Relato: El Estero (15)





Relato: El Estero (15)

El Estero 15


Llamada Nocturna



Eran las 3 de la madrugada cuando despert� para contestar el
tel�fono. Nunca dejo de hacerlo sea la hora que sea.




Al�


Al� �Rana?


S�, con el


Hola, habla Rafael, �Te acuerdas? Del estero


Ah, hola socio.


�Te despert�?


Si, estaba durmiendo hace rato �C�mo est�s?


Bien. Es que estoy en una fiesta aqu� cerca y te estoy
llamando de un tel�fono p�blico �Me puedes llamar ahora mismo?


Si, por supuesto, dame el n�mero...



.....



Hola, ahora si. �Qu� pasa? Es s�per tarde.


Es que quer�a saber si vas a venir el lunes.


Si, como los �ltimos lunes �Porqu�? �not� que la voz de
Rafael estaba como preocupada


Es que van a ir muchos..


No entiendo


O sea que son muchos y pueden salir gritando (hablar de
m�s)


Gracias amigo, entonces voy a tener cuidado el lunes.


Si, para eso te llamaba, para avisarte.


Gracias Rafa. Oye �Y nos podemos juntar nosotros dos?


Si, claro. Eso era lo otro por lo que te llamaba. Oye te
voy a presentar a un amigo que es como tu. Tiene 15 a�os. �Lo llevo?


Si, ll�mame de nuevo para juntarnos el lunes �te parece?


Listo, chao. Hasta el lunes. Yo te llamo ma�ana en la
noche


Chao, p�salo bien en la fiesta.




Como es de suponer, ese lunes igualmente fui al estero, pero
adopt� ciertas precauciones para evitar un encuentro desagradable. Total iba a
conocer a un ni�o nuevo y Rafael ya ten�a sus inclinaciones claramente
manifestadas.


Llegu� algo m�s tarde que lo habitual, cerca del mediod�a.
Tal como en otras ocasiones, el sitio estaba muy solitario, con restos de
fogatas por aqu� y por all�, que demostraban que el fin de semana hab�a llegado
gente.


Por tener algo de hambre, me dediqu� los primeros instantes a
consumir gran parte del cocav� que hab�a llevado para ese d�a. Luego me dirig� a
la famosa poza en la cual hab�an sucedido los acontecimientos que narr� antes.


El sitio estaba solitario, pero con claras muestras de haber
recibido visitas el fin de semana. Hab�a unos cuantos desperdicios por aqu� y
por all�, m�s dos peque�as fogatas bajo unos sauces. En las m�rgenes mismas, la
maleza estaba claramente apisonada, en un estado diferente a mi primera visita.


Recorriendo el sector, se distingu�an claramente las huellas
de muchos pies descalzos que, por su tama�o, correspond�an a ni�os y
adolescentes. Su solo descubrimiento me ocasion� el inmediato endurecimiento de
mi activa verga.


Busqu� un sitio apartado, escond� mis pertenencias y me
dirig� a darme un buen chapuz�n. Cuando termin�, siempre en absoluta soledad,
tom� un ba�o de sol y me dispuse a esperar la aparici�n de los chicos que hab�an
prometido visita la semana anterior. Como siempre, me ocult� en un lugar
tranquilo, sin evidencias de haber sido utilizado como zona de descanso por los
visitantes.


Como siempre me ocurre en mis visitas a este lugar, me qued�
profundamente dormido y s�lo me despert� cuando voces juveniles se acercaban al
lugar. Eran alrededor de las tres de la tarde, por lo que calcul� que eran
chicos de colegio que hab�an concluido su jornada escolar.


Agazapado en mi escondite, me dispuse a espiar a los reci�n
llegados, para evaluar si me dejaba ver o permanec�a fuera de su vista.


Poco a poco fueron apareciendo los mozalbetes. En esta
ocasi�n ven�an con ropa de paseo, es decir, pantalones cortos y camisetas;
ninguno vest�a ropa de colegio. Algunos tra�an mochilas y divis� unas pocas
botellas de gaseosas o que parec�an serlo.


Inmediatamente que llegaron al sitio, varios de ellos
comenzaron a revisar tanto con la vista como inspeccionando los alrededores. Por
la conversaci�n que alcanc� a escuchar, me buscaban. Otros, en cambio, se
sacaron su ropa enseguida y comenzaron a divertirse en el agua.


No hab�an transcurrido diez minutos cuando comenzaron a
llegar m�s chicos, muchos m�s. Para las tres y media de la tarde, en que el
grupo se complet�, cont� unos treinta y cinco muchachos que estaban entre los
trece y diecisiete a�os m�s o menos. No eran unos monumentos, pero si lo
suficientemente atractivos como para provocarme una erecci�n monumental. Todos
eran delgados, de tez m�s bien trigue�a, excepto tres que aparec�an m�s blancos.
Por lo menos diez se hab�an desnudado por completo, dej�ndome disfrutar de sus
admirables cuerpos adolescentes.




Oye Jonathan, parece que el loco no va a venir �coment�
un peque�o que no conoc�a.


Esperemos un poco m�s �le respondi� otro.


Chiquillos �Hag�monos la paja? �sugiri� un tercero de
aspecto muy seductor mientras manipulaba su tula


Eso, si �hag�monos la paja � apoy� otro ni�o tambi�n con
el pico entre sus dedos.




Antes de un minuto, unos quince chicos se hab�an sentado en
una orilla del estero con sus piernas colgando sobre el agua. Sus hermosos
miembros se ergu�an radiantes entre sus dedos al mismo tiempo que sus dem�s
amigos, algunos en calzoncillo y otros desnudos, los observaban desde el agua o
sentados en la hierba.


Debo se�alar que la poza en cuesti�n ten�a sus orillas
cortadas a pique, sobresaliendo unos 20 cms. sobre el nivel del agua No exist�a
playa ni nada parecido. En la zona donde estaban los sauces el estero ten�a una
profundidad de unos 3 o cuatro metros, mientras en el resto el agua no
sobrepasaba los treinta o cuarenta cent�metros. Los chicos que se estaban
pajeando, quedaban alejados de la zona de ba�o propiamente tal y mucho m�s cerca
de m�, permitiendo que los mirones pudieran estar sentados o recostados en la
templada agua.


La vista que yo ten�a era espectacular, ya que me permit�a
tener una visi�n panor�mica tanto de los espectadores como de los protagonistas
de tan singular competencia. Al tener el sol a mis espaldas, este iluminaba como
un reflector todo lo que suced�a e imped�a que los chicos me descubrieran.


Pronto los menores comenzaron sus movimientos, los cuales
enseguida fueron imitados por varios m�s de los que observaban, mientras unos
pocos prosegu�an divirti�ndose en el agua unos pocos metros m�s all�.


All� estaba yo, masturb�ndome ansiosamente con un dedo en mi
ano, al mismo tiempo que unos veinte maravillosos adolescentes daban rienda
suelta a sus deseos con el prop�sito de desahogarse de su frustraci�n por mi
ausencia.


Eran cuerpos extraordinarios, j�venes, tersos, en la plenitud
de su potencia. Algunos estaban simplemente sentados mientras otros se hallaban
recostados sobre la arena de la orilla. Los que permanec�an en el agua
provocaban sendas ondas al agitar sus manos sobre sus sexos ardientes.


Los chicos hund�an sus cachetes, apretaban su abdomen y se
sobaban los test�culos. Sus rostros sonrientes al borde de la carcajada, me
demostraban claramente el grado de excitaci�n en que se encontraban.


Pronto otros cinco se sumaron a la paja colectiva, por lo que
tuve la satisfacci�n de disfrutar de la visi�n de penes de todas las formas y
tama�os, que iban desde los peque�os de visita, hasta los fabulosos de sal�n.
Los hab�a delgados, otros gruesos, arqueados hacia el vientre, doblados hacia
las piernas o simplemente rectos. Hab�a oscuros, rojizos, blancos y alguno medio
amoratado por all�. Los hab�a para todos los gustos, pero ninguno,
definitivamente ninguno, dejaba de ser un verdadero tesoro para mi. Ni siquiera
el min�sculo pico de Samuel, un mocosito de unos trece a�os y 1,45 de estatura,
dejaba de resultar apetitoso con sus diez cent�metros de largo.


Ya a los cinco minutos los primeros empezaron a dar muestras
de querer demostrar su virilidad puesto que los rostros se descompusieron y los
movimientos se aceleraron. As� fue como se dio inicio a una serie de descargas
de diferente tipo, desde las humildes gotas de Ramiro, hasta la profusa emisi�n
de Jonathan a quien ya conoc�a.


Estando oculto entre los matorrales y con mis sentidos atento
a lo que acontec�a, prest� atenci�n a lo que hac�a Rafael, quien se hab�a
separado del resto acompa�ado de un rubio delgado de piel m�s bien blanca. Ambos
vest�an tan solo calzoncillo, el cual mostraba un sugestivo levantamiento en la
parte frontal.


Por su parte, el grupo de muchachos ya hab�a culminado su
espect�culo y todos se dirigieron a zambullirse en la profundidad de la poza
cercana. Seguro de no haber sido descubierto por ning�n mozalbete, di una �ltima
mirada al fabuloso grupo de adolescentes desnudos y me lanc� a la b�squeda de
Rafael y su amigo.


Despu�s de dar unas vueltas por aqu� y por all�, supuse que
el chicuelo estar�a en el sitio que hab�amos acordado previamente. Hacia all�
encamin� mis pasos, pero adoptando las t�picas precauciones de rigor.


Me aproxim� sigiloso a un claro algo lejano al estero. Estaba
bajo la sombra de un frondoso boldo centenario. All� se encontraban los dos
chicos conversando mientras permanec�an de pie. Pronto me encontr� a no m�s de
cinco metros de ellos, suficientemente oculto por la vegetaci�n y bastante cerca
como para escuchar con claridad su conversaci�n.




�Y c�mo conociste al loco �preguntaba el ni�o a Rafael


Un d�a que nos est�bamos ba�ando .... �y el menor narr� a
su amigo las circunstancias en que me hab�a conocido.


Chutas loco, ojal� que hubiera venido. A mi nunca me lo
han chupado �comentaba el ni�o a su amigo, mientras mov�a su mano dentro del
calzoncillo


�Corr�monos la paja Enzo? Yo estoy caliente, mira �Rafael
se baj� el slip mostrando una impresionante erecci�n. El otro chico abri�
sus ojos con cara de asombro, maravill�ndose ante la hermosura de su amigo.


�Lo tienes grande Rafa! A ver, c�rrete la paja para
ver...


�As�? �pregunt� mi amigo mientras manoseaba su
instrumento.


Si, mira yo tambi�n estoy caliente �dijo Enzo, mientras
bajaba su calzoncillo dejando a la vista una linda pichula erecta de unos 14
cms. de largo.




Ambos amigos ahora comenzaron los t�picos movimientos de la
paja. Los ojos de Enzo no se apartaban del ariete de Rafael. Lo miraban con ojos
golosos que reconoc� de inmediato. Pronto el chico no pudo resistir la tentaci�n
y le pregunt� a su amigo:




�Te la corro? �Rafael no respondi�; solt� su pene y
coloc� sus manos en las caderas.


Lo tienes s�per duro �coment� Enzo con rostro ansioso.




El chico comenz� a manipular el miembro de Rafael con
evidente habilidad. Pronto su otra mano se encontraba acariciando las colgantes
bolsas del mayor el cual, ni corto ni perezoso, lo aproxim� hacia �l iniciando
un inexperto manoseo.




�Te lo chupo? �pregunt� Enzo, mirando a su amigo que no
pod�a ocultar su emoci�n.


�Ya! �atin� a responder Rafael, invitando a su amigo a
ponerse de rodillas, mientras el mismo se abr�a de piernas y empujaba la
cabeza del chico con ambas manos hacia su ariete.




Mi mano trabajaba lentamente, evitando a toda costa una
posible eyaculaci�n. Quer�a ver hasta donde llegaba la osad�a de los chicos y
deseando participar con ellos. Nunca hab�a presenciado un acto de esta
naturaleza. Hab�a sido protagonista, pero nunca un simple espectador.


El muchachito devoraba goloso la fresca carne de su amigo, en
tanto este hac�a enormes esfuerzos para no perder detalle de los movimientos
fren�ticos de su compa�ero.




�Me lo metes? �pregunt� ahora Enzo con rostro suplicante.




La respuesta de Rafael fue inmediata. Se dirigi� a su bolso,
de donde extrajo una gastada toalla y la extendi� sobre la hierba. Su amigo se
estir� sobre ella boca abajo, brind�ndole a su pareja una visi�n incomparable de
su anatom�a. Luego escupi� sobre el agujero del menor y sobre su propio pene. Se
acomod� a horcajadas atr�s de su amigo y ayud�ndose con una mano, apunt� a la
entrada.


Dada la posici�n del mocoso, no le fue dif�cil acomodar su
pene en el camino correcto, en donde comenz� de inmediato a presionar con
fuerza. Pronto el chico sinti� que la puerta hab�a sido abierta e inici� suaves
movimientos de vaiv�n, que fueron prontamente resistidos por Enzo, quien mostr�
se�ales de dolor.


El muchacho, comprensivo, retir� su tula, la volvi� a
humedecer y reinici� los forcejeos ante la solicitud expl�cita del mocosito.
Dej� pasar unos momentos m�s, esperando la plena penetraci�n de Rafael. Cuando
me di cuenta que el mocoso hab�a insertado todo su miembro en la anatom�a del
chico, decid� mostrarme para participar del fest�n.


Me retir� con cautela, di un peque�o rodeo y aparec�
sorpresiva pero alegremente junto a los ni�os, justo cuando Rafael embest�a con
fuerza a su amigo, acostado completamente sobre su espalda. Alcanz� a
descubrirme a una distancia prudente desde donde le se�al� que mantuviera
silencio. El muchachito sonri� maliciosamente sin abandonar lo que se encontraba
haciendo.




Hola Rafa �salud� con una sonrisa ��Los puedo acompa�ar?


Ho...la �respondi� el chico, tranquilizando a su amigo
con unas palabras al o�do. Luego se incorpor�, me tendi� la mano y me
salud�, mientras su amigo permanec�a acostado, ocultando su rostro.


Tranquilo socio, si ya nos conocemos �dijo Rafael a su
amigo. ��l es el loco del que te habl�. �Viste que vino? �s�lo all� el otro
chico se volte� avergonzado, me salud� y se atrevi� a comentar.


No le cuente a nadie �Ya?


El es Enzo, el amigo que te cont� por tel�fono, �Te
gusta? �interrumpi� Rafael.


Por supuesto que si �respond� sonriente.




Di un fuerte apret�n al pene de Rafael, que sac� sonrisas de
ambos chicos, pero no se lo chup� dado que ven�a reci�n saliendo del culo de
Enzo, pero si me acerqu� lo suficiente como para sentir su fuerte aroma a macho
tierno. Enseguida me dediqu� a manosear por un largo rato ambas herramientas
indistintamente y cuando consider� que ambos ya estaban suficientemente
preparados, acomod� a Enzo de espaldas con sus piernas abiertas, me inclin�
sobre su verga y la engull� por completo. Rafael no se hizo esperar. Se coloc�
de rodillas atr�s de m�, enfil� su magnifico pico de 18 cms. e inici� su
acometida. Como siempre, mi ano no estaba suficientemente preparado, por lo que
el mocoso tuvo que ensalivar su ariete antes de reiniciar el ataque.


Ah� estaba yo nuevamente disfrutando de dos cuerpos al mismo
tiempo. Soy un pasivo fan�tico que atrae a los adolescentes precisamente por no
ponerles condiciones a su placer. Adem�s me he dado cuenta que la mayor�a no
busca homosexuales amanerados, porque en ese caso prefieren una mujer. Creo que
me llevo bien con ellos porque les seduzco sin presionarles.


Recuerden que no he ido al gimnasio en mi vida, no tengo un
cuerpo espectacular, no soy gerente de firma alguna, no ocupo cargos importantes
en ninguna multinacional, carezco de deportivo �ltimo modelo, mi casa es
peque�ita, mi sueldo es normal y no creo tener ning�n atractivo f�sico especial.
Simplemente creo ser un tipo simp�tico que no inventa las aventuras que
escribe...


En fin, los chicos estaban all� disfrutando del placer que
les proporcionaba mi cuerpo. Rafael taladr�ndome el culo con energ�a, mientras
mis labios presionaban con glotoner�a la tula de Enzo. Ambos chicos se dec�an
cosas entre ellos que me excitaban a�n m�s.




�Y c�mo la est�s pasando Enzo?


�Mortal loco! La chupa rico.


Y tiene el poto apretadito. Despu�s cambiamos lugar �ya?


No voy a durar mucho. P�same la lenguita por la cabeza.
�Eso, as�, as�! �Oh, que rico! A ver, tr�gatelo todo, entero...


�Te lo comi� todo? �A ver? �Rafael se inclin� para
observar mis maniobras sobre la p�a del chiquillo.


Mira, se lo trag� todo.


Entonces se lo voy a mandar a guardar enterito. �Lo
aguantas todo Rana? �me pregunt� Rafael al tiempo que presionaba sobre mi
ano.




Mi respuesta, como siempre, la envi� mediante unos apretones
de mi esf�nter que hicieron re�r al muchacho, el cual golpe� cari�osamente mis
nalgas con unas palmaditas de sus tiernas manos.


Entretanto mi boca no dejaba de trabajar sobre la virilidad
de Enzo, que enredaba mis cabellos cual ni�o con un juguete. �Con qu� gusto mi
lengua saboreaba los juveniles jugos del mocoso en tanto mis labios apretaban
cada cent�metro de su erecta herramienta! Las maravillas de los pliegues de su
prepucio eran una delicia para cada uno de mis dedos, que lo acariciaban sin
cesar una y otra vez, subiendo y bajando por los catorce cent�metros de su
exquisita envergadura.


Rafael acariciaba mi espalda incesantemente, deteni�ndose en
mis hombros, en mis caderas, recorriendo los huesos de mi columna, apretando mis
cachetes, explorando la entrada de mi ano, pasando sus brazos por debajo y
apoder�ndose de mi verga. Otras veces sub�a desde mi abdomen, donde se
entreten�a con mis pelos p�bicos, para luego hacerme cosquillas en mi ombligo,
apretarme tiernamente las tetillas y culminar atray�ndome hacia �l agarrado de
mis hombros.


Mis manos afanosas sobaban las entrepiernas de Enzo de manera
tal que d�biles quejidos sal�an desde su garganta. Luego mi lengua se apoderaba
de sus huevos mientras una mano le masturbaba y otra exploraba su agujero. En
tales circunstancias, los amigos pronto comenzaron a experimentar los
preliminares de sendos orgasmos.


Enzo, quiz�s por ser el menor, mostr� las se�ales
inconfundibles de la llegada del placer supremo. Alz� su cabeza y se dedic� a
observar en detalle los movimientos de mi lengua en su falo. Sus manos
dirigieron luego cada uno de mis movimientos, subiendo y bajando mi cabeza sobre
su sexo. Mis manos entonces se entretuvieron en sobar sus tetillas, hasta que
sent� como de su fant�stico pene endurecido, comenzaban a salir d�biles chorros
de esperma. Su sabor entre dulz�n y salado, result� ser inconfundible, �nico,
incomparable.


Al advertir en su pichula los apretones que le estaba
proporcionando con el esf�nter de mi ano, Rafael aceler� sus embestidas, m�s a�n
cuando se amigo le comunicaba con gritos entrecortados, que estaba soltando los
�ltimos restos de una maravillosa corrida.


Pero el muchacho quer�a que fuera mi boca la que recibiera la
sabrosa descarga, por lo que extrayendo con rapidez su precioso falo, se movi�
con agilidad hasta acostarse al lado de su amigo. All� me apoder� enseguida de
su masculinidad, justo en el momento en que el chico dej� salir una sucesi�n de
exquisitos chorros de leche fresca.


Ambos muchachitos re�an por la excitante situaci�n, pero como
adolescentes que eran, pronto sus vergas estuvieron a punto para una segunda
batalla, y para una tercera y para una definitiva cuarta. Enzo result� ser un
amante tan extraordinario como su amigo Rafael, pero con una peque�a gracia: le
gustaba la verga tanto como a mi, como lo demostr� cuando fue el mismo quien se
ofreci� para mamar mi ariete y dejarse penetrar por su amigo.


Luego nos cont� a ambos que en el liceo ya dos compa�eros de
curso hab�an probado su boca, pero que s�lo Rafael lo hab�a pose�do. El chico,
en todo caso, no manifestaba ning�n rasgo externo de ser homosexual, pero la
destreza con que movi� su lengua, utiliz� sus labios y mordisque� mi glande,
mostraba claramente el camino sexual que hab�a elegido.


Antes de separarnos esa tarde y mientras escuch�bamos
burlonamente a la distancia los reclamos de los dem�s chicos por mi ausencia esa
tarde, Enzo nos prodig� a cada uno una atenta paja simult�nea. La cantidad de
semen que soltamos fue min�scula, pero de igual manera el chiquillo la engull�
goloso, demostrando con creces que esta amistad deb�a perdurar por mucho tiempo.


Nos despedimos alegremente. Ya eran las siete y media de la
tarde cuando me qued� dormido arriba del bus en direcci�n a Santiago.




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