Relato: Objetivo: mi suegra



Relato: Objetivo: mi suegra

"OBJETIVO: MI SUEGRA"



Mi historia comienza con un hecho desgraciado, la triste
muerte de mi esposa, despu�s de una penosa enfermedad. Qued� viudo con 32 a�os y
con un hijo peque�o que entonces ten�a 4 a�os. Al quedarnos solos la vida se
complic� bastante porque no me pod�a permitir abandonar el trabajo que entonces
ten�a, y deb�a incluso echar horas de m�s para aumentar un sueldo que algunos
meses ven�a escaso. El problema adem�s se acrecentaba con la corta edad de mi
hijo, al que no quer�a separar de mi bajo ninguna circunstancia, pero yo s�lo
casi no me pod�a hacer cargo de �l y toda mi familia se hallaba en otra ciudad
muy lejana a la nuestra. Mi agobio y mi apretada situaci�n se ver�a aliviada al
menos por un tiempo cuando mis suegros y abuelos de mi hijo decidieron venir a
pasar el verano a nuestra casa.



Gregorio era el nombre de mi suegro y Roc�o el de mi suegra.
Ambos quer�an mucho a mi hijo, sobre todo ella, que se desviv�a en atenciones
con el ni�o y porque no decirlo, conmigo tambi�n, dici�ndome que estaba muy
desmejorado y que necesitaba comer mejor, por lo que prepar� durante aquel
tiempo exquisitos guisos. Fue un tiempo en que me sent� c�modo con la presencia
de Gregorio y Roc�o, porque sent�a que aquello era como una peque�a familia,
sal�amos juntos a la calle los fines de semana y compart�amos todo el tiempo que
pod�amos juntos, porque por otro lado yo no sosten�a en aquel entonces s�lidas
amistades con nadie de por all�. Fue esto concretamente lo que llev� a mi suegro
a plantearme una conversaci�n en la que me pregunt� si no ten�a la necesidad de
salir con ninguna mujer y tener relaciones sexuales. Aquella charla me
sorprendi�, pero �l me tranquiliz� dici�ndome que en todo caso buscar a una
mujer ser�a lo normal y que si �l estuviese en mi situaci�n seguro que lo har�a.
As� que le confes� que verdaderamente ten�a ganas de hacerlo, pero que con �l y
con su esposa all� pues me sent�a bien y que quiz� con la presencia de ambos no
ser�a adecuado traer a ninguna chica a casa, aunque era cierto �le dije- que se
me iban los ojos detr�s de cualquier mujer. Esto que dije provoc� en el una
reacci�n inmediata que le hizo preguntarme:




�De verdad que miras a muchas mujeres?


Si �dije yo- pr�cticamente a todas.


�Incluso a Roc�o, mi mujer?


�No! �Qu� dices Gregorio? Ella es mi suegra y la respeto,
al igual que a ti.


No te creo �me dijo- porque Roc�o tiene un culo fabuloso
y alguna vez se lo habr�s mirado con ganas, lo mismo que hacen muchos
hombres por la calle.


Por favor dejemos el tema, esto no tiene gracia.


Como quieras �dijo �l- pero no creas que me voy a enfadar
si miras a mi mujer.



As� se qued� la cosa. Escap� algo avergonzado de aquella
conversaci�n pero he de admitir que s�, que m�s de una vez me hab�a quedado
mirando el culo y las tetas de mi suegra y que la encontr� poderosamente
atractiva para la edad que ella ten�a, pero es que despu�s de que mi suegro me
dijese todo aquello a�n la mir� m�s y lo que fue peor, comenc� a elaborar
fantas�as er�ticas con aquella mujer en el transcurso de muy pocos d�as
transcurridos desde aquella charla. Gregorio por su lado no dejaba de
sonre�rme cuando los dos nos hall�bamos en presencia de Roc�o, se�al�ndome con
la mirada hacia el culo de su mujer si ella se encontraba de espaldas o
haciendo gestos obscenos sin que la mujer lo advirtiese. Pens� que era un
pervertido, pero a decir verdad aquello solo aviv� el fuego de mi deseo,
haci�ndolo cada vez m�s intenso, hasta el extremo, he de confesarlo, de que
comenc� a masturbarme teniendo como objeto de mis anhelos sexuales a mi
suegra. Sent� algo de malestar por ella, pues siempre hab�a sido buena y
respetuosa conmigo, pero desde luego no ten�a la sensaci�n de estar
traicionando a mi suegro, ya que era el �nico responsable de que yo hubiese
llegado a tal situaci�n. El caso es que a partir de entonces no tuve m�s
aspiraci�n que ella y olvid� la atracci�n que en semanas anteriores hab�a
tenido por determinadas mujeres (compa�eras de trabajo, vecinas, etc).
Gregorio llevaba raz�n: cuando �bamos por la calle o entr�bamos en alg�n
restaurante los hombres lanzaban m�s de una mirada furtiva hacia Roc�o, cosa
que a m� me provocaba celos, algo que nunca hab�a experimentado, y el caso es
que con su marido no me ocurr�a; mi suegro la pod�a acariciar, besar o darle
una palmada en el trasero que era algo que no me molestaba. Es m�s, seguro que
si los espiaba mientras follaban ser�a algo que me excitar�a una barbaridad.
Me pregunt� entonces si lo har�an a menudo y me propuse averiguarlo.



Como era pleno verano y hac�a calor casi todas las puertas
del piso permanec�an abiertas durante la noche para que el aire corriese, as�
que una noche, un buen rato despu�s de habernos ido todos a la cama, me
levant� para acercarme hasta el dormitorio de mis suegros cuya puerta se
hallaba semiabierta. Estaban hablando y esto fue lo que o�:



-...mira Roc�o �dec�a mi suegro- no puedo tomar tan a
menudo una viagra para conseguir una erecci�n, podr�a darme un ataque al
coraz�n o algo por estilo...


- S�, lo s� �le dijo ella- pero es que tengo m�s ganas de
follar que nunca...


- S� como te pones con el calor mujer, y no creas, a mi
tambi�n me apetece hacerlo.


- Entonces �por qu� no te tomas una de esas pastillas esta
noche?


- Ya te he dicho que no. Creo que hay otro modo de que se
me ponga tiesa sin tener que recurrir a f�rmacos. Esta noche si quieres te
como el co�o, te lo hago con el dedo o cogemos un pl�tano a ver que tal.


- �Dices que conoces un modo para que se te ponga tiesa?


- S�, ya te contar�, pero quiz� tengamos que variar algo en
nuestros h�bitos sexuales.


- Lo que haga falta �dijo Roc�o, presa de la excitaci�n
sexual-. Y ahora dime �qu� hab�as propuesto de un pl�tano?



Los dos rieron con aquello del pl�tano, pero no se trataba
de ninguna broma, porque mi suegra se levant� de la cama y se dirigi� a la
cocina en busca de aquella "fruta prohibida". No pudo verme porque yo me
hallaba oculto en la oscuridad, pero yo a ella si, y con mucho detalle. Iba en
bragas y en sujetador, y verla as� me hizo sentir deseos de abalanzarme sobre
ella, tumbarla sobre el suelo y abrir sus piernas para perforar su anhelado
co�o con mi verga que estaba totalmente tiesa despu�s de haberlos o�do hablar
sobre aquel tema y de haberla visto a ella pasearse casi desnuda por la casa.
Mi suegra regres� inmediatamente de la cocina con un pl�tano en la mano y se
lo entreg� a su marido dici�ndole que era el �ltimo que quedaba. Ambos rieron
y advert� que pronto dieron comienzo a sus juegos ya que no se cuidaron en
reprimir sus gemidos de placer, sobre todo ella, que probablemente ya se
hallaba con el pl�tano entero metido en la h�meda cueva de su chocho. Gregorio
hablaba a su mujer con las palabras m�s malsonantes y atrevidas, lo que ella
agradec�a enormemente pues aumentaban su excitaci�n:



- �Te gusta esto puta asquerosa?


- �Siiiii...! �dec�a ella entre gemidos- sigue metiendo y
sacando ese pl�tano, �no pares!


-�Toma esto zorra...!



Mientras me estaba yo haciendo una violenta paja all� mismo
en la puerta de su dormitorio, escuchando sin ser visto e incluso plante�ndome
irrumpir all� dentro a ver si me dejaban entrar en el juego. Pero eso no era
m�s que una fantas�a loca que no llegu� a cumplir, solo me corr� reprimiendo
un grito de satisfacci�n dejando todo el suelo a mis pies lleno de semen, el
cual ni me molest� en limpiar porque al d�a siguiente estar�a seco y porque si
lo ve�an me daba igual que tipo de preguntas se hiciesen. As�, mientras yo
eyaculaba, mi suegra experimentaba su triunfal orgasmo con el pl�tano dentro.
Al acabar parece que ambos compartieron la fruta comi�ndose la mitad cada uno.
Todo qued� en silencio y me fui a dormir, sin que mi cabeza parara de darle
vueltas a lo que hab�a sucedido.



Al d�a siguiente, durante la comida hubo la misma
normalidad que siempre, aunque yo ve�a en cierto modo a mi suegra de otra
manera. La respetaba s�, pero me sorprend�a de ella hasta que punto llegaba
durante el acto sexual: su desinhibida forma de jugar a lo que le propon�a el
marido, las palabras que empleaba y el consentimiento que daba a las
palabrotas que le profer�a Gregorio. Para cualquiera Roc�o podr�a ser como una
vulgar puta dado su comportamiento, pero para mi no dejaba de ser la gran
se�ora que hab�a sido siempre y por eso ten�a muy buen concepto de ella, si
bien era verdad que la deseaba como a nada en este mundo. El d�a trascurri�
como otro cualquiera. Mi suegro y yo habl�bamos de cualquier cosa mientras
Roc�o jugaba y daba de cenar al ni�o para despu�s acostarlo temprano.
Posteriormente nos tocaba cenar a nosotros y mientras Gregorio y yo
continu�bamos charlando, Roc�o iba y ven�a de la cocina con la cena preparada.
Ambos la mir�bamos, pues en m� ya no hab�a recato con �l delante. Miraba el
culo de mi suegra y sus enormes y apetecibles tetas cuando se inclinaba ante
nosotros para depositar un plato. Su marido estaba orgulloso de ella y yo
complacido de tenerla en casa. Nos pusimos a cenar los tres juntos y Gregorio
empez� a piropear a su mujer dici�ndole que si era una gran cocinera, una gran
esposa y despu�s diciendo tambi�n que �l era muy afortunado al tenerla
consigo. Adem�s �l mismo me pregunt� que opinaba yo, y con algo de timidez le
dije que ten�a raz�n, que Roc�o era una mujer que val�a mucho y que adem�s era
muy guapa.



-�Solamente guapa? �pregunt� Gregorio.


- Bueno, tambi�n muy hermosa �dije yo con algo de rubor,
haciendo al mismo tiempo que Roc�o se ruborizase.


- Guapa, hermosa, �y que est� muy buena, adm�telo! �dijo
�l.


- �Pero qu� cosas dices! �le reprendi� sin demasiada
energ�a su mujer- Gregorio cuida que cosas dices delante de nuestro yerno.


- No te enfades Roc�o �le dije yo- es evidente que eres una
mujer atractiva, eso no hay quien lo niegue. No hay nada de malo en que lo
digamos nosotros.


- As� se habla �concluy� mi suegro.



Mi suegra se hab�a puesto roja como un tomate, pero no
parec�a que aquello le hubiese desagradado, sino todo lo contrario, pareci�
que le hab�a gustado e incluso por como habl� y se movi� despu�s daba la
impresi�n de que coqueteaba un poco.



- Bueno �dijo ella a continuaci�n- �qu� quer�is de postre?


- Un pl�tano �ped� yo con algo de malicia-.


- No hay �dijo.


- S� �contest� mi suegro casi a carcajadas- aqu� en esta
casa debe haber alguien a quien le gusten mucho los pl�tanos y no deje ni uno
en la despensa.



Mi suegra se volvi� a poner otra vez colorada y dio un
peque�o cachete a su marido por la poca gracia de la broma, pero al mismo
tiempo ella se re�a. Las conversaciones y las palabras de doble sentido de
aquel matrimonio empezaban a ser para m� una fuente de morbo milagrosa, justo
lo que yo necesitaba para arder de excitaci�n. Despu�s de la cena los tres nos
sentamos a ver la tele. Ellos se sentaron en un sof� el uno junto al otro y yo
enfrente en otro sill�n. Pasaron los minutos y poco a poco mi suegra se fue
quedando dormida junto a su esposo, reclin�ndose en el sill�n para descansar
mejor y apoyando medio cuerpo en Gregorio, el cual le fue dando caricias
durante todo el rato en la cara, en el pelo y en el cuello. Esto era
inofensivo y ella no le dio importancia antes de quedarse profundamente
dormida. Fue entonces cuando Gregorio aprovech� para empezar a acariciar los
senos de su esposa delicadamente por encima de la blusa que ella llevaba
puesta. �l solo miraba hacia la tele, pero yo los miraba a los dos atra�do por
lo que empezaba a ser una morbosa escena. Seguro que mi suegro era consciente
de que los observaba y quiz� por eso fue a m�s y descubri� uno de los enormes
senos de Roc�o; yo me remov� en mi asiento de pura excitaci�n, pues aquello
era m�s de lo que pod�a imaginar en las perversiones de mi suegro.
Seguidamente descendi� con una de sus manos a acariciar las pantorrillas de
aquella mujer que inocentemente dorm�a. Toc� sus piernas, sus muslos y
ascendi� poco a poco hasta las bragas, pasando la palma de su mano por toda
aquella zona. Mi suegro me mir� durante unos instantes directamente a los
ojos. Ninguno dijimos nada, pero yo le desafi� con la mirada a ver hasta donde
era capaz de llegar y �l entendi� el mensaje.



No lo dud�. Apart� las bragas de Rocio y comenz� a
acariciar todo el co�o, para despu�s meterle dos dedos y frotarlos en el
interior de la vagina. Yo miraba excitad�simo y a pesar de tener mi polla m�s
tiesa que nunca no pude sac�rmela para hacerme una paja pues me daba mucha
verg�enza. Pero mi suegro prosegu�a con sus manejos y mi suegra aunque
dormida, temblaba de placer, solo que conforme el mete y saca de los dedos en
el co�o iba adquiriendo m�s velocidad, ella fue despert�ndose. Con los ojos
entornados disfrut� durante unos minutos, quiz� pensando que aquello le estaba
ocurriendo en la intimidad del dormitorio y con la �nica presencia de su
marido. Sin embargo pronto abri� los ojos y lo primero que descubri� fue a mi
sentado enfrente de ella y mir�ndola casi con la lengua fuera;
instant�neamente hizo adem�n de taparse con la ropa e irse de all�, pero su
marido la retuvo. Roc�o nos mir� con algo de enfado, como sinti�ndose
traicionada. Esa mirada me bast� para comprender que quiz� lo mejor ser�a irme
de all� y a punto estuve si no nos hubiese suplicado de aquel modo Gregorio:



-Por favor os pido a los dos que no os mov�is de donde
est�is sentados �dijo-. Roc�o compr�ndelo, mira como se me ha puesto la polla
por el mero hecho de que nuestro yerno est� aqu� presente contemplando como te
meto mano.



Mi suegro extrajo su verga y la mostr� a su mujer.
Probablemente el pobre hombre no alcanzaba una erecci�n as� sin tener que
recurrir a la viagra desde hac�a mucho.



-No te enfades t� tampoco �me dijo a m�- y qu�date un rato
m�s. En cuanto a ti Roc�o, ya te dije que hab�a un medio para que se me
pusiera dura, pero que tendr�amos que cambiar algunas cosas. As� que tu
decides si seguimos adelante...y desde luego no le eches la culpa a �l, pues
yo he sido quien lo ha planeado todo.



Mi suegra no dijo nada, permaneci� inm�vil unos segundos,
quiz� pensando que hacer, si seguir all� y disfrutar del sexo en mi presencia
o irse para as� mantener una respetabilidad que a lo mejor ella consideraba
que estaba en juego. Yo baj� mi mirada algo avergonzado, cre�a que aquello
ser�a el fin de una amistad y de un respeto mutuo. Mi suegro y yo esper�bamos
la reacci�n de Roc�o. Entonces, cuando yo cre� que todo se hab�a terminado,
Roc�o cogi� el pene de su marido con la mano y lo empez� a masturbar muy
suavemente. Gregorio sonr�o, yo prest� m�s atenci�n...



- �As� que quer�is morbo no? �dijo Roc�o.


- S�, mi vida �le dijo su marido- �a ver de qu� eres capaz?


Roc�o se quit� las bragas y se sent� sobre Gregorio
clav�ndose la r�gida polla del viejo en su encharcado co�o. Lo cabalg� durante
unos minutos suave y sensualmente, mir�ndome de vez en cuando directamente a
los ojos. Tuvieron un orgasmo que los llen� de una satisfacci�n que
seguramente hac�a tiempo que no experimentaban. Yo me levant� sigilosamente y
me fui al dormitorio a hacerme una merecida paja. La noche no estuvo mal.



Durante el d�a siguiente pens� que si todo lo ocurrido no
hab�a sido un sue�o era verdad que probablemente no pasar�a de ser una
experiencia aislada en la vida. Que aquello ser�a algo para recordar pero no
para repetir. Me equivoqu�. Al caer la noche mi suegra dio de cenar al ni�o y
lo acost� m�s temprano de lo habitual. Descaradamente dio a entender qu� era
lo que estaba esperando. Otra vez solos mis suegros y yo. No hubo demasiada
demora ni pre�mbulo, es m�s, apenas tomamos cena aquella segunda noche. Ocup�
mi mismo puesto de la noche anterior en el sill�n y me dispuse a ser
espectador de lujo de las relaciones sexuales de mis suegros. Esta vez,
despu�s de meterse mano ambos y besarse como locos, se quitaron toda la ropa.
La erecci�n de Gregorio volv�a a ser enorme, al igual que la excitaci�n de mi
suegra. La sesi�n tampoco dur� mucho esta vez, aunque super� en intensidad a
la de la noche anterior. Mi suegro tumb� a su mujer sobre la mesa del comedor
y �l de pie desde el suelo se la foll� con singular maestr�a. Despu�s, en mi
dormitorio, me hice mi paja.



La tercera noche fue tambi�n muy esperada. Mi suegra hizo
la cena del ni�o algo m�s temprano a�n y lo acost� pronto (esto conducir�a a
un imprevisto en esta ocasi�n, como voy a relatar). Todo se desarroll� casi
como una fotocopia de la noche anterior, hasta el hecho de que mi suegra se
tumbara en la mesa y all� se la follase Gregorio. El coito, eso si, estaba
resultando ser de el m�s potencia de los que hasta entonces practicaron
conmigo de espectador, tanto, que mi suegra gimi� y grit� descontroladamente.
Entonces o�mos a mi hijo llamarnos desde su dormitorio; claro, se acost� tan
temprano que casi no ten�a sue�o y parec�a haber estado despierto y
escuchando. Los tres nos quedamos en el m�s absoluto silencio, aunque muy
nerviosos por la inoportuna interrupci�n.



-Esperad �les dije a mis suegros- ya voy yo y lo soluciono.



Date prisa �dijo mi suegra-.



Me preocup� que mi hijo, a pesar de su corta edad,
hubiese podido intuir que estaba sucediendo. Pero a pesar de ser muy listo,
no parec�a que lo hubiese comprendido.



- Pap� �me dijo- �qu� le sucede a la abuela? �porqu�
grita?


-Hijo �le contest�- est� enferma y el abuelo le est�
poniendo una inyecci�n. Una buena inyecci�n �a�ad� entre dientes-. As� que
t� a dormir.



No hubo problema, se durmi� al instante. Al regresar al
comedor mis suegros aplaudieron mi ocurrencia sobre la inyecci�n y
continuaron follando a lo bestia. Despu�s mi paja. Pero al d�a siguiente no
aguant� m�s y le dije a mi suegro que no quer�a que me siguiesen utilizando
de aquella manera, y no era porque me desagradase que ellos experimentaran
goce sexual, sino que el problema era que el que no pod�a experimentarlo era
yo. Mi suegro me pidi� que no los abandonase en ese momento tan dulce que
ellos estaban viviendo en el terreno sexual y me prometi� que esa noche me
ten�a reservada una sorpresa. As� que la noche lleg� y ya est�bamos los tres
otra vez solos despu�s de haberle explicado al ni�o que el abuelo tenia que
ponerle otra inyecci�n a la abuela. No sab�a cual era mi sorpresa hasta que
son� el timbre de la puerta y entr� una chica de unos treinta a�os, de pelo
rubio rizado, muy guapa y bastante bien proporcionada. Era una prostituta,
se le notaba, mi suegro la hab�a contratado exclusivamente para mi. Se
llamaba Nuria y desde el primer momento se mostr� muy cari�osa conmigo,
aunque se sorprendi� cuando descubri� que el juego consist�a en follar
delante de aquella pareja de vejetes, mi suegros, mientras ellos tambi�n
echaban su polvo. As� que cada uno por su lado �bamos a lo nuestro, aunque
Nuria y yo entramos sin dudar en terrenos de materia sexual que captaron en
seguida la atenci�n de nuestros suegros. Nuria comenz� a chuparme la polla
magistralmente y a mi eso me volv�a loco. Hasta ese momento no hab�a
mostrado mi herramienta en presencia de mis suegros y eso hubo de causarles
impresi�n, pues sobre todo Roc�o, no apart� la vista de mi verga casi en
ning�n instante. Roc�o y Gregorio parec�an estar disfrutando m�s que nunca
solo por el mero hecho de ver como lo hac�amos Nuria y yo. No tard� en
correrme entre gritos de gusto en la boca de la puta. Hac�a tiempo que
necesitaba una mamada as�. Qued� exhausto en el sill�n. Nuria se volvi�
hacia mis suegros y anim� a Roc�o a que se la chupase tambi�n a Gregorio.
Roc�o argument� nerviosa que era algo que nunca hab�a hecho.




-Hazlo �le dijo Nuria- seguro que tanto si lo haces bien
como si lo haces mal a tu marido le gustar�. La tiene tan dura que seguro que
le explota en cuanto le pongas los labios encima.



Roc�o comenz� a meterse el pijo de Gregorio en la boca. Lo
hizo lo mejor que pudo, y Nuria llevaba raz�n, pronto el hombre eyacul� en la
boca de su mujer de puro goce que aquello le produc�a. A m�, contemplar la
escena hizo que inmediatamente se me pusiese dura de nuevo. Nuria lo
agradeci�, pero me pidi� que antes de follar le comiese un rato el co�o.
Aunque era una puta, comprend� que tampoco ella habia vivido una situaci�n tan
especial como la de aquella noche, y por eso estaba tan excitada. Ahora les
tocaba mirar a mis suegros, claro que al pobre Gregorio no se le volvi� a
levantar igual que a m�, y por otro lado era evidente por su cara de
excitaci�n que Roc�o ten�a m�s ganas de follar aquella noche. Le com� el co�o
a Nuria y despu�s me tumb� en el suelo para que ella se sentase encima de mi
polla. As� follamos un buen rato, mientras Roc�o le pidi� a Gregorio que al
menos la masturbase con los dedos. Yo, hubiese preferido levantarme del suelo,
haber dejado de lado a Nuria y haberme ido a follar con mi suegra, pues era a
ella a quien deseaba por encima de todo, pero aquello no estaba en el gui�n y
su marido pod�a no consentirlo. Entonces solo pod�a hacer una cosa, follar con
Nuria brutalmente y as� quiz� dar envidia a Roc�o, como creo que suced�a, pues
los ojos se le sal�an de las �rbitas mirando como lo hac�amos la pareja joven.
Foll� con Nuria en todas las posturas y maneras, incluso la sodomic�; todo
durante un largo rato (yo dir�a que durante casi tres horas) en las que mis
suegros no se cansaron del espect�culo. La joven prostituta se fue habi�ndose
hartado de mi semen y muy satisfecha, tanto que le hizo un descuento a mi
suegro, encargado de pagarle.



Al d�a siguiente agradec� a mi suegro el detalle. Le dije
que me hab�a gustado mucho, pero que quiz� no era aquello lo que necesitaba.
�l me pidi� que no me rajase a aquellas alturas, que no me traer�a a una puta,
que me traer�a a dos si hac�a falta, solo porque a �l se le empinase de vez en
cuando y pudiese follar dignamente con su parienta. Le dije que no era eso lo
que quer�a y entonces me suplic� que pidiese lo que yo deseara. Se lo solt� a
bocajarro:



-Quiero follar con Roc�o, o sea con tu mujer, con la que es
mi suegra.



-No me pidas eso �exclam� mi suegro- Puedes mirar como lo
hacemos, pero eso no, creo que no lo soportar�a.


- �Qu� es lo que no soportar�as? No puedo aguantar m�s,
fuiste tu mismo el que me animaste a observarla. La deseo.


-No soportar�a ver como te la follas � me dijo-.


-No tendr�as porqu� verlo. Ser�a nuestro trato. Tu
consientes que ella sea m�a de vez en cuando y yo estar� presente cuando te
apetezca en tus juegos.


-Si, pero...,� tu crees que ella querr�?


- Por supuesto que querr� �exclam� la propia Roc�o desde la
puerta, pues lo hab�a escuchado todo. Me parece que es lo justo.



Casi me falt� saltar de alegr�a al o�r aquello. Mi suegra
ten�a tantas ganas como yo y mi suegro no tuvo m�s remedio que aceptar. Un
rato despu�s mi hijo pregunt� si ese d�a el abuelo no ten�a que poner la
inyecci�n a la abuela. Eran las cuatro de la tarde de un domingo. Gregorio
dijo a su nieto que no, que ese d�a quien le pondr�a la inyecci�n a la abuela
ser�a pap�. Roc�o sonr�o y dijo que ten�a muchas ganas de "inyecci�n" as� que
pidi� a su marido que sacase a pasear al nieto por el parque y que no
regresara al menos antes de dos horas. Gregorio se fue algo apesadumbrado,
pero ya se acostumbrar�a; en todo caso �l tuvo la culpa por ponerme a su mujer
a tiro. Roc�o y yo nos fuimos r�pidamente al dormitorio y lo primero que me
pidi� es que le hiciese todo aquello que le hice a la prostituta. Pero le hice
m�s, ya lo contar� en alguna ocasi�n.




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