MEMORIAS DE UN LIGUERO NEGRO III
En el cielo nace el sol� y en el mar nace la luna.
Pam, pam, pam, pam� El fuerte y agitado palpitar del coraz�n
de Alan parec�a escucharse en toda la habitaci�n, al mismo tiempo que su sangre
hirviente se agolpaba en su pene, provoc�ndole tremenda erecci�n. Miraba
embobado tan femenino y maravilloso cuadro. Y yo desde mi sitio pod�a percibir
la creciente excitaci�n del atractivo chico, quien estaba en el esplendor de la
sexualidad, ya que sol�a excitarse hasta con el toque del viento helado en su
sexo-.
Su mirada estaba clavada en el cuerpo de la mujer madura tan
hermosa, ahora semidesnuda, transpirando sensualidad por todos los poros de su
cuerpo; la acariciaba con sus ojos y restregaba su deseo morboso en ese par de
muslos duros y brillantes como troncos tallados al sol: estaba enloquecido por
poseerla. La adrenalina producida por el morbo de ver a la madre de su amigo tan
sensual se transform� en deliciosos escalofr�os que recorri� todo su cuerpo.
El joven veintea�ero no pudo contenerse y se levant� de
golpe. Mientras, ella muy diligente buscaba algo en el armario de la sala
cuando, de manera sorpresiva, fue tomada por la cintura, de espaldas. No atin� a
darse la vuelta cuando sinti� una boca ansiosa devorarla por el cuello y sinti�
una respiraci�n agitada que la embriag�. La voz tan deseada del amigo de su hijo
la dej� de una pieza, pero reaccion� instintivamente y su sangre se volvi� lava
candente.
Ella restreg� su cuerpo al cuerpo masculino con movimientos
sensuales, contoneando sus caderas al ritmo de las caricias que le daba Alan. La
respiraci�n agitada del chico crec�a al mismo tiempo que su miembro, y ella pudo
sentir el palpitar del viril miembro en su trasero. Ello provoc� un rico
hormigueo en su cuerpo y una rica humedad en su sexo. La agitaci�n enfebrecida
de la pareja era enloquecedora y yo dese� que la poseyera cuanto antes. Mi deseo
se hizo realidad instant�neamente�
Los brazos fuertes y venosos del chico parec�an contener un
r�o trepidante de sangre incontrolable, acariciando fren�ticamente el vientre
femenino, desliz�ndose sin delicadeza -m�s bien con enloquecida pasi�n- por esa
piel tersa, llegando a los voluptuosos senos para masajearlos, jalando los
respingados pezones, arranc�ndole gemidos de gata en celo. Ella parec�a tener
luz propia ante tanta felicidad.
Los hilitos de los jugos de Mariana llegaron hasta m�,
empap�ndome deliciosamente, haci�ndome estremecer cual ser viviente. Muy mojado
vi c�mo una mano velluda, grande y caliente buscaba el sexo femenino.
Desesperadamente hizo a un lado la tanguita rosa para empezar a acariciar
lujuriosamente la rajita depilada. La frotaba con mucho ardor, hasta casi
arrancarle perlitas de sangre. �UHF!, yo pod�a sentir c�mo se estremec�a ella
con esas caricias enfebrecidas y yo sent�a como respingaba m�s su bello trasero,
ofreci�ndoselo morbosamente al chico.
Yo estaba muy regocijado ante el lujurioso espect�culo. Como
pocas veces, algo me era tan warro como la pasi�n desenfrenada de un jovenzuelo
y una mujer madura: el juvenil deseo perverso y la sensualidad exquisita de la
madurez.
El sexo de Mariana empez� a palpitar como un coraz�n
rejuvenecido cuando los dedos varoniles empezaron a penetrar su rajita entre
gemidos escandalosos y chillidos de excitaci�n de ambos. Las vigorosas
acometidas iban en aumento y m�s licores de amor llegaban hasta m� La pareja
temblaba de deseo y los cuerpos se restregaban m�s y m�s el uno al otro. De
pronto sent� las dos manos crispadas de Alan acarici�ndome febrilmente,
recorriendo mis broches y ligas, as� como el borde de encaje de las medias
negras de likra.
La apasionada mujer se arqueaba sensualmente mientras sus
gemidos se tornaban m�s escandalosos, y en una de esas, llev� su mano hacia
atr�s hasta alcanzar el pene de Alan. �l emiti� un gemido tan fuerte y caluroso
que me hizo temblar hasta a mi mismo. "� Las ganas de sexo entre un hombre joven
y una mujer madura es la suma de un deseo perverso-morboso y una hoguera
candente de sensualidad�" Pens� al verlos muriendo por sentirse y por apagar el
fuego que poco a poco comenz� a consumir a esa pareja llena de deseo y lujuria.
-��Dios m�o!!, ���ahhhhhhh!!!, gimi� con placer infinito �l.
-���Qu� dur�sima est�!!!, susurr� ella superexcitada.
-T�cala m�s, si�ntela c�mo me la has puesto, uffff!, contest�
�l.
-Mmmmm, �qu� bien dotado est�s amor, justo como me gusta!
Musit� Mariana, con una amplia y agradecida sonrisa.
Dicho esto, ella empez� a masturbar el maravilloso y vigoroso
pene, aunque con dificultad debido a la posici�n en que se encontraba -a�n de
espaldas- hacia �l. El chico desfalleci� de gusto cuando sinti� la suave y
delicada mano acariciar su arma por encima del pantal�n que buscaba con urgencia
el cierre para bajarlo y poder sentir su textura y grosor. Alan pareci� leerle
la mente y �l mismo desabroch� el pantal�n y baj� el cierre. Tom� la mano
femenina y la coloc� en su paquete. Mariana busc� con urgencia el pene a�orado y
pudo palparlo m�s cerca dentro del b�xer, y luego pudo tocarlo completamente,
plena y excitablemente.
Su excitada mano de desliz� por dentro de la prenda y al fin
�despu�s de tanto desear tocarla-, la palp� y la reconoci�, tal y como la hab�a
construido en su imaginaci�n cada que se masturbaba pensando en �l. Entrecerr�
los ojos al tocar la piel suave y tierna del capullo, la ladera, el nacimiento
de los test�culos que apenas alcanzaba a tocar. Se convulsion� enloquecidamente
y llev� su mano a su conchita para tocarse como sol�a hacerlo en la soledad de
su habitaci�n.
La excitaci�n de los dos iba en aumento. Mariana continuaba
frot�ndose con ardor en el cuerpo masculino, restregando sus nalgas contra la
polla bien erguida que parec�a estallar. Las manos viriles y c�lidas volvieron a
arremeter contra la jugosa conchita. Tres dedos entraban y sal�an lubricad�simos
�se escuchaba hasta m� el sonido de la lujuriosa fricci�n- y tambi�n los largos
dedos masculinos bajaban hasta mi para jalarme y estirarme hasta casi romperme.
De pronto, el chico se coloc� en cuclillas y pude observar la
expresi�n excitada de su rostro; acerc� su boca hasta mi y empez� a lamerme, a
darme mordisquitos fuertes, continuando con las lamiditas por las caderas y
nalgas femeninas. Su excitaci�n lleg� al m�ximo y se puso de pie r�pidamente
emitiendo un fuerte gemido que yo sab�a, era el �xtasis de aquel encuentro. Por
�ltima vez, Alan meneo su hinchad�sima polla en el culo de Mariana y eyacul� a
torrentes, ba�ando con el blanqu�simo l�quido las curvas femeninas. Ella
simult�neamente dej� escapar un chillido org�smico que yo bien conoc�a, con un
rostro pleno de luz lunar afrodis�aca de satisfacci�n. Fue un doble
��Ahhhhhhhhh!! Cuando se separaron, v� sus extasiados rostros de placer y me
sent� feliz.
Con expectaci�n observ� que ambos se sentaron en el sof�,
exhaustos, y se percataron de la cercan�a del hijo de Mariana quien a�n
permanec�a dormido� la pareja cruz� una mirada y con una expresi�n de
perplejidad se miraron sorprendidos, como pregunt�ndose: �y ahora?
Continuar�