(�Y garras)

La luna, alumbraba con su falsa luz. Mientras, la criatura
vagaba, recorriendo el peque�o bosque, en busca de una victima, hasta que su
agudo o�do percibe, un suave gemido. Cautelosamente se acerca hasta quedar a
unos cuantos metros de una joven pareja, que no se imagina lo que vivir� esta
noche.

Desde los matorrales observa con sus ojos color �mbar, al
muchacho besar el cuello de ella, mientras que sus manos buscan deshacerse de el
obst�culo que representa la breve tanga que usa la chica, sus mano se mueven
trabajosas debajo de la falda, hasta que desesperado arranca de un solo tiro la
peque�a prenda. La apretuja contra el tronco del �rbol, ella se debate aun sin
desearlo, siente que sus piernas se doblan ante el placer,

Como puede se mantiene en pie mientras que el chico le sujeta
una pierna jal�ndola hacia arriba y dejar as� expuesto su pubis.

Ahora un suave olor llega hasta las narinas de la criatura,
exaltando los instintos de la bestia. En el interior de su mente diversos
sentimientos se agolpan. Un hombre se encuentra prisionero en un cuerpo que le
pertenece pero que ahora es ocupado por un lobo, desplaz�ndolo al papel de un
simple espectador, nada puede hacer para contenerlo. Ve sus manos ahora armadas
de grandes y filosa garras, su cuerpo se ha cubierto de sedoso pelo, sus brazos
son mas musculosos y fuertes, sus piernas se han transformado, son robustas y
nervudas, su torso y su espalda son distintos le permiten correr como un animal
o andar como un hombre, y puede sentir como su rostro es alargado con grandes
narinas que le permiten percibir sinn�mero de esencias y olores, y su boca ha
sido dotada de fuertes dientes y largos colmillos que son recorridos de vez en
cuando por una larga y �spera lengua. Su cabeza y cuello son macizos y
alargados, un medio perfecto para hacer y deshacer lo que sus instintos
reclamen.

El instinto, el pelo de su espalda se erizan y su parte
animal esta ahora en total control, de un solo salto se desplaza casi 4 metros
cayendo sobre la espalda del muchacho, haci�ndolo caer, con sus mand�bulas
sujeta el cuello del el, lo sacude unos segundos, y justo cuando le va a
aplastar la garganta, algo lo detiene y lo arroja lejos, y como movido por un
resorte se levanta y dando media vuelta emprende la huida, ante los imp�vidos
ojos de su novia que no lo puede creer y se aprieta con sobresalto contra el
�rbol.

La bestia encovada gira la cabeza en direcci�n de la
muchacha, resopla oliendo el aire y sus orejas se mueven buscando cualquier
sonido, para despu�s aplastarlas hacia atr�s y lanzare un suave gru�ido,
entonces se encamina en direcci�n de su presa, aun aplastada contra el tronco
del �rbol, que lo mira crispada de terror.

Ella mira a esa criatura acercarse, apoyando su manos en el
suelo, con sus mand�bula ligeramente abiertas, permiti�ndole ver sus grandes
colmillos, blancos y fulgurantes ante la luz la luna. Con terror ve como
comienza a recorrerla, oli�ndola lentamente, hasta detenerse a la altura de sus
vientre y casi c�micamente levanta con su nariz la orilla de su falsa, sin saber
por que ella la baja nueva mente, provocando que el clavara una mirada asesina y
otro gru�ido, aterrada suelta la falda se ferra al tronco del �rbol nuevamente,
el lobo nuevamente mete su nariz debajo de la falda, y solo oye una serie de
resuellos, y siente un leve roce en su vello, lo que la hace estremecer.

El olor lo incita, ya no siente lo violencia en su sangre, se
deja llevar ahora es su lengua la que explora, recorre primero el interior del
muslo son de las caricias de joven dejaron marcada la senda a seguir, al sentir
la exploraci�n, ella cierra la piernas, pero el las separa suavemente con sus
garras, ahora recorre su vientre cosquilleando, jugando con su rizado vello, es
entonces que siente estorbarle la faldita y de un solo zarpazo la arranca, a lo
cual ella solo da una peque�a exclamaci�n, se aplica nuevamente clavando su
hocico en la entrepierna buscando lamer ese sexo tibio, que ahora destina jugos,
la chica sabe que el no la matara, no ahora. Sabe que es lo que busca, pero aun
siente miedo.

La lengua se mueve r�pidamente, recorre cada hendidura, cada
borde, cada pliegue, el sabor es sin igual. Ella no lo piensa y abre las piernas
se deja guiar. Sus piernas tiemblan, ya no soporta, suspira y se deja caer.

Ante esto el hombre-lobo se aparta un poco, la mira , observa
a la joven mujer, su cabello corto y negro, sus ojos, el percibe que son verdes,
su boca que jadea, mostrando su excitaci�n, sus pechos palpitan visiblemente, la
blusa medio desabotonada apenas los contiene, no lleva sujetador as� que sus
pezones endurecidos casi traspasan la delgada tela. Mezclando la sensualidad y
la fiereza, con una de sus manos, desliza sus garras dentro del escote y
firmemente guillotina los botones restantes, permitiendo que la prenda resbale
por los hombros.

La excitaci�n de la bestia es obvia, la muchacha la recorre
con los ojos, aprecia una belleza extra�a, mezcla de la perfecci�n animal con la
ferocidad humana, sus m�sculos, la uniformidad del pelo y su color pardo, lo ve
como un naturalista a un �rbol, un insecto o un LOBO com�n. Fija su vista en el
vientre y aprecia un enorme miembro erguido, al menos 35 cm. Sabe que esa no es
la forma de un pene humano, es mas ancho despu�s de la punta pero aun es de
color rosa y cubierto de venas que palpitan a cada instante, con una gran
protuberancia en la base. Y solo siente m�s excitaci�n, el miedo ha sido
remplazado.

De nueva cuenta se le acerca a la chica y ya sin obst�culos
la sujeta por la cintura con sus manos, la levanta completamente, ella se abre
completamente sabe lo que vendr�, y la acomoda. Ella siente la punta buscando la
entrada a su sexo, rodea el cuello con sus brazos. Con firmeza pero lentamente
la penetra, escucha una suave exclamaci�n. Puede sentir como se esfuerza para
darle cavidad al moustro, como se acomoda trabajosamente, y sigue gimiendo casi
con timidez.

Se esta esforzando por no gritar, siente que la parten pero
sabe que poco a poco se relajara. Y as� ,es abre un poco mas, y empieza el sube
y baja, dada muelleo, ella tiembla, siente como crece en su interior, como se
hincha ,y el placer salvaje tambi�n crece en ella, con su brazos se empuja hacia
arriba y se deja caer llevando tambi�n el sube y baja, el calor en su
entrepierna aumente pero aun as� lo disfruta, busca la mirada salvaje y la
encuentra clavada en si misma, y aun es salvaje casi asesina, es entonces que ve
una de las manos sujetando uno de sus pechos, las garras rozan la piel y el
pez�n, dejando peque�as estelas rojizas, y en alguna de ellas una gotita roja se
mueve lentamente a trav�s de ella. Esta vista la lleva a la culminaci�n, se
estremece y grita, nunca hab�a sentido algo as�, un instante despu�s, como si
esto lo detonara el lobo muestra los dientes y con un empuj�n mayor se corre,
sujet�ndola contra si, como queriendo no dejar que su simiente se escape.

Sin soltarla si encorva, hasta que ella queda recostada sobre
la hierba, mientras que se encuentra en un abandono total, casi desmayada.

As� pasan unos momentos, ella cree que ha terminado, pero no
se da cuenta de que el sigue ah�, sobre ella, se voltea sobre su costado
tratando de incorporarse. Al levantar su cadera, quedando en cuatro patas,
siente la lengua recorriendo su vagina otra vez, lamiendo los l�quidos de ambos,
se congela y tiembla, suspira y gime. Reiteradamente el calor la posee, clava su
u�as en el suelo, arrancando la hierba con cada lenguetazo que recibe.

No pasa mucho, cuando ahora es en sus caderas donde siente el
suave ara�ar de la garras que la atraen, y la penetra. Lo siente distinto, es
mas fiero en sus embestidas, m�s fren�tico el ritmo, siente en su espalda el
jadeo entrecortado, como si se tr�tese de un amante distinto, ahora era el lobo
quien la pose�a, su verga se hinchaba mas que antes, miro con curiosidad y pudo
ver que aun no la penetraba completamente, y m�s a�n que el bulto en la base era
descomunal, sinti� temor que no duro mucho. Ese modo salvaje la enloquec�a, fue
entonces que oy� su propia voz gimiendo y habl�ndole, pidiendo que la penetrara
m�s fuerte, que no se detuviera. Entonces su cuello no se puedo mover sitio un
par de punzadas a ambos lados, una sensaci�n tibia debajo de su nuca. La estaba
mordiendo, la sujetaba con sus mand�bulas no la lastimaba, solo la aseguraba.
Aun no lo comprend�a del todo cuando sinti� por que, el bulto estaba por entrar,
no pod�a reclamar as� como estaba, cualquier tir�n la lastimar�a o la matar�a,
respiro y se relajo lo mas que pudo, el dolor fue en aumento, y gradualmente
aminoro tambi�n.

Al sentir aquel bulto dentro de ella otro orgasmo le arranco
m�s gemidos, el placer era inmenso y sin fin, una y otra vez sent�a como
temblaba y se ve�a, sudaba, lloraba, no pod�a controlar su cuerpo ni su sentir.

Las embestidas no paraban, parec�a no cansarse, ya hab�a
soltado su cuello, pero aun as� segu�a empujando y otro orgasmo se apodero de
ella no pod�a pensar en nada mas, entonces apenas recuperada sinti� un fuerte
apret�n de las garras como punzaban sus nalgas ahora, la sensaci�n la enloqueci�
y casi desmaya cundo la bestia resoplo ruidosamente mostr� los dientes y eyaculo
aun m�s que la vez anterior, el semen caliente lleno cada rinc�n de ella, esto
la orillo a otro orgasmo m�s largo que todos los anteriores. De su garganta se
escapo un alarido como nunca se hab�a escuchado, no de terror ni de miedo, sino
de placer, para despu�s caer inconsciente.

El fri� la despert�. Estaba por amanecer miro en todas
direcciones y no pudo ver nada, ni nadie solo sus ropas o lo que quedaban de
ellas. En su mente pasaron todas la im�genes de lo sucedido, tubo ganas de
llorar, pero alcanzo a o�r el susurro de personas que se acercaban, se puso la
blusa y acomodo como pudo su falda, oli� la colonia barata del chico que la
hab�a abandonado unas horas antes y supuso que por fin se atrev�a a rescatarla.
Camino en su encuentro, para finalmente encontrarlos casi medio kil�metro m�s
adelante. Estos le hostigaron con preguntas y pero solo en su mente estaba las
sensaciones(o el placer) que hab�a vivido.

Fue entonces que alguien le pregunto que si no le hab�a hecho
da�o aquel moustro, busco los rasgu�os en su cuerpo y no pudo encontrar ning�n
rastro, lo �nico que sabia que se encontraba satisfecha y al mismo tiempo
HAMBRIENTA.