Relato: cena de tetas Era un s�bado a la noche, me dispuse a ir a visitar a una familia amiga, en un barrio alejado de mi casa. Esperaba encontrarlos a todos all�, pues suelen quedarse a ver TV y a cenar. Al golpear la puerta me atendi� Sandra, una amiga de la familia, quien me invit� a ingresar, mientras me contaba que todos estaban de viaje y que ella estaba cuidando la casa.
Sandra es una mujer de 16 a�os, con un cuerpo m�s bien delgado, pero con unos pechos impresionantemente grandes, de 115 aprox., que hacen que se vean bastante desproporcionados en ella.
Nos sentamos en la mesa de la cocina y tomamos una cerveza. Como en la televisi�n no hab�a nada para ver, comenz� a cambiar de canales, para buscar algo mejor. Se detuvo en una pel�cula media porno donde un hombre tocaba los pezones de una bella mujer. Yo exclam�: "Espectacular". Y ella me dijo que nunca le hab�an acariciado en las tetas porque ten�a verg�enza de mostrarlas, pues las ten�a muy grandes.
Yo inmediatamente le dije que no se pusiera as�, que cada uno debe aprender a disfrutar de su propio cuerpo, y que con un gran par de pechos como los suyos se pod�an experimentar much�simas cosas. Me agradeci� y se acerc� a m�, se sent� en mis rodillas y me dio un abrazo y un beso en la mejilla. Le dije si me dejaba ense�arle a disfrutar de sus pechos y con ganas y fuerza me dijo que s�. Ella cerr� la puerta con traba por dentro, a pesar que reci�n volver�an al otro d�a los due�os de la casa.
Yo consegu� un pa�uelo con el cual le vend� los ojos. Luego, all� de pie, le quit� la camisa y qued� a la vista un sujetador color azul con su impresionante par de pechos que buscaban salirse. Le dije que le quitar�a su short para que estuviera m�s c�moda. No respondi� nada y se los dejo quitar, dejando ver su bombachita color blanca, de algod�n, que transparentada su monte de venus negro y tupido. Posteriormente la recost� boca arriba en la mesa de la cocina, coloqu� una peque�a almohada en su cabeza y apagu� la luz, dejando s�lo encendido el televisor en un canal con m�sica. Sandra comenz� a respirar m�s agitadamente, probablemente por la carga de erotismo que tra�a la situaci�n.
Le desprend� y quit� el sujetador y sus tetas se desparramaron hacia ambos costados de aquel delgado cuerpo. Ten�a dos pezones redondos, grandes y rozados.
Saqu� del freezer de la heladera dos o tres cubitos de hielo y los coloqu� en un peque�o platito. Acerqu� mi boca a sus pechos y comenc� a soplar suavemente por todos sus rincones. Me llam� la atenci�n que a�n sus pezones no se hubiesen puesto duros. Tom� entre mis dedos uno de los cubitos de hielo y muy suavemente hice que tocara su pez�n derecho. Al instante el estremecimiento de su cuerpo que intent� retorcerse, acompa�ado de un peque�o gemido, hizo que ambos pezones se dispararan hacia el techo. Trabaj� con el hielo por toda la superficie de sus pechos, incluyendo aureolas y pezones, durante varios minutos. Ella comenz� a excitarse cada vez m�s, llegando a dar peque�os grititos y respirando muy velozmente.
Mir� sus bragas y estaban bastante humedecidas a la altura de su tajito. Fu� hasta el ba�o a buscar una toalla para secarme las manos y aprovech� para ver dentro del botiqu�n si ten�an alg�n aceite para masajes. Encontr� uno para beb�s que me vino justo. Volv� a la cocina. Sandra a�n se estremec�a en la mesa. Me coloqu� del lado de su cabeza y derram� el aceite en sus pechos. Comenc� a darle un masaje, amasando aquellos inmensos montes de carne, que tomaban las formas m�s ins�litas de acuerdo a como los apretara. Tom� sus pezones con mis dedos y los pellizqu� fuerte. Sandra gimi� ya casi a los gritos. La excitaci�n de recibir algo que nunca hab�a recibido la estaba llevando al orgasmo. Bes� con mis labios todos sus pechos y con mi lengua le trabaj� los pezones, mordisque�ndolos.
Luego con mi mano izquierda le coloqu� mi dedo anular en su boca, a lo que comenz� a chuparlo con fuerza e intensidad. Con mi mano derecha comenc� a acariciar su conchita por encima de las bragas que a esa altura ya eran pura humedad. Mientras apartaba su bombachita hacia un lado y le acariciaba el cl�toris con mis dedos, apart� mi otra mano de su boca y me desprend� el pantal�n, dejando salir mi m�stil totalmente duro. Lo acerqu� cuidadosamente a su boca y lo comenz� a chupar con cari�o y amor. Jugaba con su lengua desde la base hasta el glande, apoyando sus labios en la cabeza. Luego bajaba hasta mis huevos y se los met�a ambos en la boca, chupando y succionando como una desesperada.
Me quit� de ese lugar y fui bajando hasta sus braguitas. Las quit� suavemente, separ� sus piernas y comenc� a lamer aquella rajita llena de l�quidos. Sus jugos sal�an cada vez m�s cuando con mi lengua chupaba el cl�toris y le introduc�a mi dedo anular en su dulce agujero. Me puse de pie y apoye mi verga en los labios de aquella vagina preciosa. Apenas empuj� y mi palo se resbal� hacia adentro sin ning�n tipo de complicaciones. Ten�a una conchita mojada y muy caliente, lo que me dejaba claro que hac�a much�simo que no ten�a relaciones, aunque no era virgen. Bombe� unos minutos y cuando ya no pudo m�s de retorcerse, se vino con gritos desesperados de placer. La reparaci�n agitada hac�a que sus inmensas tetas se movieran como una gelatina brillante por el aceite.
Yo estaba a punto de acabar, entonces saqu� mi pija de su concha, levant� un poco m�s sus piernas, y unt�ndome de aceite el dedo �ndice, comenc� a introducirlo lentamente en su ano, peque��simo y rosado. Ella se sorprendi� un poco pero no se neg�. Al instante mi dedo entraba y sal�a de ese culito ajustado y caliente, como queriendo un di�metro mayor. Apoy� mi miembro en ese agujerito y empuj� lenta pero firmemente. Primero costo vencer aquella resistencia, pero luego mi miembro se hundi� hasta los huevos, comenzando un mete y saca que me estaba llevando al �xtasis a mi y a mi amiga, que gritaba "�R�mpeme el culo!".
Cuando sent� que me ven�a, quit� mi pija de aquel lugar estrecho, me sub� a la mesa y puse mi miembro en el canal que se forma entre sus tetas. Coloqu� m�s aceite entre sus pechos para que mi aparato resbalara mejor, y comenc� el movimiento. Cada vez que mi m�stil llegaba cerca de su boca, ella le tiraba lenguatezos. Al cabo de unos segundos de aquel fren�tico movimiento comenc� a acabar en su boca y sus pechos, por donde r�os de leche le corr�an.
Despu�s de un par de minutos, ella se levant�, se dio una ducha, luego yo hice lo mismo, y nos volvimos a sentar en la mesa de la cocina. Me dijo que nunca pens� que sobarle las tetas fuera tan m�gico, y de inmediato estamp� en mi boca un beso de aquellos.
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Relato: cena de tetas
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