Relato: Lo hice con la esposa de mi amigo



Relato: Lo hice con la esposa de mi amigo

Les voy a relatar lo que me contó
mi amigo Mike y que él mismo no se ha
atrevido a escribir pero creo que merece la pena sea conocido como relato
erótico de amistad entre amigos maduros o infidelidad:



Soy ingeniero y hace unos años coincidí
en un proyecto en la oficina con
otro joven, Ovi, que resultó ser un muchacho intrépido y generoso,
dicharachero y simpático. Al principio tuve mis reservas porque me parece
que le daba mucha coba a los jefes pero poco a poco nuestra amistad mejoró.


Tanto que en varias ocasiones me invitó a cenar a su casa. En una de
esta
ocasiones conocí a su esposa Caro. Ambos tienen 35 años, yo tengo
36. Caro
es bajita y algo llenita, con buenos pechos y trasero mediano. Es blanca de
piel, ojos verdes, pelo largo castaño y rizado, y con eso que llaman
cuerno
de viuda (ojalá lo fuera) en la frente. Siempre me ha fascinado ese tipo
de
pelo porque yo ando un poco escaso aunque no sea calvo. Es muy simpática
y
aparentemente callada, es intuitiva, se da cuenta de todo, tiene una mirada
intensa y profunda y viva. Es una delicia. Yo soy soltero y sólo perdería
este estado por alguien así. Pues bien, ambos se hicieron muy amigos
míos,
viajamos y compartimos experiencias. Aparentemente mi amigo originalmente
era él a pesar de que somos muy diferentes, yo soy más mordaz
y sagaz, pero
más callado y observador. Ovi es abierto, lanzado, le gusta la aventura
pero
le agradaban mis observación y comentarios capciosos sobre algunos asuntos
en la oficina. Todo lo que yo decía Ovi se lo contaba con admiración
a Caro.


Eso hizo que Caro se forjara una imagen sobre mí y que poco a poco tuviera
más interés en conocerme más.



A Caro le gusta mucho llamar
por teléfono y
casi todos los días llamaba a la oficina para hablar con su marido, pero
alguna que otra vez no se podía poner por no dejar sus ocupaciones de
ese
momento, y algunas veces le oí decir Vaya otra vez esta
pesada. La primera vez que oí eso me dolió mucho que pensara y
sintiera eso por una mujer como Caro. Empecé a pensar que tenía
mucha suerte
de estar casado con ella pero que no la merecía. Si su marido no podía
hablar me llamaba a mí. Así pasó que algunos días
hablamos horas y horas
desde la oficina. Yo como llevaba más tiempo y no tenía que ganarme
prestigio como Ovi, tenía menos ocupación y además me encantaba
hablar con
ella. Teníamos un todo cariñoso, cálido. Yo me empezaba
a mojar a penas
comenzaba la charla con ella. No es que yo percibiera que su relación
con su
marido se deteriorara pero notaba también que estaba muy a gusto conmigo,
que lo pasaba bien llamándome y hablando de sus cosas, de si estaba mala,
de
sus temores y alegrías. Para mí como pueden suponer esto era un
conflicto
porque él era mi amigo y sin embargo me gustaba más hablar y estar
con ella.


Nunca en nuestras conversaciones yo le dije que me gustaba pero eso creo que
se nota, le preguntaba de todo, hasta llevaba la cuenta de cuando tenía
la
menstruación y se lo recordaba si estaba más triste o más
simpática.


Hablábamos cada día, al menos una hora por teléfono.



Mis
sentimientos se
iban acentuando. Resultó que Ovi decidió dejar la empresa y ponerse
por su
cuenta en una empresa de construcción, no tenía dinero pero pidió
préstamos,
compró un piso, contrató gente y comenzó su gran aventura,
la aventura de su
vida, era lo que le gustaba. Eso le entusiasmaba más que su mujer, a
ella no
le hacía mucho caso, por eso me llamaba a mí cuando quería
hablar con
alguien. Al principio era la excusa de que como él estaba muy ocupado
no
quería molestarle con sus tonterías. Luego llegó a tener
una dependencia
absoluta de mis llamadas, de mis consejos, de mi presencia, al menos al
teléfono. Yo no les visitaba mucho últimamente. Caro a pesar de
que no le
gustaba ese tipo de trabajo se puso a ser secretaria de una empresa para
colaborar económicamente. Fue un día notable para mí cuando
su primer día de
trabajo me escribió una carta, diciendo que era un día importante
para ella,
esta asustada y nerviosa y quería escribir, con lo mucho que le costaba
hacerlo, a una persona muy especial para ella, y ese era yo, deshaciéndome
en deseos por ella pero sin decirle nada. Inmediatamente la llamé por
teléfono dándole las gracias por el detalle y le dije que era
majísima y
cualquier cosa la iba a conseguir porque valía un montón. Nos
veíamos de
tarde en tarde, más bien poco. Pero sucedió algo más que
cambió las cosas.


Caro tuvo que operarse de un pie porque se hizo un esguince. Dejó de
trabajar dos meses. Me seguía llamando y ahora con el dolor de su pie,
mimosa y con ganas de ánimo. Yo no podía más. Estaba loco
por ella. Le dije
que su marido tenía mucha suerte y que era una pena que estuviera casada
y
además con mi amigo Ovi. Caro estaba emocionada, coqueta, sonreía
aunque me
decía que no dijera esas cosas. Me dijo que porqué no me escapaba
a su casa
y comíamos juntos. Pedí permiso para salir a un asunto urgente
y con los
pantalones mojados y una gran erección, además del corazón
a mil, fui rápido
en mi coche hasta su casa. Estaba con las muletas, su pelo rizado suelto, se
había quitado las gafas, se veían muy bien sus preciosos ojos
verdes y
amplia sonrisa. Llevaba un vestido negro que le favorecía mucho, resaltaba
su figura, la prominencia de sus senos y perfilaba sus preciosas caderas. Se
había vestido para la ocasión. Acababa de salir del baño
porque todavía se
podía oler en su casa y manos el gel de baño. Al verla me acerqué
a darle un
par de besos. Estaba radiante. Hicimos una comida sencilla entre los dos, le
ayudé en algunas cosas y eso permitió que sin darme cuenta nuestros
cuerpos
se rozaran más de una vez debido a la estrechez de la cocina. Creo que
notaba que yo me acercaba de más y que tenía una significativa
erección. No
podía más así que puse mis manos delicadamente en sus caderas
y la acaricié
mientras acercaba mis labios a su nuca. Dijo que me quitara pero de un modo
muy suave, como pidiendo guerra, indicando que le gustaba. Comencé a
besarla
el cuello y seguía moviendo mis manos por encima de su vestido, suavemente.


Dijo, no por favor, Ovi puede llegar de un momento a otro. Es mejor
que lo dejemos. Bésame, dame un beso pequeño solamente.


No puede ser, eres mi amigo, y de él. No podría besarle a él
después. Pero yo había decidido que no se podía escapar,
que tenía
que conseguirla ese día o nunca. Seguí acariciándola, mientras
me daba la
vuelta, ahora frente a frente la abracé y dije que tranquila que no pasaba
nada, si no quería no habría besos. Pero mis manos hacían
lo contrario, le
tocaba el culo en círculos, ella estaba excitada también, creo
que podía
sentir mi bulto en su falda. Me dijo que nos sentáramos en el sofá.
La
situación era patética porque ella iba con sus muletas, yo no
sabía como
cogerla con aquellos hierros que me estorbaban para mi propósito.


Se
sentó y
pensó que conversaríamos, pero yo insistí, quería
un beso, me tumbé hacia su
lado, ella seguía diciendo que no podía ser, pero el forcejeo
creo que la
estaba calentando. Logré meter la mano por una abertura que tenía
su vestido
y llegar a su sujetador, era negro de encaje. Introduje mis dedos hasta
llegar a su pecho, alcancé su pezón izquierdo. Estaba duro y erecto,
como un
centímetro, seguía forcejeando excitada.


Me dijo que no siguiese
que sus
tetas eran muy tímidas, pero yo notaba esa risa cachonda, ese decir no
pero
querer que sí. Mi mano seguía acariciando su pecho y mi boca seguía
consiguiendo algunos besos robados. Me dijo que de acuerdo, que ella misma
se quitaría un momento el sujetador, que no quería que se rompiese.
Entonces
pude contemplar un espectáculo único. Se quitó la parte
de arriba del
vestido y el sujetador negro, sus pechos se balanceaban libres ante mí.
Con
unas aureolas medianas y rosadas y una pezones inmensos, nunca vi nada tan
bello y aún estoy esperando encontrar algo que lo pueda superar. Sus
pechos
eran grandes y mullidos pero nada fláccidos. Mis manos no podían
más, se
lanzaron a acariciar esas maravillas.


Noté como cerraba los ojos con
pasión,
cómo respondía a mis caricias y se mordía el labio inferior.
Aproveche para
acercar mi boca a sus labios y nos besamos con pasión. Nuestras lenguas
se
mordían y acariciaban, nuestra saliva se mezclaba. Mis manos habían
tomado
posesión de sus pechos y pellizcaban sus pezones que seguían saludando
el
precioso día. Acerqué mi boca al pecho más cercano, lo
besé con ternura,
lamí su pezón en círculos. Podía escuchar sus jadeos
levemente, como
suspiros.


No, no puede ser, no sigas Pero yo no hacía caso,
ese tesoro era mío. Todavía tenía puesta la falda. Mis
manos ahora buscaban
algo más, se introdujeron por debajo del elástico de la falda
y pude palpar
mientras mi boca seguía entretenida con su pezón izquierdo, pude
palpar
digo, sus braguitas de seda negra. Al girar la mano por el contorno de su
muslo pude alcanzar las gomas del liguero que sujetaban las medias negras
que llevaba. Seguí acariciando sus muslos con mis dos manos.


Poco a poco,
Caro se iba abandonando, gemía arítmicamente, de modo variado
según le
venían espasmos y sensaciones voluptuosas diversas. Mis manos fueron
bajando
su falda, quedando al aire su precioso trasero solo oculto por una bonitas
bragas, apenas usadas, compradas para la ocasión. Mi boca estaba ya en
su
ombligo, ella seguía con los ojos cerrados No, no puede ser, Mike, no
me hagas esto Pero yo ya no podía parar. Bajé su falta hasta sus
tobillos, tuve cuidado con su pie derecho, el del esguince. Aún tenía
las
bragas y las medias sujetas por los ligueros. Seguí acariciando mientras
observaba con detenimiento aquel hermoso paisaje. Sus bragas eran pequeñas
y
se podía observar su vello púbico asomar tímidamente por
los bordes.


Con una
mano acariciaba su trasero y con la otra su entrepierna. Aparté un poco
las
bragas y le introduce acariciando mi dedo en sus labios vaginales. Tenía
vello me no abundante, se ve que lo recortaba de vez en cuando. Era de color
castaño claro, como su pelo. Ella seguía jadeando y ahora noté
que cambiada
su discurso No, no puede ser, Mike, me estás volviendo loca, loca de
pasión, ahhhh Y lanzó un grito que supongo los vecinos pensaría
que
Ovi había llegado antes a casa.


Yo ya no me podía controlar, estaba
desnudando a mi amiga. Mi amigo podía llegar de un momento a otro y me
estaba follando a su mujer, en su casa, en su sofá. Mi dedo seguía
metido en
su vagina, se movía a su antojo, buscaba el botón de la felicidad,
subía
hacia arriba y por fin lo encontré. No era largo pero duro y gordo. Seguí
acariciando en ese punto, estaba muy mojada. Mi mano estaba llena de su
flujo.


Caro no podía más, gemía, gritaba y clamaba de placer
Ahh, me
muero de gusto, me corrrroooo, ahhh Seguí acariciando con dos dedos
cada vez más rápido, noté como una eyaculación en
mi mano, otra más. Mi otra
mano seguía acariciando su culo e introduciéndose en la raja y
acariciando
en esa parte. Bajé mi boca a su coño y le metí la lengua
poco a poco. Sorbí
todo el líquido que había por allí. Me encantó su
sabor que se mezclaba con
mi saliva. Mis manos bajaron sus braguitas, a estas alturas ya empapadas y
poco a poco acariciando sus piernas fui besándolas y bajándolas
hasta los
tobillos. Caro ya no decía nada, se dejaba hacer, estaba enloquecida.


Creo
que nunca había gozado tanto, estaba en esa placidez semiconsciente que
dejan los orgasmos repetidos en las mujeres. Mis manos se perdían en
caricias por todo su cuerpo, cara, pelo, cuello, pechos, pezones, ombligo,
caderas, coño, clítoris, piernas y precioso y riquísimo
pie, que pude besar
y chupar repetidamente. Yo me había quitado la camisa pero ahora me quité
los pantalones y calzoncillos. Mi pene estaba chorreando de líquido
preseminal. Estaba completamente erecto, 18 cm de pene rosado y duro como
una roca y con testículos peludos. Caro no podía estar más
lubricadas tras
mis operaciones anteriores y su pasión incontrolable, así que
no me resultó
difícil ensartarle mi verga hasta la bola, como en los toros, y arremeter
bombeando, mete y saca, una y otra vez. Yo pensaba en la muerte para evitar
eyacular demasiado pronto.


Todavía quería que ella gozara más
y de paso yo
mismo. Ella recomenzó sus jadeos y exclamaciones ahora afirmativas
Sí, sí, así me gusta, Mike te quiero, sigue más,
soy la mujer más
feliz del mundo. No puede aguantar más de 10 minutos empujando una y
otra vez, y tuve una corrida tan abundante, ya que hacía algunos días
que no
me masturbaba, que el sofá negro de cuero resplandecía y brillaba
con el
espeso y límpido material acuoso, mezclado con el líquido que
expulsaba
Caro. Caí en sus senos, exhausto, cansado, feliz y satisfecho. Por fin
me
había follado a la mujer de mi vida, mi mejor amiga, la mujer de mis
sueños.


Caro abrió levemente los ojos y me miró pensativa. De su pupila
derecha
resbalaba una lágrima. ¿Pensaba en Ovi? ¿Cómo seguirá
la relación? ¿Podremos
seguir siendo amigos? ¿Llevará bien los cuernos mi amigo Ovi?


Por favor, me gustaría que alguna mujer
me diga si actué bien insistiendo.


Si piensan que seguirá nuestra amistad y si creen que ella deseaba que
llegáramos a ese punto. Cuéntenme si tienen experiencias similares.
Un beso-
Este es el relato completo de mi amigo Mike. Por favor, pueden responder con
mi correo electrónico que le haré llegar los mensajes
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