Relato: Analya





Relato: Analya

Analya era, en muchos aspectos, una maravillosa mujer. Por un
lado, su exc�ntrica pero encantadora forma de ser hac�a pensar en una misteriosa
personalidad, un alma especial a la que ser�a un placer conocerle. Y por otro
lado, Analya era el monumento a la belleza femenina m�s grande que mis ojos
hab�an visto.


Una hermos�sima mujer delgada, de perfecta simetr�a que la
hac�a poseer un bello rostro, unos exquisitos labios delgados y rojizos,
deliciosos al primer beso. Su figura de bella mujer madura y sus hermosos ojos
claros, adem�s de su bello y largo cabello casta�o descansando er�ticamente
sobre sus hombros, la hac�an un deleite.


No podr�a ser nunca destinada a un hombre como yo, un joven
vago y so�ador. Tuve la dicha de conocerla, o la fortuna de admirar su belleza,
cuando se me ocurri� un d�a cenar en el mismo restaurante que ella. Llamaba
tanto la atenci�n, era como una hermosa luz en un infierno de oscuridad. Yo, tan
solo y alejado la admiraba desde un rinc�n. La intensidad de su aplomo, su forma
de ser, la encantadora manera en que actuaba, hizo que me enamorara de ella. Por
las noches iba a cenar curiosamente en mismo horario que yo. Iba sensual y
encantadoramente vestida, con su bello traje ejecutivo de secretaria,
contrastando maravillosamente con su delgada figura, sus atributos femeninos que
me volv�an loco, su cabello, sus ojos, su todo. Su minifalda negra, su blusa
rosa, su saco oscuro, sus medias y sus zapatillas negras. Era el conjunto
perfecto para una mujer de semejante bellezas. Una tarde lluviosa me anunci� que
Analya era una mujer solitaria, una persona incomprendida y entusiasta como yo,
una apasionada. Aquella noche de s�bado el restaurante no hab�a tenido muchas
ganancias, unas cuantas personas cenaban en aquel lugar, yo, en un rinc�n
mirando la lluvia y por supuesto, a Analya que cenaba a la luz de las velas y a
las tenues luces del lugar, bebiendo su vino caro, leyendo un buen libro. Era
una mujer culta. Analya era la tentaci�n de todo hombre.


---El Parque Gorki. Sin duda, uno de los mejores libros que
hablan de la cultura rusa. ---le dije mientras le�a la portada de un grueso
libro. Ella me mir�, asombrada y confundida.


---�Perd�n?


---�Puedo sentarme? ---le pregunt� cort�smente. Su mirada fue
inc�moda, me mir� de arriba abajo y despu�s a su mesa. Tal vez, se arrepinti� de
haber dejado una silla libre. Retir� elegantemente su abrigo de la silla y
misteriosa pero inc�modamente me dej� sentarme.


----Parece ser usted una mujer muy culta, la he visto muchas
veces aqu�.


----�No puede soportar ver a una mujer bonita y culta sola?


Sonre�, no sab�a si era una ofensa o la invitaci�n a iniciar
una conversaci�n. Con todo, hac�a tiempo que no hablaba con una mujer de
semejante naturaleza y debido a mis �ntimos sentimientos, la timidez me
agobiaba.


----Supongo que si.


----Vaya ---levant� por primera vez su vista para verme
---parece que tenemos algo en com�n.


Ella curve� sus labios, mir�ndome profundamente y despu�s
dej� escapar una encantadora risa. Pero cuando empec� a re�r con ella se puso
seria, cerrando su libro y dej�ndolo a un lado, cruzada de brazos sobre la mesa,
profundamente mir�ndome a mis t�midos ojos, con su ce�o fruncido...


---�Lo conozco?


---No, podr�a. Bueno, s�lo soy un cliente que ya se cans� de
cenar todas las noches solo en este restaurante. Supongo, se�orita, que usted ha
de pasar por lo mismo. No mal entienda mis intenciones, que mejor que remediar
mi problema que con una mujer de su categor�a.


---�A que se refiere? ---su actitud rebelde cambiaba a una
m�s compasiva y sumisa.


----A una mujer tan, como dije antes, culta y misteriosa. Le
digo, me encantar�a cenar con usted. D�jeme pagar la cuanta, d�jeme invitarle un
buen vino, no soy un mani�tico.-----S�lo un hombre solitario ---se levant� para
irse ---lo siento. Suele ser m�s peligroso.


---Por favor ---la tom� de su mano, tibia y suave ---no se
vaya, d�jeme tener el placer de invitarla a cenar, tan siquiera unos minutos.


Ella me mir�, mir� a su alrededor, suspirando ante mi como un
adulto suspira ante un ni�o que ha cometido una travesura.


---Ese libro no se va a leer solo, mucho menos en lugares que
no sean como este.


---Supongo que aquello podr�a remediarse ---me dijo con una
encantadora sonrisa.



----Digamos que una mujer misteriosa, no muy atractiva, la
que frecuenta el mismo restaurant que usted, lo observa todas las noches. Usted
se siente inc�modo, sabe de aquella presencia, pero trata de disimular. De
pronto, aquella mujer se le acerca y le invita la cena. �Qu� har�a? Aquella
mujer le dice que es una solitaria, que est� interesado en conocerlo. Perd�n por
m� pasada actitud.


---Bueno, al menos sabe algo de m�.


Ella ri�. Serv� m�s vino en su copa. Lo tom� con gusto,
mir�ndome. Su posici�n inc�moda hab�a cambiado a una reveladora, con sus bellas
piernas cruzadas, sus brazos hacia atr�s, mir�ndome. Ve�a en sus hermosos ojos
la confianza que me hab�a tomado. Despu�s de tres horas de hablar sin parar,
incre�ble, ya ten�a aquella belleza como alguien en quien confiar. Y estaba
seguro que ella sent�a lo mismo. Sent�a que la conoc�a desde hace tiempo, que
era como algo que se me hab�a escapado y apenas lo hab�a encontrado. Tiempo
despu�s, era como una sensaci�n de alivio, de saber que una p�rdida invaluable
la has recuperado, como la sensaci�n de estar vivo. Ella me hac�a sentir a�n m�s
vivo. Todo aquello se lo hice saber, bajo las tenues luces del lugar, casi
oscuras, que estaba por cerrar.


----�En serio? ---me pregunt�, halagada.


----No podr�a ser m�s en serio ---le dije tom�ndola de su
mano, aquel manjar al taco, observ�ndolo directamente a sus ojos, queri�ndole
transmitir los deseos, los pensamientos que sent�a por ella. Me mir� asombrada,
pero despu�s sent� que ella trataba de hacer lo mismo conmigo.



La avenida era alumbrada por las luces de los autos.
Camin�bamos lentamente, cabizbajos, serios, en medio de la oscuridad rumbo a su
departamento. No ser�a un caballero si no la hubiese acompa�ado hasta su portal.
Caminaba lentamente, envuelta en su gab�n negro, con sus manos en los bolsillos,
mir�ndome de reojo. No hablamos hasta que llegamos a su portal, una vieja
escalera y una elegante puerta de cedro.


---Aqu� es. ---sac� las llaves, d�ndome la espalda. No me
hice ilusiones; ser�a una osad�a que me dejase pasar.


---Buena una bella noche, ojal� nos veamos pronto.


---�Ma�ana?


---No creo... ---sonri�, mir�ndome de arriba abajo, y despu�s
me dio un abrazo, dici�ndome al o�do ---Buenas noches, la pas� de maravilla.


---Yo tambi�n.


Cuando se despeg� de mi, sent�a que me arrancaban la vida.
Hab�a olido su aroma a mujer, su perfume, su cabello. Hab�a tocado una de sus
mejillas, hab�a apretado su espalda y ella la m�a. Sentimos una energ�a
electrizante casi er�tica. Teni�ndola tan cerca, ser�a una tonter�a no besarla,
y en esas circunstancias, era casi un instinto, un impulso. Me inclin� para
besarla, pero ella se hizo hacia atr�s y despu�s hizo a un lado la cabeza,
haciendo que solo respirara en su mejilla.


---No... ---mene� la cabeza, mir�ndome fijamente, despu�s, se
desprendi� de mi ---hasta pronto.


---Hasta pronto ---dije al cabo de un rato, a�n perplejo,
pero era demasiado tarde, la puerta ya se hab�a cerrado y el estridente ruido
a�n her�a el sonido, junto con mis o�dos.



Noche de d�a lluvioso. Toda la tarde no puede despejar mi
mente. Su nombre, hasta bello, retumbaba mi cabeza: Analya. Sonaba tal vez a una
obscenidad, pero para mi era una medicina. Aquel d�a la lluvia retumbaba en los
cristales de los edificios. Las multitudes se mov�an presurosas en las aceras.
La ciudad, nublosa y gris�cea, ol�a a melancol�a. Bajando mi paraguas cerr� la
puerta aquel enigm�tico restaurante. Mi mente ya estaba preparada para verla,
hasta ansiosa. Con su elegante abrigo negro, envuelta en �l, con una vela cerca
de ella, iluminando su bello rostro, fruncido debido a su lectura. Tom� una mesa
a�n observ�ndola, y fue cuando ella me mir�. Nuestras miradas se cruzaron, pero
ella baj� la mirada. Entend� el mensaje. La noche anterior fue para mi un
momento maravilloso, pero para ella la excusa perfecta para rechazarme.


Las horas pasaron. La botella de licor se vaciaba frente a
mis ojos, con el cristal frente a ella, contemplando su hermosa figura. Las
horas pasaban. El lugar se empez� a llenar, las mesas libres a agotarse; se
repente me vi rodeado de una multitud y de una bulla insoportable. A�n as�
podr�a observarla desde a lo lejos, a�n as� pod�a sentir su presencia pese a la
multitud que reina aquel lugar aquella noche. Me inclin� hacia atr�s, cerrando
mis ojos, tratando de evocarla, de imagin�rmela. Una mano me toc�. Era tan real,
abr� mis ojos y ah� estaba ella, parada junto a mi, mir�ndome con una hermosa
sonrisa. No pod�a ser.


---�Me dejar�as que te invite un trago?


La tom� de su mano, ayud�ndome a parar y caminos juntos a la
barra. Todo me parec�a tan extra�o, y a�n m�s cuando solo me observaba, los dos,
en la barra, frente a frente. S�lo callaba y me tomaba de la mano,
acarici�ndola. Ahora me observaba de una manera muy diferente, me ve�a como...si
eso, como una enamorada, como una novia. Mir� a su alrededor, algo inc�moda. La
multitud era desagradable. De nuevo sus hermosos ojos regresaron a m�,
contempl�ndome; se inclin� ante m�, con sus labios tan cerca de los m�os, como
la primera vez, yo me inclin� para besarlos, pero de nuevo volvi� la cara. Esta
vez sus palabras soplaron en mis o�dos.


----Voy al ba�o... ---se par� pero a�n me ten�a sostenido de
la mano. Yo no pod�a estar m�s confundido.


----Aqu� te espero �le dije.


----Me refiero...juntos. ---me dijo muy seria, acarici�ndome
con m�s intensidad la mano.



La puerta del ba�o de hombres se cerr� violentamente. Puse
todos los seguros posibles y me fij� si no hab�a nadie dentro del ba�o. Saqu�
violentamente a un despistado que se lavaba las manos. La postr� sobre la puerta
ya cerrada, d�ndome la espalda, mientras yo lentamente le desgarraba su vestido
negro para besarle su espalda, aquel trozo de cielo forrado de piel blanca y
suave, revestida por largo y hermoso cabello casta�o que ca�a como una
maravillosa cascada. Su hermoso cuerpo desnudo ante m� era como una obra a la
naturaleza, un regalo a la vida, su bello cuerpo era el regalo que siempre
hubiera anhelado. Sus largas piernas eran como hermosas estatuas griegas, besar
sus labios era como el primer sorbo de agua despu�s de cruzar el desierto. Y
conocer lo que guardaba entre sus piernas fue el pase al para�so. Estaba
totalmente h�meda. Cuando la penetr� por detr�s, entrando y saliendo en su
h�meda y tibia cuevita, sent� el mundo a mis pies. Vulgarmente pero dulce y
lentamente, aferrado a sus caderas, empec� a coger. Nuestros muslos rozaban
entre s�, envueltos en un placer indomable, con nuestras ropas en el suelo,
debajo de la sensaci�n de estar en un lugar prohibido y que en cualquier momento
pudieran descubrirnos, haciendo salvajemente el amor. Sus caderas eran como la
vida, me aferraba a ellas, gimiendo en su cuello, oliendo su cabello, chupando
sus orejas, ella, tratando de besarme, tratando de encontrar los labios de la
bestia que por detr�s la embest�a. Se mov�a m�gicamente, al mismo ritmo que yo,
tratando de que las embestidas fueran m�s fuertes, deform�ndose su bello rostro
debido al placer, al orgasmo que se acercaba, las caderas que se retorc�an, la
vagina que se hinchaba y se contra�a, totalmente empapada, la mujer de mis
sue�os, la que se estremec�a a cada penetrada m�a, la que soplaba y gem�a
lujuriosamente. Sus l�quidos recorrieron todo mi miembro a�n dentro de ella,
pude sentir su orgasmo, el orgasmo que se efectuaba sobre mi miembro, el que a�n
se estremec�a dentro de ella, el que rozaba con lujuria su cl�toris, volvi�ndola
loca del placer. Analya se desplom� en el lavabo, mir�ndome a trav�s del espejo,
exhausta y satisfecha. Se sent� en el lavabo, frente a m�, dej�ndome ver sus
ojos, dej�ndome ver sus manos que me acariciaban como los de una madre
protectora, los dos, contempl�ndonos, sudorosos. Me envolvi� entre sus piernas y
no me dej� resistir a la tentaci�n de estar dentro de ella nuevamente. Apoyado
sobre el espejo del ba�o y ella entre mis brazos, vimos las estrellas
nuevamente. Ella respiraba en mi cuello, acariciaba y apretaba fuertemente mi
espalda, me apretaba con sus largas y hermosas piernas, susurr�ndome sus gemidos
en mi o�do, intercambiando l�quidos salvajemente, envueltos en un profundo mar
de placer.


---Te amo ---me acarici� mis labios, cerrando sus ojos,
palpando mi rostro.


---Seremos felices ---le bes� su cuello, largo y bonito.


---Siempre me llamaste la atenci�n ---el animal que sub�a y
bajaba dentro de ella parec�a no tener alto alguno.


---�Qu�? ---tampoco me lo cre�.


----Me gustaste desde siempre, desde que entraste por aquella
puerta del restaurante, me impresionaste mucho. ---trataba de oprimir los
gemidos de placer para hablar con claridad ---tu aplomo, ese estilo con el cual
riges tu vida ---me abraz� fuertemente ---perd�name por no haberte besado aquel
d�a, perd�name por decirte esto hasta ahorita. ---me bes� ---estoy enamorada de
ti.


Aquello me hizo m�s loco de lo que ya estaba. Me besaba con
pasi�n, mezclando nuestras lenguas cuando acab�, exquisitamente eyaculando
dentro de ella. Nuestros gemidos se mezclaron en uno solo, creando un sonido
hermoso que nos excitaba a�n a los dos. Se estremeci� al sentir aquel n�ctar que
entraba con lujuria dentro de ella, abasteci�ndola maravillosamente,
retorci�ndose del dolor. Me desplom�, exhausto, encima de ella, besando su
cuello. Llamaron a la puerta. Era, de seguro, un inoportuno que le urg�a ir al
ba�o. La ayud� a vestirse, mir�ndola a trav�s del espejo, sonri�ndome. Nos
acariciamos por �ltima vez, bes�ndonos con un par de novios que apenas se
conocen. Ser�a vergonzoso pero a la vez excitante salir por la misma puerta pero
lo hicimos. El sujeto que estaba esperando nos mir� con extra�eza, y yo le lanc�
una mirada amenazadora. Salimos de la mano, todav�a con el calor de sexo que
ten�amos.


----Vayamos a mi departamento ---me dijo cuando me abrazaba
fuera del restaurante, acariciando mi cabeza y yo su cintura ---hagamos el amor
toda la noche, ma�ana, despertaremos juntos y haremos el amor tambi�n toda la
ma�ana ---me abraz� con fuerza ----te amo.


No pod�a resistirme a palabras y hechos tan irresistibles.
Termin� por rendirme.



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