Relato: EL PRECIO EL PRECIO
Llevo m�s de quince a�os de matrimonio, mi marido es un buen tipo, pero sumamente celoso, obsesivamente celoso y aunque no le doy motivos es evidente que lo lleva en la sangre, de esos que si alguna vez descubriera algo no dudar�a en matarnos.
Igual no hab�a razones para pensar en una infidelidad, yo soy feliz con �l y me ha regalado cuatro hermosos hijos, tres ni�as y un varoncito, el m�s peque�o de la familia.
El es actualmente el vicepresidente de un importante club de la ciudad, uno de los m�s famosos, donde se practican deportes y sirven para recreaci�n familiar, los ni�os estudian y yo soy ama de casa.
Pero habr�a algo que cambiar�a un poco las cosas, llegando a los treinta y cinco me descubrieron varios problemas de columna vertebral, el sentarme en forma incorrecta m�s el peso de acarrear a mis hijos cuando eran beb�s, y algunas otras maniobras mal ejecutadas acumuladas en los a�os se fueron sumando para tener un panorama complicado, por lo que me recomendaron que hiciera algunos ejercicios correctivos para que me ayudaran con mis dolores.
As� fue que aprovechando el club, al poco tiempo comenzaba a tomar clases de nataci�n, recuerdo haber elegido el �ltimo turno, que terminaba a las diez de la noche, horario en que mi esposo pasaba a buscarme luego de terminar sus actividades diarias, sus rutinas.
As� apareci� Johnny en mi vida, el era mi profesor, un muchacho de unos diez a�os menor que yo, con un torso sumamente trabajado, esbelto, de anchas espaldas y largas piernas, de cabellos enrulados y ojos marrones de mirada seductora, de grandes manos y voz un tanto ronca.
No voy a negar que como mujer me atrajo el porte de este caballero, creo que a cualquier mujer le hubiera atra�do, pero para ser honesta las cosas no empezaron de la mejor manera entre nosotros, para m� era un tanto inmaduro, chiquil�n y adem�s prepotente, generalmente termin�bamos discutiendo, sent�a que me exig�a demasiado, que me presionaba demasiado y yo no pod�a seguirle el ritmo, apenas si pod�a mantenerme a flote.
Con el correr del tiempo las asperezas se fueron limando y sin saber ni c�mo ni porque fui dejando de verlo como profesor para comenzar a verlo como hombre, tal vez porque mi marido estaba muy ocupado, tal vez porque me sent�a sola, � tal vez solo porque soy una persona imperfecta, como todas.
Adem�s not� que era correspondida, muchas veces lo sorprend�a mirando mi figura, perdido en mi piel, a pesar de los ni�os y de acercarme a los cuarenta conservaba mis l�neas, siempre fui flaca, de largas piernas, vientre chato y peque�os pechos, cerca del metro ochenta, casi tan alta como �l, a�n me daba el cuero como para usar traje de nataci�n de dos piezas.
Nuestras peleas del principio se fueron transformando en miradas c�mplices, intercambi�bamos con mucha discreci�n sonrisas y tal vez el no se animaba a m�s solo por conocer a mi esposo y saber qu� cargo ocupaba.
Recuerdo ahora las palabras de Alicia, una se�ora mayor que nadaba en el grupo y que parec�a ser la �nica que notaba nuestra afinidad, sol�a acercarme y decirme en voz baja �nena, ese muchacho est� loco por vos�� a lo que yo respond�a con nerviosismo, casi sin saber que contestar.
Un par de veces rechac� alguna que otra invitaci�n para compartir un trago, cosa que me costaba hacer porque me sent�a entre la espada y la pared.
Todo se dar�a una noche y me terminar�a cogiendo, solo que el final fue un tanto desagradable�
Era una tarde tormentosa, para quedarse en casa a ver una pel�cula, pero dado que Flavio, mi marido estar�a en el club fui con �l, para hacerle compa��a. Me encontrar�a que ser�a la �nica en asistir, era tarde, noche de tormentas y rel�mpagos, sola en el agua, con Johnny al pie de la piscina, no nadaba, solo habl�bamos, los temas eran calientes y sexuales, era evidente como �bamos a terminar si no le daba un corte, por eso a los treinta minutos lo dej� solo dando por terminada la clase, no sab�a c�mo evitar lo inevitable�
Fui como de costumbre al ba�o de mujeres, a ducharme con agua tibia, ten�a tiempo de sobra, escenas pecaminosas buceaban en mi mente imaginando situaciones con mi profesor, al higienizarme y tocar mis partes me sent�a caliente, era raro, porque en mis pensamientos se hac�an presentes mis hijos y mi esposo, como si mi ser luchara contra el mal que me invad�a.
Al terminar de ducharme, me sequ� y me enroll� el toall�n cubriendo desde mis pechos hasta mi cola, fui frente al espejo para acomodarme la larga cabellera hasta que de pronto veo reflejada en el la imagen de Johnny, observ�ndome a mis espaldas, gir� sorprendida y exclam�:
- Qu� haces aca? est�s loco�
- Loco? Si� vos me ten�s loco�
El pareci� abalanzarse donde yo estaba, tom�ndome fuertemente de los brazos me empuj� con fuerza contra la pared y meti� su lengua en mi boca, casi sin darme tiempo a nada
- Par� par� mi marido�
Pero el no paraba y notaba que yo tampoco parar�a, respond� sus besos, me sent� adolescente, mis pezones se erizaron de inmediato, mi concha se humedeci�, nos besamos con pasi�n, tom� su musculosa entre mis manos y tir� hasta romperla, el me dio una cachetada que me enloqueci�, lo empuj� con fuerza para arrancarle los restos de su prenda, rasgu� sus pectorales musculosos dejando mis afiladas u�as marcadas, llegu� a morderlo con dulzura, pas� mi lengua por sus tetillas, por su pecho, era tan grande, tan joven�
Johnny me sosten�a el cabello h�medo con firmeza y me dejaba hacer hasta que retom� del control arranc�ndome el toall�n de un tir�n dej�ndome completamente desnuda, esto me incomod� puesto que hac�a a�os que solo mi esposo me ve�a desnuda�
El avanz�, me levant� entre sus brazos para apoyarme nuevamente contra los cer�micos del vestuario, lo abrac� con mis piernas y con mis brazos, mis pechos estaban a la altura de su boca por lo que apret� su cabeza contra ellos oblig�ndolo a comerlos.
El fue sobre ellos, a un lado, luego al otro, rodeaba mis calientes pezones con su h�meda lengua, casi sin tocarlos, apenas sintiendo como una brisa su aliento sobre ellos, le rogu� que me los lamiera, estaba caliente y sent�a mojarse mi concha, cuando al fin lo hizo mi cl�toris pareci� explotar de deseo y placer, estaba entregada a ese hombre mientras la imagen de mi esposo ven�a a mi mente, el seguro estaba en su oficina, a unos doscientos metros del lugar�
Me baj� haci�ndome sentar sobre los bancos �l fue al piso, abri� mis piernas y enterr� su cabeza entre ellas, casi me muero� ya no recordaba que bien se sent�a que un hombre te lamiera la concha, era algo que mi esposo no practicaba porque le daba asco y no saben como deseaba que me dieran sexo oral, no se imaginan en cuantas formas se lo hab�a pedido, directa � indirectamente, hasta que al final hab�a anulado esa parte de mi sexualidad.
Johnny me lami� con avidez, literalmente me comi� la argolla, mi cl�toris se agrandaba entre sus labios, excitado por su lengua que iba y ven�a sobre �l, dos dedos se hab�an incrustado en mi agujero, el acariciaba mis pliegues internos, presionando y rasgando con sutileza, deseaba que me penetre, transpiraba, entrecerraba los ojos, jadeaba, acariciaba mis pechos apretando los pezones, no pude mas, con gemidos contenidos dej� salir un hermoso orgasmo, me contraje involuntariamente apretando mis piernas contra su cabeza, tuve que arrancarlo porque no dejaba de chuparme y estaba tan sensible que no pod�a soportarlo�
El se levant�, sac� su verga dura y cabezona para comenzar a refregarla sobre mi cl�toris, adelante y atr�s, entre mis labios, no lo soportaba, al fin me penetr�, entr� limpia y hasta el fondo en mi caverna inundada de flujos. Segu�a sentada en el banco, bien abierta de modo que mi espalda y mis rodillas se apoyaban en la pared, el me sosten�a y me cog�a con fuerza, con mis manos segu�a mil�metro a mil�metro la perfecci�n de su pecho musculoso, de sus brazos, de sus hombros, de su cuello. Escupi� en su mano llevando sus dedos a mi trasero, lo dej� hacer, pronto lo sent� acariciarme la entrada de la cola, sus dedos lo recorr�an suavemente, dando vueltas en c�rculos, rodeando la frontera, el bastardo me hac�a desear demasiado.
Tomando la iniciativa lo agarr� de la mano y lo conduje hacia adentro, el sonri� complacido por mi acto, mi esf�nter se abr�a ante sus dedos �ndice y mayor que se colaban hasta el fondo, los mov�a con avidez mientras me cog�a sin parar, su verga se sent�a hermosa, perfecta
- Meteme otro!, le susurr� al o�do
El volvi� a lubricar y ahora arremet�a agregando el dedo anular, mi culo quer�a pija a esta altura, deseaba que me la diera por atr�s, pero �l estaba tan excitado que se retir� de golpe con su verga ya chorreando para comenzar a ba�ar mi cuerpo, su leche caliente peg� en mis pechos y en mi vientre, ensuciando todo a su paso, nuestras pulsaciones estaban a mil, hab�a sido demasiado r�pido, todo estaba terminando.
Nos miramos, c�mplices, el se apoy� en al lavabo para recuperar el aliento, yo qued� sentada y empapada de esperma, fue entonces cuando pagar�a mi precio.
Una tercero apareci� en escena de repente, sorprendi�ndonos desnudos, no era mi esposo, era Antonio, unos de los guardias del club que haciendo su ronda escuch� ruidos extra�os en el vestuario.
Yo me tap� r�pidamente, cohibida ante sus ojos abiertos, Johnny hizo otro tanto y con evidente nerviosismo trat� de poner pa�os fr�os al asunto, ambos sab�amos que este tipo era un alcahuete de mi esposo y que sin dudas ir�a con el cuento.
Hubo unas palabras, mi amante trat� de comprar su silencio, tartamudeando y con las manos temblorosas fue en busca de su billetera, le dijo que le dar�a todo el dinero, y me pidi� a m� que aportara lo que tuviera, pero Antonio mir�ndome fijamente y acariciando su paquete dijo:
- Tengo una mejor idea� por una buena mamada podr�a olvidar el asunto�
Me sent� horrorizada, pens� que el cobarde de Johnny saldr�a en mi defensa pero solo me mir� encogi�ndose de hombros dijo:
- Y bueno� si no hay otra alternativa�
Quise morirme, estaba indefensa, mirara por donde mirara no ve�a la salida, el se fue acercando lentamente, notaba su dureza bajo el pantal�n, tom� la salida menos mala, se coloc� entre mis piernas ante la pasividad del otro bastardo que ahora miraba entusiasmado.
El guardia sac� su pija ante mis ojos, la pas� por mis labios para luego forzar mi boca, la sent� dura, su sabor me daba asco, pero a �l no le importaba, me dec�a que lo hiciera con ganas porque si no, no levantar�a el castigo.
Hice de tripas coraz�n para chuparle el pito a ese tipo, me fui aflojando, el me tomaba de la nariz y del cabello para forzarme a hacerlo, me enfurec�an sus palabras, no dejaba de hablar diciendo:
- Si� as� mi corderito� su�ltese, c�maselo todo, vamos� vamos� t�mese la memita�
No ve�a el momento en que todo termine, Johnny permanec�a expectante, Antonio segu�a d�ndomela con ritmo, masturb�ndose con placer, la sent� hincharse, el cerr� sus ojos y empujando bien adentro exclam�:
- Asi� si� si mi corderito�. trague la lechita calentita�
El semen hediondo del guardia comenz� a llenar mi boca y correr por mi garganta, mientras �l me forzaba teni�ndome de los cabellos, como pude fui tragando su jugo hasta la �ltima gota, con la vista nublada por el asco que me produc�a, apenas termin�, sac�ndola de mi boca comenc� a toser, a tener arcadas, tuve que correr al pi� del inodoro para vomitar mientras su risa socarrona llegaba a mis o�dos.
Cuando sal�, Antonio agradeci� mi servicio con una mueca lasciva, el puto de Johnny estaba listo para retirarse, descargu� mi furia en el con una bofetada, el no hizo nada por impedir mi humillaci�n, volvimos a discutir hasta que cada cual tom� su camino.
Esa fue mi �ltima noche en el club, mi esposo nunca supo los verdaderos motivos, nadie jam�s dijo nada, pero no habr�a podido ver nuevamente a mi amante sin armar una trifulca, y menos a�n hubiera soportado cruzarme con Antonio y ver su rostro, con una sonrisa record�ndome lo puta que fui�
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Relato: EL PRECIO
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