Relato: El gordo mayor (4)





Relato: El gordo mayor (4)


EL GORDO MAYOR (4)


CAP�TULO IV: LUJURIA SATISFECHA




"Qu� te sucede hoy, Zesna. Parece como que no estuvieras
aqu�. Est�s como distra�do." Fue lo que me dijo uno de mis patrones en medio de
una reuni�n de trabajo.


S�, era verdad. No estaba all�.


Mi mente continuaba en la noche anterior. A�n segu�a estando
en el consultorio de Eduardo,


Soy una persona muy abierta a las nuevas experiencias, y como
ya dej� en claro en m�s de una oportunidad, habitualmente me dejo llevar por los
acontecimientos sin saber muchas veces c�mo van a terminar.


Pero ahora, por mi bienestar laboral, deb�a hacer un
par�ntesis y atender mis tareas de trabajo.


Muy distinto fue cuando lleg� mi horario de descanso al
mediod�a.


Ese d�a no hubo tal almuerzo.


Estuve todo ese tiempo libre sentado en el inodoro del ba�o,
recordando con lujo de detalles esta nueva experiencia vivida con mi abuelito.







Segu�a sin poder creer lo profundo de la raja que estaba
comiendo, lamiendo, besando y tocando. �l mismo se sosten�a ambas nalgas para
permitirme jugar all� a mi antojo, y ni siquiera de esa forma pod�a a�n verle
claramente el agujero.


Puse ambas manos a la labor de abrir esos cachetes
voluminosos y de encontrar el preciado tesoro.


Finalmente lo toqu� con un dedo ba�ado en mi saliva, y �ste
desapareci� dentro de �l sin ofrecer resistencia alguna. Saqu� el dedo que
estaba limpio excepto por la transpiraci�n de entre sus gl�teos. Me lo met�a en
la boca y lo sequ�.


El gordo segu�a apoyado sobre sus rodillas, con las piernas
bien abiertas, y su abdomen y pecho encima del sof�.



Chup� un segundo dedo con la intenci�n de darle m�s grosor a
la arremetida.


Ambos dedos entraron sin sentir ning�n obst�culo, lo cual me
sorprendi�.


No s�lo ni pesta�� cuando los tuvo dentro de sus entra�as,
sino que dud� que se hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo. Decid� ir
hasta el l�mite, y agregu� otro dedo m�s al safari. Tampoco hubo resistencia.
Terriblemente excitado, ahora sum� el me�ique. Esta vez s� hubo un poco de
presi�n, pero penetraron sin mayores inconvenientes.


De pronto sent� un escalofr�o muy grande, acompa�ado de una
sobredosis de adrenalina, y mi miembro adquiri� una dureza a�n mayor a la que
ten�a hasta ese instante. La sola idea que se me cruz� en la cabeza en ese
preciso momento, hizo todo ese desorden.


Nunca lo hab�a hecho con anterioridad, y pens� que �ste era
el momento y la ocasi�n adecuada para intentarlo.


Quit� los dedos de su ojete, y me los llev� a la boca, uno
por uno. Inclu� el pulgar, que a�n no conoc�a ese agujero.


Los lam�, y saliv� con bastante segregaci�n. Escup� sobre mi
mano varias veces, y esparc� el l�quido hasta mi mu�eca.


Ahora me saliv� dos veces la mano izquierda, y se la unt� en
la raja por sobre y dentro de su orificio anal.




Acerqu� la diestra ya humedecida y cerr� los dedos de forma de dejarlos lo m�s
angosto posible. Hice un tipo cono, con el dedo mayor hacia arriba, los dedos
anular e �ndice por debajo de aquel, y el me�ique y pulgar a�n m�s por debajo de
ellos. Comenc� a introducir lentamente el dedo m�s largo. Y a medida que
avanzaba, comenzaron a ingresar otros dedos en la expedici�n. Cuando iba a
ingresar el pulgar, mi mano se vio obligada a detenerse contra las paredes del
agujero.


Ahora el morbo y la excitaci�n me ganaron por completo, pero
tem�a lastimarlo.


"D�nde est� el ba�o, abuelito? Pregunt� y se�al� una puerta a
la derecha.


Fui all� lo m�s r�pido que pude.


Al volver tra�a un jab�n y la toalla que ya hab�a humedecido
con agua.


Eduardo adivin� lo que yo intentaba.


"Espero que sepas lo que est�s haciendo. Est�s seguro que lo
deseas?" pregunt� mientras esperaba , a�n sosteni�ndose las ancas bien abiertas
con sus propias manos.


"S�, no se preocupe:" contest�



Me humedec� y enjabon� bastante las dos manos. Con una de
ellas le unt� jab�n en el ano, se lo frot� bien, y tuve la precauci�n de
introducir gran parte en sus entra�as con dos dedos.


Ahora volv� a arremeter con mi mano, en la misma posici�n de
cono que antes.


Dedo medio, anular e �ndice, entraron en ese orden. Me�ique
tambi�n. Cuando comenz� a introducirse el pulgar, contuve la respiraci�n.
Nuevamente ofreci� un poco de resistencia, pero el jab�n le permiti� seguir tras
una leve presi�n de mi parte.


Muy despacito, segu� metiendo hasta la parte m�s ancha de mi
mano. All� mismo donde nacen todos los dedos.


Esta vez, un grito sordo surgi� de la boca de mi abuelito.


Un ruego de "No, por favor" me dej� a un paso de quitarle la
mano.


"Haga fuerza para quit�rmela." Le ped�.


Not� el esfuerzo que hac�a. Las l�grimas le brotaban por
entre los p�rpados apretados, mientras sent� que sus piernas temblaban.


Varios pedos se escaparon por el agujero taponeado con mi
mano, y en lugar de sacarla, decid� empujar m�s adentro de una sola vez y
r�pido. Un nuevo grito surgi� y s�lo se apag� cuando el orificio anal de Eduardo
me engull� la mano completamente hasta la mu�eca. Varios quejidos de dolor se
hicieron escuchar y me mantuve inm�vil dentro de �l hasta que finalmente se
apagaron.


Silencio absoluto


Excepto por la respiraci�n agitada de �l.


Calma total.


Excepto en mi entrepierna.



Con mi mano libre, comenc� a acariciar suavemente sus
test�culos por detr�s. Intent� ver si su pene permanec�a oculto, y
efectivamente, as� era.


Mi diestra estuvo un lapso de tiempo largo sin moverse dentro
de �l . Ambos est�bamos experimentando por primera vez con esto. Yo no estaba
muy seguro de qu� hacer, pero siguiendo mis instintos comenc� por abrir la mano
en sus entra�as y a tocar todo lo que estaba a mi alcance all� dentro, muy pero
muy lentamente. Todo estaba caliente all� dentro, bastante pegajoso y
ciertamente, muy sucio.


Eduardo comenz� a gemir sorpresivamente.


Un par de ventosidades m�s se escaparon por alrededor de mi
mu�eca, lo que increment� a�n m�s mi excitaci�n. Lentamente ingres� mi mano m�s
dentro de �l hasta que en determinado momento, toqu� algo que lo hizo
enloquecer.


Pas� mis dedos por all�, una y otra vez. De izquierda a
derecha, y viceversa.


"Ay, por Dios." Suplic� entre gemidos y retorci�ndose por
primera vez desde que todo comenz�. "Vuelve a tocarme all�, por favor, hijo m�o,
te lo suplico, por lo que m�s quieras, acar�ciame all� nuevamente." Y comenz� a
empujar su culo hacia m� para que le interne m�s a�n la mano dentro suyo.


Lo que hab�a tocado era su pr�stata.


Cumpl� con su pedido.


Roc� con la yema de mis dedos, y pr�cticamente termin�
apoy�ndolos sobre ella.


Los gemidos dieron paso literalmente a alaridos, y jadeos
hasta que un descontrol total se apoder� de �l.


Su culo ahora se mov�a en todas direcciones. Hacia la derecha
e izquierda. De arriba abajo. Y segu�a intentando que le metiera m�s de mi brazo
dentro. Se alejaba lentamente y volv�a a enterrarse mi pu�o bruscamente, como
quien desea ser fornicado salvajemente.


En ese momento, la mano que le estrujaba los test�culos por
detr�s, fue nuevamente a explorar su miembro escondido, y esta vez ante mi
asombro, algo muy duro estaba en su lugar. Muy duro, extremadamente grueso y muy
mojado. Peque�o, apenas la cabeza de un miembro que parec�a la punta de un
iceberg, pero al contrario de �ste, estaba hirviendo.


Una sonrisa se dibuj� en la comisura de mis labios.


Los jadeos y alaridos ahora dieron paso a un griter�o
infernal, que s�lo me asust� por un instante con el temor a ser escuchados por
alguien, hasta que record� que no hab�a nadie m�s en el edificio totalmente
lleno de oficinas excepto el portero que se encontraba en la planta baja.


Me acerqu� con la boca a chupar ese min�sculo y rocosamente
duro pene. Nuevamente y como otras veces anteriores, chupaba como si de un
delicioso caramelo se trataba. Lo rode� con mis labios apret�ndolos, mientras mi
lengua le golpeteaba repetidamente el glande.


Mi mano derecha continuaba acarici�ndole la pr�stata, y mi
boca succionaba con desesperaci�n. Ella ya ten�a la experiencia necesaria para
percatarse cuando el preciso instante del cl�max finalmente arribara.


Todos mis sentidos estaban alerta.


Mi vista vio c�mo Eduardo se retorc�a de placer y comenzaba a
moverse espasm�dicamente. Mi olfato percib�a olor a mucha excitaci�n. Mi o�do
escuch� acelerarse a�n m�s los jadeos y gritos de goce pleno. Mi tacto not� c�mo
se hinchaba su miembro y comenzaba a correr l�quido hacia el agujero de salida.
Todo al mismo tiempo. Mi gusto fue el �ltimo de los sentidos en saciar su
apetito con la experiencia.


Sabroso.


Un esperma completamente l�quido eman� de su uretra. Una
buena parte me salpic� en el rostro, y el resto fue a parar directamente a mi
garganta, al tiempo que varias ventosidades m�s sal�an sin control de su
orificio anal.


Segu� chupando sin cesar con mi boca ese miembro, mientras
apretaba y retorc�a sus test�culos con una mano, al mismo instante que la otra
continuaba masaje�ndole la pr�stata.


"Ay, mi ni�o. Qu� me has hecho???" dijo sorprendido, a�n
temblando y con los ojos h�medos tras los �ltimos espasmos, no s�lo por haber
tenido una erecci�n, sino por haber eyaculado despu�s de much�simo tiempo de no
poder hacerlo, y exhausto por el placer indescriptible de sentirse violado en lo
m�s �ntimo de sus entra�as de esa forma tan grata y cari�osa.


Ahora la parte m�s dif�cil de todas, intentar sacar mi mano
de all�.


No hubo caso, no sal�a. Estaba atorada en la parte m�s ancha.


Pas� jab�n a la toalla mojada, y dej� gotear sobre mi mu�eca,
para lubricar m�s con ello. Le ped� nuevamente que hiciera fuerza como para
defecar, y cuando lo hizo, varios pedos m�s se escaparon junto con mi mano y
parte de su materia fecal.







Ahora, sentado en el inodoro del ba�o de la tienda, comenc� a
masturbarme recordando lo que sucedi� luego que me lav� bien la mano y le ase�
el culo.


Le ped� que ahora me dejara eyacular a mi dentro de �l.


"Lo que quieras, mi ni�o." Me dijo satisfecho. "Lo que me
hiciste sentir hace un momento, te deja v�a libre para lo que desees. Si ten�a
algunas dudas con respecto a ti, ya desaparecieron." Y con l�grimas en los ojos,
concluy� "No te das cuenta que hace a�os que no sal�a otra cosa m�s que orina de
mi verga? Hace mucho tiempo que no ten�a una erecci�n, no recuerdo realmente
cuando fue la �ltima vez, ni tampoco sent�a el placer de un orgasmo como el que
me acabas de hacer sentir. No te imaginas cu�nto deseaba poder lograr esto.
Pens� que mi peque��n ya estaba muerto totalmente."


Ya me encontraba plenamente satisfecho por haber logrado mi
objetivo.


Nos besamos como dos enamorados. Jugamos con nuestras
lenguas. Nos miramos, me abraz� y me pregunt� c�mo lo podr�amos hacer.


Opt� por la posici�n m�s confortable para m�, ya que deb�a
hacer un esfuerzo para que entrara mi miembro dentro de �l.


Llev� el sill�n que se hallaba detr�s del escritorio hasta
colocarlo a unos cent�metros del m�s grande. Apoy� mi cabeza y espalda en �ste
donde anteriormente hab�amos hecho todo, y mis piernas sobre el m�s chico,
quedando acostado sobre ambos sillones y mi trasero al aire.


Le expliqu� lo que deb�a hacer. Intentar cabalgarme como si
fuera un caballo, y mi pene erecto su montura.


Lo hizo como si fuera un experto, tratando de darme todo el
placer que seg�n me dijo, me lo ten�a completamente merecido.



Cuando todo mi miembro entr� dentro de �l f�cilmente, se
apret� las nalgas y el culo lo m�s que pudo, para hacerme gozar en una forma
descomunal. Realmente me demostr� lo tan agradecido que estaba. Eso sumado al
sentir el golpeteo de su panza sobre mi vientre y pecho, y parte de su peso con
cada cabalgata encima m�o, me puso a punto casi al instante.


Cabalg� menos de una docena de veces, hasta que acab� dentro
de �l.


En el preciso momento en que mi recuerdo estaba all�,
salpiqu� con mi esperma sobre el piso del ba�o de la tienda alrededor del
inodoro.


Tuve que limpiar todo urgentemente porque ya era la hora de
volver a mi trabajo.






Otra vez estuve pendiente del tel�fono todo el resto del d�a
in�tilmente.


Como era fin de mes, al terminar la jornada me tuve que
quedar a hacer varias liquidaciones, que me tomaron como una media hora,
qued�ndome s�lo nuevamente.


Al salir del local y cerrar, me dirig�a hacia la parada del
autob�s cuando volv� a notar que el Mercedes Benz azul me estaba esperando y
haciendo juego de luces.


Me introduje en el veh�culo.




"Hola, mi ni�o." Dijo. "Pens� que no ibas a salir nunca."


"Ay, disc�lpeme abuelito. Estuvo aqu� todo este tiempo?"
pregunt� y lo bes� en la boca. "No sab�a que me iba a pasar a buscar, sino le
hubiera avisado que hoy me ten�a que quedar fuera de hora para cerrar el mes."


"Est� todo bien, hijo." Me dijo sonriendo, y me tom� una mano
con una de sus manotas. "Hoy pens� en ti todo el tiempo, es que me estuvo
latiendo el ojete todo el d�a, y no pude resistirme a venir a llevarte a tu casa
nuevamente."


"Yo tambi�n, abuelito. Hasta casi tengo alg�n problema en el
trabajo por eso. Por suerte lo pude superar sin inconvenientes."


Llegamos a la esquina de mi casa.


"No te preocupes, te voy a dejar aqu�. No te voy a poner en
el compromiso de que me tengas que decir d�nde vives si no quieres. Tienes
tiempo para estar aqu� un rato?"


Le contest� que s� y luego que detuvo el autom�vil, le rode�
su cuello con mis brazos. Nos besamos en la boca y volv� a apoyar mi cabeza
contra su pecho.


Me acarici� el cabello, y lo bes� reiteradamente.


Estaba todo bien, s�lo que no terminaba de entender
completamente.


Sent�a algo m�s que aprecio por �l, tal vez amor. Si esto
fuera un encuentro casual con otra persona, hubiera pensado que �l era un viejo
verde que buscaba excitarse conmigo, para luego ir a hacerse una paja a su casa.
Aunque estaba plenamente convencido de que �ste no era ese caso.


De igual modo, ya hab�a decidido disfrutar yo mismo de estos
encuentros para mi propia satisfacci�n adem�s de brind�rsela a �l.


Mientras me besaba y acariciaba la cabeza, fui por sus
genitales para saber si por fin se hab�a recuperado de su larga impotencia. Pero
no era as�, todo estaba tranquilo por all� como antes, aunque igualmente me
qued� hurgando un rato de todas formas.


"Le puedo preguntar algunas cosas, sin que se enoje,
abuelito?" dije con real ganas de conocer m�s de Eduardo.


"Por supuesto, hijo. No quiero que haya secretos entre
nosotros. Qu� quieres saber?" Segu�a d�ndome pie para animarme a todo.


"Me gustar�a saber de usted todo lo referente a lo sexual. Y
hay algo que me tiene realmente desconcertado desde el mismo d�a que nos
conocimos." Como quer�a �l, sin secretos. "Quiero saber por qu� lo de la
diferencia de edad muy grande que tiene con su se�ora, y qu� pas� que se llevan
tan mal?"


Suspir� fuerte, como para darse �nimos. Sab�a que me lo
contar�a todo. Y yo estaba ansioso por conocer parte de su vida.


"Ella ten�a 16 a�os cuando la tom� como secretaria. Casi
desde el primer d�a comenz� a seducirme. Yo obeso casi como ahora, rondando mis
50 a�os, soltero, me dej� llevar como un pendejo por sus acciones. Ella comenz�
primero con caricias de todo tipo. Caricias inofensivas primero, y luego
demasiado �ntimas. Cada vez que est�bamos a solas, buscaba la forma de toquetear
mis genitales. Al principio fue como un juego. Despu�s ya era como una obsesi�n
de parte de ella. Lo peor era que a mi me gustaba. Luego comenzaron las
masturbaciones por encima de los pantalones primero, me hac�a acabar en los
calzoncillos, y luego sac�ndome la verga por la bragueta. M�s tarde sigui� con
su boca y lengua, porque se �mor�a por tomar mi leche calentita�. No me pod�a
resistir. Estaba deseando quedar a solas con ella el mayor tiempo posible, y
hasta muy tarde en la madrugada, para saber con qu� era que me iba a satisfacer
sexualmente en esa oportunidad. Realmente era muy imaginativa y ten�a y a�n
tiene un cuerpo envidiable para la mayor�a de las mujeres. Comenc� a culearla
casi a diario. Hasta que un d�a luego de cumplir los 17 a�os, me pidi� que
quer�a romper su virginidad conmigo, y ah� fue que comet� el error de mi vida.
Me jur� y perjur� que su per�odo de fertilidad ya hab�a pasado, y que no hab�a
ning�n peligro. Le hice el amor en el consultorio mismo sobre la moquette, y
sucedi� lo que te imaginas. Qued� embarazada. Cuando me lo dijo a los pocos
meses, se disculp� por haber calculado mal sus fechas. Me dijo que me amaba y
que quer�a pasar el resto de su vida conmigo sin hacer caso a lo que dijeran
todos los dem�s. Me rog� que nos cas�ramos para no tener que darle el disgusto
de ser una madre soltera. Y acced�. Me satisfac�a sexualmente de todas las
formas posibles. Me chupaba cada rollo, y parec�a que necesitaba diariamente mi
semen. �No puedo estar sin �l� me repet�a diariamente. Me dec�a que yo era su
�chanchito divino� en la forma m�s tierna que te puedas imaginar. Con el tiempo,
me fue cada vez m�s dif�cil complacerla sexualmente y d�a tras d�a. A pesar que
el aburrimiento nunca estuvo presente, me resultaba muy dif�cil complacerla
sexualmente todo el tiempo que ella necesitaba. Los encuentros sexuales se
hicieron algo m�s espor�dicos, cada vez m�s, ya hab�a comencado con mis
problemas de impotencia, hasta que la encontr� un d�a en la posici�n que te
cont� en nuestra propia cama. Ah� comenzaron las agresiones, pero seguimos
compartiendo la cama, �nicamente para dormir. Yo un poco por todo lo vivido,
paulatinamente fui perdiendo mi sensibilidad sexual totalmente, y creo no logr�
tener una sola erecci�n m�s desde entonces. Mi pene permaneci� escondido hasta
anoche. Me cuesta mucho hasta orinar. No lo puedo hacer de parado. De todos
modos, ella ya no necesit� mis servicios porque ahora el sexo lo buscaba fuera
de casa. T� preguntar�s c�mo pude soportar durante tanto tiempo a esta yegua,
bien pudi�ndome divorciar de ella. Pues bien, en realidad la aguanto por mi
hijo. No quer�a dejarlo completamente a merced de esta puta de mierda. A veces
me dan ganas de sacarle los dientes de una bofetada."


Mi cara de sorpresa dejaba paso paulatinamente a una nueva de
tristeza y compasi�n.


"Luego de descubrirla en esa infidelidad, ella comenz� a
hacerme sentir permanentemente la repugnancia que sent�a con mi compa��a. Como
que si antes no hubiera sido todo lo obeso que era ahora. Eso nunca lo voy a
terminar de comprender. Siempre fui igual de gordo. Supongo que antes no conoc�a
a nadie m�s, y lo que hizo conmigo fue primero asegurarse primero un trabajo, y
luego su bienestar econ�mico." Continu�. "Desde ese d�a no tuve dudas que me
hab�a casado con una prostituta de lujo, que hasta muchas veces fingi� amarme.
Tendr�as realmente que haber visto todo lo que me hizo antes de quedar
embarazada, sin haber sentido el m�s m�nimo asco que confes� tener luego. La
academia de Hollywood la tendr�a que nominar al Oscar por esa actuaci�n
antol�gica, y seguramente lo hubiera ganado con todos los votos a su favor en
forma un�nime. Como sea, ella tampoco tiene la m�s m�nima intenci�n de
divorciarse de mi, supongo que no le falta nada, tiene todo lo que necesita
conmigo, excepto amor y sexo. Seguimos saliendo juntos a reuniones sociales,
ella con la intenci�n de cazar machos para el fin de semana."


"Lo siento tanto, Eduardo." Dije con l�grimas en los ojos.


"No, mi ni�o, no llores." Dijo sec�ndome las mejillas con sus
dedotes. "Si no hubiera sido por eso, seguramente yo no estar�a necesitado de
tanto afecto y tal vez nunca nos hubi�ramos conocido de esta manera. S�lo por
eso, le tendr�a que agradecer a la yegua puta."


"Sabe, abuelito, me siento muy triste cuando conozco alg�n
gordo que no es feliz." Confes� con mi mayor sinceridad. "Quisiera abrazarlos
para llenarlos de amor, amor que seguramente les falta. Yo no puedo creer que
haya gente en el mundo que no se d� cuenta que los muy gordos adem�s de ser las
personas m�s bellas sobre la Tierra, son los m�s sensibles y agradables seres
del planeta. No s� de d�nde viene mi predilecci�n hacia los obesos, pero desde
hace un tiempo eso me dej� de preocupar realmente, s�lo para concentrarme en
darles el mayor cari�o, afecto y amor del que soy capaz."


Eduardo, me apret� muy fuerte contra s� mismo sosteniendo mi
cabeza contra su pecho, y dej�ndome sentir varias de sus propias l�grimas caer
sobre mi cabello y rostro.


"Realmente es todo un problema, hijo, pero por suerte es s�lo
conmigo. Ella ama a nuestro hijo."


"C�mo? Qu� fue lo que dijo?" dije sorprendido y me incorpor�
para verlo cara a cara.


"A qu� te refieres?" pregunt� sin saber de qu� hablaba.


"Qu� fue lo �ltimo que dijo?" repet�.


"Que la yegua ama a nuestro hijo."


"Disc�lpeme, abuelito, pero eso no es verdad."


"Qu� quieres decir?" dijo ahora asombrado.


"Que no es cierto que ella ama a su hijo."


"No entiendo. C�mo que no? T� que puedes saber de ello?"


"Recuerda la primera vez que fueron todos juntos a la
tienda?" despu�s de asentir, continu�. "Resulta que me acerqu� al probador para
ver si necesitaban algo, y sinceramente el destrato que recibi� su hijo de ella,
me hizo lagrimear. Pero eso no es todo. Hizo todo lo posible para avergonzarlo
durante todo el tiempo. Por ejemplo, abri� la puerta del probador de par en par
en m�s de una oportunidad, y siempre cuando �l estaba solamente en calzoncillos.
Menos mal que estaba �nicamente yo all� presente. Pero no pude evitar verle el
rostro de tristeza que ten�a su hijo. No quiero meterme realmente en lo que no
me importa, pero algo no anda bien aqu�."


"Est�s completamente seguro de lo que me dices, hijo?"
pregunt� con extrema sorpresa.


"Absolutamente. Lo siento." Su mirada denotaba incredulidad.
Tal vez pens� que yo estaba exagerando. "Creo que deber�a hablar con �l." Dije y
agregu�. "Estoy muy seguro que �l necesita hablar con alguien en quien pueda
confiar."


Asegur� que lo iba a hacer.


Me agradeci� que le hubiera contado acerca de lo sucedido.




"No somos amigos acaso?" pregunt�.


Asinti�.




"Quieres venir a mi casa ma�ana s�bado a pasar el fin de
semana conmigo, mi ni�o?" pregunt� con muchas ganas que mi respuesta fuera
afirmativa.


"Por supuesto, me encantar�a. Estar�amos solos, verdad?"


"S�. Mi esposa esta vez sale en la ma�ana temprano y no
vuelve hasta el lunes. Mi hijo tampoco estar�. S�lo estar�a el chef que es el
que prepara la comida. Aunque no hay nada que preocuparse con �l, es muy
profesional, y cuando sale de la cocina, va �nicamente al comedor."



Estuvimos hasta entrada la madrugada all� mismo, en el
veh�culo, en esa misma posici�n. �l sinti�ndose amado. Yo d�ndole ese amor
inofensivo que �l tanto necesitaba. Me estaba dejando sumergir en ese
sentimiento tan divino, que no le puede hacer mal a nadie.


Sent� que nuestra relaci�n estaba tomando unas proporciones
inusitadas.


�l no buscaba lo sexual en lo absoluto. Bien pudo tomar mi
mano e introduc�rsela en su entrepierna, y hacerme o pedirme que le hurgara los
genitales. Yo no hubiera ofrecido ni la m�s m�nima resistencia para cumplir con
sus demandas, pero eso no ocurri�. Quer�a sentirme as� como est�bamos.


Lo espiritual era mucho m�s importante para �l que lo carnal.
En realidad, era lo �nico importante para �l. La diferencia era que para m�,
posiblemente ambas tuvieran el mismo grado de importancia en dosis exactamente
iguales.






La ma�ana de ese s�bado fue una de las m�s largas que
recuerdo.


No ve�a la hora de salir del trabajo para ir por primera vez
a lo de mi abuelito.


Como siempre, me estaba esperando en la esquina, y su
veh�culo se aproxim� a m�, reci�n cuando me dirig�a a la parada del autob�s,
como para no comprometerme.



Sub� al autom�vil.


Nos besamos.


Not� que cada vez nuestros besos eran m�s sabrosos. Es algo
dif�cil de explicar. Me gustaron desde un primer momento, pero con el correr del
tiempo se volvieron m�s disfrutables a�n. Posiblemente la pasi�n era la que se
estaba acrecentado y hac�a la diferencia.


Amor por sexo.


Esa era la premisa.


Ese era el punto de partida.


Yo sab�a muy bien, que no puedo tener relaciones si no siento
algo por la persona. Luego de la fascinaci�n por el obeso, deb�a quedar algo un
poco m�s profundo para seguir con los encuentros. No era una simple calentura.
Eso de culear y mandarlo a cagar. Eso no va conmigo. Yo no soy as�.


Todos los gordos que estuvieron conmigo tuvieron un lugar en
mi coraz�n. Algunos m�s, otros menos, pero mi sentimiento siempre fue poderoso
desde el primer momento de la relaci�n hasta el �ltimo. Excepci�n hecha s�lo
para uno, claro est�, que para ser honesto conmigo mismo, nunca va a perder ni
ese gran espacio que all� ocupa ni mucho menos el privilegio de ese fuerte
sentimiento.


"C�mo te fue en el trabajo?" pregunt� con inter�s.


"M�s o menos. No ve�a la hora de que llegara la hora de
cierre." Dije con una sonrisa, a la que se sum� una de �l.


Condujo por m�s de veinte minutos hacia una de las zonas
residenciales m�s lujosas de la ciudad.


De pronto se detuvo frente a lo que me pareci� una fortaleza.


Un gigante port�n de metal se levantaba entre muros altos que
imped�an completamente ver el interior.


Con su control remoto, hizo abrir la gran puerta met�lica e
ingres� el Mercedes hacia un camino hasta el frente mismo de la mansi�n.


La residencia parec�a salida de las series norteamericanas
tipo Ricos y Famosos o Dinast�a. No ten�a ni idea que ese tipo de viviendas
exist�an en mi pa�s.


La puerta de entrada no ten�a cerradura visible.

Eduardo se acerc� a una botonera, introdujo un c�digo, se destrab� y se abri�.


"Pasa, hijo. Bienvenido a mi casa." Me dijo con un tono
siempre muy paternal.




Not� los pisos lustrosos, algunas paredes que parec�an de
m�rmol, espejos gigantes por todos lados, ventanales inmensos con cortinados de
tul blanco que permit�an pasar toda la luz natural del exterior.


La inmensidad de lo que ve�a me hizo dudar de poder conocer
toda la casa en un solo fin de semana. De todas formas, me ense�� gran parte del
lugar.


La cocina era tan grande que una familia entera se pod�a
quedar a vivir all� sin necesidad de salir a otra habitaci�n. Todo era lujo y
limpieza total. La �nica persona que hab�a en la vivienda estaba all�, y era un
se�or gordo que Eduardo me lo present� como el chef. Tambi�n me dijo que los
platos que preparaba eran una delicia, y que no puede dejar a otra persona que
le haga la comida. Le explic� a �l que yo era un amigo y le pidi� que el
almuerzo estuviera pronto como en una hora.


Me ense�� el garaje donde hab�a un BMW, una camioneta 4 x 4,
un buggy inmenso y espacio vac�o para dos veh�culos m�s.



Fuimos a su dormitorio en la parte alta de la vivienda, donde
estaba la cama m�s inmensa que vi en mi vida. Pens� por un momento, que esa cama
pod�a ser m�s grande que todo mi propio dormitorio. Me mostr� la habitaci�n de
su hijo, que tambi�n ten�a una cama de m�s de dos plazas. Cada habitaci�n
exageradamente grande contaba con un ba�o con jacuzzi, que hasta ese momento
�nicamente hab�a visto s�lo en pel�culas.




Volvimos a la planta baja, y salimos a los fondos de la
mansi�n donde hab�a una gran piscina con trampol�n. Varias sillas plegables,
mesas de jard�n y sombrillas que proteg�an del sol estaban por doquier alrededor
de la pileta de nataci�n.




"Quieres almorzar ahora, o prefieres darte un chapuz�n antes?" Pregunt�
sorprendi�ndome.


El d�a estaba soleado, hac�a mucho calor,


"Oh, lo siento, no cre�... Es que no traje short de ba�o."
Dije avergonzado por no haberlo previsto.


"No me digas que necesitas tu short de ba�o?" me dijo y me
lanz� una p�cara mirada.


Nos echamos a re�r.


Los muros altos de la residencia imped�an cualquier visi�n de
los alrededores, que eran viviendas del mismo estilo de �sta. Ning�n edificio
alto se pod�a ver. Todas eran mansiones de dos plantas, de diferentes estilos,
pero con un com�n denominador. Sus due�os no ten�an ning�n problema econ�mico.



"Ay�dame a mi primero a mi, que despu�s intentar� ayudarte
con tu ropa." Dijo y abri� los brazos para permitirme sacarle la camisa.




En lugar de eso, lo abrac� lo m�s que pude, y le bes� su pecho.


"Mi ni�o, no sabes lo bien que me hacen estas demostraciones
de afecto." Me dijo acarici�ndome el rostro.


Le desaboton� la camisa, y se la quit�.


Desat� sus zapatos, y �l mismo se los quit� ayudados por el
pie contrario.


Afloj� sus pantalones, los dej� caer. Comenc� a enviar mis
manos hacia sus calzoncillos mir�ndolo como si �l fuera a imped�rmelo, pero en
lugar de eso me sonri� y me lanz� un beso de lejos, tom� mis manos y me las gui�
hacia su prenda interior, me anim� y se los quit� palp�ndole todo el recorrido
hacia el sur con ambas manos.


Cuando pas� por su entrepierna, no me resist� y empuj� mi
rostro hacia sus genitales, abri�ndome paso por entre su pesada panza y tratando
que sus muslos no me lo impidieran y le estamp� un beso all�.



Quit� sus interiores, y sent� c�mo me levantaba suavemente
con sus fuertes brazos. Me quit� la remera, y sac� mi cintur�n completamente .Yo
mismo me quit� los zapatos antes de que �l me bajara los pantalones.


Me atrajo hacia su cuerpo ahora con m�s fuerza, haci�ndome
sentir su piel contra la m�a, ambos con el torso desnudo.


"No te imaginas lo mucho que te quiero, mi ni�o." Confes�.




Ya me lo hab�a dicho con anterioridad, pero esta vez son� diferente. M�s fuerte,
m�s profundo. Como resaltando exactamente el significado literal de la frase.


�l fue el que entr� primero a la pileta de nataci�n. Fue
despacio y por la escalera. Cuando hubo entrado hasta las rodillas, se dej� caer
dentro del agua sumergi�ndose completamente. No pude evitar mojarme con la gran
salpicadura.


"Ven, entra que est� tibia, y te necesito aqu� conmigo, mi
ni�o."


Qui�n podr�a resistirse a semejante invitaci�n?


Qui�n se negar�a a darle el gusto?


Me zambull� desde el mismo lugar donde estaba, y me acerqu� a
Eduardo por debajo del agua. Vi cuando me acercaba, y comenc� a excitarme antes
mismo de siquiera tocarlo.


Le toqu� las piernas, y sal� a la superficie para tomar aire.


Lo mir� a los ojos, y nos fundimos en un beso literalmente
muy h�medo.


Luego fui por uno de sus pezones, lo lam�, lo chup� y comenc�
a mordisquearlo suavemente.


Comenzaron los gemidos de placer.


Continu� como si no los hubiera escuchado. Hoy estaba
dispuesto a hacerlo gozar m�s que el otro d�a.


Despu�s de unos minutos, cambi� de pez�n, e hice exactamente
lo mismo con �l, para que no se pusiera celoso.


Lo volv� a besar, tom� bastante aire, y me sumerg�.




Eduardo no ten�a ni la m�s m�nima idea de lo que me propon�a. No hablamos de
nada en especial, pero apenas fui para abajo, �l abri� sus piernas dej�ndome v�a
libre para lo que yo quisiera hacerle.


Ambos est�bamos flotando. Y llegu� a su hermosa entrepierna
por debajo de su panza.


Lam� ambos muslos, bes� la entrada de su pene que permanec�a
escondido y sus test�culos, y continu� por debajo de ellos rumbo a su agujero
anal.


Saqu� la lengua lo m�s afuera que pude y me fui abriendo
camino hacia arriba.


Sal� a la superficie para tomar aire otra vez, y volv� a
retomar la lamida desde el punto que hab�a dejado un instante antes.


Abr� con ambas manos sus nalgas voluminosas, y intent�
meterle la lengua dentro de su orificio anal.


Inclu� dos dedos a su raja. De arriba abajo, y por sobre el
mismo agujero.


Presion�. Como no hab�a lubricaci�n, uno s�lo entr� muy
f�cilmente, y no insist� con el otro. Jugu� dentro de �l solamente con ese �nico
dedo, pero no dej� de moverlo ni un instante. S�lo lo quit� cada vez que
necesitaba tomar aire, y al volver, ya encontraba sus propias manos abri�ndose
de par en par las nalgas como invit�ndome a continuar con el paseo interanal.


En determinado momento, sent� una presi�n en mi dedo, y �ste
se escap� de su culo junto con una gran burbuja que comenz� a ascender a la
superficie emitiendo un sonido sordo. Miles de otras peque�as burbujitas
siguieron a la m�s grande, pero estas fueron en direcci�n a mi rostro y
estallaron contra �l.


La excitaci�n de sentir una ventosidad suya dentro del agua,
me volvi� m�s loco de lo que estaba, y le volv� a introducir el dedo en sus
entra�as.


Mov� el dedo de todas formas posibles. En todas direcciones.
Lo met� y saqu� repetidas veces. Lo mov� en c�rculos peque�os al principio, y
agrand�ndolos despu�s, abri�ndole un poco m�s el agujero.




Volv� a tomar una bocanada de aire en la superficie, y ah� le dije que lo quer�a
penetrar.


Me sumerg� nuevamente con el miembro rocosamente duro.


�l se puso en una posici�n levemente agachado y con las
piernas bien abiertas, y apart�ndose las nalgas lo m�s separadas posibles.
Acerqu� mi pene erecto a su raja e intent� introduc�rselo de una vez, cosa que
no pude hacer. Explor� y roc� su agujero con la cabeza de mi verga, intentando
lograr que se abriera para mi. Apenas pude meter s�lo la cabeza y posiblemente
por no poder lubricarlo no pude introducir m�s de mi pene dentro de �l.


Igual me qued� en esa posici�n para que pudiera sentir c�mo
me lat�a el miembro. Su culo se cerraba y se abr�a, como haci�ndome entender
tambi�n lo mucho que �l lo estaba disfrutando.


Cuando volv� a necesitar aire, estaba exhausto, y esta vez me
qued� en la superficie lami�ndole los labios y todo su rostro.


"Por ahora estoy satisfecho, abuelito." Dije pregunt�ndole
que pod�a hacer yo para satisfacerlo a �l tambi�n.


"Ay, mi ni�o. Todo lo que me haces me gusta. Nunca pens� que
esto iba a ser una delicia para m�." Me contest� suspirando. "Pero s�, hay algo
que quiero que hagas para mi." Continu�, y acto seguido me abraz�, lo m�s fuerte
que pudo sin lastimarme.


Me hizo sentir toda su fuerza en ese abrazo. Todo su aliento
en mi boca. Nos volvimos a besar. Su lengua se introdujo desesperada en mi boca,
buscando la m�a. Jugueteamos un rato largo. Nos intercambiamos la saliva.


Con una mano me palp� la entrepierna, y al notar la dureza de
mi pene me pregunt� si quer�a que �l me masturbara.


Le ped� que no lo hiciera, que deseaba poder penetrarlo luego
cuando sali�ramos de la piscina.


Igual jug� unos segundos con mis genitales antes de retirarse
de all�.


Me bes� en el cuello y lami� mis pezones.


"Le gusta hacer esto?" Pregunt� algo sorprendido, ya que era
la primera vez que lo hac�a.




"Es que me gusta mucho cuando me lo haces a mi, y quiero devolverte la
cortes�a." Me dijo sin dejar de pasarme la lengua por todo el pecho.


No cuestion� m�s, ya que me gustaba sentir su lengua gruesa y
�spera por sobre esas zonas tan sensibles de mi cuerpo.


"No desea chuparme el pene?" Me anim� a preguntarle.


"No lo s� realmente. Quisiera darte todo el placer que recibo
de ti. Pero puedo descomponerme." Dijo siendo muy sincero. "De todas formas,
d�jamelo intentar."


Tom� aire y lo vi sumergirse hacia el fondo. Sent� sus dedos
por sobre mis genitales. Era la primera vez que me los acariciaba de este modo.
Reconoc� su gruesa lengua que me exploraba t�midamente el glande. Ahora algo
caliente me abraz� la cabeza de mi verga endurecida, y de pronto una cantidad de
burbujas surgieron a la superficie.


Eduardo sali� r�pidamente de dentro del agua.




"No creo que lo pueda hacer." Dijo con los ojos enrojecidos, por lo que cre� que
eran s�ntomas de estar al borde de vomitar.


"No te preocupes, abuelito. Si no lo puedes hacer, no es
ning�n problema. No estaba dentro del contrato." Y ambos re�mos.


"Gracias, mi ni�o. Igualmente quisiera intentarlo nuevamente
m�s tarde." Dijo con real ganas de satisfacerme plenamente.


Salimos de la pileta de nataci�n, y me bes� nuevamente antes
de acercar dos sillas playeras para que terminara con mi cometido inconcluso.


Me mostr� tambi�n un frasco que hab�a adquirido para nuestros
juegos. Era aceite para ni�os, para poder lubricar mejor.


Apoy� mi cabeza y espalda en una de ellas, y las piernas en
la otra, dejando mis genitales en el medio, justo para que le sirviera de
montura, tal como lo hicimos anteriormente en el consultorio.


Record� que hab�a algo que no pod�a hacer luego de eyacular,
por lo que le ped� hacer lo que deb�a ser primero.


"D�jeme lubricarlo antes." Le ped�, y me acerc� el trasero,
para que se lo lamiera.


Lo hice y con dos de mis dedos humedecidos en mi saliva se lo
unt�


alrededor y dentro de su cueva anal.


"Ahora dese la vuelta, abuelo." Le dije en esa misma posici�n
en la que me encontraba.



Lo hice acercarse casi como si fuera a sentarse sobre mi
rostro.


Sus test�culos me rozaban los labios. Los abr� y les permit�
entrar en mi boca. Los chup� de a uno por vez, con la lengua jugueteando todo lo
posible con ellos. Acerqu� mi dedo a la cavidad de su pene, y lo introduje all�.


Desesperadamente quer�a que emergiera su cabecita.


Hurgu�, apret�, rasqu�, y nuevamente, nada.


Segu� chupando sus test�culos al mismo tiempo que con una
mano le buscaba el miembro, y con la otra fui por su ano.


Me los humedec� con saliva, y cuando llegu� a su agujero,
not� que la lubricaci�n no era suficiente.


Tom� el aceite para ni�os, y me humedec� toda la mano. Le
acarici� el orificio anal a lo largo, ancho y profundamente. Tom� m�s del
l�quido lubricante, y introduje hasta tres dedos en sus entra�as. Los mov� en
todas direcciones. Met� y saqu�. Ahora s�, su ano estaba bien mojado.


Con la mano izquierda, le apret� bien fuerte el lugar donde
deber�a aparecer su �rgano genital, tambi�n all� lubriqu� con el aceite, y
comenc� a frotar con mi pulgar e �ndice para sentir el momento que finalmente
emergiera, si era que lo iba a lograr nuevamente.


Volv� a mojarme la mano derecha con aceite e insert� primero
un dedo, lo quit� y agregu� otro. Luego insert� un tercero y un cuarto, hasta
que toda mi mano estuvo dentro de �l, igual que la otra vez. Esta vez fue m�s
f�cil que la anterior, posiblemente gracias al aceite.


Escuch� varias ventosidades.


Abr� mi mano dentro de �l, busqu� su pr�stata, y apenas la
toqu�, su miembro comenz� a despertar. Sent� pulsar un botoncito hasta que
apareci� toda su cabecita.


"Dios, m�o." Dijo. "Esto es maravilloso, mi ni�o. No sabes
cu�nto te estoy agradecido s�lo por esto."


Saqu� mi boca de uno de sus test�culos y abrac� con mis
labios la punta de su pene emergente, el cual ya desped�a unos l�quidos por la
excitaci�n.


Volv� a chupar uno de mis caramelos favoritos. Lam� hasta
secarlo.


Mi mano no dejaba de jugar dentro de �l. No paraba ni un
segundo de moverla en toda direcci�n, siempre en forma muy lenta y dulcemente,
para evitar da�arlo. Cada vez que rozaba su pr�stata, los gemidos y quejidos de
placer se superpon�an y se acrecentaban.


Varios pedos m�s se escaparon por alrededor de mi mu�eca.


Lo comenc� a mamar mucho m�s fuerte y r�pido al tiempo que
las yemas de mis dedos temblequeaban por sobre su pr�stata.


Eduardo temblaba desesperadamente, queriendo sentir
nuevamente los espasmos y el orgasmo final que lo vaciaba de semen.


Sus movimientos hacia delante met�an m�s dentro de mi boca su
miembro, y los que realizaba hacia atr�s insertaba m�s de mi brazo dentro suyo
por lo que su placer deb�a ser inaudito.


Aceler� esos movimientos fren�ticamente.


Un segundo antes de eyacular en mi boca, el gordo peg� un
grito como el de alguien que hac�a a�os que no gozaba tanto, y como si yo no me
hubiera percatado de ello, me avis� que se ven�a.


Toda su leche fue a parar directamente a mi garganta.
Extremadamente l�quida, sumamente sabrosa.


Segu�a su vaiv�n desesperado culi�ndose �l mismo con mi brazo
y culminando de vaciarse en mi boca hasta la �ltima gota.


Cuando finalmente se hubo calmado, nuevamente deb�a sacar la
mano, y esa era la parte que no me gustaba realmente.

Le ped� que tratara �l de hacer fuerza, para expulsarme la mano de dentro de sus
entra�as. Lo hizo, y al tercer intento, varias ventosidades salieron con mi
mano, y sent� algo muy pesado caer sobre mi pecho. El olor nauseabundo me hizo
adivinar el accidente.


"Dios m�o. "Dijo, disculp�ndose."Perd�name, por favor, no lo
pude evitar."



"No se preocupes, abuelito." Le dije, y ante su espanto agregu�. "a mi me
gusta."




Tom� mi pene erecto con la mano sucia y lo embadurn� en toda
la longitud, y una dureza a�n mayor fue lo que sent� en ese momento.


Le ped� que fuera a ubicarse en el lugar apropiado para
comenzar a cabalgarme muy lentamente. Lo hizo. La ins�lita lubricaci�n me hab�a
puesto en una de mis erecciones m�s fuertes. Sub�a y bajaba haci�ndome sentir
todo el peso de su panza sobre mi pecho. Abr�a y apretaba sus piernas
intermitentemente contra las m�as, para hacerme recordar que yo era su corcel
que lo transportaba hacia su �xtasis.



Me apretujaba los pezones, intentando excitarme a�n m�s, no
sabiendo que no lo necesitaba en lo m�s m�nimo.

La sola presencia de Eduardo completamente desnudo, refreg�ndome sus genitales
encima m�o, su excremento sobre mi pecho y su orto engull�ndome la verga, hac�an
todo el trabajo necesario para mantenerme en ese estado incontrolable e
irreversible.


"Me falta poco, abuelito." Le avis� para que acelerara el
ritmo, mientras toqu� algo de la materia fecal de Eduardo que yac�a sobre mi
pecho y con mis manos y me lo esparc� por todo el cuerpo que estaba a mi
alcance.




Apret� el culo para hacerme gozar m�s, y le volv� a llenar su interior con mi
lava ardiente y cuantiosa.


Una vez que hube eyaculado, me vi las manos sucias, y vomit�.





"Voy a traer algo para limpiar todo este tremendo l�o. C�mo
diablos puedes hacer algo as� de asqueroso, mi ni�o?" Dijo y entr� a la mansi�n.


Me qued� observando todo el panorama.


�l ten�a raz�n. C�mo puedo hacer cosas como �sta? Pens�. De
d�nde carajo vendr�n estos impulsos irrefrenables que cuando estoy tan excitado,
no tengo l�mites en absoluto en lo que hago?


Me vinieron nauseas nuevamente, cosa que me ocurr�a
habitualmente cuando desaparece la excitaci�n, entonces intent� distraerme
mirando para otro lado y esperando a Eduardo.



Qu� bonito lugar. Me gustar�a vivir en un ambiente como �ste.


Esto era casi el para�so.


Amor, sexo, diversi�n.



Yo segu�a acostado all�, completamente desnudo, y
asquerosamente sucio, y estaba tan absorto de mis pensamientos que no advert�
que dos pares de ojos estaban mir�ndome por detr�s.




CONTINUAR�



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