Relato: Las aventuras de Chiquitin: Fin de semana





Relato: Las aventuras de Chiquitin: Fin de semana


LAS AVENTURAS DE CHIQUITIN: FIN DE SEMANA CON EL JEFE � PRIMER
D�A




Chiquit�n se levant� de las rodillas de Papi con cuidado para
no despertarle. Papi estaba cansado y se hab�a quedado dormido en el sof�, en
una siesta involuntaria despu�s de comer. Sentir todav�a un picorcillo en el
culete de los azotes recibidos el d�a anterior hac�a que Chiquit�n se portara
bien y no pensara en travesuras. Hab�a sido un hijito muy dulce y obediente con
Papi, que como premio lo hab�a sentado en sus rodillas para hacerle mimitos
hasta que se qued� amodorrado.



Superando la tentaci�n de hacer el vago, Chiquit�n fue a
hacer la maleta y preparar las cosas para irse de fin de semana con el jefe de
Papi. La idea de volver a ver a aquel se�or tan atractivo y tan dominante
produc�a en el muchacho una sensaci�n ambigua, mezcla de deseo y de miedo, no
muy distinta a la que le causaban los azotes en el culo de su pap�. Adem�s
estaba la oportunidad de hacerse amigo de Danielito, el hijo del jefe, y de
jugar con �l. Claro que tambi�n tendr�a la molestia de que, para agradar al
jefe, Papi lo vestir�a con pantalones muy cortos, pr�cticamente sin pernera, y
muy ce�idos; tan ce�idos que no podr�a llevar calzoncillos, por lo que la tela
del pantal�n le picar�a en la cadera, y sobre todo en el culete.



Chiquit�n dudaba si despertar a Papi o no. Papi no hab�a
dormido mucho la noche anterior porque ambos hab�an estado jugando y haci�ndose
caricias en la cama durante mucho rato. Despertar a Papi de su siesta podr�a
ponerle de mal humor; no despertarle y que por culpa de eso el jefe pudiera
llegar a recogerles en coche y encontrar a Papi durmiendo, podr�a tambi�n
significar una azotaina para Chiquit�n. Afortunadamente, Papi abri� los ojos en
ese momento y se desperez� con una cari�osa sonrisa, sacando a su nene de una
duda cada vez m�s tenebrosa.



"�Qu� hora es, Chiquit�n? Hay que hacer la maleta"



"Ya la tengo preparada, Papi"



"�De verdad? Que ni�o m�s bueno. A ver si est� todo ....."



Papi se levant� e inspeccion� la maleta que hab�a preparado
Chiquit�n.



"Mmmm, parece que est� bien, no has puesto calzoncillos para
ti, bien hecho, no los necesitas. Tampoco te har� falta pijama, dormir�s
desnudito" Sac� el pijama que hab�a puesto el muchacho en la maleta, y se lo dio
para que lo devolviera al armario. "Muy bien, has puesto un pantal�n de los
cortos y estrechos, pero tienes que ponerte ya otro de esos ahora"



"S� papi, ya lo tengo listo" Tras guardar el pijama en el
armario, Chiquit�n volvi� con un minipantal�n.



"Muy bien, qu�tate el que llevas ahora y el calzoncillito. De
paso ven aqu�, te voy a hacer una inspecci�n de culete"



Sin rechistar, Chiquit�n se desnud� de cintura para abajo,
fue al lado de Papi, que hab�a vuelto a sentarse en el sof�, y se coloc� boca
abajo sobre sus rodillas, para que Papi pudiera observar y tocarle el culito
desnudo con detenimiento.



"Tienes algunos puntos un poco rojos. Deben de ser de la
pala"



El d�a anterior Chiquit�n hab�a recibido una buena zurra con
pala y regla en la barber�a, para que se estuviera quietecito mientras le
afeitaban el vello p�bico.



"�Te molestan, quieres que les pongamos cremita?" Pregunt�
Papi mientras acariciaba el culito con suavidad.



"No, Papi, no hay problema"



"Has sido un ni�o muy bueno preparando la maleta. As� me
gusta"



Chiquit�n se sent�a muy a gusto. Habr�a deseado que Papi le
hiciera caricias en la colita como le hab�a hecho la noche anterior, pero sab�a
que ten�a que esperar a que su pap� lo considerara conveniente, no pod�a
pedirlo; caso de hacerlo, se llevar�a una buena zurra, sobre todo teniendo en
cuenta que estaba colocado sobre las rodillas de Papi, con el culito en una
posici�n ideal para recibir caricias, pero tambi�n y sobre todo para recibir
azotes. Papi not� la erecci�n del muchacho y se imagin� lo que pasaba por la
cabeza de su nene en ese momento, pero no le gustaba satisfacer esos deseos con
tanta frecuencia, tem�a volverlo d�bil y vicioso en lugar de disciplinado.



Pensar en disciplina le record� a Papi una cosa importante.



"Chiquit�n, has olvidado poner en la maleta una cosa muy
necesaria: tus instrumentos de castigo"



"Nooooo, Papi, me voy a portar muy bien, no har�n falta"



Papi sonri�.



"�Que vas a estar todo el fin de semana sin hacer ninguna
travesura? Eso no se lo cree nadie. Seguro que voy a tener que darte muchos
azotes; y sabes que cuando la travesura es gorda, la mano de Papi no es
suficiente para castigarte. Voy a llevarme como m�nimo un buen cepillo y una
buena pala, aparte de la zapatilla y el cintur�n"



"Papi, por favoooooor"



"A callar, Chiquit�n" Papi acompa�� las palabras de un azote
sobre el culito desnudo que ten�a sobre sus rodillas. "No repliques m�s si no
quieres ir en el coche de Don Daniel con el culo caliente. Ponte los
pantaloncitos y mete en la maleta el cepillo y la pala"



"S� Papi" Chiquit�n se levant� de las rodillas de su pap�, se
coloc� el pantaloncito min�sculo y se dirigi� al armarito de los instrumentos de
castigo, de donde sac� con cara de circunstancias una pesada pala y un todav�a
m�s doloroso cepillo, ambos de una madera muy resistente. Papi sonri� con
satisfacci�n al verse obedecido, y tambi�n al ver como el pantaloncito marcaba
las bonitas nalgas de Chiquit�n. Se acerc� al peque�o y lo abraz�, acariciando
con una mano el cabello del muchacho, y con la otra el culito tapado s�lo por el
fino pantal�n.



"Este fin de semana tienes que demostrarle al jefe que eres
un chico muy bueno y muy bien educado. Cuando �l o yo te digamos cualquier cosa,
debes obedecer a la primera. Al menor s�ntoma de rebeld�a, ser�s castigado por
cualquiera de los dos. Sabes que a los ni�os malos se les bajan los pantalones y
se les pega en el culito, y que eso duele, as� que p�rtate bien. �Entendido?"



"�Entonces el jefe tambi�n me puede pegar?"



"Si eres travieso, seguro que s�. No se anda con bromas"



"�Y t� tambi�n le pegar�s a Danielito?"



Una interesante perspectiva, en la que hasta entonces apenas
hab�a reparado, se abr�a ante los ojos de Papi.



"Pues claro que s�. Si se porta mal y su pap� no est� cerca,
tendr� que ser yo quien le d� una buena azotaina"



"�En el culo desnudo?"



"Por supuesto. A los chicos hay que pegarles en el culito
desnudo cuando son traviesos. Hasta que se ponga muy rojo"



"A mi no, Papi. Voy a ser muy bueno"



Papi baj� la cabeza para que Chiquit�n pudiera darle un beso.



********



Cuando lleg� el jefe con el coche, todo estaba preparado.
Tras avisar a los chicos que se portaran bien, Papi y Don Daniel les permitieron
sentarse juntos detr�s. Danielito estaba taciturno al principio; Chiquit�n sab�a
por experiencia que la forma de revolverse inc�modo en el asiento que ten�a su
compa�ero de viaje se deb�a seguramente al picor en el culete producido por
alguna azotaina reciente.



A medida que avanzaba el viaje, el escozor de su trasero,
ce�ido por un pantal�n tan corto y tan apretado como el de Chiquit�n, iba
disminuyendo, y Danielito se volv�a m�s alegre. Enseguida fue evidente que los
dos muchachos hac�an buenas migas.



Al llegar a la casa del jefe y tras dejar sus cosas en la
habitaci�n, Chiquit�n le pidi� permiso a Papi para ir a jugar con su nuevo
amigo; Papi no puso objeci�n pero hac�a falta tambi�n el consentimiento de Don
Daniel. As� que, con Chiquit�n cogido de la mano de Papi, ambos se dirigieron al
sal�n, donde el jefe tomaba tranquilamente una copa mientras Danielito ojeaba
una revista con aire aburrido.



La cara del jefe se ilumin� al ver a Chiquit�n. Separ� las
piernas y se dio una palmada en el muslo para indicarle al joven que se sentara
sobre sus rodillas. Chiquit�n as� lo hizo; el jefe lo rode� con un brazo
mientras le acariciaba las piernas desnudas con la mano que le quedaba libre.



"�Qu� tal, Chiquit�n? �Te gusta la habitaci�n?"



"S�, mucho" Contest� t�midamente el muchacho mientras el jefe
le masajeaba el muslo.



"Todav�a queda tiempo antes de la cena, seguramente a los
ni�os les gustar�a ver los alrededores" Propuso Papi.



"Buena idea, pero preferir�a quedarme aqu� a acabarme mi
copa. Danielito, �por qu� no le ense�as a Chiquit�n el jard�n mientras su pap� y
yo nos quedamos en casa?"



El muchacho acept� encantado la idea.



"Claro pap�"



"Pero a ver si vas a hacer alguna trastada de las tuyas. Solo
el jard�n, terminantemente prohibido salir al bosque. Y teneis que estar de
vuelta en una hora para poner la mesa y ayudar con la cena"



"S�, pap�, volveremos enseguida" Respondi� el peque�o
levant�ndose y coloc�ndose al lado de su padre.



"De acuerdo. En marcha entonces" El jefe levant� con cuidado
a Chiquit�n de sus rodillas y le indic� el camino con una palmada en el culete.
Su hijo tambi�n se llev� otra palmada antes de dirigirse a la puerta que daba al
jard�n.



"Y ya sabeis, nada de salir de la propiedad" Record� el jefe.



Una vez fuera, Danielito le ech� una carrera a Chiquit�n, y
los dos jovencitos salieron corriendo entre risas hasta un extremo del gran
jard�n que rodeaba la casa, donde ya no estaban a la vista de sus padres.



Danielito comprob� que nadie pod�a verles y mir� a Chiquit�n
con aire p�caro.



"�Quieres que te ense�e mi escondite secreto?"



"Pues claro"



Danielito cogi� a su amigo del brazo y lo gui� a buen paso
hasta llegar a la puerta trasera del jard�n.



"Oye, no podemos salir del jard�n. Si salimos nos castigar�n"



Danielito volvi� a dirigir su mirada p�cara en direcci�n a
Chiquit�n.



"�T� te vas a chivar?"



Sin esperar respuesta, el muchacho abri� con cuidado la verja
para que no chirriara y condujo a Chiquit�n fuera, cerrando de nuevo la
cancilla. Una vez fuera mir� a Chiquit�n con aire misterioso y ech� a correr.
Chiquit�n le sigui� por en medio del bosque.



En un descuido, Chiquit�n se dio cuenta de que hab�a perdido
el rastro de su amigo y se encontraba en medio de los �rboles sin saber en que
direcci�n ir. No se oian ya las pisadas de Danielito. Ya no corr�a. �Le estaba
gastando una broma? �Y si ahora �l volv�a a casa y les dec�a a los mayores que
Chiquit�n se hab�a ido solo al bosque? Menuda azotaina que se iba a llevar; y
chivarse de que salir al bosque hab�a sido idea de Danielito no le iba a salvar
del castigo. Chiquit�n empez� a andar en todas las direcciones buscando alg�n
rastro que le indicara el camino de vuelta a la casa. Estaba en un lugar muy
tupido del bosque, y le costaba saber por donde hab�a entrado.



De repente oy� un ruido cerca de un �rbol. Se acerc� hasta
all� y estuvo atento a ver si el ruido se repet�a.



Entonces not� que lo cog�an por la espalda. Iba a gritar pero
enseguida se dio cuenta de que era Danielito, el cual, con mucha habilidad, le
hab�a tomado por las manos y se las hab�a atado con una cuerda, pr�cticamente
antes de que Chiquit�n pudiera reaccionar. Tir� de la cuerda tens�ndola.
Chiquit�n dio un peque�o grito mientras el otro muchacho ataba la cuerda a una
rama del �rbol, estir�ndola m�s.



Ahora Chiquit�n se encontraba con los brazos hacia arriba,
inmovilizados.



"�Qu� haces? Su�ltame, imb�cil"



"Yo de ti no insultar�a. Est�s en una posici�n bastante
complicada" Respondi� Danielito con una sonrisa m�s maliciosa que nunca.



Chiquit�n todav�a pod�a mover las piernas e intent� darle una
patada. Esto provoc� la risa del otro muchacho, que acerc�ndose por atr�s y
agarr�ndolo por la cintura, le oblig� a subir una pierna y poner el pie al
alcance de otro trozo de cuerda. Cuando se dio cuenta, Chiquit�n estaba estirado
e inmovilizado, atado de pies y manos.



"Su�ltame o empiezo a gritar"



Danielito impidi� el alarido tapando la boca de Chiquit�n con
la suya e introduciendo la lengua en ella de forma brusca. Chiquit�n intent�
rechazarle pero no pudo. La lengua juguetona de Danielito le acariciaba todas
las partes de la boca, mientras su mano se deslizaba hacia la entrepierna de
Chiquit�n. A su pesar, el muchacho atado empez� a desarrollar una gran erecci�n.



Cuando la lengua de Danielito sali� por fin de su boca,
Chiquit�n se qued� mir�ndolo sin saber como reaccionar, si sonreir o si pedir
ayuda. Antes de que pudiera tomar una decisi�n, el otro muchacho limit� sus
opciones colocando una mordaza alrededor de su boca.



"Mmmmmmm"



"Venga, no te esfuerces. Si lo vas a pasar muy bien. De hecho
lo est�s pasando bien ya"



Danielito desabroch� el bot�n del pantal�n de un aterrorizado
Chiquit�n. Vio con evidente deleite la incipiente erecci�n que Chiquit�n volv�a
a tener, ahora ya no intuida bajo el pantal�n sino a la vista. El muchacho
observ� con detenimiento y palp� tanto los genitales afeitados de Chiquit�n como
sus nalgas.



"Este es mi escondrijo. �Te gusta? Est� perdido en el bosque
y nadie puede verlo desde fuera. Traigo aqu� a los ni�os malos que desobedecen a
sus pap�s; a los ni�os que se merecen unos buenos azotes"



Rodeando con un brazo el torso de Chiquit�n, Danielito empez�
a descargar con su mano libre manotazos sobre las nalgas desnudas de Chiquit�n,
que emit�a gritos ahogados por la mordaza. Con gran deleite en lo que hac�a, el
muchacho azot� el bonito trasero que se ofrec�a ante �l hasta que cogi� un tono
bien sonrosado.



Mientras acariciaba el escocido culo de su amigo, Danielito
sinti� cierta l�stima al contemplar el rostro congestionado y los ojos llorosos
de Chiquit�n. Aunque el peque�o estaba m�s que acostumbrado al castigo corporal,
nunca hab�a sido azotado de manera tan repentina e inesperada. Para consolarlo,
Danielito empez� a darle besitos tiernos en las partes de la cara no tapadas por
la mordaza. Chiquit�n al principio se resist�a, pero pronto olvid� los azotes y
se dej� llevar, sobre todo cuando Danielito empez� a manipular su colita con
gran habilidad.



Solo unos pocos minutos de caricias hicieron falta para que
Chiquit�n tuviera uno de los mejores orgasmos de su vida. Tras eyacular, el
muchacho not� el agarrotamiento en los m�sculos por estar atado. Danielito le
quit� la mordaza y lo liber�; mientras lo cubr�a de besos, le dio un peque�o
masaje en brazos y piernas para que recuperaran la movilidad.



Los dos muchachos se tumbaron en el suelo abrazados. Por fin
Chiquit�n tuvo fuerzas para subirse el pantaloncito y hablar.



"Eres un cabr�n �sabes?" Dijo sonriendo.



"Solo me gusta jugar. Igual que a ti"



"Si Papi descubre que he eyaculado me zurrar�"



"�No te deja desahogarte?"



"S�lo si me lo hace �l"



"Igual que mi pap� entonces. Pero �por qu� lo va a notar?"



"Se da cuenta enseguida. Cuando me toca en la colita y tarda
en pon�rseme dura es porque he estado jugando con ella. Entonces los azotes
est�n garantizados. Y hablando de azotes, �tengo el culito rojo?"



Danielito se gir� hacia �l y le dio media vuelta con cierta
brusquedad. Le baj� el pantaloncito y examin� su culete desnudo, que solo ten�a
las marcas de haber estado acostado sobre la hierba. Le dio unas palmadas
sonoras pero cari�osas.



"No, est� perfectamente. No te pegu� fuerte; y veo que tu
pap� tampoco. Yo s� que me llev� hoy una zurra de las buenas"



Mientras se sub�a de nuevo el pantaloncito, Chiquit�n record�
como Danielito se remov�a en su asiento del coche.



"�S�? �Todav�a te escuece?"



"Ya solo noto el hormigueo. Pero me escoc�a mucho hasta hace
un rato"



"A ver"



Ahora fue Chiquit�n quien empuj� al otro joven para que se
diera la vuelta. El propio Danielito se baj� el pantal�n y mostr� sus nalgas
desnudas a su amigo. Pod�an apreciarse en ellas varias marcas ros�ceas finas en
sentido longitudinal. Chiquit�n sigui� el curso de las marcas acarici�ndolas.



"�Con qu� te pegaron?"



"Con una vara. Fui travieso a la hora de hacer la maleta.
Casi llegamos tarde por mi culpa, as� que pap� me castig�"



Chiquit�n nunca hab�a probado la vara. Papi le hab�a
amenazado muchas veces con comprar una, pero hasta ahora nunca hab�a cumplido su
promesa. Deb�a de ser muy dolorosa. El peque�o sigui� acariciando el culito de
su compa�ero, que ronroneaba por el placer de las caricias. Observando aquellas
nalgas tan deliciosas, Chiquit�n comprendi� por primera vez a los pap�s. Si �l
fuera el pap� de Danielito, tambi�n zurrar�a ese culete.



"�Te pega mucho tu pap�?"



"Casi todos los d�as cobro; si no es pap�, es Ricardo, el
mayordomo, que se encarga de vigilarme cuando �l no est�. Azotes, tirones de
orejas, de rodillas, de cara a la pared, encerrado en casa ... siempre
castigado. A veces pienso en escaparme de casa. �T� no?"



Chiquit�n se sorprendi� ante la pregunta y pens� un poco.



"A veces pienso en escapar cuando s� que me espera una
azotaina de las gordas. Pero �qu� iba a hacer sin mi papi?"



"A veces los pap�s son malos"



"No, Papi no es malo. Solo estricto; es lo que dice �l
siempre, pero es que es verdad. �l siempre me dice lo que tengo que hacer; que
es lo mejor para mi, lo que m�s me conviene. Pero no soy obediente y entonces me
castiga"



Danielito refunfu��. Lo cierto es que Chiquit�n ten�a toda la
raz�n y dec�a cosas sensatas, pero le daba rabia o�r la verdad, que se merec�a
todos los azotes que le daba su pap�. Le hizo adem�s sentirse culpable por haber
desobedecido y haber salido fuera de los l�mites del jard�n.



"Deber�amos volver a casa, �no te parece? Tenemos que ayudar
a mi pap� y al tuyo con la cena"



"Cierto, vamos"



Chiquit�n dej� de acariciar el culito de su amigo y empez� a
ponerse en pie cuando son� un gran trueno. Una lluvia torrencial empez� a caer.
Ellos estaban guarecidos bajo la espesa capa de ramas que ten�an encima pero
�c�mo volver a casa sin mojarse? Llegar mojados probar�a que hab�an estado fuera
del jard�n desobedeciendo las �rdenes de sus pap�s.



********



Mientras, en casa Papi y el jefe llamaban a los chicos desde
todas las ventanas que daban al jard�n.



"Que raro, �c�mo no vienen?"



"Est� claro que no est�n en el jard�n. Han desobedecido y se
han ido al bosque. Danielito me ha enga�ado otra vez; nunca me puedo fiar de �l.
Menudo sinverg�enza"



Papi tambi�n estaba enfadado.



"Pues Chiquit�n no se le queda atr�s; tanta culpa tienen uno
como el otro. Cuando lo pille le voy a calentar el culo a base de bien"



El jefe mir� el reloj y su cara adquiri� una expresi�n de
todav�a m�s enfado.



"Y adem�s va a ser hora de preparar la cena, van a llegar
tarde. Yo tambi�n le voy a poner el culo como un tomate a mi hijo; voy a buscar
la pala"



********



La lluvia no cesaba. Guarecidos del agua bajo las ramas del
�rbol, Chiquit�n y Danielito empezaban, no obstante, a sentir el fr�o. Su
preocupaci�n iba en aumento. Las alternativas que se les ofrec�an era aparecer
en casa empapados o llegar mucho m�s tarde de la hora prevista. Se miraron;
ambos parecieron llegar a la misma conclusi�n y salieron corriendo bajo la
lluvia. El agua les calaba, y tanto hacer el recorrido en l�nea recta como
acelerar se hac�a dif�cil por lo tupido del bosque. Chiquit�n iba detr�s de
Danielito, que conoc�a mejor el camino. Sin embargo, la lluvia hizo dudar al
gu�a, que se fren� un momento por miedo a haberse equivocado de direcci�n. La
parada fue demasiado brusca para Chiquit�n, que tropez� con su amigo. Los dos
cayeron de forma aparatosa al suelo; la ca�da no fue muy dolorosa pero ambos
muchachos quedaron pr�cticamente cubiertos de barro con una apariencia bastante
lamentable. Los dos se echaron a re�r, por no llorar m�s que otra cosa.
Embadurnados y pr�cticamente sin nada que perder, porque el castigo era m�s
inevitable que nunca, reemprendieron el camino a casa sin prisa, aunque tambi�n
sin pausa.



********



Tanto Papi como el jefe tuvieron que reprimir la risa al ver
desde la puerta a sus reto�os con un aspecto tan desali�ado como c�mico; pero el
enfado por la desobediencia de los chicos les hizo recobrar r�pidamente la
compostura. El jefe ten�a ya la pala en la mano, pero la apariencia de los
chicos obligaba a posponer el castigo ante la necesidad de lavarlos y ponerlos
limpios.



"Habr� que darles un buen ba�o antes de nada" Coment� Papi.



"S�, pero entonces �a qu� hora vamos a cenar?"



"Puedo encargarme yo de la cena si usted se ocupa de ba�ar a
los ni�os"



La mirada del jefe se ilumin� ante la idea. Papi acababa de
marcarse un buen tanto; se iba a quitar el placer de castigar �l mismo a
Chiquit�n como se merec�a, pero el jefe le agradecer�a la amabilidad de
encargarse de preparar una buena cena.



"Eres muy amable" � por primera vez se dirig�a a Papi
tute�ndolo, una excelente se�al- "soy un p�simo cocinero. En cambio creo que soy
un buen guardi�n cuidando jovencitos"



Con bastante susto, Chiquit�n y Danielito entraron finalmente
en casa. Papi fue a su encuentro y agarr� a cada uno por una oreja.



"AAAAAyyy"



"UUUuuyyy"



"As� que de excursi�n por el bosque. Y llegando tarde y
hechos una sopa"



"Lo siento Papi. AAAyyy"



"Ahora s� que lo vais a sentir" Arrastr�ndolos por la oreja,
Papi los condujo hasta en frente de Don Daniel, que dirigi� una mirada
penetrante hacia los muchachos, los cuales no pudieron menos de agachar la
cabeza.



"Mirad como vais, da asco veros. Ya os est�is desnudando y
marchando para la ba�era. �Venga!"



Los dos chicos obedecieron sin rechistar. Los zapatos y los
calcetines empapados de barro, la camisa, la camiseta, y finalmente los
pantaloncitos formaron sendos montones en el suelo. Completamente desnudos, los
muchachos segu�an sin atreverse a mirar a Don Daniel.



De nuevo sintieron la fuerza de una mano estruj�ndoles la
oreja, en esta ocasi�n gui�ndolos hacia el cuarto de ba�o. Considerando que la
situaci�n estaba bajo control, Papi se dirigi� a la cocina. En su camino hacia
el lavabo, Papi repar� en las tenues marcas de azotes que hab�a sobre el
delicioso culete de Danielito. Pronto habr�a nuevas marcas sobre esas nalgas;
desde luego no le gustar�a estar en el pellejo de aquellos granujillas.



********



Con aspereza y sin miramientos, el jefe meti� a los dos
j�venes en la ba�era. Se subi� las mangas de la camisa con expresi�n
amenazadora.



"Estais muy sucios. Habr� que frotaros bien"



Se dirigi� a la pared enfrente de la ba�era y tom� un
gigantesco cepillo de cerdas muy gruesas. Danielito dio muestras de reconocerlo
y lo mir� con cara de horror.



"No, pap�, el cepillo grande no. Por favor"



Chiquit�n se inquiet� casi tanto como Danielito al ver el
imponente cepillo. En su caso se sumaba adem�s el temor hacia lo desconocido.



"M�s vale que te calles y no lo empeores todav�a m�s. Dadle
al agua. Bien caliente"



Danielito abri� el grifo del agua caliente con fuerza. El
agua, casi hirviendo, les reconfort� del fr�o pasado a la intemperie durante
unos pocos segundos, pero enseguida ambos muchachos intentaban escaparse del
calor abrasador, sin mucho �xito, porque al ser dos en la ba�era no ten�an gran
libertad de movimiento.



"UUUyyyy, quema"



"AAAAyyy, ya vale, ya vale"



Don Daniel dej� pasar un rato de gritos y saltitos de dolor
de los muchachos antes de dar permiso para cerrar el grifo. Los chicos quedaron
colorados, sensibles, y con los poros muy abiertos, un estado ideal para los
severos planes del pap� de Danielito.



Insensible ante las quejas de los j�venes, el jefe cubri� las
espesas cerdas del cepillo con abundante jab�n, y a continuaci�n las frot�
contra otro cepillo m�s fino para hacer espuma. Con el instrumento espumeante en
la mano derecha, tom� a su aterrorizado hijo con la izquierda y empez� a
frotarle con fuerza el brazo y el pecho. Los gemidos sofocados de Danielito
empezaron tan pronto not� el rugoso y �spero contacto de las cerdas sobre su
carne casi escaldada.



"Uuuuuh, ooooh, ayyyyyy"



Con los dientes apretados, Don Daniel frotaba y frotaba con
gran empe�o. El barro del campo abandon� r�pidamente la piel del muchacho, que
empez� a adoptar un tono rojizo. Los brazos, el cuello y el pecho de Danielito
sufrieron la acometida de las temibles p�as del cepillo durante un rato que para
el chico se hizo muy largo.



"Venga. Media vuelta"



Entumecido y con los ojos llorosos de escozor, Danielito
obedeci�, presentando ante su progenitor la espalda, que pronto empez� a notar
el escozor de la operaci�n de limpieza llevada a cabo por su pap�. El muchacho
empez� a gemir y a dar botes con mayor fuerza, lo que hizo que Don Daniel
abandonara su actitud templada de concentraci�n ante su labor.



"�Estate quieto! Ya que te gusta tanto quejarte, te voy a dar
motivos"



Asiendo con fuerza al muchacho por la espalda con la mano
libre, le oblig� a inclinarse hacia delante hasta casi doblarse. Danielito peg�
las manos a la pared para mantener el equilibrio, mientras su indefenso y
desnudo culete quedaba perfectamente expuesto ante su enfadado pap�.



7Don Daniel gir� en su mano el cepillo, y las espesas y
abrasivas cerdas fueron sustituidas por una gran superficie plana de madera dura
y resistente; superficie que pronto impact� con fuerza sobre el trasero desnudo
y mojado del muchacho. Al primer azote, que dej� una clara huella sobre la nalga
izquierda, le sucedieron r�pidamente un segundo, un tercero, un cuarto, y en
resumen una tremenda azotaina que dispar� las quejas y gemidos del muchacho,
adem�s de te�ir en poco tiempo sus posaderas de un tono rojo muy intenso.



Tan repentinamente como la hab�a comenzado, el jefe detuvo la
tunda y dej� incorporarse a un sollozante Danielito. El muchacho, que ten�a
ahora el trasero m�s rojo que la espalda, no se atrevi� a poner objeci�n al
cepillo, que volv�a a escocer sus omoplatos con sus gruesas cerdas.



No obstante, cuando Don Daniel dirigi� el temible instrumento
de limpieza hacia sus escocidas nalgas, el joven no pudo evitar dar un grito y
un salto intentando escapar. Este desliz fue r�pidamente corregido por su pap�.
Enseguida el chico se vio de nuevo inclinado y recibiendo una segunda tanda de
azotes en el culito.



"Separa m�s las piernas"



El joven tuvo que obedecer y dejar que su pap� le castigara
bien la sensible zona inferior de las nalgas y la cara superior de los muslos.
Lo cierto es que era dif�cil elegir entre el escozor de las p�as y el de los
azotes del mango; el cepillo de ba�o de doble uso, como instrumento de limpieza
estricta y tambi�n de castigo, que Don Daniel hab�a comprado en una tienda
especializada en art�culos de disciplina para chicos desobedientes, se hab�a
convertido en uno de sus instrumentos predilectos por su gran eficacia.



La segunda azotaina dio lugar a un Danielito lloroso que ya
no se atrev�a a quejarse del picor del cepillo; su pap� pudo entonces entregarse
con fervor al trabajo de acabar el cepillado. Naturalmente las zonas m�s
delicadas de la piel del muchacho no pod�an frotarse de esa manera. Don Daniel
solt� el cepillo y se enjabon� bien la mano para lavar con cuidado la colita y
los genitales de su hijo. A continuaci�n le dio de nuevo la vuelta y le hizo
inclinarse de nuevo, esta vez para enjabonar bien el interior del culito del
peque�o.



"Bien, uno listo. Pasemos al segundo"



Chiquit�n, que hab�a asistido horrorizado a toda la escena,
estaba demasiado asustado para intentar escapar o reaccionar. Solo pudo gemir y
protestar cuando empez� a sentir el contacto ardiente de las p�as.



********



El agua, ahora agradablemente tibia, descubri� la piel
sonrosada y escocida de los dos muchachos. Naturalmente, la zona m�s
intensamente colorada era la de las nalgas y la parte posterior de los muslos,
en donde era evidente la huella de los muchos azotes recibidos. Papi, que entr�
en el ba�o en ese momento, admir� el trabajo hecho por su jefe, y no tard� en
identificar al enorme cepillo que descansaba sobre la repisa del lavabo como el
causante del tono rojo intenso de los culetes de los ni�os. No pudo evitar
enternecerse ante el llanto de Chiquit�n; aunque hab�a sido frotado y azotado
con menos severidad que Danielito, su humillaci�n era mayor, puesto que, a
diferencia del caso de su amigo, no hab�a sido su pap� quien lo hab�a ba�ado,
quien le hab�a re�ido, quien le hab�a dado una buena azotaina con un grande y
doloroso cepillo de madera, quien le hab�a lavado la colita, ni quien le hab�a
introducido un dedo enjabonado en el ojete.



Ver a su papi fue un importante alivio despu�s de la dura
experiencia. Papi lo envolvi� en una toalla y lo gui� hasta el sal�n, mientras
el jefe hac�a lo propio con su hijo. Una vez all�, cada pap� sec� con delicadeza
a su ni�o y, una vez sequito, le quit� la toalla y lo sent� desnudo en sus
rodillas para darle besos y mimitos. Cuando los chavales estaban ya tranquilos y
no lloraban, Don Daniel record� el vac�o en su est�mago y mir� interrogativo a
Papi.



"La cena ya est� lista" Confirm� Papi.



"Estupendo. No vale la pena que los ni�os se vuelvan a vestir
�verdad?"



"Claro que no, que se queden as� hasta que se acuesten" Papi
levant� a Chiquit�n de sus rodillas y le observ� el culete, que segu�a muy rojo.
"Aunque s� de dos que necesitar�n un coj�n en la silla", a�adi� sonriendo.



********



Como complemento a su castigo, Chiquit�n y Danielito no
tomaron postre y tuvieron que permanecer un buen rato de cara a la pared, sin
permiso para acariciarse el culito y mitigar el escozor, en el sal�n, mientras
sus pap�s tomaban una copa tranquilamente.



Al cabo de un rato, Don Daniel, previa consulta a Papi, les
levant� el castigo. Los peque�os, mientras se frotaban con expresi�n dolorida
las nalgas, pidieron permiso para jugar con la consola. Era dif�cil decirles que
no ante la forma tan dulce y respetuosa en que lo pidieron, as� que los pap�s
accedieron.



Como a�n les era inc�modo estar sentados, jugaron de
rodillas, inclinados sobre la mesa del centro del sal�n en la que estaban
colocados los mandos. Los pap�s centraron cada vez m�s su atenci�n en el hermoso
espect�culo que ten�an delante, dos culos rojitos colocados en pompa. Entre las
nalgas colgaban los genitales depilados de los chicos, que se hac�an claramente
visibles cuando estos abr�an las piernas buscando una posici�n m�s c�moda.
Tambi�n entonces el ano, igualmente afeitado (en el caso de Chiquit�n, el d�a
anterior), quedaba a la vista.



"Una posici�n ideal para una buena zurra", no pudo dejar de
observar Papi.



Don Daniel sonri�. Miraba absorto las grupas de los chicos;
llegado un momento, no pudo evitar ponerse c�modo y liberar el enorme bulto que
hab�a en sus pantalones. Cuando la verga apareci� en total erecci�n ante los
ojos de Papi, mientras los muchachos estaban distra�dos jugando, el jefe pareci�
recordar que Papi estaba en la sala y se mostr� turbado.



"Oh, lo siento, he sido un grosero"



"No, lo cierto es que a mi tambi�n me apetec�a hacerlo",
sonri� Papi.



"Ya lo veo" El jefe dirigi� la vista hacia el bulto en los
pantalones de su empleado y ahora amigo. "Adelante, no tengas verg�enza"



"Muchas gracias"



Papi se sinti� complacido ante la muestra de confianza de su
jefe, y ante la comodidad de liberar por fin su miembro, tan erecto como el de
Don Daniel.



"La cena estaba deliciosa. Te mereces una recompensa", dijo
el jefe. "�Dani!"



El muchacho, totalmente sumido en el juego con la consola, se
sobresalt� un poco y mir� hacia atr�s, con su culito todav�a expuesto en pompa
ante los mayores. Al ver las colitas tan gordas que ten�an su pap� y el de
Chiquit�n, ya se imagin� cual era su obligaci�n.



"S�, pap�"



"Ya ves que el pap� de Chiquit�n est� un poco tenso. S� un
buen chico y al�vialo"



"S�, pap�"



Estaba claro lo beneficiosas que eran las azotainas y lo bien
que se portaban los chicos cuando ten�an el culo caliente; Danielito se dirigi�
a cuatro patas hacia donde estaba sentado Papi sin rechistar ni protestar por
haber interrumpido el juego con la consola. Al llegar frente a Papi, se puso de
rodillas ante �l y sumiso, sin mirarle a la cara, cogi� su colita con la mano y
empez� a acariciarla de forma muy dulce con la mano experta que antes hab�a
probado Chiquit�n.



"Buf, muchas gracias, Don Daniel, es usted muy amable. Y
Danielito tambi�n" Agradeci� Papi, cuyo gozo era evidente.



Chiquit�n ve�a la escena y se preguntaba si deb�a
corresponder haci�ndole caricias al jefe de Papi. A pesar de lo entretenido que
estaba, su progenitor se encarg� de sacarle de la duda.



"Chiquit�n, mmmm, preg�ntale a Don Daniel si quiere, mmmm,
que le hagas mimitos"



La mirada de Don Daniel le respondi� sobradamente. Chiquit�n
se dirigi� hacia �l, tambi�n a cuatro patas, mientras Papi descubr�a las
habilidades orales de Danielito.



********



Papi y su jefe estaban qued�ndose amodorrados, cada uno con
el hijo del otro sentado sobre sus rodillas. Don Daniel vio que Chiquit�n quer�a
decir algo y no se atrev�a.



"�Qu� pasa Chiquit�n?"



Papi se dio cuenta.



"Pobrecito, aun le escuece el culete por los azotes y quiere
cremita. �A que s�?"



Chiquit�n asinti� un poco avergonzado.



"Seguramente a Danielito tampoco le vendr� mal" respondi� el
jefe mirando a su hijo. "�Vas a buscarla, por favor?"



"S�, pap�" Danielito se levant� de las rodillas de Papi, que
le dio una suave palmada en el culo mientras el chico desaparec�a en b�squeda de
la crema. Volvi� al poco rato.



"D�sela al pap� de Chiquit�n" le orden� Don Daniel.



Papi recibi� la crema hidratante y se dio una palmada en el
muslo para indicarle al muchacho que se tumbara sobre sus rodillas. Danielito
as� lo hizo y Papi extendi� sobre sus nalgas a�n bastante escocidas una cantidad
generosa de crema. Tras varios minutos de suave masaje, el culito solamente
estaba ya un poco sonrosado, y el chico se ve�a contento y tranquilo.



A continuaci�n fue Chiquit�n quien se coloc� sobre las
rodillas de Papi para recibir su cremita, mientras el jefe cog�a a Danielito de
la mano y se lo llevaba ya a la cama.



Papi se acost� tambi�n al poco rato, con Chiquit�n muy
relajado apretado contra su pecho. Mientras se dorm�a, acarici� las nalgas
desnudas de su hijo, recordando el tacto tambi�n suave de las de Danielito. Su
�ltimo pensamiento antes de dormirse fue si al d�a siguiente tendr�a ocasi�n de
darle alguna azotaina al hijo de su jefe.



********



Danielito volv�a a estar sucio por haber jugado en el bosque
sin permiso y Papi lo estaba ba�ando. El muchacho hac�a travesuras con el agua
mojando a Papi, por lo que recib�a una gran zurra con el cepillo gigante del
ba�o. Papi azotaba el culito hasta que se pon�a muy muy colorado y el muchacho
lloraba. A continuaci�n, Papi lo sacaba lloroso del ba�o, lo llevaba a la
habitaci�n, lo cubr�a con la toalla y lo secaba bien. Una vez bien sequito,
pon�a el cuerpo desnudo del muchacho sobre sus rodillas y reanudaba la azotaina
con la mano. Con una gran erecci�n, Papi golpeaba y golpeaba una y otra vez el
suave culito del joven. El ruido de los azotes pod�a o�rse con claridad desde la
distancia, as� como los gemidos de Danielito .......



Papi se dio cuenta de que estaba so�ando, pero que los azotes
y los gemidos de Danielito eran reales, as� como su erecci�n, y ven�an de la
habitaci�n de al lado. Chiquit�n tambi�n estaba a punto de despertarse de su
sue�o por el ruido. Era ya de ma�ana, as� que Papi acarici� bajo las s�banas el
culito desnudo del chico. Chiquit�n se desperez�, se gir� hacia Papi y abri� los
ojos.



"Buenos d�as, Papi"



El sonido familiar de azotes sobre la piel desnuda y quejidos
y lamentos segu�a llegando, cada vez con mayor claridad.



"Danielito ha sido travieso, Papi"



"Eso parece"



********



En la habitaci�n de al lado, hab�a sido un estornudo de
Danielito el que hab�a despertado al jefe de su sue�o. Record� que la tarde
anterior el peque�o hab�a estado mucho rato a la intemperie y bajo la lluvia.
Probablemente se hubiera resfriado. Tras recibir en los labios el besito de
buenos d�as de su hijo y darle unas palmaditas cari�osas en el trasero, Don
Daniel sac� del caj�n de la mesita de noche el term�metro rectal para ver si el
muchacho ten�a fiebre.



A Danielito no le gustaba el term�metro rectal, la c�nula que
ten�a era un poco dolorosa y sobre todo era muy humillante que se lo colocaran.



"Papi no, ese term�metro no. Usa el otro por favor, el del
brazo"



"Danielito, el del brazo es para Pap�. Para los ni�os es
mucho mejor este. Date la vuelta"



Don Daniel retir� la s�bana destapando el cuerpo desnudo de
su hijo, que estaba tumbado r�gido boca arriba.



"Danielito, date la vuelta. Que no tenga que dec�rtelo otra
vez"



"Papi no, el term�metro del culito no. Duele"



"Como no obedezcas, s� que te va a doler el culito. Vamos"



El padre empez� a darle la vuelta al cuerpo de Danielito,
pero este se resisti� y forceje�.



"Muy bien, t� lo has querido"



Sin m�s miramientos, Don Daniel cogi� con fuerza a su hijo
por los brazos y, con la maestr�a que da la costumbre de hacerlo, se sent� en la
cama y coloc� el cuerpo desnudo del muchacho sobre sus rodillas. Sujet�ndolo
firmemente por la cintura con la mano izquierda, levant� la derecha y la solt�
con fuerza sobre las nalgas de Danielito.



"�Ay! �Aay! �Ay! �AAAy!"



Los azotes ca�an a buen ritmo. A�n no recuperado totalmente
de las palizas del d�a anterior, el culete enseguida tom� un tono rojizo,
mientras Danielito lamentaba haber sido desobediente.



"Perd�n, pap�. �Uuy! �Ay!"



"�Cu�ntas veces �plas- te he dicho �plas- que me gusta �plas-
que me obedezcas �plas- a la primera? �plas- Ya te dar� yo �plas- Si te digo
�plas- que tienes �plas- que ponerte �plas- el term�metro �plas- te lo pones
�plas- inmediatamente �plas- ......"



********



La rega�ina lleg�, a trav�s del tabique que separaba las dos
habitaciones, a los o�dos de Papi. As� que Danielito no hab�a querido ponerse el
term�metro. Que desobediente, el jefe hac�a bien en calentarle el culito.
Seguramente el ni�o ten�a fiebre, era l�gico, despu�s de haber estado en el
bosque el d�a anterior ....... �Pero Chiquit�n tambi�n hab�a estado expuesto al
fr�o!



"Chiquit�n, �est�s bien? �Tienes fiebre?" Papi le puso la
mano en la frente.



"No, Papi, estoy bien" Respondi� el joven, un poco aturdido.



"Ayer, por tus travesuras, cogiste fr�o. Voy a tomarte la
temperatura"



Papi se levant� y busc� en la maleta el botiqu�n que siempre
llevaba consigo. Sac� de �l un term�metro rectal similar al que su jefe usaba
con Danielito.



"He comprado un term�metro nuevo, Chiquit�n. Me han dicho que
es mucho m�s exacto que el que usaba antes y mucho m�s adecuado para los
ni�itos"



Chiquit�n se inquiet� un poco al o�r estas palabras, y se
alarm� mucho m�s cuando Papi se acerc� de nuevo a la cama con un term�metro que
llevaba incorporada una gran c�nula rectal.



"Ponte boca abajo y separa las piernas"



"�Para qu�, Papi?"



"No le hagas preguntas tontas a Papi. S�lo obedece"



"Me da miedo, Papi"



"No seas tonto, no te va a hacer nada. Date media vuelta,
Chiquit�n"



Papi le forz� pr�cticamente a ponerse boca abajo, pero el
muchacho ten�a las nalgas cerradas. Papi le dio un azote.



"Separa las nalgas, Chiquit�n"



El muchacho las separ� un poquito, pero no lo suficiente para
que Papi pudiera introducirle el term�metro. Sin mucha delicadeza, porque ya
empezaba a cansarse, Papi separ� las piernas de su hijo. Chiquit�n intent�
obedecer, presionado por los azotes que todav�a segu�an en la habitaci�n de al
lado, pero ning�n ni�o escarmienta en culito ajeno; cuando el peque�o not� el
fr�o contacto del pl�stico introduci�ndose en su ojete, se revolvi� y apret� las
nalgas violentamente, haciendo que el term�metro se saliera de su sitio.



Papi no tuvo m�s paciencia; sin decir palabra, se sent� en la
cama, coloc� a Chiquit�n boca abajo sobre sus rodillas, y empez� a darle una
met�dica azotaina, justo inmediatamente despu�s de que dejara de o�rse ruido de
azotes en la habitaci�n contigua.



********



Danielito o�a la zurra que recib�a su amigo mientras yac�a
tendido boca abajo con el term�metro colocado entre las nalgas, que volv�an a
estar muy coloradas. Don Daniel med�a el tiempo ech�ndole de vez en cuando un
vistazo a su reloj mientras se vest�a; pasado un rato, retir� el term�metro del
ano del muchacho, para gran alivio de �ste, y observ� que ten�a unas d�cimas de
fiebre.



"Tienes un poco de fiebre, hijo. Nada grave, pero ser� mejor
tomar medidas"



El rostro de Danielito, que se hab�a relajado al librarse del
term�metro, se contrajo de nuevo.



"�Qu� medidas, Papi?"



"�D�nde hab�a guardado los supositorios?"



Con el ojete todav�a un poco irritado del term�metro rectal,
y ahora su pap� iba a ponerle un supositorio .... Danielito estuvo a punto de
protestar, pero se contuvo a tiempo al recordar el escozor en sus nalgas de la
azotaina anterior.



Cuando se trataba de la medicaci�n de su hijo, Don Daniel
recurr�a a los f�rmacos de v�a rectal siempre que pod�a; era otra forma de
humillaci�n que a�adir para redondear la educaci�n estricta y la sumisi�n que
esperaba del muchacho. Sin embargo, la caja de supositorios estaba ya vac�a, y
hab�a olvidado traer otra de la casa de la ciudad. Que rabia.



"No quedan supositorios, tendr� que recurrir al jarabe ...."



Don Daniel estaba casi resignado hasta que tuvo una brillante
idea.



" Un momento, tal vez el pap� de Chiquit�n tenga algunos"



Danielito pas� en un minuto de la angustia al alivio, y del
alivio de nuevo a la angustia. �Habr�a tra�do supositorios el pap� de Chiquit�n?
No parec�a probable que fuera tan precavido ....



Hac�a un ratito que hab�a finalizado el ruido de azotes en la
habitaci�n de al lado. Se o�an d�bilmente los quejidos de Chiquit�n y la voz de
Papi, pero no era distinguible lo que dec�an. Don Daniel pens� que, una vez
acabado el castigo del peque�o, era el mejor momento para ir a la habitaci�n de
sus invitados. All� se dirigi�.



"Voy un momento a la habitaci�n de Chiquit�n y su pap�.
Qu�date ah� muy quietecito"



"S�, pap�"



Al verse solo, Danielito peg� la oreja a la pared para
escuchar. Pudo oir con claridad la voz del pap� de Chiquit�n:



"Me voy a la ducha. T� v�stete y haz la cama"



"S�, Papi"



Una amplia sonrisa se dibuj� en la cara de Danielito.
Chiquit�n iba a estar solo en la habitaci�n para recibir a pap�. Aunque tuviera
supositorios, la solidaridad entre ni�os le impedir�a prestarlos. Pap� tendr�a
que recurrir al jarabe, un tanto amargo pero mucho menos doloroso para su ya
escocido culito.



********



Una vez le hubo puesto el culete bien rojo y caliente, Papi
dio por concluido el castigo de Chiquit�n, lo levant� de sus rodillas, y le
orden� tumbarse boca abajo en la cama con las piernas abiertas. Entre sollozos,
el joven obedeci� sin rechistar; tampoco se atrevi� a abrir la boca m�s que para
intensificar un poco sus gemidos cuando not� el term�metro introduci�ndose entre
sus nalgas doloridas. A pesar del escozor en el ojete, Chiquit�n aguant� como un
hombrecito hasta que Papi retir� el term�metro y comprob� que el peque�o no
ten�a fiebre.



"Vale, Chiquit�n, puedes darte la vuelta"



Chiquit�n se abraz� a Papi, que lo acogi� con ternura y le
dio muchos besos en la frente y luego en la boca. Luego anunci� que se iba a la
ducha.



Mientras el muchacho se acariciaba las nalgas todav�a
ardientes, alguien llam� a la puerta, justo en el momento en que el grifo de la
ducha empezaba a funcionar. Dud� un momento si ir a contestar o si ponerse
primero los pantaloncitos, pero pens� que si tardaba en abrir, los mayores
pod�an enfadarse y castigarlo, as� que abri� la puerta completamente desnudo.



El jefe le miraba sonriente y ya vestido, corbata incluida.



"Hola, Chiquit�n. �Esta tu pap�?"



"Est� en la ducha, Don Daniel"



"Bueno, entonces tal vez puedas ayudarme t�. Danielito tiene
un poquit�n de fiebre; me preguntaba si tu pap� tiene supositorios"



"Tal vez haya tra�do en el botiqu�n. Voy a ver. Pero entre,
por favor"



"Gracias"



Don Daniel pas� y se sent� en la cama mientras Chiquit�n
buscaba en el malet�n de las medicinas de Papi. Enseguida repar� en el tono rojo
del culete del muchacho.



"Veo que te has llevado unos azotes, Chiquit�n"



"S� se�or, fui travieso esta ma�ana y Papi tuvo que
castigarme"



"Hay que obedecer siempre a Papi. Que te sirva de lecci�n"



Efectivamente, Papi no hab�a olvidado los supositorios. En
contra de lo que ingenuamente hab�a supuesto Danielito, en ning�n momento
Chiquit�n se plante� mentir a Don Daniel para ayudar a su amigo, a pesar de
conocer en carne propia lo humillante y doloroso que era que pap� te pusiera un
supositorio. Era un ni�o bien educado, y Papi le hab�a ense�ado que hab�a que
complacer a los adultos en todo lo que le pidieran.



"Aqu� est�n, Don Daniel. �Cu�ntos necesita?"



"Por ahora solo uno, si la fiebre no baja le pondr� otro m�s
adelante"



Al guardar el malet�n en el armario, Chiquit�n repar� en algo
que hab�a all�. Un sacudidor de alfombras. Esto le sugiri� una idea para ser un
ni�o bueno y colaborar con Don Daniel.



"Papi siempre me da una zurra antes de ponerme un supositorio
para que me est� quieto y me lo deje poner. Este sacudidor de alfombras podr�a
serle muy �til con Danielito" Dijo, sacando el instrumento del armario y
mostr�ndoselo a Don Daniel.



Este �ltimo se sorprendi�; el sacudidor hab�a estado
desaparecido durante muchos d�as. No hac�a mucho, lo hab�a buscado para castigar
a Danielito y no lo hab�a encontrado. Tuvo que ser el propio ni�o el que lo
hab�a escondido all�.



"Eres muy amable, Chiquit�n. Me parece una idea excelente;
adem�s tengo que hablar de un tema con mi hijo. Muchas gracias"



El jefe cogi� el sacudidor de mano de Chiquit�n. Le dio unas
palmaditas en el trasero antes de irse.



********


Danielito estaba estupefacto y no pod�a creer lo que hab�a
o�do a trav�s de la pared. Su amigo lo hab�a traicionado d�ndole a su pap� no
s�lo los supositorios, sino que adem�s, sin que se lo pidiera, le hab�a
descubierto donde estaba el sacudidor y le hab�a sugerido que le diera una buena
paliza con �l. �Y pap� se habr�a dado cuenta de que �l mismo lo hab�a escondido
all�! La rabia y el deseo de que se lo tragara la tierra se adue�aron al mismo
tiempo del jovencito.



La puerta de la habitaci�n se abri�. Con cara de muy pocos
amigos y sacudidor de alfombras en la mano, pap� parec�a m�s amenazador que
nunca; Danielito se sinti� un pobre ni�o desnudo e indefenso, cosa que era
realmente.



"No niegues que lo hab�as escondido t� , o ser� a�n peor.
Ponte a cuatro patas sobre la cama con el culo en pompa"



"Pap�, yo ....."



"�CULO EN POMPA AHORA MISMO!"



********



Chiquit�n, con la oreja pegada a la pared como hab�a estado
su amigo en la otra habitaci�n un rato antes, no perd�a detalle sonoro de la
nueva azotaina que recib�a Danielito. Lament� no poder ver su culete tan bonito
en pompa sobre la cama; ni el sacudidor cayendo una y otra vez sobre las nalgas.
Danielito se quejaba mucho; Chiquit�n tampoco conoc�a el sacudidor de alfombras
porque Papi no ten�a ninguno en casa. Hab�a oido que no era tan doloroso como
parec�a; pero su amiguito hab�a recibido una zurra hac�a muy poco, aparte de los
azotes de ayer. No era de extra�ar que sollozara y se quejara tanto.



Tan entretenido estaba Chiquit�n imagin�ndose la escena que
o�a, que no not� que Papi hab�a salido de la ducha y estaba justo detr�s de �l
con cara de enfado. El muchacho hab�a desobedecido, estaba todav�a sin vestir, y
adem�s se encontraba inclinado sobre la pared con el culo desnudo, y todav�a
rojo de la azotaina anterior, expuesto involuntariamente hacia su padre. Era una
tentaci�n demasiado grande, y Papi no pudo resistir el impulso de castigar al
chico de nuevo.



La mano de Papi estruj�ndole la oreja le record� a Chiquit�n
las �rdenes paternas que no hab�a cumplido. Antes de que tuviera tiempo de pedir
disculpas, se vio inclinado sobre el muslo de Papi, que hab�a colocado su pierna
izquierda sobre la cama para agarrar a Chiquit�n, mientras empezaba a azotarle
con energ�a con la mano derecha. El sonido de los azotes se mezcl� con el de los
golpes del sacudidor en la habitaci�n de al lado. Dos chicos traviesos recib�an
su merecido al mismo tiempo.



********



De nuevo hubo que poner cojines en las sillas de los ni�os
para que pudieran sentarse a desayunar. Como castigo a su mal comportamiento,
pasar�an todo el d�a desnudos de cintura para abajo; despu�s de desayunar, se
les mand� ponerse de rodillas cara a la pared durante un buen rato.



A continuaci�n, Papi y su jefe se fueron a dar un paseo
mientras Chiquit�n y Danielito copiaban quinientas veces "ser� un ni�o bueno y
obedecer� a mi pap�".



Los castigos mantuvieron ocupados a los dos chiquillos
traviesos el resto de la ma�ana. Pero durante todo ese tiempo, mientras estaba
de cara a la pared de rodillas o mientras hac�a sus copias, una sola idea
�aparte del escozor en el culete- llenaba la mente de Danielito: vengarse de
Chiquit�n. Su ex-amigo era un horrible traidor que hab�a preferido colaborar con
un pap� en el castigo de otro peque��n travieso en apuros. No solo le hab�a
negado su ayuda, sino que adem�s le hab�a devuelto a pap� el odioso sacudidor de
alfombras. Solo pensar en �l hac�a que el culito le picara todav�a m�s.



El momento para la venganza, sin embargo, no lleg� hasta la
tarde, cuando los pap�s salieron al jard�n a echar una siesta a la sombra de los
�rboles. Danielito estaba en su cama pero no ten�a ninguna intenci�n de dormir.
Tras comprobar desde la ventana que ambos pap�s estaban alejados y dormidos, se
dirigi� a la habitaci�n de invitados.



Chiquit�n tampoco dorm�a; la visita de Danielito no parec�a

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Relato: Las aventuras de Chiquitin: Fin de semana
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