola vez toda la
vitalidad de la que esta pudiera ser capaz antes de desfallecer entre sus muslos
y caer agotada.



� �Damelos, damelos., damelos todos!! � era la �nica frase
que mi mam� repet�a incesantemente una vez que logro articular palabras en vez
de gemidos, en tanto que continuaba prendida al cuello del dichoso sujeto y se
manten�a fustigando con la parte posterior de sus zapatos, encajando
ocasionalmente en la carne las puntas de aguja de sus tacones.



� �Ah� te van so puta !!., t�malos todos para que llegues
cargando otro chamaco la pr�xima vez que veas a tu marido... � Eran las palabras
que en respuesta le daba aquel hombre a voz en cuello, sin importar que alguien
a dem�s de su amigo pudiera escucharlo e imaginarse lo que ocurr�a dentro de la
privacidad de nuestro camarote.



� Ohhh Ouuughhh Oohhhsssss�sssssi, siiii, siiii ohh s�siii,
Mi Maa�ahhh, Maacho!!!... Damelos todos, emp�pame y riiee�ehhh�gaaame toda con
tus... Ohhhh Bonito, Paaa�aaapi Sii, si damelos !!.. � Alcanzo a�n a recordar mi
madre dando gemidos lastimeros, al tiempo que parec�a con sus viles palabras,
alentar a�n m�s al sujeto que junto con el placer le arrebatara algo m�s que su
honestidad y decencia..



� Eso es putita, t�malos que ah� te van todos
junto�ooohhhhhsss siiiii...� Vocifer� aquel al mismo tiempo en que mientras
volteando a ver al otro hombre, le sonre�a apretando sus blancos dientes y
empujaba su venenoso espol�n todav�a m�s contra el fondo del c�liz de mi madre
para derramarse por completo en su interior y luego volver a parecer que se
desfallec�a en un id�lico trance placer, pero no sin antes declarar al otro
hombre que esperaba expectante � ...Vaya con la Zorrita mi e � e � stimado buen
ahhh migo., no sabe lo que le espera a ust � ed �!!!, se est� viniendo enteri -
ita aahhh alrededor de mi verg � aahhooouuughh.



� Ap�rese ya pues que tengo que regresar a mi puesto! y no
quiero perder mi chance de empaparle su hoyito a la se�o� antes que alguien me
llam� o se de cuenta que en vez de atendiendo al pasaje estoy aqu� con usted
despach�ndonos a la damita y vayan a reclamar !! � Por fin habl� el otro hombre
que no resulto ser otro m�s que el Portero de nuestro vag�n.



Aunque de todas maneras tuvo que esperar y desde donde ahora
el impaciente se encontraba parado., contemplar el momento en que mi madre,
recib�a dentro de su ser todo aquella explosi�n de esperma que el joven Marino
le depositaba casi hasta el fondo de la matriz, en tanto que ella , ya
totalmente abandonada a la lujuria y el placer que aquella primera y adultera
copula, con la que al menos ante m� marcar�a el nacimiento de una nueva mujer a
la que hasta ese d�a no conoc�a., entre su agitaci�n, moviendo fren�ticamente de
un lado hacia el otro su enardecida cabeza parec�a querer morir de amor en ese
mismo instante. Hasta que finalmente busc� con sus labios aprisionar la lengua
de aquel hombre para entregarle un �ltimo regalo de su persona para agradecerle
tan inmenso goce.



Como si al entregarle aquel intenso beso quisiera volverse
suya y quedar marcada para siempre como su mujer al mismo instante en que
recibiendo todo aquel potente veneno creador de vida proveniente del aguij�n de
aquel hombre, cada nervio de su ser pareci� centrarse �nicamente en las
proximidades de su delicada feminidad para que contray�ndose alrededor de la
encendida masculinidad de forma m�s natural que voluntaria, parec�a querer
extraerle hasta la m�s m�nima gota de la vital sustancia que le pudiera ofrecer
para su beneficio., en tanto que daba la clara idea de querer decirle de una
manera casi animal de primitiva mujer en celo que ofreci�ndose al placer del
macho que la quiera tener y poseer como hembra marcada de su propiedad ante los
dem�s miembros de su especie, con sus labios pero sin mediar palabra alguna
pudiera haberle querido pedirle desde lo m�s hondo de su ser ..." G�zame m�s mi
Macho...!"







Karl Orrs , G.O. Tigers � El Relator y � Jordy Xors








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Parte 1 / Escena 3






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Relato: Secretos y Memorias de una Madre (01)
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